38. "A contrarreloj"
Bajo las luces de emergencia, todos los invitados empezaron a alarmarse al oír la alarma de incendios. Ramón buscó a sus empleados y los hizo contactar con los responsables de seguridad.
- ¿Qué significa todo esto? - les preguntó colérico -. ¿Ha entrado algún intruso?
Los guardias, con las cámaras de seguridad delante, fueron incapaces de detectar movimiento alguno.
- Los fusibles están dañados pero hemos detenido el fuego. No sabemos de dónde proviene el ataque. Se sigue expandiendo hacia el ala norte.
- Va a por los invitados...
- No hay nadie manipulando los mecanismos, mandamos a las unidades más cercanas para revisar pero sin novedades. Las cámaras están grabando en tiempo real y no hubo nadie ahí dentro.
- Esto no tiene ningún sentido. Encontrad al responsable y reiniciad el sistema. El evento no se va a cancelar.
- Oído, señor.
Ramón cortó la comunicación y se dirigió a los asistentes.
- Quiero a Hugo a salvo. De la forma que sea, pero aseguraos de que no corra peligro.
- Sí, señor.
- Y encontrad a Cristina. Sus vidas son más valiosas que todas las demás juntas. Su protección es indispensable.
Iba a solucionar todo esto como fuera, incluso si eso implicaba el traslado del evento.
- ¿Y qué hacemos con Jake?
- Encerradlo donde no se entere del incendio. No necesita alarmarse.
Ramón se dirigió a escenario e informó a todos los presentes de que todo aquello formaba parte de la próxima actuación y que tenía que ser creíble e inesperado para los actores. De algún modo, esa mentira convenció a los invitados, más aún después de haber presenciado de lo que era capaz Ramón. Acompañados por los miembros de seguridad, despejaron la sala. Desde un pabellón más protegido, Ramón podría ejercer su labor mientras se investigaba el error.
Entonces se oyó un disparo que llamó la atención del mayor. Dejó el grupo y retrocedió a la sala de inmediato, desde donde pareció haber procedido el sonido.
No vio nada sospechoso, pero el humo comenzó a filtrarse ahí también. Se sintió aliviado por haber sacado a los adinerados invitados de ahí a tiempo. Necesitaba mantener su confianza a toda costa si quería firmar el contrato y vender finalmente a Hugo a una empresa mayor de la que obtendría beneficios hasta que quebrase. De ese modo podría ocuparse de los nuevos aspirantes a estrella e iría multiplicando sus ganancias infinitamente hasta que una muy lejana muerte lo separase de sus bienes.
Lo tenía todo planeado. Tenía estudios científicos experimentando con humanos en países de todo el mundo. Habían conseguido trasplantar corazón y cerebro, y ya con solo eso se podía asegurar prácticamente una vida eterna. Pero aún anhelaba las buenas noticias de clonación de ADN y trasplante a un cuerpo idéntico al propio pero con la edad deseada. Lamentablemente, la muerte de Cristina no pudo ser evitada. El experimento no salió como se esperaba y el nuevo cuerpo solo pudo actuar de recipiente para órganos ajenos. Por lo tanto, esa nueva joven de Cristina solo tenía el físico de sus 20 años.
Ramón avisó a sus empleados del humo mientras se cubría la boca con un pañuelo por precaución.
- ¿Novedades? - preguntó por su auricular a la cabina de control.
- Nada. Está todo limpio, nadie entró ni salió de la sala de automatización. Los pasillos de cableado también están despejados. Sin embargo, el ataque a los fusibles de la sala en la que se encuentra llegará en cuestión de segundos. El equipo llegará enseguida para interferir.
- Lo que quiero es que se encuentre el problema - puntualizó Ramón -. Me encargo yo de la extinción del incendio. Daos prisa con lo demás.
Mientras iba hablando se acercó a uno de los extintores y rompió el cristal de un codazo sacando el contenedor.
- Veo el fuego. Corto.
Pulsó para espolvorear la espuma y fue acabando con el fuego conforme más devoraba las paredes. Había llegado a tiempo porque las llamas no eran tan intensas aún y no le supuso mucha dificultad encargarse del problema.
Pero entonces un leve siseo se oyó desde sus espaldas y se volteó rápidamente. No había nadie pero Ramón habría jurado que sintió una presencia. Miró a sus alrededores con detenimiento, analizando cualquier posible forma de vida, cualquier movimiento.
¿Había sido una ilusión auditiva? Tal vez algún cable quemándose.
Cuando se volvió hacia el fuego se encontró con un rostro deforme, mandíbula desencajada, ojos completamente negros, pómulos hundidos y pelo oscuro flotante como si no le afectaran las leyes de la gravedad.
Por acto de inercia, Ramón reaccionó cortándole el cuello en un instante, sin reparar en averiguar qué era aquel sujeto. La cabeza salió volando y su cuerpo se evaporó por completo.
¿Qué había sido eso?
- Unidades 2 y 3 aquí - comunicó por radio -. Hay un sujeto desconocido en el salón de actos.
El mencionado ser comenzó a moverse otra vez y de la cabeza empezaron a salir unos brotes que formaban la silueta de un nuevo cuerpo, esta vez mucho más delgado, por no decir que parecía todo hueso. Ramón sacó la pistola y le atestó varios disparos seguidos. Agujereó la fina capa de piel por las zonas donde debería tener los órganos vitales, pero el sujeto se retorció las extremidades y se levantó con las articulaciones dislocadas.
- ¿Qué demonios? - Ramón recargó y sacó otra pistola más para duplicar los disparos. La segunda disponía de balas eléctricas, mucho más intensas que las que fueron usadas contra Greg -. Unidades 2 y 3, repito, necesito refuerzos.
Aquella criatura avanzaba hacia Ramón lentamente como si pretendiera vacilarle mientras demostraba su completa inmunidad hacia cualquier arma que se le pusiera en la frente. Ni siquiera volándole el cerebro Ramón consiguió detenerlo.
Pronto la sala fue rodeada por los guardias de Ramón, y algunos se encargaron de acabar con el fuego.
La criatura soltó un espeluznante grito inhumano que hizo intensificar el fuego atacando con el mismo a varios de los guardias. Las llamas empezaron a expandirse por todas las paredes a una velocidad imposible y pronto se encontraron completamente rodeados.
- Que nadie entre ni salga - ordenó Ramón -. Acabad con él aquí y ahora.
El humo invadía la sala y el único que no disponía de protección era Ramón.
Todas las armas pasaron a atacar al monstruo a la vez inmovilizándolo en un solo sitio durante el tiroteo. Ramón aprovechó la oportunidad para alejarse del peligro y corrió a toda prisa por los pasillos buscando resistencia ignífuga.
- ¿Dónde está Hugo? - preguntó por su máxima preocupación -. ¿Lo habéis conseguido aislar a tiempo?
Esperaba la confirmación de su subordinado mas la voz que salió de su auricular no era la misma a la que estaba acostumbrado desde hacía años.
- Está perfectamente a salvo, señor - habló el intruso en un tono burlón -. Hugo está en muy buenas manos, no tiene razón por la que preocuparse.
Ramón se detuvo en seco tras haber oído esa desconocida voz y se dispuso a ocupar una posición de ataque atento a cualquier movimiento.
- ¿Quién eres? - preguntó desconfiado.
- Oh, perdón, no me había presentado. Ha habido un cambio de turnos y he pasado a ocupar el puesto del encargado. Encantado de conocerle, mi nombre es Asier.
Aquel nombre revolvió el estómago de Ramón como si realmente le hubiera sonado amenazante. Por otro lado, su mente fría y calculadora luchaba por mantener la compostura y ese aire de superioridad que reinaba en su presencia.
- ¿Dónde está Hugo? - endureció su tono de voz sin dejar de vigilar su perímetro.
- No me haga repetirlo dos veces, señor. Creo que he sido bastante claro.
- ¿Qué quieres? Deberías estar muerto - Ramón se escondió al ver pasar a algunos de sus guardias ya desconfiando incluso de sus propios subordinados.
- ¿Te refieres a los cadáveres de tus propios soldados que viste? Sí, yo debería haber sido uno de ellos. Si no me hubiera adelantado.
Ramón encontró a algunos guardias más vigilando la entrada a la sala de munición sin saber quién podría haber detrás de esas máscaras. No se arriesgó y acabó atacando a los tres para abrirse paso.
- Veo que tienes cosas que hacer - continuó Asier en tono vacilón habiéndolo visto todo por las cámaras de seguridad -. Llámame luego si tienes hueco en tu agenda.
Ramón entró y cerró la sala desde dentro.
- Estás haciendo tiempo, ¿no es así? - intentó descubrirlo Ramón -. ¿Qué es lo que quieres?
- A parte de toda tu pasta... - Asier prolongó las palabras como si se estuviera imaginando la inmensa cantidad.
- No sabes lo que estás diciendo, chico.
Ramón agarró todo lo que consideraba más útil para una batalla como la que se esperaba encontrar fuera y se empezó a armar hasta los dientes.
- Quiero tu cadáver también, papasito. - vocalizó aquel último apodo con un tono burlón -. Seguro que tú cabeza vale un cojón y medio.
Las intenciones de Asier se estaban viendo a leguas pero Ramón tampoco pretendía ceder ante el inexperto joven.
- Te pagaré por Hugo - buscó el punto medio de la negociación -. Tendrás tanto dinero que podrás desaparecer y empezar una vida nueva donde quieras borrando tu nombre e historial.
- Me gusta mi nombre, gracias. Es el único recuerdo que tengo de mi familia cuando estoy lejos de casa. Pero quiero escuchar qué más planes me ofreces. Estoy abierto a una conversación larga y tendida.
- No me hagas perder el tiempo y dime dónde puedo encontrar al chico. Aceptas o lo dejas.
Asier rió al otro lado de la línea comenzando a tocarle mucho la moral a Ramón.
- Planta -4, nos vemos ahí... - concluyó la negociación -...o incluso antes.
Asier destruyó el dispositivo de comunicación mientras observaba al gran icono de negocios ilegales perdiendo esperanzas a través de las cámaras de seguridad.
- Me cae bien este tipo - lo señaló en una de las pantallas con el rostro apoyado sobre su puño en una postura relajada -. Me habría gustado ver hasta dónde sería capaz de llegar por salvar a su hijastro.
Lucas le entregó las armas a Asier cuando se levantó y se encaminaron juntos a la salida.
- Me alegra que al menos con dinero se pueda tener a Andy de vuelta - comentó -. Espero que sepas cómo acabar con la movida que se está montando dentro porque, de lo contrario, esa bestia acabaría con todo el planeta.
Lucas golpeó suavemente el hombro de Asier, acto que el pelirrojo no supo cómo tomar. Lo miró enarcando una ceja esperando una explicación que nunca llegó.
- Cuando salgamos de esta, por favor, ponte otra lengua, aprende a escribir o algo. No puedes depender toda tu vida de ese bicho de medio metro.
Fuera de la sala se encontraron con algunos de sus compañeros, todos vestidos como la guardia de Ramón.
- Vamos, chicos, hay que salir de aquí antes de que estalle el edificio. Lucas, tú ve a por el diablillo y dale luz verde para subirse un poco más los humos. Pero sin morir en el intento, ¿eh? Te esperamos fuera con vida.
Lucas asintió separándose del grupo. Los demás se formaron en posición de defensa mientras se separaban de nuevo para bloquear todas las salidas excepto la trasera. Si querían acabar con el séquito de Ramón no podían dejarles escapatoria a ninguno de sus empleados.
- A esto lo llamo yo "gato encerrado" - se rió Asier apoyado sobre la puerta controlando quién entraba y salía del lugar.
Se conectó el auricular y activó las señales para poder contactar con el resto de su equipo ya que se habían asegurado de que nadie pudiera interceptarlos.
- Erik, ¿me recibes? Soy Asier, comenzamos evacuación. Repito, comenzamos evacuación.
El auricular de Erik no parecía recibir señal aun.
- ¿Erik? ¿Me recibes?
Asier empezó a oír numerosas pisadas y se posicionó listo para atacar en caso de que no se tratase de aliados. Tenían una señal para diferenciarse entre ellos y, para que sea intransferible, la llevaban incrustada en la muñeca. Benny se molestó en identificar a todo el equipo mediante chips lumínicos.
Asier mandó solicitud de refuerzos escondiéndose tras una columna cuando detectó presencia enemiga. Recargó sus armas y se levantó cuando le dieron la espalda dispuesto a un ataque sorpresa. No esperó a que vinieran sus compañeros cuando explotó la cabeza de uno de los guardias. Aun sin cantar victoria se abalanzó volándole la pierna a otro mientras sacaba armas blancas para un combate de cuerpo a cuerpo. Eran todas armas modificadas para proporcionarle la mayor ventaja al portador. Se deshizo del peso extra y esquivó los ataques enemigos paralizando a los que estaban a su alcance. Enseguida llegaron compañeros suyos y se encargaron con mayor velocidad de aquellos 15 soldados. El enemigo debió de haber enviado señal de alerta así que se vieron forzados a vigilar la salida desde un escondite.
- ¿Os funciona el auricular a todos? - preguntó Asier aun preocupado por un posible error en la conexión.
Todos afirmaron. Definitivamente iba bien. El fallo tal vez no irradiase del propio auricular.
- Voy a buscar a Erik. Controlad que no salga nadie sin verificar.
- Asier, dijiste que nada de retrocesos en el plan - se opuso uno de ellos.
- Ya sé lo que dije - hizo un ademán de indiferencia con la mano -. Vosotros centráos en la misión. Me encargaré de no perder la vida en esto.
Con tan solo alejarse unos metros se comenzaron a oír sirenas desde fuera del edificio. Asier se detuvo al instante y se dio la vuelta viendo cómo se colaban haces de luz rojos y azules. Los compañeros de Asier lo miraron todos a la vez quitándose las máscaras y mostrándole una expresión que Asier mismo también lucía sobre el rostro.
- ¿Qué hace...la policía aquí? - preguntó el pelirrojo impactado por lo que estaba viendo -. ¿Quién coño ha llamado a la policía? - subió el tono alterado.
Todos parecían perdidos por no haber contado con esa parte en el plan. La policía no beneficiaba a nadie y toda la misión se caracterizaba en permanecer entre las sombras. Ramón lidiaba con grandes negocios ilegales y el equipo de Asier estaba formado por un centenar de criminales. El que hubiera llamado a las autoridades no debía de formar parte de ninguno de esos dos grupos.
- ¡ESTÁIS RODEADOS! - se oyó el megáfono desde las afueras -. ¡SALID CON LAS MANOS EN ALTO O ABRIREMOS FUEGO!
Asier no dudó en avisar a Benny de aquel imprevisto.
- Necesito saber cuántos hay - ordenó -. Tenemos la salida subterránea pero quiero saber durante cuánto tiempo podremos retener a la pasma.
- Estamos en problemas, Asier- respondió el joven Benjamín -. Tienen a la SWAT.
- No me jodas... - miró a los lados buscando solución.
- Tendríais como 10 minutos para salir todos de ahí, no es imposible pero para eso todos tendrían que estar en su posición y sin contratiempos.
- No consigo contactar a Erik, ¿lo puedes localizar?
- Es el único que no tiene chip. Recuerda que fue el primero en infiltrarse y apenas logré colocarle un segundo brazo de pega. Solo tiene el auricular.
- ¿Y Greg? Si no se ha deshecho de la navaja de Erik deberías tenerlo en pantalla.
- Sí, lo tengo, está en la -2 del otro edificio. Tal vez Erik también esté ahí.
- Confiaré en ello. Envía la orden de evacuación subterránea, y yo me encargaré de Erik.
- Entendido.
Asier le informó de la nueva orden a los compañeros que tenía al lado vigilando la salida y se apresuró en tomar un atajo hacia el otro edificio. Estaban conectados por un largo pasillo pero el tiempo que le tomaría llegar hasta ahí era equivalente a lanzarse a la cárcel de cabeza.
¿Quién había podido llamar a la policía? Había dos claros bandos, ambos enemigos del gobierno. Era imposible que alguno de ellos hubiera contactado con el exterior y tampoco era posible que les hubiera llegado la noticia a alguien de los alrededores. ¿Qué había pasado entonces? ¿Cómo los habían descubierto? ¿Había algún topo de la policía? ¿Traidores?
Asier fruncía los labios incapaz de cuadrar esa pieza en el puzle. Al menos tenía que conseguir escapar del lío que habían montado y ya resolverían el caso más adelante. Salir con vida era prioridad.
- Benny, necesito confirmación de posición.
- La segunda puerta a tu derecha, ve con precaución, posiblemente no esté solo.
Asier irrumpió de una patada con el arma en alto indispuesto a perder un segundo más de tiempo. Se encontró en una sala de control secundaria y, efectivamente, Greg estaba ahí. Estaba observando las cámaras de seguridad como si pretendiera encontrar algo hasta que la entrada de Asier llamó su atención.
- ¿Qué haces aquí? - Asier bajó el arma con un tono de indignación al no ver a Erik por ningún lado a su alrededor -. Tenías que haber huído en cuanto te liberaron.
- Asier, no sé dónde está Erik - el joven ignoró la bronca del mayor -. Alguien me trajo aquí cuando me dispararon pero desperté y estaba todo vacío. No hay nadie por los pasillos tampoco. ¿Crees que las grabaciones están modificadas?
- Claro que lo están, estamos atacando al enemigo y crees que dejaremos una sala con cámaras activas.
Greg pareció aliviarse al oír aquello y a la vez se preocupó aun más.
- Entonces... ¿está contigo? ¿Sabes dónde está?
Asier se dirigió de vuelta a la salida con cautela por si se cruzaba con otro de los guardias enemigos.
- Hay que encontrarlo - dijo, ya no tanto como líder sino pidiendo ayuda por un objetivo común -. No lleva chip el muy idiota y tampoco tiene conexión por auricular. ¿Hace cuánto lo viste por última vez?
- Me sacó de la cámara de explosivos hace media hora, aproximadamente.
- Podría estar en cualquier parte entonces, pero dudo que se hubiera alejado mucho de ti cuando ni siquiera tenías una pistola - le lanzó una de sus armas -. Vamos, nos quedan 2 minutos hasta que la poli abra las puertas. Nos vamos a separar y en 2 minutos quiero que bajes al -4. En el ala sur hay una salida al subterráneo, te encontrarás con los demás ahí.
- ¿Y si no lo encontramos...?
- Preocúpate por ti mismo, ¿vale? Erik tampoco mirará por nadie cuando su cabeza esté en juego. Vamos, el tiempo corre. Tú para abajo, yo me encargo de ir arriba.
- Ten cuidado - murmuró Greg sabiendo que Asier tomaba el camino más largo y peligroso.
Asier lo miró de reojo antes de irse dándole a entender que era su labor como líder asumir el mayor riesgo. Pero en un momento como aquel, el mismo líder se olvidó de su mayor lema "si caes, caes solo" lanzándose al peligro como si tuviera 7 vidas por delante.
Con cada paso que daba, Asier estaba más seguro de acercarse a su destino pero a la vez se reducían las posibilidades de encontrar a Erik en todo lo que le quedaba por revisar aun. Lo que sí que tenía claro es que no estaba con ninguno del equipo porque, de ser así, habrían emitido señal de confirmación.
- ¿Dónde rayos te has metido, Erik? - Asier apretaba los puños mirando a escondidas desde cada esquina.
Habían pasado ya los dos minutos que el pelirrojo puso de límite a la búsqueda, pero desde el principio esa orden solo se le aplicaba a Greg; Asier sabía que no bastarían para encontrar al perdido ciborg en el inmenso establecimiento. De hecho, a esas alturas ya había dado por perdidas sus esperanzas de huir con todos a salvo, pero lo que no podía permitirse era dejar un trabajo incompleto. Ramón aun seguía con vida y Erik no estaba en ningún lado.
- Están todos fuera ya - informó Benny -. Tienes que salir, la policía ha dado la orden de apertura.
- No lo he encontrado aun.
- Y puede que no lo encuentres. No sabes qué han podido haberle hecho. Erik ha ido actuando en solitario y ha perdido. Abandona, Asier.
- Ramón sigue aquí también. Nada de esto tendrá sentido si escapa.
- Asier estás solo.
- ¿Se te ocurre mejor plan?
El silencio de Benny era todo lo que Asier temía oír. No tenía otra opción.
- Lucas aun está con Andy - habló finalmente el joven -. No han vuelto tampoco. Podrían serte de ayuda.
- Gracias, Benny. Deséame suerte.
- Toda de tu parte.
Nada del dinero de Ramón tenía valor alguno si no conseguía recuperar a Erik. Entraron juntos en esto y saldrían juntos también.
Asier oía cómo comenzaron a irrumpir en el edificio contiguo y cerró los ojos para centrarse en su misión. Siguió su camino y con cada metro que avanzaba se estaba sumando un año más de cárcel. Solo tenía que encontrarlo antes de que lo hiciera nadie más.
Erik, solo te pido una señal de que estés vivo.
Como si lo hubieran borrado de la faz de la tierra, no había dejado ni rastro. Asier acabó teniendo que enfrentarse contra algunos de los guardias que aun quedaban en vigilancia, perdiendo más de ese valioso tiempo a contrarreloj. Su vida era como un reloj de arena que ya estaba dejando caer los últimos granos.
No podía permitirse dejar ahí su último aliento.
Se le acabó la munición y pasó a depender de sus cuchillos. Se desprendió de todas las armas sobrantes y habría notado aquella ligereza de no haber sido contrarrestada por el enorme peso que contraía su alma en momentos así.
Se detuvo en el centro del pasillo, firme y con la cabeza en alto.
Él también lo hizo, pero en una postura mucho más relajada y confiada.
- Sabía que no lo tendrías en el -4 - dijo Ramón mirando a Asier fijamente a los ojos desde la otra punta del pasillo -. Quién iría a fiarse de un timador.
- Fuiste tú...quién llamó a la policía, ¿verdad?
Ramón asintió sin abandonar su expresión de superioridad.
- ¿Tienes miedo?
Asier negó manteniendo su seriedad y determinación.
- Erik y mi dinero por Hugo - volvió a negociar Ramón -. Esta moneda de cambio me parece mucho más justa por lo que pido.
- ¿Qué garantía tengo de que sea verdad lo que estás diciendo? ¿Cómo sé que lo tienes tú?
Ramón sacó algo de su bolsillo y se lo lanzó a Asier. Bien podría haber sido una bomba pero no estaban en posición para jugar con tonterías cuando dependían el uno del otro. Asier agarró el metálico objeto identificando uno de los dedos prostéticos del brazo servible de Erik. Sin duda alguna, aquel trozo de metal era trasto de Benny.
Asier apretó el dedo en su mano y volvió a dirigirse a Ramón.
- ¿Y cómo piensas sacarnos de aquí? - preguntó refiriéndose a la policía -. Fue tu culpa que hayan venido y ahora pretendes devolver a Erik dándonos pasta. ¿De qué nos va a servir si estamos rodeados?
- No es asunto mío. Te queda poco tiempo para negociar.
¿Asier timador? ¿Y quién iría a fiarse del manipulador más grande de la historia en primer lugar? Nada de lo que salía de la boca de Ramón tenía coherencia alguna y, menos aún, garantía válida. Solo estaba claro que Ramón sabía algo de Erik.
- No me trates por imbécil - Asier empuñó sus armas -. Sigo queriendo tu cabeza.
Ramón no se movió del sitio pero entendió con ese gesto que sin violencia no irían a conseguir nada. Ambos eran líderes de sus correspondientes equipos y aquello se había convertido en una lucha por la corona.
Asier fue el primero en iniciar el ataque y corrió de cabeza hacia su contrincante. No llegó a golpearlo, sino que regateó para despistar a Ramón y se impulsó de una pared para atestarle un ataque aéreo. Ramón lo esquivó pero no logró devolverle el golpe porque Asier estuvo preparado para ello. Ambos tenían una técnica muy superior en combate cuerpo a cuerpo.
Pero después de unos minutos de lucha, empezó a ganar la experiencia por encima de la técnica.
Ramón consiguió derivar a Asier y le golpeó la cara con el pie una vez en el suelo.
- Tienes mucho que aprender aún, jovencito... Espero que aproveches al máximo tu cadena perpetua.
Ramón sacó una pistola paralizadora y apuntó al pelirrojo dispuesto a dar el último golpe sin llegar a matarlo.
Entonces se vio interrumpido por una voz familiar.
- ¡Suéltalo, Ramón!
El mayor miró hacia donde provenía el sonido, pero no fue lo suficientemente rápido en reaccionar. Asier aprovechó la distracción para clavarle su cuchillo modificado en la pierna reventándole parte de los tendones con el impacto. Obviamente, algo así no iría a detener a Ramón, pero tampoco logró devolvérsela a Asier porque la otra persona se abalanzó sobre él.
- ¿Greg...? - logró identificar el pelirrojo aún desde el suelo.
El joven de cabellos rizados del color del trigo se había presentado ahí, habiendo hecho caso omiso a la orden de Asier de regresar con los demás. Lo que es más, no había vuelto solo.
El pequeño Jake se encontraba escondido tras una esquina, con el miedo luciendo en su rostro y los temblores invadiendo su cuerpo. El joven se estaba cubriendo la boca para no intoxicarse con el humo que estaba dominando todo el establecimiento.
Asier se arrastró buscando un arma de tiro pero, una vez en alto, se dio cuenta de que no podría hacer uso de ella. Greg estaba enfrentándose a su superior y podría dispararle a quien no debía dándole la victoria al enemigo. Asier lanzó el arma con frustración y buscó levantarse apoyándose sobre cualquier superficie.
- ¡Asier vete! - exclamó Greg reteniendo al mayor -. ¡Coge a Jake y marchaos de aquí!
Era imposible que hiciera caso en algo así. Su orgullo no le permitía ser el primero en huir, por mucho que lo requiriese la situación.
- No me tomes el pelo... - pretendió reír por lo bajo mientras recuperaba su cuchillo ya en pie.
Iría a luchar hasta el final.
Ramón vio al chico reincorporarse y no tardó en usar a Greg como escudo al empujarlo con fuerza hacia su compañero.
- No tenéis posibilidad contra mí - dijo manteniendo distancia con ambos -. Rendíos ya si valoráis vuestras vidas por poco que...-
Antes de que pudiera terminar la frase siquiera, proveniente de la nada, llegó un balazo directo que le atravesó el cráneo por completo al mayor. Ramón se mantuvo durante unos segundos en pie hasta que su cuerpo comenzó a fallarle y se desplomó sobre el suelo. Asier y Greg quedaron en completo shock, miraron a sus espaldas y no localizaron al tirador.
- ¿Qué ha sido...? - Greg intentó buscarle una explicación.
Al cabo de unos segundos de reflexión, Asier sonrió.
- Estabas esperando a que nos apartáramos de él. Nunca dejarás de sorprenderme...Erik.
El moreno salió de entre las sombras, desde una distancia de más de 100 metros al fondo del pasillo y con el francotirador echado a un hombro. Tenía un look muy distinto a la última vez que lo recordaba haber visto Greg con tan solo haberse decolorado el cabello a un color platino elegante. Les hizo una señal desde la lejanía indicando que fueran hacia él. Greg se encargó de tomar al niño mientras Asier registraba por última vez las ropas de Ramón en busca de algo de utilidad.
- Ha sido una muerte rápida, papi - Asier le golpeó suavemente el pecho mirando a los abiertos ojos de Ramón como si el otro pudiera escucharlo aún -. No te la merecías. Agradece la oferta.
- Vamos, saldremos de aquí - les dijo Erik una vez reunidos -. Estamos justo encima de la salida subterránea, podemos huir aun.
Había encontrado un atajo que los llevase lo antes posible a la planta -4, pero tenían a la policía encima y podrían no llegar a tiempo. Erik se quedaba detrás del grupo en todo momento haciendo tiempo mientras derivaba algunas paredes que bloquearan el paso enemigo. Asier se le unió cuando la situación empezó a peligrar, pero consiguieron llegar a salvo hasta la salida.
- ¡Rápido, los tenéis a 20 metros! - exclamaba Orión tomando al niño.
Greg entró ágilmente detrás de él y dejó espacio para el siguiente.
- ¿Asier? - Greg miró a sus espaldas al no haber percibido a nadie detrás.
De repente se cerró la puerta delante de sus narices quedando los dos restantes fuera. El compañero de Orión tiró de Greg para que no perdiera más tiempo cuando lo empezó a ver tan sumamente perdido.
- No... - protestó Greg meneando la cabeza -. ¡No! ¡Siguen ahí fuera! - gritó empezando a forcejear -. ¡Erik y Asier se han quedado fuera! ¡Abrid la puerta!
Otro de los aliados se unió para retener a Greg con mayor eficacia.
- ¡Greg, calma! ¡Nadie les ha cerrado la puerta!
- ¡La han bloqueado ellos desde fuera! - explicó Orión.
Sin poder creérselo, Greg se detuvo aun mirando la puerta como si esperara que la abrieran en cualquier momento.
- ¿Qué? - Greg abrió los ojos como platos.
Erik y Asier siguieron corriendo por los pasillos agotando todo lo que les quedase de munición y llevándose a la policía detrás de ellos. Cuando lanzaron su último explosivo, se agacharon tras una esquina y se apoyaron en la pared.
Asier dirigió una mirada cómplice a su compañero y sonrió.
- 60 años de cárcel dan para dominar el póker, ¿no crees?
Erik le devolvió la sonrisa tirando las armas a los lados. Los dos se levantaron habiendo recuperado el aliento y, con las manos en alto, salieron en rendición a la vista de la policía.
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