(Sin) Despedida Eterna

Érase una vez, en cierto mundo, en cierta vida, Jin Zixuan nació con el privilegio que no se le concedió a nadie más, no hasta que la sangre corrió para ser digno del honor: ser reconocido como hijo de Jin Guangshan desde su nacimiento.

Vestía con orgullo la peonía; en su frente, la arrogante marca bermellón.

Sin carencias y rodeado de lujos, ajeno al anhelo de una dama en una casa de placeres, ignorante al sufrimiento de un joven que perdió a su madre. Indiferente a la necesidad de aceptación de su medio hermano.

Él vivió una buena vida. El murió lejos de aquellos por quienes deseaba vivirla.

Érase una vez, en cierto mundo, en cierta vida, Jin Zixuan fue el hijo legítimo de Jin Guangshan, Meng Yao el hijo de una prostituta.

Érase una vez, en otro mundo, en otra vida, los roles cambiaron. El destino tomó otro sendero.

⋅◈⋅

—Si vuelves ahora, mi padre te asesinará.

Sus manos tiemblan; sobre la tela, sus uñas encajan en su piel con dureza.

Su cuerpo entero duele; bajo la tela, sombras negras a causa de los golpes que recibió en la caída.

El enojo crece, por la humillación, por la calma del joven que lo enfrenta, por esa mirada compasiva.

No puede soportarlo. No la lastima en los ojos de nadie.

—¡No soy un perro que va a morir en silencio en la cuneta después de ser pateado!

⋅◈⋅

Despierta con el sudor pegado a su nuca.

Pesadillas. Recuerdos.

Pasa su mano por la frente sudorosa, tuerce los labios en desaprobación; por el sudor, por las memorias filtradas en sueños.

Era lo malo de descansar en tiempos de guerra, el subconsciente lleva la desesperación de la batalla al paisaje onírico, creando ilusiones lejos del descanso.

Se levanta, al menos lo intenta. Cae de nuevo en la cama por el dolor que, ahora recuerda, lo hizo perder el conocimiento en medio de la batalla.

'Patético— se recrimina, sus dedos se enroscan en la tela que hace de un intento de manta—.Patético, patético... Quedar fuera de combate por una herida así...Soy tan patético...'

Intenta ponerse en pie de nuevo, puede sentir el sudor deslizarse por el esfuerzo, pero finalmente lo consigue.

Respira y da un paso. No es tan complicado, su herida no es lo suficiente grave para abandonar sus obligaciones.

'Aún puedo pelear'— piensa con determinación.

Da otro paso, y otro, y está llegando a la salida. Sólo un poco más...

El dolor aparece, perfora su carne, es como un incendio que se propaga rápidamente.

Cae al suelo y todo empeora. Se retuerce, se abraza, esperando que el dolor desaparezca con ignorarlo. La sensación de estar en el suelo es más familiar que el de estar en la cama.

La cortina se abre cuando ya se ha acostumbrado al frío.

—¡Dios mío!

Escucha pasos que se apresuran a llegar junto a él; dos manos lo sujetan, temblorosas y cálidas contra su piel helada.

Grita por ayuda, eso cree. Su mente no capta las palabras, pero antes de desmayarse por segunda vez tiene un pensamiento discordante con la situación entera.

Él piensa que la voz de esa persona es dulce.

⋅◈⋅

La segunda vez que abre los ojos descubre de inmediato que no está solo.

—¿Despierto?— le preguntan.

Tal vez, en otra ocasión o con otra persona, habría ignorado responder algo que era obvio y, por ende, no valía la pena. Sin embargo, la opción de ignorar no era ni siquiera debatible con ella.

Asiente, lento pero firme. Jiang Yanli sonríe a cambio, aunque la sonrisa no tarda en convertirse en un ceño leve, pero lleno de desaprobación.

—No debiste hacer eso. Aún te estás recuperando, esforzarte así sólo abrió tu herida.

Él asiente, solemne.

—He causado molestias a la Señorita Jiang— admite—. Este humilde le pide disculpas.

Jiang Yanli no responde de inmediato, cuando lo hace es con una risa leve.

—No pareces arrepentido— señala, y sus músculos se tensan—. Si no quieres ser atrapado en tus mentiras, debes aprender a mirar a los ojos.

Él lo hace, entonces. Su mirada viaja de la manta a las túnicas moradas, hasta finalmente llegar los ojos que lo observan con diversión oculta.

'No es tan bella'— es lo primero que piensa.

Es linda, lo admite. Pero sólo por encima del promedio. Aun cuando su tez blanca hace resaltar su cabello oscuro, no tiene algún otro encanto especial.

'No físico'— es su segundo pensamiento.

Porque fuera de la belleza visual, no había conocido a nadie antes que trajera la paz consigo.

La sonrisa de Jiang Yanli se profundiza ahora que tiene una verdadera atención sobre ella.

—Soy Jiang Yanli, aunque supongo que ya me conocías.

De nuevo, se guarda sus malos modales.

—En este campamento no hay quien no conozca a la señorita Jiang— responde a cambio.

Jiang Yanli asiente, sin arrogancia ni presunción. Sus manos vagan en la mesa junto a la cama, un punto ciego donde él no puede ver por su condición.

—Lo mismo puede decirse de ti.

Un latido separa las palabras, un sentimiento de ardor como el de la herida ahora prende fuego en su corazón.

—Xing Xuan.

Muerde su labio inferior con fuerza, el sabor metálico de la sangre surge en el interior de su boca.

'Por supuesto que sí— piensa con amargura—. Por supuesto que todos me conocen'.

Sus pensamientos se cortan, una cucharada de sopa de color insípido se encuentra al nivel de su boca.

—¿Señorita Jiang...?— pregunta, bastante confundido con el trato.

La sonrisa de Jiang Yanli no ha desparecido.

—El héroe debe comer o no podrá recuperar su fuerza— es lo único que dice.

El color pálido en el rostro de Xuan desaparece un poco tras el comentario, las mejillas se colorean de una forma que a Jiang Yanli le parece adorable.

—T...Tonterías...— rechaza Xuan— No soy...

El color vuelve a desaparecer, cayendo un ambiente pesado.

—No soy ningún héroe...— confiesa, sus puños se retuercen, queriendo tomar algo y apretarlo con fuerza, pero sin poder hacerlo por la presencia de Jiang Yanli. Una sonrisa torcida se forma, desvía sus ojos de una forma inconsciente— Estoy así de herido, ¿no?

Jiang Yanli se queda en silencio, sus cejas se arrugan sin entender.

Baja la cuchara, pero no deja el plato de sopa.

—Yo...no sé mucho de guerra— confiesa Jiang Yanli, y, otra vez, a Xuan le parece innecesario que lo aclare. Todos saben eso—; además de que me ha arrebatado a mis seres amados...

Xing Xuan lo tiene claro, la masacre al Clan Jiang del mes pasado. La destrucción que inició la guerra inevitable.

—Soy ignorante, en más de un aspecto— continúa, y la sonrisa al fin desaparece por completo, dejando el pesar silencioso.

A Xing Xuan le parece interesante. Con una sonrisa, Jiang Yanli es como la cálida primavera; pero, sin ella, el invierno no se compara a la gélida tristeza que transmite.

—Pero...— prosigue, y esta vez su mirada es igual a la del ardiente verano— Incluso yo, con mi conocimiento insuficiente, sabe que, si alguien se niega a bajar la espada y protege a sus compañeros y el fuerte hasta la llegada de los refuerzos, esa persona no puede ser menos que un héroe.

Su rostro se calienta de nuevo y el corazón late a un ritmo más errático.

Esos ojos...

Xing Xuan no puede soportar la mirada de muchas personas, pero, por primera vez...él siente que no le molestaría ser observado más por alguien.

La sonrisa de Jiang Yanli regresa y levanta la cuchara de nuevo, ofreciendo el bocado.

—Entonces, ¿gusta un poco, joven Xing?

Las mejillas ahora son de un rosado completo, una reacción que Jiang Yanli encuentra más tierna que antes.

—Puedo comer solo...

Jiang Yanli niega.

—El joven Xing debe moverse lo menos posible o sus heridas se volverán a abrir. Fue una advertencia del médico.

Una que Xing Xuan no podía negar. No había lugar en su cuerpo que no se sintiera adolorido, definitivamente la factura por su terquedad pasada.

Desvía su mirada, algo que ha hecho mucho en tan poco tiempo a pesar de ser lo que más aborrece. Esta vez es la vergüenza lo que le impide mirar a Jiang Yanli a los ojos.

—No creo poder comer acostado...—murmura.

Entre las disculpas de Jiang Yanli por no darse cuenta y su petición de paciencia con ella, Xing Xuan consigue reír después de...mucho tiempo.

⋅◈⋅

Jiang Yanli suspira.

—Joven Xing...— reprende— No debería estar ejercitándose, ya lo habíamos hablado.

Xing Xuan la mira, al menos parece sentir remordimiento por ser atrapado. Toma el paño de la mesa y lo utiliza para limpiar las gotas de sudor de la frente antes de sentarse en la cama.

Jiang Yanli cree que el acto es lindo, no había muchos hombres en tiempos de guerra que se preocuparan tanto por su aspecto.

Xing Xuan tampoco responde, pero eso es algo a lo que ya está acostumbrada.

Se acerca, un plato de comida en mano. Una vez sentada en la misma silla de todos los días, Xing Xuan no puede soportar más la situación.

—La Señorita Jiang no necesita hacer esto— finalmente dice. El pensamiento lleva días queriendo ser expresado.

Jiang Yanli niega con la misma tranquilidad que parece ser parte de ella.

—No me molesta hacerlo— aclara—. Pequeñas tareas como esta, no son ningún problema. En el futuro, espero poder ayudar con más.

—...

Xing Xuan no tiene palabras. Muchos pensamientos, sí; pero nada que responder.

Toma el plato que Jiang Yanli le ofrece, de nuevo agradecido de ya poder comer por su cuenta.

Aún no ha probado nada cuando Jiang Yanli prosigue.

—Además, me gusta hablar con las personas heridas. Si puedo ayudarlos a olvidar por algunos minutos la soledad y la desesperación de la batalla, eso...me alegraría.

—No creo que sea interesante venir conmigo, nunca tengo nada que decir— responde y da un bocado.

No puede evitar hacer una mueca, lo peor de no estar en batalla es tener que comer lo mismo todos los días. No es como si por pelear te den comida diferente, pero uno llega lo suficiente cansado y hambriento para no preocuparse por banalidades como el sabor.

Jiang Yanli oculta su risa tras su mano en un acto cortés.

—Si lo que el joven Xing quiere decir es que no es un gran conversador, puedo darle la razón— acepta—; me temo, sin embargo, que no puedo estar de acuerdo con lo primero. El joven Xing dice mucho sin necesidad de hablar, visitarlo es para mí un placer.

Xing Xuan puede sentir el ya familiar revoloteo en su estómago, pero algo más lo golpea con esas palabras, un vacío agobiante.

—Yo...

Su boca se abre y cierra, Jiang Yanli espera con paciencia a que continúe. Xing Xuan no entiende por qué le resulta tan complicado.

—Sólo estaré un par de días más en reposo. Me necesitan en el campo de batalla.

Por un segundo, la sonrisa de Jiang Yanli titubea, pero el cambio es demasiado rápido y sutil, incapaz de notarse, antes de regresar a ella de nuevo.

—¿Por eso ejercitabas? — Xing Xuan asiente— Ya veo.

Ninguno comenta nada por un tiempo, la sopa se acaba y siguen sin hablar.

El silencio debería ser incómodo, supone Xing Xuan, pero no lo es. No con Jiang Yanli y su eterna serenidad.

De alguna forma, la atmósfera entristece sólo hasta que ella se va.

⋅◈⋅

Xing Xuan respira hondo, finalmente, casi un mes de descanso después, está listo para regresar a pelear.

Toma su espada y la sujeta a su cinturón. Antes de salir, se asegura de que sus túnicas, de un gris oscuro común, no tengan rastros de polvo, que su coleta no esté torcida.

No puede evitar pensar en las palabras de su madre.

No importa la tela con la que vistes— dijo ella—, sino el porte con el que la luces. Recuerda, Xuan, como el gran hombre que eres, siempre debes encontrarte presentable, incluso con esta tela barata.

Él está seguro de que ella sonrió después de decirle aquello, se pregunta cómo pudo hacerlo, así como se pregunta cómo pudo soportar tanto la vida que tuvo.

(Él sabe que fue por él).

Sale de su casa de campaña, puede sentir las miradas en seguida sobre su persona, pero los ignora a todos.

Camina algunos pasos antes de detenerse de nuevo.

Es casi la hora de la comida...

Gira en dirección contraria a la que se dirige, donde más alejada se encuentra el área de la cocina.

Si espera un poco, tal vez podría verla antes de partir por un tiempo indefinido...antes de quizá partir para siempre.

En la guerra nadie tiene la vida asegurada. Hay algo en ese pensamiento que lo hace sonreír con sorna.

'Incluso sin guerra, las personas mueren sin que a nadie le importe. En cierta forma, morir en batalla es incluso mejor. Al menos así la muerte tiene un sentido. Al menos sirve para ser recordado'.

Gira de nuevo y sigue caminando, sólo le quedan algunos minutos antes de que el batallón parta. Debe prepararse.

Sólo da algunos pasos antes de detenerse por segunda ocasión. Escucha su nombre en gritos.

—¡Joven Xing! ¡Joven Xing Xuan!

Igual que otros, gira para ver quién le habla; a lo lejos, la figura de Jiang Yanli toma forma. Corre para llegar a él.

Verla así causa un malestar en Xing Xuan, se reprende por no haber esperado un poco más, por caminar demasiado rápido y alargar la distancia entre ambos.

Cuando él mismo vuelve y cierra la brecha, culpa a sus modales, a su madre y los valores que le inculcó con las mujeres.

Jiang Yanli respira agitada cuando se encuentran frente a frente, debió correr por mucho tiempo.

—Joven Xing...— repite— Supuse...se iría sin decir nada.

La culpa crece, pero no lo expresa. Eso no evita que Jiang Yanli se dé cuenta, ella ve los dedos crispar, la mirada renuente.

No por primera vez, sonríe por la sinceridad involuntaria.

—Traje esto al joven Xing— cambia el tema, entrega un pequeño paquete envuelto.

Xing Xuan lo toma con dudas.

—Noté que el joven Xing parecía un poco cansado de la misma comida— explica—, así que pedí permiso para hacer algunos bocadillos para el viaje. Así llegará con las energías renovadas al campo de batalla.

Xing Xuan observa el paquete en sus manos, pequeño y de alguna forma más pesado que cuando lo tomó.

—La Señorita Jiang no debió tomarse esas molestias— dice.

—No fue ninguna molestia.

Xing Xuan pierde la conversación con sólo esas palabras. Suspira, rendido; con Jiang Yanli no es sorprendente.

Guarda el paquete dentro de sus túnicas, se promete comerlo más tarde.

Cuando alza la mirada de nuevo, encuentra a Jiang Yanli observándolo fijamente. No hay ninguna sonrisa y eso lo hace sentir incómodo.

—¿Pasa algo, Señorita Jiang?

Ella niega, recuperando su sonrisa. Por primera vez desde su primer encuentro, Xing Xuan no siente la calma en ella, sólo un pesar inconmensurable.

—Nada. Pensaba que es la primera vez que lo veo con una coleta.

Xing Xuan lleva una mano a su coleta por reflejo, no entiende por qué su coleta causaría una reacción así.

—¿Y hay algo mal con mi coleta?

Su insistencia recupera un poco del brillo en los ojos de Jiang Yanli.

—Tampoco. Resalta las facciones del joven Xing. En realidad, me atrevo a decir que el joven Xing es de los jóvenes más apuestos que conozco, incluso más que...

Su voz se apaga y el silencio por primera vez no es agradable. El sonrojo que crecía en Xing Xuan desapareció tan pronto como el estado de ánimo decayó.

—¿Señorita Jiang?

La sonrisa sigue volviendo, pero a Xing Xuan no le gusta. No es sincera.

—Mis disculpas. Estoy entreteniéndolo, joven Xing. Sólo me queda orar porque regrese a salvo.

Jiang Yanli está cerrando la conversación y Xing Xuan lo sabe.

—Me esforzaré por ser el héroe que usted piensa que soy, Señorita Jiang.

Jiang Yanli se asombra por la declaración. Entonces la sonrisa se vuelve más honesta y la aflicción en el corazón de Xing Xuan también se afloja.

Antes de darse la vuelta, Xing Xuan hace una reverencia final.

Antes de seguir con su camino, Xing Xuan se aferra al coraje que nace desde donde se ubica el paquete con bocadillos.

—Él está vivo— consuela, y se sostiene más firmemente para seguir hablando—. Su hermano, Wei Wuxian, está vivo— aclara—. Incluso yo, un cultivador errante, conozco su nombre por la gran habilidad que tiene con la espada. Estoy seguro...se reunirán de nuevo.

O más vale que así sea, porque no podrá vivir en paz si sólo dio falsas esperanzas. Si hay un tipo de persona que no puede darse el lujo de morir en la guerra, es aquel que tiene a alguien esperando por él con vida.

Sin más para agregar, reanuda sus pasos.

No está lo suficiente lejos para perderse el grito de Jiang Yanli.

—¡Joven Xing, esta vez no se sobre esfuerce! ¡Usted también debe vivir para reunirnos de nuevo!

Más tarde, Xing Xuan come los bocadillos que Jiang Yanli le preparó. Son dulces, pero dejan un sabor picante en la lengua.

Cuando se adentra en batalla, ve el color de la sangre y recuerda la sensación de ardor en el interior de su boca. No piensa caer y morir en un lugar sin nombre. No cuando hay alguien que espera reunirse con él.

⋅◈⋅

Cuando regresó al campamento, Jiang Yanli ya no se encontraba más ahí.

Fue a reunirse con su hermano, el Líder de Secta Jiang— le dijeron.

Él mismo terminó en otros campamentos, iba a donde se necesitaban refuerzos, sin ninguno fijo.

Semanas después, se enteró sobre el regreso de Wei Wuxian.

Mientras otros aplaudían su habilidad para controlar a los muertos, Xing Xuan respiró aliviado.

La próxima vez que se reunieran, podría mirar a Jiang Yanli a los ojos sabiendo que sus palabras no quedaron como ilusiones.

La próxima vez.

⋅◈⋅

—¿Joven Xing?

La voz lo hace detenerse, su corazón golpea contra su pecho.

Gira a la voz, reconoce las túnicas moradas. Quizá es un espejismo del tiempo, pero la sonrisa es más radiante que antes. Hay más vitalidad en su mirada.

La belleza de repente no parece tan sutil como pensaba.

Jiang Yanli se acerca tan rápido que Xing Xuan teme por la comida en sus manos, pero el control sobre ella es increíble, la sopa apenas y se agita, aún después de tener que esquivar a varios cultivadores para llegar a él.

Xing Xuan hace una reverencia.

—Señorita Jiang— saluda.

El rostro de Jiang Yanli se ilumina al verse de frente. Han pasado cinco meses desde ese día.

—Joven Xing, me alegro de verlo nuevamente.

Xing Xuan piensa igual, pero no lo dice. En cambio, toma los tazones que Jiang Yanli sostiene. El acto es todo lo que ella necesita para entender las palabras no dichas.

—¿A dónde se dirigía la Señorita Jiang? La acompañaré.

—Me dirigía a llevar algo de comida a mis hermanos— responde y comienza a caminar. Xing Xuan va con ella, codo a codo.

—¿El Líder de Secta Jiang se encuentra aquí?

Jiang Yanli asiente. Xing Xuan recién se percata que es la primera vez que está en el batallón de un líder de las Cinco Grandes Sectas. No sólo eso...

—Entonces él está aquí también.

El famoso Patriarca Yiling, finalmente lo verá en persona.

—A-Xian está aquí también— acepta.

Xing Xuan frunce el ceño ante el apodo cariñoso, de alguna forma discordante con la fama de a quién pertenece.

—Las palabras que el joven Xing dijo ese día se cumplieron— señaló Yanli. Xing Xuan se encontró tímido ahora, recordando su osadía al hablar sobre algo de lo que no estaba seguro.

—Me alegro de que el...Joven Maestro Wei se encuentre sano.

Jiang Yanli se percató de la renuencia por el título, pero no era nadie para cuestionar sobre eso.

—¿Es mi imaginación o el joven Xing ha crecido más en el tiempo sin vernos?— cambió el tema.

La tensión en la mente de Xing Xuan se pierde, ahora concentrado en comparar alturas. Frunce el ceño, sin notar diferencias.

—Sólo han sido unos pocos meses, no lo creo.

Jiang Yanli se detiene y con ella Xing Xuan. Antes de cuestionar razones, Jiang Yanli levanta la punta de sus pies, la distancia en los rostros se acorta.

Las mejillas de Xing Xuan se calientan, su rostro volviéndose rojo. Antes de que su mente se aclare, Jiang Yanli ya está tocando el suelo de nuevo.

—Definitivamente, el joven Xing ha crecido— concluye. Antes de explicarse, el color de la piel capta su atención—. Joven Xing, ¿te encuentras bien? Tus mejillas...

Xing Xuan reacciona, desviando su rostro de inmediato para impedir que Jiang Yanli lo vea.

Su corazón late, no puede seguirle el ritmo.

—¡Shijie!

Un joven de una edad cercana a la suya, vestido por completo de negro, pasa a su lado y se detiene justo frente a Jiang Yanli.

—Shijie, ¿dónde estabas? Muero de hambre~

La atención de Jiang Yanli se desplaza, si compara la suavidad de las sonrisas de Jiang Yanli, Xing Xuan puede decir con certeza que pierde con la que le da a ese joven.

Jiang Yanli suspira y Xing Xuan comprende. El comportamiento entero es inapropiado.

Antes de que Jiang Yanli pueda responder, una segunda figura aparece, golpeando al hombre de negro con su codo.

—¡Wei Wuxian, compórtate!

—¡Shijie, Jiang Cheng me está maltratando!

—A-Xian, A-Cheng, ambos deben comportarse.

Xing Xuan y el resto de los transeúntes observan la escena. Hay murmullos y comentarios, pero Xing Xuan no les presta atención.

Él piensa en lo íntimo y familiar de la conversación, de los integrantes.

Se siente fuera de lugar.

—Shijie, escucha, Jiang Cheng...

—Señorita Jiang.

Wei Wuxian se detiene, finalmente prestando atención al joven junto a su hermana. Xing Xuan aprovecha para darle el par de tazones con caldo.

—Temo que debo retirarme ahora, me alegra ver que se encuentra bien. Espero encontrarnos en el futuro— da una reverencia a Jiang Yanli, después gira hacia Jiang Cheng—. Líder de Secta Jiang— reconoce antes de hacer una reverencia.

Mira a Wei Wuxian, asiente en reconocimiento y se marcha sin mirar atrás.

—Shijie, ¿quién era él?— pregunta Wei Wuxian con creciente curiosidad.

—Un viejo amigo— responde, ocultando con éxito la decepción porque su reunión durara tan poco tiempo.

—Él... ¿No será Xing Xuan?— pregunta Jiang Cheng.

—Lo es— reconoce Jiang Yanli.

—¿Lo conoces, Jiang Cheng?— pregunta Wei Wuxian.

—Sólo de nombre.

—Eh~ Pues yo nunca había escuchado su nombre. ¿Quién es?

Jiang Cheng no responde, la seriedad inusual controla la actitud juguetona de Wei Wuxian.

—Hablemos en otro lugar.

⋅◈⋅

Más tarde, Xing Xuan encontró un tazón de sopa en su tienda para dormir. Una nota lo acompañaba.

《El joven Xing debe alimentarse adecuadamente o podría enfermar.

Hace un tiempo me aceptaron en la cocina, procuré que la sopa tuviera más sabor que en el pasado.

Espero sea de su agrado》.

Xing Xuan bebió una cucharada y sonrió.

Tenía ese curioso sabor picante.

⋅◈⋅

Lo están mirando.

No necesita alzar su vista para darse cuenta, sus sentidos son lo suficiente agudos. Incluso sin ellos, los susurros tampoco son bajos. Claramente, no les importa si él se da cuenta o no de la atención que tienen en él puesta.

Antes habría colocado su espada en el asiento vacío a su lado, se levantaría, gritaría e iría a encarar a esas personas de frente; puede que incluso llegaran a los golpes. Ahora, opta por ignorarlos, el tiempo es valioso, no necesita desperdiciarlo con quienes no lo valen.

Cobardes que hablan lo suficiente alto para ser oídos, pero se mantienen alejados a varios metros para que, en caso de fastidiarlo, sea él quien los busque y a quien puedan culpar de provocarlos, no merecen que los mire.

En su lugar, continúa limpiando su espada; pronto deben partir, la necesita en buenas condiciones. Ya está algo vieja, su brillo no es como antes. No podrá seguir luchando mucho tiempo con ella.

Observa su reflejo en la hoja y piensa... Efectivamente, ha crecido.

Creció sin percatarse.

El cambio no está en su apariencia o estatura, sino en sus ojos. En ellos se refleja el alma envejecida por la guerra, la muerte y la pérdida. Es más sabio de lo que era en el pasado.

Con el filo de la cuchilla, hay un destello de memorias.

—¡No soy un perro que va a morir en silencio en la cuneta después de ser pateado!

—...Entonces, ¿eres un perro que está dispuesto a morir mientras pueda hacer un gran escándalo?

Cierra los ojos, disipa las imágenes, las palabras. No quiere pensar en ellas.

—El héroe debe comer o no podrá recuperar su fuerza.

En las tinieblas de sus pensamientos, un brillo atraviesa la oscuridad.

—¡Usted también debe vivir para reunirnos de nuevo!

Se pregunta si en verdad fue la guerra quien trajo ese crecimiento.

—Vaya, ¿no eres tú quien estaba con mi Shijie ese día?

La adición de compañía lo hace abrir los ojos con sorpresa. Su espíritu se agita, su corazón golpea contra su pecho.

Se niega a relacionar su nerviosismo con la mención de la doncella en quien pensaba.

—Lo soy— responde, pero sólo un vistazo fugaz acompaña la respuesta cortante, opta por seguir dedicándole su atención a su espada.

El interés de Wei Wuxian crece, aquellos que se decidían por ignorarlo, en especial con su actual reputación, podían ser contados con una mano.

—¿Limpias tu espada antes de partir?— pregunta, tomando el lugar vacío a su lado sin ninguna invitación previa.

Xing Xuan reprime el comentario sarcástico y la reprimenda por el comportamiento inadecuado. Había escuchado que la personalidad del Patriarca Yiling era algo extravagante, pero no imaginaba que simplemente fuera descortés.

—Como el Joven Maestro Wei puede ver, es lo que hago.

—Mn...

Aunque no pregunta nada más, lo observa sin intenciones de irse pronto. Intercambia su mirada entre ver la espada y ver a Xing Xuan.

A diferencia de otros, Wei Wuxian no lo mira con malicia, él sólo lo mira. Sin expresión más allá de esa sonrisa enigmática, vestido en ropas oscuras y con su tez pálida, su presencia silenciosa apenas es notable.

De no ser porque el sol aún no se oculta y su brillo aún ilumina el cielo, podría pasar como un fantasma sin esfuerzo.

Se preguntó si esa era el aura de quien trae a la muerte consigo.

En el mundo, hay personas con las que es mejor mantener una buena relación, o, cuando mínimo, evitarles para no terminar en problemas. Él nunca fue bueno respetando ninguna de esas reglas.

—¿Hay algo que el Joven Maestro Wei necesita de mí?— pregunta cuando la mirada de Wei Wuxian se vuelve insoportable.

Él mismo se sorprende por su falta de paciencia. Xing Xuan está más que acostumbrado a ser el objeto de observación de la gente, pero siempre tenía una idea de lo que pensaban al verlo. Nunca había conocido a alguien cuya mentalidad era por completo insondable.

Daba incluso escalofríos.

—¿Yo? Nada, sólo compruebo algo que me dijeron.

'Ah'.

La realización lo atraviesa.

'Por supuesto'.

La incomodidad se despeja, quedando el frío reconocimiento.

—En ese caso, le ahorraré las molestias de investigar. Lo que sea que el Joven Maestro Wei haya escuchado, es verdad— confiesa.

Las facciones imperturbables en el rostro se alargan, un delator de la sorpresa.

'Al menos es un logro,'— piensa, tratando de alejar la amargura— 'no debe haber muchos que puedan sorprender al Patriarca Yiling'.

Deja de lado el paño, a punto de irse a cualquier otro lugar a esperar el momento en que la tropa parta, cuando Wei Wuxian responde. Lo más extraño es percibir la ofensa en el tono de voz.

—Xing Xuan, no imagine que fueses tan arrogante— dice.

Detiene sus movimientos, un reflejo de la confusión.

Gira, al fin por completo, su rostro. Ambos hombres se encaran, uno en desconcierto y el otro con falsa molestia.

—No eres más hermoso que yo.

⋅◈⋅

Se las arreglan bien en batalla, tanto que parece increíble.

Tampoco es tan difícil, en realidad.

Xing Xuan mata perros Wen, Wei Wuxian los convierte en cadáveres a su servicio y mata a más de ellos. No es complicado, al contrario, es probablemente el batallón donde su supervivencia está más asegurada.

En sus anteriores grupos de batalla, era común escuchar acerca de la salvaje forma de pelear del Patriarca Yiling. Quienes habían tenido la oportunidad de compartir el campo de guerra con él solían asegurar que pelear a su lado era toda una odisea.

Los rumores eran tan repetitivos que Xing Xuan llegó a creerlos. Ahora, tras compartir la experiencia, puede entender las razones por las que la opinión es popular: pelear en una batalla rodeado no sólo por los enemigos sino por cuerpos muertos en movimiento podía ser aterrador.

El problema no era pelear junto al Patriarca Yiling, sino el reflejo de la muerte de años de experiencia. Más de un cultivador atacó a los cadáveres en algún momento por simple acto de costumbre y previsión.

De alguna forma, no fue complicado para él. Tal vez contribuyó su vergüenza y su enojo. En batalla, siempre que regresaba la vista al hombre que no pintaba para nada al tipo de persona que en verdad era, terminaba por hacerlo más enérgico en sus ataques, en especial porque sentía las mejillas calentarse. Era bueno que el rojo en su cara se mezclaba con la sangre que volaba.

⋅◈⋅

—¡Wei Wuxian!gritó. No tolerando ser tomado como víctima de la burla, se paró y enfrentó al temido Patriarca Yiling por su nombre, sin el título que siempre ha aborrecido.

Y él, con esa sonrisa de falsa inocencia, aún sentado y sin dignarse a ponerse de pie, respondió.

—¿Qué? Es la verdad. Eres bonito, sí, pero yo lo soy más, ¿en serio te vas a enojar por eso? ¡Ni siquiera has conocido a Lan Zhan aún! Él es por mucho más bonito que tú y yo juntos.

La sangre hervía, o era su rostro, no lo sabía.

—Wei Wuxian...— repite, más lento, más impaciente. No sabe lo que quiere hacer, pero no es permitirle seguir hablando.

—¿O es que quieres negarlo? Bueno, te comprendería, pero, ya sabes, es como decir que mi Shijie es una mentirosa.

Xing Xuan recuerda, busca en el pasado y piensa en Jiang Yanli, en la conversación que tuvieron antes de separarse meses atrás.

Su rostro arde más si es posible, no se atreve a hablar, no a contradecirla a ella.

Wei Wuxian ríe, divertido por todas sus reacciones.

Antes de que Xing Xuan se decida por defender su honor, llaman a todos a sus posiciones. Era el momento de irse.

Cuando Wei Wuxian pasa a su lado y le sonríe aún con diversión plasmada, Xing Xuan tiene un presagio desagradable: no se llevará bien con ese hombre.

⋅◈⋅

En guerra uno no puede ser quisquilloso, Jiang Cheng lo sabía. Incluso como Líder de Secta, su habitación era sencilla, solo un poco más espaciosa que otras. Una cama de tamaño promedio, una mesa apenas lo suficiente grande para servirle de escritorio, un par de sillas y era todo.

Tal vez, si fuera un poco más extravagante y con mayores recursos que los que manejaba actualmente ahora que ni siquiera tenía Lotus Pier, podría tener un espacio más agradable. Pero no era necesario, de todas formas, siempre estaban en movimiento. Tener comida un poco más sabrosa de lo que deberían gracias a su hermana era suficiente.

Con tan poco, uno no pensaría jamás que se pudiera hacer un escándalo grande en una habitación tan sencilla. Lástima que Wei Wuxian siempre hacía lo imposible. Desde abrir las persianas de una forma tan ruidosa a caer sobre la cama que no era suya con un estruendo audible. Jiang Cheng no necesitaba levantar la vista de las cartas que leía para saber quién era el que invadía su espacio personal.

—¿Y? ¿Qué opinas?— pregunta sin mirarlo, aun leyendo.

—¿Respecto a?— preguntó Wei Wuxian sin despegar su rostro de la almohada.

Jiang Cheng rueda sus ojos por el comportamiento infantil.

—Escuche que armaste un gran escándalo antes de irte.

—Siempre lo hago— responde, liberando su cara de la tela, observando el perfil de su hermano—. Necesitas ser más específico, Jiang Cheng.

—No te hagas el tonto— reprende—. Ni siquiera necesitabas ir allá.

—¿Cuál es el problema en que vaya?— se quejó— Minimizamos bajas, matamos a más perros Wen. Es un ganar-ganar.

—¿Has visto tu cara? No tienes color, estás pálido. Eres nuestra carta del triunfo, ¿qué pasaría si te desmayas en media batalla?— gruñe Jiang Cheng, dejando el papel en la mesa.

Se enfrenta a Wei Wuxian, quien solo le sostiene la mirada algunos segundos, prefiriendo ocultarla de nuevo en la almohada.

—Al menos eres consciente.

Toma una hoja limpia y remoja un pincel en tinta. Escribe una respuesta.

—¿Entonces? Fuiste allá por Xing Xuan, ¿no? ¿Qué piensas sobre él?

Por varios segundos, Jiang Cheng no escucha más sonidos. Eso es extraño en muchos aspectos.

Deja el pincel y voltea de nuevo, se sorprende de ver a Wei Wuxian sentado, una mano sosteniendo su barbilla y una expresión pensativa como rara vez tenía.

—¿Y bien?— vuelve a preguntar cuando el tiempo pasa y Wei Wuxian no da señales de estar próximo a hablar.

—Él es...— comienza Wei Wuxian, deteniéndose de nuevo. La expectativa es alta, Jiang Cheng escucha atento— como un pavo real.

La temperatura baja y Zidian cruje. Jiang Cheng frunce el ceño, ¿qué demonios se supone que significa eso?

Ante la expresión confusa, Wei Wuxian vuelve a reír, aunque modera su volumen cuando escucha el aire crispar.

—Jiang Cheng, es como te digo— mantiene—. Sólo le faltan las plumas, porque ya tiene toda la actitud.

Jiang Cheng sostiene su frente con su mano, cuestionándose no por primera vez por qué pedía opinión de él.

Regresa a sus papeles, ignorando la compañía molesta.

—Jiang Cheng, no te enojes~ Nunca he hablado más en serio sobre algo.

—Porque comparar a una persona con un ave es ser serio— bufa.

—Bien, bien. En ese caso, ¿te sirve si te digo que es un excelente peleador?

Jiang Cheng se detiene y Wei Wuxian sabe que tiene su atención.

—Sus ataques son feroces y certeros, no desperdicia esfuerzos; su concentración y velocidad de reacción también es impresionante. En el manejo de la espada tiene una habilidad muy por encima del promedio, no pensaría que entrenó lejos de una secta. Puedo decirte, Jiang Cheng, que fácilmente entra en los diez mejores de nuestra generación, puede que incluso entre los cinco.

—¿Más que Jin Guangyao?— pregunta Jiang Cheng.

Esta vez es el turno de Wei Wuxian de bufar. Se levanta de la cama y camina por la habitación, moviendo sus manos al explicar.

—Jin Guangyao es inteligente— admite—, su fortaleza radica en su cerebro. Las estrategias que ha formado hasta ahora han sido vitales para avanzar y estar más cerca de Wen Ruohan con cada día que pasa. Sin embargo, aunque no es malo, su manejo y control de la espada tampoco es sobresaliente.

—¿Dices que Xing Xuan es mejor?

—Digo que, en cuanto a nivel de cultivación, Xing Xuan es un soldado cuyo valor se pierde en las filas de retaguardia, yendo de un lugar a otro sólo actuando como refuerzo o protegiendo víveres y medicamentos. He, incluso ahí, se las ha arreglado para destacar. ¿No lo decías tú? Más de una vez consiguió mantener a los Wen a la raya en situaciones críticas. Dime, Jiang Cheng, ¿por qué alguien tan habilidoso no está en las filas de enfrente?

—...¿Lo que estas sugiriendo es reclutarlo a las filas de Yunmeng?

—¿No fue lo que pensaste cuando lo vimos ese día?— regresa la pregunta.

Eso fue, y ambos lo saben. Son conscientes de la urgencia por alguien más a quien confiar las filas de Yunmeng. Alguien que tenga el juicio y la capacidad de manejar a decenas y cientos de cultivadores cuando ellos no puedan hacerlo, cuando Jiang Cheng deba reunirse con otros líderes, cuando Wei Wuxian necesite recuperar fuerzas y calmar a los espíritus que atacan su alma.

—¿No te lo dije ya, Jiang Cheng? Lo único que le falta son las plumas. La actitud y la gracia ya las tiene, sólo necesita que le des la posición y se desempeñará como el líder nato que es. Un pavo real en toda la expresión.

Hace una pausa, desaparece la arrogancia que tiñe las palabras.

—Estamos tan cerca de recuperar Lotus Pier...— recuerda, y Jiang Cheng cierra sus dedos sobre sus palmas—. Necesitamos a alguien en quien confiar cuando eso ocurra, cuando alguno deba quedarse supervisando en Yunmeng por un tiempo.

—¿Por qué él es de confianza?— cuestiona Jiang Cheng, aunque la respuesta es tan obvia que Wei Wuxian sonríe, una de las pocas sonrisas donde no hay burla ni enigma.

—Porque Shijie confía en él, por supuesto.

Jiang Cheng no responde, Wei Wuxian no agrega más. Ya se ha dicho todo, se ha tomado una decisión.

—Por cierto, Jiang Cheng— llama Wei Wuxian recordando un punto importante—, me preguntaba si podías conseguir algo.

—¿Qué?

⋅◈⋅

Los susurros continúan, más potentes, pero también discretos que antes. Se pregunta si un día la gente dejara de susurrar.

Cuando pasa, las pláticas se detienen y esta vez lo miran a la cara, inclinan su cabeza en respeto y él asiente en reconocimiento. Ellos bajan los ojos y una sensación desconocida se infla en sus entrañas.

Inhala y sigue su camino, sin saber a dónde ir o qué debería hacer. La espada en su cintura pesa tanto como la decisión de un destino.

De alguna forma, llega al final del campamento. Lejos de las luces, lejos de todos, junto a los árboles que sirven de camuflaje.

Finalmente, la carga es demasiado.

Se derrumba, su espalda acaricia la madera. El suelo es frío, la tierra ensucia sus túnicas y por una vez no lo encuentra importante.

Desata la espada de su cinturón y observa el mango dorado, la funda del mismo color.

—Conocemos a un herrero muy hábil, él es quien se encarga de abastecernos de armas — dijo Wei Wuxian cuando le entregó la espada—. Le pedimos que hiciera una espada nueva para ti, la que tienes ya es muy vieja, apenas apta para un cultivador. No te preocupes por pagar, todos los materiales fueron tomados de las reservas Wen, de todas formas.

Pasa sus dedos por los detalles plateados, su pecho arde y no sabe por qué.

—¿Que por qué?— Jiang Cheng parece sorprendido y mira a Wei Wuxian, esperando una explicación— ¿No se supone que le dirías?

—Quería que fuera una sorpresa~

—¡Idiota! ¡¿Qué habrías hecho si se iba a algún otro campamento mientras llegaba la espada?!

—Ir por él, claro.

Jiang Cheng sostuvo su sien, como si un horrible dolor de cabeza lo hubiese atacado.

—Como sea...— Jiang Cheng decide ignorarlo, centrándose en él de nuevo y hay un ligero cambio en su expresión cuando Xing Xuan le sostiene la mirada, una sorpresa leve. Los labios se alzan en una aprobación silenciosa — Xing Xuan, a partir de hoy serás el segundo al mando de las tropas de Lotus Pier.

Esta vez puede compartir las preguntas en los murmullos.

¿Cómo terminó en esa posición?

Lleva siguiendo la misma rutina que en todos los batallones donde ha estado, en realidad, había escuchado que en las tropas de Qinghe Nie la batalla estaba en un punto crítico y planeaba ir a apoyar dado que la situación se había estabilizado en las áreas de Yunmeng por fin después de varias semanas. Al paso que iban, tomaría poco tiempo reconquistar Lotus Pier y para eso él no era indispensable.

¿Cómo terminó en un puesto tan alto, entonces?

Érase una vez, años atrás o tal vez sólo algunos meses, él habría tomado el cargo con altivez y arrogancia, puede que incluso con urgencia y alivio. La necesidad de probarse y probar a otros su valor finalmente cumplida.

Ahora no hay tal alivio ni ninguna urgencia, sólo sentimientos indescriptibles y pesados.

—¿Eres un perro que está dispuesto a morir mientras pueda hacer un gran escándalo?

Presiona su espada más cerca. Suihua, como se ha empeñado en llamarla a pesar de las burlas de Wei Wuxian.

—Es un nombre triste— alegó.

Tal vez tenga razón.

—¿Joven Xing?

Se sobresalta, busca la voz, la busca a ella.

Justo frente a él, de pie en la división del campamento y el bosque, Jiang Yanli sostiene una lámpara. Su brillo los ilumina a ambos.

—Señorita Jiang...

Le cuesta reaccionar, aún víctima del trance de sus conflictivos sentimientos.

Jiang Yanli, carente de muchas aptitudes, siempre poseyó cierta sensibilidad a las emociones.

El corazón de Xing Xuan tiembla cuando Jiang Yanli le sonríe. Es diferente a todas las otras ocasiones, sin felicidad o tristeza, no más que un gesto de apoyo. ¿A qué? Xing Xuan quisiera saberlo. ¿Qué ve Jiang Yanli que ni él mismo puede?

Cuando ella se acerca, Xing Xuan regresa en sí mismo. Cuando ella está por sentarse, Xing Xuan ya se ha levantado.

—La Señorita Jiang no debe ensuciar sus túnicas— advierte, su educación regresando de nuevo al igual que las molestias por la tierra en su ropa.

Con la mirada, busca algún objeto que pueda servir de asiento. No hay ninguno.

Frunce el ceño y Jiang Yanli lo encuentra divertido.

—No me molesta sentarme en el suelo.

Deja la lámpara en el piso y, demostrando su punto, sus rodillas se doblan y su cuerpo se inclina. Acomoda sus túnicas de tal forma que no se arruguen al aplastarlas. Cuando se encuentra sentada, observa a Xing Xuan y lo invita con su mirada a hacer lo mismo.

Él cede y regresa a su lugar anterior, esta vez con una postura más correcta.

—Hace algunos años, cuando A-Cheng y A-Xian aún eran unos niños, entre sus juegos y bromas alguno terminaba en hoyos y zanjas. La mayoría de las veces solía ser A-Cheng— contó Jiang Yanli, una voz nostálgica y cariñosa.

Xing Xuan podía imaginar a los dos niños. Conociendo ahora la personalidad y carácter de Wei Wuxian, estaba seguro sobre su culpabilidad en cuanto a las caídas de su hermano en tales lugares.

—Mi madre era una mujer estricta, verlos en cualquier estado de suciedad la enfurecía. Como no querían meterse problemas y ser castigados, solían buscarme a mí para sacar al otro.

Xing Xuan reconoce la opacidad de la pérdida y el dolor en la mirada por quienes ya no están. Sus pensamientos regresan a su madre y después a Suihua. Un nudo se crea en su estómago, se retuerce con cada respiración.

—Solía terminar cubierta de barro, pero era un pequeño precio por que ellos estuvieran bien— finalizó.

Jiang Yanli permaneció a su lado sin agregar más a la conversación, conforme con ser una compañía que alejara la soledad. La lámpara en el suelo dispersa las tinieblas, la combinación de ambos elementos aflojan eventualmente la atadura en el corazón.

—Desde pequeño— comienza— mi madre solía ser estricta con mi apariencia. No le gustaba que mis túnicas tuvieran alguna mancha.

—¿Es así? Tal vez nuestras madres habrían sido grandes amigas.

Xing Xuan sonríe, piensa en la posibilidad. Dudaba que la Araña Violeta estuviera interesada en entablar amistad con alguien del oficio de su madre, ni siquiera sus compañeras habían desarrollado lazos con ella, su madre era demasiado para un burdel, la envidia era el plato de todos los días. Tal vez, de haber nacido en circunstancias diferentes, más adecuadas, sus madres sí que podrían haber sido amigas.

Recordar sus orígenes borra su sonrisa. No, no sus orígenes; más bien, los recuerdos de su madre en ese lugar.

—¿Por qué está aquí la Señorita Jiang?— oculta el resentimiento lo mejor que puede.

—Buscaba al joven Xing— confiesa.

—¿A mí?— pregunta, sorprendido y culpable. De nuevo, la había hecho caminar demasiado.

Jiang Yanli asiente.

—Me enteré del ascenso del joven Xing, quería felicitarlo cuanto antes.

Regresa el ardor en el pecho, opaca otro tipo de sentir.

—Pero...el joven Xing no parece sentirse cómodo con esto.

Xing Xuan sabe que debería negarlo, palabras como "es un honor" bastarían. Se pregunta si Jiang Yanli le creería...

Probablemente no.

—Sé que no es de mi interés, pero si el joven Xing tiene problemas, al menos para escucharlo, estoy aquí.

Palabras cordiales, repetitivas. Una expresión usada por compromiso cuando interrumpes el momento de triste intimidad de una persona.

Si se tratase de alguien más, Xing Xuan no dudaría en que ese fuera el caso. Pero se trata de Jiang Yanli.

Ella, quien te visita cuando estás enfermo, quien te alimenta cuando no puedes hacerlo solo, quien conversa contigo para evitarte la soledad, quien te prepara un dulce porque se percata de tu molestia, quien te lleva sopa cuando piensa que estás enfermo, quien se sienta contigo en el sucio suelo porque descubre tu tristeza.

Cuando la conoció, pensó que era otra chica falsa; del tipo que aprovechaba la mala situación de otros para mostrar su imagen de buena persona al apoyar a los necesitados. Era demasiado para creer, al menos viniendo de una joven dama que creció sin necesidad, sin miradas de desdén, sin hambre y sin preocupación por el mañana. ¿Cómo puede alguien que desconoce el dolor sentir empatía?

Él no le creía.

No hasta que el silencio se convirtió en su risa y la tristeza en su compañía. Al dolor lo tocó su presencia y la sopa insípida lleno sus días de sabor.

Si en el mundo existe una persona cuyo corazón sea tan bondadoso como la luna en su blanco esplendor, seguro era Jiang Yanli. Ella, quien sólo le ha enseñado de alegría, tal vez pueda deshacer la agonía que insiste en permanecer con él.

—Estoy seguro de que la Señorita Jiang ha escuchado de mis orígenes— comienza, las palabras fueron difíciles de pronunciar.

—Me han llegado las historias— confiesa, no hay cambio en su voz o en su tono. No parece importarle y Xing Xuan sabe que ese es el caso.

Xing Xuan asiente, pero no prosigue. Respira y se prepara, no es tan fácil como quisiera.

—Mi madre...fue la mejor madre que pude tener— es lo primero que dice, es algo que debe aclarar, antes que nada—. Nunca me avergonzaría de ser su hijo y nunca la negaré ante nadie.

En su mirada hay un fuego ardiente, la firmeza de la declaración funde las pupilas duradas.

—Ella era hermosa, la mujer más hermosa que he conocido— recuerda a su madre, cómo en medio de tantas otras destacaba su belleza, como un jardín de flores blancas que sólo sirven para hacer más atractiva la rosa carmesí del centro—. Tenía infinidad de talentos, habilidades que no debería tener una mujer en aquellos lugares. Música, poesía, danza, las dominaba todas. Y su personalidad, orgullosa y confiada, desafiante incluso. Conocía su valor, no se permitía ser tocada por cualquiera, sus...jefes incluso la consentían con eso, tratándola como un bien exclusivo y caro.

Mientras más habla, el brillo en sus ojos se atenúa.

—Sólo una vez la forzaron a complacer a un hombre. Yo nací de esa violación.

Porque Jin Guangshan no se perdería de tal mujer popular, y nunca se le negaría un servicio al Líder de Secta del Clan Jin, por más que ella se negara a pertenecer a él.

Él hizo promesas, incluso dejó un botón de perla como juramento; pero mi madre era inteligente, nunca confió en volverlo a ver.

Hace una pausa, arde la rabia e intenta reprimirla.

—A pesar de las circunstancias, mi madre aún decidió tenerme. Nunca hablaba de mi padre y yo tampoco pregunté.

Xing Xuan puede entender el silencio de su madre, habría sido mejor no saber.

—Ella me amaba— dice, y el fuego en su cuerpo se extiende, más allá del enojo y más cerca de la afectiva nostalgia—. Quería mucho para mí y confiaba en que me bastaría yo mismo para obtener todo lo que merecía. Me enseñó a leer, a escribir, utilizó sus encantos para conseguir material de cultivación o clases de espada, por más simple que fueran. Y yo...yo me esforzaba por ella, para verla orgullosa de mí.

Llegado a ese punto, ocultó sus ojos con su brazo, sonríe y no puede sentir la calidez de la luz.

Está atrapado en el pasado, en su madre que empezó a aceptar a cuanto hombre se ofreciera a enseñarle algo, a darle manuales, lo que sea; mientras le sirviera de aprendizaje, ella cedería su cuerpo. Piensa en las risas de las otras mujeres, en las burlas de la joya que perdió su brillo después de tanto uso.

Él está seguro de que fueron esos cotilleos los que enfermaron a su madre, los que la llevaron a la muerte.

—En su lecho de muerte, me confesó que mi padre era el Líder de la Secta Jin, Jin Guangshan— el título fue escupido, una burla clara—. No lo dijo antes porque esperaba que yo creciera sin esperar nada de él, sin desear nada de él. Aun así...me dio esto— buscó entre sus túnicas, un botón de perla apareció en su mano—. Me pidió que al morir buscara a mi padre y le enseñara cuán fascinante era el hijo que perdió, para que ella pudiera reír en el cielo.

—Pero nada salió como pensaban...

Jiang Yanli no se pudo permitir callar, no cuando veía el conflicto en Xing Xuan, no sabiendo de la rotura en el carácter orgulloso que esas palabras causarían, una grieta que se ha negado a la expansión. La sombra del fracaso.

—La señorita Jiang ya lo sabe— todo el mundo sabe—, lo que vino tras el intento de cumplir esa voluntad.

Un suceso tan inevitable e ineludible como la guerra, como el sacrificio que viene con ella.

—Al principio, lo único que deseaba era pararme frente al sujeto que me engendró y regresarle lo que mi madre nunca le pidió; ser yo quien negara su sangre. Pero...—sus dedos tiemblan y los cierra en un puño. No arregla nada— El desgraciado no dudo un segundo en lanzarme lejos.

Érase una vez, sin importar el mundo, sin importar la vida, un joven caería por las escaleras de la Torre Koi el día de su cumpleaños; en el interior, una fiesta al heredero.

—Desde el momento que nací en un burdel, estuve sentenciado al desprecio y la burla, incluso al abuso; pero mi personalidad es tan fuerte como lo era la de mi madre— dice, orgulloso—, ser tratado así, no podía permitirlo.

No podía, ¿cómo reaccionaría su madre en el cielo?

—...Entonces, ¿eres un perro que está dispuesto a morir mientras pueda hacer un gran escándalo?

Y sus venas palpitan, todavía con el deseo de golpear esa cara que lo enfrentó directamente, no como el resto que sólo observaba.

Y hay un eco en su alma, palabras que resuenan, tiemblan y fragmentan su espíritu en el abismo de la confusión.

—No soy un perro.

Para él no hay diferencia.

Y lo sabía.

Y se cuestiona.

Y se estrella en la realidad que negó.

¿Y qué si aprendió a cultivarse? ¿Y qué si dominaba la espada? ¿Y qué si estudió cuanta técnica de combate pudiera? No era el primero, no sería el último, y para Lanling Jin nunca sería nada.

¿Quién era él para Jin Guangshan, además del hijo de una prostituta a la que probablemente olvidó hace mucho tiempo? ¿Qué había en él de fascinante para poder presumir?

¿Quién era? ¿Quién es?

—Hoy en día, aún no supero la rabia de ese momento— confiesa, más omite aquel otro sentimiento, el de la insuficiencia, la necesidad de probar su valía que surgió tras ese encuentro. No está listo para compartirlo con nadie.

Jiang Yanli quiere pensar que lo comprende, ¿quién simplemente aceptaría tal humillación? Nadie saldría de ahí con una sonrisa y sólo olvidaría; de ser el caso, esa persona no podría considerarse humana.

—Desde entonces, me enfoqué en ganar experiencia y pulir mi técnica en cacerías nocturnas— 'hacerme un nombre'—; cuando la guerra inició, me uní por lo mismo— 'aunque, supongo, en realidad deseaba demostrarles'—; de esa forma, cuando todo haya acabado, sería lo suficiente fuerte para no volver a rodar de esa torre— 'y gritar que soy alguien, alguien valioso que no necesita ese apellido, que no lo quiere'.

Pero, sosteniendo su nueva espada, persiste esa sensación extraña.

Porque la posición de gran rango que antes lo habría hecho sentir satisfecho ya no es importante; porque ir a Lanling Jin, incluso si es para cumplir el deseo de su madre, ya no parece imprescindible. En su lugar, aparecen otras emociones, agradables y liberadoras, abrumantes mas no le desagradan.

(Es el sentimiento que llega con la confianza, de ser tratado con igualdad y respeto, aunque sólo lo comprendería más adelante).

Tras el relato llega la calma, el nudo se ha desatado. Tras hablar, se siente más tranquilo, más libre del peso imaginario.

Al verlo relajarse, Jiang Yanli contempla de nuevo todo. A veces, le gustaría ser más que una oyente, le gustaría poder dar algún consejo, pero entiende que en ocasiones basta con permitir a la otra persona expresarse, en especial cuando no tiene a nadie más para hacerlo.

El dorado resplandece con la linterna y su atención la capta la espada. Es extravagante y magnífica, aclama ser observada. Entre miles de cuchillas, puede imaginar la suya destacar sobre las otras, al igual que su dueño.

—¿El joven Xing ha decidido el nombre para su espada?— pregunta, pasados un par de minutos de sólo respiraciones y paz.

Xing Xuan regresa su vista a su espada, la queja de Wei Wuxian aparece y siente vergüenza, pero aún responde.

—...Suihua.

—¿Como "el paso del tiempo"?— Xing Xuan asiente— ¿De dónde viene el nombre? Claro, si el joven Xing está dispuesto a decirme.

No había un origen, no realmente. Fue un pensamiento del momento, un impulso efímero. Sólo el mensaje del destino.

No hay explicaciones para dar, pero no importa.

—Es un buen nombre— felicita Jiang Yanli, salvándolo de explicar lo que no entiende del todo.

Aun así, la declaración lo confunde.

—¿Por qué la señorita Jiang piensa eso?

Jiang Yanli aleja su atención de Suihua y esta vez observa a los ojos de Xing Xuan.

—Pienso que el joven Xing ha pasado por mucho a lo largo de su vida— explica—, más de lo que muchos han experimentado.

Las túnicas oscuras regresan a su mente.

—Wei Wuxian dijo algo similar— revela—; también dijo que era un nombre triste.

Jiang Yanli oculta su diversión ante la falta de cordialidad. Culpa a su hermano, aún si desconoce los detalles.

—Creo que es bello— opina— recordar los problemas que se nos han atravesado, el cómo los superamos.

El comentario lo despierta, en cierta forma. ¿Ya lo ha superado? No lo ha hecho, no del todo. Todavía insiste en llegar a esa Torre, pero, admite, con menos intensidad que antes.

Observa el reflejo en Suihua, su propio rostro lo recibe y se transporta de nuevo, menos lejos que antes, a cuando repitió la misma acción y se dio cuenta que en él había algo diferente. Lo mismo que ahora le impidió disfrutar del logro del ascenso.

Ha cambiado, se dice; con el paso del tiempo, se recuerda. Y, tal vez, por algo incluso más simple.

Levanta la mirada y se encuentra de nuevo con la de Jiang Yanli. Si pensaba responder de alguna forma, lo olvida. Se han dispersado las palabras.

Hay un latido, y otro más fuerte cuando la sonrisa de Jiang Yanli se ensancha.

Xing Xuan gira su rostro a la lámpara, esperando ocultar el color que se forma en sus mejillas.

Porque algo cambio en algún momento; y piensa, y siente, que tiene que ver la mujer a su lado. El valor que dio a su vida, el mérito que dio a sus actos, mucho antes que el resto, mucho antes que él mismo.

—Señorita Jiang...

—¡Shijie!

El grito lo sobresalta, nervioso de repente. Tarda un segundo percatarse de la lejanía de la voz. Es Wei Wuxian, se da cuenta rápido, sólo él sería así de escandaloso en plena noche.

Su primera reacción es fruncir el ceño, la segunda...luchar para no golpear su rostro con sus manos.

¿Qué está haciendo en plena noche a solas con la dama del Clan Jiang apartados de todos justo después de su ascenso? ¡Es inapropiado!

Se levanta y, a su vez, ofrece una mano a Jiang Yanli, invitándola a hacer lo mismo. Se niega a mirarla a los ojos.

—Es tarde— espera no sonar tan alterado como se siente—, la señorita Jiang debe ir a descansar.

A lo lejos, aún se escucha el llamado de Wei Wuxian.

—La acompañaré hasta donde nos encontremos a ese sujeto.

La imagen de Wei Wuxian cambia el enfoque de sus pensamientos a unos más resentidos, pero no sirve de nada cuando se percata de lo íntimo que pudo sonar.

—¡Es peligroso deambular solo en la noche!— agrega, un poco tarde.

No por primera vez, Jiang Yanli piensa que el comportamiento es tierno a su manera.

—Estoy al cuidado del joven Xing, entonces— responde y acepta la mano en el aire.

Y pudo no ser buena idea, descubre Xing Xuan en cuanto Wei Wuxian los interceptó y la discusión por las razones de su compañía se hizo inevitable.

Presenciando la interacción, Jiang Yanli no tuvo duda de la extraña pero existente amistad que surgiría entre ambos.

⋅◈⋅

La guerra continúo, lenta y tortuosa como podía esperarse.

En otro mundo, Meng Yao se infiltró en las filas del enemigo y proporcionó información valiosa a sus aliados, lo que ayudó a evitar pérdidas, a salvar vidas; acortó el tiempo de batalla. En ese mundo, Meng Yao no existía, sólo Jin Guangyao, y no tenía razones para unirse a Wen Ruohan; ni siquiera le creería, una desventaja de ser el heredero Jin.

Como tal, la guerra se extendió, con ella los muertos y la agonía. La desesperanza misma.

Pronto e inadvertido, un año pasó desde que el mundo de la cultivación estalló en contra de la tiranía. Lento y destructor, otro año le siguió, más allá del tiempo en otra vida.

Qinghe Nie permaneció siendo el batallón principal, Nie Mingjue y sus tropas arrasaron con los Wen sin piedad en los territorios cercanos la Ciudad Sin Noche, ganando terreno. Lanling Jin se destacó por sus estrategias, Jin Guangyao el mayor contribuyente; aun cuando nunca entró a la lucha directa, sus planes permitieron victorias significativas. Gusu Lan fue un gran apoyo para todo batallón, dividiéndose en grupos; el primero, a cargo de Lan Qiren, permaneció en el Receso de las Nubes, restaurándolo, cuidando a los más débiles; otro dio soporte a Qinghe Nie, liderado por Lan Xichen a sabiendas que era el terreno más peligroso de la guerra; el último, bajo la dirección de Lan Wangji, se coordinó junto a Yunmeng Jiang.

Yunmeng Jiang, el primer clan en caer y el primero en levantarse también. El que traía la luz de la posibilidad al resto de clanes, siguiendo su lema, a lograr lo imposible.

Porque Yunmeng Jiang tenía al Patriarca Yiling y con él tenían de aliada a la muerte.

Después de recuperar Lotus Pier, Yunmeng Jiang finalmente avanzó a los campos principales. El título de "Patriarca Yiling" continuó extendiéndose, cada vez más reverenciado. Su cultivación demoniaca les trajo victorias, muchas, el mayor contribuyente en la guerra.

Hay otro nombre, sin embargo, que viaja junto a él: Xing Xuan, el Segundo al Mando de las tropas de Yunmeng Jiang. Siempre juntos, como si al hablar de uno fuese indispensable mencionar al otro.

No sé quién es más aterrador — se hablaba en las comidas—, si el Patriarca Yiling por su método de asesinato o Xing Xuan, por la cantidad de Wen que logra matar con su espada, Suihua.

Y, tal vez, no sería un tema tan sonado, de no ser por lo que seguía en cada conversación.

¿Xing Xuan? ¿Suihua? Nunca había oído hablar de él, ¿a qué Secta pertenece?

—A ninguna, pero...— y bajaban el volumen, compartían el secreto que estaba lejos de serlo— me dijeron que es un hijo bastardo de Jin Guangshan.

Los ánimos se encendían con eso, se contaban las historias, se memorizaban los nombres. Al mundo le gustan los chismes; en especial en tiempos de caos, necesitan encontrar algún entretenimiento. Se volverían locos si no.

No obstante, aunque sonado, mencionar a Xing Xuan debía hacerse con prudencia, era mejor evitar los insultos. Era cercano, después de todo, no sólo al Patriarca Yiling, también al Líder de Secta del Clan Jiang, quien le tenía la suficiente estima para nombrarlo su segundo al mando. Sólo un tonto ofendería a alguien tan peligroso.

Pasaron tres años desde el comienzo del desastre hasta que la guerra finalmente entró en sus últimas respiraciones.

⋅◈⋅

El ambiente era pesado, mucho. Algo que debían esperarse, no estaban discutiendo nimiedades. La última vez que se reunieron todas las sectas aliadas, se discutió el inicio de la guerra; esta vez, el tema era su fin.

Ha llegado el momento del todo o nada, donde se decidiría si los años de sangre derramada valdrían o no la pena.

El ataque a la Ciudad Sin Noche, no lo pueden fallar. Es su deuda con los campos de cadáveres.

Pero, incluso en un momento tan serio e importante, Xing Xuan las sigue captando, esas miradas fugaces. Más curiosas, más insistentes, algunas tan fijas que podía sentir la animosidad.

Xing Xuan lo supo en ese momento: terminando la reunión, llegarían las molestias, podía hasta adivinar el color en el que vendrían.

Así pues, cuando a los minutos de terminar la reunión y separarse de Jiang Cheng se le fue cerrado el paso por un grupo de jóvenes con túnicas amarillas, no estaba nada sorprendido.

—¿A quién tenemos aquí? ¿No eres el tipo al que arrojaron hace años por las escaleras?

Hablo el joven que deliberadamente se posicionó frente a él, quizá de una edad cercana a la suya, aunque más robusto en cuerpo. A diferencia de él, a Xing Xuan no le interesaba identificarlo, pero suponía era el líder del séquito.

Cómo sea, no tiene interés en perder el tiempo.

Sin responder ni mirar, siguió caminando. Su barbilla se alzaba con firmeza, la imagen del orgullo, un gesto de superioridad.

La arrogancia de las peonías quedó congelada, superada por la incredulidad de la respuesta fría.

Cuando Xing Xuan paso a su lado, Jin Zixun se encontró con sus ojos. Solo había desdén.

La sangre hirvió y el enojo de la humillación brotó.

—¡Tú!— gritó, llamando la atención de otros cultivadores— ¡No olvides tu lugar, sólo eres el hijo de una prostituta!

Xing Xuan detuvo sus pasos. Llegado a ese punto, más se habían acercado, listos para cualquier escenario que se desarrollara.

Lejos de su expectación, lo que recibió no fue un golpe, sino otra mirada glaciar. "No hables", susurra nadie más que la advertencia en el aire. Hay una amenaza en las pupilas característica de aquellos que han sobrevivido a costa de otras muertes.

El reflejo fue dar un paso hacia atrás, pero la misma parálisis en la que su cuerpo quedó atrapado lo retuvo en su lugar. Lo peor era que, aunque su instinto le ordenó callar, no podía. Demasiada gente, su gente, lo observaba, sus ojos en su espalda. ¡No podía mostrarse cobarde ante un don nadie!

—¿Crees que eres importante sólo por sentarte hoy junto a un Líder de Secta?
¡La basura siempre será basura, no lo olvides!

Tras la declaración, el séquito de Jin Zixun exclamó de acuerdo, alzando su ego y su confianza. ¿Y qué si terminaban en puños? La frustración de la batalla final es grande, necesita a alguien para descargarse. Además, son cuatro contra uno, sin importar la cantidad de personas que los observan, nadie se metería, a favor de presenciar el espectáculo.

Ante tal declaración, todos ya se encontraban extasiados. Atentos a Xing Xuan, esperaban su movimiento.

—Tienes razón— su voz cayó, certera e indiferente, la intensidad en los ojos eran el contraste—, la basura siempre será basura.

Regresó su vista al camino, siguió caminando sin bajar la mirada, su dignidad intacta.

En su lugar, Jin Zixun fue golpeado por las palabras, por la implicación.

¡Ante todo el mundo, se atrevió a insinuar que era una basura!

El calor de extendido hasta su cuello, producto de la ira que impulsa la humillación.

—¡¿Piensas que nadie sabe cómo llegaste a tu posición?!— gritó en un acto vengativo.

Xing Xuan se detuvo de nuevo en su confusión, pero la acción fue tomada por otros por algo más.

Jin Zixun sonrió, petulante.

—¿Piensas que nadie sabe sobre tu relación con la doncella Jiang?

Esta vez, Xing Xuan giró su cuerpo por completo, sus facciones se arrugaron con el ceño en su frente.

—Todo el mundo habla de eso, ¿sabías? ¿Cómo podrías llegar a dónde estás solo? Es absurdo, pero...¿no parece ser tu relación con la doncella Jiang cercana? Con tu linda cara y la formación que debiste tener al crecer en un burdel, algo debiste aprender sobre cómo encantar a las mu...

La falta de reacción anterior bajo a todos la guardia, el puño se estrelló contra su cara antes de terminar la oración. El golpe fue dado con tal fuerza que Jin Zixun fue empujado por él, siendo los brazos de sus acompañantes que los apoyaron los que le impidieron caer al suelo.

—No se atrevan a difamarla— amenazó Xing Xuan, no sólo a Jin Zixun, sino a todos en general.

Porque podía aceptar que hablaran de él, no importaba dado que todo era verdad; pero no permitiría calumnias, ni de él, ni de sus logros, y menos hacia Jiang Yanli.

Xing Xuan vio a todos los presentes, una invitación para difundir el mensaje, que por una vez sus bocas fueran útiles.

Bufó cuando todos le apartaron la mirada, sólo cobardes parlanchines. Dio vuelta de nuevo y marchó; la rabia persiste, pero sus actos no sólo lo perjudican a él y de eso es consciente.

—Maldito...— gruñó Jin Zixun, ¡no podía quedarse así!

Zafándose de los brazos de sus compañeros, corrió en dirección a Xing Xuan, su puño ya en el aire. Xing Xuan, suponiendo que pasaría, giró rápido y se preparó para recibir el golpe.

Cuando el puño estaba a centímetros de él, Xing Xuan percibió el aura de la muerte, un sentimiento más que familiar.

Antes de impactar, una mano sujeto la muñeca de Jin Zixun, una fuerte presión giró su cuerpo, su brazo fue presionado en su espalda. La fuerza ejercida en la muñeca silenció el grito, el dolor era demasiado.

Se escuchan exclamaciones, jadeos de sorpresa, quizá miedo.

—¡Ese es...!

—Wei Wuxian— llama Xing Xuan, confirma las sospechas—, ¿qué se supone que estás haciendo?— se queja.

Wei Wuxian lo mira, ojos inocentes a pesar de estar reteniendo a un hombre con un único brazo.

—¿No es obvio? Iba pasando y vi que estaba por golpearte, así que lo detuve por ti. ¿No soy una buena persona?

Cómo cada vez, las palabras despertaron la irritación en Xing Xuan. En primer lugar, de no ser porque Wei Wuxian estaba desaparecido en quién sabrá dónde en lugar de estar en la reunión, Xing Xuan no habría tenido que separarse de Jiang Cheng para buscarlo y tal situación no se habría originado.

—S...¡Suéltalo!— gritó uno de los acompañantes de Jin Zixun. Xing Xuan podía darle crédito por su valentía.

De vuelta a Jin Zixun, su rostro era rojo y el sudor se deslizaba de su frente. Lo que sea que Wei Wuxian hacía, al parecer era doloroso.

Wei Wuxian lo miro, esperando su opinión, Xing Xuan, aunque a regañadientes, estuvo de acuerdo.

—Hazlo.

Wei Wuxian se encogió de hombros.

—Cómo quieras— y lo soltó, empujando de nuevo a Jin Zixun junto a los otros miembros de la Secta Jin.

Xing Xuan suspiró, estaba agradecido porque Wei Wuxian sólo llegó recientemente, de haber escuchado toda la discusión lo más probable es que no resultara fácil que lo liberara.

Libre del agarre, Jin Zixun empujó lejos a quienes intentaron socorrerlo. Sometido de un solo movimiento, ¡no podía existir vergüenza más grande!

Giró para enfrentar a Wei Wuxian, sus palabras murieron al vislumbrar no al cultivador demoníaco, sino al hombre parado sólo a pocos pasos de él.

Bajo el sol caliente, el aura alrededor de esa persona permanece fresca, las túnicas blancas inmaculadas y la cinta en la frente destacan entre la multitud reunida. Los ojos dorados analizan y juzgan; con él cerca, nadie se atreve a actuar precipitadamente, a ignorar los principios y valores.

—¡Zixun!

El llamado termina por hundir el altivo comportamiento.

—Pr...¡Primo!

Jin Guangyao, acompañado de Lan Xichen, Nie Mingjue y Jiang Cheng llegan a la escena. Todos cultivadores se inclinan en señal de respeto a los líderes.

—¿Qué pasa aquí?— pregunta Jin Guangyao— Escuchamos a otros decir que había una pelea, mi padre me mandó a investigar.

'Los chismes vuelan rápido'— pensó Xing Xuan con burla.

Jin Guangyao recorrió el rostro de todos, su mirada se detuvo al toparse con la de Xing Xuan. Brilló en reconocimiento.

—¡Wei Wuxian!— gritó Jiang Cheng al encontrar su eterno dolor de cabeza en el lugar— ¡¿Qué hiciste ahora?!

—Jiang Cheng, me haces quedar mal frente que tanta gente— se quejó Wei Wuxian—. No tengo nada que ver en esto, acabo de llegar también.

Sin embargo, a juzgar por la mirada que recibió en respuesta, era claro que Jiang Cheng no le creía.

—¿Wangji?— preguntó Lan Xichen, confiando en que su hermano supiera algo.

Lan Wangji negó, no sin antes posar sus ojos en Wei Wuxian, confirmando las palabras.

—¿Y qué? ¿Nadie nos dirá qué pasó?

De todos, la presencia de Nie Mingjue era la más imponente. Si él pedía una respuesta, alguien debía dársela. ¿Pero cómo relatar todo lo que había ocurrido? ¡Se ha insultado a la doncella de Lotus Pier, serían condenados por la Secta Jiang, por el Patriarca Yiling!

—No es necesario— responde Jin Guangyao, para sorpresa de todos. Sus ojos sin despegarse de los de su medio hermano—. Tengo la sensación de que el problema fue causado por los miembros de mi Secta.

Ante la incredulidad unánime, Jin Guangyao se acercó a Xing Xuan e inclinó su cuerpo en una reverencia.

—Pido disculpas al joven Xing por cualquier ofensa que mi Secta pudo causar— dijo.

Algunos murmuran, cuestionan la disculpa, se preguntan si Jin Guangyao sabe con quién se está disculpando.

Xing Xuan no duda que lo sepa. Él no ha olvidado esa cara, incluso cuando los años han definido los rasgos a unos más maduros; está seguro de que para el otro pasa lo mismo.

Simple y sencillo, están condenados a vivir a sabiendas de la existencia del otro.

—Zixun, discúlpate. También ustedes— ordena a los otros miembros Jin, quienes obedecen de inmediato. Sólo Jin Zixun permanece reacio—. Zixun...— insiste, pero el tono viene con una advertencia implícita.

Con el rostro rojo de coraje, Jin Zixun inclina la cara levemente. No habla y no es una disculpa apropiada, pero es lo más que su orgullo dará.

Ni bien lo hizo, da la vuelta y se va, no dispuesto a quedarse más. Lo siguen sus secuaces, Jin Guangyao suspira tras su retirada.

—Mi primo siempre ha sido muy orgulloso y temperamental, por favor, no den importancia a sus acciones y palabras — pide a todos—. Líder de Secta Jiang, me disculpo con usted también. El joven Xing está bajo su cuidado, cualquier acto contra él es atentar contra Yunmeng Jiang, espero que esto no fracture la relación entre nuestras Sectas.

—Dado que ya se han pedido disculpas, no veo por qué algo así pasaría.

Xing Xuan se pregunta si pensará lo mismo una vez tenga la historia completa.

—Se está haciendo tarde— interviene Lan Xichen—. Se vienen días difíciles para el cuerpo y la mente, aconsejo a todos ir a descansar— dice a todos los cultivadores, que no tardan en asentir y dispersarse lentamente. De todas formas, el espectáculo ya acabó.

Jiang Cheng se acerca a Wei Wuxian y Xing Xuan.

—Me contarás más tarde— susurra a Xing Xuan, quien asiente sin oponerse. No tiene caso ocultarlo cuando se extenderá en poco tiempo— ¡Y tú...!

Wei Wuxian tiene el descaro de parecer confundido.

—¿Yo? ¿Qué pasa conmigo?

Las venas aparecen en la frente de Jiang Cheng.

—¡¿Se puede saber dónde estabas?! ¡Se supone que estarías a mi lado en la reunión de hoy!

Wei Wuxian toma a Chen Qing, juega con ella entre sus dedos.

—¿Qué importa? Para eso está Xing Xuan, ¿no? Además, ¿no era la reunión para discutir estrategias y todo eso? Lo que sea que decidan, no cambia en nada lo que tengo que hacer— detiene el giro de Chen Qing, dejando claro a qué se refiere—. Estoy más interesado en qué pudo hacer enojar a nuestro pavo real, que es tan arrogante que no se digna ni siquiera a mirar a los ojos y ahí lo tienes, lanzando golpes.

Xing Xuan frunce el ceño ante el apodo. Han pasado más de dos años y Wei Wuxian sigue burlándose de la misma forma.

—Ya dije que lo contaría más tarde— responde, desvía su rostro, no dispuesto a enfrentar a Wei Wuxian sin percatarse de la razón que da a su declaración.

Entonces recuerda la aparición de Wei Wuxian, tan dramática como un heroísmo practicado, igual que lo llama Jiang Cheng.

—Ese movimiento...— cambia el tema, Wei Wuxian capta en seguida.

—¿Qué? ¿Quieres aprenderlo? Puedo enseñártelo, sólo debes pedirlo con un "por favor, gran Patriarca Yiling, bendíceme con tus conocimientos" y lo haré.

Jiang Cheng cubre su rostro con su mano. No por primera vez preguntándose cómo puede aguantar tanto a su idiota hermano.

—No, gracias— rechaza Xing Xuan sin contemplarlo un segundo.

Regresa sus pasos a la dirección contraria a la que iba, dado que Wei Wuxian ya apareció bien podría regresar a su tienda y descansar un poco después de todo lo ocurrido.

—¿Por qué no?— lo persigue Wei Wuxian— ¡Es muy útil! En especial en peleas donde te ganan en número. ¿Sabes? Podrías hasta enseñarlo a tu hijo, no te cobraré por derechos de propiedad.

Jiang Cheng rodó los ojos, siguió a ambos para evitar que Wei Wuxian siga provocando a su Segundo al Mando. Se apiada de Xing Xuan y del día en que Wei Wuxian decidió que burlarse de él era "muy divertido".

Ojos dorados observan el intercambio entre los tres, sólo para una persona los sentimientos que la vista causa no son un enigma.

—Wangji— llama Lan Xichen, alejando a su hermano de la añoranza—, vamos. Te pondré al corriente con lo que discutimos.

Lan Wangji asiente, acompaña a su hermano, no sin antes buscar de nuevo la silueta que ya se ha perdido.

⋅◈⋅

Flota el olor de la sangre, el suelo está llena de ella; sus túnicas no se ven mejor, en su cuerpo hay una gran cantidad de heridas. Eso está bien, es el dolor el que le ha impedido desmayarse.

Ha perdido la cuenta de los días, sólo sabe que han pasado varios de ellos y Wen Ruohan no cae. Quién sabe cuántos de sus aliados han muerto, cuántos de sus enemigos han muerto, apenas y puede preocuparse de no ser él otro de los cadáveres que les han permitido resistir hasta ese momento.

De no ser por Wei Wuxian, hace tiempo que el vencedor se habría decidido, y no serían ellos.

En realidad, aunque no lo admite ante Wei Wuxian, es muy consciente al hecho de que, de no ser por el Patriarca Yiling, habrían perdido la guerra hace mucho.

Tal vez, si sobrevive, debería decírselo.

Pensando en él, lo busca entre el desastre. Lo visualiza sobre todos, el sonido de la flauta ha sido la única constante además de la muerte desde el asedio a la Ciudad Sin Noche. Luce cansado, tanto como Xing Xuan, tanto como el resto.

Se dedica a examinar el campo de batalla, encuentra a otras figuras prominentes. No muy lejos de Wei Wuxian, la figura ensangrentada de Lan Wangji cuida su espalda. Al otro extremo, Jiang Cheng, Lan Xichen y Nie Mingjue, los tres disputan contra Wen Ruohan, quien a su vez se protege de un gran grupo de cadáveres.

Tantos oponentes, y sigue en pie. Un verdadero monstruo.

Presiona el mango de Suihua, degolla a otra persona. No hay quien no desfallezca del cansancio, no podrán durar mucho más...

La revelación lo golpea tras el pensamiento.

Una prolongada lucha sin descanso, no importa cuán alta sea la cultivación de uno, mientras no sean inmortales, ¡era imposible no sentirse cansado!

Y regresa su atención a la pelea más importante. Observa, observa y espera.

Su vista siempre ha sido buena, uno de sus dones sobresalientes.

Él espera...

Observa hasta captar.

Y la encuentra, la grieta en la defensa que sólo el cuerpo cansado puede descuidar.

Y es quizá esa esperanza, esa delgada línea de luz, lo que da a su cuerpo un impulso de fuerza.

Se abre paso a un área en especial, sube a la colina, se aleja del caos; su movimiento, tan diferente de las olas de la batalla, atraen la atención de los ojos carmesí.

Como suponía, de los arqueros que los acompañaron no quedaba ninguno; pero no tenía tiempo para lamentar la pérdida. Tomó un arco y una flecha que yacían en el suelo, no necesitaría otra. Sólo tenía una oportunidad, fallar alertaría a Wen Ruohan de sus acciones, del hueco en su escudo.

Fallar no estaba permitido.

Aunque lo sabía, la distancia era grande y el objetivo estaba en movimiento. La probabilidad de aceptar es nula pese a todos sus deseos.

Él apunta y sus manos pesan, producto del límite a los que ha llevado su fuerza. ¿Puede acertar en esa condición?

No puede.

Comienza a bajar el arco, piensa en una forma más segura de aprovechar la grieta. Tal vez, si consigue acercarse a alguno de los líderes y les revela la información, ellos puedan hacer algo.

Y debió ser su instinto, tal vez los años de reflejo, los que lo hicieron mirar a Wei Wuxian. Los iris escarlatas se encontraron con las claras pupilas.

Han sido ya más de dos años de conocerse y Xing Xuan puede decir con certeza que no puede llevarse bien con esa persona. Sus personalidades discordantes no se lo permiten, es imposible relacionarse adecuadamente.

En el campo de batalla, la historia es diferente. Más de dos años se han acompañado, más de dos años para acoplarse al estilo y los pensamientos del otro. Al menos al luchar, su entendimiento es impresionante.

Ahora, Wei Wuxian sólo preguntaba una cosa: ¿por qué no has disparado todavía?

Y su confianza en el resultado pesa más que sus manos, el mismo peso que Suihua la noche que se la otorgaron.

'En verdad...'

Suspira.

De nuevo, levanta el arco y apunta. Recuerda la ocasión donde Wei Wuxian lo vio por primera vez manejar el arma.

—¡Eres bueno! Incluso mejor que Jiang Cheng. De todos los clanes, a lo mucho habrá tres mejores que tú... Bueno, tal vez cuatro, si cuento a un tímido amigo mío.

Más valía que no fuese mentira.

Sabiendo que es observado, mueve sus labios, manda un mensaje. Wei Wuxian sonríe.

La flecha se dispara, se escucha el romper del viento, se pierde el sonido de la flauta.

'Eres tan insoportable'

⋅◈⋅

—¿Escuchaste? ¡Jin Guangshan está dispuesto a reconocer a Xing Shixiong como su hijo legítimo!

—¡Ya era hora! ¡Es lo menos que merece por sus contribuciones en la guerra! De no ser por él y Wei Shixiong, seguro habríamos perdido. ¡Ellos son los héroes que derribaron al sol!

—¿Qué hacen perdiendo el tiempo hablando tonterías?

Los jóvenes discípulos de Yunmeng Jiang saltaron, asustados.

—Xing... ¡Xing Shixiong!— saludan, el sudor se desliza de sus frentes. Es bien sabido que Xing Xuan detesta los cotilleos.

—Regresen al campo de entrenamiento— ordena—, practiquen movimientos de espada.

—¡Si!

Aliviados por la reprimenda suave, los discípulos se alejan.

—Esperen— llama Xing Xuan.

Los discípulos se detienen, nerviosos, ¿fue demasiado pronto para sentir alivio?

—¿Saben...? ¿Alguno de ustedes ha visto a la Señorita Jiang?— pregunta, su voz un tono más tranquilo, sus ojos renuentes a hacer contacto directo.

Los discípulos se relajan, intercambian miradas cómplices.

—Shijie está en la cocina— responden al unísono, la emoción los traiciona, pero la atención de Xing Xuan no está en ellos para darse cuenta.

—¿De nuevo?— pregunta, un suspiro de resignación más que sorpresa.

—A Shijie le gusta cocinar— responde uno.

—Shijie será una buena esposa— responde el otro.

—¿No lo crees también, Xing Shixiong?— preguntan ambos.

Las mejillas de Xing Xuan se colorean y esa es la señal de victoria que los discípulos buscaban.

—...Pueden irse— evita la pregunta.

Los discípulos hacen una reverencia y se alejan, no se pierden cuando el mismo Xing Xuan se retira en dirección a la cocina.

—Es una lástima que Xing Shixiong tenga que irse— suspira el primero una vez lo suficiente lejos para ser escuchados por Xing Xuan—. Quería presenciar el momento en que se le declarara a Shijie...

—¿Sí crees que Xing Shixiong acepte el nombramiento?— pregunta el segundo.

—Claro que lo hará— responde —. Nuestro Shixiong no es tonto, sabe que es una oportunidad única que ningún otro hijo ilegítimo de Jin Guangshan ha tenido.

—Pero aceptarla significaría dejar Lotus Pier para ir a la Torre Koi— le recuerda—, ¿en serio va a dejar a Shijie? Dicen que Lanling Jin está lleno de bellezas, ¿y si conoce a alguien que...?

—No seas tonto— lo reprende en seguida—. ¿Y qué si hay muchas bellezas? Shijie es mejor que todas las bellezas de la Torre Koi juntas— asegura—. Xing Shixiong lo sabe, no se dejará seducir. Quién me preocupa a mí es Shijie...— confiesa volviendo la vista atrás— La partida de Xing Shixiong la pondrá triste...

⋅◈⋅

No fue con ella.

Lo pensó, imaginó el escenario. Llegaría a la cocina, dudaría en entrar, pero terminaría haciéndolo, Jiang Yanli lo recibiría con una sonrisa y él se avergonzaría como siempre lo hacía, la ayudaría a terminar su platillo, charlarían mientras tanto, ella le volvería a sonreír y después...después, ¿qué?

Xing Xuan no sabía qué ocurriría después, pero estaba seguro de una cosa: no sería suficiente para hacerlo quedarse.

Tal vez, dos años atrás o menos, la idea de irse sería inaudita. ¿No era esa situación la que esperaba? ¿Ser él quien rechazara a Jin Guangshan? Nunca a nadie le ha ofrecido tal honor y él lo rechazaría, sería suficiente para hacerlo perder cara ante todo el mundo de la cultivación hasta su muerte.

El plan es tentador, suficiente para cumplir los deseos de su madre, pero insuficiente para cumplir sus propios deseos.

No es como si antes no hubiese tenido la oportunidad de ir a Lanling Jin, él la tuvo; más de una vez cuando la guerra seguía en pie Jiang Cheng se lo sugirió. Sus logros eran muchos, tenía los suficientes para que Jin Guangshan se sintiera satisfecho, incluso estuvo dispuesto de escribir una carta en la que destacaría sus logros para facilitar su admisión a la Secta.

Fue él quien se negó.

En parte por resentimiento, en parte por falta de interés. Había otra razón, sin embargo, que se volvió más difícil de negar con el tiempo y el contacto, la compañía, las sonrisas y un par de ojos.

Y ahora, la misma razón por la que se negaba a irse es la misma por la que debe hacerlo.

'La vida es irónica', no puede evitar pensar al observar las flores de loto que adornan el lago.

De todos los lugares en Lotus Pier, ese muelle siempre ha sido su favorito. En especial por la noche, donde la luna inunda las tranquilas aguas con su luz.

Es un lugar preciado por los tres hermanos, tiene entendido; aún si las razones no las tiene claras.

A pesar de todo el tiempo que ha convivido con los remanentes de los Jiang, todavía se siente lejano a ellos. No es un amigo cercano, no tiene derecho a preguntar muchas cosas.

(Él quiere cambiar eso, no sabe si será capaz).

En el agua ve su reflejo, todavía viste túnicas simples de color grisáceo oscuro, su rostro implacable; en un futuro, sin embargo, vestirá las elegantes túnicas amarillas que desprecia y "presumirá" la marca en la frente que todos envidian.

Sólo pensarlo es desagradable, pero sí de esa forma...si de esa forma él puede...

Suspira, ¿cuándo se volvió así de ambicioso? ¿Cuándo se volvió tan desconfiado de sí mismo para tener que recurrir a una jugada tan vil como la búsqueda del estatus?

Se escuchan pasos y a la cercanía la acompaña el aroma. El corazón se inquieta, feliz y avergonzado.

Un vistazo rápido a su rostro en el agua, sabe que su cabello está en orden, pero aún no logra reprimir la acción de mirar. No solía ser tan inseguro, no hasta que la conoció.

Los pasos se detienen y él gira, Jiang Yanli lo observa, sus labios sonríen y sus ojos también. En sus manos carga dos tazones de sopa de raíz de loto.

Xing Xuan suspira de nuevo, esta vez debido a la escena con la que ya está familiarizado.

—Señorita Jiang— saluda—. ¿Wei Wuxian volvió a pedir sopa de raíz de loto?— pregunta, oculta sus celos con fastidio. No importa la solicitud, Jiang Yanli nunca se la negaba.

Aunque parece molesto, Jiang Yanli sonríe a verlo estirar sus brazos, Jiang Yanli sabe lo que está pidiendo. Sin dudar, le entrega ambos platos y comienzan a caminar más profundo por el muelle hacia el que alguna vez fue el lugar favorito de la antigua Señora de Lotus Pier (no es como si Xing Xuan lo supiera, no quedaban muchas personas vivas que lo supieran).

Ella niega tal solicitud.

—A-Xian no la ha pedido esta vez— responde una vez llegan a la estructura en medio del lago y los lotos.

Las arrugas en la frente se relajan, desaparecen gradualmente. La sensación no dura, crece un presentimiento.

—Entonces...¿puedo preguntar a qué se debe?— pregunta inútilmente. Ha conocido a Jiang Yanli lo suficiente, él entiende el valor sentimental de la sopa de raíz de loto.

La premonición es correcta.

—Para despedir al joven Xing, por supuesto.

Las manos que sostienen los tazones titubean, con ellas también el corazón. Deja los platos en la mesa del centro, los aleja del peligro de sus manos inestables.

—La señorita Jiang ya lo sabe.

—Las buenas noticias son veloces.

Más bien los grandes chismes. El mensaje llegó esa mañana y en pocas horas todo Lotus Pier ya parecía estar enterado.

—¿No está la señorita Jiang apresurándose?— cuestiona— Todavía no he dado mi respuesta a nadie.

No a Jin Guangshan, tampoco a Jiang Cheng, a quien le debe más que al primero.

Jiang Yanli no se inmuta,

Al responder, su voz es firme y segura, sin vacilaciones ni dudas.

—Pero el joven Xing aceptará.

Palabras que atraviesan sus venas hasta llegar a las cuerdas que sostienen su vida.

Él no refuta, en su lugar, agradece por la comida y la disfruta. No sabe cuándo podrá volver a probar la comida de Jiang Yanli, pero está bien para él mientras no sea la última vez. No importa cuándo o cómo, encontrará la forma de volver a hacerlo.

Tal vez fue la calma del muelle, quizá el conocimiento de la separación próxima, bien pudo ser sólo la sopa o la misma Jiang Yanli, pero Xing Xuan se encontró recordando su primer encuentro con ella.

También fue por una sopa.

Incluso después de separarse, su próximo encuentro también involucró sopas, e incluso para mantenerse en contacto influyó una sopa. Y ahora, como despedida, también era una sopa. De alguna forma un platillo sencillo adquirió un gran simbolismo para los dos.

(Incluso en otro mundo, fueron las sopas quienes captaron el interés en la doncella, pero eso él nunca lo podría saber).

La nostalgia y la añoranza, ambos encendieron la chispa de valentía.

—Señorita Jiang...—llamó, captando la atención en seguida— Si acepto la marca en la frente, usted y yo...

Las pupilas, tan similares a las suyas como si de un mensaje del universo se tratará, lo miraron expectante y curiosas.

El valor se escapa, gana la vergüenza que se extiende como un incendio en sus mejillas y su pecho.

Todavía no. Aún no es el momento.

Ella lo sigue esperando, pero él ya recrimina su actuar impulsivo.

Al final, aún con sus mejillas rojas, sacude la cabeza.

—No es nada— responde—, sólo me preguntaba si sería posible que me enseñe la receta de esta sopa antes de irme.

El rostro de Jiang Yanli se ilumina en una reacción instantánea.

—Será un placer— acepta, y la felicidad en ella es suficiente para que los latidos en el corazón de Xing Xuan empeoren.

A veces se pregunta cuándo sus sentimientos por Jiang Yanli crecieron tanto, al grado de que una sonrisa lo vuelva así de inestable.

Él quiere decirle... Él en verdad quiere decirle cuán enamorado está de ella.

Pero aún no.

No antes de poder merecerla, y para eso necesita ser un Jin, para darle todo lo que merece, a ella y a los hijos que le gustaría con ella tener.

Sólo hasta que pueda asegurarles una vida próspera, sólo hasta ese momento, él será merecedor de dedicarle todas las palabras de amor que le tiene.

⋅◈⋅

Cuando se fue, agradeció a Jiang Cheng y se despidió de Wei Wuxian, así como del resto de habitantes de Lotus Pier y Yunmeng Jiang con quienes formó lazos.

Cuando se acercó a Jiang Yanli, ella le dio bocadillos para su viaje. Él sonríe, capta el mensaje oculto.

Ahora no hay guerra, pero no va exactamente a un lugar calmado. Él debe vivir, para reunirse con la persona que espera verlo de nuevo.

Érase una vez, en otro mundo, en otra vida, ambos se separaron para siempre.

Érase una vez, en este mundo, en esta vida, entre ellos no hay una despedida eterna.

⋅◈⋅

⋅◈⋅

⋅◈⋅

¿Qué les pareció? *w*
¿Alguna escena favorita? ¿Algo que comentar? ¿Qué tal les pareció el XuanLi? ¿Sus personalidades?

Algo de MDZS finalmente ❤❤❤
No estoy muy interesada en escribir WangXian pero eso no quiere decir que no quiera de otras parejas. Finalmente el XuanLi ganó como mi primer aportación al Fandom porque son rebonitos 🥰

Espero que el nombre se Xing Xuan no incomodara, según 兴 (Xing) es de prosperar, mientras 轩 (Xuan) es un pabellón alto. Quise darlo a entender como la prosperidad de un pabellón alto (lo más probable es que este mal, pero se hace lo que se puede). Así como a Meng Yao le dieron el "Jin Guangyao" al entrar a Lanling Jin, naturalmente Xing Xuan pasaría a ser Jin Zixuan (que casi se parecieran fue coincidencia 🤔). Por cierto, 子 (zi) es sólo un prefijo antes del nombre, no tiene un significado como tal.

Quería escribir sobre este AU desde que vi este Fan-Art de @Yukaigis (Twitter).


La verdad me encantó la idea ❤
Aunque me aleje por completo de la historia que le dieron a este arte, admito que sólo quería un poco se XuanLi 😅😅❤

Originalmente esto debería de ser algo más largo, pero se me acabó la paciencia, jaja. Además, la segunda mitad de la trama no la tengo del todo desarrollada todavía, pero por diversas razones ya quería sacar esto. El regreso de Envy me dio el empujón final para publicarlo hasta aquí, recordé que ella sólo publica sus ideas y sí le llega la inspiración las continua y sí no ahí quedó el fic.

No sé si habrá una segunda parte, entonces. Podría o no podría, sólo sé que quiero seguirme concentrando en SAVE u otros y este fic era la piedrecita que no me dejaba.

En fin, espero que no haya sido tan OOC, admito que me cuesta más utilizar a los personajes de MDZS que de las otras novelas (una de las razones por las que tampoco escribo mucho de ellos, supongo).

En fin, después cambio la portada a una mejor, ahorita so las 5 a.m., tengo mucho sueño...

Cualquier error me avisan, porfa

Sus comentarios siempre son valorados, ¡los amo!

les gustó los invito a dejar una estrella, ¡son más que bienvenidos!

También a añadir esta historia a sus listas de lectura y a recomendarla con sus amigos si así gustan

Si gustan leer más proyectos míos igual pueden seguirme 💖
Gracias por leer~ °^°

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