💥 Capítulo 2
El Programa de Protección a Testigos fue creado a mediados de la década de 1960, pero fue hasta 1970 que se estableció de manera formal en el país. En su mayoría, los testigos protegidos con este programa son delincuentes o personas que se han relacionado de alguna manera con algún delincuente de alto nivel y solicitan protección a cambio de dar información relevante que ayude con su captura.
Ese no era el caso de la chica que había sido llevada hasta ahí durante la madrugada por tres agentes del Servicio Secreto. Ahora estaba encerrada en una de las oficinas del piso siete del edificio de la Agencia Federal de Policía.
Estaba cansada, llevaba más de veinticuatro horas sin dormir y aunque al inicio la adrenalina y el shock del momento la habían mantenido muy despierta, su cuerpo ya le estaba pasando factura del cansancio. Su cabello pelirrojo se encontraba totalmente enmarañado y sus ojos verdes comenzaban a cerrarse cada tanto y de inmediato venían a su mente los recuerdos de lo vivido la noche anterior. Era como un sueño, no, más bien como una pesadilla; una experiencia surrealista que jamás pensó podría suceder y mucho menos a ella.
Cada tanto alguien del equipo entraba a hacerle un par de preguntas, tomarle huellas o alguna fotografía y se retiraban sin decir nada.
¿Cuántas horas llevaba ahí? Era difícil saberlo puesto que el lugar no tenía ventanas ni tampoco había algún reloj de pared que le indicara la hora. Tampoco tenía su celular, en cuanto fue trasladada le quitaron todo lo que llevaba consigo que en realidad era solo su móvil y una libreta que para ese momento ya no servía de nada.
Momentos después una mujer entró al lugar llevando consigo una bandeja con un tazón de fruta variada y una jarra de jugo de naranja el cual vertió sobre un vaso de cristal.
—Su desayuno señorita.
La mujer dejó todo sobre la mesa y con una amable sonrisa se retiró del lugar. Hasta ese momento se había olvidado de sentir hambre, pero en cuanto vio el tazón de fruta se sintió famélica, sin esperar más comenzó a engullirlo todo. Esperaba que eso le ayudara a mantenerse despierta. ¿Cuánto tiempo más tendría que estar ahí?
Nuevamente la puerta de la oficina se abrió y una mujer ingresó presentándose como la encargada de realizarle el cambio de imagen. Empezaron por su ropa, había cambiado su pantalón y chaqueta a juego en tono rosa pastel, su blusa blanca de satín y sus tacones blancos stiletto por unos pantalones de mezclilla, una playera de algodón en tono morada y unos tenis deportivos.
Posteriormente la estilista mencionó que continuarían con el cambio en su cabello.
Eso puso en alerta de inmediato a la pelirroja, por nada del mundo iba a permitir que le tiñeran el cabello o se lo cortaran.
—Señorita, entiendo que no quiera hacerlo, pero debe entender que es por su seguridad. —La mujer se sentó frente a ella—. Un cabello como el de usted llama muchísimo la atención considerando que solo el dos por ciento de la población mundial es pelirrojo.
—Debe haber alguna alternativa que no implique teñirlo o cortarlo, por favor.
Sus ojos verdes proyectaban una mirada de súplica a la mujer que estaba frente a ella. La diseñadora de imagen la observó durante unos segundos sin decir nada y después se levantó de su asiento.
—Traeré el equipo para hacer algunas pruebas.
Alrededor de quince minutos más tarde, la diseñadora regresó con un carrito de los que utilizaban en los salones de belleza junto a un ayudante que a su vez empujaba un tocador que consistía solo en la mesa y un gran espejo que alrededor de todo el marco tenía focos led para una mejor iluminación.
Acomodaron todo dentro del lugar y pusieron manos a la obra. Comenzaron con la prueba de pelucas, había de todos los colores y con diferentes cortes y estilos. Una a una hicieron que se las probara para ver qué estilo quedaba mejor con su rostro, al final optaron por una de color café con flequillo y que le llegaba por encima de los senos.
Hicieron el intento de colocarle lentillas de color café para que sus ojos verdes no llamaran tanto la atención, pero fue inútil. En cuanto se las colocaban sus ojos empezaban a lagrimear porque no estaba acostumbrada a llevarlas y no se sentía cómoda. Descartaron esa opción.
—Bueno, esperemos que con la peluca sea suficiente. Aaron, te toca el maquillaje.
—¿Maquillaje? —no entendía para qué necesitaban maquillarla.
—Por supuesto querida —respondió el joven que ya estaba colocando sobre el tocador todo su arsenal de cosméticos —, no querrás salir con esas enormes ojeras y ese maquillaje corrido en la foto de tu nueva identificación, ¿o sí? Además, debemos emparejar el tono de tus cejas con el de tu nuevo cabello. —El joven empezó limpiándole el rostro para retirar el maquillaje que llevaba del día anterior.
Varias horas después de que le habían realizado el cambio de imagen y le habían tomado nuevas fotografías, un hombre de piel oscura, alto y cabello negro casi a rapa ingresó en la oficina.
—Señorita, me presento soy Albert Preston, director del Programa de Protección a Testigos —extendió su mano para estrecharla con la chica.
—Mucho gusto, yo soy...
Preston la detuvo antes de que pudiera decirle su nombre colocando un dedo sobre sus labios.
—Holland Cross, de ahora en adelante su nombre es Holland Cross.
Del bolsillo interno de su traje sacó la identificación que ahora le pertenecería y se la entregó. Holland la tomó entre sus manos y observó la fotografía, sentía que no se reconocía del todo, aunque, a decir verdad, esa era la finalidad del cambio de imagen que le habían hecho.
Revisó los datos que aparecían, ninguno de ellos coincidía con su identidad real. Su nombre, fecha de nacimiento, dirección e incluso la firma era totalmente ajena a ella.
—Señorita Cross, espero que memorice muy bien esa información porque es su nueva identidad, su nueva vida.
Holland dio un ligero asentimiento y guardó la tarjeta en el bolsillo de su pantalón.
—¿Qué va a pasar con mi información anterior? ¿Con mi familia? ¿Mi trabajo? —el tono de su voz denotaba la desesperación que sentía al estar en dicha situación.
Preston sacó un folder amarillo del interior de su traje, del lado opuesto de donde había sacado la identificación. La chica se preguntó si el traje sería algo así como la bolsa sin fondo de Mary Poppins, ¿qué tanto llevaría en su interior?
Puso el folder sobre la mesa y lo abrió para mostrar una primera página donde se leía en letras rojas Expediente.
—Toda su vida ha sido eliminada el sistema, como si la mujer que era hasta el día de ayer jamás hubiera existido. No hay registro alguno de las escuelas donde estudió. Sus redes sociales han sido eliminadas, todas las fotografías que había de usted circulando por la red ya no existen, eso incluye fotografías en las cuentas de sus familiares, amigos, ex compañeros de la escuela, del trabajo, etc.
Un nudo se le formó en la garganta. Toda su vida había sido eliminada en un abrir y cerrar de ojos.
—¿Qué hay de mi familia? ¿Ellos saben algo? —las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos.
—Esta madrugada se les informó a sus padres que usted murió junto con el presidente Michael Drums y tres agentes del servicio secreto.
Se cubrió la boca con su mano y un par de lágrimas rebeldes escaparon de sus ojos.
—Sé que es una situación muy difícil señorita Cross, pero créame que es lo mejor para usted y para su familia. Ahora permítame explicarle qué será de usted durante las próximas semanas, quizás meses.
Preston tomó asiento frente a ella y fue explicándole a detalle cada una de las hojas que contenía su nuevo expediente con lo que sería su nueva vida.
Pasaban de las dos de la tarde, Dylan había tardado toda la mañana en poner en orden su departamento. Ahora se encontraba preparando una maleta de viaje y un bolso deportivo con toda su ropa y artículos personales.
El capitán Dawson le había pedido que fuera a guardar lo que considerara necesario para por lo menos un mes. Es el tiempo que estaban estimando se iba a requerir para que pudieran conseguir las pruebas contra quien había acabado con la vida del presidente Michael Drums.
Dylan y la chica, quien aún no conocía ni le habían dicho su nombre; tendrían que irse lejos de Washington D.C hasta que se llevara a cabo el juicio y tuviera que dar su testimonio ante un jurado. Dawson no había sido muy claro en cuanto a los detalles; sin embargo le prometió que esa tarde cuando regresara a la oficina con sus maletas hechas, le presentaría a la chica y le darían los pormenores de a dónde se estarían yendo a ocultar.
El ex militar fue hasta el baño y guardó su champú, cepillo de dientes, pasta dental, loción y demás artículos que tenía ahí. Se miró en el espejo y observó detenidamente su barba. Dawson le había recomendado que se la quitara para que se viera un poco más joven y pudiera verse a la par de su protegida. Resignado, sacó la crema de afeitar y un rastrillo nuevo.
Media hora más tarde cuando se aseguró de dejar bien cerradas las ventanas y todo en su lugar, además de sacar del refrigerador y la alacena la comida que caducaría en los próximos días y guardarla en una bolsa de plástico; bajó hasta su auto con las maletas y las aventó en el asiento trasero para emprender el camino de regreso a la oficina.
—¿Tienes alguna duda sobre lo que te he explicado?
Holland negó con la cabeza mientras su mirada se encontraba ida, perdida en sus pensamientos.
—Bien. —El móvil de Preston vibró anunciando que le había llegado un mensaje—. Me están informando que la persona que está encargada de protegerte acaba de llegar al edificio. No debe tardar mucho para que finalmente se conozcan. —Guardó el móvil en su bolsillo—. Ahora si me disculpas, saldré un momento, pero vuelvo en seguida.
El director Preston cerró el folder del expediente y lo dejó sobre la mesa. Salió apresurado de la oficina dejando sola a Holland. Una vez que la puerta se cerró y escuchó cómo se alejaban los pasos del hombre, tomó el folder y buscó una de las hojas en específico.
Su acta de matrimonio con un tal Dylan Fux.
Su nueva vida incluía a un hombre llamado Dylan Fux con el que, según el papel entre sus dedos, se había casado hacía una semana. Preston le había explicado que para no levantar sospechas en el lugar donde estarían viviendo —mejor dicho, escondiéndose—, se harían pasar como una pareja de recién casados que estaban mudándose a su nuevo hogar para vivir una vida tranquila y donde buscarían formar una familia.
La joven dejó el papel sobre la mesa y cubrió su rostro con ambas manos, era demasiada información para procesar. ¿Cómo iba a poder recordar cada detalle de su nueva vida? ¿Cómo es que iba a olvidar la anterior?
—Fux, que bueno que ha llegado. —El capitán Dawson interceptó a Dylan en el estacionamiento subterráneo, justo cuando el castaño iba bajando de su auto.
—He traído mis pertenencias, tal y como lo ordenó.
—Esas puede dejarlas aquí, volveremos más tarde por ellas. —El hombre cerró la puerta del auto y con un ligero empujón le indicó a Dylan que comenzara a caminar—. No debemos hacer esperar más al director Preston, ni a la testigo. —Se le notaba algo nervioso.
—¿Sucede algo? —se detuvo ante su jefe.
—En un momento más Preston y yo le daremos los pormenores de esta nueva...—dudó un momento— misión, digámoslo así.
Ambos reanudaron su andar. Dylan comenzaba a sospechar que algo no le iba a terminar agradando del todo. Lejos estaba de imaginarse la sarta de estupideces —así se los dijo a sus superiores— que tenían planeados ese par para proteger a esa chica.
—¿Qué no era más fácil inventar que somos hermanos?
Dylan estaba que echaba humo mientras caminaba de un lado a otro por la oficina del director Preston.
—Fux, cálmese por favor —intentaba tranquilizarlo Dawson.
—¿Que me calme? —Clavó su mirada sobre la de su jefe—. Acaban de decirme que estoy casado con una mujer que ni siquiera conozco, falsificaron mi firma en esa acta de matrimonio, eso es un delito —aventó el documento hacia su jefe.
—No fue falsificada, fue calcada del documento que usted mismo firmó cuando ingresó a la Agencia Federal de Policía —se justificó Preston.
—Además, es más convincente una pareja de recién casados que se están mudando a San Diego, California que un par de hermanos, son muy grandes para ser hermanos y seguir viviendo juntos. Sería muy extraño.
Además de casarlo sin previo aviso le estaban diciendo viejo, ¡si tan solo tenía treinta y cuatro años!
—Dylan por favor toma asiento y déjanos terminar de explicarte de qué va esta nueva vida que van a tener por lo menos de aquí a que se esclarezca el asesinato del presidente Michael Drums.
Durante un buen rato le dieron los mismos detalles que le habían comentado a Holland, a diferencia de ella, Dylan no tendría un nuevo nombre, pero sí una nueva identidad. En la base de datos se habían modificado algunos detalles tales como su profesión, ante el mundo ahora era un arquitecto que hacía trabajos por su cuenta y su nuevo proyecto era la casa a la que se estaría mudando junto con su esposa.
Ella por otra parte, se dedicaría a tomar clases de piano desde casa y llevar una vida tranquila para no exponerla demasiado al ojo público, todo con la excusa de que estaban planeando formar una familia y el doctor les había recomendado que estuviera en casa disfrutando de las mieles de la vida en pareja como recién casados.
—Espero que eso de formar una familia se quede en una farsa y no pretendan que se cumpla.
El tono molesto pero sereno en la voz de Dylan indicaba que no estaba de acuerdo en nada de lo que le estaban diciendo, para su mala fortuna esa mañana había aceptado después de que Dawson le hubiera casi rogado poniéndose de rodillas.
—No se preocupe por eso Fux, recuerde que está prohibido que se involucre con ella física o sentimentalmente.
—Ya hemos perdido mucho tiempo —interrumpió Preston—, es momento de que la nueva pareja de esposos se conozca en persona.
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Palabras sin contar nota de autor: 2,443
¿Qué les va pareciendo la historia? Vamos conociendo un poquito más a los protagonistas. Espero que les esté gustando, gracias a quienes le están dando una oportunidad.
No se olviden de votar, comentar y agregarla a sus listas de lectura.
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