43. "Invencible"
Uno de los compañeros de Benny llevaba la furgoneta de Asier con nueve personas más en el mismo vehículo, entre ellos a Hugo, a Elmer y la inmensa tensión que había generado su inestable relación.
Hugo no se había dado cuenta pero había cambiado la línea temporal que ya vivió alguna vez.
La furgoneta de faros apagados se detuvo en medio de una inmensa plaza. Benny les ordenó salir y todos se situaron de modo que los habitantes de la Zona Norte pudieran analizarlos desde la oscuridad del perímetro. Benny levantó una mano con un ademán de acceso que les permitió avanzar sin recibir un silencioso disparo en la cervical de sus compañeros.
Hace tres horas...
- ¿Quién nos persigue, Benny? - preguntó Elmer - ¿Quién más nos querría? Ramón ya no está, Lorenz tampoco. ¿Tienen más familiares involucrados?
Benny se repasó el cabello acompañando el movimiento con un leve suspiro.
- Estamos hablando de quien era, probablemente, el líder del mayor negocio del continente. No sabemos en cuántos líos estuvo metido y cuántos miles de mafiosos están interesados en todo lo que hacía.
- Mucho dinero, ¿eh?
- La cabeza de Hugo cubre la mitad de los bienes de Ramón. ¿Entiendes de qué cantidad estamos hablando?
Elmer no llegaba a entenderlo del todo. Era consciente de que Ramón era millonario y que Hugo parecía importarle lo suficiente como para ser una moneda de cambio por sus bienes. ¿Pero hasta qué punto...?
- 200 millones - Benny se adelantó a responder -. Tu novio tiene un precio que cualquiera mataría por tener su cabeza. No podemos fiarnos ni de nuestros compañeros así que iremos solo nueve.
Elmer tomó asiento con dificultad como si le acabaran de poner un gran peso encima y pareció haber dejado de escuchar tras aquella inmensa cifra.
- ¿Has dicho...200 millones?
- Sí. Tal vez incluso más - continuó -. Estamos hablando de un mercado de oferta y demanda.
Elmer no sabría decir si todo eso tenía sentido o que entonces era cuando menos lo tenía. Era lógico que Ramón no iba a ser el único en buscar al chico. La pregunta era: ¿cuántos involucrados había en todo esto?
- Hay que ponerlo a salvo - dijo Elmer -. Y tenemos que llevarnos a Jake porque sería la vía más rápida de chantaje.
- Tú tampoco te libras del asunto - repuso Benny metiéndolo en el saco -. Estáis prometidos, ¿recuerdas? Es un dato que figura en más de un archivo de información sobre Hugo. Lo cual involucra también a tus padres.
- ¿A qué esperamos entonces?
- Tenemos vigilada la zona. En cuanto acabemos con un asunto pendiente nos iremos del país. Pero hasta entonces tenemos que aguantar.
- ¿Cuál es ese asunto?
Benny sacó una carpeta de archivos y la colocó sobre la mesa.
- ¿Tú protegerías a Hugo con tu vida? - preguntó serio con las manos sobre la carpeta.
- ¿Es eso una pregunta?
Benny abrió el archivo, dentro del cual había documentación sobre el Centro Penitenciario de Garra, noticias, planos, informes, contactos.
- Asier... me dio un hogar - murmuró -. Cuando nadie más se preocupaba, Asier fue quien creó una familia con todos nosotros. Aunque él diga que no tolera sacrificios porque cada uno tiene que velar por uno mismo, él ha sido el primero en dar su vida por nosotros en más de una ocasión. Es mejor líder que cualquiera de nosotros podría llegar a ser jamás. No voy a dejarlos a Erik y a él detrás de unos barrotes.
Elmer no cuestionó las decisiones de Benny en ningún momento y sabía que ahora tenía más razón que nunca.
- Yo... conocía a Erik de poco. Pero ellos no dudaron en salvarnos la vida a Hugo y a mí. Cuenta conmigo.
*****
Todo el equipo de Benny estaba alineado contra un muro, con las manos extendidas sobre el mismo y las piernas separadas mientras se dejaban cachear. Habían entregado todas las armas y estaban pasando por la segunda revisión. Cuando llegaron a la tercera, les hicieron entrar a todos en el agua para eliminar cualquier tipo de señal electrónica, en caso de que la hubiera.
Completamente calados, comenzando a sentir el frío penetrar en sus huesos, fueron guiados hasta una sala subterránea, alejada a más de 20 metros de la superficie.
Antes de entrar el último de los miembros del equipo, Elmer agarró violentamente a Benny del brazo. Las miradas se concentraron en ellos y, en cuanto la oscuridad les permitió acostumbrar la vista, se fijaron en el otro brazo que agarraba a Benny también.
- ¿Hay algún problema? - cuestionó Elmer al norteño que pretendía dividir el grupo del actual líder.
Inmediatamente, Benny fue liberado sin ninguna explicación y el grupo continuó su avance con mucha más precaución.
- Gracias por lo de antes - murmuró Benny -. No podemos separarnos en este lugar.
La sorpresa llegó cuando todos, en cuanto entraron en la sala, fueron bloqueados en el interior.
- ¿Qué significa esto? - preguntó uno de ellos confuso por la falta de información.
Otro de los compañeros de Benny comprobó como, efectivamente, la única puerta de la habitación estaba cerrada desde fuera.
- Debe de ser un método de seguridad de los norteños - comentó Benny.
- ¿Somos la amenaza?
- Todo es una amenaza - respondió con naturalidad revisando sutilmente lo que se asemejaba más a un sótano que a una habitación -. Si han logrado mantenerse a salvo durante tantos años es por su extrema desconfianza hacia los intrusos.
El lugar era grande, no lo suficiente como para alojarse ahí nueve personas pero se asemejaba a una espaciosa y tremendamente oscura sala de estar. Aunque el único que se sentía realmente intimidado por toda aquella situación era Hugo, quien solo había tenido una aventura así con el equipo de Erik, allá hacía dos años de su escasa memoria. El resto de sus experiencias en residencias ajenas y con tratos tan extraños eran algo que no querría volver a revivir.
Benny cogió una silla y se acercó a una de las paredes. La colocó y se subió encima. Bajo la atención de casi todos los demás quienes aún intentaban acostumbrarse a la escasez de luz, Benny golpeó suavemente un aparato camuflado entre el estampado del muro hasta que emitiera un sutil parpadeo verde.
"Cámaras de infrarrojos..." pensó Hugo mirando a su alrededor. Los norteños no parecían seguir la misma estrategia que Lorenz a la hora de esconder tecnología de vigilancia así que no le fue tan fácil localizar todos los puntos de mira sin la ayuda de Benny. Además que la oscuridad no contribuía en lo absoluto.
- He comentado las intenciones con las que hemos venido pero, para aceptarnos en su territorio durante el tiempo solicitado, el que sea actual jefe de la zona tiene que hablar conmigo a solas. Puede acabar bien o puede que no me volváis a ver. Lo importante es que no os separéis y no le quitéis el ojo de encima a Hugo.
El líder caminó hasta el mencionado.
- No hay punto ciego en la habitación porque los infrarrojos detectan el calor corporal. Es el método más útil de captar imagen a oscuras - le señaló el pecho con un dedo -. Si necesitaras esconderte solo tendrías que envolverte en algún material aislante sin pegártelo mucho al cuerpo para no transmitirle tu calor. No tenemos ninguno pero podríamos conseguirlo con unos días de tiempo. Dudo que nos haga falta pero nunca está de más conocer puntos débiles del rival.
Inevitablemente, Hugo sintió como si todos se estuvieran jugando la vida por él. Era lo que hacían, realmente, pero sus intenciones no eran esas principalmente.
- Quitáos la ropa mojada porque con la temperatura de aquí abajo os vais a resfriar - continuó Benny dirigiéndose al resto del equipo -. Esta noche la pasaremos aquí seguro así que habrá que hacer turnos de sueño. Usaremos las sábanas del sofá para cubrirnos.
Hugo miró a Elmer ante tal orden. El castaño tenía altos complejos con su cuerpo y le preocupaba que se sintiera muy incómodo con la situación.
- Elmer, tú llevas una semana sin pegar ojo - dijo Benny casi gritando -, serás uno de los primeros.
Hugo se fijó en cómo la reacción de Elmer en todo momento era nula ante cualquier cosa que dijera Benny, casi como si no lo estuviera escuchando.
O no pudiera.
El audífono que llevaba no era resistente al agua y debió de haberse roto cuando pasaron por la tercera revisión.
- Lo intentaré - contestó, sin embargo.
Hugo fue el primero en empezar a desprenderse de sus heladas prendas y, por primera vez en su vida, no sintió que fuera un espectáculo con tanta gente a su alrededor porque cada uno velaba por sus propios asuntos. Incluso Elmer luchó contra sus inseguridades cuando se desvistió manteniendo únicamente su ropa interior.
La puerta fue abierta y Benny ya estaba preparado para salir. Era el único que aguantó el frío sin quitarse la ropa y estaba decidido a volver a la sala con cualquier cosa que pudiera proteger a sus hombres.
Cuatro y cuatro. Esa fue la repartición para los turnos de sueño. Elmer y otros tres más fueron los primeros en ocupar equitativamente los sofás. Hugo aprovechó para sentarse sobre las baldosas apoyado sobre el mueble más próximo a él, desde donde tenía la justa visión de Elmer.
"Si ha pasado una semana con tal cantidad de preocupaciones, ahora debe de tener incluso más..." pensó Hugo mientras se encogía abrazando sus rodillas sin perderlo de vista. "Encima le dije esas cosas... Parecía...¿enfadado? ¿Molesto?" Incluso llegó a verlo triste y decepcionado. Sentía como si de verdad no conociera a Elmer en absoluto.
Pasó una hora y Hugo empezaba a tiritar. Los demás estaban acostumbrados a sobrevivir en distintas situaciones, y Elmer directamente tenía casi nula sensibilidad sobre su piel.
Hugo se levantó y avanzó lentamente hasta el castaño como polilla hacia la luz sentándose de cuclillas frente a él. No sabía si Elmer no lo había percibido acercarse, pretendió hacerse el dormido o realmente había conseguido pegar ojo en la hora que llevaba de turno, pero de cualquier modo eso alivió a Hugo porque, en el momento en el que se percató de su proximidad hacia Elmer, se echó para atrás.
"No, esto no está bien" pensó mientras se colocaba de espaldas a Elmer, en la misma posición en la que estaba minutos atrás.
Pasaron tan solo unos instantes cuando Hugo apreció la diferencia de temperatura en el ambiente con solo apartarse un poco de él y volvió a girar lentamente hacia Elmer. Apoyó los brazos sobre el sofá hundiéndolos bajo la sábana y se acurrucó todo lo que podía sin llegar a establecer contacto.
Se le estaban congelando las piernas y el frío le subía por toda la columna. No sabía cuánto iría a aguantar así pero lo menos que podía hacer por alguien que había pasado días sin dormir por su culpa era darle una noche entera de sueño.
- Lo siento... - murmuró sin saber exactamente el motivo de su disculpa mientras intentaba relajarse para no sentir tanto el congelado aire lo que le quedaba de horas.
*****
Tal y como le prometió a Asier, Zelaya se dispuso a conseguir los planos de la cárcel. Tuvieron que fijar un punto de encuentro para intercambiar información con menor porcentaje de peligro a ser descubiertos y ese lugar no fue ni más ni menos que los lavabos.
- Espero que sepas lo que haces porque como nos vea alguien van a rodar cabezas y la tuya la primera - advirtió Asier mientras revisaba las cabinas para que no hubiera nadie más a parte de ellos.
Zelaya dejó los utensilios de limpieza junto al espejo y miró por la ventanilla por precaución.
- Durante la hora del patio hay baños exteriores y lo únicos a los que no hay acceso son los que se someten a limpieza. ¿Por qué te crees que vamos así vestidos?
- ¿Qué probabilidad hay de que vengan a revisar? - cuestionó Asier algo inseguro sobre el plan.
Zelaya se bajó del lavabo y se reajustó la ropa.
- Según los turnos de guardia, a y media y a menos diez pasaría alguien pero no llegaría a entrar. Solo revisaría que estuviéramos trabajando.
- Sí que está esto poco vigilado. ¿Estás seguro de esa información?
- ¿Puedes dejar de desconfiar tanto? Si te pillan me meten a mí en el mismo saco.
Asier se aproximó al albino y estiró la mano.
- No tengo intenciones de que nos pillen así que démonos prisa.
Zelaya tenía los planos escondidos y se negó a dárselos.
- ¿Me tomas el pelo? - se indignó el pelirrojo -. Hicimos un trato.
Zelaya lo enfrentó seriamente con la mirada oponiéndose a continuar.
- No me jodas, ¿y para qué coño me has traído aquí si no vas a colaborar?
Al percibir el prolongado silencio de Zelaya, Asier entendió que, fueran las que fueran las intenciones del albino, no iban por el mismo camino que las de Asier. Se acercó aun más a él y lo agarró del cuello.
- Eres un sucio traid-...
- Llévame contigo - dijo sin cambiar la expresión de su rostro.
Asier, en cambio, relajó ligeramente el agarre sorprendido por la repentina petición. Zelaya no se opuso a la proximidad del pelirrojo para darle más importancia a sus palabras.
- No tienes más opción, Asier, tengo los planos y tú no. ¿Seguimos jugando a las amenazas?
- ¿Te parece esto divertido? - Asier recobró el cabreo volviendo a presionar su cuello-. ¿Dónde están los planos?
Zelaya parecía no parpadear siquiera y su resistencia hacía su mirada aún más aterradora.
- Búscalos si quieres - bajó el tono de voz para provocar aun más al contrario.
Asier no tardó nada en soltarlo y abrir violentamente la camisa del albino. Usó las manos para recorrer su cuerpo por encima de la camiseta interior. En el momento en el que quiso meterlas dentro, se vio detenido por Zelaya.
- No los tengo encima - dijo más serio aun, si es que cabía -. Los he memorizado y me los he tragado a trozos.
Asier hizo caso omiso a sus palabras y pretendió revisarlo por cuenta propia, cosa que Zelaya volvió a impedir agarrando sus codos. Pulsó en el hueco de la articulación y a Asier se le redujo potencialmente la fuerza al instante.
- No me pongas la mano encima o te la corto - amenazó el albino sin tener ningún arma a su alcance.
Eso al pelirrojo le sonó a provocación y volvió a intentar buscar los planos usando las piernas para tumbar a Zelaya en el suelo. Le apresó ágilmente las muñecas sobre su cabeza abarcando ambas con solo una mano mientras inmovilizaba sus piernas con una llave.
- Parece que no entiendes lo mucho que significan esos planos para mí - dijo sin un mínimo ápice de burla en su tono -. El único trato que hubo entre nosotros era ese así que no estás en tu derecho de exigir nada.
Introdujo la mano bajo la camiseta del albino quien se revolvía para lograr escapar de algún modo. Recorrió su estómago y el bajo de la espalda, subió por la columna y, antes de llegar a sus pectorales, Zelaya hizo aún más fuerza.
- ¡He dicho que no me toques! - exclamó.
No llegó a soltarse pero Asier se detuvo por voluntad propia. Reparó en el rostro de Zelaya. Estaba realmente disgustado, su pálida cara tornó de un color rosado y sus ojos parecían reflejar un húmedo resplandor mientras miraba fijamente a Asier. Éste sacó la mano y la colocó sobre el suelo como punto de apoyo.
- Ya te dije...que no los llevo encima - reafirmó Zelaya con un leve temblor incontrolable en sus extremidades.
- ¿Eres consciente del aspecto que tienes ahora mismo?
- ¿Y tú quieres que te abra el intestino? - Zelaya no esperó a que Asier denotara debilidad hacia su lamentable apariencia y alzó la cabeza para golpear la nariz de Asier con un rápido movimiento logrando una leve pérdida de equilibrio por parte de su oponente. Aprovechó esos segundos para buscar su cuchillo.
- ¿Necesitas esto? - Asier agitó el arma en alto mientras se agarraba la nariz con la otra mano.
Antes de que Zelaya reaccionara, Asier lo giró sobre su dedo índice y clavó el cuchillo a un lado de la cabeza del albino asustándolo por el golpe. El albino volvió a ser acorralado contra las baldosas, mas esta vez no hubo ningún agarre, excepto el de las piernas, que lo inmovilizara.
- Dime una sola razón por la que tenga que arriesgar mi vida para sacarte a ti también de aquí.
- Porque sé cómo hacerlo - se armó de seguridad al decirlo.
- ¿Ah, sí? - vaciló Asier -. ¿Y como es que sigues entre rejas entonces? Además, ¿no deberían darte ya la libertad condicional al menos? ¿De qué te sirve ponerte en la lista negra del gobierno?
- Tengo mis razones, ¿vale? - empujó al pelirrojo para abrirse paso y salir de debajo suya -. Igual que tú tienes las tuyas.
- Te olvidas de que has sido tú quien me ha pedido salir de aquí - Asier se levantó siguiendo a Zelaya con la mirada.
- Y tú te olvidas de que soy el único que tiene los medios para...
"Creo que los golpes vinieron de ahí" se oyó una voz ajena desde fuera de los lavabos. "Sí, eso parece".
Zelaya no terminó de hablar cuando empujó el cubo cubriendo el agujero que dejó el cuchillo en el suelo, agarró a Asier del antebrazo y lo llevó a toda prisa a la zona de las duchas. Los guardias abrieron la puerta del establecimiento hayándose a tan solo una pared de separación con los presos.
Bajo la atenta mirada de Asier, el albino deslizó dos de los paneles con sumo cuidado y precisión como si ya lo tuviera ensayado desde hacía tiempo. Por un momento Zelaya temió que las grandes dimensiones de Asier no fueran compatibles con la apertura que dejó en la pared, pero no resultó ser un problema en cuanto se comparó visualmente.
- Mira, están de limpieza - uno de los guardias señaló el cubo con la fregona que había apoyada en el lavabo.
- Deberían estar por aquí.
- ¿Holgazaneando, chavales? - exclamó el primero subiendo considerablemente el tono de voz.
Asier tenía el diminuto cuerpo de Zelaya pegado a él de frente en un compartimento donde a duras penas lograron caber. Dentro de ese reducido espacio solo se oían las leves respiraciones de ambos y las voces del exterior. Zelaya observaba a Asier con sus dilatadas pupilas por la oscuridad advirtiéndole de que no moviera un solo músculo. Asier solo podía pensar en cómo iría a ampliar ese escondite en un futuro próximo sin llamar la atención de los guardias.
"Se están escaqueando, miremos afuera. Si los localizas dame un toque".
- Se han ido - susurró Zelaya cuando ya no había realmente necesidad de bajar la voz -. Tenemos 8 minutos hasta que vuelvan a pasar.
- Tienes unos ojos bonitos cuando no llevas el cuchillo en la mano - respondió Asier en el mismo tono.
- No lo tengo lejos, ¿lo echas de menos?
- ¿Es todo lo que tienes para ofrecerme? Pensé que éramos socios.
- Tengo condiciones.
- Yo también. Me parece correcto que aclaremos esto antes de empezar.
- ¿Te importa si salimos de aquí primero? - Zelaya frunció aún más el ceño mirando hacia abajo -. Tus dimensiones me molestan en todos lados.
- No es el mejor momento para insinuarse - bromeó Asier forzando a Zelaya a tomar la iniciativa de abrirse paso hacia la salida -. ¡Eh, que no iba en serio!
Asier no contuvo la risa y lo siguió afuera.
- Te estás tomando excesivas confianzas - reprochó Zelaya -. Esto son negocios.
- Sí, sí, lo siento - se disculpó mientras observaba cómo Zelaya se subía sobre el lavabo otra vez para asomarse por la ventanilla -. Oye y lo de que tenemos 8 minutos... ¿Para qué, exactamente?
- Para hacer el cambiazo con los responsables de limpieza de esta hora.
- ¿Cómo sabes que no nos volverá a pasar lo mismo el día de la fuga?
- Mis condiciones - hizo parecer que cambiaba de tema sin hacerlo realmente -: nada de cuestionar mis métodos. Llevo 4 años planeando esto como para que vengas a fastidiar.
- Seguro que no contabas con tres personas.
- Lo hice - contradijo Zelaya pillando a Asier por sorpresa mientras bajaba a por el cubo y lo apartaba del agujero hecho en el suelo -. Lo que no contaba era con el destrozo que has hecho aquí, imbécil.
- Me habías tocado mucho las narices. Mejor dime cómo demonios te has memorizado el mapa y con qué porcentaje de exactitud.
- Del 100%, con todos los horarios de la guardia, sus rutas, los tiempos que tardan en cada acción y también tengo acceso a información de la que tú no dispondrías jamás como los cambios de última hora así que por qué no me haces caso de una puñetera vez y dejas de cuestionarte mis planes.
Para cuando dejó de hablar, Asier ya había golpeado estratégicamente una baldosa que hacía esquina, la cual apenas era visible, y consiguió un pequeño trozo que encajara lo suficientemente bien en la rotura que había provocado como para no llamar la atención.
- Así que tienes enchufe con los carceleros, ¿con qué les pagas?
- Condición 2 - interrumpió Zelaya molesto -. Métete en tus propios asuntos.
Asier sintió como si hubiera llegado a una fiesta que acababa de terminar y se levantó del suelo apoyándose sobre una rodilla.
- Bien - suspiró -. ¿Algo más?
Zelaya fue a revisar otra de las ventanillas mientras continuaba dictando sus reglas.
- Condición 3: me lleváis con vosotros al salir de aquí.
- Estás mal de la cabeza si crees que voy a cargar con un flacucho en brazos cuando tengamos que huir a pie.
- ¿Cómo me has llamado? - giró hacia el pelirrojo con la paciencia a punto de estallar.
- Habrá que correr mucho y dudo que tus piernas den a basto.
- Me llevarás en brazos si es necesario. ¿Qué parte de "me lleváis con vosotros" no entiendes?
Asier rodó los ojos dándose cuenta de la mutua irritación que les iría a provocar esa colaboración.
- Deberías saber que no me va lo de cuidar niños.
- Atrévete a llamarme flacucho o niño otra vez y esto acabará mal - volvió a amenazar el albino como si sacar el cuchillo fuera para él como el aire para respirar.
- Por cierto, mis condiciones - esta vez fue Asier quien cambió de tema -. La primera es que te guardes el arma si vamos a trabajar juntos. No me gustaría que te tropezaras y me llegases a arrancar el hígado de verdad.
Zelaya chasqueó la lengua y avanzó con desinterés hacia otra de las ventanillas.
- La segunda es que nuestras vidas valen por igual. Nada de arriesgar la cabeza de nadie durante el proceso. Vamos tres y llegamos los tres a salvo. Es un todo o nada.
- ¿Entonces me llevarás en brazos? - le devolvió el vacile mirando por la apertura y comparando los datos con la hora de su reloj de muñeca.
- Ni lo sueñes. Has tenido cuatro años para practicar atletismo en tu tiempo libre si tanto te importaba salir de la cárcel.
- Créeme, he empleado bien estos años.
- Eso ya lo veremos - Asier se cruzó de brazos equilibrando su peso sobre una de sus piernas y mostró tres de sus dedos -. Tercera condición: todos los pasos del plan serán compartidos conmigo. No quiero sorpresas. Y, por último, cuarta condición.
- ¿No tienes ya demasiadas?
- Cuando salgamos de aquí, mi equipo y yo te pondremos a salvo y luego te irás por tu lado y nosotros por el nuestro.
Zelaya ignoró inmediatamente la última condición en cuanto llegó a su hora límite.
- Tenemos 30 segundos, prepárate - se dirigió ágilmente hacia otra de las salidas.
Asier percibió mucha indiferencia por parte de su nuevo compañero y volvió a replantearse si podía confiar en él o no.
- 5 segundos - Zelaya siguió mirando su reloj detenidamente -. 3, 2, 1...
Abrió la puerta y con total naturalidad echó a caminar entre pabellones procurando no llamar la atención. Todo lo que Asier tenía que hacer era seguirle la corriente y no quedarse atrás para no producir contratiempos.
Zelaya no volvió a decir nada. Hizo ademán de seguir cada uno por su lado y ahí fue donde se cortó su interacción.
¿Realmente fue buena idea buscar alianza con alguien tan cerrado que en vez de aire respiraba secretismo? Muchas cosas podían salir mal de ahí y la tarea de Asier era pesar bien sus opciones y decidir si las probabilidades de condenarse a él y a Erik a pena de muerte eran mayores con la ayuda de Zelaya o sin.
"Benny, confío en que tengas un buen plan al salir de aquí porque, de lo contrario, todo se irá a pique".
Pero Benny no estaba en condiciones de salvar a nadie cuando él mismo estaba enjaulado.
- Tengo noticias buenas, malas y horribles - dijo tras volver de la reunión con el jefe de la Zona Norte -. Voy a empezar en ese orden.
Con solo haber oído eso, los compañeros de Benny se pusieron en lo peor, y ni aún así se acercaron lo suficiente.
- Las buenas son que hemos llegado a un acuerdo con los norteños. Nos han dado alojamiento y suministros limitados a cambio de un elevado precio. No sabemos cuánto tiempo aguantaremos ni si valdrá la pena el sacrificio pero no hay vuelta atrás. Necesitamos borrar nuestro rastro y aquí no nos encontrará nadie.
- Esas son las buenas noticias, ¿eh?... - se oyó susurrar a alguien del equipo.
- Las malas son que hay supervivientes a la masacre de Andy. No sabemos cuántos ni de qué rango pero podrían ser los principales enemigos.
- ¿Y las horribles?
Benny se adelantó colocándose en el centro de la sala.
- Que Ramón tenía un socio y sigue con vida - miró a Hugo fijamente a los ojos -. Después de todo lo ocurrido está viviendo como si nada. Ni siquiera ha cambiado de domicilio.
Hugo entendió al instante de quién se trataba y se le abrieron los ojos como platos.
- Él...
- Wayne nos ha congelado las cuentas con todos los bienes de Ramón - confirmó Benny -. Hasta que las recuperemos, estaremos en la mira de la policía, de la mafia y, en cuanto alguno de nuestros rostros salga en los medios, de cualquier transeúnte - Benny giró para mirar al resto de sus compañeros a los ojos -. Estamos acorralados y nuestra única opción ahora mismo es confiar en quien nos puede apuñalar en cualquier momento porque literalmente nos tiene encerrados. El precio por nuestra salvación ha sido nuestra libertad.
Los compañeros de Benny tenían muchas preguntas pero, sobre todo, querían saber si Benny había contado con algo de esto desde el principio. Si alguno de estos sucesos formaba parte de los riesgos que asumieron al lanzarse de ese modo.
Temían que la respuesta fuera negativa, pero ni así llegaron a intuir el mayor problema.
- Y eso no es todo - Benny volvió a hablar bajando la cabeza frustrado y con la ira contenida en puños -. Una bala en el cráneo no acaba con el mayor enemigo del continente, y dos en el pecho tampoco lo rematan. Hemos cometido el mayor error subestimando al enemigo.
Asier y Erik en la cárcel, el equipo de Benny encerrado, Andy con Lucas desaparecidos, el resto de sus aliados capturados en la frontera. A todo esto se le suma que Hugo haya perdido la memoria, que Elmer esté empeorando de oído y que nadie sabía hasta donde llegaban los contactos de Ramón como para llegar a manipular toda la información de la que disponían.
El simple hecho de que Ramón no hubiera muerto ni con un ataque letal solo significaba una cosa:
Su mayor enemigo no tenía puntos débiles.
Continuará...
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