Vidas en el Camino
"Por esos momentos inolvidables que te quitan el aliento, por esas risas robadas que te regresan a la vida, por esos amaneceres incomparables, por esos suspiros que llegan sin que te des cuenta, por esas tomadas de mano en media calle, por esos besos en la frente, por esas mordidas al final de cada beso real, por esos poemas que escribe la gente enamorada, por esas canciones que se cantan sin ser escuchadas...
Por esas palabras al viento que esperan ser oídas por la persona amada, por esos días lluviosos en los que solo deseas mojarte completamente sin que importe nada ni nadie, por esas decisiones que aunque no lo hayas querido cambian tu vida, por esas rosas enviadas por las personas que te aman, por esas miradas que se pierden en el vacío para aparentar que no sientes nada, por esas noches en vela recordando sus ojos...
Por esas amanecidas hablando con esa persona que incluso espanta el sueño, por esas películas que volverías a ver una y otra vez, por esas canciones que siempre salen en los momentos correctos, por esos suspiros que se escuchan con insistencia mientras no dejas de pensar en aquella persona especial, por aquellas coincidencia que no existen pero que a veces cambian todo a tu alrededor, por la luz de la luna que ilumina más que un farol si estás enamorado, por esos ocasos en la playa mientras introduces lentamente tus pies en agua salada...
Por el destino que aunque puede ser cambiado muy pocas personas se atreven a hacerlo, por ese amor que siempre se busca pero que casi nunca llega, por esos sueños que en muchas ocasiones solo se quedan en sueños, por esas utopías realizables pero que por miedo no se hacen, por esas noches oscuras en donde todo te asusta incluso que la persona que amas te hable, por esas casas hermosas que fomentan familias, por esas conversaciones interminables que se sienten de minutos, por esos pies descalzos en el suelo mojado...
Por aquellas estrellas que nunca dejan de brillar, por los escritores que a pesar de todo seguimos escribiendo para regalarles historias concebidas en los más absurdos guiones, por esas historias de amor que aunque no son perfectas no se acaban nunca, por ese amor imposible que sabes que te lastima pero que aun a pesar de todo te rehúsas de olvidar, por esos deseos infinitos de abrazar a quien amas pero que a veces es imposible de hacer, por esas familias separadas por las condiciones que añoran tanto una comida más juntos, por esas personas que envejecen tomadas de la mano sin que les importe el paso del tiempo...
Por esas fotos que no solo retratan caras sino almas, por esos instantes que aunque duran segundos siempre están recordándote que pasaron, por esos amores a distancia que aunque podrían ser verdad muy pocas veces resultan fructíferos, por esos te amo que se dicen al viento con esperanza de ser escuchados pero casi nunca llegan a su destinatario, por esos te quiero que a veces influyen más que un te amo, por aquellos que esconden sus sentimientos, por los valientes que aun a pesar de amar prefieren olvidar a tener que sufrir, por aquellos amantes que no dejan de sentir mariposas en el estómago al verse...
Por esos San Valentines en soledad absoluta, por esas promesas hechas al viento que nunca llegarán a su destinatario, por esos corazones valientes que no dejan de pensar que existen las segundas oportunidades, por esos libros que no podría dejar de leer una y otra vez, por esas palabras que quedan impresas sin que nadie las lea, por esos amores imposiblemente posibles, por esos nervios tontos que se forman en ti que no te permiten ni hablar, por aquellas historias que formas en ti pero que solo tu entiendes, por ese futuro que tanto anhelas, por ese presente que sería imposible de esquivar, por ese pasado que no puede ser cambiado...
Por los hipócritas que pretenden cambiar tu manera de pensar, por esas promesas que se hacen y jamás se cumplen, por esos amores que te hacen pensar que existe vida después de la muerte, por esas entregas irrefrenables que te demuestran a pasos agigantados que es posible tocar el cielo mientras te quemas en el infierno, por esos amores sin límites ni miedos, por esas luchas que aunque sabemos que no serán ganadas lo seguimos intentando...
Por ese vacío en el corazón cuando la persona que amas deja de hacerlo, por esas luces que no alumbrarían nunca un corazón a oscuras, por las personas que a pesar de pronósticos médicos tienes más valor de vivir que un hombre sano de 20 años, por aquellos rayos de sol que agradece aquella persona con frio, por esos amores a primera vista, y por esos amores sencillamente impensados...
Por la hipocresía, por el miedo, por el dolor, por el amor, por la esperanza, por la fe, por las lagrimas, por los desvelos, por los amores infinitos, por las promesas a una estrella fugaz, por los corazones incesantemente latientes y pudientes de amor, por la felicidad, por el odio, por la alegría, por la necesidad absoluta de ser alguien en la vida, por los deseos y añoranzas más profundos...
Por eso y por muchas cosas más sigo creyendo que es mucho más que increíble vivir, por eso y por muchas cosas más me levanto cada mañana con la firme convicción de seguir hacia adelante, por eso y por muchas cosas más sigo creyendo que el amor y la vida son imprescindibles e increíbles de vivir... por eso y por muchas cosas más sigo al pie del cañón sin que me importe la cantidad de balas recibidas... y tú, ¿dónde estás? ¿Luchando conmigo o muriendo sin nadie? Decídete, el tiempo y la vida siguen pasando mientras tu aun no decides por qué vivir..."
_______________________________________________________
Narra Lauren...
Sentir miedo o temor ya no era una opción. El darse por vencida había dejado de ser una posibilidad desde hace mucho tiempo. Dudar o rendirme simplemente estaban en la lista de palabras no aprobadas o pensadas. No se me permitía a estas alturas temer o dudar, no tenia simplemente la habilidad de dejar de recordar por qué seguía con vida, cuál era mi único propósito en este momento.
Las horas pasaban con extrema lentitud. La noche abarcaba al día de manera inmediata mientras seguía mirando al horizonte sin ideas o razones que me permitieran tener esperanzas. La luces no alumbraban lo suficiente o quizás era que mis ojos se habían aburrido de ver y mi mente había dejado de pensar en todas la fe que debería de tener. Quizás era solo que me había limitado a dejar de ahondar en las opciones para vivir que me quedaban hasta que no supiera que mi única razón verdadera de existir tenía la oportunidad de seguir siendo feliz con o sin mí.
Las opciones eran limitadas y lo sabía. El dolor era embriagante y poderosamente lastimero. Las lagrimas ya habían dejado de salir desde hace mucho, y el valor se había reducido simplemente a una utopía. Me sentía morir a cada minuto pero aun así me mantenía con vida. Las memorias pasaban frente a mí como un disco rayado que se empañaba en mostrarme la felicidad para matarme después con la soledad. Era algo así como vivir de recuerdos sabiendo que en algún momento aquellas imágenes iban a desaparecer para golpearme con mayor fuerza.
Añoraba tanto aquellos días en los que las risas eran ilimitadas y las razones para ser feliz abundaban con intensidad infinita. Me había empeñado en vivir en una mentira tan verdadera y real que ahora que no existía se sentía como si ésta fuera la mentira y aquella la verdad. Era como vivir de mitades desdibujadas de una vida infinitamente dolorosa que jamás iba a dejar de lastimarme. ¡Como odiaba mi pasado! Se había convertido en mi futuro dañando mi presente.
-Lauren, necesitas comer algo, necesitas despertar de ese letargo... ¡Vamos a salvar a Kathleen! ¡Tienes que confiar en mí! –Alex me despertaba de mi ensoñación trayendo con él una bandeja con comida.
Le agradecía tanto lo que había hecho hasta hace unas horas. El que no hubiera dejado de buscarme a pesar de todo, después de tantas horas perdidas y tantas noches sin dormir había logrado dar conmigo. ¡Cómo imaginar que estaría presa en la misma casa de mi hermana! Le debía tanto, mi vida y la oportunidad de salvar lo que más amaba. Pero aun faltaba algo, aun debía hacer algo por mí.
-Alex, necesito que me prometas algo... –Y volteaba mi rostro con pesadez y dolor. No quería dejar nada a medias esta vez. No quería que la historia se siguiera repitiendo de nuevo. No podía permitir que tanto esfuerzo no valiera la pena.
-¡Lo que quieras Lauren! Lo que sea con tal que reacciones, que dejes de pensar que no hay esperanzas... Natasha aun no ha hecho ningún movimiento, te aseguro que lograremos parar lo que sea que esté haciendo,
¡las vamos a salvar Lauren! –Alex me dedicaba una mirada alentadora, pero yo a estas alturas no tenía nada más que la imposibilidad de luchar contra lo inevitable.
-Muchas gracias Alex. Te debo demasiado, y quizás lo que voy a pedirte es mucho más de lo que debería pero no tengo más opciones, no esta vez... Intenté luchar contra todo esto yo sola, por eso fui a casa de Natasha y ¡al final no sirvió de nada! –respiré con profundidad, con dolor, con esfuerzo. Kathleen seguía con vida, pero yo simplemente había perdido todo tipo de esperanzas. No debía dejar cabos sueltos –necesito que me prometas que pase lo que pase, sin importar las consecuencias, Natasha no saldrá viva de todo esto... ¿Lo prometes? No me importa qué pase conmigo –lo vi poner una verdadera cara de disgusto y de dolor, pero las rutas eran limitadas y el tiempo tan corto –Solo necesito saber que ella no podrá lastimar a nadie más, ¡nunca más! –estiraba mi mano para alcanzarlo justo antes de dedicarle una sonrisa con esfuerzo.
-Lauren no puedo... ¡No puedo prometerte que no voy a luchar por tu vida, que voy a dejarte sola! Mi meta es acabar con Natasha, pero no pienso perderte en el camino... Sabes que ya no solo eres mi jefa, ¡eres mi amiga!
¡No puedo perderte! –sus ojos casi vidriosos me recordaban que quizás y sí, a estas alturas después de tanto en realidad él era también parte de mi familia. Eran muchos años, demasiadas historias.
-Alex, ¡eso yo lo sé! Pero de nada me serviría vivir sabiendo que he sido responsable de más dolor del que alguien pudiera soportar... Kathleen merece vivir, ¡mi hija merece vivir! Es irrelevante con quién lo hagan... Lo único que deseo es que ellas sean felices, ¿entiendes? Sé que puedes verlo, no te pido que lo entiendas, solo te pido que lo hagas, ¡hazlo por mí! No podría vivir con la idea de ser responsable de una muerte más, y más si esa muerte es de alguna de las únicas personas que amo ¡tienes que entenderlo! –respiré profundamente. Ya no existían las lágrimas, solo la resignación.
-Lauren, yo... –Y tomaba un largo respiro luchando con lo que sea que estuviera rondando su cabeza.
-¡Solo hazlo por mí! No permitas que nadie salga con vida, nadie de las personas que nos han hecho tanto daño... Si no logro detener a Natasha, no permitas que siga viviendo, ni ella ni Michael, ¡ambos deben morir! –Vi a Alex bajar el rostro y poner cara de resignación –Ellos no pueden quedar con vida, ni Natasha ni Michael, si uno de los dos sobrevive nada de esto habrá valido la pena ¿¡Entiendes!? ¡Este camino de muerte debe terminar! –Tomé su mano con fuerza mientras lo veía asentir con la cabeza.
-Te prometo, que tanto Natasha como Michael morirán... ¡Te lo juro! –Alex me dedicaba una última mirada mientras sentíamos el remezón del avión al aterrizar... ¡Qué comience el juego señores!
______________________________________________________________
El tiempo contado en días era bastante extraño y complicado. ¡Como se pasan de rápido las horas cuando eres feliz! Los momentos se hacen cortos, los días se hacen horas y las semanas se convierten en días. Quizás es que no era tan feliz desde hace tanto tiempo, o era solo que quizás me estaba empeñando en recuperar todos esos momentos de alegría que se me habían escapado de entre las manos hace tanto tiempo.
Los recuerdos seguían allí por supuesto, las lagrimas seguían allí en algún lugar del que simplemente no quería que regresaran, las memorias eran algo que justo ahora que hubiera querido perderlas simplemente no se iban y lograban atormentarme constantemente aun a pesar de que me empeñaba en ser feliz, aun a pesar de que ser feliz era exactamente lo que necesitaba en ese momento.
Mi familia había sido ese pilar fundamental a lo largo de toda mi vida. Alejandra, Mairím, Alice, Paul, Annie, Taylor, mi madre, mi hermana... Todo el mundo había sido parte de ese momento en el que había regresado a Paris, ese momento en el que había retomado mi vida aún a pesar de que yo misma me empeñaba en no tenerla conmigo de regreso. Aún a pesar de todo, y de que me seguía sintiendo demasiado afortunada con todo esto, una parte de mi se empeñaba en recordarme que en realidad la felicidad que vivía era exactamente lo que merecía, después de todo, lo que había pasado no tenía que ver conmigo en absoluto ¿verdad?
Lo que más me molestaba era esa tenacidad de mi memoria de estropear todo trayendo al presente todos esos recuerdos anteriores de mi vida como Catherine Black. Me odiaba a mi misma mientras me sorprendía repitiendo el nombre de Lauren o cuándo de momento recordaba alguno de esos instantes en los que la felicidad había sido mucho más que una opción a su lado. No lograba dejar de sentirme culpable por esas memorias que traían a mi mente esos extraños ojos verdes que en algún momento había amado.
Amaba a Alejandra, siempre la había amado. Pero era tan complicado dejar de pensar en aquellas historias que se escribieron en algún momento de mi vida y que me habían marcado tanto de una manera para ese momento inimaginable. Se me antojaba estúpido y absurdo el darme cuenta que nunca iba a poder odiar a Lauren por mucho que lo intentara. Y me sentía culpable de que fuera así y más cuando veía el rostro dolido de Alejandra mientras nuestra hija pronunciaba el nombre de Lauren de la nada.
Había sido tan complicado hacerla entender que ahora era parte de una nueva vida. Aún se levantaba en las noches llamando a Lauren o llorando por su nana Maca que nunca más iba a volver a ver. Imaginaba lo complicado que debía de ser para ella, yo era adulta y a veces no podía con la carga, ella apenas una niña, debía de lidiar con la perdida de aquellos dos seres que habían sido parte de su vida desde su nacimiento.
Lo bueno de tener poco más de cinco años, era que te podían inventar historias increíbles que alimentaban ilimitadamente tus sueños dejando de lado el presente. Mairím a esas alturas era feliz a su manera mientras imaginaba que Lauren y Maca se habían ido a algún lugar lejano y que algún día iban a regresar a visitarla cuando terminaran de luchar por salvar el mundo.
El pasado era algo que no podía ser cambiado por mucho que nos empeñáramos en que fuera así, pero aun a pesar de todo seguía pensando que valía la pena intentarlo una vez más. Aunque algunas veces recordaba el por qué de mi pérdida de memoria y me atormentaba el pensar que quizás todo esto aun no había acabado. Natasha seguía siendo una opción latiente, que para esas alturas debía de saber que seguía con vida gracias a Lauren por supuesto. Después de todo eran hermanas, después de todo, mi historia había sido escrita en gran parte por la familia Wilson. La única diferencia era que esta vez no iba a correr, mi hija merecía una vida sin tener que huir de todo el mundo, aunque eso significará posiblemente tener que afrontar todo mi pasado en algún futuro demasiado cercano para mi gusto.
Alejandra había hecho hasta lo imposible por montar un cerco lo suficientemente resguardado para nosotras, pero yo simplemente no podía dejar de pensar en que era mucho más que posible que Natasha y Lauren Wilson estuvieran en algún lugar planeando la manera en como terminar con mi vida una vez más. Eran tan buenas actrices y tan capaces de todo que lo único que me quedaba era la esperanza de que para cuando ese momento llegara yo estuviera lo suficientemente preparada para terminar con todo de una vez, simplemente me había cansado de huir y estaba dispuesta a afrontar mi pasado para poder tener un presente y un futuro no solo para mí sino para toda mi familia. ¡Habla por ti Katie! Yo estoy muerta del susto.
-Katie, ¡cuñada hermosa! ¿Y si te paras de esa cama y salimos por ahí a dar una vuelta? ¡Tenemos demasiadas cosas que contarnos! –Alice entraba a mi recamara con una hermosa sonrisa en su rostro.
Yo, indecisa aun de quedarme acostada en esa cama o seguir los consejos de mi hermosa cuñada, empezaba a estirarme con una marcada ociosidad infinita. La noche había sido tan larga, las pesadillas nunca me habían dejado dormir lo suficiente. O quizás era que simplemente tanto Alejandra como Mairím habían salido desde temprano y no parecía que hubiesen regresado aun.
-Alice, ¡como siempre tan oportuna! –Me levantaba de esa cama a regañadientes. Después de todo quizás sí era una buena idea dejar de pensar en las posibilidades y dejarme llevar por esa felicidad que siempre había sido mía.
-¡De algo tiene que servir que vivamos en la misma casa! Y ya que todos se han ido ¡menos el personal de seguridad por supuesto! –Alice sonreía con alegría mientras se burlaba de la guardia eterna que nunca nos dejaba solas –Pensé que será buena idea que saliéramos a comer. Hay un lugar increíble al que quiero llevarte, ¡te has perdido de mucho estos casi seis años! –Era imposible decirle que no a esa hermosa cara de mi cuñada cuando pedía algo. ¡Lo de duendecilla le seguía quedando corto! Era imposible no dejarse llevar por su estado de humor.
-¡Dios me libre de no seguir tus consejos culinarios! La comida de Francia debe de haber cambiado en extremo en estos años. ¡No me digas! ¿Dejaron de ser las hamburguesas el plato preferido? –Y empezaba a reír mientras me paraba de la cama y corría al baño huyendo de la almohada que Alice había lanzado perfectamente contra mi rostro.
-¡Eres insoportable! Más te vale apurarte canadiense impresentable, ¡no quiero tener que llevarte al restaurante completamente desnuda! Aunque,
¡no sé qué podrían admirar en ti! Por el contrario si fuera yo, ¡eso si sería algo digno de reseña! –Alice empezaba a regodearse de ella misma mientras yo seguía apresurándome dentro del baño alistándome lo más rápido posible.
-¡La más pequeña de los Anderson! ¡Tan hermosa como antipática! Aún me sigo preguntando cómo es que Pierre te soporta –Había salido del baño tomando en un descuido de Alice esa almohada que no había alcanzado a golpearme. En un ágil movimiento termine estampándola contra su cara mientras echaba a reír sonoramente y salía corriendo de esa habitación llevando mi ropa conmigo.
Podía sentir a Alice correr detrás de mí mientras yo me escabullía en una de las tantas habitaciones de esa casa para terminar de vestirme. Escuchaba a Alice corretear por toda la casa tratando de encontrarme. Había olvidado lo divertido que era estar con ella. Era como mi hermana pequeña, aunque en ese momento era yo la que estaba actuando como una niña.
-¡Los años te están haciendo efecto pequeña Anderson! Ya no te veo tan ágil como antes duendecilla, ¿O es que el amor te ha vuelto mucho mas sedentaria de lo normal? Pensaba que Pierre y tu no descuidaban nunca una noche, ¡No puedo creerlo! –Empezaba a reír mientras seguís vistiéndome a la carrera. El esconderme de Alice no iba a durar por mucho tiempo. La sentía abrir puertas mucho más cerca de lo que hubiese deseado.
-¡Deja que te atrape Katie! ¡No te la vas a acabar! ¿¡Cómo te atreves a burlarte de mi vida sexual!? –Alice intentaba parecer ofendida, pero lo estaba pasando tan a lo grande que la risa quitaba todo el esfuerzo del momento.
-¡Por favor! Es algo que deberás superar, ¡no te he molestado en años! – Abría lentamente la puerta de aquel cuarto que quedaba bastante cerca de la escalera mientras veía a Alice lo suficientemente lejos de mí al fondo de ese corredor – ¡Sigo pensando que la edad te está afectando duendecilla!
¡Nunca te había visto tan lenta! –Salía corriendo de aquella habitación riendo a carcajadas mientras oía como Alice empezaba a refunfuñar sin dejar de reír o seguirme.
-¡Katieeeeeeeeee! ¡Eres una insoportable! –No podía dejar de reír mientras bajaba por las escaleras a una velocidad abismal y podía sentir como mi hermosa cuñada casi que me pisaba los talones.
-¡No vas a alcanzarme! –Seguía riendo a grandes carcajadas que retumbaban por toda la casa. Pero como siempre he dicho la alegría del pobre dura muy poco, con la ayuda de mis juguetones botines, que terminaron resbalando justo al llegar al final de las escaleras, aterricé cual desparpajo sobre aquella alfombra afortunadamente acomodada al inicio de las escaleras en el preciso momento en que Alice se me lanzaba encima.
Terminamos esparcidas por el suelo en una magistral imagen de cómo no caer de buena manera. Las risas se debían de haber oído quien sabe hasta qué lugares. No pasó mucho tiempo entre que Alice empezaba a pelear conmigo sin dejar de reírse y el personal de seguridad entraba corriendo a gran velocidad. Quizás los gritos no sonaban precisamente a un momento divertido aunque lo estuviéramos pasando tan en grande. ¡Había olvidado tanto lo divertido que era vivir con mi mejor amiga!
-Señoritas, ¿se encuentran bien? –aquel muchacho llegaba con una verdadera cara de susto mientras nosotras no dejábamos de sonreír.
-¡Claro que sí Adam! ¡Solo nos divertíamos un poco! –Alice empezaba a pararse llevándome con ella sin dejar de sonreír.
Yo estaba tan divertida y feliz que muy poco me importaba la cara de terror de aquel muchacho que a pesar de vernos reír no lograba calmarse. Alice empezaba a acomodarse la ropa que no había quedado nada bien mientras yo hacía lo mismo. Ayudaba mucho estar en jeans y camiseta, no me imaginaba un aterrizaje de esos en algún vestido de gala con tacos, aunque pensándolo bien, ¿no había pasado por algo así ya hace tantos años? Reía con sonora alegría.
-Estamos bien Adam, ¡quita esa cara de terror! ¿Verdad que estamos bien Duendecilla? –empezaba a hablar mirando a Alice mientras le regalaba un largo abrazo y ella encantada me envolvía con más fuerza.
-¡Claro que sí! Es más, Adam vamos a salir... Supongo que vendrás con nosotras, ¿verdad? –Alice se calmaba poco a poco del ataque de risas mientras yo intentaba hacer lo mismo.
-Por supuesto señoritas, ¡no podemos dejarlas solas! –me pareció oír hablar a Taylor por la boca de aquel muchacho, no pude evitar sonreír.
-¡Venga ya Taylor dos! ¡Es hora de irnos! –Dije con mi acostumbrada ironía. Alice y yo salíamos de la mano de esa casa sin dejar de sonreír. Quizás el día era mucho más que perfecto para ese momento aunque Alejandra y Mairím no estuvieran aun de regreso de su día de campo. Estaba con mi duende personal...
-¿Qué te pareció la comida? –Alice y yo estábamos comiendo en uno de los mejores restaurantes de la ciudad.
Por supuesto describirlo hubiese sido sencillamente imposible, era una extraña mezcla de elegancia con confort. Tanto así que me sentía mucho más que a gusto dentro de ese lugar. O quizás era que estar con Alice aliviaba cualquier tipo de sentimiento de desagrado, ¡amaba tanto estar con ella!
-No es que esté mal, normal... ¡He comido mejores cosas! –Mi cara de seriedad ayudaba de gran manera mientras tomada un gran sorbo de aquel vino rojo que acompañaba la comida. Alice me miraba con desagrado ocultando una gran sonrisa. No sé tú, pero yo sigo amando proƒundamente a Alice. Todas la novias deberían tener una hermana así... ¡Estoy totalmente de acuerdo contigo!
La comida había estado deliciosa por supuesto. ¡Amaba tanto las carnes! Y aquel lomo al ajillo en salsa blanca se podía resumir sólo como una delicada exquisitez, pero amaba sobremanera sacar de sus casillas a mi hermosa cuñada. Se veía tan cómica mientras intentaba ponerse seria y no reír.
-¡No me pongas al límite de mis casillas Kathleen! Quizás olvide por un momento lo mucho que te quiero y termine cometiendo algún tipo de asesinato, ¡con tanto dinero y belleza sería tan fácil ocultarlo todo! –Me miraba sacándome la lengua mientras yo no podía evitar sonreír
-¡Venga ya! Sabes perfectamente que la comida me ha encantado, ¡Todo estuvo perfecto! Siempre sorprendiéndome. Muchas gracias Alice, necesitaba tanto esto. Estar contigo. ¡Me has hecho tanta falta! –Y ahí estaba yo por primera vez sintiéndome de verdad mucho más que afortunada de estar con mi familia de nuevo.
-¡No hablemos de eso! Tú también me has hecho mucha falta, fue por esa razón que aprovechando que Alejandra salió con Mairím en un día de madre e hija y Pierre tenía negocios que atender decidí que era tiempo de salir y divertirnos tú y yo a solas –Me regalaba una hermosa sonrisa sin dejar de mirarme con ese cariño que siempre había sentido por mí. Ese mismo cariño que yo sentía por ella.
-¡Lo sé, lo sé! Todo esto ha sido tan complicado y tedioso. Tantas cosas, tantas memorias... Ha sido demasiado tiempo sin todo esto que siempre he amado –las lagrimas llegaban por si solas, era algo que simplemente no podía evitar.
-¡Nada de tristezas! Es tiempo de ser felices, de estar juntos. Somos una familia, siempre lo hemos sido. Por eso, nunca perdí la esperanza de encontrarte, de volver a empezar de nuevo, de seguir luchando por ser felices. Siempre serás la mejor parte de esta familia, ¡Alejandra y tú merecen ser felices, con Mairím, con todos! –Y me dedicaba una larga sonrisa mirándome con dulzura. ¿Era posible amarla más? Siempre había estado convencida que ella era algo así como mi otra mitad, ¡la adoraba profundamente!
-Gracias por todo Alice, nada sería lo mismo sin ti... ¡Siempre has sido más que una hermana para mí! –La miraba con sumo cariño mientras ella trataba de evitar que aquellas lágrimas que cristalizaban sus ojos salieran de ellos.
-¡Eres una insoportable, ya me hiciste llorar! ¿Sabes qué? Necesito ir al tocador, no puedo permitir que las personas vean lo llorona que soy, ¡y menos Adam! Sí me ve salir así seguramente pensará que han intentado matarnos... ¡Ya regreso! –Se despidió de mí con una enorme sonrisa mientras desaparecía por el pasillo.
Me serví un poco mas de vino mientras no dejaba de admirarme por las sorpresas y las personas que pone tu vida en el camino. A veces todo es tan extraño y tan tedioso que las cosas parecen sencillamente imposibles de entender. Me sentía completa y feliz muy a pesar de todo, tenía alguien que me amaba, una familia que me amaba, una hija que me amaba. Merecía la pena luchar por todo y empezar de nuevo desde el principio. ¡De eso se trataba la vida! Nunca había que rendirse.
-¿Puedo sentarme? ¡Espero que no te moleste Kathleen! –Una mujer se sentaba en mi mesa con una sonrisa en sus labios.
La contemplé por un momento mientras ella se servía una copa de vino con un garbo increíble. Su cabello rojizo contrastaba con esos ojos extraños, una rara mezcla entre un azul y un verde que era simplemente difícil de encontrar en otra persona. Sus cejas perfectamente definidas se veían enaltecidas por esas magistrales pestañas largas y rizadas. Enfundada en una hermosa chamarra negra, demasiado gruesa para mi gusto, no dejaba de verme con curiosidad y odio mientras en su hermoso rostro se dibujaba una perfecta sonrisa sin dejar de beber aquel vino.
Decir que me sentí enferma era muy poco en comparación con el terror que me carcomía en ese momento. Mi barriga dio un delicioso vuelco empezando a doler incontrolablemente, las manos que sostenían la copa que había bebido hace un minuto comenzaban a temblarme con una magnifica naturalidad. El miedo iba creciendo poco a poco solo comparado con la rabia y el dolor que se regaban a través de mí sintiendo como me erizaba por completo entre el miedo y la impotencia. Esto nunca iba a terminar ¿verdad?
-No quería importunarte pero, ¡he esperado demasiado tiempo por este momento! Es muy probable que nunca más ninguna de las dos pueda venir a este lugar, ¡y es una verdadera lástima! Este vino Chateau Mouton Rothschild está verdaderamente delicioso ¡qué desperdicio! Pero así pasan las cosas –Seguía bebiendo con naturalidad.
Mi cabeza se empeñaba en buscar la razón de que tuviera tanto miedo, de que estuviera tan asustada. ¿Por qué tendría que aterrarme una pelirroja que nunca en mi vida había visto? Pero justo en ese momento la comprensión hizo mella en mí, ¡sabía perfectamente quien era! Su nombre salió de mis labios casi sin pensarlo...
-Natasha... –Y la vi sonreír con una hermosa sonrisa llena de ironía y rabia sin dejar de mirarme ni por medio segundo.
-¡Qué gusto que sepas quién soy! Me habría dado tanta decepción que nadie te hubiera hablado de mí. Después de todo, ¿no tenemos una historia escrita juntas? ¡Y eso que recién te conozco! Qué extraño es el destino, ¿no crees? Claro, si es que crees en eso del destino, la vida y tanta palabrería barata ¡Puras estupideces insulsas! –Un poco más de vino, mi estomago hecho un vuelco de emociones, mi alma sintiéndose morir poco a poco.
Me sentía enferma y destruida. Sabía que no tenía más opciones que seguir a su juego absurdo y estúpido. Alejandra estaba lejos, mi hija estaba lejos. Si esto terminaba solo conmigo, ¿no era acaso lo mejor? Repentinamente recordé a Alice, ¡maldita sea!
-Alice, ¿¡dónde está Alice!? –Levanté mi rostro en un vano intento de buscarla solo para darme cuenta que el lugar estaba rodeado de personas que no deberían estar ahí. Dos hombres fuertemente armados estaban en la entrada de aquel restaurante mientras veía a otro que esperaba por algo o por alguien a la entrada del pasillo del tocador.
-Ella estará bien, ¡no te preocupes! No planeo lastimar a nadie más que no seas tú... Cómo puedes ver, no tienes escapatoria. ¡Esto terminará aquí y ahora! Estoy tan cansada de correr detrás de ti, pero al menos esta vez nadie vendrá a buscarte... ¡Ni siquiera la estúpida de mi hermana! –Y seguía riendo mientras yo escuchaba sin dejar de mirarla – ¿Puedes creer que te ha salvado dos veces? Sinceramente no sé qué demonios ve en ti, tan simple, tan poca cosa, tan inútil, tan insulsa... Aún no logro comprender que se haya puesto en contra mía para salvarte, ¡pero eso ya es lo de menos! –Su voz era felina, su rostro había cambiado. Rabia, ira, asco, sus ojos me miraban penetrantemente acrecentando mucho más aquel pánico contenido. Pero no podía derrumbarme, no debía –al fin puedo terminar algo que debí de haber hecho desde hace tanto tiempo, desde el mismo día que por tu culpa Nicole murió –su rostro frío y calculador dejó ver por unos minutos una clara muestro de dolor en el.
Yo no podía dejar de pensar en lo que decía, si era verdad todo lo de Lauren, ¿me había mentido para mantenerme con vida? ¿Por qué decía que me había salvado dos veces? ¡Otra vez esas dos veces! El accidente y...
¿Cuál más? No podía seguir jugando con el destino, debía terminar con todo esto ahora mismo.
-Deja a mi familia fuera de esto, si me quieres, ¡aquí estoy para ti! –La miraba con rabia y decisión poniendo aquella copa de vino con fuerza sobre esa mesa. La vi sonreír, dudar, pensar... Quería terminar conmigo, pero no deseaba que fuera tan sencillo. De momento, una voz me hizo perder cualquier tipo de duda o miedo que tuviera.
-¡Katie, huye, sal de aquí! –La voz de Alice detrás de mí me levantaba de mi letargo. El impulso era irrefrenable, ni cuenta me di cuando mis pies mecánicamente se ponían de pie y caminan hacia ella. Quizá había sido demasiado torpe. O simplemente era esa añoranza de terminar con todo esto de una buena vez.
Las imágenes quedaban grabadas en mi memoria en mala calidad, con esfuerzo. Un hombre sostenía a Alice por el brazo tapándole la boca en un claro esfuerzo de evitar que siguiera gritando mientras el otro empezaba a caminar fuera del restaurante dejando solo dos personas más además de Natasha. El personal de aquel restaurante mágicamente había desaparecido al igual que la mayoría de los comensales. Quizás simplemente era que todo ya estaba planeado, quizás era que simplemente las cosas se dan de tal manera que siempre terminaban ayudando a quien no debían.
-¿¡A dónde crees qué vas!? ¡De verdad que eres estúpida! ¿Crees que podrás cambiar algo? ¡Tanto tú como Alice Anderson van a morir! –Me quedaba de piedra mientras veía a Alice seguir forcejeando con aquel tipo dos cabezas más alto que ella. Por un momento me pregunté ¿dónde demonios estaba Adam o alguien del personal de seguridad? –Estás sola Kathleen, ¡nadie podrá venir a salvarlas! Todo ha sido tan sencillo, el personal de este lugar, tus guardaespaldas. ¡Demasiado sencillo! – Empezaba a reír con ironía mientras yo en un acto más de estupidez que de otra cosa me volteaba a verla.
No nos separaba mucho más que un par de metros, quizás un poco más. La miraba con rabia, con dolor, con desprecio mientras ella seguía sonriendo completamente feliz y desbordada de poder por fin acabar con mi vida.
-¡Acaba con esto de una buena vez maldita sea! Deja de meterte con mi familia, ¡termina esto de ya maldición! Si tanto quieres matarme, ¡hazlo! Pero ya deja de utilizar tu remordimiento para meterme a mí en tu estúpido juego ¡Lo de Nicole siempre fue tu culpa! –Ya no hablaba gritaba. Muy poco me importaba todo, todo. Solo me preocupaba Alice detrás de mí y aquella familia que otra vez iban a quitarme.
-¡No hables de Nicole, maldición! ¡No tienes derecho! ¡Tú me la quitaste, tú y la estúpida de Lauren! ¡Qué ambas se vayan al infierno! –Sacó un arma de su chamarra direccionándola directamente hacia mí.
Lo que pasó después fue tan rápido que en otras circunstancias sin la ayuda de la adrenalina hubiese sido imposible verlo u oírlo. Se escucharon varios disparos mientras veía como Natasha cambiaba su rostro de la decisión a la preocupación. En medio de todo ese alboroto, aquella mujer en frente de mí por fin se atrevió a disparar.
Cerré los ojos resignada a haber terminado con tanto dolor para siempre, a que el final de mi vida supusiera la culminación de una historia que había hecho mía a costa del esfuerzo de los demás. Esperaba por el dolor, por la nada, por el vacío, por ese sentimiento que me había llenado aquella primera vez hace tanto tiempo, aquella primera vez en la que estuve a punto de morir a manos de Nicole.
Sin embargo, no sentía dolor o vacío, no. Abrí los ojos en un esfuerzo inútil por entender qué era lo que estaba pasando solo para encontrarme de frente con algo que era tan duro y doloroso para mí como recibir aquel disparo. Unos hermosos cabellos rubios cubiertos de sangre caían frente a mí con inusual rapidez mientras yo en un ágil movimiento estiraba los brazos para sostener a aquella mujer que había sido parte de mi vida los últimos años.
Sus hermosos ojos verdes no dejaban de mirarme con amor y devoción mientras su dolorido rostro seguía empeñado en sonreír aun a pesar de todo. Repentinamente las lágrimas que me había empeñado tanto en ocultar todos estos días empezaban a salir con fuerza y extremado dolor. Terminé cayendo al suelo junto con ella en un tonto e infructuoso esfuerzo de ayudar a que todo eso no fuese cierto.
La escena seguía desarrollándose a cámara lenta como una película escrita en algún tipo de documental tonto y absurdo. La lluvia de balas iba y venía y en algún momento vi con claridad como Natasha caía en frente de mi completamente resignada a una muerte segura. Escuchaba a Alice gritar detrás de mí a cada momento un poco más cerca. Alguien repetía el nombre de Lauren con sumo dolor y lástima gritando con fuerza y rabia. Solo hasta ese momento me daba cuenta que era yo la que gritaba y que era mi voz la que se escuchaba con tanta fortaleza que dolía. ¿Ella... se pudo en medio de ambas... por ti? Oh Lauren...
-¡Lauren, Lauren! ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué lo hiciste!? ¿¡Por qué!? –La apretaba con fuerza sobre mí en aquel piso cubierto de sangre. Sangre que para ese momento me había bañado por completo de un profundo carmesí.
-¿¡Por qué!? ¿¡Por qué lo hiciste!? ¿¡Por qué!? ¡No tenías qué hacerlo! ¡No tenías que hacerlo! –Y dolía, sí que solía. Una parte de mi sentía que estaba perdiendo todo lo que amaba, todo. No existía rencor, no existía odio, no existía nada más aparte de ese momento. El verla tan débil, tan vulnerable había hecho que lograra que dejara de sentir todo el rencor que me había empeñado en acumular. No podía odiarla. Siempre iba a amarla muy a pesar de todo.
-¡Necesitaba hacerlo! –Una voz lastimera salía de esos labios mientras yo no dejaba de llorar y apretarla con más fuerza sobre mí... –Necesitaba hacerlo porque te amo, siempre te he amado... –Y me dedicaba una sonrisa forzada sin dejar de mirarme.
Alice había llegado a mi altura pero yo estaba demasiado histérica como para hacer algo más que ver a Lauren. Seguía escuchando la voz aterrorizada de mí misma sin apartar los ojos de aquella rubia bañada en sangre. Seguía sintiendo que me moría a pasos lentos sin dejar de llorar, sin dejar de sentir que esto no era algo que debía de haber pasado.
-Alice, ¡llama a una ambulancia! ¡Hazlo ahora! –Le hablaba a mi cuñada llena de rabia e impotencia. Me sentía morir a cada minuto, a cada minuto que veía como Lauren iba perdiendo el conocimiento.
-Vas a estar bien, ¿¡Me oyes!? ¡Vas a estar bien! ¡No voy a dejar que mueras! ¡No vas a morir! –Lauren me dedicaba una dulce sonrisa.
-¡Te amo! –Alcanzó a decir justo antes de perder el conocimiento y sentir como todo se me moría por dentro.
-¡Lauren! ¡No! ¡No! ¡Despierta! ¡No! –Las lágrimas no dejaban de cesar mientras el dolor se acrecentaba a una inusual rapidez. El dolor es solo parte de una cadena de errores que nunca se alejan de tu vida lo suficiente como para no poder regresar en una última actuación sin precedentes.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top