Capitulo 1

Camino por los oscuros pasillos de su palacio, moviéndose tan silenciosamente como algún espectro bajo su servicio, intentando no sentirse nervioso conforme se acercaba a la habitación que estaba buscando, evitando ejercer demasiada presión en el bulto que traía entre sus brazos, eso que le hacía dudar sobre lo justamente tenía en mente.

"—Nadie lo va a notar, será simplemente uno más del montón."

Se repitió mentalmente cuando finalmente encontró la habitación, entrando tan silenciosamente como había llegado, buscando la cuna adornada con seda negra, donde descansaban tres niños de cabello rubio, cada uno con una aparente edad distinta, aunque en el lapso de tiempo que habían nacido estaba un tanto espaciado. Lo que tenía el ser un dios cuyo destino todavía no estaba establecido, a diferencia de muchos otros, su crecimiento empezaría hasta que alguna responsabilidad estuviera a punto de ser pasada a ellos, mientras tanto, o permanecerían como infantes o su crecimiento simplemente sería más lento que, incluso, el de un mortal.

"—Solo lo dejare aquí y si preguntan, él siempre estuvo aquí."

Respiro profundo, ridículamente nervioso, quitando lentamente la tela con la que cubría a un recién nacido de cabello plateado, cuyos ojos aun permanecerían cerrados un buen tiempo como el de su media hermana, la cual era tan pequeña como él y dormía tranquilamente, lo suficiente que ni siquiera noto cuando el nuevo dios menor fue acomodado a su lado.

Cuatro rubios y un plateado.

Resistió el impulso por reprocharse su propio plan estúpido, pero en su lugar, prefirió apretar los labios y salir de ahí tan silenciosamente como llego después de acomodar al recién nacido, repitiéndose una y otra vez lo que diría si es que le llegaban a preguntar sobre él, que no tenían porque, una cabeza plateada entre, literalmente, novecientos noventa y nueve rubias, no tenía por qué verse extraña.

—... ¿Qué se supone que estoy haciendo?

Haber, una vez más. ¿Cómo fue que termino así? ¿En qué momento logro... Logro quedar embarazado y posteriormente dar a luz a un dios menor? ¿Qué clase de dios superior había decido jugar con él?
Por un momento vino a su mente la figura de un pavorreal, Hera, la diosa de la fertilidad, si lo pensaba un poco, no se debían nada mutuamente y estaba seguro de que todo había quedado zanjado gracias a su madre, la diosa Nix.
Fue entonces que pensó en su propia esposa, Pasitea, su fiel mujer con la que había tenido a casi todos sus hijos, quiso dudar que ella misma había tenido que ver algo en el asunto, pero fue una de las carites de Hera y sin duda alguna, aún mantenía contacto con ella.

Al igual que muchos otros dioses, él no era totalmente fiel a su mujer, aunque podía esconderlo un poco mejor, ir a charlas con ninfas y ser cercano con ellas porque eran quienes servían el néctar y la ambrosia era algo bastante normal en los Elíseos, su mujer no tenía por qué enfadarse por algo así.

Aunque si de lo que se entero es que estaba metiendo con su propio gemelo pues... Pues...

[———]

Jugueteo nervioso con una parte de su cabello, juzgándolo como si fuera la cosa más interesante del mundo mientras Pasitea se paseaba por el palacio, buscando por todos los rincones, como si estuviera segura de porque ahí el había escondido algo que no quería que ella viera.

Y si, lo había escondido, pero no era tan estúpido como para esconderlo en la sala.

—Hypnos, cariño, ¿Cómo estuviste durante mi ausencia?

Ve la sonrisa de su mujer, tan grande y radiante, como si esperara que le dijera algo en específico, no sabía si algo positivo o alguna queja, pero tal pregunta solo le hace pensar que está en lo correcto y el actual gemelo casi totalmente camuflado fue cosa de ella, pero bueno, no iba a enojarse, no cuando pensaba en que era innecesario discutir por algo así.
Porque bien podría haber herido su orgullo de dios cuando logro convencer a Hera, si es que lo hizo, que le hiciera algo para engendrar y así ¿aprender a dejar de ser infiel? Tal vez la esposa de Zeus debería de probar eso en otro lado, a ver si le funciona.

Aunque con la cantidad de semi dioses que rondan por ahí, por culpa del regente del Olimpo, no le sorprendía que no lo pusiera en práctica.

—Todo estuvo perfecto, solo se sintió la casa más sola sin todos ustedes.

Sonrió de esa manera amable que tenía, antes de soltar su propio cabello y tomar un mechón de ella, rubio, un poco menos dorado que el de él, pero igualmente rubio.
Tenía que ser muy estúpido para pensar que la embarazada había sido ella y antes de irse le paso él bebe, para que sintiera los dolores que ella misma había sufrido al dar a luz a más de ocho descendientes, de esa clase de partos múltiples que los llevaron a tener una gran cantidad de hijos.
No, el cabello plateado venia de otra parte, lo que denotaba totalmente su infidelidad pero que dudaba totalmente que Pasitea se lo echara en cara, ella no era así.

Sobre todo, ahora que el palacio rebosaba de vida una vez más, con la mayoría de sus hijos regresando a casa después de haber acompañado a Pasitea, ya sea un poco más allá del jardín de las Hespérides o casi llegando al Olimpo, aunque bueno, al menos ellos estaban de acuerdo en que no era necesario llegar tan lejos ni era tan atractivo ir y subir que tanto desastre se hacía en una de las múltiples fiestas de Dionisio.

—Ya veo, bueno, supongo que todo está bien.

Noto el tono triste en las palabras de su mujer, pero no dijo nada, simplemente permaneció en silencio y sonriendo, antes de mover ligeramente su rostro cuando ella se agacho lo suficiente para darle un beso.

—Iré a ver a nuestros últimos retoños.

Bien, era esto o nada. Solo tenía que quedarse sentado, paciente y ensayar su única línea que ya había practicado con todos los sirvientes.

—¡Hypnos!

Solo tenía que ser firme, hablar sin titubear y pareces que estaba totalmente seguro de lo que estaba diciendo, ¡Vamos! ¡Es el dios del sueño que durmió a Zeus! Una pequeñez de este tipo no lo iba a intimidar. Solamente tenía que preocuparse de que no se le saliera de las manos, pero de ahí en fuera, todo podría terminar perfectamente bien.

—¿Desde cuándo tenemos cinco retoños?

—Desde siempre, ¿no lo recuerdas?

Vio a Pasitea dudar un poco mientras empezaba a sentir como sus manos empezaban a sudar, sobre todo cuando la vio acercarse lentamente mientras miraba con buenos ojos al infante de poco más de una semana, al menos podía estar seguro de que si descubría que era de Thanatos, bien podrían incluirlo en la lista del resto de sus hijos, después de todo era totalmente suyo, tenía que ser otro futuro dios del sueño.

—Pero solo míralo Hypnos, cariño, tiene el cabello plateado, no rubio.

—Se decoloró, es casi como los ojos, raramente se quedan con el color normal con el que nacen.

Su esposa arrullo un poco más al tranquilo bebe quien parecido removerse para sentirse más cómodo en los brazos ajenos, tanta tranquilidad que no creía que fuera posible, aunque lloro la primera vez que lo dejo con el resto, posteriormente se convirtió en el que más dormía y raramente parecía reaccionar a algo, había momentos en que los mismos sirvientes estaban atentos por si el llanto de sus hermanos lo despertaban, pero ni siquiera con esos gritos parecía molestarse.

—Es tan tranquilo, recuérdame, ¿Cómo es que decidimos que se llamara?

—Oneiros, por supuesto, para conmemorar que es el numero mil.

—Oneiros, mi pequeño y adorable Oneiros. Es tan adorable como sus hermanitos.

Hypnos vio entonces como Pasitea se daba la vuelta y regresaba a la habitación con los otros tres, aparentemente encantada con el nue... Con él bebe de siempre entre sus brazos, algo que le hizo suspirar de alivio cuando todo lo que ensayo termino bien.

"—Ja, sabía que iba a funcionar, era obvio que pasaría desapercibido."

Tampoco es como si fuera a haber mucha diferencia entre ellos.

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