Capítulo 32: "El rescate parte 1"
Sentía a ver escuchado los gritos de Lisa pero observé en varias direcciones y todo estaba tranquilo, tan solo se percibía el sonido de la suave brisa agitando las ramas de los árboles en el umbral de la fría noche, más el son de las olas revolviéndose en las piedras y deslizándose en la arena al llegar a la orilla, acompañado por el canto de algunos grillos, volví a andar normal, no comprendía por qué escuche a Lisa gritar "¿Sera porque hoy he estado pensando mucho en ella?", "¿Acaso muy en el fondo me impide quitármelo de la cabeza?", lo que me dijo ayer marcó en lo más profundo de mi interior, aquellas palabras me fue un baño de agua fría pero tibia a la vez como si todas mis preguntas e inquietudes fueran ya respondidas, cuando me dijo "—tú si tienes emociones, la única diferencia es que demuestra tu amor de una manera tan especial, lo demuestras en hechos y no con palabras, eso te hace muy singular y hermoso a la vez—"
"Lo demuestro con hechos y no con palabras", "Es con hechos y no con palabras", "Hechos y no palabras"
Esa frase se ha repetido en mi cabeza una y otra vez como si fuese un profundo e infinito eco dentro de mi cabeza, ¿esas palabras será la explicación de todas mis dudas?, ¿Acaso yo puedo amar?", ¿Habré sentido alguna vez lo que es el amor y no me habré dado cuenta?" o tal vez mi forma de proteger a Lisa y la forma en que también cuide de Anabel fue mi manera de decirle que las amo, "¿Acaso las he amado desde el primer momento en que las vi?"
Aquellas interrogantes explicaban algunas de mis extrañas inquietudes sobre mí mismo, Lisa sin que ella lo supiera fue la llave que abrió la cerrada puerta de mi ser, su palabras me han abierto un nuevo camino, de que tengo la esperanza de poder sentir como todos lo demás, ahora comprendo en parte sobre algunas de mis confusiones, sé que tengo un corazón solo que ha estado fríamente confundido, sé que mi corazón puede volver a latir como nunca antes y creo que ya sé a quién podre lograr amar y quiero decírselo a ella, si, la iré a buscar y a confesárselo.
Fui a la panadería donde trabaja pero no la vi donde siempre está, estaba su hermano muy concentrado contando el efectivo que cargaba, me acercó a él y le pregunto
—Y Lisa ¿Dónde está?—
El me responde sin prestarme mucha atención con una actitud para sacudirme de enzima, alegando
—Ella fue a buscarte en el Bar de su Tío— siguió contando los billetes sin ni siquiera verme
Pero porque me quería buscar, debe ser que quiere saber lo que le mencioné esta mañana, Salí sin despedirme de la panadería con mi impasible actitud, cada vez que me acercaba al Bar donde trabajo algo por dentro me decía que todo va mal, me era una sensación muy extraña de lejos vi que la puerta estaba abierta y eso era muy raro ya que a esta hora se acostumbra dejarla cerrada, cada vez que me acercaba cosas muy inquietantes escuchaba, como un gemido muy excitado y algunos suspiros de risas exhaladas, pero algo más me termino dar la razón de que si está pasando algo malo, me acercó a la puerta y escucho detrás de ella unos sollozos de una chica, abro la puerta y extendiéndola vi lo más espantoso de mi vida
Lisa estaba tirada en el suelo semidesnuda, su ropa estaba rasgada y sus zapatos tirado muy lejos de ella, no podía verla con claridad ya que su espalda cubría su rostro pero sabía que era ella, un hombre alto de tés morena tenía los ojos fibroso y perdido como si estuviera drogado, estaba encima de ella con sus dos manos puesta sobre sus pechos y bueno el resto montado a mas no poder, el voltea a verme y se limpia la saliva de su boca, era muy asqueroso, se levanta subiéndose los pantalones, mientras me ve y se recupera de su excitación, vi a lisa volteando su cabeza y observándome con una mirada perdida, tenía la cara toda rasguñada, ella profesa muy lentamente en suspire diciendo —Arr..rr..mii..nnn— como si tratara de decir que vine en su auxilio.
Cuando el hombre se recupera en si me ve y pregunta —Y tu ¿Qué quieres?—
Le respondo como siempre lo hago sin mostrar ningún gesto— Y tu ¿Qué hiciste?—
—Hahahahaha... ¿Acaso eres estúpido?, me estoy divirtiendo con ella así que ¡¿Qué te importa?!—
—La abusaste—
—Sí y eso ¡¿Qué?! Es una cualquiera como todas las de este pueblo—
—No— negué lentamente con mi cabeza sin gesticular nada pero algo muy en el fondo me hacía arder como una llama, era una sensación muy extraña, pareciera que millones de clavos puyaran por todo mi cuerpo y quiero quitármelo de encima pero no funciona, cada clavo hincaba en mi corazón y eso hacía que me pusiera actuar con mucha brusquedad, no sabía cómo explicarlo
El hombre me observa de pies a cabeza pensando y luego dijo —Un momento yo creo que te eh visto en algún sitio— se frota la barbilla y alega con una petulante sonrisa —Siiiiiiii.... ahora sé quién eres pero ¡que sorpresa!— levanta sus dos manos y pone sus dedos índice sobre sus labios, silbando, creo que estaba llamando refuerzo
Detrás de mí aparecen tres hombres parecidos a él pero mucho más feos, uno que no era gordo pero si grueso dando un airé de gordura se acerca a mí, diciendo —Y este chico ¿Quién es?—
El hombre alto y coloradamente moreno responde — ¿Acaso no lo reconoces? Ese es el que casi mata a Oto—
Enseguida aquel hombre no me pierde de vista y me observa a tal punto como si viera mi espíritu, de repente sonríe connotando que si tenía razón —Vaya que si es él— me sigue mirando y añade —De verdad eres bien feo, tienes el cabello de un viejo y tus ojos son tan claros que me da asco, yo no puedo creer que no te hayan botado al nacer, pareces un monstro y anormales como tú no viven mucho—
Enseguida escucho a otro hombre detrás de mí con una antorcha en la mano, profiriendo— Él también fue el que casi mata a David y sus amigos—
El regordete y no tan alto hombre inquiere con un aire de descubrimiento y desagrado en su mirada — ¿Enserio? Así que eres tú el que ha lastimado a mi amigo e incluso a mi sobrino, vamos a ver qué tan rudo eres, a ver si te metes con nosotros heehehehe...—
Enseguida ciento que todos esos sujetos me rodean y yo ando en el centro, los veía a todos ellos observándome con cinismo en sus sonrisas , pero no me importaba lo que dijeran de mí ya que conocí personas que me trataron peor, además tampoco me importaba si me iban a golpear total he sufrido peores golpes, no tenía miedo porque no conozco el mido, tampoco la ira porque no conozco la ira pero no deje de ver a Lisa detrás de esos hombres, su mirada perdida hacia que algo dentro de mi fulgurase como la llama de una chimenea, sentía que algo me hinchaba de muchos pensamiento negativos y de malos recuerdos, incluso de los momentos en que vi a mi padre golpeando a mi madre, regresando al recuerdo del funeral de mi madre pero no me perdí en mis recuerdos creando una alucinación ya que eso se quebró cuando vi al hombre alto y moreno recoger a Lisa todo sonriente para llevársela a otra parte como si cargara un juguete de sus viles placeres.
Me muevo para perseguirle pero el regordete hombre me detiene diciendo — ¡¿A dónde vas pequeña rata alvina?!—, enseguida me cachetea y me escupe en la cara, yo no me inmuto y tan solo lo observo, enseguida escucho los gritos de Lisa diciendo —¡Armiiiiinnnn...!— era lo mismo que escuche hace un rato
Por cuestión de inercia sin que me diera cuenta, cierro con fuerza los puños de mis manos y escucho a ese irritante hombre decir —Ooohhh... ya se molestó la ratita alvi...— antes de que terminara la frece le di un puñetazo en todo el medio de la cara tan duro que sentía el dolor entre mis dedos por magullar su tabique, jamás en mi vida había golpeado a alguien estando consiente, vi a ese hombre caer al suelo y la nariz estaba completamente hinchada y salía sangre como chorro, el hombre tenía la mirada perdida pero en cuestión de segundo vuelve en sí y se tapa la nariz gritando de dolor, ordenando
— ¡MATEEEENNNLOOOOOO!—
Seguí caminando para detener a ese pervertido pero detrás de mí vi a dos hombre sacando sus navajas, se acerca el primero y lanza un corte longitudinal que casi roza con mi muslo izquierdo , el otro se mantiene esperando pues tenía una antorcha en la mano, el que me ataco lo vuelve hacer con un corte vertical de arriba abajo a ver si me clava la hojilla en el pecho, me lanzo hacia atrás pero él logra cortar parte de mi camisa raspando mi pecho, sentía un poco de sangre saliendo de allí pero nada de dolor como si hubiese desaparecido "Era muy extraño", ese hombre se agita un poco y sonríe ya que logro parte de su cometido e sigue intentando pero esta vez vuelo con el puñal de frente como la estocada de una espada, presentía que aquel hombre estaba nervioso y por eso estaba atacando muy rápido pero lo que no sabía él, es que yo no estaba nervioso pues no conozco el miedo, tan solo evadía estudiando su ataque y esperando el momento indicado, vuelve hacer el mismo apuñalamiento de frente a ver si por segunda vez logra acertarme en mi abdomen pero para su sorpresa yo ya lo había esperado, me deslizo hacia la derecha y logro sujetarle la muñeca y le hago una llave, retorciendo su mano contra su codo, obligándolo a soltar el cuchillo, una vez que lo suelta de una como si fuera en automático golpeo su mentón, tal como lo haría un boxeador, fue tan fuerte que escuche el crujir de su mandíbula y él cae, golpeando la parte de atrás de su cabeza contra el suelo, creo que estaba noqueado pues no se levantaba, sus ojos estaban desorbitados y aparte el choque que se dio izo que se rompiera la cabeza brotando sangre de él, ahora faltaba el siguiente.
El hombre de la antorcha me veía estupefaciente pues dos enormes y bravíos hombres contra un chico muy delgado fueron derribados, ninguno logro lastimarme y mucho menos matarme, la idea le impacto ya que se estaba dando cuenta contra quien iba a pelear, pero por razón de orden como si fuera un militar de las fuerzas armadas cumple en hacer su cometido sin importarle que fuese a asumir un riesgo, el extiende la antorcha enfrente de su pecho sostenidas con sus dos manos pareciera que cargara una espada, yo en cambio le veía y solo veía, ya que una antorcha de fuego era más peligrosa que una navaja desde mi punto de vista.
Sus manos estaban temblando y de un grito creyendo que con eso le daría una fuerza sobrenatural corrió hacia mí para hincarme el fugo de ella, yo me aparto hacia la izquierda sin perderlo de vista, el flexiona sus codos hacia mi dirección para lograr quemar mi prenda pero yo salto hacia atrás, en mi mente estaba cada segundo de los momentos en que el otro hombre estaba con Lisa, no podía seguir perdiendo tiempo, Lisa me necesitaba, ¡No puedo abandonarle!, el hombre de la antorcha seguía gritando y afincando sus dientes, yo tan solo evadía cada movimiento pero me mantenía sereno, el nervioso ser seguía repitiendo los mismo ataques una y otra vez pero no acertaba, hasta que decide tomar una alternativa muy desesperada.
Agarra vuelo con su mano derecha y con todas sus fuerzas laza la llameante antorcha sobre mí, rotaba en el aire verticalmente y el fuego se deformaba con el correr de su fuerza, yo salto tirándome al suelo, justo antes de que me tocara, la antorcha solo logra rosar con su bastón parte de mi codo hasta caer al suelo, el fuego logra tocar la madera de las patas de unas de las mesas, instantáneamente se la estaba comiendo y se extendió hacia arriba, luego agarró la silla propagándose por él y no le era suficiente, siguió extendiéndose hacia la pared y todo lo que estuviera a su paso, nada lo detenía.
Aquel hombre al ver el fuego propagarse salió corriendo, dejándolos a todos atrás, pareciera que no salió a buscar ayuda más bien a huir de una tragedia para que nadie lo acuse de sospechoso o eso cree él, yo no podía seguir perdiendo tiempo y fui a donde retenían a Lisa, entré en aquella sala y el humo del fuego comenzó a extenderse por todo el lugar, me costaba ver hasta que logré escuchar unos gemidos y el hombre murmurando palabras que no entendía, veía en el fondo una silueta y era Lisa tratando vanamente de forcejear con alguien que le triplicaba en fuerza, yo sigo andando y él logra ver mi llegada y se levanta enfurecido, exclamando
— ¡Tú otra vez!—
Yo solo asentí con mi cabeza pero muy en el fondo sentía que algo muy malo está apunto de resurgir, aquel hombre se me acerca y se pone en posición de pelea como el de un boxeador, agregando
—Esta será la última vez en que me vayas a molestar— y al concluir con su frase extiende a más no poder su puño derecho, a mí me costaba ver por el humo del fuego y sin darme cuenta recibo el golpe en mi mejilla izquierda tocando parte de mí ojo, sentía el fuerte dolor picando toda mi mejilla, caigo instantáneamente al suelo, me tape la cara pero no gemí ni grite, el intimidante hombre camina hacia a mí y yo tozo porque el humo comenzó a introducirse hacia mis pulmones, él pone su pie encima de mis pectorales y dice
—Hahahaha... vaya que no eres gran cosa ¡Ahora si te llego la hora!— apoya sus rodillas al suelo encima de mí y con su mano izquierda agarra la manga de mi cuello, comenzando a golpearme en todo el medio de la cara y parte de mis mejillas, lo hacia una y otra vez provocando que la parte de atrás de mi cabeza chocara contra el suelo, hacía un intento en vano de cubrirme la cara y flexionarme con mi cuerpo pero él me detenía golpeando mi barriga para luego seguir, el dolor debería ser insoportable pero solo sentía el choque de los impactos más el fluir de mi sangre en boca y nariz con su sabor en mi lengua impactándose contra mis dientes, ya no tenía escapatoria, "Tal vez era mi hora"...
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Esto está dividido en dos ya que es muy largo, hay otro capítulo ;-)
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