Mentiras verdaderas
"Creo que una de las cosas más fáciles de esta vida es engañar a una persona o a una entidad cuándo quieres. ¿Quién no ha escuchado de los beneficios de tener una más que envidiable aptitud para la palabra? Yo más de una vez me he quedado congelada al darme cuenta de la facilidad que tienen algunas personas para hacerte pensar que estás haciendo tu voluntad cuando en realidad la idea no la has tenido tu sino alguien más.
Te pongo un ejemplo, es el típico caso de la madre regañando al hijo para que vaya a bañarse antes de dormir, ella le da opciones: "puedes hacerlo antes o después de la cena" entonces, aquel muchacho cree que es ÉL quién decide al final, quién tiene la última opción, pero verdaderamente no puede estar más lejos de la realidad. Piensa por un momento, ¿Cuál es en realidad el fin? Que vaya a bañarse, ¡Correcto! Para la madre el tiempo es irrelevante, al final él va a tomar la ducha, la diferencia es que le hacemos creer a aquel niño que la decisión es de él, que él decide cómo y cuándo hacerlo.
En realidad, las mentiras más fáciles de llevar a cabo son aquellas que se dicen en la cara, las que no tienen tantas vueltas, las que no están ocultas en papel celofán sino que simplemente vienen de frente a ti y tu crees que no puede haber alguien tan temerario para engañarte tan tontamente y terminas por creer la farsa que te montan. Te doy un caso personal, alguna vez me pelee con alguien especial y decidida a reconciliarme decidí llevarle rosas a su trabajo.
Por supuesto yo, totalmente en contra de las absurdas reglas del closeterismo (pienso que no es la sociedad la que te impone ser así sino tu misma) llegué a aquel lugar con las rosas en las manos y una absurda cara de arrepentimiento. Lo gracioso fue, que nadie más vio las rosas a parte de mí y la destinataria por supuesto, muy a pesar de que alrededor de nosotras había más de 3 personas.
La gente ve lo que quiere ver, y toma como suya las opciones que quieren tomar. Por un momento piensa, sí alguien te da una idea y tú decides llevarla a cabo, ¿de quién fue al final la idea, tuya o de aquel que te la dio? El ser humano monta ideas equívocas en contra de las personas que piensa que le mienten y no en contra de aquellos que en su cara engañan descaradamente.
Solo recuerda, si vas a mentir, robar o engañar, que sea algo que valga la pena. No siempre el dinero te da felicidad, no siempre un amor es el correcto, no siempre te mata una enfermedad... Al final, engañar o no, mentir o no, es mucho más que una acción, es simplemente un estado de ánimo. Mientras no sepas que te engañan, ¿acaso importa cuál es en realidad la verdad?"
___________________________________________________________
Narra Alice...
Una semana entera había pasado y todo seguía igual. ¿¡Cuándo iba a terminar todo esto!? Noches completas sin dormir, la cabeza en cualquier parte menos dónde debería de estar o dónde se suponía que debía estar, y una estúpida carga de remordimiento y arrepentimiento que no podía sacar de mi cabeza.
Una larga semana, y aún seguía esperando por una llamada que no llegaba, por una noticia que al menos fuera verdad y me tranquilizara, por un mensaje, por una nota, ¡nada! ¿¡Por qué demonios me había prestado para ser parte de este montaje!? Cómo deseaba regresar el tiempo, cómo deseaba haber sido menos estúpida y más valiente.
Ver a Alejandra convertida en un despojo humano simplemente no ayudaba. ¿Cuánto tiempo más podría seguir actuando tan bien? Huyendo de ella, de su dolor, enfocándome solo en el mío. ¿Qué más me faltaba por vivir? ¿Acaso ya la sola idea de haber perdido a mi mejor amiga no era suficiente? Y no era solo eso, era mucho más...
Empezaba a preguntarme sí todo esto había valido la pena... Aunque, ¡sabía la respuesta! ¡La sabía maldición!, la supe desde el primer momento en que vi a Katie tomar aquel taxi para irse de Paris y regresar a Toronto, decisión que en un momento había apoyado y que ahora sólo era un estúpido chiste contado por un payaso poco profesional.
Había sido participe de una de las mayores idioteces que puede cometer el ser humano, ¡engañar! Solo ahora podía ver que existían más opciones y que yo debí de haber defendido a mi familia de todo esto, que debí de haber llevado sobre mí el papel que siempre me había gustado representar, el de la hermana y amiga sobreprotectora capaz de hacer todo por proteger lo que amaba, no el de una tonta cobarde que había preferido tomar el camino fácil pensando que era el mejor.
No había regresos, no existían retornos. Las cosas habían sucedido de la única manera en la que podían haber pasado y yo necesitaba afrontar el peso de mis acciones. Era en momentos como estos en los que recordaba que uno es esclava de sus propias decisiones. Quizás, lo que más me carcomía era que aún no era tiempo y que el sacrificio que habíamos hecho se había convertido en un esfuerzo infructuoso e inútil, que las lágrimas y el dolor se habían convertido en una mentira más. Simplemente el tiempo de las esperas y las posibilidades había terminado.
Llegué a casa convencida de que no podía perder más tiempo inventando escusas insulsas que me libraran de tener que afrontar lo que se me venía encima. Quizás a veces es mejor herir con la verdad que matar con la mentira, quizás a veces es mejor llorar con una verdad que vivir a punzadas con rastros de mentiras piadosas.
-Hola Annie, ¿has visto a Taylor? Necesito hablar con él –Entraba a casa casi a la carrera. En esta última semana había pasado fuera de ella la mayoría de los días. Ya sea buscando pistas o simplemente alejándome del circo que se habían empeñado en montar tanto Annie como Paúl dentro de casa por lo de Katie.
Por supuesto la única lastimada era Alejandra, que era la que escuchaba cada una de las estupideces que se empeñaban en recalcarle a la cara. El dolor que me causaba escuchar palabras tan idiotas dirigidas hacia una de las personas que más amaba y que era mucho más hermana mía que Alejandra, era sencillamente insoportable.
-Hola Alice, Taylor se encuentra en su estudio... Cariño, deberías ir a ver a tu hermana, no ha salido de su estudio los últimos días. Realmente la veo muy mal, ¡en mal momento se vino a topar con esa trepadora! ¿Quién iba a pensar que iba a ser capaz de hacer algo así?
¡Un lobo vestido de cordero, mentirosa! –Y ahí estaba Annie empezando con la retórica nuevamente. Hoy no estaba para esto, ya habían sido demasiados insultos.
-Gracias Annie, voy a buscarlo –Y Annie me volvía a dedicar esa mirada que lo único que decía era: "¡Cómo puede importarle más esa mentirosa arribista que su hermana!" mientras se iba hacia la cocina refunfuñado con claridad.
Tragué saliva sonoramente, mientras resignada bajaba la cabeza y empezaba a caminar hacia el estudio de Taylor casi arrastrando los pies. Nada más entrar, él se encontraba revisando nuevamente los paquetes que habían llegado a casa hace tan sólo unos días.
-Taylor, ¿tienes listo lo que te pedí? –Taylor puso cara de pocos amigos ante la sorpresa. Tomé un respiro mientras lo veía recobrar la compostura.
-Hola Alice, sí, ya lo tengo listo. Te lo puse todo en este Pen Drive... Por cierto, nunca me dijiste que ibas a hacer con esa información –Taylor depositó en mi mano un diminuto dispositivo.
Le había pedido que recopilara la información de todo lo que habíamos logrado conseguir en estos días, la evidencia de los paquetes que habían llegado antes de que yo estuviera enterada, y lo que había logrado encontrar con Katie. No podía evitar sentirme enferma y extraña al pensar en Katie y en la posibilidad de que necesitara mi ayuda mientras yo estaba aquí sin poder hacer absolutamente nada más.
-Gracias Taylor... Contestando a tú pregunta, creo que es algo obvio, ¡voy a decirle toda la verdad a Alejandra! –La cara de Taylor cambió por completo, no estaba de acuerdo con mi decisión, pero eso era lo que menos me importaba –No puedo permitir que las cosas sigan igual, ya ha sido demasiado. –Me di la vuelta para salir de esa habitación. Taylor venía a mis espaldas. Hablaba entrecortado, preocupado, con un esfuerzo casi sobrehumano.
-¡No puedes hacer eso Alice! No puedes botar todo a la basura, necesitas darme más tiempo para que todo esto se solucione, necesitas confiar en mí. Solo unos días más, es todo lo que necesito, yo... --Me paré en seco sintiendo la rabia recorrer mi cuerpo con furia.
-¿¡Tiempo!? ¿¡Qué te dé tiempo!? ¡Debes estar bromeando! He esperado por una semana entera sin ningún resultado, viendo como mi hermana se consume poco a poco y escuchando como todos destruyen a una de las mejores personas que he conocido en mí vida. ¡No voy a esperar un minuto más! Voy a hacer esto contigo o sin ti, y si pasa algo, esta vez afrontaremos esto como lo que se supone que somos, ¡una familia maldición! –Empecé a caminar nuevamente llena de furia y frustración. Al principio no pude escuchar a Taylor caminar detrás de mí, pero ya sea por Katie, por mí, por Alejandra, o por él mismo, empezó a seguirme lentamente.
Llegué al estudio de Alejandra. Sabía que posiblemente lo que iba a decir y hacer no iba a tener regresos, que muy probablemente iba a terminar sin hermana, pero era lo correcto. Estaba ya cansada de actuar y de mentir. Taylor llegó a mi altura, y empezó a hablar.
-Alice, tienes razón en todo... Solo espero que Alejandra comprenda, aunque estoy más que seguro que nos va a odiar a ambos –Taylor tomó un largo respiro mientras enderezaba los hombros. Jamás lo había visto tan destruido. Quizás y lo había juzgado mal, él también estaba sufriendo.
-Lo sé, pero ese fue un riesgo que corrimos. No hay más que hacer. Necesitamos terminar con todo esto... –Le dediqué una mirada tratando de motivarlo. Asintió con la cabeza mientras yo abría la puerta de aquel estudio.
La escena no podía ser más desgarradora. Mi hermana llevaba la misma ropa desde hace varios días. Completamente demacrada, mucho más que alcoholizada, perdida, desolada. Paúl estaba con ella, desde que se había enterado de lo ocurrido hace tan solo unos días se encontraba en Paris cuidándola. Era obvio, tomando en cuenta que pensaba que yo me había puesto del lado de Katie, del enemigo, y no me importaba su dolor. Para todos en este momento, era una traidora más. Verla así, solo me comprobaba que ya no podía esperar, todo esto debía acabarse... Todos habíamos sufrido mucho más de la cuenta.
-Paúl, vete. Necesito hablar con mi hermana, es algo importante –Entré en esa habitación. Mi hermana estaba sentada detrás del escritorio en el centro del cuarto, Paúl cerca de ella me miró con una absoluta cara de negación.
-¡No voy a dejarte sola con ella! En estos días no has hecho otra cosa excepto abandonarla, preocupada más por aquella traidora que por tu propia sangre. ¡No mereces tener una hermana como Alejandra! ¡Tú también eres una impostora, una traidora, una maldita basura mentirosa! –Paúl se había acercado lo suficiente como para sentir su aliento en mi rostro. En parte lo entendía, lo que él pensaba era lo que todo el mundo pensaba, pero tanto ellos como él estaban equivocados, muy equivocados.
-No voy a discutir contigo, lo único que necesito es que me dejes a solas con Alejandra. Si no quieres hacerlo, creo que tendré que pedirle a Taylor que te escolte fuera de mi casa –No quería tratarlo así, no lo merecía. El solo defendía a su mejor amiga, pero lastimosamente no había más tiempo para delicadezas ni sutilezas.
-¡No te atrevas a sacarme de este lugar! ¡No mereces...
-¡Basta ya los dos! Lo que menos necesito en este momento es que Uds. también hagan mi vida más miserable. Si Alice quiere hablar conmigo, hablará... Por favor Paúl, déjanos solas... –Alejandra se paraba con esfuerzo de aquel sofá caminando hacia mí. La vi caminar en círculos, sin poder seguir una invisible raya recta, súbitamente me sentí aún más enferma.
-¡No puedes estar hablando en serio! ¡Cómo me pides que te deje sola con esta traidora! –Paúl le hablaba a Alejandra, pero me veía a mí con profundo odio. Enderecé mis hombros mientras lo miraba con decisión y orgullo. No podía derrumbarme, no debía. No era una opción que pudiera elegir.
-¡He dicho que nos dejes solas Paúl! Por favor... –Alejandra se acercó a Paúl tomándolo por el brazo, invitándolo a caminar –No espero que entiendas, solo te pido que hagas lo que deseo... Taylor, por favor, escolta a Paúl fuera de mi despacho –Se dirigió a Taylor. Empecé a hablar con rapidez.
-Alejandra, necesito que Taylor se quede. Ambos necesitamos hablar contigo –Caminaba cerca de mi hermana mirándola a los ojos. Paúl estaba tan cerca de mí que podía sentir con claridad el odio que desbordaba. Quizás luego entiendas todo y me perdones.
-¿Taylor?... Ummm... Como desees... –Enredó la mano de Paúl con la suya mientras caminaba rumbo a la puerta.
-Dame solo 5 minutos, te prometo que estaré bien... ¿¡Que más podría pasarme!? –Alejandra empezaba a reír con ironía. Por un momento me recordó a Katie y no pude evitar sentirme enferma. El rostro de Alejandra se endureció de pronto, supuse que ella también recordó sin querer a aquella mujer que amaba.
-Está bien. Regresaré en 5 minutos exactamente –Le dio un beso a Alejandra justo antes de salir, no sin antes regalarme un deliciosa mirada de asesinato.
Alejandra cerró la puerta del estudio y empezó a caminar hacia nosotros. Se podía ver el esfuerzo que hacía por mantenerse en pie. Llegó al escritorio y antes de hablar, tomó un trago de Coñac.
-Bueno Alice, dime ¿en qué te puedo servir? –Se arrimó al escritorio. Me miraba con dolor y una extraña mezcla de repulsión y rabia, no podía culparla. Yo era su hermana, pero también su enemiga, su desprecio solo era parte de algo esperado.
-Tengo que hablarte de lo que pasó. Todo el mundo está equivocado con respecto a Katie –Caminaba hacia ella, pero extrañamente algo me detuvo, quizás era la mirada llena de desprecio que me dedicaba Alejandra.
-¿Y qué es lo que necesitas hablar? –Se paró y caminó más cerca de mí –Alice, eres mi hermana, y te respeto, solo por eso acepté hablar contigo. Pero por favor, no vengas a abogar por aquella mujer, te lo pido. No quiero perder la paciencia, ni tener que desquitar toda mi furia contigo, nada de esto es tu culpa y no sería justo –Me dedicó una sonrisa forzada. Sentí un dolor profundo en el pecho, sabía que no me iba a perdonar por lo que había hecho, no después de todo lo que había sufrido, de lo que seguía sufriendo.
-Alejandra, necesitas escucharme. Todo lo que pasó, todo absolutamente todo no es cierto. Katie nunca te traicionó –Su rostro cambió, y no había cortesía. Cualquier otra persona hubiera salido corriendo de ahí, lastimosamente, yo no tenía más opciones.
-¡Te pedí que dejaras este juego de defenderla! ¡Una cosa es que tú creas que Kathleen es inocente, otra muy diferente es que esperes que yo sea tan idiota para pensar lo mismo! –Me tomó con fuerza del brazo mientras empezaba a caminar llevándome hacia la puerta –Ya he hablado contigo suficiente, ¡vete de aquí antes que haga algo de lo que me pueda arrepentir! –En un ágil movimiento, me liberé de su mano y empecé a hablar de nuevo caminando hacia su escritorio.
-¡Maldición! Es que acaso no me escuchas, ¡te estoy diciendo que Katie es inocente! ¡Ella es inocente!–Vi a Alejandra acercarse con furia hasta dónde estaba.
-¡Deja de defender a esa zorra! ¡Maldita sea, yo soy tu hermana no ella! ¿¡Cómo te atreves a ponerla por encima de mí!? ¿¡Acaso no me has visto sufrir ya lo suficiente como para venir a aquí a burlarte de lo que pasó, de lo que me hizo!? Pensé que Paúl exageraba al tratarte de esa manera, pero veo que tú también eres una idiota más. ¿¡O es que acaso también se acostó contigo y por eso la defiendes!? –Me tomó por el brazo nuevamente. Ya no hablaba, gritaba.
-¡No digas estupideces de las que te puedes arrepentir después! –Intenté liberarme de su agarre, fue imposible. Me sentía como una niña pequeña mientras su mamá la gritaba. Taylor miraba de lejos, perdido. Empezaba a desesperarme, no teníamos mucho tiempo, Katie me necesitaba –Katie sería incapaz de engañarte ¡maldita sea! Como puedes ser tan ciega, tan estúpida tan...--No había terminado de decir la palabra, cuándo sentí una gran fuerza estamparse contra mi rostro. Levanté mi cara aún temblorosa. Alejandra me veía con rabia, pero una parte de ella, aquella que me amaba, empezaba a arrepentirse de haberme golpeado.
-¡Esto es lo que quieres, ¿golpearme?! ¡Hazlo de nuevo entonces! ¡No vas a lograr que deje de hablar! Ya he perdido demasiado tiempo callada, portándome como una cobarde, viéndote destruir tu vida poco a poco por algo que no es verdad... ¡Katie nunca te traicionó! y ¿¡sabes por qué lo sé!? ¡Porque yo estaba con ella maldición! –La empujé con fuerza mientras la miraba con los ojos anegados en lágrimas. Sabía que iba a ser difícil, pero nunca pensé que doliera tanto. No era el golpe en la cara, era el dolor punzante en el alma.
-¡Yo estuve ahí, vi cuándo la golpeaste, vi como la arrojaste contra la cama! ¿¡Me dirás que es mentira!? –Ya no hablaba, gritaba. El dolor se abría a grandes pasos a través de mí, hasta ese momento no entendía lo mucho que estaba sufriendo. Llevaba actuando tantos días que simplemente había olvidado por completo que yo también me estaba muriendo de cierta manera, entre la rabia y el remordimiento.
El rostro de Alejandra cambio por completo, entre la confusión y el dolor. La confusión por darse cuenta de que sabía algo que solo ella y Katie se suponía que habían vivido, y dolor por recordar nuevamente aquella escena que no la había dejado sola los últimos días.
-Ella solo fingió acostarse con Odette, ¿¡Cómo pudiste creer que de verdad ella te había engañado!? –Caminé hasta dónde ella estaba, ya no había poder que me callara – ¡Todo fue una mentira, todo! Una mentira organizada por mí, Taylor y la propia Katie. ¡Ella se sacrificó por ti maldita sea! ¡Para mantenerte con vida! –Alejandra me miraba en estado de shock, pero en algún momento resurgió la duda, lo supe cuando sus ojos se ensombrecieron aún más de lo que era posible.
-¡Eres una maldita mentirosa! ¿¡Hasta dónde vas a llegar para defenderla!? ¿¡Ahora te vas a inventar toda esta historia para que la perdone!? ¡Lárgate de aquí, no quiero verte! ¡Vete de mí casa! ¡Vete y déjame sola! –Sentí un profundo dolor dentro de mí, esto era un golpe bajo, que me echara de su casa.
-Bueno si quieres que me vaya perfecto, ¡me iré! Pero primero te diré un par de cosas... ¡Eres una perfecta idiota, una estúpida que tiene miedo de afrontar la verdad! Katie nunca te engañó, ¡nunca! todo fue una mentira. Querían hacerte daño y ella se sacrificó para mantenerte con vida, ¡porque si se casaba contigo iban a matarte, en venganza por la muerte de Nicole! –Alejandra me veía sin palabras, completamente devastada.
En algún momento de la discusión, se había agarrado con fuerza del filo del escritorio. Quizás el licor estaba causando estragos o simplemente era el hecho de que al parecer, su vida se empezaba a desmoronar una vez más. Hasta ahora el odio la mantenía en pie, la rabia, el dolor. Pero si ya no había necesidad de sentir eso, ¿qué iba a ayudarla? Empecé a sentirme nuevamente la peor de las basuras, quizás había esperado demasiado tiempo, quizás nunca debí de ser partícipe de todo este montaje. Lo peor era ver a Taylor completamente callado mientras el mundo se me venía encima.
-Y ahora ella está allá afuera sola y perdida, ¡porque desde el día del hotel no he podido hablar con ella! Nunca llegó a Toronto ni a ninguna otra parte, ¿¡entiendes!? –Todo el dolor que llevaba por dentro me impedía seguir ocultando otro secreto más – ¡Esta allá afuera sola, sola y con mi sobrina en su vientre maldita sea! – ¡Oh! Ese también era un golpe bajo.
Ya no cabían las promesas, ni las mentiras. Katie me había pedido guardar el secreto, ¿pero acaso importaba? Llevaba una semana perdida, no sabía nada de ella desde ese fatídico momento en el que nos habíamos graduado de actrices profesionales. Ni Taylor ni yo habíamos logrado dar con su paradero, parecía que la tierra se la había tragado. Tanto ella como mi sobrina estaban solas a su suerte, mientras yo estaba aquí tratando de que mi hermana reaccionara.
Pero ella estaba ahí, estupefacta transformada en una piedra. No decía nada, no se movía. Su cara era un poema, y yo me sentía sin opciones, vacía, desesperada. No podía dejar de pensar en Katie y en aquella niña que había jurado proteger. A estas alturas simplemente, había decidido jugármela por completo.
-¡Si no quieres creerme, perfecto! –Saqué el pen drive que llevaba en mi bolsillo y se lo arrojé –Ahí están todas las pruebas que necesitas. Y ahora cumpliré con lo que me pediste, ¡me largo de esta casa! ¡No puedo seguir viendo como destruyes tu vida por una mentira! Si no me crees es tu problema, Taylor puede confirmarte cada una de las cosas que te he dicho, ¡porque él también estaba al tanto de todo! –Me acerqué a ella, que seguía inmóvil, pero con los ojos tan abiertos como platos —Le prometí a Katie que las protegería tanto a Ella como a su bebe, ¡mi sangre por Dios! Y en cambio, ¡estoy aquí tratando de que reacciones maldita sea! ¡De qué abras los ojos y dejes de comportarte como una idiota!
-¡Puedes preguntar lo que necesites, llamar a quien gustes, todo, absolutamente todo lo que te he dicho es verdad! –En ese momento sentí la puerta del estudio abrirse. Paúl entraba a la carrera directo hacia mí, completamente enaltecido.
-¿¡Qué demonios crees que estás haciendo!? ¿¡Que escusa idiota estás planeando ahora para defender a esa perra!? –Llegó a la altura de ambas, y yo más por rabia que por otra cosa, esta vez reaccioné a los insultos de Paúl regalándole una sonora cacheta en su rostro.
-¡No te atrevas a volver a tratar así a Katie! ¿¡Te ha quedado claro!? ¡Ella es mucho mejor persona que tú, que Alejandra, o incluso yo! –Me alejé de él, viendo como soportaba con gran esfuerzo las ganas de devolverme el golpe que le había propiciado.
Taylor me veía estupefacto, mientras Alejandra seguía inmóvil como piedra. En algún momento mientras salía de aquella habitación tuve tanto miedo de que después de esto me hubiera quedado sin nada de mi familia, pues ahora no tenía a Katie, a mi sobrina, ni mi hermana. Sentí un profundo dolor que se acrecentaba a cada paso que daba lejos de Alejandra.
-¡Hubiera sido perfecto que al menos dijeras media palabra! –Me dirigía a Taylor, sencillamente me había decepcionado. ¿Acaso era mucho pedirle que dijera la verdad? Por supuesto que era demasiado, era aceptar que había fracasado en su mayor propósito, proteger a ésta familia --¡No eres más que un perfecto cobarde, un estúpido cobarde!
Me di la vuelta para hablarles a todos justo antes de salir de ese lugar con destino a mi habitación, no podía perder más tiempo. Había hecho lo que podía, lo único que me quedaba era seguir buscando a Katie, tenía que al menos cumplir esa parte de mi promesa. Había decepcionado a mí mejor amiga una vez más, ¡y pensar que ella confiaba en mí porque creía que era a mí a la única que Alejandra iba a creerle! Katie no podía haber estado más equivocada.
-¡Todo esto también es culpa mía, pero Uds. solo son unos cobardes incapaces de reaccionar, no tengo más que hacer aquí! --Exploté justo antes de salir. Caminé fuera de esa habitación. No tenía tiempo, no. Quizás había sido demasiado cruel, quizás mi hermana me necesitaba mucho más ahora de lo que me había necesitado nunca, pero extrañamente, la única que me importaba era Katie, Katie y aquella niña que era mi sangre y que llevaba en su vientre.
Subí a la carrera, no podía perder tiempo. De alguna manera u otra tenía que dar con Katie, no tenía más opciones...
______________________________________________________________-
Narra Alejandra...
Me encontraba entre aquella parte que tanto describen los psicoanalistas. Una parte de mí, la de mi corazón, la que aún seguía enamorada se empeñaba tanto por creer todo lo que Alice había dicho, pero la otra parte la que estaba hecha pedazos me seguía repitiendo que todo no era más que una estúpida farsa y que probablemente tanto Alice como Kathleen se habían juntado para hacer mi vida más miserable.
Extrañamente, la borrachera había desaparecido por completo. Lo único que podía repetirme una y otra vez a mí misma era que si todo era verdad, Kathleen estaba embarazada, perdida, y yo aquí como idiota sin hacer nada más que destruyéndome en lugar de hacer algo por ellas.
Me agaché con lentitud a tomar el Pen Drive que Alice me había lanzado. Lo tomé con esfuerzo y extrema delicadeza. Por si no fuera poco que mi cabeza me estuviera dando vueltas, mi corazón se empeñaba en repetirme una y otra vez que todo lo que Alice me había dicho era verdad, y que yo en realidad era una completa estúpida.
Escuchaba a Paul a lo lejos, mientras seguía gritando luego de que Alice desapareciera por la puerta. Yo caminaba mecánicamente hacia mí escritorio buscando mi computador. Me sentía completamente aterrorizada, pues aunque pareciera ilógico siempre había pensado que podría vivir en un mundo donde a pesar de que Kathleen no estuviera conmigo al menos supiera que era feliz con alguien más. Pero ahora estaba aquí debatiéndome entre seguir viviendo en la miseria regodeándome de mi desgracia o afrontar que probablemente Kathleen ya no fuera parte de mí mundo y no por decisión mía o de ella, sino por alguien más.
Empecé a hablar con lentitud, claramente, no podía darme el lujo de perder algún detalle. Si todo era verdad, sinceramente había cometido la más grande estupidez de toda mi vida dejándome engañar tan fácilmente, quizás al final sí me había comportado como una autentica estúpida.
-Taylor, ¿es verdad lo que dijo Alice? Mide bien tus palabras, no quiero tener que preguntarte absolutamente nada más, porque si es verdad, no creo que tenga voluntad de verte nuevamente... –Me sentaba en mi escritorio mientras prendía mi computador e ingresaba con mi mano temblorosa el Pen Drive en el puerto USB.
-Alejandra, antes que nada quiero disculparme contigo. Debí de haberte dicho la verdad antes, debí de haber sido sincero contigo desde un principio, yo solo estaba tratando de protegerte a ti y...
-¡Acaso no he sido clara! Te hice una pregunta, ¿es verdad lo que dijo Alice? –Levanté mi cabeza con lentitud para ver los ojos de Taylor mientras me hablaba. Lo vi suspirar pesadamente mientras enderezaba los hombros. Por sus ojos pasó la sombra de la duda, yo no podía seguir soportando.
-¡Maldita sea Taylor te he hecho una pregunta! ¿¡Acaso tampoco puedes responder eso!? --Grite con una voz tan alta que yo misma me horroricé de mi voluntad y la desesperación que me embargaba. La posibilidad de que todo fuera una mentira me regalaba retazos de vida a momentos. Quizás los puñetazos en la mesa, que hicieron saltar hasta a Paúl, eran una exageración.
-Todo lo que dijo Alice es verdad. Planificamos todo con el único fin de mantenerte a salvo, no teníamos más opciones. Katie fue quién dio la idea, solo hasta ahora entiendo que fue la más sacrificada con todo esto. Intentamos disuadirla, pero cuándo se enteró de la bomba que habíamos encontrado en tú auto, fue imposible –Taylor me hablaba con pesadez y culpa, yo solo atinaba a tragar saliva mientras me recordaba respirar.
Vi el rostro de Paul quedarse sin expresiones mientras mi cara demostraba lo mismo, ¿¡de qué bomba estaba hablando!? No pude seguir hablando, mi vista automáticamente se posaba sobre el monitor del computador.
De frente a mí, un montón de archivos se habría uno tras otro. Amenazas, planes, videos, cartas, y aquello que me abrumó haciendo que mi corazón se parara y empezara a caminar nuevamente. Un certificado de embarazo en el que especificaba la inseminación de la muestra que yo había dejado con anterioridad en aquella clínica de inseminación que Paúl y yo habíamos visitado.
No podía hablar, no podía. Una parte de mí se levantaba gloriosa dentro de mí con fuerza. Podía sentir como me inundaba el amor nuevamente.
¿¡Cómo podía hacer sido tan ingenua y tan tonta!? Me empezaba a recriminar mientras Paúl seguía casi gritando con Taylor reclamándole por aquella bomba que había mencionado.
Escuchaba a lo lejos acerca de aquel intento de asesinato, de cómo casi había muerto de no haber sido porque Kathleen había pedido que me vigilaran más y que revisaran cada uno de los lugares y autos en los que pasaba la mayor parte del día. ¡Oh Kathleen, oh Katie!
Me empeñaba en buscar algo del rencor que había sentido hasta hace solo unos minutos. Podía ver a Paúl mientras cambiaba su rostro con cada cosa que Taylor le contaba y como todo encajaba tan perfectamente que ridículamente se había quedado sin dudas. Ahora tenía el mismo dolor y arrepentimiento que en ese preciso momento no me dejaban vivir.
Me sentí extrañamente débil y vulnerable. Vi a Paúl acercarse a mí mientras me hablaba de algo que en ese momento simplemente no entendía. Quizás era el alcohol, quizás todas las noticias, pero sentí automáticamente como las lágrimas salían con fuerza por mis ojos. Katie estaba sola, Katie se había sacrificado por mí, Katie estaba esperando una hija de ambas, y yo estaba aquí como idiota desperdiciando mi vida. ¿¡Cómo demonios se habían atrevido a mentirme de esa manera!?
Dolía, desesperaba, pero muy a pesar de todo, y aunque trataba por todos los medios de odiar a Alice o a Taylor lo único que podía sentir era un profundo sentimiento de remordimiento. Ellos habían pasado las últimas semanas sabiendo que iban a perder a alguien que amaban, sin más opciones, yo al menos había tenido mi odio para soportar, para mantenerme en pie. ¿¡Cómo iba a odiar a las personas que se habían sacrificado por mantenerme viva, aunque eso significara morirme poco a poco!?
Recordaba por momentos cada una de las escenas de las últimas semanas. Katie feliz buscando a Alice quizás aquel había sido el día de la inseminación, recordaba a Alice y a Katie llorar amargamente en aquella habitación ese día ya todo estaba decidido, iban a montar todo aquel teatro. Dolía por dentro, no por el engaño o por las mentiras, dolía porque ya no existían motivos para odiar a Katie, y me sentía miserable sabiendo que ella estaba desaparecida y que la única persona que la estaba buscando era precisamente aquella que había corrido de mi casa.
Escuché a Taylor decir algo que terminó por convencerme, por revivirme... "Katie solo estaba dando tiempo a que encontráramos a Natasha Wilson, la causante de todo esto. Cuándo Alejandra estuviera a salvo todo se iba a descubrir, pero ahora es imposible, no sabemos dónde está. Nadie de las personas que la conoce sabe dónde está, ni su familia ni sus amigos, o en qué lugar se encuentra. Simplemente desapareció en alguna parte del trayecto desde aquel hotel hasta el aeropuerto"
Limpié mis lágrimas, parándome de golpe, extrañamente en lo único que podía pensar era que una vez más había sido una perfecta imbécil. Quería salir corriendo de ese lugar, no podía dejar que Alice se fuera, ¿¡acaso tenía el derecho a causarle más daño!? ¿¡Acaso ya no había sufrido aún más que yo!? Sabía que Katie estaba embarazada, y había vivido hasta ahora alejada de ella y de su sobrina. Paúl habló justo antes de que yo lo hiciera.
-Si todo esto es verdad, ¡cómo nos hemos equivocado! Me siento tan culpable, Alice, ¡con cuánto peso ha tenido que cargar! Y nosotros, diciendo cada cosa imposible en contra de Katie, cuándo lo único que había tratado de hacer era mantenerte con vida –Paúl me miraba con dolor, con esfuerzo. Se sentía tan o más miserable que yo.
-Taylor, no necesito más explicaciones. Mencionaste a Natasha Wilson, enfócate en dar con ella. ¡Esto no se va a quedar así! –Hablaba con esfuerzo, pesadamente. Caminé lentamente, pasando al lado de Paúl y de Taylor que me miraban impasivos.
Salí de aquel cuarto devastada, hecha polvo. Me sentía la peor de las basuras, y a pesar de que sabía que tanto Alice y Taylor e incluso la misma Katie habían actuado mal ocultándome algo tan vital, no podía odiarlos, no podía sentir más que compasión y amor por ellos. ¿¡Debía acaso hacer esto más difícil!? No tenía el derecho de hacer más daño, lo único en lo que podía pensar era en que Alice se estaba yendo y que Katie con mi hija estaban en algún lugar sin que yo pudiera protegerlas.
Caminé con esfuerzo las escaleras. Escuché a mi nana hablando a lo lejos, diciendo algo de lo feliz que estaba de verme fuera de aquel despacho mientras seguía refutando lo mala persona que era Katie. Cada uno de los insultos ahora dolían mucho más que una daga, incluso dolían peor porque era yo quién los había dicho, porque a pesar de todo la había golpeado e insultado, a pesar de todo lo había hecho por salvarme. La había tratado como una basura, peor aún, me había comportado como una autentica gilipollas.
¿¡Cuántas estupideces puede cometer un ser humano cuándo no sabe la verdad!? Si tan solo hubiera sabido esto desde el principio, si tan solo hubiera podido hacer algo, si tan solo...
Llegué a la habitación de Alice con esfuerzo, y tuve que armarme de valor para abrir aquella puerta. Ahora aquella cachetada y el haberle dicho que se había acostado con Katie dolían con fuerza y punzantemente. Ella era en parte responsable de esto, pero no podía dejar de sentirme culpable. El haberla botado de su casa era lo peor que podía haber hecho.
Nada más entrar, encontré a mi hermana recogiendo todo a la velocidad de la luz mientras hablaba con alguien por teléfono. Estaba de espaldas así que aún no me veía. El remordimiento casi no me dejaba respirar. Caminaba lentamente, esperando que volteara, esperando que me viera.
¿Qué podía decirle? Ya había sido suficiente con que soportara mi carácter. De momento se dio la vuelta, mirándome de frente. Sus ojos anegados en lágrimas y la rabia e impotencia con que me miraba eran demasiado.
-¡No hace falta que vengas a botarme de tu estúpida casa! ¡Dame 5 minutos más y me largo de aquí! –Gritaba en lugar de hablar. Yo no sabía que decir, si culparla, si perdonarla, si tragarme todo, o simplemente decirle que al igual que ella, lo único que quería era encontrar a Katie.
Pero seguía sin poder moverme, sumida aún en ese estado de taciturno y de penumbra del que no lograba reaccionar. Todo había sido demasiado, absolutamente todo. Alice tomaba el último bolso antes de pasar a mi lado. Reaccioné mecánicamente tomándola con fuerza por el brazo.
-¡Espera Alice por favor! –Tomó un respiro sin ocultar la cara de malestar y dolor que tenía mientras me dedicaba una mirada fría – Necesitamos hablar. No puedes irte de tu casa, sí, esta también es tú casa –Se soltó de mi agarre mientras me miraba con dureza. Por un momento pensé ¿¡No debería ser yo la enfadada!? Extrañamente, lo único que sentía era un sincero arrepentimiento –Lo siento, sé que me comporté como una idiota, como una troglodita. Pero, ¿¡qué más podía hacer!? –Las lágrimas pugnaban por salir nuevamente, todo esto era demasiado.
-¿¡Tienes idea de lo mal que la he pasado!? Y encima vienes tú a decirme que todo fue una estúpida mentira orquestada por ti, Taylor y Katie... ¡Katie maldición! Todo, todo es demasiado. ¡En menos de 5 minutos pasé de ser un remedo de ser humano, alguien que se empeñaba en mantenerse en pie después de haber sido destrozada dos veces de la misma manera a no dejar de pensar en Katie y en lo mal que me he portado, en lo idiota que fui y en como la mujer que amo está perdida con mi hija en su vientre mientras yo estoy aquí sin poder hacer nada!
-Me porté como una estúpida contigo, y créeme que me arrepiento, pero no puedes pedirme más. He soportado como he podido, he hecho lo que ha estado en mis manos solo esperando a no desmoronarme en el intento. Entiendo lo que has pasado, sé que tener el valor de decirme la verdad merece todos los méritos porque estoy al tanto de mi carácter, pero solo reaccioné hasta ahora, solo hasta ahora entendí la gravedad del asunto.
-¡Discúlpame por no creerte, por acusarte de ser una mentirosa, no soy ni la mitad de la persona que tú eres, o mucho más, de lo que Katie es! Yo... --Y ahí estaba yo, llorando desconsoladamente. Alice cambió su rostro casi de inmediato mientras me abrazaba con fuerza. Solo hasta ese momento entendí cuánto me había hecho falta mi hermana en todo este tiempo. Más ahora, que ambas necesitábamos encontrar a Katie, y a aquella niña que ahora también era parte de nuestras vidas.
-Perdóname tú a mí. Nunca debí prestarme para esto, pero tienes que entender. Necesitábamos ganar tiempo hasta que pudiéramos buscar pruebas suficientes para inculpar a Natasha Wilson. ¡Lastimosamente todo se salió de las manos, y ahora no sabemos dónde está Katie! –Alice se disculpaba conmigo. Yo no tenía cabeza para nada más.
A esas aturas lo único que me importaba era saber lo más que se pudiera de Katie, de ella y de mi hija. Necesitaba que Alice me explicara tantas cosas, que me dijera detalle a detalle todo. Estaba lista para saber la verdad, algo debía de poder hacer por encontrar a Katie y descubrir de una buena vez a Natasha Wilson.
-Esta Natasha Wilson, ¿es la misma Natasha Wilson de Industrias Wilson? ¿La misma de la que hablaba Katie cuándo nos contó lo de Nicole? –Sentí un profundo dolor en el estómago. Otra vez, todo había sido culpa de Nicole, ¡todo seguía siendo culpa mía por meter a esa mujer en mi vida!
-Sí, es la misma Natasha Wilson –Caminábamos a la cama un poco más compuestas. Había limpiado mis lágrimas y Alice hacía lo mismo con las suyas –No hemos podido encontrar pruebas conclusas de que es ella quién está detrás de esto, pero tanto Taylor como Katie y yo llegamos a la conclusión de que es la responsable de todo –La rabia recorría mi cuerpo con furia, ¿acaso esta mujer había lastimado a Katie? Seguí hablando con un profundo terror recorriendo mi cuerpo.
-¿¡Tú crees que fue ella quién secuestro a Katie!? –Tragué saliva ante la idea. Sabía perfectamente, es más, estaba segura que entre el carácter de Katie y el odio de esa mujer por mi familia, esto no iba a terminar bien. Y yo aquí, sin poder hacer nada más que esperar, ¡eres una completa gilipollas Alejandra Anderson!
Vi a Alice suspirar con fuerza, y su rostro era una clara muestra de dolor. No habló, no dijo nada, solo asintió con tristeza mientras sus ojos se volvían a llenar de lágrimas. Yo, no pude respirar por unos minutos. Si era verdad, era mucho más que posible que tanto Katie como mi hija estuvieran muertas.
-¡No, no puede ser! ¡No es verdad! ¡Maldito sea el día que Nicole entró en mi vida! ¡Hasta cuándo me seguirá haciendo daño! –Tragué mis lágrimas y sostuve el aliento. Ya no podía seguirme lamentando, tenía que empezar a hacer algo, eran las vidas de mi hija y la mujer que amaba las que estaban en juego.
-¡Alice, tenemos que hacer algo! ¡Empezaremos de inmediato, no podemos perder más tiempo! –Miré a mi hermana con valentía, no podíamos dejar que siguieran pasando los días mientras nos hundíamos en el dolor. Tenía que encontrar a Katie, no importaba quién quedara en el camino o cuánto tiempo me tomara.
____________________________________________________________________
-¡Michael, maldita sea! ¿¡Cómo es posible que aún no sepas nada de esa mujer!? –Natasha llamaba a Michael por enésima ocasión.
Desde el accidente y el traslado a aquel hospital de Paris, Michael había perdido por completo el rastro de Kathleen. Nadie sabía dónde estaba, ni siquiera ellos que la habían dejado casi muerta dentro de aquel taxi.
-Lo lamento Natasha, pero ha sido imposible encontrarla. Se suponía que iba a ser internada en el Hospital de la Asistencia Pública de Paris pero nunca llego a su destino. ¡Ya hemos buscado por todas las casas de salud y simplemente no aparece! – Michael estaba desesperado. Nada había salido como lo habían planeado.
Se suponía que iban a matar a Alejandra Anderson, pero extrañamente el mismo día de la boda, Kathleen compraba un boleto hacia Toronto. Era obvio que se había enterado del plan en contra de Alejandra y se iba lejos para evitar que algo le pasara. Pero las órdenes de Natasha habían sido claras "Si no podemos matar a Alejandra, Kathleen será el objetivo" y así habían ideado un horrible accidente de automóvil camino al aeropuerto.
¿Quién iba a contar con la voluntad de vivir de Kathleen? Casi muerta la habían llevado al hospital para tratar de salvarla y cuándo quisieron terminar el trabajo, ella había desaparecido, como si la tierra se la hubiese tragado.
-¡Eres un perfecto inútil! ¡No puedo creer que no hayas podido matar a esa idiota! ¿¡Cuántas veces has matado antes para mí maldita sea!? –Natasha estaba indignada, no había podido cumplir su cometido. Aquella mujer que le había quitado todo seguía con vida o al menos eso pensaba.
-¡Sigue buscándola, no pares hasta que no esté muerta, esa mujer no puede seguir con vida! ¡Nadie se burla de mí maldición! –Cerró la llamada de un golpe.
Extrañamente, recordó a Lauren, ¡Oh! ¡Era ella quién quizás había ayudado a esa mujer! Marcó con vehemencia el número de su hermana, fue inútil, la mandaba a buzón una y otra vez.
-¡No te vas a salir con la tuya, la voy a encontrar, esa mujer tiene que morir! –Exclamó justo antes de salir de su estudio tirando la puerta con furia...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top