7. "Flor de loto"

(Narra Hugo)

- Parece que no ha vuelto aun... - murmuré sosteniendo la mano de Jake habiendo llamado innumerables veces a la puerta de Eyre.

El pequeño me miró inocentemente sacándose la piruleta de la boca.

- ¿Qué hacemoz entoncez?

- No lo sé...

Miré a los lados y todas las persianas estaban bajadas. Ella seguía en América tal y como me había temido.

No hacía nada en ese pueblo así que pensé que ya era hora de ir volviendo a casa después de llevar a Jake a algún lugar seguro.

- ¿Dónde tenéis a la policía por aquí? - le pregunté habiendo empezado a caminar en dirección contraria a la casa de Eyre.

Jake se soltó y permaneció junto a mí en todo momento mientras daba pequeños saltitos evitando pisar las líneas de cemento que separaban las baldosas.

- No hay policía aquí - respondió con total naturalidad -. Zolo algunaz tiendaz y colegioz.

- ¿Lo dices en serio? - me puse de puntillas para tener mayor campo de visión de las calles -. ¿Tan pobre es todo esto?

- Hay perzonaz ricaz - contradijo habiendo entendido mal a lo que me refería -. Mira, en eza caza de ahí vive el alcalde.

- Creo que tendré que llevarte a mi ciudad entonces... - rebusqué en mis bolsillos acordándome acto seguido de que no tenía la cartera.

Sin decir una sola palabra suspiré y saqué mi móvil. No me gustaba hacer esto pero en casos extremos tenía que llamar a Wayne para que me recogiera.

- ¿Sin batería? ¿En serio? - me comencé a preocupar ya que andando serían varias horas de vuelta y por mí no habría problema pero no podría llegar con Jake.

El chico continuaba jugueteando a mi alrededor.

No sabía qué hacer en esa situación. Solo me quedaba la opción de volver caminando pero ya se estaba poniendo el sol y la oscuridad comenzaba a reinar en aquel lugar. Tendría que ir por la mañana pero...no había forma de conseguir cobijo de forma gratuita.

- Escucha, Jake, creo que tendrás que quedarte un día más con esa señora - me agaché a su lado logrando que se detuviera. Por nada del mundo desearía que un niño tuviera que volver con alguien que deseaba su muerte pero no veía otra salida.

- Pero quiero eztar contigo, Hugo - me cogió de la mano y empezó a tirar mientras lloriqueaba -. La zeñora Caztillo me va a pegar. Ziempre lo hace cuando me ezcapo. No me dejez...

- Jake, yo... no quiero dejarte en la calle de noche - lo tomé de ambas manos para que me escuchara con mayor atención y lo miré a los ojos -. Volveremos a mi casa mañana pero esta noche tendré que pasarla por aquí.

- No quiero volver con ella... Llévame contigo.

- No puedo, Jake - le acaricié el cabello -. Solo un día y te prometo que volveré a por ti mañana, ¿vale?

A Jake se le aguaban los ojos pero no llegó a llorar. Le limpié las pequeñas lágrimas que se le acumularon en el párpado inferior y le di un beso en la frente.

- Eres un chico fuerte. No llores por una tontería así.

- La zeñora Caztillo ez un monztruo.

- Imagina que tú eres un caballero a quien ha capturado el monstruo. Tienes que sobrevivir un día para que tu ejército venga a ayudarte.

- Y luego conquiztaremoz el tezoro del monztruo que tiene en el caztillo - murmuró sorbiéndose los mocos.

- Y habrá una gran recompensa para el caballero por ser tan valiente.

Jake sonrió convencido y se limpió las manos contra los pantalones.

Lo llevé de vuelta a su orfanato y al encontrarme a esa desagradable señora tuve que aguantar algunos comentarios por su parte pero tuve suerte de que aceptara tener al niño hasta que yo volviera a por él y todas sus pertenencias. Después de haberme despedido del pequeño me encaminé sin rumbo por las vacías calles de esa ciudad.

Vacías era lo que parecían. En los callejones más oscuros se podían apreciar siluetas, en los parques había personas durmiendo en bancos cubiertos por periódicos. ¿Esas eran las pintas que yo tendría si hiciera lo mismo? ¿Tampoco...era tan horrible?

Me acerqué a uno de los hombres que descansaba en el jardín público pero no llegué a hablarle, me senté a unos metros de él simplemente por no estar solo el resto de la noche. Rodeé mis rodillas con los brazos y agaché la cabeza. Ya no llevaba nada encima que me pudieran robar así que no había preocupación válida.

Ese completo silencio solo estaba siendo interrumpido por los grillos y algún que otro gato maullando. Intenté dormir nervioso imaginando la repentina aparición de Ramón en plena madrugada. Era una pesadilla horrible pero de una forma o de otra no pude luchar contra el sueño y acabé rindiéndome ante él.

No fueron muchas horas las que pasé ahí ya que me desperté sientiendo como alguien me tiraba del pie. Me estaban quitando el maldito zapato.

- ¡Eh! - forcejeé asustándolo de golpe y haciendo caer a ese vagabundo de espaldas. Era el mismo tío cerca del cual me había sentado para dormir.

Él ya tenía mi zapato entre sus manos y le exigí que me lo devolviera pero se aferró a él como si fuera un objeto muy preciado.

- Mira, ¿sabes qué? Quédatelo - me saqué el segundo zapato -. Y este también. Seguramente tengamos la misma talla.

Me miró sorprendido. Yo seguía insistiendo en que cogiera el segundo zapato y al final aceptó. Volví a sentarme en mi lugar tras un largo suspiro. El vagabundo se fue y no volví a verlo nunca más.

"Él los necesita más que yo" pensé convenciéndome de que había hecho lo correcto.

De pronto oí un silbido desde la lejanía. Si me interesé en mirar en su dirección era por lo tremendamente familiar que me resultaba.

Una figura que no pude reconocer por la distancia estaba agitando un brazo para que la vieran.

Afiné la vista y logré apreciar algunos detalles como su estilo de vestimenta: ropa ancha, chaqueta atada a la cintura, gorra hacia atrás. Me levanté quitándome el polvo y me dirigí ágilmente hacia donde la figura se encontraba.

- Tienes que llevar una batería portátil para cuando salgas fuera - me echó en cara Erik cuando me encontraba ya a pocos metros de él -. Aunque da las gracias que Lucas no te ha brincado el móvil.

- ¿Quién es Lucas y cómo sabías que estaba aquí? ¿Hablaste con Elmer?

No era la primera vez que Erik me sacaba de un apuro pero me seguía sorprendiendo cada vez.

- Lucas es de los míos. Carterista, ya sabes - me lanzó algo que pillé en el aire -. No te despistes mucho cuando vayas por la calle. Esta vez tuviste suerte pero tal vez no se vuelva a repetir.

Era mi cartera. Las tarjetas seguían intactas pero ya no quedaba dinero. No era que llevara mucho pero aun así me lo habían quitado. De todos modos no podía quejarme porque al menos recuperé el resto de mis pertenencias.

- ¿Y puedo preguntarte por qué razón vas descalzo? - cuestionó una vez habíamos entrado en el vehículo que Erik le quitaba constantemente a Asier.

- Me han quitado los zapatos mientras dormía - abroché el cinturón -. Por cierto, gracias por haber venido. Que a este ritmo me despertaba desnudo.

Erik soltó un risa.

- Sí, no me sorprendería de ello, aunque si te hubieras quedado a dormir en mi barrio tal vez despertaras sin órganos y todo.

- Vaya, gracias por el aviso.

Erik arrancó el coche y en un rato no tan largo llegamos a mi piso.

- No te metas en líos así tú solo - me avisó -. Si necesitas cualquier cosa escríbeme.

- Gracias, Erik.

Ladeó una sonrisa y nos despedimos. Por fin había llegado a casa.

Abrí con mucho cuidado la puerta del piso para no hacer ruido y colgué las llaves a la entrada. Esperaba que Elmer estuviera bien y que no hubiera recibido ninguna amenaza.

"Por favor que esté durmiendo" fui diciendo en mi cabeza mientras caminaba a nuestra habitación. Deseaba que no se hubiera preocupado demasiado después del escueto mensaje que le dejé al irme:

"He salido a buscar a Eyre. No dónde está pero es la única persona con la que puedo contar ahora. Enseguida vuelvo, Elmer."

Después de todo lo que pasé entre Jake y el intento de acampada junto a un vagabundo me di cuenta de lo estúpida y apresurada que fue aquella decisión. Podría haber llamado a Eyre por teléfono y acabar con todo el asunto en ese instante.

- Soy un idiota - golpeé el marco de la puerta sin darme cuenta de que Elmer no estaba en la habitación hasta segundos después. ¿No estaba durmiendo?

Ágilmente recorrí el resto de habitaciones sin encontrar ni rastro de Elmer.

- ¿Pero qué...? - murmuré -. ¿Elmer?

Nadie me respondía y volví a llamarlo varias veces notando cómo se me comenzaba a acelerar el pulso.

- Eh, ¿por qué tan ruidoso? - oí una voz próxima a mí.

Giré rápidamente viendo ese rostro que tanto ansiaba encontrar.

- ¿Por qué llegas tan tarde? ¿Hablaste con Eyre?

Tenía cara de no haber dormido en días lo que indicó la posibilidad de que se hubiera quedado la noche esperándome.

- Elmer... - hablé sin desviar la mirada de él -. No, no pude encontrarla, pero la llamaré después...

- No, no - me interrumpió con un gesto mientras se aproximaba a mí caminando de una forma de lo más extraña -. Son casi las 6 de la mañana, ¿dónde has pasado la noche? Te has dejado todo el dinero aquí y también la tarjeta de crédito.

- Erik me ha traído, estoy bien, no te preocupes por eso. ¿Y por qué andas así?

- Gracias a ti. Pero no cambies de tema.

Suspiré. Rodeé a Elmer y me dirigí de vuelta a nuestra habitación.

- Me habían robado la cartera y perdí el último bus. La recuperé luego pero solo me quedaba esperar. No ha sido para tanto.

Al pasar por su lado él interpuso un brazo en mi camino.

- ¿Has dormido en la calle? Oí que entraste descalzo, ¿te han robado algo más?

- No, eso fue todo, pero no era horrible, quiero decir, los vagabundos eran majos.

- Que los vagabundos eran majos...

- Sí, ¿pero por qué has dicho que ha sido gracias a mí que andas...?

Me callé en cuanto pronuncié parte de la pregunta en voz alta ya que caí en la respuesta. Antes de haberme ido me había acostado con Elmer y yo...ejercí del rol activo. Ambos salíamos ganando de esa forma porque Elmer no sentía el dolor y los dos disfrutamos más así. Estaría andando raro por incomodidad o algo de eso, supuse.

- O-olvídalo - murmuré dándole un corto beso en la mejilla y pasando por debajo de su brazo logrando llegar finalmente a mi cuarto.

Elmer quedó confuso un momento como si le acabara de verter un cubo de agua encima y aproveché el momento para coger ropa limpia y dirigirme ágilmente a la ducha.
Me desvestí y puse el agua a gran temperatura. Tan solo en un minuto ya se podía ver el vapor comenzando a devorar todo el espacio. Subí a la placa sintiendo el ardor de las gotas que salpicaban pero me armé de valor para colocar todo mi cuerpo bajo los chorros de agua.
Inspiré entre dientes y apreté los puños.

"Elmer y yo...¿somos algo más que amigos?" pensé. "¿De verdad que no ha sido todo un sueño? ¿Soy correspondido?".

Quemaba.

"¿Me quiere...de la misma forma que yo a él?"

Todo era real. Elmer estaba a mi lado y desafiaba a mi padre permitiendo nuestro contacto.

Poco a poco fui girando más el pomo hacia el lado izquierdo aumentando la temperatura del agua.

"Él me besó...por voluntad propia, y luego volvió a hacerlo, y otra vez... Nos habíamos besado con Elmer" me ruboricé. "Y cuando nos acostamos...él no sintió ningún tipo de incomodidad como me dio a entender qué ocurriría la única vez que hablamos de ello hace años. No mostró oposición alguna hacia mi contacto, ni siquiera cuando tomé la iniciativa..."

- ¡Ah! - exclamé apartándome unos pasos de los chorros cuando noté cómo el agua había llegado a su máxima temperatura.

No había gritado en un tono elevado pero de alguna forma Elmer me había oído y tardó a penas unos segundos en  llegar y abrir la puerta preocupado.

- Hugo, ¿estás bien? 

"Su cabello despeinado, su ropa deshecha, su camiseta de algodón de color cian metida a medias en el pantalón de pijama de unos tonos más oscuros y con estampado a rayas, sus calcetines de distinto color... La forma en la que revolvía las sábanas aferrándose a ellas con los escasos dedos que le quedaban, los sonidos que emitían sus cuerdas vocales incluso cuando procuraba no despegar los labios cortados, sus cicatrices, heridas profundas, quemaduras, sus iris y pupilas transparentes..."

- ¡Joder! - me quejé por segunda vez cuando inconscientemente me volví a meter bajo el agua ardiente e inmediatamente bajé la temperatura a una más centrada.

- ¿Has puesto el agua caliente al máximo? - preguntó agitando la mano para generar algo de corriente en la sala aun con la puerta abierta -. ¿Cómo se te ocurre?

Salí de ahí cogiendo una toalla y procuré evitar la mirada del castaño.

- A veces es agradable - me defendí resfrescándome la cara en el lavabo -. ¿Lo has probado?

- No quiero quemarme más la piel y no saberlo.

- Uno no se quema la piel con esto - bufé con una risa que fue apagándose poco a poco -. Quiero decir, se puede pero...debes de tener la piel muy débil para ello.

Ya estaba mirando a Elmer otra vez. ¿Por qué me resultaba tan atractivo? ¿Eso era normal? Él solo era... un joven guapo y con el cuerpo trabajado como muchos otros. Su físico no era algo nuevo y destacable pero todas aquellas heridas de guerra significaban tanto para mí... No podía mirar a nadie más con esos ojos.

- Da igual, Hugo, eso no debe de ser nada bueno para ti. Llevas muchos años usando el agua caliente.

No me contuve cuando me acerqué agarrándolo de la camiseta y tiré de él quedando yo apoyado sobre el lavabo mientras lo callaba de la forma más romántica posible.

Nuestros labios en completa armonía movilizándose para proporcionar mayor intensidad al contacto. Elmer buscó apoyo con una mano mientras usaba la otra para aproximar nuestros cuerpos y consumir el poco espacio que nos separaba. Luego rompió el beso de forma inesperada sin apartarse pero clavando la mirada en mis verdes ojos.

- No evadas la conversación de esta forma - me regañó comenzando otro beso acto seguido por lo que no pude responder hasta que fui yo quien se separó al cabo de un breve periodo de tiempo.

- No era esa mi intención - dije llevando una mano a su pelo y tomando el control del beso de nuevo.

Elmer me daba lo que yo quería y necesitaba en todos los aspectos. Él era esa persona que yo necesitaba en mi vida.

- ¿Sabes...qué horas son? - me preguntó entre besos.

- Qué más da...

Elmer me había quitado la toalla que envolvía mi cintura y fue acariciándome las caderas. Sentía ese cosquilleo subiendo por mis muslos e introduje mis manos en su pantalón aproximándolo a mí y logrando que su entrepierna rozara la mía aunque fuera a través de una capa de tela.

- Mgh... - gemí levemente sobre sus labios por el contacto.

Elmer me alzó montándome sobre sus propias caderas y me siguió besando mientras se apoyaba sobre el lavabo. 

- El calor ahora no es por el vapor - susurré permitiendo que repartiera besos por mi cuello -. Debería haber tomado una ducha fría para equilibrar esto.

- Esto al menos no quema - se incoproró besándome los labios de nuevo.

- ¿Ah no? 

Sabía cómo demostrarle que se equivocaba. Solo tenía que dejarle marcas...

Elmer me soltó rápidamente sobre el suelo y se apartó unos pasos hasta tocar la pared a su espalda. Luego volvió a mí tomándome de la mano para apartarme del lavabo y abrazarme por detrás.

- Elmer, ¿qué estás...haciendo? - me sorprendí e incluso asusté por el repentino movimiento.

Él no era capaz de vocalizar una palabra mientras me mostraba su temblorosa mano derecha.

- ¿Qué te pasa?

Su mirada estaba fija en el lavabo aunque no pudiera verlo.

- E-era...enorme...

Sin tener la menor idea de a qué se refería me giré hacia el mueble. Ahí había algo negro...

- ¿Un bicho? - afiné la vista acercándome un poco más -. Ah, es solo una araña.

Soplé.

- ¡No hagas eso! - me agarró del brazo echándome hacia atrás -. Échalo por la ventana.

- Pero si es inofensiva - sonreí -. Tuve muchas experiencias con arañas y te aseguro que no hacen nada. Hablando de arañas, tienes el mismo miedo que Brad, esto no me lo esperaba. Nunca me -habías dicho que les tenías miedo a las arañas...

- No son solo las arañas - dijo en un tono firme -. Odio todo insecto que se me acerque. No puedo saber dónde han estado y qué estoy tocando. No soy experto en esto, ¿pero puedes deshacerte ya de ese bicho?

- Voy, voy - tomé una servilleta atrapando al arácnido -. Lo tengo ya, no ha sido para tanto, ¿verdad?

Elmer mantuvo un breve silencio bajo el cual suspiré y fui a devolver a la araña a su naturaleza.

- Gracias... - murmuró desde mis espaldas -. Y lo siento por haberte dejado así.

- He estado cinco años viviendo contigo con un mínimo roce así que esto es más que un sueño. No te preocupes.

De verdad que no me molestaba que la araña hubiera intentado interferir en nuestra relación porque eso no cambiaba el hecho de que yo fuera correspondido. Seguía sin poder asimilarlo. Era demasiado increíble.

Cuando me di cuenta de que estaba completamente desnudo fui a ponerme algo del armario, pero entonces vi a Elmer pasando por mi lado para volver a a la cama sin haber evitado acariciar mi bajo espalda.

- ¿Ya vas a ponerte la ropa? - cuestionó con unas claras segundas intenciones.

Miré las prendas que tenía entre las manos y luego me fijé en cómo Elmer se desprendía de la camiseta que llevaba puesta. Volví a mirar la ropa y no tardé en dejarla en su sitio para dirigir la vista hacia Elmer de nuevo.

- He cambiado de opinión.


-----------------------------------------

Mi segundo tatuaje es una flor de loto que me tatué en el lateral derecho de mis caderas. Este tatuaje, al igual que todos los restantes, también tiene un significado, aunque en este caso es algo muy irónico.

La flor de loto, en la simbología budista, es una representación de la pureza del cuerpo y del alma. Yo era como una flor de loto en blanco y negro, apagada.

Pureza era una de esas características que había perdido en su totalidad.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top