Pasado sin Futuro

"Los cumpleaños son una etapa triste y alegre de tu vida. Te permiten tener más años para tener libertad, pero también te quitan años de vida con cada segundo más que respiras. Los cumpleaños son necesarios pero, ¿cuántas veces no hemos deseado que no sean imprescindibles?

Cumplir años te compra aquella felicidad anhelada, cumplir años te garantiza que hoy podrás salir a disfrutar del mundo como desees, por encima de todos los demás, por encima de aquellos que estigmatizaban tu edad y te prohibían disfrutar de aquellas alegrías que solo los adultos son capaces de comprender.

Cumplir años te permite ser tú mismo, tener más confianza de enfrentar el mundo, ser más capaz, ser más valiente... Cumples más años, sí, pero no olvides que cada año cumplido es un año adicional que ganas en sabiduría, porque el refrán es claro: "Un año más de vida, pero, ¿más sabia?" Ya está en ti responderlo.

No podemos limitar el paso del tiempo por más que queramos, cada año cumplido nos recuerda los errores que cometimos y lo difícil que fue superarlos, o aquel primer amor que no se olvida, ese amor platónico de tu adolescencia (e incluso de aquellos que ya no son tan adolescentes); cumplir años te hace darte cuenta de lo importante que es ganar experiencia e inteligencia para afrontar tu futuro.

Cada año de vida es una bendición; cada momento más de alegría que dejas en esta tierra es un recuerdo feliz en esas personas que te aman y te quieren tanto como tú a ellas. Los cumpleaños no te envejecen, los cumpleaños te dan vida, cada instante que ganas ayudando a los demás, amando, viviendo, merecen todo el reconocimiento posible.


Por eso vive cada día de tu vida como si fuera el ultimo, nunca hay un mañana, siempre solo tenemos un hoy. Aprovecha la suerte que te brinda la vida y empieza a vivir por primera vez."

_________________________________________________________________________

Narra Alice...

-¿Dónde está Katie? ¿Por qué no está contigo? –Llegaba a la carrera al baño dentro de ese restaurant buscando a mi hermana, estaba tan asustada y esperanzada. Quizás era la esperanza exactamente lo que me hacía moverme con tanta rapidez. Podía sentir a mis espaldas a Taylor que corría apresurado hablando con alguien por su celular, y a Pierre que hacía hasta lo imposible por alcanzarme.

Todas mis esperanzas se disiparon con brusquedad al ver a mi hermana haciendo un gran esfuerzo por seguir en pie dentro de ese lugar. Su rostro, frío y apagado como había estado todos estos años, solo hicieron que el dolor se acomodara de nuevo en ese lugar en el que había estado desde hace tanto tiempo, ese lugar del que parecía que nunca se iba a ir...

-Alice... Ella... Se ha ido...Yo, yo, no puede hacer nada... No me reconoció... ¡No lo hizo maldita sea! –Mi hermana, desesperada e histérica, estrellaba su puño contra una de las puertas de aquel tocador. Yo, escuchaba con tanto esfuerzo, dudando en abrazarla o echar a llorar,

¿cuándo iba a terminar todo esto? – ¿¡Cómo es posible que no me haya reconocido!? ¿¡Cómo!? Después de todo lo que hemos pasado, después de lo mucho que la he buscado, ¿¡Cómo!? ¿¡Cómo se atreve a decirme que no sabe quién soy!? –Mi hermana se derrumbaba mientras yo corría a abrazarla.

Empezaba a llorar amargamente, con dolor, con rabia. La mujer que amaba había estado con ella hasta no hace mucho pero simplemente había decidido irse, simplemente había olvidado esa parte de su vida en la que nosotros éramos los protagonistas, esa parte de su vida en la que nosotros éramos su familia; ahora éramos nada, ahora éramos nadie. Sentí una profunda punzada de decepción recorrer todo mi ser, acaso, ¿esto era todo? ¿Habíamos perdido a Katie? ¡No podía ser! ¡No debía!

-Alejandra, cariño, ¿Qué fue lo que pasó? Necesitamos hacer algo, necesitas calmarme y decirme exactamente todo lo que dijo Katie, lo que tú dijiste, ¿qué fue lo que hablaron? —Intentaba hablar con ella, tratando de buscar una estúpida explicación que me ayudara a entender por qué demonios Katie nos veía como unos completos extraños. Vi a mi hermana tomar dos largos suspiros, tragándose sus propias lágrimas, mientras yo con esfuerzo nos sostenía a ambas en pie.

-¡No lo sé! ¡Maldita sea no lo sé! Entré a este lugar mientras ella estaba mirándose en aquel espejo... Se veía tan hermosa Alice, quizás mucho más de lo que podía recordar, mis memorias, ¡todas ella no le hacían justicia en absoluto maldición! –Señaló el vidrio de cuerpo completo que estaba frente a nosotros –Hablé con ella, le dije lo que significaba, demonios ¡le dije quién era! ¡Y no sirvió de nada! ¿¡Entiendes!? ¡Todo fue en vano! Ella se fue, me dejó sola de nuevo, ¡se volvió a llevar mi vida con ella Alice, qué estupidez! –Terminaba de hablar, con una sonrisa irónica en su rostro mientras gruesas lágrimas recorrían sus mejillas; desfogaba su ira y frustración volviendo a golpear una de aquellas puertas de ese lugar,

¿importaba tener que reparar el baño a nombre de los Anderson? No, claro que no importaba, ¡a quién le importaba un estúpido baño!

-¡No puedo creerlo! Pensé que a ti sí te reconocería... ¿Cómo es posible que haya perdido por completo la memoria? ¿¡Cómo!? –Y la esperanza moría mientras mi mente se empeñaba en recordarme que era mucho más que posible que todos tuvieran razón, que solo fuera una coincidencia, que no fuera Katie, pero aquella mujer, ¿podría ser en realidad una impostora? Me negaba a creerlo, la parte de mi corazón que la amaba seguía convencida de que era ella, no podía ser diferente, no debía ser diferente – ¡No logro concebir que ella no sea Katie, no puedo! –Y me arrimaba con fuerza hacia una de las paredes de ese baño

No me había fijado hasta ese momento, pero tanto Pierre como Taylor hablaban entre ellos justo al filo de la puerta. El rostro de Pierre era un poema mientras que el de Taylor estaba completamente exaltado. Quizás y su rostro reflejaba únicamente lo mismo que el rostro de Alejandra, y en algún momento...

-¡Maldita sea! ¿¡Cómo es posible que no lo haya visto antes!? ¡Tienes razón Pierre, sí que la tienes! ¡No puedo creerlo, no puedo! Eso explicaría tantas cosas... –Tanto Alejandra como yo nos quedábamos de piedra mientras esperábamos por una explicación que sencillamente no llegaba. Pero no había tiempo, no teníamos tiempo para ser delicadas.

Alejandra, moviéndose con dificultad, avanzó hasta donde estaba Taylor; gritándole aún a pesar de que tan solo con que hubiera hablado él la habría escuchado perfectamente.

-¿De qué estás hablando Taylor? ¡Maldita sea, habla de una buena vez! ¡No podemos seguir perdiendo el tiempo mientras la mujer que amo posiblemente desaparece de mi vida nuevamente! –Un dolor profundo se apoderó de mí en ese momento, no solo íbamos perder a Katie; Mairím, mi sobrina, se iba a ir con ellas. ¡No maldita sea, no de nuevo! La desesperación me embriagaba nuevamente, haciéndome caminar al mismo lugar en el que estaban tanto Pierre, como Taylor y Alejandra.

-Pierre, ¿qué es lo que está pasando? ¿Por qué Taylor se puso así? – Tomaba a mi esposo con brusquedad por el brazo obligándolo a mirarme, pero él tenía la mirada lo suficientemente perdida para no decir absolutamente nada.

Ambos, tanto Taylor como Pierre seguían congelados con la vista perdida. Yo, más que por desesperación que por otra cosa, empezaba a seguir el ejemplo de mi hermana, ¿Qué podría ser peor que nos hubieran quitado aquella parte de nosotros que más amábamos?

-¡Maldita sea Pierre! ¡Dinos qué demonios está pasando! –Pierre me dedicaba una larga mirada antes de ver a Taylor en un gesto de complicidad otorgándole la batuta para que empezara a hablar. Alejandra estaba tan desesperada como yo, quizás por eso Taylor necesitó más voluntad para empezar a hablar.

-Alice, solo hice lo que me pediste, ¿recuerdas? –Y mi mente se empeñaba a momentos en tratar de encontrarle sentido a lo que Taylor me decía, pero seguía pesada, lenta, extraña... –Busqué todo con respecto a la casa de la que me hablaste hace unas horas, se encuentra a nombre de Lauren Wilson... –Y Taylor tomaba un largo respiro mientras su cara cambiaba desproporcionalmente, pero ¿por qué se ponía así?

-¿Y qué tiene que ver que pertenezca a Lauren Wilson? ¿Acaso nosotros... – Y no pude hablar más. Alejandra empezaba a gritar completamente histérica mucho más de lo que había estado hace un momento. Pierre, me miraba con cara de consternación mientras Taylor no dejaba de apretar la mandíbula con fuerza.

-¡Dime que no es verdad Taylor! ¡Dime que no es cierto! ¡No puede ser maldita sea! ¿¡Todo esto es por Nicole, todavía!? –Alejandra volvía a golpear con fuerza la puerta de aquel baño mientras veía como una mujer joven que había decidido pasar por ese lugar simplemente decidía que no era una buena opción entrar y se alejaba de ahí completamente despavorida.

Tomé varios segundos en entender por qué mi hermana se ponía así, ¿Qué tenía que ver que la dueña de esa casa se llamara Lauren Wilson? De momento sentí como mis piernas flaqueaban y me sentía sumamente enferma, ahora lo entendía todo. Wilson, ¡Wilson maldita sea! La misma familia Wilson que había lastimado a nuestra familia gracias a Nicole, la misma familia Wilson que había hecho que yo decidiera apoyar la loca idea de Katie de desaparecer de nuestras vidas, ¡la misma familia Wilson!

-¿Estás queriendo decir que esa mujer es familia de Natasha Wilson? ¿La misma mujer que años atrás provocó todo lo de Nicole? ¿La misma mujer que hizo que Katie se fuera de nuestras vidas? –Hablaba con pesadez, con dificultad, con dolor. Alejandra seguía de piedra a mi lado, completamente perdida, desesperada. Sabía qué era lo que estaba pensando, empezaba a echarse la culpa nuevamente por todo esto.

-¡Ellas son hermanas! Lauren y Natasha Wilson son hermanas... Me lo acaban de confirmar hace un momento mientras hablaba con Pierre. Ella es quién ha mantenido a Katie en este lugar hasta ahora. Katie sufrió un grave accidente, fue Lauren Wilson quien la salvó... Lo peor es... –Y Taylor no hablaba. Su cara, demacrada y asustada, no ayudaba en lo absoluto.

En algún momento pude observar como mi hermana se sostenía con esfuerzo mientras su rostro, perdido y agobiado cambiaba por un rostro lleno de furia y dolor. Yo me mantenía en pie como podía, ahogando los gritos desesperados que salían de mi cabeza a cada segundo que pasada, ¿lo peor? ¿¡Qué era peor que esto maldita sea!?

-¿Qué es Taylor? ¿Qué pasa? ¿¡Qué es lo que no nos quieres decir!? –Y era yo quién hablaba esta vez. Totalmente desesperada, intentaba escuchar con esfuerzo, con rabia, con dolor. Mi mejor amiga, mi sobrina, ¡no podíamos quedarnos aquí sin hacer nada!

Esta vez fue Pierre quién empezó a hablar, lento, pausado, tan desesperante. Se me antojó tan absurdo tener que seguir así, ahí, sin hacer nada. Por primera vez desde que lo conocía lo odie por la mínima milésima de segundo que perdía y que posiblemente significaba volver a perder a mi familia.

-Ellas están casadas Alice. Katie no recuerda nada, su nombre ahora es Catherine Black. Ya no es quién conocimos, ella es... otra persona Y Pierre me miraba completamente resignado, triste.

Yo no podía respirar, era absurdo intentarlo. Una parte de mí, seguía pensando en cada una de las posibilidades mientras la otra asimilaba lo mucho que nos habían quitado, la vida que se habían llevado de mi familia. La felicidad que se había quedado en el camino en un vano intento de alcanzar algo que era sencillamente imposible de lograr, ¡ser felices!

-No, no puede ser... ¡No puede ser maldita sea! Katie, mi sobrina, no podemos, no debemos... –Y me dejaba caer en los brazos de Pierre, mientras observaba como mi hermana recuperaba la postura y empezaba a salir de ese lugar.

-¡Nadie va a volver a quitarme mi familia! ¡No lo voy a permitir! –Alejandra caminaba con brusquedad, mientras Pierre, Taylor y yo la seguíamos a la distancia. La vida te demuestra que las cosas pasan porque deben de pasar, en mi caso, todo había sido tan absurdo. Vi a mi hermana montarse al auto de un brinco mientras aceleraba con fuerza - ¡No me van a volver a quitar a mi familia, esta vez, no lo lograrán! –el motor de aquel vehículo empezaba a quejarse con brusquedad mientras avanzábamos compitiendo contra las manecillas de un reloj por el horizonte.


_______________________________________________________________________

Mis manos temblaban mientras mi corazón se empeñaba en dejar de latir. Mis ojos veían con dificultad, y mis pies me mantenían aun estática en ese lugar sin fuerzas para moverme, sin fuerzas para seguir. Mi mente, extraña y confusa desde hace tanto tiempo, había dado paso a memorias tan vividas que simplemente era imposible no sentirlas como mías, como propias. Mis ojos lloraban lágrimas que no salían y a cada momento sentía como la desesperación, la rabia y la furia se apoderaban de mí.

¿Qué sentía en ese momento? ¿Cómo te sientes cuando te das cuenta que te han robado todo? Tu vida, tu futuro, tu pasado, tu amor, tu voluntad, tus deseos de vivir. ¿Cómo te recuperas de algo así? ¿Cómo entiendes que lo que viviste era una mentira? ¿Qué simplemente construiste castillos sobre bases de cartas que en ese momento habían caído inopinada y desproporcionadamente en picada? Catherine, Kathleen... ¡Nos quitaron todo!

Seguía de pie por voluntad, por fortaleza. Por mi hija, mi hija, ¿¡cómo no me di cuenta antes!? Sus mismos ojos, su mismo cabello, su misma inteligencia. ¿Era yo la única afectada en todo esto? Quizás y el odio no es suficiente cuando te das cuenta que no solo te han herido a ti, sino que también lastimaron a su paso a gente que significaba tu vida misma sin ningún tipo de remordimiento.

Dudaba entre moverme, entre correr. ¿Hablar? No era una opción. Sentía un nudo en la garganta que era solo acentuado por la decepción y la rabia que sentía. Asco, sí asco. Sentía asco de mí misma al darme cuenta que había amado con desesperación a una mujer que no era más que mentiras dibujadas sobre lienzos tan finos como hermosos; me había dejado embaucar tan fácil, pero, ¿era mi culpa? Quizás no, pero no podía sentirme más que culpable y completamente miserable.

¿¡Qué iba a hacer ahora!? ¿Cómo recuperaba mi pasado después de algo así? ¿Cómo era capaz de devolverle a mi hija y a mí misma una vida que ya no era nuestra desde hace tanto tiempo? ¿Cómo iba a decirle a la mujer que amaba, que seguía amando, que me había dejado engañar de una manera tan infame y sublime? ¿Qué simplemente había sido un títere, una marioneta, sin opciones, sin pasado, sin presente, sin futuro?

Me sentí mucho más que enferma. El dolor y el miedo que me recorría no hubiese sido capaz de curarse bajo ningún concepto. No tenía palabras, no tenía voluntad, lo único que tenía era tanto miedo de haber perdido aquello que siempre había amado por algo que yo nunca había pedido, por decisiones que nunca habían sido mías, por circunstancias que nunca habían estado bajo mi control.

Me agaché con esfuerzo al piso, tomando con delicadeza aquellas joyas que había dejado caer hace poco. Seguía escuchando a Lauren, que sabiamente se había quedado en la puerta de aquel estudio. Por mi mente pasó la idea de qué se estaba preguntando una y otra vez, quizás cómo demonios iba a volver engañarme de la misma manera que me había engañado tantos años. Una manera mucho más que tonta si se me permitía opinar.

Mi conciencia no podía dejar de preguntarse qué era lo que iba a tratar de venderme ahora. Quizás en alguna parte de su mente esperaba que todo fuera un sueño, que yo siguiera tan perdida como antes, ¿importaba que me amara en ese momento? Ya nada importaba de ella, nada.

Tomé aquella cadena, acomodándola con esfuerzo en mi cuello, saqué de mi mano aquel anillo de casada que me había acompañado más de 4 años, mientras deslizaba con lentitud aquel hermoso anillo de diamantes que Alejandra me había dado por nuestro compromiso.

Estaba igual que hace tantos años, me sentía igual que hace tantos años, no porque no supiera quién era, no porque no tuviera nada, ahora sabía quién era y qué era lo que necesitaba. Pero estaba igual, porque aunque quería, porque aunque quisiera, reclamar ahora aquello que había sido mío se antojaba tan extraño y absurdo. Dolor punzante y agonizante recorría mi cuerpo de pies a cabeza mientras aquellos hermosos ojos azules no dejaban de mirarme a través de mis recuerdos.

¿Cómo dejas de amar a alguien con la que has vivido tantas historias en tan solo unos segundos? No podía odiar a Lauren, no podía. Quizás y por eso aún me encontraba ahí tratando de encontrar una solución, una idea,

¡una vida maldita sea! Me sentí vacía por meses, hoy llevaba tanto por dentro, pero aun así en ese momento me sentí mucho más sola y perdida de lo que nunca había estado...

-Catherine, ¿te encuentras bien? Puedo explicarte todo, déjame hablar contigo, yo... –Lauren, Lauren hablaba mientras la parte consciente de mi cerebro aislaba por un momento su voz. ¿Importaba lo que tuviera que decir? Por supuesto que no...

Me di la vuelta con lentitud mientras llevaba en mi mano derecha aquel anillo de matrimonio que había sido mío y en la otra mis documentos reales, esos que certificaban que toda mi vida simplemente había sido una completa farsa.

Lauren, arrimada a la puerta, me veía con un completo gesto de susto y terror. Una parte de ella, la que me amaba, me veía y necesitaba tanto correr a mí, la otra la inteligente, se mantenía al margen huyendo de lo que quizás sería la peor decisión de su vida. Kathleen, honestamente no creo que vaya a poder odiarla. Es mejor que me siente, ¡resuelve esto tú sola! todo esto es demasiado para mí.

Camine con lentitud, tan despacio que dolía. No podía apartar mi mirada del rostro de Lauren por más que me empeñaba. ¡Cómo cambian las cosas de un momento a otro! hasta hace unas horas hubiera dado mi vida por ella, ahora lo único que quería era dejar de verla, alejarme de ella, alejarla de mi hija.

Quizás su peor decisión era también llevada por la desesperación, la valentía, el amor... Quizás y por eso decidió mal al querer tomarme por el brazo cuando pasé justo a su lado, quizás y era eso lo único que necesitaba, quizás y era esa mi motivación...

-Por favor no te vayas, solo déjame hablar contigo. No es lo que crees, te juro que no, por favor Catherine, dame una oportunidad, por nosotras, nuestra familia, nuestra hija... – ¡Oh! En otro momento aquellas gruesas lágrimas que corrían por sus mejillas me hubieran hecho sentir mucho más que miserable, pero ahora, se me antojaban tan necesarias.

-Te rogaría que no me tocaras... –Me liberé con fuerza de su mano, ella dejó caer pesadamente su brazo a un lado de su cuerpo –Solo quiero irme de aquí y no volver a verte nunca más por favor –Empecé a caminar lentamente, sabía que no iba a ser tan fácil, lo sabía, pero, ¿acaso no se pueden tener esperanzas en esta vida? ¡No puedo creer que Lauren nos haya hecho algo así! No puedo...

-¡No puedo dejar que te vayas, no sin que me escuches! –No había avanzado más de tres pasos lejos de ese estudio, cuando ella empezó a hablar. La parte masoquista de mí, me había paralizado. ¡Necesitamos saber que pasó! estúpida conciencia ¿por qué demonios no se callaba? ¡No! ¡Tenía que seguir hablando de una manera siempre tan enfermiza! –No todo es como lo imaginas, ¡por Dios Catherine, solo escúchame! –Seguía de espaldas a ella. ¿Cuánto me iba a durar el autocontrol? Yo misma no me daba más de unos minutos.

-Mi nombre es Kathleen, no Catherine... –No podía hablar más. La fuerza se iba a cada paso que daba, recordar que había perdido todo por segunda vez hacía insoportable tan sólo el mantenerme en pie; saber que Alejandra nunca más iba a querer verme, que era nadie, que era nada. La idea de ya no significar más que un recuerdo para ella me destrozaba por dentro.

¿Tiempo, qué era el tiempo? Yo lo había perdido todo, incluso eso.

Sentí a Lauren caminar nuevamente hacia mí. Aunque no quería, aunque me causara asco, volvió a poner sus manos sobre mí. Todo el autocontrol, toda la fuerza todo, en ese momento perdí absolutamente todo el valor que me quedaba, ¿¡por qué no podía dejarme ir!?

-¡Te pedí que no me volvieras a tocar maldita sea! ¿¡Quién demonios te crees que eres!? ¿¡Me quitas todo y ahora me exiges que hable contigo!? ¡Vete al diablo! Eres una porquería de persona –Me di la vuelta para verla.

Sus hermosos ojos verdes, llenos de lágrimas, me miraban con esfuerzo a través de esas largas pestañas. Su vestido, completamente desorganizado, ayudaba a que se viera tan poca cosa en ese momento. Se veía tan vulnerable, pero aun así, lo único que podía sentir era desprecio, rabia, asco.

-¡No quiero volver a verte nunca más en lo que me reste de vida! ¡Ni mi hija ni yo seremos parte de tu vida, solo eres una maldita farsa! –Me solté de su brazo con brusquedad, intentando caminar lejos de ahí, al cuarto de mi hija, pero no podía ser tan fácil, nunca era fácil cuando se trataba de mí. Era mi especie de karma o algo así.

-¿Y qué vas a hacer Kathleen? ¿¡Regresar con Alejandra!? –Me paré en seco sintiendo como mis piernas simplemente dejaban de moverse. Esa era la pregunta que precisamente había estado evitando tanto contestar. Sabía la respuesta, la sabía. El dolor es innegable cuando te das cuenta que tus esperanzas simplemente han muerto. Ella ya no nos va a querer Kathleen, ya para ella sólo somos un estúpido recuerdo.

-Vamos, ¡Contéstame! ¿Crees que ella va a querer volver contigo después de que has vivido conmigo más de cinco años? ¿Después de que te has acostado conmigo tantas veces? ¡Eres una ingenua! ¡Ella nunca va a perdonarte! Y ahora simplemente te enteras de la verdad, y ¿qué haces? ¿¡Sales corriendo a buscarla!? –Lauren empezaba a reír con tanta ironía que dolía.

Mientras Lauren gritaba aquel discurso mal escrito a viva voz mis piernas habían empezado a moverse sin que tan siquiera me hubiese dado cuenta; reaccioné por impulso cayendo en cuenta del lugar al que me habían llevado mis pies cuando estampé una sonora bofetada en la cara de Lauren. La desesperación había dado paso a la bendita valentía, tal como aquella vez, como aquel día...

-¡Eres una basura, una completa porquería! ¿¡Cómo te atreves a hablarme así!? ¿¡Con qué derecho me quitas mi vida y encima vienes a decirme esto!? ¡Eres lo peor que me ha pasado! ¡Te odio Lauren Wilson, te odio!– Arrojé con fuerza el anillo que aún llevaba en mi mano sobre ella, mientras daba la vuelta y avanzaba con desesperación al cuarto de mi hija. Quizás no había andado lo suficiente, o simplemente Lauren también había perdido cualquier tipo de miedo o consideración que podría haber llevado encima, pero no duré mucho en escucharla hablar nuevamente con insistencia y dolor. Su voz empezaba a escucharse nasal y estridente, lloraba, sí que lo hacía.

-Sabes que te he salvado la vida dos veces ¿verdad? ¿Qué si no fuera por mí ya no estarías aquí? –Me paralicé de inmediato, ¿dos veces? ¿¡De qué demonios hablaba!? Mi conciencia insistía en que debía irme, lo antes posible, inmediatamente, pero mi corazón, ese seguía pensando que querer a Lauren aún era una opción –Si no hubiera sido por mí, probablemente mi hermana Natasha ya te habría matado, probablemente... —Sentí como se cayó de golpe, había hablado más de la cuenta. ¿Dijo Natasha? ¿Hermana? Kathleen esto, esto...

Mi mente: pesada, aburrida, agobiada, insistía en atar todos los cabos que podía; organizaba, revolvía, ordenaba, pensaba, hablaba, se callaba... En algún momento, aquel ya conocido clic en mi cabeza se juntaba de inmediato. Los baldes de agua helada eran una comicidad en comparación con lo que yo sentí cuando por fin di de porrazo contra el piso gracias a la verdad, mis piernas ya no temblaban, por el contrario, me había quedado paralizada, inmóvil, estática.

Mi consciencia me repetía una y otra vez que aquella mujer era una Wilson, ¡Wilson! Mientras mi yo interior se empeñaba en decirme que no era verdad, ¡que no podía ser verdad! De momento, la rabia y la furia se volvieron tan grandes como mi dolor, ¡no podía creerlo! Las palabras salían pesadas de mi boca mientras me daba la vuelta para verla nuevamente.

-Tú... ¿Tú eres hermana de Natasha Wilson? Tú lo sabías ¿verdad? ¡Tú siempre lo supiste! Siempre supiste qué significaba esa mujer en mi vida, ¿No es así? ¡Siempre lo supiste maldita sea! ¿¡Y te atreviste a jugar conmigo, a hacerme parte de este teatro!? –Y exploté, ya no importaba nada ni nadie, los últimos 5 años habían sido una mentira – ¿¡Cómo pudiste hacerme todo esto, cómo!? ¡Se suponía que me amabas! ¡Creía que me amabas! ¡Se suponía que yo te amaba! Ella me quitó todo, ¡todo! Hizo pedazos mi vida, mi familia. ¡Por ella dejé a Alejandra, por ella lo perdí todo! ¿¡Y ahora resulta que tú eres su hermana!? ¡Maldita ironía del destino! –Empecé a caminar de regreso sintiendo los pedazos de mi corazón mientras saltaban a cada golpe seco de mis afilados tacos contra el suelo.

Avancé con desesperación al cuarto de mi hija. Tomé un par de bolsos de los que Maca había preparado. A mi paso agarré un par de cobijas, todo lo que creía que podía hacerme falta para llevarme a mi bebe de ese lugar mientras Lauren seguía hablando a mis espaldas.

-¡Yo solo te defendí! ¡Traté de protegerte! Te he amado desde la primera vez que te vi, ¿¡Cómo es posible que lo dudes, cómo!? –Y la escuchaba mientras me movía a la velocidad de un rayo dejando desbaratado el que alguna vez había sido el cuarto de mi hija, de nuestra hija. Dejé a Mairím para el final, enredándola en mis brazos mientras ella dormía plácidamente.

Las lágrimas caían pesadamente por mi rostro, mientras caminaba fuera de ese lugar. Avanzaba con decisión por aquella casa muy a pesar de la renuencia de mis zapatos replicando contra el pulido piso flotante. Un tornado entró en aquel estudio que tantas veces también había sido mío, tomando mi bolso casi que corriendo. Escuchaba a Lauren replicar incesantemente sin ninguna señal de querer dejar de hacerlo, entendí en algún momento que mencionó a mi hija, mientras decía que ella siempre me había amado, que ella sólo me había ayudado, que me había salvado, que siempre había luchado por mí, incluso antes, desde siempre.

Salí corriendo rumbo al patio o al menos intentaba que pareciera eso. Los zapatos cada vez eran más difíciles de maniobrar, no sabía si era por las lágrimas tan acentuadas que recorrían mi rostro o por el peso de mi hija y las cosas que llevaba encima. Entre las lágrimas y el dolor llegar al auto fue casi una imposibilidad. Tomé el primer auto que encontré. No me importaba, solo necesitaba salir de ahí lo antes posible. Podía sentir a Lauren correr detrás de mí, y en algún momento me pareció escuchar a Maca también. Arrojé las cosas sobre el asiento del copiloto de una forma tan pesada como dolorosa, acomodando a mi hija lo mejor que las lágrimas y la desesperanza me permitían hacer. Dejaba atrás años de mi vida, ya no había nada, ya no existía nadie. Encendí el auto lo más rápido que pude, mientras veía a esa casa que había sido mía por tanto tiempo y aceleraba sin compasión.

________________________________________________________________________

Narra Alice...

El destino te juega muchas malas pasadas. Las casualidades se vuelven necesidades mientras te das cuenta que por más que te empeñas en creer en algo, hacerlo al final, es imposible. Todo pasa por alguna razón, incluso algo tan inverosímil como la muerte, quizás por eso aún guardaba mis esperanzas, quizás por eso aún a pesar de todo seguía confiando ciegamente en recuperar a mi familia, sin que importara nada.

-¡Aún no puedo creer que todo esto sea verdad! ¿¡Cómo es posible que esa mujer nos siga haciendo daño después de tantos años de su muerte!? ¡Es que no lo puedo creer! –Pierre me abrazaba nuevamente mientras yo no podía dejar de pensar en cómo una persona puede cambiarte tanto la vida, y no solo eso, también tu futuro.

Taylor manejaba velozmente a través de toda la ciudad. Alejandra iba a su lado con tanta desesperación que dolía. Pierre no se había movido de mi lado desde que salimos de aquel restaurante y yo, yo solo rogaba que a estas alturas mi mejor amiga y mi sobrina no estuvieran fuera de la ciudad. La idea dolía, orillarnos a tener que empezar de nuevo desde cero simplemente era una imposibilidad demasiado perversa para pensar en ella.

-¡Apresúrate Taylor, no tenemos mucho tiempo! Si no nos damos prisa, esa mujer se volverá a llevar a mi familia lejos de mí, a la mujer que amo, a mí hija, ¡maldición no de nuevo! –Alejandra daba un golpe seco contra el cristal, mientras sentía como Taylor incrementaba aún más la velocidad.

-Estamos cerca, es la casa que se aprecia al fondo de la calle... –Y de momento, vimos como la puerta de aquella casa se abría rápidamente mientras un auto aceleraba a fondo y se perdía con rapidez.

-¡Es ella Taylor, la vi! ¡Acelera, es ella! –Mi hermana gritaba dentro de ese auto mientras yo en lo único que podía pensar, mientras seguíamos a Katie era ¿Qué más íbamos a tener que pasar para ser felices? Quizás y todo es un eufemismo, una aseveración errónea, pero de lo único que estaba segura, era de que íbamos a luchar, siempre íbamos a ser una familia, necesitábamos serlo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top