Prólogo

Oficinas de Seguridad Pública

Despacho Principal de la División Especial

Tranquilidad.

Silencio.

Calma.

Eso era todo lo que se respiraba en aquel despacho en dónde solo había un alma presente; inmutable e impasible, manteniéndose de esa manera sabía que se mantendría aquella paz que tanto le gustaba y le cautivaba.

Con los ojos cerrados y una leve sonrisa, Makima estaba recostada con delicadeza encima de su escritorio, la ligera luz de la luna ingresaba incesantemente por la ventana a su espalda, iluminando su figura con suavidad; parecía estar esperando que algo sucediese, con cierta impaciencia que no dejaba mostrar en lo absoluto, aún cuando ese algo podía romper en mil pedazos la paz que trataba de mantener como si se tratase del vidrio más frágil del mundo.

Sus párpados se contrajeron por un segundo y su expresión se torció levemente, sintiendo el como alguien corría por el edificio a toda velocidad, sabiendo que inevitablemente se dirigía a su ubicación.

A medida que los apresurados pasos resonaban más y más por el corredor, la pelirroja se fue incorporando lentamente, para así estar preparada para escuchar lo que venía a decir aquel mensajero, aún cuando ella ya sabía exactamente de que se trataba y porque estaba ahí.

Dos toques de manera medianamente fuerte y muy agitada se hicieron notar. "Pase adelante" indicó con simpleza Makima desde su asiento, estando atenta a cada palabra que el hombre diría a continuación. Manteniendo en todo momento su sonrisa, apoyó su menton en sus manos y observó al sujeto recién ingresado.

Era todo oídos en ese preciso instante, ante la hipnotizante mirada de está, el hombre se apresuró en cumplir su cometido lo más rápido posible.

Las palabras fueron saliendo de la boca del hombre con rapidez y de forma certera, no queriendo perder el tiempo de la mujer frente a él, diciendo solo lo primordial en ese momento para luego en el camino retocar los detalles.

Entendiendolo también de esa manera, la pelirroja al término del aviso, se levantó calmadamente y tomó la gabardina de su asiento.

"Prepara todo, salimos en breve" anunció, el hombre salió despedido ante la demanda de la mujer, dejándola por unos momentos, solo a ella y sus pensamientos.

"Aquí es dónde comienza todo... no, todo esto se puso en marcha hace 17 años..." meditó mirando a la ventana, admirando la gran ciudad de Tokio que brillaba como nunca esa noche por unos leves momentos antes de darle la espalda y caminar lentamente a la parte baja del edificio.

Observó levemente el reloj encima de la puerta de la oficina, marcaba que eran exactamente las 4:50 AM, por lo que...

Era hora de trabajar.

•••••••••••••

Ya en el auto y preparados para partir, Makima junto con dos hombres de identidades desconocidas tomaron camino hacía la ubicación en dónde según le habían informado, un Demonio había comenzado a moverse y hacer de las suyas, ellos como Cazadores de Demonios, no lo permitirían, no en su ciudad, no en Tokio.

La oscuridad en el camino era notable, la dirección a la que iban estaba inclusive un poco alejada de la gran ciudad, ahí, dónde no llegaba ninguna luz más que la del propio vehículo, llegaron a divisar con ayuda de estás mismas lo que parecía ser una fábrica abandonada.

Sin ninguna duda, ese era el lugar.

Transcurrió alrededor de una hora desde la salida de las Oficinas de Seguridad Pública hasta la llegada a la tétrica fábrica, por lo que pequeños rayos de sol empezaban a asomar en el horizonte a la espalda de Makima y sus hombres.

Lugar en el que el silencio llegaba a ser ensordecedor, debería ser justo lo opuesto si que había un Demonio en el zona, por lo que no tardaron en acercarse e ingresar lentamente a la edificación.

Había sangre por todos lados, el rojo pintaba todas las paredes y el suelo era un mar del mismo, trozos de carne putrefacta estaban regadas por todo el lugar y las moscas no tardaron en comenzar a darse un festín con todo aquello.

Como centro de todo ese preámbulo, en el centro del escenario había una montaña de cadáveres podridos, pero eso no era lo que Makima le interesaba, ya sabiendo que el presunto Demonio había sido exterminado para siempre; ya que, un hombre, o lo que parecía ser en su mayoría uno, se alzaba por encima de esa pila de muertos.

"Te encontré" pensó la pelirroja observando a la criatura tambaleante. Un Chainsaw Man en su máxima expresión, pero no en su mejor estado de forma; se le veía cansado, exhausto, como si se fuera a caer en cualquier momento, cosa que le sacó una leve sonrisa a la mujer. "Ya no hay Demonio con el que tratar, él se nos adelantó" sentenció hacía sus hombres, los cuáles tenían preguntas que decidieron guardarse al ver como la criatura trataba de caminar hacia ellos débilmente, pero aún así no se fiaban para nada.

O eso fué hasta que Makima hizo una leve seña hacía estos para que se calmaran. "No pasa nada, yo me encargo" tranquilizó.

Para acto seguido, abrazar a la criatura sin ningún tipo de temor; no había miedo, no había duda, para ella fué algo más que natural. Sin embargo para el Demonio no lo fué, con rapidez las motosierras se desvanecieron, dejando a ver a un muchacho rubio de no más de 17 años, estando totalmente cansado y al borde de la inconsciencia.

Miró a la mujer como si fuera una especie de ángel, que había descendido de los cielos para llevarselo, la verdad no le disgustaba del todo la idea de morir de esa manera, en los brazos de una bella mujer; sin embargo, no quería ni podía morir, había prometido vivir por y para cumplir sus sueños.

Una proposición inesperada de parte de la mujer llegó a sus oídos, y con ella, una elección que marcaría el como viviría a partir de ese momento.

"Quieres morir como un Demonio... ¿O vivir como mi mascota?" escucho el como aquella pregunta salía de los labios de la pelirroja con suavidad, casi acariciando sus oídos.

La elección era más que clara, pero, aún tenía una pregunta por hacer.

"¿Qué habrá de desayuno?" preguntó con interés.

Makima llevo una de sus manos al mentón antes de responder, en busca de una respuesta simple pero concisa. "Mmm, puede que pan con mantequilla y mermelada, ensalada, café y puede que un postre si gustas" fué diciendo, los ojos del rubio brillaron ante las palabras.

"Eso se escucha bien" culminó, cerrando los ojos con una leve sonrisa grabada en su rostro.

La pelirroja al ver como se quedaba dormido en sus brazos, indicó a sus acompañantes que cargasen al chico y lo llevaran al auto para que descansara. "Puedo contar con ustedes para dejar este lugar impecable, ¿No es así?" preguntó refiriéndose al 'Desorden' dentro de la fábrica.

Respuestas positivas llegaron a ella más la afirmación de que todo estaría listo en solo minutos.

Antes de subir al auto, se volvió hacía la escena grotesca a su espalda y la contempló por breves momentos antes de iniciar su camino.

La espera para su confort de esta fué corta, sus hombres trabajaron rápidamente para dejar aquél lugar impecable, como si nunca hubiese pasado nada, ya que para el mundo así debía ser.

Se retiraron del lugar en seguida. Denji despertó de su inconsciencia no mucho tiempo después, momento en el que lo primero que lleno sus ojos fué la presencia de Makima, antes de que siquiera pueda entablar una conversación medianamente decente con la mujer, su estómago rugió; el hambre de parte del rubio era clara, por lo que la mujer decidió que pararían en el camino, ella también tenía algo de hambre y pagaría la cuenta, cosa de la que Denji no daba crédito alguno.

Creyó estar enamorado, no se dió cuenta en que momento ya estaba eligiendo lo que quería comer, nunca lo había hecho, nunca había tenido opciones, ni siquiera con algo que debería ser normal en la vida de cualquier ser humano. De un momento a otro, todo lo que quiso empezó a llegar de la nada y en cuestión de horas; una linda mujer cerca de él, que lo trataba de manera amable, comida deliciosa, tranquilidad, sin una deuda que pagar, era como un...

Sueño.

Sueño del que despertó tan rápido como lo imaginó. La presunta aparición de un Demonio cercano que había raptado a una niña y la demanda por parte de Makima sin derecho alguno a negarse le trajo de golpe a la realidad, a su realidad.

"Según he escuchado, los perros que no necesitamos son asesinados. Así que sí fuera tu, pensaría muy bien en lo que elegiría..." esas palabras por parte de Makima se le grabaron en la mente por segundos que parecieron ser mucho más que segundos para él.

Tuvo que hacerlo, una vez más, sin opción alguna, ingresó al bosque en dónde según había huido la criatura con intenciones de eliminarla lo antes posible.

Todo ello bajo la mirada siempre penetrante de la Caza Demonios, que procedió a comer con toda la tranquilidad y calma del mundo su Udon antes de que se enfriara.

No tardó en terminar y Denji aún no volvía de su pequeña misión, sabiendo que solo era cuestión de tiempo para que apareciese. Makima sacó su teléfono y marcó un número rápidamente en este, el sonido de la contestadora llegó a sus oídos, así probó a llamar repetidas veces, consiguiendo en todas el mismo resultado, ninguna respuesta.

"¿Él no contesta?" pensó con extrañes luego de insistir en ello, antes de que pudiera seguir meditando y dándole vueltas al asunto, Denji había regresado, y su trabajo, finalizado.

Como premio por acatar su orden a la perfección, recompensó al rubio dándole de comer ella misma; el observar como este le sonreía, sus gestos y el como actuaba con respecto a ella en todo momento, llegó a una conclusión con extrema rapidez.

"Al parecer tengo una nueva mascota, y una muy obediente..." meditó sonriente, terminando de alimentar a este y partiendo a un nuevo destino, Tokio.

••••••••••••


Tardaron alrededor de una hora en volver a las oficinas, a las cuáles Makima quería llegar para poder mostrarle a Denji en dónde sería su nuevo sitio de trabajo como todo un Caza Demonios oficial, uno muy especial...

Por ello no dudo ni un momento en hacer que Aki Hayakawa, un hombre de confianza el cuál llevaba en el trabajo unos tres años, se hiciese cargo de los primeros momentos del rubio como trabajador de Seguridad Pública. Rió aún más por la decepción evidente en la cara del rubio cuándo le presento a ese compañero que estaría con él en todo momento, el pelinegro no tardó nada en sacar a Denji a rastas de la oficina para 'Hablar' con él, con la excusa de que iban a patrullar.

Por su mente pasó el divertido pensamiento de que no se llevarían del todo bien, por lo que no se sorprendió como a los pocos minutos ambos entraron por la puerta hechos polvo, mucho más Aki que según Denji había sido atacado por el Demonio Testículo. Había acertado, eran como una pareja más que disfuncional, y era suficiente.

"Como veo que se llevan muy bien. Aki, Denji pasará a formar parte de tu brigada como Cazador de Demonios, ya que él es muy especial..." avisó, aún cuando ambos tuvieron leves intenciones de quejarse, más que todo Denji, les explicó que era su decisión y así se quedaría, sus ordenes era más que absolutas; con dolor y algo de disgusto, a ambos muchachos no les quedó más remedio que iban a convivir más de lo que les hubiera gustado.

Otro trabajo se presentó en seguida y ambos se vieron en la obligación de ir, en pos de cumplir su trabajo, dejando sola a Makima junto con el silencio abrumador que existía cuando ella era la única alma en su oficina.

Ahí recordó algo, la llamada que hizo, o trató de hacer por la mañana, abrió los ojos que había mantenido cerrados desde el preciso momento en que Aki y Denji salieron a trabajar, para luego sacar su teléfono y marcar el mismo número que en la mañana.

Diferente momento, mismo resultado. Sus intentos volvieron a ser fallidos una y otra vez, inclusive su celular se apagó por la escasez de batería; ahora que lo recordaba, había pasado todo el día de ayer y el actual sin volver a casa, incluso el teléfono tenía su límite, como todo.

Sin embargo eso no evitaba que se sintiera un poco frustrada, frustración que calmó con rapidez recostandose cuidadosamente sobre sus brazos para descansar en su escritorio, para que las horas pasasen.

•••


"Kima..."

"Makima..."

"Señorita Makima" escucho a la lejanía, poco a poco el llamado se fué intensificando, escuchando más y más cerca. No se dió cuenta el momento en que cayó dormida, mucho menos el momento en que el sol se ocultó y fue sustituido por la brillante luna llena.

Se dió cuenta de que era Aki despertandola de su sueño profundo, debía haber regresado a hace mucho de su trabajo. No tardó en agradecerle el gesto e incorporarse. "¿Y Denji?" preguntó interesada, el pelinegro suspiró, queriendo mantener la cordura.

"Está en casa, fué un día realmente largo. No pasará nada, con pan y agua en la mesa no se le ocurrirá poner un pie fuera de la casa; y si lo llegase a hacer, habrá consecuencias" aclaro, las últimas palabras salieron de manera muy fría al igual que su semblante.

"No creo debas ser tan duro, con algo de tiempo seguro que se llevaran muy bien" ánimo con algo de broma la pelirroja. Un nuevo suspiró y una respuesta no tardó en llegar.

"Por favor, permítame dudar de ello. No creo poder llevarme bien con un Demonio, y si lo hiciera, estaría traicionando la meta que me propuse desde un principio. Ahora, con su permiso, me retiro. Cuidese y que pase buenas noches" culminó con claridad, despidiéndose y procediendo a salir de la oficina en dirección a su casa.

Makima quedando sola nuevamente, le dedicó una mirada rápida al reloj indicaba que eran las 8:20 PM; su horario de trabajo había finalizado ese día, al igual que Aki, era hora de finalmente regresar a casa.

•••••••••••

9:00 PM

No tardó demasiado en llegar a su casa, contando que había partido de las oficinas hacía su apartamento a pie, no queriendo que la llevasen; quería tener algo de tiempo a solas para pensar un poco y librar la mente.

Primer punto, Denji.

O más bien, el Chainsaw Man.

Finalmente había aparecido, y con él una série de engranajes se habían puesto en marcha, no solo para sus pretensiones, el mundo iría trás la cabeza de este en cualquier lugar y momento apenas se supiera que ese Demonio tan peculiar finalmente había aparecido en Tokio.

Pero ella no tenía ninguna intención de esconderlo para empezar...

Usar desventajas como ventajas era una de las muchas cosas que ella podía llevar a cabo; usar a Denji como una carnada para atraer a los lobos y luego exterminarlos era una opción más que válida en una situación como esa, más sabiendo que era casi imposible matar al Motosierra porque gozaba de la inmortalidad.

Pero todo será a su tiempo, seguramente incluso ella misma no se daría cuenta de que el enemigo está más cerca que nunca hasta que hagan su jugada, y de esa manera actuar en consecuencia; aún así, tenía mucho terreno ganado en cuanto a sus oponentes, tenía que hacerlos bailar para ella, moverse en la palma de su mano, hacerlos pensar que tenían alguna posibilidad y luego aplastarlos como meros insectos.

Segundo punto, é-

"¿Mmm?" entre ese tipo de pensamientos a por parte de ella, no se dió cuenta de que ya estaba frente a su puerta.

De manera muy extraña la pequeña bombilla en el pasillo comenzó a fallar, titilando una y otra vez dándole un aire de incertidumbre inaudito en ese momento.

Lentamente Makima posó su mano en el pomo de la puerta con la intención de abrirla, pero por extraño que pareciese, esta dudó en hacerlo, la luz en el pasillo se apagó por completo.

Dos pequeñas esferas, como si fueron dos ordes bañados en oro brillaron en la oscuridad total e infinita, los ojos de Makima se mantuvieron firmes, mirando directamente al vacío y pálido blanco de la puerta.

Y con ello, un pensamiento fugaz pasó por su mente.

"Él no contestó las llamadas..." pensó con aún más extrañes, en ese momento la luz volvió a hacerse presente, y con ella, un fuerte pero extraño golpe se produjo dentro de la habitación, de golpe los perros que ella sabía que tenía comenzaron a ladrar como locos; preciso momento dónde ella sin dudar abrió la puerta en un abrir y cerrar de ojos, con su dedo índice en alto y con ojos mucho más que vacíos, peligrosos y afilados.

Luces encendidas, ventana ligeramente abierta junto con cortinas que se movían de lado y lado al son de la fría brisa de la noche; todo muy bien organizado y cuidado como solo ella sabía mantener, eso fué lo primero que entró en su campo de visión, un ambiente para nada concordante con lo que en verdad pensaba encontrar.

Por ello, lo segundo en reflejarse en sus ojos fué...

Una escena algo peculiar y extraña.

Un adolescente con un extravagante color de cabello naranja, luchando y tratando de apilar sin mucho éxito una bolsas en una compartimiento en la pared, todo debido a que los perros caminaban torpemente su alrededor y le impedían el paso, su expresión de fastidio solo iba de mal en peor.

Una leve risa producto de Makima sacó toda la concentración y rabia que el joven contenía en el mismísimo instante en que aquel sonido tan delicado era producido por la mujer.

"M-Makima" tartamudeo en creciente vergüenza por lo ridículo que se debía estar viendo en ese momento, tan solo pensarlo un poco más su rostro se pintó de un ligero toque rojo hasta las orejas. "¡Puedo explicar esto! ¡Tus perros no me dejan hacer una mierda!" se defendió rápidamente aún cuando siquiera la pelirroja había articulado una palabra en su contra, no, fué mucho peor para él cuando la sonrisa de está se amplio aún más.

"Si, claro" dijo simplemente ante esa divertida declaración bajo su punto de vista. Dejó sus cosas en el tocador que estaba cerca de su ubicación, cerró la puerta tras de ella y comenzó a acercarse al peli naranja. "Déjame ayudarte con eso" se ofreció en su caminar. El peli naranja negó repetidas veces con la cabeza.

"Estoy bien, no necesito ayuda, en serio" respondió firmemente, alzando en su totalidad uno de los sacos, que parecía ser muy pesado incluso para alguien fornido como él.

Una leve perdida en el equilibrio producto de que uno de los perros chocó con su pierna casi lo hace caer de manera muy estrepitosa, de no ser porque Makima le ayudó sosteniendo parte del saco para que este pudiese recuperarse.

En ese movimiento tan repentino, quedaron cerca, muy cerca, demasiado para el gusto de muchacho. "Supongo que esto me da el derecho de insistir con mi propuesta... ¿No?" dijo a modo de susurro, pegándose a un más a la humanidad del chico.

"Supongo" afirmó no muy convencido, se alejó un poco de la mujer, queriendo evitar el contacto físico que estaban teniendo.

Finalmente dejándose ayudar por la misma con un semblante un poco tosco plasmado en su rostro, les bastó unos pocos minutos colocar todo en orden, las cosas eran mucho más fáciles cuándo se era ayudado por alguien más; Ichigo Kurosaki lo sabía más que nadie, sin embargo, el orgullo le podía más en algunas ocasiones, esta no fué la excepción.

Ya con todo organizado y en su lugar, ambos se sentaron en uno de los sofás. El peli naranja mantuvo cierta distancia con Makima, que se le veía tan relajada como siempre, al igual que su sonrisa que al parecer nunca desaparecía de su rostro.

El televisor fué encendido por la misma, el cuál comenzó a transmitir un programa cualquiera de cocina, a Ichigo no le interesó en lo absoluto, por lo que se entretuvo jugando levemente con un perro que se había subido a su lado; sin embargo, Makima por un tiempo al parecer si que le estaba prestando bastante atención al programa.

Lo miró de inicio a fin, sin perder detalle alguno.

En ese tiempo ya el peli naranja estaba bostezando, claramente se estaba dejando vencer por el sueño creciente y el cansancio, ya eran las 9:46 PM, todos los perros habían caído dormidos en distintos lugares al azar, uno de ellos a lado del propio Ichigo que estaba no muy lejos de terminar de la misma manera.

Un llamado, una tenue y dulce voz entró por sus órganos auditivos, sacándolo momentáneamente del sueño en el que caía. Se reincorporó y miró a Makima, que le había leves señas con sus manos, más específicamente hacía su regazo, Ichigo le entendió; no contestó, no discutió y tampoco se negó, se aseguró de no despertar al canino a su lado y se acercó a la mujer, recostando su cabeza en las piernas de esta.

No se vio afectado ni protestó, al menos no demasiado por esto, ya que se le estaba haciendo costumbre en los últimos días.

"¿Estás cómodo?" preguntó Makima observandolo desde poco más arriba, sus ojos se encontraron directamente en ese momento.

Un sonido seco de parte del muchacho se hizo notar, seguido de su contestación. "Creo que ya sabes la respuesta" soltó simplemente como si no le importase, pero a la vez dejando salir una casi imperceptible sonrisa que decía justo lo contrario, una que solo alguien como Makima podría llegar a notar.

Un silencio tranquilo por unos instantes perduró, solo hasta que Makima recordó algo que había hecho por el día y aún tenía esa duda, duda que Ichigo podría resolver. "Así, Ichigo. ¿Qué hiciste por la mañana y por la tarde? recuerdo haberte llamado en varías ocasiones, pero no contestaste, pensé que se había presentado un imprevisto" preguntó interesada la mujer, llevándose una mano al mentón en señal de pensamiento.

"Pues si que se presentó un imprevisto. Resulta que la 'Misión' a la que me enviaste se complicó de manera absurda" se defendió casi de manera automática el Kurosaki, le salió prácticamente por instinto.

"¿Se complicó? ¿A qué te refieres exactamente?" volvió a preguntar, lo cuál hizo sudar un poco a Ichigo, este miró a otro lado antes de responder.

"Este... aún no conozco la ciudad, por lo que..."

"Te perdiste, ¿Estoy en lo correcto?"

"..."

"Estoy en lo correcto" bromeó, sabiendo que había acertado.

"¡Pero es que solo llevo un mes en está ciudad, ni siquiera sé dónde comprar un maldito pedazo de pan!"

"Corrección, llevas tres semanas"

"¡Pues más a mi favor!" se volvió a defender con aún más fuerza, decidió llevar a sus quejas a otro, punto que estaba pasando por alto; uno que debía ser mucho más importante. "Tch, además, no creo que se le pueda considerar 'Misión', ir a comprar comida para perros, muchos kilogramos de esta para ser más precisos..." su vos se apagó, recordando como pasó todo el día subiendo y bajando escaleras con un montón de peso en la espalda. "No contesté el teléfono porque lo dejé por aquí, para luego pasar todo el día como un estúpido burro de carga" aclaró al final.

Makima asintió repetidas veces entendiendo todo, excepto una parte de la historia. "Ichigo... ¿Pero te había hecho ese encargo el día de ayer? ¿Qué paso?"

"... se me olvidó" el silencio prevaleció por segundos, eso hasta que la mujer explotó en risas, todo ante la neutra mirada del joven, el cuál no tenía ni una pizca de gracia en su rostro.

Una vez terminada la larga carcajada de esta, Ichigo volvió a tomar la palabra. "Hablando de ayer, no volviste. ¿Sucedió algo?" preguntó interesado, la había esperado hasta tarde, llegado un punto no aguanto más y se fué a dormir.

Makima pareció pensar lo que iba a decir, hasta que al parecer encontró las palabras, o más bien, la palabra correcta. "Trabajo" contesto, con una sonrisa algo malisiosa y perficaz. Cosa que Ichigo captó por la notoriedad de esta.

"Sonriendo de esa manera pareces el diablo" bromeó, a la vez que instintivamente tembló un poco.

"Tienes razón, es una lastima que solo sea un Demonio" esta le siguió el juego, volviendo a su sonrisa de siempre.

"Lo que digas" dijo Ichigo, dando así por culminada esa secuencia bromista que él mismo había empezado, para volver a su semblante de habitual seriedad. "Como sea, creo que necesitaré un poco más de tiempo para adaptarme a una ciudad tan grande como esta, por algo es la capital de Japón. Cuando tenga al menos alguna idea de dónde estoy parado podré cumplir incluso esa clase de 'Misiones' tuyas. ¿Estamos?"

Makima pareció meditar la proposición de este unos segundos, aunque ella ya tenía la respuesta preparada la respuesta desde el principio. "Estamos. Prometo tal vez no enviarte a esa clase de misiones en un futuro cercano" juntó sus manos frente a ella, en señal de que hablaba en serio.

Ichigo sudo ante las palabras. "Palabras como 'Prometo' y 'Tal vez' no deberían ir en una misma oración, definitivamente me volverá a enviar más temprano que tarde..." pensó resignado.

Ese pensamiento desapareció tan pronto como sintió como con delicadeza Makima pasaba sus dedos por su sedoso y a la vez desordenado cabello, cerró los ojos ante el tacto, el sueño poco a poco volvió a él como hace un rato, pero ahora mucho más fuerte, era una batalla perdida oponer resistencia.

"Ya es tarde, tenemos que descansar, más que todo tu. Puede que desde mañana empieces a trabajar de verdad como un verdadero Caza Demonios oficial" avisó.

Un poco de emoción se vió reflejada en los cansados ojos de Ichigo, en verdad lo estaba, aunque también como era normal estaba nervioso, aunque no debía ser algo que él no pudiera manejar, teniendo en cuenta su experiencia con cosas fuera de lo normal.

Sintió como su mano izquierda era tomada y levantada por algo cálido, la propia Makima la había sostenido y llevado a un lado de su rostro, haciendo que con las yemas de los dedos tocase el lóbulo de su oreja y con la palma parte de su mejilla. El tacto hizo que Ichigo se sonrojara con algo de notoriedad a pesar de estar casi dormido, pero en ese tacto notó como tanto el lóbulo como la mejilla de Makima estaban algo...

¿Calientes?

Con el último apiste de consciencia que le quedaba, alzó la mirada, y solo por un segundo justo antes de cerrar los ojos, observó algo que no creía iba a olvidar.

La última imagen que grabaron sus ojos, algo ensombresida por la opaca luz de la bombilla sobre ellos, fué la de una Makima sonrojada hasta las orejas, con ojos y sonrisa que solo denotaban calidez y dulzura en cada centímetro fina y delicada expresión; Ichigo finamente cerró sus ojos por completo para cayó en un profundo sueño.

Makima apartó la mano de Ichigo que antes estaba en su mejilla, para colocarla sobre el pecho de este que subía y bajaba de forma controlada producto de la calmada respiración del muchacho.

Sabiendo que ahora el chico estaba en un sueño muy profundo, continúo acariciando su brillante cabello naranja, Ichigo se movió un poco por el sutil toque, buscando comodidad que rápidamente pareció encontrar.

Los toques por parte la pelirroja no se detuvieron aún cuando subió su mirada, para observar el blanco techo del lugar, queriendo que por ese momento no estuviese el mismo para admirar las estrellas que debía hacer en el cielo oscuridad y a la vez brillante de la noche. Su sonrisa fué decayendo poco a poco, hasta quedar con una expresión de neutralidad; la bombilla en el techo reemplazo solo en ese momento a la inigualable luna para ella.

"Esto no era parte del plan..." susurró algo menancolica, volviendo a posar sus ordes dorados en el chico posado en su regazo. Su mano ubicada antes en el cabello de Ichigo pasó poco a poco hacía su rostro, recorriendo cada línea de este, en ese momento una pequeña mueca se marcó en las facciones de Makima.

"No pensé que las cosas resultarían de esta manera" culminó al aire, cerrando los ojos para de esa manera descansar apropiadamente, tenía demasiado que hacer en los próximos días, y sobre todo, desde mañana.

•••

Desde hace años atrás, el escenario y los personajes que participarían en la obras más grande la historia, ya habían sido decididos aún sin que ellos lo supiesen; los engranajes finalmente se habían puesto en marcha, para de esta manera, subir el telón del mejor de los espectáculos.

Una danza más que mortal estaba por empezar.

Continuará...

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