💥 Capítulo 16
En todo el vuelo no habían vuelto a cruzar palabra y durante el trayecto Holland no dejó de sentir la mirada fría y acusadora que le dirigían esos ojos chocolate. ¿Cómo era posible que Dylan creyera que ella tenía algo que ver con ese maldito localizador? ¿Acaso creía que ella quería que la encontraran para que la mataran?
Sería lo más fácil así acabaría con toda esa locura de una buena vez, total, sus familiares y amigos ya la consideraban muerta. Sin embargo, eso era lo último que deseaba. Solo quería que la pesadilla terminara y poder seguir con su vida donde, quizás, en una muy remota posibilidad, hubiera un castaño de ojos chocolates con lunares en forma de mordida de vampiro incluido.
Por momentos se sentía realmente estúpida de estar pensando en un futuro romántico con quien no le había dado ni la más mínima señal de que él sintiera algo similar por ella. Ya tendría tiempo de pensar en eso, por ahora tenía que enfocarse en terminar con toda esa locura que había iniciado varias semanas atrás.
Una vez que el avión aterrizó en el aeropuerto de D.C, una comitiva de policías bien armados los esperaba a su llegada. Todos los oficiales contaban con equipo de protección y portaban armaslargas, había varios vehículos blindados y con las ventanillas tintadas. El uniformado al mando les indicó que los estarían trasladando en camionetas diferentes, por lo que cada uno fue custodiado por un grupo de policías en direcciones opuestas. Holland le dio una última mirada de congoja a su compañero antes de subir al vehículo.
Un viento frío,de esos que te ponen los vellos de punta, corría por las calles de D.C, el cielo estaba completamente nublado, en cualquier momento se estaría desatando una tormenta.
La ciudad estaba sumida en una tranquilidad poco usual considerando que era la capital del país y siempre había mucho movimiento, pero en ese momento solo el viento se encargaba de darle vida a las hojas de los árboles que danzaban al compás de una melodía melancólica y triste.
Dylan fue llevado hasta el Hospital de la Universidad de George Washington, ahí lo ingresaron a una habitación privada donde varias enfermeras se encargaron de curarle las diferentes heridas que presentaba. Su uniforme había sido cambiado por una bata blanca de hospital y ahora se encontraba descansando en espera de que alguien le diera información.
¿Holland también estaría en alguna habitación de ese hospital?
¿Por qué los habían llevado en autos separados? ¿No se suponía que él estaba a cargo de su seguridad?
La puerta se abrió abruptamente dejando a la vista a un hombre portando unos pantalones deportivos y una sudadera de algodón que combinaba con el color hielo de sus ojos además de unos tenis Nike bastante costosos.
—Fux, me alegra saber que sigue con vida —fue lo primero que dijo aquel hombre de cabello tan blanco como el algodón—. Le exijo ya mismo una explicación sobre todo lo que ha sucedido en estas últimas horas.
—¿Dónde está Holland?
Dawson ignoró su pregunta y tomó el control de la mesilla que se encontraba junto a la cama del paciente, encendió el televisor y puso las noticias. El presentador estaba hablando acerca de la captura del ex jefe de seguridad del presidente, Zech Kondratiuk. En las imágenes se veía como un grupo de uniformados había ingresado a un edificio de departamentos abandonado a las afueras de la capital extrayendo momentos después y con las manos esposadas a Zech. Se podía ver también a varios francotiradores desde las azoteas de los edificios aledaños apuntando a cada posible salida.
Varios drones habían estado rodeando el lugar para no tener ningún punto ciego por donde pudiera escapar Zech. Afortunadamente y debido al fuerte operativo que se había montado, no había habido mayores complicaciones para su captura.
Las imágenes se repetían una y otra vez en la pantalla con la voz del presentador de fondo, al final la imagen se congeló mostrando el rostro magullado de Zech que observaba directamente a uno de los drones.
Dylan no pudo evitar tensar la mandíbula y apretar los puños. Tenía cuatro años de no verlo. Cuatro años de rencor acumulado.
—¿Cómo dieron con él? —preguntó de pronto sintiendo que la garganta se le secaba.
—Esta mañana nos llegó una denuncia anónima con la ubicación de su paradero. —Dawson acercó la silla que se encontraba en un rincón del cuarto—. Se montó todo un operativo para asegurar su captura.
Asintió levemente digiriendo las palabras de su jefe. «Una denuncia anónima.» ¿De quién? ¿Por qué? ¿Acaso alguien de su gente lo había traicionado? Sonaba poco probable.
—¿Dónde está Holland? —repitió.
—Afortunadamente su captura es la noticia que acapara todos los titulares en los noticieros, periódicos e incluso en las redes sociales se ha formado un revuelo total con este acontecimiento.
—No me haga repetirlo una tercera vez, capitán. —Posó una mirada severa sobre su jefe.
Dawson soltó un bufido al tiempo que tomaba asiento cerca de la cama. Se pasó la mano por el rostro y apretó el puente de su nariz.
—Holland ha sido trasladada hasta las oficinas de Protección a Testigos, a Preston tampoco le agradó que lo estuviera llamando un domingo para ver asuntos oficiales, pero bueno, trabajo es trabajo —suspiró.
—¿Quién se está encargando de su cuidado? —su ceño se arrugó.
—Atrapamos a su mayor amenaza, no consideramos que en este momento se encuentre en riesgo.
—¿Cómo pueden decir eso? —se acomodó mejor en la cama quedando ligeramente sentado—. Acabamos de escapar de explosivos, balas, gente que estaba dispuesta a matarnos.
—Sobre eso —la mandíbula se le tensó—, ¡¿en qué demonios estaban pensando para cruzar a México?!
El hombre se levantó y comenzó a caminar por toda la habitación con una mano en la cintura y con la otra no dejaba de hacer ademanes, claramente estaba molesto.
—Nos costó una fortuna y no hablo solo de dinero —aclaró—, convencer a las autoridades mexicanas de que mantuvieran oculta la noticia de los destrozos que ocasionaron en Tijuana. ¡Por Dios! Un cohete impactó el muro de un supermercado. —Se detuvo a los pies de la cama—. No podíamos permitirnos que saliera a nivel internacional esa noticia, afortunadamente lo mantendrán como algo local; una persecución entre narcotraficantes.
Le explicó también, que uno de sus atacantes había sobrevivido, ese que se hacía llamar Pantera, y había sido detenido por la patrulla fronteriza al rendirse. El resto de los atacantes habían sido eliminados, en su mayoría por Dylan. Al detenido habían podido identificarlo como un ex miembro de la fuerza aérea, mismo que confesó que el resto de sus compañeros también habían llegado a servir alguna vez al país en diferentes áreas del ejército.
Con la información que había proporcionado Pantera, pudieron identificar al resto. Todos y cada uno de ellos habían sido dados de baja por diferentes motivos y en diferentes años de servicio. Eran considerados de la peor calaña por sus actos.
Ahora que estaba detenido, intentarían sacarle la mayor información, ya que, se le había informado a Dawson que Zech no había dicho una sola palabra desde su captura. Todo el equipo confiaba en que tarde o temprano terminaría hablando y confesando quién había dado la orden de matar al expresidente.
El hombre terminó agregando que fue toda una odisea conseguir que los testigos, que se encontraba por cruzar la frontera cuando la persecución se suscitó, eliminaran cualquier rastro de evidencia de lo acontecido. La patrulla fronteriza tuvo que realizar una inspección que les tomó alrededor de dos horas para asegurar que no hubiera una sola fotografía o video en los dispositivos móviles o en las redes sociales. Incluso, tuvieron que amenazarlos —rayando casi en lo ilegal— con que les romperían la visa y los apuntarían en la lista negra del sistema para que jamás se les volviera a conceder en caso de que no acataran sus órdenes.
A Dylan le interesaba una mierda saber todo eso, solo había una cosa que realmente le importaba.
—¿Dónde. Está. Holland? —enfatizó cada una de las palabras.
El ceño fruncido de su jefe se aflojó cuando el golpe de entendimiento lo invadió. Le dirigió una mirada de pesar y nuevamente se sentó en la silla junto a él, colocando los codos sobre las rodillas.
—Fux...Dylan —suavizó el tono,ese tono que lo hacía sonar más paternal y empático—, cumpliste la misión tal y como se te encomendó: mantener con vida a la mujer. Siempre supe que eras la persona indicada para este trabajo y el país entero estará en deuda una vez más contigo. Gracias al testimonio de Holland podremos encarcelar para toda la vida a Zech Kondratiuk, es posible que le den pena de muerte.
Una sensación de odio se asentó en la boca del estómago del castaño. Habían pasado tantos años y aun así jamás podría perdonarlo. Cuando lo dieron de baja del ejército no volvió a saber de él, había resultado impresionante saber que había terminado como jefe de seguridad del presidente. ¿Qué clase de loco lo habría permitido?
—Sé que la pena de muerte no sería suficiente castigo, pero al menos te ayudaría a aliviar un poco ese dolor con el que has cargado tanto tiempo. La muerte de Tyler...
—No lo nombre —le dio una mirada severa.
Apretaba tan fuerte la mandíbula que sentía que en cualquier momento podría reventarse algún diente por la fuerza ejercida.
—A lo que me refiero es, tu misión ha terminado, Dylan. Ya no tendrás que estar al cuidado de Holland Cross.
El odio se transformó rápidamente en desconcierto.
—¿A qué se refiere con eso? —sabía perfecto a lo que se refería, sintió un tirón en el pecho.
—Ya no hay una amenaza latente contra Holland, por lo tanto, ya no es necesario que la protejas.
La mente del castaño empezó a maquinar a toda velocidad.
—¿Eso quiere decir que regresará con su familia? ¿Volverá a su vida de antes?
Dawson apretó los labios en una fina línea y se recargó en el respaldo de la silla. Su mirada afilada como témpano de hielo ahora estaba fija sobre el alfombrado de la habitación, como si fuera la cosa más interesante en el lugar. Soltó un suspiro largo.
—Dylan, ¿recuerdas cuando te dije que la información que estaríamos manejando era de un nivel altamente confidencial? —el castaño asintió sabiendo a dónde se dirigía con eso—. Ahora que has quedado fuera del caso y que ya no es tu responsabilidad estar al cuidado de esa mujer, no puedo compartirte ninguna información. Solo el director Preston y yo sabremos lo que sucederá de ahora en adelante con ella.
—Pero...—intentó protestar, sin embargo, lo detuvo con un movimiento de su mano.
—Para tu tranquilidad, ella estará bien. Es todo lo que te puedo decir.
Por supuesto que eso no le daba ninguna tranquilidad, no saber lo que le deparaba a la pelirroja lo llenaba de una sensación angustiante que pocas veces en la vida había sentido. Algo en lo más profundo de su ser le urgía por saber qué iba a pasar con Holland.
Dylan apartó la vista y la posó sobre la ventana de la habitación, la lluvia se había desatado ahí fuera y las gotas escurrían contra el cristal. Es como si el clima se hubiera puesto en sintonía con la noticia que estaba recibiendo en ese momento.
—Reitero que estamos asombrados y agradecidos con la ardua labor que has realizado en esta misión; y es por eso que te has ganado unas merecidas vacaciones. Tómate una, no, que sean dos semanas para que te puedas recuperar —apuntó a la herida en su pierna—. Visita a tu familia, descansa, despeja tu mente y después regresa a la oficina.
El capitán Dawson volvió a levantarse de la silla para estirar un poco las piernas. Nunca podía mantenerse quieto.
—Y cuando te sientas listo, la agencia estará más que encantada de cubrirte unas vacaciones fuera del país, al lugar que desees, no escatimaremos en gastos.
Clavó su vista sobre la mesita donde se encontraba el celular estrellado y junto a este la argolla de matrimonio.
—Debo decirte que nos ha costado una verdadera fortuna todos los gastos en los que hemos incurrido en esta misión, pero nos haremos de la vista gorda con la casa, el Jeep, el celular y todo lo que terminó destruido. Incluida la vida de los dos oficiales que iban en esa patrulla de policía que fue explotada con un cohete. —Miró el reloj inteligente en su muñeca e hizo una mueca—. Incluso te daremos una gratificación monetaria para que puedas recuperar los objetos personales que perdiste en San Diego.
La mitad de las cosas que su jefe había mencionado las había ignorado por completo. En su mente no dejaba de repetirse «estás fuera del caso» porque no solo significaba eso, también había quedado fuera de la vida de aquella pelirroja.
—¿Qué hay del juicio y el testimonio que debe dar Holland?
—Sobre eso, ahora que hemos atrapado a Zech, podremos interrogarlo y sacarle la información que necesitamos para atrapar a quien haya orquestado la muerte del presidente. No deberíamos tener mayor problema y de ser así en cuestión de un par de días se hará el juicio donde la chica será la cereza en el pastel para que dicten su sentencia.
—Pero hasta que eso suceda, Holland va a necesitar protección. —El tono de urgencia en su voz no daba a dudas que estaba buscando cualquier motivo para convencer a su jefe de que cambiara de idea—. Sabemos que Zech no trabaja solo, incluso estando él en D.C consiguió gente que fuera a hacer el trabajo sucio por él.
El semblante de Dawson era relajado, Dylan podía recordar perfecto aquel día que le asignó la misión, era todo lo contrario a ese momento. Al parecer todas las piezas o por lo menos la mayoría habían caído en su lugar.
—Dicen que la denuncia fue anónima, ¿cierto?
—Así es, Fux —de nuevo la formalidad había tomado posesión del capitán—. Por favor, deje las preguntas sobre el caso. Como quiera es cuestión de tiempo para que los avances del mismo se hagan públicos, solo tendrá que esperar como cualquier otro ciudadano de este país. —Sacó su celular y tecleó algo rápidamente—. Debo marcharme, pero siga mi consejo y tómese unos días para recuperarse.
Se aproximó a la puerta y cuando estaba por salir agregó:
—Ya no tiene nada de qué preocuparse, volverá a su vida anterior. —Una vida que claramente no incluía a una pelirroja de ojos jade.
Dylan se quedó solo en la habitación, apagó el televisor que seguía encendido y después aventó el control contra la pared; una punzada de dolor le recorrió el brazo, el mismo que se había lastimado horas antes. Se puso la mano sobre el hombro como si con eso pudiera calmar un poco el dolor.
La argolla dorada en su dedo anular llamó su atención, la tomó entre sus dedos y la observó detenidamente. Al principio se sentía raro utilizándola, pero con el paso de los días se fue acostumbrando poco a poco, se había convertido en parte de él y no se refería solo a la argolla.
No había manera de refutar la decisión que había tomado su jefe, solo esperaba que la vida de Holland pudiera mejorar a partir de ahora. Algo le decía que no estaba bien, pero tenía que aceptarlo.
Todo había terminado.
💥💥💥
Palabras sin contar nota de autor: 2,584
En la versión anterior este capítulo era el "final" temporal que había escrito para cumplir las reglas del ONC 2024. Había cerrado la historia en 38,931 y con todos los cambios que hice en esta nueva versión la historia tiene hasta ahora un total de 48,706 palabras.
A partir de la próxima semana tendremos capítulos totalmente inéditos, les agradezco a quienes releyeron la historia y también a quienes la están leyendo por primera vez. Espero que les esté gustando, por favor no olviden dejar sus votos y comentarios.
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