37. "Operación -CAMBIAZO-"
Los latidos del corazón de Greg no tenían intención de bajar su intensidad. Greg había cortado las correas que lo apresaban a la silla y de cierto modo había perdido el rumbo de sus acciones. Ya había pasado la línea de lo que Ramón permitía así que andaba en territorio prohibido.
Miró varias veces hacia el temporizador que había a su espalda asegurándose de que aún le quedase tiempo suficiente para salir ileso de la sala sin hacer saltar el edificio por los aires. Comenzó a quitarse con sumo cuidado los detonadores pegados a su cuerpo y luego se dirigió a la puerta con calambres en las manos.
- Confío en Erik, confío en Erik... - se repetía conforme más se acercaba al pomo.
Al tocarlo sintió como si todo su cuerpo se le estremeciera a la vez. Iba a incumplir las órdenes de Ramón.
Giró el pomo con cuidado y en cuestión de pasos se encontró fuera de la cámara.
Nada se había detonado. No hubo señal alguna de que iría a explotar nada. A pesar de exhalar un suspiro de alivio, Greg seguía sin poder calmar su alterado pulso mientras miraba a los lados con extrema precaución. No debía haber nadie porque Ramón había dejado esa vía libre para tenderle la trampa al equipo de Erik, pero aún así Greg no pudo evitar plantearse la opción de ser pillado.
Lentamente se escondió la navaja en el bolsillo trasero del pantalón y echó a andar en dirección a la salida. Disponía de la ventaja de conocer el edificio como la palma de su mano, a pesar de ignorar las trampas distribuídas a lo largo de todo el terreno.
Caminó solo medio pasillo cuando oyó pasos acelerados y se tuvo que esconder tras una esquina en posición de ataque. No escuchaba voces, pero los pasos eran de varias personas sin lugar a duda. Y se oían con mayor intensidad a cada segundo.
"Se acercan" pensó Greg mentalizándose para atacar en cuestión de segundos. "7...6...5..." tensó todos sus músculos en espera. Los pasos se oían muy cercanos ahora.
"4..."
Greg oyó cómo se recargaban un par de armas. ¿Iban a dispararle?
"3...2..."
No eran un par, eran cinco. Cinco personas armadas dispuestas a abrir fuego en cuanto Greg apareciera.
"1..."
¿Parar las balas como en Matrix era una opción?
"0."
Greg no dispuso de más tiempo para idear un plan de defensa y se lanzó liberando energía en un grito prolongado.
- ¡Ahhh!
Kamikaze sería una buena definición para lo que acababa de hacer.
Los cinco guardias apuntaron al joven habiendo previsto su localización incluso desde antes de que la revelara con el grito. Fue cuestión de milésimas que apretaran el gatillo.
Greg sacó inconscientemente la navaja de su bolsillo e intentó esquivar las balas mientras se cubría con el estrecho filo. Una bala le dio en el hombro y comenzó a emitir fuertes calambres paralizando su brazo. Sin embargo, la adrenalina que liberó Greg fue tan alta al sentir que podría perder la vida en ese preciso momento que el calambrazo fue lo que menos lo importunaba.
Durante unos segundos de silencio se escucharon cuatro objetos metálicos rebotar de las baldosas. Greg bajó lentamente la mirada como si la situación lo dotase de todo el tiempo del mundo viendo la resplandeciente munición yacer en el suelo.
Había conseguido parar tres balas y esquivar una.
- ¿Ha...habéis visto eso? - les preguntó a los guardias con entusiasmo olvidando por un momento el contexto -. ¡No sabía que podía hacer eso!
Estupefactos, los guardias se miraron el arma. ¿No le había afectado la electricidad a Greg? ¿Ni siquiera se había transmitido a través del metal de la navaja?
Greg se tensó volviendo a poner los pies en el suelo y, en el momento en el que los guardias empuñaron por segunda vez su correspondiente arma, Greg notó finalmente el calambre de su extremidad previamente dañada. Se llevó la palma de la mano al hombro cubriendo la herida impregnada en sangre y trazó una trayectoria con la pierna golpeando al guardia más próximo. Lo de detener las balas no iría a funcionar una segunda vez, de ello estaba seguro, así que su mayor prioridad en ese momento era evitarlas.
El guardia golpeado perdió el equilibrio y acabó en brazos del segundo. Los otros tres seguían a Greg con la pistola intentando apuntar con precisión pero solo dos de ellos consiguieron pulsar el gatillo porque Greg logró pegarle otra patada en el estómago al tercero. A tan escasa distancia era difícil dar en el blanco con una pistola así que, de las dos balas que salieron disparadas hacia Greg, solo una consiguió rozarle el cuello. Fue un dolor mucho más leve que el de la primera bala por lo que Greg no le dio ninguna importancia y decidió no perder el tiempo cubriéndose una zona tan poco afectada.
Los primeros dos guardias recuperaron estabilidad y, viendo el ineficaz ataque de las armas de fuego a ese alcance, también sacaron un arma blanca.
Llegados a ese punto, los cinco habían pasado a ataques de cuerpo a cuerpo y eso era precisamente el territorio de Greg. Cinco contra uno no era un combate tan desigual cómo podría llegar a sonar.
Si solo fueran cinco.
Comenzaron a llegar refuerzos enemigos, varios grupos de casi diez miembros en cada. Por mucho que Greg intentara elaborar alguna estrategia no sería capaz de derrotar a tantos, menos aún si iban armados igual que los primeros, así que no dudó a la hora de buscar una vía de escape antes de que lo alcanzaran.
Corrió por los pasillos sujetándose el hombro herido cuando empezó a notar un líquido resbalar a un lateral de su cuello. Dudó entre si era sangre o sudor, hasta que su pulso empezó a desacelerar considerablemente. Su vista empezó a nublarse y su equilibrio dejó de ser estable. Sentía cómo sus piernas dejaban de responderle paulatinamente hasta que perdió el control por completo desplomándose en el suelo.
*****
- ¿De verdad crees que necesitas esto, topito? - uno de los sirvientes le había quitado el audífono a Elmer y jugueteaba sin miedo a que el chico se lo pudiera arrebatar de vuelta -. ¡Eh, Francis, píllalo!
Lanzó con poca precisión apuntando a las manos de su compañero, quien no consiguió atraparlo de primeras y dejó caer el objeto recogiéndolo rápidamente a continuación.
- ¡Vaya faena! - exclamó el lanzador entre risas.
Francis también empezó a reír por su propia torpeza. Elmer mantenía su compostura aguantando todo lo que su orgullo le permitiera.
Entonces el primer sirviente se acercó al castaño y le dio una patada en las rodillas, la cual Elmer fue capaz de amortiguar en cuanto comenzó a percibir movimiento próximo a él. De haber podido escucharlo podría haberse defendido mejor pero eso era algo de lo que Francis y su compañero se habían encargado ya.
Elmer se dejó caer al suelo de rodillas y bajó la cabeza. El primer empleado le hizo volver a levantarla tirando sin piedad de su cabello.
- A partir de mañana seré yo el encargado de cuidar de tu novio - dijo en un tono de voz alto para que Elmer fuera capaz de escuchar sus palabras -. Tus acciones pueden repercutir negativamente en lo que le pase a él, ¡así que ten cuidado! - le metió un rodillazo en el rostro tras aquella descarada provocación.
- Eh, eh, Lirio, en la cara no que eso deja marca - intervino Francis después del golpe.
Elmer apretó los puños con fuerza mientras fruncía el ceño y se preparó para recibir otro golpe donde fuera que iría a parar.
Costillas.
Buscó inspirar aire con fuerza a falta de respiración pero le resultó más difícil de lo que se esperaba.
- Me han dicho que tienes muy baja sensibilidad al dolor, prácticamente nula, ¿verdad? - preguntó Lirio volviendo a alzarle el rostro tomándolo del cuello con cierta presión -. Pero si te cortan la respiración no hay nada que puedas hacer. Es el método más efectivo.
Las manos de Elmer abarcaron la muñeca del enemigo intentando debilitar el agarre, lo cual provocó que Lirio le cortara con más fuerza aún la tráquea.
De repente Francis lo agarró del brazo llamando la atención de su compañero.
- Eso también deja marca - dijo serio mirándolo a los ojos.
Lirio lo apartó de un manotazo y desvió la mirada de vuelta a su víctima. Elmer aprovechó esos escasos segundos de distracción para recuperar el aliento. Lirio, frustrado por no tener la libertad que querría, le escupió antes de apartarse.
- Yo también podría luchar con esa determinación - murmuró dándole la espalda tras tirarle el audífono a los pies -, si tampoco tuviera nada más que perder.
Elmer alcanzó el audífono y se lo colocó como pudo, ajustando el nivel de sensibilidad sonora. Fue entonces que fue capaz de oír con la suficiente claridad que los empleados de Ramón habían dejado la sala. Se levantó con cierta dificultad aun encogido por el golpe en las costillas que le causaba molestias internas y buscó cualquier superficie elevada sobre la que apoyarse.
Además de aguantar, todo lo que le quedaba era agradecer que aún siguiera con vida, tanto él como Hugo.
*****
- Benny, ¿qué hacemos ahora? Esto no entraba en el plan - Sam se mordía las uñas con nerviosismo mientras observaba las grabaciones que mostraba Benny en pantalla -. ¿Por qué no sale Asier? ¿Dónde están los demás? ¿No deberían haber entrado ya?
- Sam, por favor, guarda un poco de silencio - le ordenó Benny concentrado en su labor -. Tienes que salir pronto.
- ¡Pero Asier dijo...!
- Asier dijo que salieras con el segundo asalto - interrumpió manteniendo su tranquilidad -. Solo confía en él como confía Asier en todos nosotros.
Sam se levantó aún con las rodillas temblando pero obligándose a mostrarse firme.
- Sí, t-tienes razón - dijo -. Asier siempre sabe sacarnos de cualquier situación y s-seguro que tiene un plan esta vez también.
Benny asintió sin despegar la mirada de las pantallas. La mitad eran emisiones en directo pero la otra mitad se componía de metadatos, gráficos y, la parte más curiosa, imágenes en puntillismo.
Cuando no era posible establecer conexión por audio, la forma que Benny ideó de comunicarse con el resto de sus compañeros fue a través de simbología. Todos los integrantes tenían unos sensores incrustados en las yemas de los dedos que emitían diferente señal dependiendo de la combinación que se hiciera al unir los puntos. Los sensores del índice y pulgar juntos confirmaban posición, pulgar y corazón confirmaban posición enemiga, los tres dedos indicaban contratiempo, pulgar y meñique mandaban señal de alejamiento, entre otros. Benny disponía de la colaboración de otros de sus compañeros para analizar las señales del centenar de soldados que colaboraban en ese plan, razón por la cual exigía tanta concentración.
- Recuerda ponerte la máscara esta vez - dijo Benny antes de pulsar el comunicador -. Segundo asalto en posición, 1x1 máxima prioridad, salimos en 10 segundos. 9, 8, 7...
Sam se ajustó la ropa y se recolocó las armas. Salió de la furgoneta y empezó a caminar a paso ligero entre los pasillos del alcantarillado reuniéndose con el resto de su equipo de asalto antes de entrar.
Había comenzado la tercera parte de la operación "EL CAMBIAZO".
*****
- Jefe, estamos en problemas - exclamó uno de los asistentes de Ramón mediante el comunicador -. Jesse no puede salir así, ¡está fuera de control!
Hugo no se había movido del sitio desde que aquel asesino acabó con él. Desde su posición recostada sobre uno de los cadáveres, Hugo tenía un rostro ajeno congelado en agonía a menos de 20 centímetros de él. No pudo contener más la risa ante tal situación.
- Igual que Lorenz... - murmuró entre lágrimas causadas por la risa -. Necrofilia. ¿Qué tenéis todos con profanar a los muertos?
- Jesse, por favor, tiene que salir a escenario - intentaba acercarse Cristina.
- ¿Y tú por qué... - seguía riendo - te pareces tanto a mí? ¿Tengo otra hermana que no me había enterado?
- Jesse - volvió a intervenir el asistente -. Ramón quiere que te recuerde que Elmer fue el trato.
- ¿Más amenazas? - Hugo se soltó de los agarres de la joven -. No solo yo, sino todos los que me rodean... Esto es un chiste, ¿no? Porque tiene mucha gracia.
- Jesse - volvió a llamar su atención el asistente.
Hugo no podía dejar de reír. Había perdido finalmente la cordura.
- Mi padre es el malo, mi hermano se acostaba conmigo, mi novio muerto, su hermano torturado, mi hijo secuestrado y no basta con haberme obligado a follarme barrigones cerveceros desde los 10 años sino que, cuando pensé que me había librado, me convertís en actor porno fetichista radical. Ah, ¿y mi madre? Está muerta, ¿verdad?
Un tercer asistente había intervenido para levantar a Hugo quien se había aferrado al cadáver.
- Vamos, ¡suelta!
- ¿Y qué hay de mis amigos? ¿Tenéis a alguien en la cámara de explosivos? ¿Qué va a ser lo siguiente? ¿Borrar mi verdadera identidad para que la policía jamás pueda encontrarme? Suena bien, ¿no? Pásale el mensaje a Ramón, igual hasta me lo agradece... ¡Dándome un minuto más al día para ver a Elmer!
- Cerradle la boca - ordenó el asistente encargado cansado de la risa del chico -. Y traed al rehén.
- Vais a amenazarme cara a cara, ¿ehjgb...? - le metieron un trapo en la boca -. ¡Mghmm!
El asistente suspiró y llamó a un guardia para que se encargase de él. Se le pidió a Cristina que lo abandonara también y se le encargó otra tarea. La joven, observaba indiferente al chico mientras se alejaba a paso lento. Hugo, retorciéndose entre los brazos del guardia, recibió una inyección que le hizo perder fuerzas en cuestión de segundos.
- Querida, cambio de planes - entró otra persona más al camerino -. Sal y avisa que Jesse continuará su actuación en breve. No tendrá más opción.
Ramón se había presentado en persona ante Hugo y ordenó que lo sentaran sobre un sofá. Le sacó el trapo y ocupó un lugar a su lado.
- Perdona, cielo - le acarició el cabello apartando algunos mechones de su cara -. No volverás a ser tratado así. Haces mucho por nosotros.
Hugo le escupió y apartó su mano violentamente. Ramón, manteniendo la compostura, sacó un pañuelo del bolsillo y se limpió sin decir un solo comentario respecto a esa respuesta tan infantil.
- Te doy una oportunidad más para recuperar mi confianza - endureció el tono volviendo a cruzar la mirada con Hugo -. Te dejaré que veas a Elmer ahora mismo si, a cambio, me das espectáculo.
- ¿Que use a Elmer para que se pajeen los de ahí fuera? Suena a que nada podría salir mal - se sentó de rodillas sobre el sofá -. ¿Pero sabes qué sería mejor opción? - acortó la distancia que lo separaba de Ramón para hablarle en un susurro - Que me comas los huevos - vocalizó cada una de las palabras.
- Traed al chico - ordenó Ramón observando cómo Hugo mismo fue el primero en apartarse con una sonrisa sobre el rostro.
Entró Cristina de vuelta pero, esta vez de la mano del pequeño Jake.
- Ángel - lo llamó Ramón suavizando inmediatamente la expresión con una mano estirada -. Ven, bonito, siéntate con el abuelo.
El chico, quien había visto a Hugo primero, abrió los ojos como platos y lo señaló con el dedo.
- Ven, vamos a hablar con tu papá también - volvió a insistir Ramón.
Jake le hizo caso y se sentó sobre las piernas del mayor. Ramón le rodeó el diminuto cuerpo con un brazo y, con el otro, le ajustó la ropa.
- Jake... - murmuró Hugo habiendo cambiado su expresión mientras se limitaba a mirar cómo su hijo pasaba al lado enemigo.
El niño no dejó de mirarle en ningún momento pero parecía no saber qué decir. Ramón volvió a encarar a Hugo.
- Le he dado todo lo que un niño jamás podría desear. No necesitáis volver a casa. Acostúmbrate a esto, Hugo.
Hugo no podía dejar de mirar al pequeño. Vestía ropas de primera clase, llevaba un peluche bajo un brazo y una bolsa de caramelos en la otra mano. Hugo nunca le había dejado comer tantos caramelos y Ramón se había convertido en el héroe con ese pequeño gesto.
- No...
- Te he dado la opción, y es con tu propio novio. Deberías sentirte agradecido; no todos tienen el privilegio de que algo tan personal pueda contar como parte de su trabajo.
- ¡Porque no es un trabajo! - subió la voz asustando a Jake. Se arrepintió momentos después y se volvió a sentar desviando la mirada del niño.
La inyección le había quitado demasiada energía. Tanta que, al haberse alterado durante unos pocos segundos, fue como si le hubieran arrancado lo que le quedase de fuerzas y se vio obligado a recostarse sobre el sofá incapaz de mantenerse erguido.
- Es lo mejor que te puedo proponer después del alboroto que has causado, por no hablar que has retrasado la segunda parte del evento, lo cual se sale por completo del trato que habíamos hecho. Estoy siendo muy generoso así que acéptalo.
Hugo no podía creer lo que estaba ocurriendo. Sí que podía haber algo peor que la escena anterior, pero esto era algo que sólo alguien tan retorcido como Ramón sería capaz de imaginar.
Se esforzó por levantarse y volver a mirar a Jake.
- Lo haré...
Ramón, satisfecho, levantó al chiquillo también. Le estrechó la mano a Hugo, la cuál fue correspondida inconscientemente, y le sonrió sellando otro trato.
- Me alegra que podamos entrar en acuerdo.
Jake, sin que Ramón lo viera, tomó de la otra mano a Hugo. Cuando se separaron, Ramón volvió a coger al pequeño.
- Acompáñale a la ducha - le ordenó a Cristina -. El efecto del calmante se le debería empezar a pasar ya así que no habrá ningún problema para cuando llegue a la habitación de Elmer.
- Sí, Ramón.
En cuanto se fueron, Hugo se dio cuenta de que el pequeño le había entregado su caballo de peluche. Sin ser capaz de darle mayor vuelta al asunto, siguió a Cristina para asearse y volver bajo las órdenes de Ramón. Se encontraba muy mareado y el efecto no parecía disiparse en lo más mínimo. O más bien, empezó a sentir uno muy diferente.
Para cuando llegó a la habitación de Elmer, ya se encontraba mejor. Mejor pero no se sentía él mismo. Era como si no pudiera actuar por voluntad propia aunque técnicamente lo hiciese. No pensaba, tenía la mente en blanco. Vio a Elmer herido, con el labio partido y la nariz sangrando, y no fue capaz de decirle nada, ni siquiera se pudo preocupar por él. Ni un "¿qué te ha pasado?" o "Ramón ha incumplido su parte del trato al permitir que te hagan esto". Hugo se acercó a Elmer y lo besó.
Elmer rechazó el contacto de inmediato.
- ¿Hugo? ¿Estás bien? - lo sujetó de ambos brazos.
Hugo no respondió, le entregó el peluche de Jake y sonrió todo lo que su estado mental le permitía.
- ¿Qué es esto?
- Jake...está bien - fue todo lo que fue capaz de decir volviendo a besar a Elmer.
Bajaron algunas cámaras de vídeo desde el techo y comenzaron a moverse alrededor de los dos chicos de forma lenta y silenciosa, lo suficiente como para que Elmer no fuera capaz de percibirlas con el dañado audífono.
Elmer correspondió al beso pero luego volvió a apartar a Hugo en cuanto se dio cuenta de que el chico pretendía ir más allá. Hugo no sé rindió y siguió intentando meterle las manos bajo la ropa a Elmer.
- Espera, hay algo dentro - lo interrumpió interponiendo el peluche entre ambos.
Hugo lo miró con unos ojos vacíos, los mismos que tenía cuando trabajaba en Nocturne antes de conocer a Brad. No le importaba lo que hubiera en el peluche, ni tampoco escuchaba las palabras de Elmer. Hugo sólo oía a Ramón en su cabeza.
Elmer sacó una bola del interior del peluche y, sin querer, pulsó el botón de un lateral.
- Soy Asier - se escuchó a través de un pequeño altavoz del mismo lateral. Elmer se sorprendió y estuvo a punto de dejar caer el objeto del susto -. Cuando oigáis esto, estaréis los dos en el cuarto de Elmer tras la primera actuación de Hugo.
Hugo parecía no oír nada de lo que el aparato decía pero Elmer, en cambio, prestaba suma atención a cada una de las palabras emitidas. Era la primera pista que habían recibido que los podría sacar de ahí y lo sabía desde el momento en que oyó la voz del pelirrojo.
- Cuando oigáis la señal, no salgáis de ahí. Estaréis a salvo en la habitación. Esperad a próxim-.
Hugo le pegó un manotazo al juguete y bajó la cabeza. Elmer giró rápidamente hacia el aparato que dejó de emitir sonido.
- ¿Qué has hecho, Hugo? - se agachó desesperado buscando el juguete con las manos.
Hugo permaneció de pie sin cambiar de posición como si no le importara nada de lo que había ocurrido. El cabello le cubría prácticamente los dos ojos y miró a Elmer desde arriba extendiendo una mano como si pretendiera alcanzarlo.
- Tengo que...
No sabía qué tenía que hacer ni qué era lo que realmente haría si pudiera pensar. Su cuerpo actuaba por sí solo.
De repente, se produjo un apagón y empezó a sonar la alarma mientras se iban prendiendo las luces violetas de emergencia. Elmer fue el único en sobresaltarse ante el sonido, un sonido ensordecedor que alertaba de un gran peligro y una evacuación inmediata. Las cámaras se detuvieron y un olor a quemado comenzó a filtrarse, con más intensidad a cada segundo.
Durante escasos instantes, Elmer intentó identificar el aroma.
- Fuego... - murmuró con los ojos muy abiertos enlazando las palabras de Asier.
Elmer no se lo pensó dos veces y agarró a Hugo corriendo al fondo de la habitación. Lo forzó a agacharse cogiéndolo de la cabeza y no permitió que se volviera a levantar bajo ningún concepto.
- Es la señal de la que habló Asier - arrancó un trozo de cortina para cubrirle medio rostro a Hugo evitando que respirara humo -. Sujétalo así. Tenemos que quedarnos aquí.
Hugo parecía que hubiera perdido el alma porque no reaccionaba de ningún modo a lo que Elmer le dijera. Elmer llegó a pensar que le habían cortado las cuerdas vocales durante el profundo sueño que le proporcionaban las pastillas, pero descartó la idea al no oír a Hugo hablar ni por su propia iniciativa.
Varios guardias irrumpieron en la habitación buscando a los cautivos pero, pasados unos segundos, Elmer oyó golpes y gritos y se encogió abrazando a Hugo.
Entonces la puerta trasera fue abierta también. Era una puerta que se encontraba al fondo de la sala pero que no se solía usar ya que albergaba únicamente una salida de emergencia.
- ¡Hugo, Elmer! - los llamó una voz adulta -. ¡Aquí, rápido!
Elmer se tomó un tiempo en analizar el timbre de voz antes de hacerle caso. Sin embargo, esa persona se acercó y tiró de los brazos de ambos chicos para que se levantaran.
- ¡No hay tiempo que perder! ¡Vengo de parte de Asier!
Al escuchar su nombre, Elmer dejó de resistirse. Los dos se dejaron llevar a la salida de emergencia y la mujer aliada cerró la puerta.
- Soy Orión, vengo a sacaros de aquí. Poneos esto, lo necesitaréis ahí fuera.
Les entregó una par de máscaras de gas y chalecos ignífugos. Elmer aceptó de inmediato pero Hugo necesitó ayuda para vestirse.
- Vale, escuchad, este pasillo no lleva al exterior, solo al vestíbulo - aclaró -. Así que hay que tener cuidado con el enemigo. Hay cientos de soldados en el edificio y evitarlos a todos va a ser imposible, pero no os separéis de mí hasta nuevo aviso. ¿Entendido?
Elmer asintió y siguió ágilmente a la desconocida joven tras haber cogido a Hugo de la mano. No era que le hubiera inspirado mucha confianza con tanta prisa pero era la mejor opción de la que disponía.
Se escuchaban leves explosiones a su alrededor mas no eran causadas por bombas. Parecía más el sonido de fusibles estallando por sobrecarga.
- Quietos - los detuvo la mujer con un brazo -. Es aquí.
Tropas de guardias corrían en formación mientras otros dirigían al resto de subordinados a la salida.
- Tenemos que bajar al -4. La escalera está un poco más adelante pero primero habría que cruzar la sala. Iremos por arriba.
Sacó unos cinturones del interior de las solapas de las chaquetas que ajustó en torno a sus torsos. Les colocó los ganchos y les hizo sujetar un cable.
- Sobre nosotros hay una tubería capaz de aguantar un peso de hasta 1500kg. Voy a disparar los ganchos y, en cuanto pulse el botón, estaréis arriba. La tubería os deslizará en diagonal e iréis delante mía pero hay un tope sobre la escalera así que nos encontraremos ahí.
No les dejó ni preguntar nada al respecto cuando ejecutó la mencionada acción.
- En marcha, vamos, vamos.
Al igual que la subida, para bajar había que presionar el mismo botón y permitía un descenso suave. Para bajar las escaleras, Elmer subió a Hugo a su espalda para que no los retrasara aún más, y procuró tener máximo cuidado para no pasarse de escalón ni tropezarse por las prisas.
- Deja que te ayude - la mujer insistió en tomar el cuerpo de Hugo para no agotar a Elmer.
Solo bajaron dos pisos y se encontraron con tres guardias subiendo en dirección contraria. Orión, sin dejar el cuerpo de Hugo, sacó una navaja de caza atravesando el estómago del primero en acercarse. Luchó como si se tratara de una pelea de sables contra los otros dos y, gracias a la ventaja de la altura, los consiguió empujar escaleras abajo con una patada.
Entonces apareció otro de los guardias quitándose la máscara.
- Joder, siempre llego tarde - dijo el chico quien parecía ser aliado de Orión -. Vas demasiado rápida.
Orión le sonrió en respuesta y le hizo ademán para que los acompañara.
- ¿Has despejado el camino?
- ¿Te has encontrado con algún tótem más? - preguntó con ironía haciendo alusión al aspecto estético de los guardias.
- Cógelo de la mano - cambió de tema señalando a Elmer con la cabeza -. Aquí habrá terreno irregular.
- ¡A la orden, señora!
Era obvio que conocían sobre la ceguera de Elmer y, en una situación así, el castaño no se opuso a ser guiado aunque odiara la idea.
Cuando finalmente llegaron a la planta -4, se encontraron con más de veinte guardias pero ninguno de ellos les prestó atención.
- Sanos y salvos - informó la chica bajando a Hugo cuando entraron en una de las salas.
Su compañero soltó a Elmer sin darle mucho espacio a la pareja y giró hacia los pocos guardias que se hallaban en el mismo sitio que ellos. Al contrario que los dos encargados del rescate, los demás no se quitaron las máscaras pero dieron a entender que eran aliados también.
- Buen trabajo, chicos - habló el que parecía llevar el liderazgo -. La tropa dorada se queda aquí. Su protección es máxima prioridad.
Algunos guardias rodearon a Elmer y Hugo mientras el hombre iba dando instrucciones.
- Todos los demás en posición. Activamos "ANDY" al 500%.
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