Sin regresos
"El amor no es parte de un negocio, de un arreglo; el amor es dejar todo atrás, dejar el mundo a un lado, perderte tú en el camino... ¿Estás dispuesta a dejarlo todo por mí? ¿Dejarías tu mundo atrás, tus sueños e ilusiones por alguien que recién conoces?...
¿Qué serías capaz de hacer para demostrar tu amor por una persona que ya no es sólo parte de tu vida, sino que se llegó a convertir en TU vida?"
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-¿Y por dónde quisieras empezar? ¿Tienes alguna pregunta en especial? –Alejandra preguntó con una sonrisa.
- Pues no sé –respondí –por dónde tú desees, lo que necesitaba saber de ti ¡ya lo sé! –hice una mueca de pícara mientras ella no dejaba de sonreír por mi ocurrencia.
- Interesante, ¿Qué sería aquello? –contestó risueña.
Deseé decirle que ya sabía que me encantaba, que ahora ya era parte de mí, pero aún tenía miedo de lo que ella podría llegar a sentir; mire sus ojos, brillantes y tan azules como el mismo cielo, no quería enamorarme, pero en ese instante entendí que nuevamente había pasado la línea, sino me alejaba ahora, no lo iba a hacer nunca.
- Bueno, ya sé dónde vives, eso es suficiente. Así, si no quieres volver a verme vendré a buscarte –sentí su respiración rozar mi mejilla y mi cuerpo reaccionó de forma automática. Mi pulso se aceleró, y mis mejillas estaban más rojas de lo normal. Ella pareció darse cuenta, la vi sonreír; ahí estaba de nuevo esa deliciosa sonrisa, ¿quién no se enamoraría así? ¿No dicen que basta una sonrisa para enamorarse? En este caso, había bastado tan poco... ¡Bienvenida al mundo de las lágrimas por amor!
- Interesante manera de pensar, aunque bueno yo ya sé dónde trabajas, estamos más o menos en igualdad de condiciones –sonrió de frente a mí.
Se apoyó sobre la mesa, sin soltar mi mano. La vi entristecerse, y justo cuándo iba a detenerla, odiaba tanto ver esa tristeza en esos hermosos ojos azules, ella empezó a hablar.
- Empiezo por presentarme, me llamo Alejandra Charlotte Anderson –mi cara de sorpresa lo decía todo, ahora comprendía por qué me decía que con su nombre entendería.
¡Dios! Los Anderson eran dueños de más de la mitad de Vancouver, de varios conglomerados y multinacionales de manufactura, tecnología y armamento; mi diosa interna cayó de bruces mientras yo me mantenía sentada e inmóvil gracias a la silla en la que estaba. ¿¡Anderson!? ¿¡De verdad!? ¡Maldición! ¡Sí que disparas alto muchacha! El asunto es mucho más grave de lo que pensé... ¡Nada bueno saldrá de esto! ¿Cuántas veces había mandado a mi conciencia a callarse hoy? Ya estaba pensando seriamente en la idea de ponerle unos audífonos con música a todo volumen para que dejara de escuchar. ¡Menuda metida estaba vuelta!
-Casi siempre causo esa reacción –Alejandra seguía hablando mientras sonreía con tristeza. Odiaba profundamente verla así, esa tristeza en sus ojos era insoportable –cómo sabrás mi apellido tiene gran historia en esta ciudad, y en varias parte del mundo, no es algo que haya pedido, simplemente sucedió... ¿Sabes?, no siempre viví rodeada de tanta atención pública –sus ojos brillaban, tristes, melancólicos, vacíos... Si tan sólo hubiera existido en ese momento alguna manera de terminar con su tristeza yo hubiese sido capaz de hacer lo que sea por lograrlo. ¿¡Ya estás en ese punto!? ¡Maldición Kathleen! ¿¡Te has vuelto loca!? ¡Lo tuyo es un desquicie total! ¡Sal de ahí ahora mismo! ¡No te das cuenta que es una maldita imposibilidad! ¡Cómo que si de verdad existieran los llamados "cuentos de amor"!
-Mientras mi madre estaba con vida, viví con ella en esta ciudad, lejos de lujos, preocupaciones, dinero; quizás si mi padre hubiera actuado de manera diferente, yo estaría más acostumbrada a esta vida, pero aún me sorprendo, es interesante y a la vez frustrante, cómo te dije, no es algo que yo haya pedido, simplemente tuve que hacerlo.
- Mi padre llegó a esta ciudad hace casi 29 años, conoció a mi madre y se enamoraron; mi mama era muy hermosa, me hubiera encantado que la conocieras, era la mejor madre del mundo –su voz se entrecortó en la última frase, sus ojos estaban vidriosos y tristes.
- Alejandra, no hace falta que me cuentes más –le sonreí con cariño, no quería verla así, sujete su mano con firmeza dándole un dulce apretón – no te preocupes, no es necesario... --la miré con dulzura mientras ella me dedicaba una hermosa sonrisa.
- Quiero que lo sepas, quiero que sepas todo de mi Katie, que seas parte de mi vida, de mi mundo –sonrió deliciosamente, con ojos esperanzados, ¿Qué quería esta mujer conmigo en realidad? ¿Sentiría lo mismo que estaba empezando a sentir yo? Un miedo inmenso me recorrió. Sí era verdad, ¡tenía tanto miedo de quererla! Pero el verla ahí tan indefensa lo único que deseaba era abrazarla, besarla, amarla... aquí vamos, ¿¡quieres empezar a llorar de nuevo Kathleen!?
¿¡Qué demonios sigues haciendo allí!? ¡Vete! –contarte mi vida es la única manera de que me conozcas –me dijo.
Levanté mi mano derecha para tocar su rostro, la vi cerrar sus ojos, y yo sentí mi corazón latir eufórico; quizás fueron segundos, quizás fueron minutos. A su lado el tiempo pasaba tan diferente, demasiado diferente, imperceptible, irreal... unos pasos nos hicieron enderezar...
- Alejandra, tienes una llamada –era su nana, que venía con un teléfono inalámbrico en sus manos –es Rachel, me dijo que necesitaba hablar contigo –vimos en su cara la molestia que le causaba interrumpirnos – me comentó que había tratado de localizarte al celular y que había sido imposible –Alejandra se enderezó, sin apartar su mano derecha de la mía.
–Gracias nana, dejé el celular en mi cuarto desde ayer, ni siquiera sé dónde está, debe de ser porque ayer estaba algo distraída... O bueno,
¡quizás mucho más que distraída! –pude ver su mirada pícara mientras me sonreía ¡es por eso que no me había llamado en todo el día!
- Hola Rachel –la escuché hablar, sus ojos en los míos, sentí como su nana nos dejaba a solas nuevamente, me pregunté si ella sabía algo de nosotras ¿nosotras? ¿En realidad había un nosotras? ¡No digas tonterías! ¿¡Crees que alguien como ella podría ƒijarse en ti!? ¡Niña tonta y estúpida!– ¿en qué te puedo ayudar?... todos los años es igual, simplemente no se cansa... no le hagas caso, si vuelve a preguntar por mí no me has visto... como todos los años, parece que le gusta amargarme el día... sí, por supuesto, te dije que iba a ir mañana aunque sea un momento, no soportaría tener que aguantarte recriminándome... te repito solo un momento, tengo otros planes... –me dedicó una hermosa sonrisa ¡Tenía planeado verme mañana! No pude evitar sentir la emoción recorriéndome con fuerza –lo que quieras, es sólo mi cumpleaños nada más, ya sabes que no es nada del otro mundo, ¿¡qué es cumplir 28 años!?... --¿mañana era su cumpleaños?
¿Por qué no me lo había dicho? –perfecto, sí tipo 9, gracias Rachel, como siempre eficiente, hasta mañana –Colgó el teléfono, y me quedó viendo por unos segundos; su cara se había suavizado, y estaba de mejor humor.
- Supongo que te estarás preguntando por qué no te dije de mi cumpleaños –me preguntó con una fingida cara de arrepentimiento, pero estaba en realidad algo molesta, ella lo notó --lo siento cariño – Ay no, ¡Maldición! ¡Y ahora con esto te acabas de enamorar! ¡Recoge las babas maldita sea!...La vi regalarme una deliciosa sonrisa –no quería que te disgustaras, mi cumpleaños será especial, porque la pasaré contigo –tocó mi mejilla lentamente, sentí mi corazón acelerarse, mis mejillas ruborizarse aún más de lo que ya estaban, ¡cómo si fuera posible! ¡Cómo si fuera llevadero sentirme más nerviosa, ansiosa, ilusionada!
-¿Sabes? Te ves tan hermosa cuando te ruborizas –me miró con sus ojos tiernos, llenos de dulzura o ¿amor? Una hermosa sonrisa se expandía en su rostro, no pude evitar disipar mi ira y sonreír.
-Tendré que comprarte un regalo –dije mientras apretaba su mano con cariño – ¿a qué hora te veré mañana? Esta vez yo invito la salida, es tú cumpleaños, podemos hacer lo que quieras –le dije y caí en cuenta que necesitaba hacer algo especial para la ocasión. Bueno en realidad, quizás algo mucho más que especial.
-No te preocupes cariño, pasaré por ti a las 2 pm ¿te parece? y de ahí pues vemos qué hacemos... --sus ojos brillaban y sus mejillas tenían un delicioso color rojo. Las toqué con mi mano, deseaba tanto besarla...
-Te estaré esperando...-susurré.
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Recostada en mi cama, aún creía que todo había sido un sueño. Tenía otra cita con esa mujer; aquella que desde que la había conocido jugaba con mi corazón despertándolo de aquel letargo infringido, aquella que había logrado borrar todo el dolor. Aun así tenía miedo, miedo de que solo me quisiera como su amiga, aunque ¿qué amiga te trata de esa manera? yo ya no la quería como amiga, la necesitaba, la deseaba, ¡Dios la quería!... ¡Cómo si ƒuera novedad! Estás a muy poco Kathleen...En realidad si me preguntas ¡ya pasaste la línea hace mucho tiempo!
Recordé cada detalle del viaje de regreso, lo que me había contado de su vida. Su padre la abandonó a ella y a su madre, ¿quién podría abandonar a una preciosa niña de ojos azules? Lo odié sin conocerlo. Imaginaba lo mucho que había sufrido con la muerte de su madre, no podía concebir lo fuerte que había tenido que ser para reponerse de una pérdida así.
-Katie tuve que irme a vivir con mi abuelo a Francia, ƒue tan diƒícil. Mi abuelo no me quería porque mi padre le había contado que mi madre lo había engañado, ¡que yo no era su hija! ¿Puedes imaginártelo? decir que esa era la causa de la separación.
-Cuando llegué y me vio supo de inmediato que no era cierto, nos parecíamos tanto, en el carácter, en la manera de pensar, hasta en el ƒísico, los mismos ojos azules, ¿Sabes qué sino tienes los ojos azules no eres un Arderson? ¡Increíble pero cierto! Nos hicimos tan unidos, se alejó de mi padre de inmediato, dejándole solo la dirección de las empresas de Vancouver.
-No tuve que aprender el idioma, mi madre se había empeñado en que aprendiera el idioma de mi padre, pero ƒue tan diƒícil acostumbrarme a un nuevo mundo, las escuelas, la gente, el ambiente, sencillamente ƒue demasiado. Mi nana y Taylor estuvieron conmigo todo el tiempo, pero aun así me sentía sola, me sentía tan sola...- me carcomía el pensar todo lo que había pasado después de lo de su madre, agradecía tanto a su abuelo por no dejarla sola y ahora entendía perfectamente por qué confiaba tanto en su nana y Taylor.
-Terminé yéndome de casa a los 18 años, agobiada de todos y de todo. Mi abuelo me amaba, pero no era suƒiciente... Mi padre no había sido parte de mi vida desde que tenía 2 años, nunca le había dado un sólo centavo a mi madre, ella me crió sola, ¿entiendes por qué me dolió tanto perderla y acostumbrarme a una nueva vida llena de tantas riquezas?
¿Una vida que ella nunca iba a disƒrutar? ¿Una vida que empezaba a ser mía a la ƒuerza? ¿Una vida que me hacía sentir tan desdichada y aƒortunada al mismo tiempo?
-Acabé casándome con un hombre que me doblaba la edad, que era proƒesor en mi colegio; por supuesto no duró, era sólo un arrebato. Luego de eso me dediqué a perderme por París los siguientes meses...
-La salud de mi abuelo empeoraba, y el verlo morir ƒue el mayor golpe que me han dado después de la pérdida de mi madre, decidí cambiar de vida. Mi abuelo le dejó toda su ƒortuna a mi padre, no entendía por qué después de todo lo que sabía de él, de las mentiras de los engaños, había actuado de esa manera. Me hizo sentir en cierta manera decepcionada, esperaba más de él, no porque me importara el dinero, sino porque sabía que mi padre se iba a dedicar a despilƒarrar años de trabajo, de sacriƒicio, de esƒuerzo.
-Mi abuelo me había dejado una pensión nada despreciable y estudios pagados en la mejor universidad de Paris, mi nana vivía conmigo ahora y Taylor me seguía cuidando, habían prometido no dejarme sola y eso era exactamente lo que hacían.
-Aun así, empecé a trabajar, no tenía ni idea de cuánto tiempo iba a durar la pensión de mi abuelo, y además necesitaba un cambio de vida y mentalidad –me imaginaba a un hermoso ángel de cabello castaño luchando contra el mundo, contra su dolor, sola; y sabía por qué lo hacía, la entendía. Simplemente el hecho de no depender de nadie, ni siquiera de su padre, ese que ahora podía ayudarla y ser parte de su vida pero que como siempre, la había dejado sola, era mucho más que importante.
¿Cómo puede ser una persona tan egoísta tener tanta buena suerte?
¿Cómo era posible que el destino en realidad fuera tan injusto? Sencillamente, era verdad que todo en esta vida se paga. Todo en esta vida tarde o temprano te pasa factura, eso era algo totalmente cierto.
-Terminé la universidad: Ingeniera en Ciencias Energéticas. No era lo que quería pero sabía que mi abuelo iba a estar orgulloso de mí, y a pesar de todo, de cierta ƒorma se lo debía.
-El mismo día de mi graduación, con 24 años recién cumplidos me llamaron de un Buƒete de Abogados; no tenía ni idea de qué se trataba, pero ƒui en compañía de mi tía, la hermana adoptada de mi madre que había venido desde Vancouver a visitarme. Si, sé lo que estás pensando, los niños que viste ayer en el parque son mis primos o al menos yo los considero así por mucho que no lleven mi sangre, son hijos de ella, de la hermana de mi madre. La única ƒamilia cercana que me queda. Los quiero mucho a pesar de lo poco o casi nada que nos vemos, siempre trato de ayudarlos aunque ahora vivan al otro lado del mundo.
-Me llevé la sorpresa de mi vida cuándo el Abogado leyó la otra parte del testamento que ƒaltaba; mi abuelo había dejado a mi padre sólo de albacea, y por supuesto nadie lo sabía, era algo entre el abogado y mi abuelo. En este testamento era dueña de todo, y mi padre ahora dependía de mí. Lo dejé a cargo de una de las empresas de Vancouver ya que no tuve el corazón de dejarlo en la calle a pesar de todo, iba a controlarlo y sabía que eso no iba a ponerlo contento, el resto de la ƒortuna ahora era mi responsabilidad.
-No sabía por qué habían esperado tanto a leer la otra parte del testamento, el Abogado nos explicó que mi abuelo había dejado estipulado que cuándo terminara mi carrera sería la dueña de todo, el viejo se las sabía todas ¿te imaginas que hubiera decidido no estudiar? mi abuelo me conocía muy bien, sabía lo que hacía.
-Decidí regresar a Vancouver, y tomar las riendas de mis empresas, al principio ƒue diƒícil pues como sabía mi padre las había manejado muy mal y además nunca había estado al ƒrente de ningún negocio y mucho menos de un conglomerado tan grande; pero después de un tiempo, logré el respeto de todo el mundo, Rachel por ejemplo ahora es mi mano derecha, antes era parte de la gente de mi padre y me hizo la vida imposible.
-Mi padre trató de anular el testamento, obviamente ƒue en vano, mi abuelo había dejado todo cubierto, ni un sólo ápice de error. Taylor y mi nana ahora eran mi nueva ƒamilia, traté de disuadirlos para que no vinieran conmigo, sin ningún resultado. Fue casi imposible asumir que ahora era la dueña de todo un imperio; mi única satisƒacción era saber que mi abuelo y mi madre estaban orgullosos donde sea que estuvieran, es por eso que no me rendí, que no me he rendido.
Alejandra era una persona excepcional, tanto en el físico cómo en sentimientos. Su historia era casi irreal pero aun así mi corazón se empeñaba en recordarme que lo que empezaba a sentir era mucho más que una realidad... Me dormí esperando volver a verla en mis sueños, deseando con todo mi corazón que parte de ese sueño se hiciera realidad.
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