Pecados del Pasado

"Vivimos por vivir, en un mundo que te da oportunidades y te las quita al mismo tiempo. Vivimos por vivir, sin darnos cuenta que quizás este puede ser el ultimo día, este puede ser el último paso. Vivimos por vivir, sin sentarnos a meditar todas esas promesas que hacemos para no cumplir y todas esas mentiras que decimos para engañar. Vivimos por vivir sin medir las consecuencias de que posiblemente aquello que hicimos antes el día de mañana nos lastime con mayor voluntad.

Vivimos por vivir olvidando que lo mejor de la vida es precisamente aquello que no tiene precio, vivimos por vivir dejando pasar esos momentos que te robarían el aliento mil veces antes de darte cuenta que no tienes nada más para dar, vivimos por vivir mientras dejamos relegado aquello que de verdad vale la pena: el amor.

Defendemos causas perdidas, traicionamos verdades, amamos mentiras, odiamos corazones enamorándonos de caratulas y después nos preguntamos, nos atrevemos a preguntar, ¿por qué todo es tan complicado?

En un mundo lleno de tanta falsedad, ser real es lo extraño, en un mundo lleno de falsos los verdaderos somos los irreales y ficticios. Pero, aun así sigo siendo la niña que se enamora con una sonrisa, la mujer que pelea por sus ideales, el ser humano que no se deja aplastar, un alma libre y voluntariosa que solo Dios puede controlar.

Somos lo que queremos ser, no elegimos nacer pobres o solos, pero si elegimos morir ricos y felices. Nunca elegimos nuestra procedencia pero si está en nuestras manos luchar por aquella utopía llamada felicidad sin dejar de derramar un millón de lágrimas en el camino.


No se trata de no cometer errores, se trata de remediarlos y aprender. No es más sabio el que no se equivoca, al contrario, es más sabio el que aprende y logra admitir su equivocación. La arrogancia es solo parte de la cultura de aquellos seres humanos que son capaces de morir ignorantes defendiendo su estupidez.

No me rendiría nunca, y no porque sea arrogante, no me rendiría nunca porque simple y sencillamente no se me da la gana de darle el gusto a tantas personas que quieren verme acabada mientras se sientan a discutir de todas las cosas que podría haber logrado de haber pensado como ellas.

No me siento a mirar el paso de mi futuro mientras me quedo en mi presente, no me quedo a esperar el amor eterno cuando sé que todo se construye, no me quedo a esperar la oportunidad de mi vida cuando sé que el hecho de estar viva ya es mi oportunidad, y por encima de todo, no me quedo esperando milagros que no llegan y no porque no crea en Dios si no porque creo que el milagro empieza justo en el momento en el que yo creo que puedo hacer un milagro, un cambio.


Decídete a ser en la vida algo más que un cuerpo vacío digno de olvidar, yo ya empecé el cambio, ¿qué esperas para hacerlo tú? Quizás y si, seas parte de aquella gran mayoría que aún sigue rogando mientras su mazo no deja de moverse. Nunca hay un mañana, solo tenemos un hoy"

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Narra Alice...

Los días habían sido extraños y confusos. La felicidad rondaba la residencia Anderson y mi corazón se rebosaba de alegría en especial en aquellos momentos familiares que tanto amaba. Las risas iban y venían a gran rapidez mientras todo seguía su rumbo. Quizás una de las mejores cosas que puede experimentar un ser humano es ver feliz a su familia, a esos seres por los que dar la vida es solo una realidad sin atisbos de utopía.

Alejandra estaba feliz, Mairím era feliz, Pierre era feliz, Annie era feliz hasta Taylor era feliz. Entonces, ¿Por qué seguía sintiendo que sin importar cuanta felicidad tuviéramos aún quedaba una página abierta en esta historia? ¿Por qué seguía sintiendo que debía hacer algo más, que faltaba algo más? Siempre había pensado que la partida de Natasha iba a ser el final de todo; o quizás pensaba que lo iba a ser la partida de Lauren, pero aún me sentaba a mirar el horizonte y no podía verlo con toda la claridad que hubiese querido. Era como intentar escribir un futuro en hojas usadas escritas a media tinta.

Siempre había sabido que el tiempo jamás se detiene, que tus decisiones están ahí recordándote todo lo bueno o malo que haya sido o siga siendo parte de tu vida. Pero en este caso en particular, aún me rondaba la preocupación de que debía hacer algo más por mí, por todos. Quizás y solo era ese empeño tonto de querer ser el ángel de la guarda que siempre estaba para apoyar a las personas que amaba, a mi familia, aunque quizás y no, quizás aún quedaba algo por hacer, quizás eran esos brillantes ojos cafés que tanto amaba los que me recordaban que aún no estaba todo decidido.

-¡Amor de mi vida! ¿Qué hace aquí tan sola la más hermosa de las Anderson? ¿Algún nuevo plan para tratar de salvar el mundo? –Pierre me sacaba de mí ensoñación entrando con una sonrisa más que magistral en aquella habitación.

Yo por el contrario, me encontraba sentada al filo de la cama sintiendo eso que me había embargado durante días. Ese vacío abrumante rodeado de tanta felicidad. Quizás y era la única persona en el mundo que había tenido esa sensación extraña y confusa, era como si todo debiera empezar de nuevo porque el final aún no estaba escrito.

Quizás solo era un estado de ánimo, como cuando sabes que estas muy feliz porque algo te va a pasar. Pero Pierre que me conocía tan bien, sabía perfectamente que algo estaba rondando mí ya agobiada cabeza. Quizás por eso caminó con aquella misma sonrisa hasta sentarse a mí lado. Quizás por eso no dejaba de sonreír con esa mueca cómica que tanto amaba.

-¡Algo no está bien! Sabes muy bien que a mí no me puedes mentir. Llevas esa misma cara de preocupación ya desde hace varias semanas –tomó mi mano mientras no pude evitar sonreír, era algo así como verme en un espejo, veía mi propio reflejo al oírlo hablar, sonaba tan Alice que podría haber jurado que era yo ¡pero sin la falda! –Así que ahora mismo me dirás, ¿qué es lo que está pasando duendecilla? –Se acercó rápidamente mientras me daba un dulce beso en el cabello.

-¡Menudo marido que me vine a conseguir! ¿Te he dicho alguna vez que suenas tan a mí cuándo te lo propones? ¡Pareciera que hablara conmigo misma! Te empezaría a decir Alice pero, esa barba que adorna tu rostro dista mucho de mi lozana piel –Empezaba a sonreír mientras Pierre hacía lo mismo sin dejar de mirarme con un infinito amor.

-Bueno, creo que eso es lo que más amas de mí. Soy parecido a ti pero en versión mejorada, soy lo máximo ¿no crees? Alto, guapo, atento, caballero... ¡Deberías considerar si de verdad te casaste con un humano o con una inspiración divina! – Y reía sonoramente mientras con esa risa alegraba mi corazón y despejaba mi mente, quizás y era tiempo de que mis miedos dejaran de ser solo míos, ya era hora de compartirlos con él también, aunque quizá mi intento terminara siendo solo un acto de vano e insulso egoísmo.

-Pierre, es que ni siquiera sé cómo explicártelo. Es algo complicado e incluso hasta tonto pero, no he dejado de pensar en eso durante días e incluso semanas. Siento que algo no está bien, que algo no está completo, es como que si sintiera que debo hacer algo más pero no me atrevo por miedo, por egoísmo, yo... --Y me callaba. Me sentía tonta y abatida. Tenía miedo pero a la vez me motivaba ese deseo de hacer lo correcto. Ni yo misma sabía qué era lo que estaba sintiendo, ni yo misma sabía qué era lo que tenía o debía de hacer.

-Déjame ver si logro adivinarlo. Antes que nada, pondría mis manos al fuego para asegurar que todo tiene que ver con Katie, ¿voy bien hasta ahí? –Y lo oía con claridad mientras yo no dejaba de asombrarme. Había tenido suerte en hallarlo, sí que la tenía. Y pensar que había dudado tanto de salir con él, eso también se lo debía a Katie. ¿Había algo que esta familia no le debiera a ella? Quizás por eso me dolía tanto afrontar lo que estaba sintiendo, ¡solo a veces odiaba esa parte de mí que siempre quería hacer lo que se supone estaba bien!

-Continúa... ¡Quizás y logres dar con toda la información sin que yo tenga que decir una sola palabra! –y empezábamos a reír. Quizás la mejor manera de afrontar el temor es haciendo que alguien más tema contigo. Yo en ese momento era una absurda mezcla de miedo y valentía.

-Bueno considerando mi inteligencia superior, aunque no sea un Anderson por supuesto, podría apostar sin temor a equivocarme que esto viene desde la partida de Lauren –Y mis ojos saliéndose de sus orbitas afirmaban la información que Pierre acababa de decir, me conocía tan bien –Así mismo, tengo la ligera impresión de que sientes que debes hacer algo más por Katie y por Lauren... ¿No te abruma que sea tan inteligente? Deberías pensar en adoptarme, a este paso sería mejor Anderson que tú, es más, ¡estoy seguro que sería así! –Y reía tomando con firmeza mí mano sin dejar de mirarme ni por un momento.

No quería afrontarlo, o quizás mi parte interna no quería hacerlo, pero todo lo que estaba diciendo era verdad. Sólo hasta ese momento me daba cuenta que en realidad, la mención del nombre Lauren me daba un terrible pánico. Quizás era esa sensación de que venía a llevarse algo mío, esa familia que siempre me había pertenecido pero que desde su llegada ahora era nuestra. ¿Acaso Katie y Mairím no eran también parte de su vida aunque ya no estuvieran en ella?

-Pierre, ¡es que me siento tan extraña! Veo a Katie y aun a pesar de la alegría que tenemos, de lo felices que hemos sido estas últimas semanas, simplemente ella no logra quitar esa sombra de dolor de sus ojos. ¡Es como si llevara algo muerto por dentro, como si le faltará algo! ¡Me siento impotente! ¡Me siento tan mal! Siento que debo hacer algo más pero, hacerlo significaría posiblemente el fin de todo, o quizás un nuevo inicio, yo... --Y no podía seguir hablando.

Las lágrimas eran una reacción lógica en momentos de dolor. Pero extrañamente no eran lágrimas lo que sentía o llevaba. Me impedía hablar el miedo a la confirmación de un hecho que había estado dilatando por semanas. Toda yo sabía perfectamente qué era lo que tenía que hacer, pero la otra parte de mí, aquella Alice egoísta, seguía repitiéndose que eso significaría posiblemente volver a perder algo que con tanto esfuerzo había logrado traer a casa nuevamente.

Pierre me miraba con extremo amor, con un rostro lleno de comprensión y ternura. Volvió a sonreírme mientras besaba mis labios con delicadeza y cariño. Creí que sabía qué era lo que iba a decir incluso sin que lo hiciera.

¿No has tenido nunca la sensación de saber qué es lo que van a decirte antes de que empezaran a hablar? Me sentía así, era como que si yo misma saliera de mí para empezar a hablar sobre un tema del que yo ya sabía absolutamente todo con perfección.

-Alice, sé perfectamente lo que Katie significa para ti, lo que Katie significa para todos. No tienes ni idea de lo mucho que amo a Mairím, de lo que amo verte feliz junto a ellas y de lo mucho que amo ver a Alejandra tan diferente, tan dichosa o de la luz que se siente en esta enorme casa cuando ambas están. Ella es para ti mucho más que tu hermana, mucho más que una amiga, ella es para ti como tu alma gemela. Estoy casi seguro que en otra vida seguramente ella y tú fueron más que familia más que amigas; por supuesto, tú debiste haber sido el hombre, ¡sería imposible que alguien pudiera quitarte ese puesto con esa cara de enfado que pones cuando estás histérica! –Y no podía evitar reír. Pierre era el tipo de persona que te alegra la vida sin proponérselo, no hubiese podido afrontar la desaparición de Katie y de Mairím sin él –Pero Alice, de la misma manera sé que no quieres verla sufrir, por mucho que eso represente quizás no estar al lado de ellas nunca más. El egoísmo no es uno de tus fuertes cariño –Y dejaba de hablar dedicándome esa sonrisa cómica que tanto me gustaba.

-¡Es que no sé qué hacer! Tengo miedo de perderlas y a la vez tengo miedo de que ella sufra, ¿entiendes? Alejandra es mi hermana, sé del amor que siente por Katie, por la niña, pero no puedo dejar de ver que Katie no es feliz en su totalidad Pierre, que le falta algo. Tengo la tonta sensación de que debo de hacer algo más por ella, de que... ---Hablar es tan complicado cuando entiendes que no tienes más opciones.

-Tienes que darle una oportunidad Alice, una oportunidad de que ella sea quién decida –Y ponía su dedo en mí mentón sin quitar esa cara de serenidad que tanto amaba –Quizás al final no sea todo tan complicado, quizás y al final ella decida quedarse con nosotros, pero debes darle esa oportunidad, es ella quien tiene que decidir no tú, nosotros, Alejandra o incluso la misma Lauren. Alice, con el tiempo he aprendido a confiar en tu intuición, y si de algo estoy seguro es que lo que sientes es lo correcto. Ya sabes lo que tienes que hacer mi duendecilla. ¡Eres una Anderson! Capaz de conquistar el mundo con un chasquido de dedos, por eso confío en ti, y ¡sé qué harás lo correcto! –Y me daba un dulce beso en los labios mientras yo me sentía abatida por una realidad que no deseaba afrontar.

-Hablar con Alejandra va a ser una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida Pierre, ¡ni siquiera sé si tenga la voluntad! ¿Cómo le digo que necesitamos hacer algo más para que Katie se dé cuenta de con quién verdaderamente quiere estar? ¿Cómo le pido que le demos la oportunidad de elegir si es con ella con quién quiere compartir su vida o si quizás es con Lauren? ¿Cómo le pido que arriesgue su futuro jugando con la posibilidad de que Katie decida irse de aquí? ¿Cómo le pido que vea más allá de lo que siente anteponiendo la felicidad de Katie y no la de nosotros? --¿Se han dado cuenta de lo difícil que es hablar cuando lo único que quieres es llorar? Cerré la boca sin más fuerzas para decir absolutamente nada, afrontar la realidad es mucho más doloroso en algunas ocasiones que la muerte misma. Afrontar la realidad muchas veces te recuerda que en los juegos de la vida eres un simple peón jugando a ser rey sin más opciones que un jaque mate seguro.

Observe a Pierre con suma claridad, mientras soltaba mi mano y envolvía con fuerza sus brazos por mi espalda. No dejaba de sonreír y de tener su rostro sereno. Verlo con esa pasividad mientras hablaba lograba que mi corazón y alma se tranquilizasen, no me imaginaba tener que pasar por algo así de nuevo sin él. Tenerlo en mi vida me motivaba a ser eso que siempre había querido ser, mucho mejor que mi padre, mucho mejor que mi pasado.

-Mi corazón, hacer lo correcto nunca será lo más sencillo. Hacer lo correcto siempre implicará dar mucho más de lo que posiblemente vamos a recibir, pero aun a pesar de eso, quizás esa sea la única opción que tenemos para ser felices y dejar que los demás también lo sean. Cuando amamos Alice, la única opción que tenemos es darle felicidad a la otra persona, y sé que tanto Alejandra como tú desean fervientemente que Katie sea feliz. Sé que sabrás qué hacer y cómo afrontarlo, porque esa es una de las cosas por las cuales me enamoré de ti, ¡nadie podría derrotarte mi pequeña! –Se acercó hacia mí a darme un beso justo antes de pararse y empezar a caminar – Aquí estaré para ti cuándo todo esto acabe, como siempre he estado desde el primer día, mi amor por ti es incondicional duendecilla, siempre será así... --Lo vi dedicarme una última sonrisa con una mirada dulce y tierna justo antes de salir del cuarto.

Dudar no era una opción, en realidad no existían más opciones solo habían realidades, verdades. En esos momentos en los que la vida solo te deja un camino son precisamente esos momentos en los cuales demuestras en realidad cuan valiente puedes llegar a ser. Cuando en realidad te das cuenta de aquel león que llevas dentro esperando rugir. Quizás por eso me levanté con pesadumbre, quizás por eso caminé sin mi esperanza camino al estudio de Alejandra. Ella se había quedado sentada en aquella cama mirando hacia el infinito, mientras iba a afrontar la mayor realidad que la vida había puesto en mi camino. Hoy, sin lugar a dudas iba a recorrer un camino completamente diferente al que hubiera deseado... Hoy las páginas se iban a escribir sobre hechos que iban a ser decididos por personas diferentes a los verdaderos protagonistas de esta historia, de una historia que había sido recorrida y vivida a través de muchos años.

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Algunos días después... Narra Alejandra...

-¿Tú de verdad crees que ella va a venir? –Hablar era bastante difícil ya, esperar, ese era otro tema. Cuando esperas por la voluntad de alguien más, es precisamente cuando te das cuenta que eres solo un títere en las manos del destino. Alice me miraba de la misma forma en la que yo lo hacía, completamente perdida, dolida, ida. La desesperación había dado paso a la desesperanza hace ya varios días.

Explicar cuanto me había costado decidirme para este momento era sencillamente imposible. Los días se habían pasado lentos y estúpidos sin la mayor señal de que fueran a terminar. Las ideas iban y venían y el dolor se acrecentaba cuando recordaba que lo que fuera a pasar de ahora en adelante simplemente no estaba dentro de mis posibilidades. Quizás era el hecho de que siempre todo lo que fuera a pasarme se escapaba en realidad de lo que yo pudiera hacer sin importar toda la influencia que un apellido pudiera dar u ofrecer.

Entender lo que Alice había querido explicarme fue sencillamente algo fuera de los límites de mi inteligencia. Quizás lo entendía pero no lo aceptaba, lo comprendía pero no lo aprobaba. Me debatía conmigo misma entre lo que debía ser y lo egoísta que podía ser. ¿No había luchado lo suficiente para vivir lo que vivía ahora? ¿Por qué debía darle la oportunidad a alguien más de acabar con lo que amaba? ¿Por qué debía renunciar a la vida que quería vivir para ofrecérsela a alguien más? ¿Qué sacaba con renunciar a mi felicidad si al final en ese preciso momento estaba viviendo una muerte anunciada?

Las preguntas eran muchas, la respuesta era una sola. Cuando amas, cuando amas en realidad, no existen más opciones que simplemente dejar ser feliz a esa persona por la que darías lo que fuera aunque esa felicidad significara que no fuera cerca de ti. Es algo extraño darse cuenta de la capacidad de egoísmo que tiene el ser humano, de lo fácil que es hablar de amor; pero hablar de una verdadera capacidad de amar, de lo que es capaz una persona de hacer por un ser amado, es algo en los que a momentos resulta más sencillo escudarse en la valentía que en el raciocinio.

Quizás por eso me costaba mantenerme en pie a sabiendas de que en pocos minutos Lauren iba a entrar por esa puerta y muy posiblemente se iba a llevar mi vida nuevamente, pero era un riesgo que había decido correr, que todos habíamos decidido correr. Veía a Alice debatir con ella misma, aun culpándose de haber sido la perpetradora de este hecho infame y doloroso, pero ambas sabíamos que era lo correcto, quizás por eso seguíamos ahí pensando más en el amor que en el egoísmo. Quizás por eso seguíamos de pie aún a pesar de que hubiese sido más sencillo salir corriendo y olvidar todo lo absurdo que estaba a punto de ocurrir.

-Estoy segura que lo hará. Aunque no le dije las razones por las cuales necesitaba que viniera, el hecho de haberla buscado con tanto ahínco de seguro la tiene muy interesada. Nunca en su vida pensó que íbamos a ser nosotras las que íbamos a mover cielo y tierra para encontrarla, no Katie. Ni yo misma aun creo que hayamos hecho eso por traerla de regreso –Y Alice me miraba con sus ojos vacíos y dolidos, quizás de la misma manera en la que estaba los míos.

Probablemente lo que más me molestaba, era que aun a pesar de todo, odiar a Lauren era una imposibilidad. ¿Cómo odias a alguien que ha salvado lo que más amas tres veces? Elle me había quitado todo, me había quitado la vida que siempre había querido vivir, pero de no haber sido por ella, ni siquiera existiría una Katie que tuviera que decidir. La había salvado tres veces, ¿podía luchar contra eso? A estas alturas, estaba segura del amor que Katie sentía por mí, quizás con la misma seguridad y fortaleza con la que sabía que Lauren también amaba a la mujer de mis sueños y de que Katie aún a pesar de todo, también amaba a aquella mujer que la había salvado aún a pesar de mi renuencia y de lo absurdo que resultaba darse cuenta de cómo el destino había jugado con nosotras.

Los minutos pasaban con extrema lentitud viendo caminar a mi hermana como león enjaulado y sintiendo como en mi caso la fuerza se iba poco a poco, conforme avanzaba dispuesto y ponderado el reloj su curso imparable. Era mucho más que seguro que Alice sintiera el mismo arrepentimiento que tenía yo de haber buscado a Lauren y traerla a nuestra casa. Pero a estas alturas, era algo con lo que debíamos luchar. Quizás aún albergaba la posibilidad de que Lauren no quisiera participar en este juego, quizás por eso le había pedido a Annie que evitara por todos los medios que Katie bajara a este lugar. Quizás por eso alguien esperaba a Lauren en la entrada de la casa con el único fin de evitar que Katie supiera que ella iba a estar aquí. ¿Y si ella no quería saber más de Katie? ¿Y si ella no quería sufrir? Nada estaba dicho, era un juego de póker en el cuál solo Katie sabía las cartas.

Fue tanta mi abstracción de la realidad que no me fijé en el momento en el que Lauren entraba por esa puerta. Pude apreciarla en su totalidad solo hasta que la tuve frente a mí. Vestida completamente de negro, solo hasta ese momento podía darme cuenta de que en realidad, muy a pesar de todo, del dolor de la rabia y de la impotencia, no podría permitirme ofrecerle una oportunidad como la que iba a dar a alguien más. Quizás solo hasta ese momento mi mente me confirmaba que la única persona que merecía a Katie después de mí, era ella. Alice me miraba de una manera afirmativa solo corroborando todo lo que había pensado, Lauren muy a pesar de todo, era la única mujer que podría llevarse lo que más amaba. Y aunque me doliera, era la única que merecía compartir este juego de tres.

-No deberé ocultar mi sorpresa de encontrarme aquí. Aun no entiendo muy bien de qué va esto. ¡Sinceramente pensé que el haberme ido era lo mejor que podía haber hecho por ustedes, en especial por ti Alejandra! Pero ahora me encuentro aquí, con ustedes, en una reunión que jamás pensé vivir... –Lauren caminó alrededor de la habitación sin dejar de demostrar que no se encontraba a gusto.

La vi acercarse a la licorera y servirse un largo sorbo de Whisky. Caminó un poco más hasta acercarse de nuevo a nosotros trayendo con ella un vaso lleno de un licor igual al que acaba de tomar. Por un momento quise hablar o decir algo, pero lastimosamente, aún mi mente no se encontraba completamente a gusto con mi cuerpo. Ella estaba pensando mientras mi cuerpo solo quería reaccionar. Mi mente iba a una velocidad minimalista mientras mi cuerpo estaba preparado para una gran maratón, dispuesto a salir corriendo en cualquier momento.

-¡Creo que todas necesitamos la misma ración de lo que tú estás tomando! –Alice caminó cerca de Lauren sin dejar de mirarla en una extraña mezcla de incomodidad y gratitud. Después de todo, ella había presenciado todo, aquel acto heroico que Lauren había hecho por aquella mujer que tanto amábamos. Quizás el haberla visto arriesgar su vida por salvar a aquella mujer que ella también amaba la había orillado inconscientemente a sacrificarse viviendo este momento.

Alice trajo, con bastante agilidad, dos vasos llenos de licor. Me miró con fuerza mientras recién en ese momento mí cuerpo logró coordinar y moverse lo suficiente para tomar el vaso que ella me daba y enderezarme completamente aun a pesar de la renuencia que mostraban mis músculos. Tanto Alice como yo tomamos aquel licor con una rapidez que habría dejado perplejos con facilidad a un nutrido grupo de catadores expertos.

Vi a Alice con la disposición de hablar, pero no era algo que le competiera a ella, era algo que tenía que ver conmigo y debía ser lo suficientemente valiente para hacerlo. Pero, ¿cómo sacas fuerzas para hacer algo así cuando lo único que quieres es romperle la cara a la persona que está delante de ti? Quizás los modales son enseñados precisamente para momentos como este. Quizás todo el asunto de la hipocresía y las etiquetas albergaban la prudencia que se necesitaba en momentos tan absurdamente irrisorios como el que estaba a punto de vivir.

-Me alegro que hayas decidido venir. Necesitamos hablar de algo importante, por favor, toma asiento –Mi voz sonaba lejos y vacía. Vi a Lauren debatir entre acercarse a mí y quedarse de pie o avanzar hasta el sofá y desplomarse en él. Quizás en muchas cosas ella era más valiente que yo, pero no era algo que quisiera admitir. En ese momento, estaba a punto de hacer lo más difícil que había hecho en mi vida. Quizás merecía algo de reconocimiento, porque esto era mucho peor que interponerse en el trayecto de una estúpida bala, o al menos eso me repetía yo para equilibrar el heroísmo de Lauren y mi historial vacío en lo que a actos bizarros se trataba.

Lauren avanzó hasta acercarse aún más a mí y depositar con suavidad el vaso que llevaba en su mano sobre mi escritorio. Muy a diferencia de lo que habría esperado, ella no se veía incomoda o desubicada, por el contrario, estaba firme y decidida. Quizás por eso me quedé de pie sin moverme ni medio centímetro quedando solo a unos pasos de ella.

¿Cuántas veces había dicho que la mejor manera de no demostrar terror es mostrando valentía? ¡Menuda broma el tener que seguir mis propios consejos!

No me había fijado hasta ese momento, pero Lauren era tan alta como yo. Alice se encontraba detrás del escritorio con una cara que fácilmente describía que estaba ahí para evitar cualquier tipo de tontería que quisiera cometer. A veces los impulsos son más fuertes que la razón. Quizás imaginarme la escena de Lauren en el piso mientras yo me regodeaba al ver sangre a borbotones salir de su boca era una completa exageración.

-Creo que prefiero quedarme de pie. Soy todo oídos, ¿Qué quieren hablar conmigo? Alice sabe a la perfección desde dónde he tenido que venir para poder estar en este lugar. Además, no quisiera encontrarme con Katie, no podría... --Y por primera vez desde que había arribado a ese lugar, Lauren dejaba ver sus ojos llenos de dolor y pesar. Quizás y mi esperanza de que Katie ya no le importara había sido bastante estúpida e infantil. A veces se me olvidaba lo complicado que es dejar de querer a alguien que realmente amas.


-Quiero proponerte algo, es algo que tiene que ver con Katie, tú y yo... --Y los ojos de Lauren mirándome con valentía podrían haber intimidado la voluntad de cualquiera, pero no la mía porque sencillamente, no tenía más opciones...

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-Annie, ¿has visto a Alejandra? Me desperté y ya no estaba en el cuarto – quizás seguía demasiado acostumbrada a tener a Alejandra siempre cerca de mí, quizás por eso la echaba tanto de menos cuando ella no estaba.

Las semanas se habían pasado con rapidez, la alegría estaba presente en toda la casa. Mairím, mi niña pequeña cada vez se acostumbraba más a su nueva familia, y casi había olvidado por completo mencionar a Lauren estos últimos días.

Alejandra estaba feliz, Alice era feliz, mi familia era feliz. Era muy sencillo ver la alegría desbordar de ellos cada vez que se topaban conmigo o con Mairím. Incluso había bromeado sobre Alice por la posibilidad de que fuera ella quien por fin me diera sobrinos, ¡ya era tiempo! ¿No creen? Pero siempre se salía por la tangente argumentando sin sentidos que ni ella entendía y mucho menos yo, que la amaba con locura Era muy cómico verla pelear conmigo y con Pierre cada vez que topábamos ese tema. El se ponía de mi lado por supuesto, imaginar un niño rubio de ojos azules era una idea demasiado deliciosa para ambos. Debo admitir que hasta para mí, la idea resulta encantadora.

Yo por el contrario, aún tenía la tonta sensación de que algo me faltaba. No podía dejar de pensar en todo lo que había vivido y por más que me empeñaba en hacerlo, olvidarme de Lauren era algo que no lograba con toda la facilidad que hubiera querido. Quizás por eso, aun sentía que llevaba algo muerto por dentro, incluso en aquellos momentos en los que la felicidad era mucho más que una realidad.

-Debe de estar en el estudio, con Alice. En cualquier momento debería de estar aquí –Annie me miraba con todo el amor del mundo, pero no sé por qué tenía la impresión de que me estaba ocultando algo. Quizás y eran cosas mías. Aunque después de todo, ¿no era demasiada casualidad que ella estuviera en mi cuarto esperando a que me despertara? ¿Desde cuándo ella hacía algo así?

El haber pasado toda la mañana jugando con Mairím tenía sus beneficios y sus desventajas. Por un lado, lograba que estuviera feliz, contenta, y pudiéramos conocerla un poco más tanto Alejandra como Alice y como yo. Pero por otro lado, el cansancio reflejado en mí provocaba que me pusiera paranoica con Annie después de levantarme de dormir mientras mi hija aún estaba soñando profundamente acostada en mi cama.

-Tienes razón Annie, en cualquier momento debe de estar aquí. De todas maneras Mairím aún duerme y yo necesito darme un baño y poderme decente. ¡Estoy hecha un desastre! Además, planeo llevar a Alejandra a comer esta tarde a un lugar muy hermoso, así que, ¡debo ponerme linda! – Y ponía una gran sonrisa mientras me dirigía al baño y Annie me miraba con dulzura. ¡Sigue creyendo que eres linda! Bueno quizás solo un poco.

Quizás por eso me sorprendió tanto el verla caminar hacia mí y envolverme en un largo y cariñoso abrazo que duró por algunos minutos. No sé por qué tenía la sensación de despedida con todo esto. Una tarde hace ya muchos años pasaba dolorosamente por mí cabeza sin ningún esfuerzo.

-¿Pasa algo Annie? ¿Está todo bien? –La separaba con cariño de mí hasta contemplar su rostro con preocupación. ¿Qué podía estar pasando para que ella actuara así? ¿Por qué de momento parecía que tenía sus ojos anegados en lágrimas? Quizá y sí, me estaba volviendo loca o empezaba a necesitar lentes aunque me empeñara en que no fuera así. Puede ser la edad Kathleen, es casi seguro que sea eso.

-No pasa nada mí pequeña. Simplemente quería decirte lo mucho que las quiero a ambas y lo feliz que estoy porque estén aquí. Has venido a alegrar la vida de todos nosotros Kathleen, ¡no olvides eso! –Y se acercaba a mí mientras me regalaba un dulce beso en la mejilla –Ahora ve a arreglarte que de seguro Alejandra estará aquí en cualquier momento y necesitas estar lista –Me daba un último beso justo antes de empezar a caminar hacia la puerta.


Me sentía extraña y confundida, sabía perfectamente que Annie nos quería, era algo obvio, pero jamás había tenido esa forma tan elocuente de hablar conmigo. Despejé las ideas de mi mente, quizás y sí, el jugar con Mairím definitivamente me ponía paranoica. Avancé lentamente al baño, por un momento tuve la vaga sensación de que quizás el día de hoy, iba a ser mucho más que diferente.

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Narra Lauren...

-Alejandra, ¿Estás segura de que quieres hacer algo así? ¿Estas consiente de lo que arriesgas? No estoy para juegos de ninguna de ustedes porque entiendo a la perfección lo que algo así representaría –después de haber escuchado a Alejandra y a Alice Anderson, decir que me sentía confundida era algo demasiado sencillo. Era algo mucho más allá que simplemente era imposible o casi absurdo de explicar.

Ya había perdido la cuenta del whisky que había ingerido, pero aun así, no sentía ni el más mínimo atisbo de afectación en mi sistema. Era como si el licor hubiera limitado todo menos mi capacidad de pensar. Seguía ahí de pie creyendo que todo lo que me estaban diciendo era simplemente un sueño, un juego, un estúpido absurdo. ¿Cómo alguien puede hacer eso? ¿Cómo alguien puede arriesgar lo que más amaba de esa manera? Creo que sabía la respuesta porque yo también había hecho lo mismo, porque yo también habría hecho lo mismo.

Alejandra, parada a no más de unos pasos de mí, me miraba con decisión y valentía. Yo, a estas alturas había perdido toda la fuerza y decisión que me quedaba. Me sentía en un sueño del cual en poco tiempo iba a despertar y me iba a dar el mayor golpe de toda mi vida cuando llegara a la realidad al estrellarme contra el piso. Pero extrañamente, tanto Alejandra como Alice no mostraban ni la más pequeña sombra de duda, quizás y sí, todo era verdad después de todo.

-Sí Lauren, estoy segura. No planeo retractarme de nada de lo que te he dicho, así que ve, y haz lo que consideres necesario... Aunque sí, hay algo más... --Un sonoro golpe retumbó por todo ese lugar mientras sentía con sumo dolor como mi rostro se arqueaba hasta volver a quedar en el mismo lugar en el que había estado hasta hace poco.

Aun a pesar de las circunstancias, de que podía sentir con claridad el sabor de la sangre en mi boca, el rostro asustado de Alice Anderson detrás del escritorio de Alejandra y a Alejandra preparada para mi reacción arqueando su cuerpo en posición de pelea, no pude evitar reír ante la situación. Quizás era algo que esperaba, pero jamás me había puesto a pensar que iba a suceder. ¿Cómo imaginas que vas a estar en casa de la mujer que te ha quitado lo único que amas, que ibas a recibir un golpe de ella y que en lugar de reaccionar iba a darte risa? Bastante absurdo desde cualquier punto de vista.

-Está bien, me lo merezco... ¡Lo sé! Así que pueden calmarse Alice, Alejandra... Después de todo, es algo que necesitaba y esperaba. No planeo reaccionar Alejandra, baja la guardia. Después de lo que acaban de hacer, cualquier cosa que quieran hacerme me parece un juego de niños... Gracias a ambas, hasta pronto; no pienso desaprovechar la oportunidad que me están dado, ¡jugaré todas mis cartas! Eso se los puedo asegurar – Empecé a caminar con rumbo hacia la puerta sin poder dejar de sonreír. Era el primer golpe que me daban en el cuál lo que menos sentía era dolor.

Era como si hubiera purgado una condena eterna, era como si hubiera pagado algo que le debía a esa mujer que había hablado conmigo hace tan sólo unos minutos.

-Lauren, Katie se encuentra en el segundo piso. Quiero que sepas antes de que te vayas, que esto es lo único que planeo hacer por ti. No habrá más oportunidades o disculpas. Con esto queda saldada la deuda que tenía contigo... --Oí a Alejandra mientras dentro de mí no podía evitar dejar de darme cuenta de por qué Kathleen no había podido dejar de amarla. Era la única persona después de mí que hubiese sido capaz de hacer cualquier cosa por Kathleen, y eso era algo que me acababa de demostrar. Empezaba a sentir que haberme interpuesto en el camino de una bala era una miseria al lado de lo que Alejandra acababa de hacer.

-Alejandra Anderson, a partir de este momento sin importar qué suceda, tú y yo estamos a mano... Gracias por todo –Salí de ese estudio con una rara sensación entre alegría y serenidad. Había cerrado un capítulo de mi vida mientras otro muy posiblemente estaba a punto de empezar. Había dejado atrás un final que extrañamente me había dado la posibilidad de un nuevo inicio.

Al salir, una mujer pulcramente vestida y arreglada bajaba con lentitud las escaleras que conducían al segundo piso. Muy al contrario de lo que esperaría, ella me miró completamente tranquila y serena. Era como si hubiese estado esperando que yo estuviera en ese lugar. Como que si ver a una completa extraña no le incomodase en absoluto.

-Disculpe señora, ¿podría decirme dónde se encuentra Kathleen? Necesito hablar con ella –Caminé con lentitud hacia el inicio de aquella escalera mientras ella me observaba asentando con la cabeza.

-Por supuesto Lauren, sígueme por favor –Quizás Alejandra y Alice no eran las únicas que sabían qué era lo que venía a hacer en esta casa. Quizás por eso no resultó tan aterrador que esa mujer dijera mi nombre con tanta naturalidad. Quizás por eso aquella mujer avanzó con rapidez hasta llevarme a la entrada de una gran habitación –Katie se encuentra adentro –Se despidió de mi mientras avanzaba con rapidez de regreso hacia las escaleras.

Por un momento no supe qué hacer. Perdí la cuenta del tiempo que estuve parada enfrente a esa puerta sin atreverme a hacer absolutamente nada. Dudaba entre entrar, quedarme ahí o salir corriendo. Me sentía nerviosa, ansiosa, extraña. Quizás la vida te devuelve siempre en oportunidades o venganzas lo bueno o malo que haces, en este caso, era la última oportunidad que tenía de que la felicidad fuera mucho más que una opción. Abrí esa puerta con lentitud mientras por primera vez sentía que el inicio de una historia puede estar en cualquier parte de la misma, incluso en el mejor final escrito.

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Ver dormir a mi hija quizás era una de las mejores bendiciones que podría haberme dado la vida. Verla soñar en su mundo, ajena de todos y de todo, me recordaba que en realidad tantas penurias al final, habían valido la pena, que ella valía la pena. Nunca iba a poder olvidar el terror que había sentido cuándo supe que estaba embarazaba y no tenía absolutamente nada más aparte de ella.

Fue precisamente por ella que me armé de valentía y decidí que todo debía de ser diferente. Verla también me recordaba que de no haber sido por Lauren ella jamás habría nacido. Otra cosa más que le debía, ¡cómo si ya no fuera poco todo lo que llevaba de ella en mis espaldas! Incluso los recuerdos de una bala que por poca destroza el final de una historia editándola de otra manera.

Sus hermosos rizos contrastaban cálidamente con la luz del sol, mientras yo me dejaba llevar por esa paz que me embriagaba cada vez que estaba cerca de ella, olvidándome por completo de todo lo bueno o malo que llevaba encima, de la tristeza que aun sentía al recordar a aquella doctora a la que le debía la vida, aquella mujer a la que siempre iba a querer por encima de todo.

-Hola Kathleen... --Aquella voz me sacaba de mi ensoñamiento. De espaldas a la puerta, no había sentido que alguien hubiese entrado o mucho menos cuánto tiempo llevaba en ese lugar. Sin embargo, el tono cálido de esa voz no me causaba miedo o temor, por el contrario, no sé por qué sentía una gran esperanza creciendo dentro de mí.

Volteé mi rostro aún indecisa de hacerlo. Mi cuerpo, entendiendo la magnitud de los hechos mucho más de lo que yo lograba llegar a comprender, se preparaba dispuesto a reaccionar maravillado ante la sorpresa que estaba en frente de mí, ante la emoción de vivir algo que jamás pensé que fuera a pasar nuevamente.

Una hermosa sonrisa me recibía, sonrisa que conocía perfectamente después de tantos años. Mi corazón maravillado empezaba a bombear con fuerza y por primera vez en mucho tiempo me sentía completa y feliz. Mi cuerpo reacciono automáticamente, mostrándome la facilidad con la que podía moverse sin que yo tan siquiera lo hubiese pensado, la facilidad con la cual se manejaba a su propio antojo libre de los mandatos tontos e irracionales de mi conciencia.

Lauren me recibía gozosa en sus brazos mientras yo me recordaba a mí misma que debía respirar, poco me importaba cómo había llegado a ese lugar o dónde había estado antes, por primera vez después de mucho tiempo pude sentir que aquella pieza del rompecabezas que faltaba por fin estaba completo, por primera vez en mucho tiempo respirar era mucho más sencillo que cualquier otra cosa en el mundo.


Las oportunidades que te presenta la vida son bastante absurdas, inverosímiles y hasta en ciertas ocasiones, estúpidas. Todo, absolutamente todo, no importan tus expectativas o lo que creas jamás será lo que esperas. Es como despertarte sabiendo lo que hay para hoy pero al final te enteras que nada de lo que querías puede llegar a ser porque alguien más ha planeado ese día de manera completamente diferente y extraña.

Yo, que para ese momento me encontraba en un verdadero remezón de sentimientos, habría esperado cualquier cosa menos vivir lo que me estaban ofreciendo. Hubiese esperado que la tierra se abriera y me tragara antes de creer que mi historia fuera a poder ser escrita de manera diferente con los mismos protagonistas usando diferentes escenarios. Era algo así como reescribir una historia basada en hechos reales solo imaginando opciones diferentes.

Caminaba perdida y abstraída. Caminaba por impulso más que por cualquier otra cosa, caminaba pensando en las posibilidades. Sí, caminaba, pero más por un acto reflejo que porque mi mente se empeñara en mandar las señales necesarias que eran imprescindibles para utilizar mí fuerza motriz.

Mi hija, que para ese momento se encontraba en un carro que esperaba por mí en las afueras de ese enorme aeropuerto, había saltado con igual júbilo y alegría con el cual yo había reaccionado ante la llegada de Lauren. Para ella era un sueño, su mama adorada, aquella que estaba salvando vidas en alguna parte del mundo, había regresado solo para verla antes de tener que volver a irse dejándola sola nuevamente. Pero lo que realmente me atormentaban, es que esa posibilidad solo dependía de mí. Quizás por eso, recordar el rostro lleno de lágrimas de Mairím me movía todo por dentro una vez más sin que pudiera evitarlo.

¿Cómo era posible que Alejandra y Alice me hubieran metido en una situación así? ¿¡Qué pretendían con darme la oportunidad de decidir si era realmente Alejandra con quien quería estar!? ¿¡Qué demonios se habían creído!? Una parte de mi las odiaba con fuerza y rabia, mientras la otra agradecía sonoramente que hubiesen pensado en hacer algo así, quizás era esa parte inconsciente de mi que hubiese dado la vida porque le dieran la oportunidad de contemplar nuevamente la oportunidad de un futuro distinto que se hallaba a tan solo unas palabras de distancia.

¿Qué tan poderosos podían ser un sí o un no en una situación como esta? Miraba todo a través de mis ojos, como si lo estuviera viviendo. Me imaginaba en una hermosa casa junto a Lauren en algún lugar de Ámsterdam empezando lejos de todo y de todos. Me imaginaba a una alegre Mairím que iba a poder volver a compartir la vida que había amado por años. Me imagina a la otra versión de mí que hubiese dado la vida por poder vivir aquello que Lauren le ofrecía: un nuevo inicio, un nuevo comienzo, una nueva vida, y ya no como Catherine Black, sino como Kathleen de la Campa, la verdadera yo, la única yo. Kathleen, yo en tu lugar no sabría qué hacer. Ella es todo lo que alguna vez quisimos, pero hoy, pero ahora... ¡Lo sé, lo sé!

Por unos momentos que parecieron eternos, me imagine a mí misma disfrutando algo que una parte de mí añoraba con desesperación y alevosía. Solo hasta ese momento caía en cuanta de lo que iba a perder, de lo que podía ganar, de lo que iba a conservar. Las lágrimas llegaban a mis ojos sin fuerza, vacías, tan vacía como estaba mi mente para ese momento. Hubiese querido, hubiese preferido, hubiese añorado que esta decisión la tomara cualquier otra persona, la que sea menos yo, yo que a esas alturas no tenía la fuerza suficiente para seguir en pie muy a pesar de que Lauren seguía a mi lado, tomándome de la mano, completamente callada y tranquila.

La miraba a ella y aquella parte de mí que la amaba se sentía tan vacía y muerta por dentro al comprender que era muy probablemente la última vez que iba a verla, la última vez que iba a tenerla tan cerca, la última vez que iba a poner su amor por encima de todo e iba a estar ahí diciéndome que me quedara con ella. La idea de que desapareciera de mi vida no dolía tanto como su olvido. Quizás eso era lo que más me destrozaba por dentro, ¿y si esta vez la perdía para siempre? ¿Y si nunca más la volvía a ver? ¿Y si dejaba de quererme? ¿Y si Lauren esta vez solo se iba a quedar en un recuerdo?

Pensaba en mi familia, una hermosa Alejandra me repetía cada cinco segundos que me amaba, mientras mi mejor amiga me recibía de brazos abiertos añorando que me fundiera con ella. Lograba ver a Pierre completamente encantado de jugar con Mairím, y a mi hija viviendo una vida que hasta ese momento también había considerado como suya.

¿Cómo era posible que tuviera tantas vidas, tanto amor y tanto presente y futuro en mis manos? No era justo, definitivamente no lo era. Solo una palabra podía cambiarlo todo, solo una palabra podía ser el inicio del fin de esta historia...

-Mi vuelo sale en unos momentos... Yo, yo ya no sé qué decirte... --Lauren, de frente a mí, perfecta y hermosa como siempre había sido, me miraba con aquellos extraños ojos verdes diciéndome con cada gesto lo mucho que esperaba que me decidiera. Pero yo, yo aun sentía que tenía demasiado entre las manos, ¿Cómo lidias con el futuro de tantas personas? –Solo me queda decirte que te amo Kathleen, y que siempre será así. Llegaste a mi vida de una manera insospechada, y te quedarás en ella de la misma manera para siempre. Tanto tú como mi hija son mi única razón de vivir. Haría lo que fuera por ti, cambiaría lo que fuera porque decidieras venir conmigo, tú y Mairím... --Y se callaba sin tener fuerzas para hablar más.

Yo, que para ese momento llevaba encima mío una profunda alteración de sentimientos, dudaba incluso de hablar, a sabiendas de que cualquier palabra que dijera podría representar el inicio del fin de una historia que aunque jamás quise que fuera mía la sentía mucho mas mía ahora que nunca. Pero, ¿qué podía hacer? Mi corazón latía con fuerza, renuente a tener que decidir, mi alma corría con fuerza huyendo de la única realidad que tenía en ese momento. ¿Qué tan complicado podía ser decir un sí o un no? Jamás en la vida imaginé que doliera tanto afrontar la mención de esas dos palabras.

-Yo, yo ya había decidido no regresar por ti, no luchar más por ti... Sabía lo mucho que me dolería, sabía el daño que iba a hacerme el volverte a ver, pero aun así, no pude evitar regresar cuando Alice logró dar conmigo, ¡no he conocido mujer más persistente y decidida en mi vida! –Alice, oír hablar de ella me dolía profundamente, ¿de verdad estaba dispuesta a perderla? – Luego lo de Alejandra, diciéndome que me daba la oportunidad de luchar por ti una última vez para lograr que decidieras entre venir o quedarte con ellas, para que decidieras si en realidad querías una vida a mi lado o al lado de ella –Alejandra, mi Alejandra, ¿¡cuánto daño le había hecho ya!?

¿¡Tenía derecho a lastimarla aún más!? –Kathleen, daría lo que fuera por qué vinieras conmigo, daría mi vida entera nuevamente como ya tantas veces te la he regalado... ¡haría lo que fuera! ¿¡Puedes entenderlo!? –Y la desesperación inundaba el ambiente. Las lágrimas de Lauren me dolían como propias, pero yo aun no sabía, no podía.

-Lauren yo, yo no sé qué hacer... ¡No sé qué hacer! No tengo derecho a herir a nadie ¡no puedo! No más lágrimas, no más dolor, ¡no más maldita sea! ¡Lo mejor sería que yo desapareciera de la vida de todos! Así ya no podría causarle más sufrimiento a nadie... –Y aunque hubiese querido llorar a borbotones para dejar todo esto atrás y rendirme, extrañamente las lagrimas no acababan de llegar a mis ojos y me seguía sintiendo tan o más miserable que hace algunos momentos.

¿Cómo podía decidir quién merecía estar o no conmigo? ¿¡Cómo maldita sea!? ¿Acaso no era suficiente irónico ya que estuviera enamorada de dos personas? ¿¡Cuánto más daño iba a hacerle a los dos seres más hermosos que había conocido en mi vida!? Quizás lo más sano para todos era simplemente que yo desapareciera de este lugar, de la vida de esas personas que tanto amaba.

-Tú no vas a ir a ninguna parte... ¡No vas a ir a ninguna parte! Perdóname, no debí forzarte a elegir cuando desde un principio sabía perfectamente cuál iba a ser tu decisión, lo supe siempre, y aun así a pesar de todo jamás perdí la esperanza... Debe de ser que, como ahora, jamás dude de tu amor por mi... --La vi tomar dos largos respiros mientras ponía sus manos en mi rostro y me miraba con un amor infinito —Sé que me amas Kathleen, sé que lo haces, pero eso nunca será suficiente... ¡No sabes cuando me recrimino no haber llegado tu vida antes! Si tan solo Alejandra Anderson no existiera, ¡todo sería tan sencillo! –La vi sonreír irónicamente mientras acomodaba el mismo mechón de cabello que siempre se alborotaba cuando ella estaba cerca.

La vi acercarse lentamente, tratando de ocultar el gran esfuerzo que le costaba no empezar nuevamente a llorar. Por el contrario, yo sentía como las lágrimas avanzaban a gran velocidad hacia mis ojos sin ninguna barrera que les impidiera llegar a su destino final. Lauren posó sus labios en mí, cálidos y dulces como siempre habían sido. Se abrieron paso a través de mis labios que por primera vez en mucho tiempo se sentían como en casa. Mi cuerpo reaccionaba con tanta naturalidad que dolía, la sentía por todas partes y aún así añoraba aún más de ella.

Deseé con tanta fervencia y ansiedad ese futuro que se deslumbraba a mis pies junto a ella. Deseé aquella casa en Ámsterdam. Deseé cada mañana de mi vida con ella. Deseé verla sonreír por el resto de mi vida. Deseé compartir cada cosa que viviéramos a partir de ese momento. Deseé, deseé, deseé todo lo que Lauren podía ofrecerme y más. Y lo deseé todo con tanta intensidad que dolía pero aún así, seguía sintiendo que no iba a estar completa a su lado, que siempre iba a desear vivir la vida que vivía en ese preciso momento.

Cuando al fin se separó de mí, había logrado entender que yo siempre iba a amarla pero que al final la vida sin lo que tenía ahora iba a ser un remedo de lo que hubiese querido siempre tener, de lo que hubiese querido vivir. Vi sus ojos, tan verdes y raros como las hermosas aguas del mar y por primera vez en mucho tiempo pude sentir esa paz que tanto había añorado, que tanto había deseado.

Entendí hasta ese momento que lo que en realidad necesitaba era cerrar este capítulo de mi vida, que lo que necesitaba era dejar esa historia atrás, que lo que en realidad necesitaba era darme cuenta que hay cosas en la vida que por más que se escriban de manera diferente siempre tendrán el mismo fin. Necesitaba darme cuenta que las historias, por muchos desvíos que tengan, siempre tendrán un inicio y un final, y este era el final de una historia que me había hecho suya a la fuerza y que siempre iba a quedar en mi corazón, sin importar las variaciones del destino.

Por primera vez en mucho tiempo, pude sonreír con tranquilidad y paz y a pesar del dolor que le causaba y de la extraña sensación de que perdía algo, pude ver con claridad como Lauren también lograba cerrar un capítulo que muy posiblemente jamás se iba a volver a abrir.

Me acerqué hacia ella abrazándola con toda la fuerza que me quedaba, mientras mi cuerpo empezaba a despedirse con dolor de aquello que aunque siempre había sido suyo no era en realidad lo correcto. De aquello que aunque real nunca fue lo suficientemente verdadero para que lograra cambiar algo que se había escrito con anterioridad en una tinta tan fuerte que aun quemaba en mi piel.

-Siempre voy a amarte, siempre voy a estar para ti Lauren... En otra vida, en otro tiempo, en otras circunstancias, mi vida hubiese estado ligada a ti para siempre... Eres mi cuerda roja, eres mi destino, pero por ahora es un destino que no puedo compartir. Gracias por todo, gracias por haber sido mi vida durante tantos años, gracias por haberme regalado la dicha de amarte y de saber qué se siente que alguien esté dispuesto a dar la vida por ti, gracias por darme la oportunidad de poder ponerle un punto final a esta historia, gracias por todo, incluso por existir... --La abracé con más fuerza mientras oía como empezaba a tararear una canción que sonaba de fondo en aquel enorme lugar y que yo conocía tan bien:

"Dejaré que sea el tiempo quién decida si eres para mí

Dejaré que el instinto me rescate y todo vuelva a ser limpio, limpio.

Talvez hoy no estemos hechos para cambios, talvéz hoy no cambiaremos más..."

-Siempre estaré esperándote tras bambalinas Kathleen, sin importar el cómo o el cuándo... Recuerda: siempre tuya, siempre mía, siempre nuestra... --Se separó de mí suavemente mientas depositaba un cálido beso en mi mejilla justo antes de empezar a caminar lejos de mí.

La vida es aquello que siempre queremos vivir pero que nunca estamos dispuestos a afrontarla en su totalidad. La vida es aquello que sin importar el rumbo que tomemos siempre nos llevará al lugar correcto donde merecemos estar... Me di la vuelta lentamente, mientras sentía como una parte de mi historia se quedaba en ese lugar, pero muy a pesar de todo, y del dolor que me causaba, la esperanza que me daba el llegar a casa me hacía mover los pies aun con una mayor velocidad, este era el inicio de aquella historia que empezaba después de poner un verdadero punto final a una historia que a pesar de todo, siempre iba a ser mía...

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Nunca me dejaba de asombrar de lo hermosa que era la residencia Anderson. Quizás era ese toque colonial, o ese aire renacentista que la hacía ver no solo hermosa si no también perturbadora. Era casi imposible no dejarse maravillar de la exquisitez y magnificencia de ese lugar. Sus amplias estancias, sus hermosos detalles, su perfecta organización. No había nada dentro de ella que no superara mis expectativas o me dejara sin habla.

Amaba profundamente perderme dentro del amplio patio que se posaba en la parte trasera de la casa. Era casi inútil no abstraerse entre la tranquilidad y la magnificencia que se podía sentir caminando bajo esos hermosos y poderosos robles que se juntaban justo al final de los límites de aquella gran mansión. Era el lugar perfecto para esperar no solo lo bueno, si no también lo malo. No solo la tristeza de lo inevitable, sino también la alegría de lo imposible.

Quizás por eso, no me asombré de encontrar a Alejandra al final de aquella hermosa estancia. ¿Acaso no era el lugar preferido de ambas? Completamente ensimismada dentro de sus propias conjeturas, paseaba con la mirada perdida sin un lugar fijo de llegada o un lugar fijo de salida. El sol, poderoso y voluntarioso, reflejaba sus últimos fulgores atravesando los pocos lugares que aquellos frondosos árboles habían dejado sin cubrir mostrando con sumo cuidado aquel hermoso cabello casi rubio que amaba con total devoción.

Extrañamente, la historia que había vivido con ella se repetía con fuerza dentro de mi cabeza. Era como si mi mente se empeñaba en recordarme por qué razones caminaba con fuerza hasta donde ella estaba sin que me importara nada ni nadie aparte de ella en ese momento. O quizás era el hecho de que siguiera deslumbrada por la valentía y decisión que había mostrado al darme la opción de alejarme de ella para siempre, pero, ¿cómo podía hacer algo así si al perderla a ella me perdía yo en el camino?

La contemplé por unos segundos mientras ella seguía perdida y abstraída en su propio mundo imaginando posiblemente que había perdido una batalla que siempre había sido comandada por ella misma. Dentro de mi propia batalla con mi corazón, siempre había sido Alejandra la única persona que él siempre se había empeñado en seguir. Las historias nunca terminan, solo se acrecientan con el paso del tiempo, y en mi caso, mi única verdad de encontraba a solo unos pasos de distancia...

-¿Planeas quedarte allí toda la noche? ¿Tan malo es dormir conmigo? Pensé que de cierta manera, te gustaba... --Por primera vez en mucho tiempo me sentía liberada, ligera, feliz... Me sentía como debía de haberme sentido hace muchos meses. Era algo así como el inicio de un camino que siempre había sido una constante en mi vida.

Pude ver como Alejandra se estremecía aun renuente de creer que me encontraba ahí, de que mi voz fuera real y no una insulsa visión producto de su imaginación. La vi voltearse con dificultad y lentitud solo para recibirme con esa enorme sonrisa que habría podido derretir a cualquiera, y más a mí, que llevaba amando esa mueca deliciosa desde hace tantos años.

Avanzó hacia mí con rapidez, mientras mi cuerpo, dispuesto y preparado, la recibía con los brazos abiertos disfrutando de su calor, su olor, su fuerza. Me daba vueltas por el aire, logrando que me sintiera una vez más como aquella princesa que empezó su cuento de hadas hace ya tanto tiempo, un cuento de hadas que para mí siempre iba a ser imposible de creer aun a pesar de todo.

-¡Estás aquí! ¡Estás aquí! ¡No puedo creerlo! ¡No puedo! –Y depositaba un largo y delicioso beso en mis labios que me recordaba perfectamente que quizás ese no era el mejor lugar donde habría deseado estar. Una cama, una ducha, privacidad. Quizás no solo mi cuerpo pedía a gritos tenerla para mí sola, también era esa tonta necesidad de demostrarle que aun a pesar de todo, y de lo tonta que había podido llegar a ser, siempre iba a ser suya, sin que importara nada más que ella en mi corazón.

-Y, ¿dónde más podría estar? ¿No es acaso esta también mi casa? ¿No eres tú la mujer que amo? –Me depositaba en el suelo sin dejar de sonreír, aun me preguntaba como lograba que su cara no se rompiera de tanto que la estiraba cuando dibujaba esa hermosa y deliciosa sonrisa en su rostro.

-Yo tenía tanto miedo de que tú... --Y una sombra de tristeza se dibujaba en su rostro mientras contemplaba nuevamente la variedad de opciones que habían pasado por su cabeza en las últimas horas. Pude imaginarla claramente sufriendo sin poder hacer nada más que esperar y su dolor me dolía. No merecía que sufriera más por mí, no merecía que sufriera por algo que no iba a pasar, estaba ahí con ella, y eso era algo que jamás cambiaría.

-¡Pues no! Si planeabas librarte de mí con tus tontas teorías de elección y opciones déjame decirte que perdiste tu tiempo. Tanto tú como Alice y todos aquellos que estaban metidos en ese complot tendrán que soportarme por un periodo de tiempo ilimitado, así qué, yo de ustedes me sentaría a esperar que algo o alguien pudieran alejarme de esta, ¡que es mi familia! –Y las lágrimas llegaban con fuerza mientras respiraba con dificultad tratando de aplacarlas.

Alejandra tomaba mi rostro en sus manos una vez más mientras con sus dedos secaba las lágrimas que poco a poco habían llegado a mis ojos. Sus ojos, tan azules como el mar, me gritaban a gritos que me amaban mientras sus labios buscaban los míos en un tonto intento de aplacar toda la pasión y el amor que ellos tenían por mí perdiéndonos nuevamente en aquello que algunos llaman amor y otras como yo, llamamos destino.

El sol se ocultaba por el oeste, regalándonos los últimos fulgores que adornaban magistralmente aquella vida que aun a pesar de todo seguía siendo mía. Unos hermosos gritos desde la casa nos despertaban del letargo contenido de tantos sentimientos encontrados. Quizás esperar unas horas era mucho más sencillo que intentar lograr demostrar tanta pasión debajo de unos hermosos robles.

Los gritos nos recibían desde la casa, gritos hechos por mi hermosa cuñada mientras juagaba con una Mairím más que dispuesta a seguir disfrutando de esta familia que también era suya. Recorriendo aquel hermoso pasto solo atiné a pensar, antes de perderme en la inmensidad de la alegría y la algarabía que se escuchaba en la estancia, que aún a pesar de todo siempre iba a amar a Alejandra, incluso a pesar de aquellos hermosos y extraños ojos verdes que insistían en aparecer frente a mi indefinidamente...

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Algunos meses después...

Las maquinas se empeñaban en mantener con vida a aquel hombre que había pasado tantas veces por lo mismo. Su fiel amigo y confidente, Derek, seguía al pie de esa cama esperando por algún cambio, cambio que quizás era mejor que nunca hubiese llegado.

Los días seguían su curso, y a cada semana que pasaba aquel moreno robusto y fornido seguía recuperándose un poco más, tal y como lo había hecho los últimos meses. Quizás por eso Derek aún mantenía la esperanza de que despertara en cualquier momento. Pero, ¿era eso acaso lo mejor? Quizás las noticias que lo esperaban merecían seguir esperando. El futuro dependía tanto de que aquel moreno decidiera o no seguir con vida.

Pero ese robusto moreno no se cansaba de luchar, de seguir de pie. Quizás y sí, la venganza es un plato dulce que se come lentamente. Ya había pasado demasiado tiempo, quizás para él era ya tiempo de regresar.

-Michael, ¡maldita sea Michael, qué gusto que hayas despertado! –No había sido nada sencillo, pero ahí estaba ese moreno fornido dispuesto a seguir luchando por una causa que aunque no era justa, era lo único que podía permitirle seguir hacia adelante.

-Derek, Derek, ¿dónde estoy? ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Dónde está Natasha? --¡Oh! Justo ese era el nombre que Derek nunca hubiera deseado oír. Pero ya había pasado mucho tiempo, era algo que se tenía que saber sin que importaran las consecuencias, ¿Qué le quedaba a Michael? Absolutamente nada, quizás y la partida de Natasha era lo mejor, lo mejor aunque él la amara tanto.

-Estamos en New York, luego del tiroteo logré sacarte de Francia con mucha dificultad. Has estado en estado de coma durante muchos meses. Todo esto ha sido muy difícil, casi mueres Michael. Te tomará un largo tiempo poder usar tus facultades completamente, pero lo lograrás –Y Derek se callaba, no quería tocar el tema de Natasha, sabía que eso iba a ser el principio del fin de todo esto.

-¿Dónde está Natasha? ¿Cómo está ella? –Michael miraba a Derek con desesperación y rabia. Odiaba que le ocultaran cosas, odiaba no tener él el control, siempre había sido la mano derecha de Natasha, siempre había estado para ella.

-Ella... Ella no logró sobrevivir Michael... La gente de Lauren logró matarla justo después de que Natasha le disparara... --Derek no quería seguir hablando. Quizás el rostro perdido en rabia, dolor e ira de Michael le impedían decir algo más.

-¿Natasha está muerta? No, no puede ser, ¡no puede ser maldita sea!

¡No! –La rabia es solo la respuesta normal cuando no existen más opciones, y en esta caso, Michael no podía hacer más que resignarse o al menos eso era lo que pensaba Derek --¡Esto no se va a quedar así! ¡No maldita sea! Lauren Wilson y Kathleen Anderson van a morir como lo hizo Natasha, y sé de alguien que me va a ayudar en todo esto, alguien que los odiará tanto como los odio yo por quitarme lo único que he amado en la vida –Derek escuchaba pero no oía, las palabras llegaban pesadas a su cabeza.

-¡No puedes involucrar a Sophia en esto Michael! ¡No puedes! Déjala lejos de todo esto, del dolor, de la rabia... --Derek recordaba con sumo cariño a esa hermosa niña de ojos verdes extraños que había tenido que llevarse lejos por órdenes de la propia Natasha, nadie debía saber que existía, nadie debía saber que aquella niña era parte de su vida.

¿Cuántos años debería tener? ¿Poco más de veinte? ¿Cómo podía Michael pensar en traerla a vivir dentro de esta historia que nunca había sido de ella? ¿Cómo iba a condenarla a vivir una existencia como esa?


-¡No estoy pidiendo tu aprobación Derek!Ella es mi hija, es hija de la mujer que amaba, no tiene más opciones así comotampoco las tengo yo... ¡Este es solo el inicio, que la familia Anderson y LaurenWilson disfruten lo que les queda de felicidad, de vida! –Derekoía a lo lejos. La venganzaes un plato que se come lento, despacio, pensado y con cuidado... El tiempo esalgo tan absurdo cuando viene con una amenaza...

¿Fin?

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