Descubriendo


"¿Felicidad? ¿Qué es la felicidad? Algunos dirían que simplemente es un estado de ánimo, que es algo que logras si te sientes complacido con lo que tienes. Para mí, La Felicidad es parte de un estado de ánimo que se complementa con el amor; amar a alguien o a algo y tenerlo a tu lado, ese momento, viviendo lo que siempre has añorado, esa es la verdadera felicidad"

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-¿Dónde demonios has estado? – Aquella pelirroja llevaba despierta toda la madrugada esperando por ella.

-Sabes perfectamente que no es algo que te importe, ¡déjame en paz! –rabia, frustración. Su mirada era triste, dolorosa.

-No me hables así, sabes muy bien el daño que podría hacerte si quisiera...–su mano sujetando con fuerza el brazo de aquella hermosa rubia.

-Lo que hagas ya no me importa –gruesas lágrimas corrían por sus mejillas –ya no puedes hacerme más daño del que me has hecho.

-Lo que pasó fue tu culpa, no tenías por qué haberte enamorado de ella, tú eres mía ¡mía! –la rabia se veía en su rostro, rabia y dolor. Su fortaleza y posición le impedían llorar, pero sufría, le dolía, porque la amaba.


-¿Mi culpa? todo fue tu idea, todo... Pero ¿sabes? ahora ya no importa, ella está con alguien más, ¡maldición! Ama a alguien más. Eso se acabó. ¿Ves? Al final estoy contigo aunque no lo desee, eso querías, ya lo tienes. Prefieres a alguien contigo aunque no te ame, aunque lo único que le provoques sea rabia y asco, ¡disfrútalo entonces! –se soltó con fuerza, mientras subía corriendo las escaleras de esa enorme mansión.


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Dormía profundamente después de la majestuosa noche que había vivido hace tan sólo unas pocas horas. Empezaba a despertarme poco a poco, entre el extraño dolor que sentía en mi pie y la profunda necesidad de alimentarme que tenía; simplemente resultaba casi imposible seguir durmiendo.

Empecé a estirarme aún renuente de despegarme de ese confortable lugar sólo para darme cuenta que Alejandra ya no estaba en la cama.

¡Puff! De momento había encontrado la motivación perfecta para terminar de levantarme y alistarme ¿Dónde estaría Alejandra?

Me levanté a regañadientes de la cama con dirección al baño, sentía un profundo dolor en mi tobillo; de momento me di cuenta que estaba hinchado y no se veía muy bien. Decidí seguir mi camino al baño, necesitaba acicalarme.

Estaba más que consiente que seguramente estaba hecha un desastre. Murmullos llegaban a la habitación desde afuera, no tomé mucha importancia, lo único que necesitaba era una duchazo de agua caliente sobre mí; tenía la esperanza de que quizás eso aliviaría un poco el dolor del tobillo.

La ducha, magistral como siempre, había logrado su cometido. Mi cabello y yo estábamos limpios en su totalidad, y mi pie agradecía el cuidado con el que lo trataba, el agua caliente era más que necesaria en una hinchazón. Salí con cuidado del baño, dispuesta a ponerme lista. Mi estómago me recordaba lo inminente de la urgencia por alimentarme, es más, en mi estado era más que una opción, era casi una obligación.

No había recorrido ni medio metro desde la puerta del baño, cuándo claramente pude escuchar los gruñidos de Alejandra desde la sala de estar. ¡Oh! Su furia se escuchaba con claridad; discutía con alguien, reconocí casi de inmediato la voz de Taylor, y pude oír en su voz el pesar con el que hablaba.

Decidí vestirme de inmediato, tomando el primer jeans que vi seguido de una blusa azul de tiras. Arreglé lo más que pude mi cabello mientras me ponía un poco más decente y cogía las primeras sandalias que estaban a mano para poder salir, no entendía por qué Alejandra estaba tan disgustada con Taylor, es más, dudaba que el servicial Taylor mereciera soportar esa furia en soledad.

-¿¡Qué demonios es lo que quiere de mí!? Maldita sea, ¿¡qué más me va a quitar!? ¿¡No le bastó el daño que ya me hizo!? Y ahora esto, ¡cómo se pudo atrever a acercarse a Katie! ¡La sola idea me causa nauseas! No puedo ni imaginar si se hubiera atrevido a hacerle algo, a lastimarla.

¡Maldición! ¿¡Cómo pude amar a alguien así!? ¿¡En qué momento se me ocurrió hacerla parte de mi vida!? Y pensar que me quería casar con ella... –Alejandra se movía como un león enjaulado de un lado para el otro en medio del salón. Yo la veía con asombro desde el umbral de la puerta, escuchando, poniendo atención, ¿de quién hablaban? más aún, ¿qué tenía que ver conmigo?

- No logro entender por qué simplemente no me deja en paz, por qué no puede desaparecer de mi vida de una vez por todas... ¿Y esto?, encima me envía un ramo de rosas con una nota hablando de Katie, de ella: "Porque tu cumpleaños haya sido hermoso, aunque por la mujer que te acompaña, estoy segura que la noche fue más que agradable" ¿Qué espera lograr? –Intenté ver un poco más allá de lo que permitía el corredor.

Alejandra tenía en la mano un papel de un delicado material, y en la encimera de la cocina un hermoso ramo de rosas rojas, en medio de muchos de lirios, resaltaba magistralmente. ¡Oh! Sentí un profundo dolor dentro de mí, ¿Qué significaba todo esto?


-¿Cómo es posible qué se te haya escapado algo así? ¿Cómo no pudiste saber qué ella iba a estar en Toronto? ¡Maldita sea Taylor! ¿Cómo dejaste que algo así sucediera? –Alejandra seguía moviéndose completamente fuera de sí por ese lugar a esperas de la respuesta de Taylor.

-Alejandra, no estaba seguro de que ella vendría hasta aquí. Mis contactos en Vancouver sólo me dijeron que ella había dejado la ciudad sin un destino fijo, la última vez que la vieron, estaba camino al aeropuerto, fue cuando vine y hablé contigo – ¡Oh! Recordé esa escena a la perfección "Alejandra, necesito hablar contigo" ¿qué era lo que estaba pasando? Aquel dolor ya agudo sólo empeoraba más.

Taylor avanzaba con lentitud hacia donde estaba Alejandra, pero la mirada rabiosa de mi novia mientras sostenía aquel magnifico ramo de rosas que estaba en la encimera lo hizo detenerse y pensar dos veces en lo que estaba haciendo. Llevaba poco tiempo conociéndola, pero hasta ahora hubiera sido imposible pensar que ella podría ponerse así por algo o alguien.

-Lo lamento de verdad, esto es algo que no volverá a ocurrir, duplicaré la vigilancia, lo que sucedió ayer es algo imperdonable y... – ¡Chazzzzz! El grandioso estruendo que hizo aquel hermoso ramo al chocar contra la pared me hizo saltar de la misma forma en la que Taylor lo hizo. Las rosas quedaron regadas por toda la sala de estar, mientras Alejandra terminaba de romper la delicada tarjeta que tenía en la mano.

-Espero que no prometas cosas que no puedes cumplir Taylor, necesito que Nicole no se acerque nunca más a Katie, ¿quedó claro?- La ira de Alejandra se sentía aún a lo lejos. Sólo pude ver a Taylor caminar hacia la puerta de salida, abrirla y cerrarla mecánicamente mientras mi reciente novia se quedaba en medio de la sala con el rostro completamente perdido en rabia, ira, frustración.


Por un momento no supe que hacer, sólo sentía atravesar por mi memoria una y otra vez el nombre "Nicole" y me preguntaba qué era lo que significaba, ¿por qué Alejandra había reaccionado así? ¿Qué tanto daño le había hecho esa mujer? Aun así seguía sin entender a ¿qué se refería con que había estado cerca de mí? La idea me agobiaba, no conocía a ninguna "Nicole" de eso estaba segura, camine lentamente por el pasillo, hasta que llegué justo al lado de Alejandra, que simplemente se quedó sin moverse, perdida. Mirándome sin mirar.

-¿Qué es lo que está pasando Alejandra? ¿Quién es Nicole? ¿Qué significa este ramo de rosas hecho pedazos? ¿Qué es lo que tratas de ocultarme? –El dolor aumentaba, tanto en mi pie como en mi corazón, tenía tanto miedo de lo que esta Nicole significara para Alejandra, tenía tanto miedo de no poder hacer que olvidáramos todo el dolor que tanto ella como yo estábamos sintiendo justo en ese momento.

-Katie, amor... Perdona todo esto, yo... –se abalanzó sobre mí fundiéndose conmigo en un abrazo dulce, tierno. Su dolor se sentía aún a pesar que trataba de fingirlo, y yo, yo sólo quería saber que estaba pasando. Me sentía perdida y de cierta manera traicionada. La idea de que algo no estuviera bien, pero aun que Alejandra no me quisiera, se llevaba mi vida en retazos de flores que aun no terminaban de marchitarse.

-Oí toda la conversación que tuviste con Taylor, y todo este desastre, esas rosas en el piso, lo de Nicole, necesito saber ¿qué está pasando Alejandra? –me separé de ella y caminé hasta el sofá que quedaba más cerca, la vi mirarme con tristeza y seguirme hasta donde estaba.

-Cómo te explico todo esto, cómo explicarte que la mujer que me ha hecho más daño en toda mi vida ayer estuvo tan cerca de ti, que te habló, eso que de sólo pensarlo me da ¡nauseas!, que la sola idea de que te hubiera podido hacer algo me revuelve el estómago.


-Cómo explicarte las rosas en el piso, la estúpida carta que me envió, el hecho de tener tanto dinero y de que mi personal de seguridad no haya podido prever esto, que se les haya escapado algo tan crucial cómo que Nicole iba a estar ayer en esta ciudad, que posiblemente aún esté... Yo, yo... –se sentó a mi lado con la mirada perdida. Tomó mi mano y se volteó para verme.

Yo aún estaba confundida, nadie había estado cerca de mí, nadie me había hablado, nadie... ¡oh! sentí el golpe de la comprensión cómo un balde de agua helada "Hace frío verdad... Un gusto, soy Nicky..." aquella imponente rubia era la causante de todo esto.

Pero, ¿Por qué? ¿Qué tenía que ver con Alejandra? ¿Quién era ella? ¡Oh! nuevamente la comprensión dándome en la cara "Porque tu cumpleaños haya sido hermoso, aunque por la mujer que te acompaña, estoy segura que la noche fue más que agradable"

Sin que Alejandra me hubiera dicho nada, supe perfectamente quién era esa mujer, Nicky, Nicole, la misma persona, una sola razón, era, era... "Y yo que pensé que sabía que era amor... Cuándo ella me dejó pensé que iba a morir..."

Aquel dolor agudo que sentí era mucho más profundo que el que me causaba mi pie en ese momento, si era quién creía, y por la reacción de Alejandra, era más que obvio que aún sentía algo por ella. La rabia y la decepción que sentía por mí ser era más que incontrolable.

-¿Es esa mujer verdad? ¿Esa que casi te mata cuándo te dejó? La tal Nicole, aquella rubia que ayer se acercó a hablar conmigo en el lago, ¿es ella, tu ex? –sentí las lágrimas llegar poco a poco a mis ojos, pero mi orgullo, fuerte y peligroso como siempre había sido, las reprimió abriendo paso al odio y la rabia.

-¿Es acaso que aún la quieres? Ahora entiendo las rosas, por qué se acercó a hablar ayer conmigo, ¿¡todo fue sólo una broma de mal gusto orquestada por ti!? –me separé de ella dispuesta a irme, pero Alejandra tomó mis manos y me atrajo hacia ella.

-¡Dime de una vez la verdad maldita sea, deja de jugar conmigo, no tienes derecho a hacerlo! No debiste inmiscuirme en tu vida si aún tenías a alguien más dentro de ella... ¿¡Qué clase de egoísta eres!?- la miraba con dolor y rabia, todo lo hermoso que había pasado anoche había quedado en eso, un simple recuerdo.Reprimí las muecas de dolor que mi cara insistía en reflejar. Debía tragarme todo, ¿no te enseñaban desde pequeño que no debías demostrar dolor? Era mucho más que imposible dejar de sentir que el mundo se me venía abajo justo en ese momento.

-¿Cómo puedes pensar que yo jugaría contigo de esta manera? Katie, si hay algo de lo que estoy completamente segura es de lo que siento por ti, ¿acaso no te lo demostré anoche? ¿Se podría fingir tanto amor, tanta pasión, tanto deseo? –Su mirada de un azul profundo trataban de convencerme, sus manos calientes tomaban con fuerza las mías, y por un segundo supe que no me mentía, pero si era así, ¿por qué importaba tanto esta mujer, que era lo que no me estaba diciendo?

-Me quieres pero no has sido honesta acerca de quién más está en tu vida... Dime de una vez ¿qué es lo que está pasando? –De momento mi maravillosa mente trajo a mi cabeza varios recuerdos, todos juntos, todos relacionados: "En ambos casos devuelve ambas cosas, no me interesa nada de ninguno de los dos", "Alejandra, Nicole está aquí, insiste en hablar contigo"

-Nicole ha estado cerca de mí no sólo el día de ayer en el lago, sino desde antes, ¿verdad? ese día en la casa, era ella quién te llamaba, y Rachel también te confirmaba que te había mandado regalos a tu oficina, siempre fue ella, ella... –La miraba fijamente, esperando que negara lo que estaba diciendo, pero sabía que era verdad. Todo lo que estaba diciendo era verdad.


-Katie, tienes razón, en todo lo que dices, siempre fue ella, lo siento, sólo trataba de protegerte, o dime tú, ¿cómo reaccionarías si la mujer que se acostó con tu padre por dinero, esa a la que le propusiste matrimonio, se acercara a la mujer que te está cambiando la vida, el corazón, que empiezas a amar? ¿Acaso no harías lo imposible por mantenerla alejada de ese mundo, por mantenerla a salvo? – ¡Oh! ese era un duchazo de agua fría, ¿¡se había acostado con su padre por dinero!? ¿Qué clase de persona cambia el amor de Alejandra por un puñado de dólares?

Si eso era verdad, Alejandra, mi pobre niña, ¿que tanto daño le había hecho esa mujer? ¿Cómo Nicole había sido tan estúpida de cambiar a Alejandra, una poderosa multimillonaria, por el dinero de su padre?

-Todo esto es mi culpa, por permitir que una persona como ella entrara en mi mundo, pero qué iba a saber yo lo que ella estaba planeando, cuáles eran en realidad sus sentimientos, qué era lo que realmente quería de mí...- Alejandra se enderezó en el sofá, mientras empezaba a contarme la historia de Nicole.

-Conocí a Nicole a los pocos meses de regresar a Vancouver en una cena que organizó mi compañía para darle la bienvenida a su nueva presidenta, la pequeña Alejandra Anderson. Fue gracioso ver cómo todo se iba realizando.

-Al principio era yo quién quería algo con ella, pero ella nunca me tomó en cuenta. Trabajaba para una famosa multinacional de armamento, la segunda en el mundo después de Industrias Anderson, y estaba ahí como representante, sólo por cortesía. Me cansé de enviarle detalles, invitarla a salir, todo era en vano, hasta que un día por arte de magia fue ella quién me buscó, quién se acercó a mí; siempre me pregunté por qué había actuado de esa manera, qué la había motivado a hacerme caso, si antes lo único que recibía de ella eran desprecios.


-Empezamos a salir. Al principio veía con suma claridad cómo le costaba estar conmigo, tanto en el plano sentimental cómo en el físico, pero con el pasar de los meses, todo cambió de tal manera que hubiera podido jurar que me amaba, sino ¿cómo justificas que alguien esté dispuesta a dejar su residencia en Nueva York y mudarse a una ciudad nueva sólo por ti? Me sentía enamorada y agradecida porque alguien así estuviera conmigo, y más que nada porque en lo profundo de mi ser sabía que en realidad la amaba.

-Ahora contigo entendí que lo que había sentido por ella siempre fue solo un reto, porque en cuanto te conocí, en cuanto puse mis ojos sobre ti, entendí lo que era amar a alguien, sólo contigo he sentido ese click que dicen que se siente en el preciso momento que vez a alguien, tal y cómo les paso a Luce y Rachel en IMAGINE ME AND YOU... –Sus labios esbozaban una ligera sonrisa, su mirada era triste, pero esperanzada, tranquila.

Pensé verla sufrir mientras contaba su historia con Nicole, pero al contrario sólo la podía ver entusiasmada mientras hablaba de las dos, de lo que habíamos vivido.

-Y así se mudó a Vancouver conmigo, no pasó mucho hasta que decidí pedirle que nos casáramos, aceptó con tanta alegría, con tanto amor, que pensé que había encontrado al fin ese amor real que todos buscamos, que todos esperamos hallar.

-La felicidad por supuesto, nunca dura lo suficiente. Un día llegando a casa, encontré sus maletas listas en la sala. La desesperación se apoderó de mí y empecé a buscarla por todas partes, pero ni sus amigas ni nadie sabían dónde estaba y su celular simplemente me enviaba a buzón sin importar las veces que lo intentara.

-Decidí salir a buscarla, no entendía porque podría estar actuando así, porqué me dejaría si yo la amaba... Recibí una llamada anónima de un número desconocido que me decía que mi padre necesitaba hablar conmigo, que era algo de suma urgencia.

-Decidí ir a ver qué era lo que sucedía, y cuándo llegué a su casa la escena no pudo ser más desagradable. Los encontré a los dos revolcándose en la cama de mi padre. No podría describirte que fue lo que sentí en ese momento, sólo que la rabia y el dolor que tenía me impidió dejar de llorar por muchos meses.

-¿Cómo puedes llenarte la boca diciendo que amas a alguien y hacerle algo así? Luego descubrí que todo había sido un engaño desde el principio, que ellos dos siempre estuvieron unidos en mi contra para quedarse con las empresas, y poder vendérselas a la multinacional en la que Nicole trabajaba, ese siempre fue el plan, eso es lo que mi padre quería hacer antes de que se leyera la parte que faltaba del testamento de mi abuelo, y aun así mi padre cree que yo estoy actuando mal con él ¡qué hipócrita puede ser la gente!

-Me eché a morir por meses, refugiándome en el trabajo, en la familia que me quedaba en Vancouver, pero sintiéndome aún rota por dentro

¿Tienes idea de las veces que pensé flaquear y buscarla? Fueron muchas, pero al final decidí que no valía la pena.

-Por eso me da tanta rabia todo esto, que simplemente no me deje en paz. Sigo sin entender por qué demonios no puede dejarme ser feliz y evitar meterse en mi vida, por qué no deja de buscarme, de mandarme detalles, de estar al pendiente de mí, y ahora esto ¡meterse entre nosotras!

-¿Entiendes cómo me siento? Estoy cansada de esto, y lo peor es que sé que es mi culpa, yo la dejé entrar en mi vida, y ahora que estoy tratando de empezar una nueva historia a tu lado ella simplemente no me deja en paz. Y tú crees que aún la quiero, cuándo a la única que quiero en mi vida es a ti.


-Katie, sé que la culpa es mía por no decirte la verdad desde un principio, pero lo único que quería era alejarte de tanta porquería. No necesitabas saber lo mal que la había pasado, porque en mi vida lo único que de verdad ahora me importa eres tú... -sentí un nudo en el estómago digiriendo todo lo que había Alejandra me había dicho.

Toda mi rabia y dolor se habían esfumado abriéndose paso para sentir lo único que podía sentir por la mujer que estaba a mi lado, un profundo amor y respeto. Si de algo estaba segura era que esta Nicole no nos iba a separar. Ella me quería a mí, me lo seguía demostrando a cada momento.

-Alejandra no debí reaccionar así, lo siento. Es sólo que la idea de perderte, de que todo esto sea mentira o de que no sientas lo mismo que siento yo por ti, me parece insoportable. Lamento todo lo que paso por Nicole, te quiero, eso es lo único que importa –le dije mirándola a los ojos, y depositando un suave beso en sus labios.

-Lo sé amor lo sé, yo debí de haberte dicho todo esto antes, pero simplemente es algo que prefiero olvidar, gracias, por escucharme, no lo merecía. Aunque tengo que decirte que si un día tú decides dejarme, por ningún motivo dejare que lo hagas –me sonrió con esa magnífica sonrisa suya, y yo sólo pude besarla.


Por el momento la crisis había pasado, sin embargo no pude dejar de preguntarme por un instante, ¿hasta dónde Nicole iba a ser capaz de llegar para hacernos la vida imposible? Si de algo estaba segura, era que iba a luchar por mantenernos juntas, porque Nicole no nos iba a separar. Ni ahora, ni nunca. ¿Verdad?

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Después de haber confesado todo, incluso lo de mi tobillo y llevarme una magnifica reprimenda, me encontraba desayunando junto a Alejandra, que a estas alturas me apuraba cada cinco segundos porque insistía e insistía en llevarme a un médico para que revisara mi desubicada dolencia.

-Señorita, más le vale apurarse, no va a hacer que cambie mi decisión de llevarla a un médico, tienes ese pie demasiado hinchado para que solo sea un golpe. ¡Es que no puedo creer que no me hubieras dicho nada ayer mismo! Y yo insistiéndote en que fuéramos a patinar –se podía escuchar el malestar en su voz, estaba enfadada conmigo pero su preocupación era mucho más fuerte que su deseo por regañarme, agradecí profundamente el hecho de que me quisiera tanto.

-No pienso ir a ningún doctor, eso es sólo un golpe, un par de pastillas más y todo estará bien –el punzante dolor en mi pie me recordaba que eso era mentira.

Decidí ponerme en pie de forma brusca para tratar de demostrar que el dolor había desaparecido y sólo conseguí quejarme por el profundo malestar y molestia que me causaba mi gracioso tobillo...

- ¡Ouch! ¡Maldito tobillo!–vi a Alejandra pararse y caminar hasta mí para pasar su mano por mi cintura mientras llamaba a alguien por teléfono.

-Sino fueras tan cabezotas... –Me dio un beso en la frente mientras me ayudaba a caminar hasta el sillón –Taylor, por favor busca al mejor fisioterapeuta de la ciudad y tráelo lo antes posible, Katie tiene el pie lastimado y se está hinchando más de lo que me gustaría... Gracias, apenas esté aquí avísame inmediatamente –colgó el teléfono con una abrumante sonrisa de suficiencia.

-Listo solucionado, no iras a ninguna parte, pero igual te verá un doctor –su risa a mandíbula batiente me inundaba en rabia, pero qué podía hacer, nada; reprimí los crecientes deseos de comportarme con una niña de cinco años: sacándole la lengua y echándome a correr para que no me alcanzara. Dudaba mucho de que pudiera llegar demasiado lejos con el tobillo así.

-Eres una exagerada, no es nada. Aunque si tanto interés tienes en ayudarme, he escuchado que no existe mejor remedio para quitar el dolor que una buena sesión de sexo...–La miré con ojos divertidos, y pude ver esa chispa de pasión cruzar sus hermosos ojos azules.

Me olvidé por completo del tobillo mientras me empinaba para alcanzar sus labios y besarla con fuerza y pasión. La mañana había sido tan cargada de sentimientos, y lo único que mi cuerpo pedía a gritos era sentirme entre los brazos de aquella hermosa castaña nuevamente, sentirme amada, deseada. Alejandra se separó de mí con una sonrisa y una mirada ardiente en su rostro.

-Sé lo que estás haciendo, no vas a convencerme para que el doctor no te revise señorita –me sonreía con amor y deseo, no pude más que hacer lo mismo.

-Entonces, ¿me dirás qué pare, qué deje de besarte? No quiero que el doctor deje de revisarme, el único problema es que quiero que primero me revises tú... –Me puse en puntillas y pasé mi lengua por el lóbulo de su oreja, la sentí estremecer y no pude evitar sonreír.

Se veía tan deliciosa en aquellos jeans y camiseta que tenía, ya saben la típica "te vistes bien, pero te desvistes mucho mejor"

-Entonces, ¿qué tan rápido es Taylor buscando doctores? –besé su oreja suavemente, y por fin cumplí mi comitiva. Alejandra enredó con fuerza sus manos en mi cintura mientras me besaba con extremada pasión y deseo.


-Espero que el tiempo suficiente –Me levantó a horcajadas llevándome al cuarto en un tiempo record, la mañana pintaba mucho más que deliciosa.


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-¡Dame un momento Taylor, ya salgo!- Alejandra se estaba terminando de vestir.

Viéndola desnuda de espaldas cualquiera volvería a recaer jalándola a la cama para empezar a hacer el amor eternamente. Su perfecta piel blanca que recorría su fina y fuerte espalda que terminaba en aquel trasero duro y redondo hubiera estimulado a cualquiera a sentirse más caliente de lo normal.

Sus piernas eternas y musculosas y aquellos hombros amplios en conjunto con sus definidos brazos habrían incitado a cualquier humedad adicional... Perfectamente deliciosa.

-¿Disfrutas de la vista? ¿O debo voltearme? –se dio la vuelta para que la viera desde la cama, simplemente no era de Dios tener que levantarse y dejar ese manjar para después.

-Es injusto tener que levantarse y dejarte ir cuándo lo único que tengo deseos de hacer es volver a besarte toda, y oírte gritar un par de veces más... –Puse mi sonrisa de pícara y pude ver cómo Alejandra sonreía con gusto, estaba encantada con mi falta de decoro.

-Siempre podemos utilizar esta cama dentro de media hora otra vez –se acercó a mí para darme un beso, yo en un ágil movimiento la tumbé en la cama besando rápidamente la piel que aún estaba descubierta: senos, pecho, vientre... ¡Era completamente adictiva!

Intentando ponerme encima de ella, terminé pisando mal, y el juego terminó en aquel preciso momento en que se me ocurrió quejarme de dolor y no de placer.

-¡Ouch!!! Creo que después de todo necesitaré a ese doctor, ¡siéntase feliz Srta. Anderson! –Me puse de pie con lentitud mientras Alejandra reía a mis espaldas.


Empecé a vestirme mientras mi hermosa novia recorría mi espalda con dulces besos y me ayudaba a acomodaba mi ropa.

-Si sigues así dudo mucho que me importe el dolor de tobillo, sinceramente... –Me volteé y la bese, ya se había puesto su camiseta, era rápida.

-Primero el doctor, después el sexo... No vaya a empeorar ese pie, ya está demasiado hinchado –Se alejó de mí, sentándose en la cama. La vi con cara de disgusto mientras terminaba de vestirme.

-Sabes perfectamente cómo quitarle el romanticismo a algo delicioso, en fin... ¡Toda suya señorita! -Terminé de vestirme, Alejandra entrelazó su mano en la mía y empezamos a caminar fuera de la habitación.


Sinceramente alejarme de esa cama me producía una gran tristeza, y por el rostro de Alejandra hubiera podido jurar que a ella tampoco le gustaba la idea de alejarse de aquellas preciosas sábanas, pero mi pie seguía de juguetón y a esas alturas, a duras penas podía caminar. Alejandra me recordaba su disgusto con cada mala cara que ponía mientras intentaba caminar. Salvo por el sexo, aquella mañana no se veía nada divertida.

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-Bueno doctor, ¿cómo se encuentra Katie? ¿Está muy mal el tobillo?– Alejandra le preguntaba al doctor por el resultado de la revisión.

Después de unos cuantos ¡Ouch! y algunos ¡me duele! por fin aquel matasano había terminado con mi pie. Mi novia con su ya conocida cara de preocupación, esperaba por la respuesta del doctor mucho más preocupada de lo que yo estaba.

-Srta. Anderson, no es nada que merezca extremo cuidado. Le recetaré analgésicos y descanso por un par de días para empezar y preferiría ponerle un estabilizador, es sólo para evitar que el esguince se complique – ¿esguince? ¡Tenía que estar bromeando! iba a tener el pie


limitado por cuánto ¿una semana? repentinamente el dolor se acrecentó y sentí a mi diosa interior llorar de tristeza.

-Comprendo Doctor, por favor lo que necesite dígamelo para enviar a Taylor a comprarlo inmediatamente –Se sentó a mi lado y me dio un beso en la mejilla –Tranquila amor todo va a estar bien, yo te cuidaré – esa era quizás lo único bueno de todo esto.

-Gracias amor, supongo que se acabaron las mini vacaciones –mi diosa interna y yo nos sentimos profundamente tristes, empezaba a tomarle cariño a aquel cuarto de hotel.

-Lo siento mi vida, tendremos que regresar, coordinaré todo para que no tengas que preocuparte por nada y estar tranquila, no te preocupes

¿qué te parece si te quedas en mi casa y cuido de ti al menos hasta que te sientas mejor? –su hermosa sonrisa que prometía muchas cosas, y tomando en cuenta que con o sin dolor lo único que tenía en mi mente era repetir nuevamente la faena de hoy, asentí totalmente de acuerdo.

-Está bien amor, tengo que llamar a mi trabajo, a mi mama...–lo que más me preocupaba era mi trabajo, si cada vez que faltaba siempre todo era un completo desastre.

-Te prometo que todo estará bien, por ahora, sólo dejemos que el doctor haga su trabajo, que por lo demás, yo me ocupo... –Y así terminó por convencerme y me besó haciéndome olvidar el dolor que emitía mi precioso tobillo. Al menos por el momento.

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