Capítulo 5: Otro punto de vista

Desde hace tiempo me casé con Cristina, era una mujer linda, tierna, segura de sí misma y encantadora, siempre reía y eso me vigorizaba, nunca creí que una mujer como ella se fijaría en alguien como yo, no me considero un hombre muy atractivo en la cual ella se pudo a ver fijado en otro más simpático que yo, igual tuve mucha suerte. En el día de la boda asistieron todos los familiares y allegado de mi esposa, todos menos mis padres, ellos no estaban muy de acuerdo con que me casara con ella, no la aprobaban, solo porque era de una clase social más baja que la mía y no la veían como una mujer apropiada para mí, no me considero un hombre de familia rica pero si bien posicionada. Aquella decisión impacto a mis padres tanto así que me fui de la casa, claro me sentía terriblemente mal ya que los quería mucho pero amaba a Cristina, primera vez vi un trágico rostro de decepción de mi padre antes de irme, de solo pensarlo me hacía desistir de mi decisión pero no, quería casarme con la mujer que yo escogí para amar y proteger.

Después de la boda nos mudamos en un cuarto de un apartamento en la ciudad, este nuevo estilo de vida iba hacer algo incómodo para mí, me sentía avergonzado por no darle algo mejor a mi mujer pero ella parecía estar feliz asiéndome sentir que vivía en un castillo o algo así. Pasaron los meses y comenzaba a aprender lo que es vivir por tu cuenta en el sentido de que no tienes a tus padres, todos los días pensaba en ellos a veces lo llamaba y no me respondían, ¿acaso habré hecho lo correcto?, esa pregunta invadía mi mente con la imagen del rostro de mi padre antes de irme. No quería que mi esposa me viera preocupado, además estando con ella me hacía sentir que valió la pena, eh hice lo correcto, o al menos eso creí. Cinco meses después de que me casé con Cristina recibí una llamada, era mi madre, me dijo que estaba en la clínica porque mi papá sufrió un ataque al corazón, llegue lo más rápido que pude pero era demasiado tarde, me encontré con mi madre llorando y yo no lo podía creer mi querido padre había muerto. En el funeral me sentía terriblemente culpable, nunca olvidare ese rostro, fue tan fuerte el dolor que le hice pasar, que tal vez fue eso lo que lo mato, pero yo no quería hacerlo, no quería causarle tanto dolor, ¿Por qué no querían a Cristina?, ¿A caso verían algo que yo no vi?, ¡qué más da!, de solo pensar en el pasado es volver a alimentar el dolor, ahora tenía que actuar, mi madre vivió con él por más de cincuenta años casi toda una vida, no quería dejarla sola y menos por mi culpa.

Sé que ella no quiere a mi esposa pero no puedo seguir manteniéndome alejado, me necesita, soy su único hijo, intente explicarle a Cristina de que debíamos mudarnos a donde ella para cuidarla, mi esposa sin pensarlo dos veces acepto la idea pero vi en sus ojos que no estaba muy complacida por la decisión. Pasaron las semanas y poco a poco mi esposa se iba adaptando a las exigencia de mi madre, ella nunca se quejaba y eso me hacía sentir aliviado y a veces culpable, ella no tiene la culpa de pasar por esta situación si no yo. Me llego una increíble sorpresa, mi esposa estaba embarazada, me alegre tanto por escuchar esa noticia, no pensaba que fuera tan pronto, ¡Voy hacer padre!, exclamaba por dentro y por fuera, le di la noticia a mi madre pero ella no le acomodo mucho la noticia, tan solo veía la ventana y no dio ningún gesto de alegría o satisfacción, le toque la mano para verle su rostro, se veía triste observando la tumba de mi padre, intente hablar con ella pero me ignoraba, de alguna manera me hacía sentir que yo tenía la culpa, su indiferencia me demostraba su indignación de haber tomado esa decisión y ahora que va a nacer un niño ya no había marcha atrás. Pasaron los meses veía a mi madre cada vez peor, no podía aguatarla verla tan triste y distante, era tan indescriptible el dolor que sentía por dentro, que no soportaba estar allí, quería salir corriendo, quería huir, pero no podía, intentaba hablar con Cristina de lo que sentía, ella tan solo me escuchaba y solo eso, no sentía algo más, no la veía triste ni nada, nunca lloro o se entristeció por mí, ¿acaso no le importa lo que está pasando?, tan solo sentía su presencia con migo pero no su apoyo, lo veía de ese modo, siempre la observaba cantando música de cuna y sobándose la barriga, es como si para ella no estuviese nadie más, si no ella con él bebé, una vez esperaba sentir sus cálidos afectos que siempre me daba en la cama pero ahora era diferente, ¿Qué diablos le pasa?, ¿Por qué están indiferente con migo?, me sentía solo y cada vez la culpa me torturaba, buscaba la manera de no pensar en eso pero no podía, una vez salí temprano de mi trabajo y quise meterme en un bar, en ese momento estaba jugando el Barcelona contra el Real Madrid, a mí me gusta el futbol y quería verlo pero no era un hombre que le agrade beber mucho, ¡qué más da!, me atreví a pedir el primer trago creí que sería el último jejeje si creí, a final bebí cinco botellas, me sentía mareado y fui al baño a vomitar, no quería regresar me sentía feliz después de tanto tiempo, sentía que el licor era mi único amigo, mi consuelo, ya era muy de tarde y tenía que regresar a casa, llegue en taxi, primera vez hago esto y nunca pensé que se lo haría a la mujer con quien me casé, de seguro cuando entre me va a regañar o me va lanzar la salten o correr de la casa pensando que anduve con otra mujer, ya saben típicas peleas del matrimonio y adivinen qué, de todo lo que dije nada de eso paso, entre a mi casa y vi a Cristina lavando los platos, me acerco a ella para esperar alguna reacción, ya estaba predispuesto a algo pero nada, andaba como si yo fuera invisible, pero no entiendo, ¿A caso ella no le importa que llegue tarde a la casa?, ¿acaso yo no le importó?, enseguida me fui a la sala y me acosté en el mueble sin que ella me lo pidiera, me dormí enseguida.

Al día siguiente me dolía la cabeza de la resaca que tuve, me acercó a Cristina para preguntarle si hay pastillas para el dolor, no me responde, volví a preguntar pero esta vez ¿sí había desayuno?, ella enseguida se va de la cocina, su reacción me hiso molestar, si ella quiere ignorarme bueno yo también la ignorare, —vamos a jugar que aquí nadie existe, ¿Te parece?—, grite de la molestia, me acercó al cuarto de mi madre, parece que escucho lo que dije y me apunto con una penetrante mirada, como si dijera "Te lo dije", enseguida volteo, volví a tener los sentimientos de culpa y quería irme rápido al trabajo para no pensar en eso.

Salí del trabajo y pase por el bar otra vez, pero no quería volver a llegar ebrio a la casa, ¡no mejor no!, enseguida a mi lado pasa un amigo del trabajo y me dice —Oye Darío quieres tomar con migo y los chicos unos birras—

—Jejeje no, paso será después—

— ¡Pero vamos a celebrar que hoy me ascendieron!—

Enseguida llega otro amigo y comenta —Ya déjalo, de seguro su mujer no le deja llegar tarde a la casa—

En ese momento me acorde de Cristina y su indiferencia, ¡que me importa!, total no me dirá nada, enseguida cambien el gesto y le dije —Sabes qué, tú me vas a pagar el primer trago—

—Hehehehe así se habla amigo—

Tuve casi toda la noche bebiendo y riendo, por un momento se me olvido todas mis angustias, incluso de que estaba casado, me sentía como un reí, vi en mi mesa como diez botellas nunca pensé que todas eran mías, wow que noche, me sentía como quinceañero rebelde, quería que esto nunca acabara pero como todo si se tuvo que acabar, llegue a mi casa como a las tres de la mañana o eso vi en mi reloj tal vez eran las cuatro o cinco, no me acuerdo con claridad. Abrí la puerta con mucha delicadeza, ya en mi mente me imaginaba mil y una forma de salir lastimado a manos de tu propia mujer, de seguro gritara de furia o me lanzara alguna maleta en mi cara, pero efectivamente nada de eso pasó, entre y todo estaba tranquilo, subí al cuarto y la vi durmiendo, revise mi teléfono a ver si por lo menos intento llamarme y nada, ¡pero qué diablos le pasa a esta mujer!, aparte que nunca me dio su apoyo no se preocupa para nada por mí, de seguro se está vengando, si debe ser que como nunca le agrado venir acá quiere hacerme sentir más culpable de lo que me siento, ¡pero qué mujer más egoísta!, o tal vez esté con otro hombre, si debe ser eso y este tranquila para buscar algún pretexto para divorciarse de mí, ahora ya entiendo él porque mis padres no querían que me casara con ella, ahora todo lo veo con claridad, ¡Fui el más grande estúpido de la tierra!, por mi estupidez mi padre murió y mi madre está sola y deprimida, pero ¡en que estoy pensando!, si yo soy el que llega tarde a la casa, pero ni modo al menos ella me tiene que llamar como haría una esposa responsable, ¡maldita!.

Cada vez era más seguido ir a ese bar incluso se convirtió en un habito, al principio eran con mis amigos pero comencé a conocer a otras personas, tanto así que si iba solo conseguía a alguien para hablar, me sentía especial, que lo podía todo, ¡Que me importa Cristina!, si no le importó que mi importa ella, cuando se canse de mí y quiera divorcié será el mejor momento de mi vida, no la necesito puedo conseguir a otra y mejor, además es mi casa y no tengo que perder nada Hahahaha...., pero de hecho estaba equivocado si perdí algo y más bien era alguien, la otra persona que más amaba, mi madre.

Cristina me despertó y me dijo que algo le pasa llamamos una ambulancia, se movieron rápido pero ya era demasiado tarde, me dieron la noticia de que había fallecido, era el peor día de mi vida, no lo podía creer, mi madre murió con tristeza y todo fue mi culpa, llore y llore no quería separarme de ella enseguida escuche los gemidos de dolor de mi esposa, se estaba encorvando parece que rompió fuente ya estaba lista para dar a luz. Se me había olvidado de que estaba embarazada de que yo iba hacer padre, ya no sabía cómo sentirme si feliz o triste dos situaciones opuestas en el mismo día, ver la muerte de tu madre y el nacimiento de tu hijo, ¿Por qué a mí? No quise separarme del cuerpo de mi mamá y deje a Cristina sola con los médicos.

Pasaron las horas y escuche que ya había nacido, me acerque a la sala de parto a ver a mi bebé o ¿mi bebé?, lo que vi era muy diferente hacia nosotros, era muy pálido de hecho demasiado, además algo catire, yo no soy tan blanco más bien soy algo moreno y no soy catire pero Cristina es blanca, no tanto como él, había algo que no me cuadraba, ¡Ese bebé no era mío!, se veía muy diferente a mí, mis temores se hicieron realidad Cristina me traiciono, ella cree que soy estúpido, haciéndome pensar que ese bebé es nuestro, me enfurecí y le dije lo que pensaba, ella me respondió que estaba equivocado y que le molestaba la idea de que yo pensara así de ella, se fue corriendo, parecía toda una niña dramática, seguí con la idea de que ese bebé no era mío y tampoco era normal, me aleje de él ni siquiera lo toque.

En el entierro fueron todos mi familiares la única que no vino fue ella, estuve prácticamente solo.

Pasaron los meses y nuestra relación era un mar de indiferencia, yo seguía con lo mismo, tanto así que me votaron de mi trabajo hace tiempo, ¡Que me importa!, además con el dinero que le quito a mi esposa lo puedo invertir en algo mejor que son las apuestas de caballos, ese bar era popular por tal juego y yo aprendí mucho, algún día voy a ganar, total el dinero que gana ella también es mío, me irritaba la idea de seguir viendo a ese niño, cada vez sentía que me hacía perder la poca atención que tenía sobre Cristina, la veía abrazándola, besándolo a un bebé que yo no considero humano no sé por qué pero veía cosas extrañas en la actitud de ese niño, al tiempo me entere que tenía el cabello blanco, ¡Pero qué carajo le paso!, parece una especie de fantasma o un personaje diabólico de las películas, igual no me importaba, veía a ese niño crecer y cosas extrañas me hacía sentir, nunca lo vi triste, feliz o molesto, ¡nada!, siempre con una cara de indiferencia, tampoco jugaba ni con los juguetes que le traía Cristina, ¡Qué clase de niño era eso!, siempre lo veía dibujando garabatos ¡estúpidos!, ninguna atención le prestaba hasta que una extraña y perturbadora noticia me llego.

Escuche a Cristina decirme —Dario, ahh...ahh Armin no tiene emociones—, con sus ojos llorosos y la voz que le temblaba...

— ¿De qué carrizo me estás hablando Cristina?—

—Yo en estas semanas eh estado llevando a Armin a un neurólogo y psiquiatra, eso fue lo que me dijo el doctor, el sufre de alexitimia—

—Sin emociones, ¡eso no es normal!, nunca he escuchado de esa enfermedad, además ¿con que dinero pagaste sus citas?—

—Bueenoo yo heee... hee...—

—¡HABLAAA MUJEEER!—

—Eh estado usando el dinero de mis ahorros—

—Ese dinero no es tuyo es nuestro, además desvistes consultármelo antes—

—Si pero, pero por ser tu hijo creí que no era necesario—

Enseguida me moleste mucho, no comprendía porque, pero sentía que me faltaron el respeto o mi autoridad y todo a causa de ese niño,  yo siempre supe que esa cosa no era normal y creo comprender porque, sí, fue Dios, él me está castigando por haber hecho sufrir a mis padres, desde que Cristina quedo embarazada las cosas fueron empeorando, ella me comenzó a ignorar como si no tuviera emociones y mi madre ahogándose en una depresión, ahora todo tenía sentido, ese niño es el reflejo del mal sobre mí, antes de que el llegara mi vida era perfecta, ¡lo odio enserio lo ODIOO!, por culpa de él me volví alcohólico, ya no lo puedo aguantar, enseguida grite y le dije todo lo que pensaba a Cristina.

Ella volvió a convertirse en la niña dramática he inocente de la película, actuando como si siempre ha tenido razón y dejándome a mí como el villano, ¡Pero que sínica!, enseguida menciono algo sobre mi madre, me moleste tanto que la golpeé, no sé porque pero lo hice, me irritaba lo que decía como si ella lo supiera todo y en realidad ¡no sabe nada!, se lo dije claro y conciso, ¡ya no me importa!, quería marcharme, ella volvió a su papel de niña inocente llorona, ¡Que inmadura!, sus vacías disculpas me resbalaban, estaba muy molesto, estresado, me fui al bar a seguir bebiendo y olvidarme de esta estúpida tragedia, ¡me vale un pepino de lo que sufre ese niño!, total no es mi hijo.                



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