Hamilton: Nieve, no huracán.
Cuando Alex dejó atrás al joven huérfano en aquella pequeña isla del Caribe nunca pensó que se vería nuevamente afectado por otro fenómeno meteorológico. A pesar de ello, Alexander Hamilton no pensaba en daños materiales o muertes; en hogares destruidos, en gente desaparecida por las furiosas corrientes de agua o árboles derribados por la fuerza del viento. El chico de diecisiete años con grandes planes había abandonado todo lo trágico y difícil que supuso su vida en cuanto subió a ese barco camino al continente.
Estaba en camino a una nueva oportunidad para ser parte de algo grande en Nueva York.
No, no era el dolor provocado por un huracán devastador lo que afectaba a Alex. Era la fría y blanca capa de agua congelada, que parecía cubrirlo todo hasta sepultar al mundo entero, lo que dejaba intranquilo al joven Alex. Cuando dejó la Isla Nieves, un nombre bastante peculiar para un olvidado pedazo de tierra rodeado de agua en el trópico, nunca se planteó seriamente el cambio de clima o las bajas temperaturas del norte. Él lo abandonó todo con la única ambición de estudiar para completar sus estudios y ser un nuevo hombre en una tierra desconocida.
Cuando arribó en el puerto de Nueva York unos meses atrás, en el octubre de 1772, era otoño y el viento llevaba consigo un helado aire que hizo que Alex buscará un abrigo más cálido casi de inmediato. Pero en ese momento, en lo que sería la primera noche de invierno de Alexander, frente a la ventana de su pequeña mesa de noche donde escribía sus cientos de ensayos y documentos, al joven inmigrante le parecía casi irreal los millones de copos de nieve que caían del oscuro cielo y se precipitaba como en una danza al paisaje exterior del hogar donde se estaba hospedando.
Era asfixiante.
No se veía la luna y todo parecía ser sepultado lentamente por la nieve. Un blanco hermoso se observa desde la ventana, casi aparentaba como un montón de gris por la falta de luz. Su corazón se aceleró por un miedo inexplicable y los latidos de su corazón sonaban en su cabeza. La visión gélida del espacio cambió por un momento, y basto para que Alex estuviera en el huracán nuevamente. El agua golpeaba con violencia las ventanas y el techo de una pequeña casa. Pronto se hundiría bajo aquel gris y no podría respirar.
La luz de la vela volvió a brillar ante los miedos del joven. Era un bastardo sin familia ni hogar, un huracán se llevo todo y la nieve le resultaba tan misteriosa y aterradora como el desafío que se enfrentaba ante su nueva vida, su nuevo sueño.
Alexander se enfrentaría a todo. Sería imparable.
El joven inmigrante salió al jardín del hogar y permitió que el agua congelada acariciara su rostro y que el frío lo abrazará. Así, Alex juró que nunca volvería a sufrir por un huracán o una tormenta de nieve.
Alexander Hamilton sería historia.
Relato perteneciente al universo de Hamilton: An American Musical. Inspirado en la primera vez que Alexander Hamilton observa la nieve.
La verdad nunca supe si determinarlo como fanfic o como histórico, pues habla sobre la llegada de uno de los padres fundadores de Estados Unidos a Nueva York siendo aun muy joven. Da igual, podría ser los dos, ¿no? Lo dejo a su criterio.
Espero lo disfruten.
¡Gracias!
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