36. "El debut de Jesse"
10 minutos antes del evento
Varios asistentes rodeaban a Hugo, cada uno con su correspondiente tarea, maquillando y vistiéndolo, haciendo todo lo que hubiera en sus manos por lograr el aspecto más deslumbrante pero natural para el chico. Hugo había mantenido su palabra y guardó ciertos límites con los clientes para evitar marcas sobre su cuerpo. Las pocas que tenía eran fácilmente camuflables con una base tonal.
- ¿Está listo ya? - se asomó otro de los ayudantes de Ramón con un dedo sobre el comunicador -. Llevamos 10 minutos de retraso.
- Sí, está ya - afirmó una joven terminando de echarle unos polvos sobre el rostro -. Perfecto.
- Vamos, vamos - el revisor tomó a Hugo del brazo con cuidado para acelerar su ritmo.
Había llegado el esperado evento, aún de desconocida finalidad, y Hugo empezaba a preocuparse ligeramente por las numerosas molestias que se había tomado Ramón para que todo saliera perfecto.
Hubo un cambio de planes de última hora y se tuvieron que desplazar de su residencia original para la celebración. Sin embargo, no pareció importunarle a Ramón, como si ya hubiera previsto aquel cambio. La nueva localización era mucho más amplia y elegante, con el salón principal extenso y una capacidad mínima de unas 1000 personas. La decoración sobrecargada le daba un aire al estilo Barroco, acompañado de un intenso aroma floral que se expandía por todo el lugar. Para cuando Hugo terminó de ser atendido, ya estaba repleto, o eso le pareció en un principio. Al asomarse tras unas cortinas que daban acceso al salón, Hugo divisó a apenas 30 personas, el resto eran guardias de seguridad rodeando el perímetro.
Hugo volvió a esconderse. ¿Qué necesidad había de usar un espacio tan grande? ¿Ese era el misterioso evento que tanto esperaban? ¿Vendría más tarde el resto?
Entonces oyó la voz del presentador. No era Ramón pero ambos sonaban igual de repulsivos. Parecía ser que el evento albergaba una gran inauguración, la cual dejarían para el final. Hasta entonces tenían permitido disfrutar de la velada.
Había mesas servidas de comidas ligeras, pero sobre todo se repartían bebidas. Todos los invitados socializando con una copa entre manos como si se tratara de uno de esos eventos pijos (exactamente lo que era, en realidad) mientras Hugo volvió a ser encerrado en un camerino.
- ¿Tanta prisa para esto? - se frustró de cierto modo mirándose al espejo con aquel rostro que no parecía ni suyo del maquillaje.
Le dejaron claro que no se lo quitara, que simplemente se limitara a esperar nuevo aviso. Hugo sabía de antemano que aquella espera iría a ser eterna. No era que desease salir y hacer lo que tuviera que hacer sino por el simple hecho de acabar cuanto antes con todo aquello y poder ver a Elmer, Jake y conocer finalmente a su madre. Las promesas de Ramón le parecieron lo suficientemente creíbles desde que cumplió su palabra arreglando el tema de la sordera de Elmer. Le colocaron un aparato detrás de la oreja que amplificaba las ondas sonoras y de ese modo Elmer recuperó prácticamente la misma agudeza que tenía antes del embrollo con Ramón. El problema del sueño también se solucionó de cierto modo aunque fuera forzado. El método, como bien dijo Ramón, era lo de menos si había resultado. Tampoco era que Hugo tuviera muchas más opciones y si los somníferos le salvaban la vida a Elmer se podían aceptar por el momento. A la larga le podrían hacer daño pero para ese entonces ya habrían salido de ahí.
Hugo tomó asiento de forma despreocupada en el sofá. Su dedo, por el contrario, marcaba un ritmo impaciente sobre el posabrazos. No había relojes en la sala, tampoco ventanas ni nada que pudiera darle una mínima pista sobre la hora que era ni cuánto había pasado ahí sentado. Se levantó al cabo de un rato y comenzó a andar lentamente por el amplio camerino. Recorría con una mano toda superficie que se encontrase próxima a ésta hasta llegar a los baños. Uno de los grifos estaba abierto y se pudo apreciar la buena acústica por el sonido del goteo. Hugo se acercó a abrirlo para lavarse las manos de perfecta manicura y lo cerró bien al terminar. Por un momento dejó escapar una leve sonrisa al recordar cómo Elmer lo solía insultar diciendo que llevaba "uñas de mariquita". Anécdotas que en el pasado no tenían ninguna gracia y solo eran medio de burla mutua.
Entonces Hugo levantó la mirada mirándose inconscientemente en el espejo. De entre la pulcritud del cuarto, las relucientes baldosas y azulejos blancos, hubo un color que no encajaba de ningún modo en ese ambiente.
Hugo se asustó al ver abrirse lentamente la puerta de la cabina que se encontraba a sus espaldas y presenciar un terrible color granate goteando desde el retrete.
Se cubrió la boca a punto de vomitar cuando vio un cuerpo desnudo empalado sobre el mismo.
¡¿Qué demonios?!
A Hugo le empezaron a sudar las manos y lo que venía a ser todo el cuerpo tras ver aquello en el propio reflejo. Su piel perdió todo color y, como si su vida dependiera de ello, salió a patas del lavabo sin voltearse siquiera y cerrando la puerta detrás de sí. Se apoyó sobre la misma con la respiración tremendamente alterada y una mano sobre el pecho. Miraba a los lados buscando cualquier objeto que pudiera servirle en defensa propia en caso de que hubiera alguien más en ese camerino a parte de él.
No encontró nada afilado ni punzante. Solo algunos peines y desodorantes.
Durante las milésimas de segundo que duró el absoluto silencio, Hugo percibió ruidos irreconocibles desde el interior del vestidor y un escalofrío le recorrió de pies a cabeza. Antes de que el pánico se apoderara de él, cogió la silla y la lanzó con fuerza contra el espejo del tocador. Se cubrió el rostro para no recibir ningún pedazo del impacto y al apartar los brazos vio el reflejante objeto completamente hecho añicos. Agarró el trozo más grande sin darse cuenta de que sus desnudas manos se vieron levemente heridas y retrocedió evitando pisar los trozos restantes que cayeron al suelo.
- ¡Estoy armado! - exclamó con la voz quebrada alzando el pedazo de cristal en dirección al vestidor -. ¡Ni se te ocurra salir de ahí, seas quien seas!
Volvió a escuchar ruido proveniente del mismo lugar pero bastó con que alguien abriera la puerta principal de la sala para que Hugo desviara su atención hacia el guardia que acababa de entrar. El guardia, al no tener permitido hablar, con solo su presencia daba a entender que sus servicios estaban disponibles en caso de que pasara algo. Y fue en ese instante en el que dio un paso al interior del camerino que una enorme estaca cayó sobre su cabeza atravesándole con suma precisión dos de sus puntos vitales, como era el cerebro y el corazón, a la vez.
Hugo se sobresaltó apegándose a la pared de atrás, lo más alejado del crimen posible. Volvió a mirar hacia el vestidor y la puerta estaba entreabierta.
¿En qué momento?
Dirigió rápidamente la mirada hacia el techo bajo el cual murió instantáneamente aquel guardia. Cerrando la puerta con una pierna desnuda se encontraba aquel sujeto enganchado con dos de sus extremidades a las paredes convergentes en esquina. El delgado hombre levantó la cabeza descubriendo su rostro mostrando otra de sus estacas entre los dientes.
Hugo volvió a levantar el pedazo de espejo ante sus ojos con los brazos completamente estirados pero temblorosos. Intentaba mantener la calma con todas sus fuerzas, sin embargo, cuanto más se fijaba en el sujeto más terror le entraba en el cuerpo.
- N-no te acerques...
El hombre saltó silenciosamente desde su escondite y agarró el cadáver como si de un muñeco se tratase. Lo levantó y analizó durante unos breves segundos y finalmente pareció decidirse a llevárselo consigo cuando empezó a caminar en dirección a Hugo. El joven sintió como si su pulso alcanzara una velocidad imposible con cada paso del asesino.
- H-he dicho...¡que no te acerques! - hizo un par de movimientos torpes con el cristal llegando a rozarle el brazo al extraño.
El hombre se paró en seco y se miró la herida, luego levantó la mirada hacia Hugo con una expresión indescifrable y aún con esa estaca tan amenazante en la boca.
- Perd... - Hugo iba a disculparse asustado hasta que divisó cómo el hombre lo ignoró y pasó por su lado arrastrando el cadáver hasta los baños.
Hugo lo siguió con la mirada y se asomó sutilmente viendo cómo lo dejaba en la cabina consecutiva a la que se había abierto previamente. El hombre aún estaba herido del corte que le pegó Hugo pero no parecía importarle en lo más mínimo. Entró en la cabina con el cadáver y, durante un largo minuto, Hugo no volvió a saber nada de él. Empezó a ser preocupante.
- Entra - se le escuchó decir al contrario con cierto acento aún oculto en la cabina.
¿Qué clase de orden había sido aquella?
Hugo se apartó de la puerta y se apegó a la pared más alejada del camerino.
El asesino suspiró nada sorprendido por la reacción y salió finalmente del escondite. Iba vestido exactamente igual que el guardia y, en lugar de la estaca, se colocó la máscara blanca que llevaban los subordinados de Ramón. Tras cerrar la puerta que ocultaba el cuerpo del asesinado, el responsable se encaminó hacia Hugo de nuevo pero de una forma mucho más erguida; no parecía ni la misma persona de hacía unos minutos.
Sin embargo, no dio más de un paso fuera del servicio. Hizo un ademán con la cabeza indicándole a Hugo que entrara otra vez.
El sentimiento de terror por lo que podría llegar a sucederle si le hiciera caso competía contra la idea de lo que podría ocurrir si desobedecía. Durante su lucha interna, Hugo volvió a recibir por tercera vez la orden de entrar en la sala de aseo.
- Sé lo que ha querido de ti durante los últimos 22 años. La verdadera razón - enfatizó en esas últimas palabras sin subir mucho el tono de voz.
Habiendo llamado la atención de Hugo, el asesino señaló sutilmente a una de las esquinas superiores del camerino. El chico logró ver de reojo que se trataba de una cámara de seguridad, la única que había, pero Hugo sabía perfectamente que el camerino también disponía de micrófonos ocultos por toda la sala principal.
Por esa razón el infiltrado se encargaba de sus víctimas de un solo golpe preciso, silencioso y rápido, procurando no caer en el rango de la cámara. Las cosas comenzaban a cobrar sentido.
El asesino se dio la vuelta satisfecho por notar cierta comprensión en la expresión de Hugo y se volvió a adentrar en los servicios. En cambio, Hugo no tenía suficientes motivos para acompañarlo.
¿Enemigo o aliado? Esa era la duda a la que no dejaba de darle vueltas.
Solo tenía que hacer tiempo hasta que alguien llegara a buscarlo para no arriesgarse con ninguna decisión. Otra opción era gritar o hacer señales de ayuda a la cámara pero, otra vez, ahí albergaba su miedo a que el asesino actuara antes que los subordinados de Ramón.
¿Pero acaso esperar a alguien le solucionaría los problemas? Aquel hombre se había deshecho de uno de los guardias de una sola estocada. Obviamente alertaría a todo el equipo si matase a uno solo más pero Hugo no podía descartar la idea de que podría volver a pasar. Uno nunca sabía en qué podría estar pensando un asesino en serie.
De repente, Hugo sintió cómo le faltaba aire y una fuerte presión en torno a las cicatrices de su cuello. En cuestión de segundos ya se encontraba a más de un metro sobre el suelo siendo arrastrado en contra de su voluntad.
Y acabó sentado sobre un retrete con la boca rellena por un trapo. A todo esto habría que sumarle las maravillosas vistas que tenía del asesino amenazante con su estaca en una mano a escasos centímetros de él, ambos metidos en la misma cabina con la puerta cerrada. El hombre, relativamente alto, tremendamente delgado, de tez oscura y rasgos africanos, se levantó la máscara dejando su rostro al descubierto de nuevo y volvió a apresar el cuello de Hugo con la mano libre.
- Shhh... - siseó -. No tengo ganas de enfadarme. Estoy aquí por dinero, me la suda lo que te pase pero te necesito con vida o sin, ¿d'accord?
Se notó en su tono la despreocupación por los micrófonos por estar lo suficientemente alejados de ellos como para hablar con normalidad. Hugo aguantaba sus ganas de toser, entre el trapo en la boca y el agarre al cuello el asesino realmente le estaba poniendo difícil el respirar apropiadamente. Además, su mera presencia, el contacto directo...
- ¿Puedes dejar de temblar? - preguntó el hombre totalmente frío y sin darle mayor vuelta al asunto -. Eh, escucha, acabemos con esto; hay poco tiempo.
Le soltó el cuello con cierto impulso para dejar a Hugo ligeramente desequilibrado y se aproximó un poco más para mirarlo desde arriba.
- Tu existencia estaba predestinada para este evento. Te puede parecer que no es la gran cosa y que has pasado por peores situaciones pero este día es lo que Ramón llevaba 22 años esperando. Y mírate, luces como ese tipo de persona cuya cabeza quedaría de cuadro en mi galería.
Esta vez Hugo dejó de respirar sin necesidad de que ningún fenómeno físico le cortara la tráquea.
- Es una broma - mantuvo su semblante serio -. Pretendía relajar el ambiente.
No parecía haber funcionado muy bien. Hugo no se atrevía a dar un sola bocanada de aire mientras se mantuviera al lado de un sujeto tan espeluznante.
- Esta situación me recuerda a que tu amigo se encontraba exactamente igual hasta hace unas horas en la cámara de explosivos. No sé qué ha sido de él, la verdad, espero que al menos haya sido rápido.
¿Hablaba de Elmer? ¿Qué le había ocurrido? ¿O estaba mintiendo? ¿Eso también formaba parte de su método por "relajar el ambiente"?
- A lo que iba, debo impedir que salgas ahí fuera. Y no te preocupes, aunque destruyera todo lo que hay detrás de esta puerta no tendrías a nadie a quien salvar. La veinteañera que luce como tu madre es lo que es, una veinteañera que luce como tu madre. No sé qué te ha prometido Ramón pero o la tiene bien escondida o pretende engañarte como si fueras un feto.
Hugo hizo el intento de escupir el trapo sin éxito, con lo cual le ayudó el asesino sacándoselo de la boca a poca distancia por seguridad.
- ¿Qué? - fue todo lo que pudo decir mientras recuperaba el aliento y reponía sus pulmones de oxígeno.
- Como alces la voz te vuelvo a cerrar la boca y te prometo que no será tan fácil sacar el trapo a la próxima - lo señaló con el índice con amenaza clavando sus casi transparentes ojos en Hugo.
- ¿Por qué...me cuentas todo esto? - preguntó Hugo en un susurro -. ¿Por qué debería creerte después de...eso?
Intentó sonar firme y sin un ápice de miedo en su tono de voz pero era imposible. Más aún cuando el asesino acababa de mencionar a dos de las personas que le importaban.
- No tienes porqué. No es asunto mío, me envían a que te diga las cosas como son. Y Ramón pretende que asciendas al puesto de tu madre tras su retiro. Porque sí, tu madre está retirada desde hace poco y eso ya ha originado el caos.
Hugo, confuso con lo que quería decir el hombre, mantuvo un breve silencio esperando algún tipo de explicación. El asesino lo miró con la ceja arqueada y luego desvió la mirada bufando en dirección contraria.
- Si coges un país y les quitas al Rey, en una religión supuestamente borras la existencia de Dios, o a la misma Tierra le arrebatas el núcleo, ¿no crees que se derrumbarían todos los pilares? Tu madre era la reina Jess, referencia a la reina del chess, ajedrez. Estaba en lo más alto de la jerarquía, después de Ramón. ¿Eres consciente de a cuánta gente llegó?
- Era...¿stripper internacional?
- Mundial - corrigió -, y no precisamente stripper. Tu madre era la reina de todo internet, viral por concertar citas con personas de gran influencia en todo tipo de ámbitos. Una actriz porno que se acostaba con famosos, en resumidas cuentas.
- ¿Quieres decir que incluso mi nombre artístico estaba pensado para esto?
- Si sólo fuera el nombre...
- ¿A qué te refieres? - se interesó Hugo.
- Todos los cambios físicos que te hicieron, todos y cada uno de ellos estaban inspirados en Jess. Los tatuajes, peinados, piercings y atuendos. Incluso vuestras dietas eran las mismas. Supongo que a estas alturas no la has visto aún pero dos gotas de agua es decir poco. Si quieres conocer a tu madre basta con que te mires al espejo.
- Suena muy irreal - Hugo intentó fingir una risa -, no puede ser que desde hace 22 años...
22 años atrás. Según relató Ramón, el parto fue indeseado por parte de Wayne, pero sí que lo deseaba él mismo. Si uniese piezas, Ramón llevaba el negocio de Cristina y encontró a un segundo progenitor lo más parecido a ella posible para recrear a la estrella en un descendiente directo. Prometiéndole a Wayne una gran cantidad de dinero anual, además consiguió que se encargase de Hugo como padre biológico que era. Y con todo esto bajo control, Lorenz era quien se encargaba de los cambios progresivos necesarios para obtener resultado a largo plazo.
¿Qué clase de mente retorcida planearía algo así durante más de 20 años? Si Hugo pensaba que Lorenz era lo peor que se pudo haber encontrado jamás, no había conocido lo suficiente a Ramón aún.
Y lo que le quedaba por descubrir estaba a la vuelta de la esquina.
- Ya te lo he dicho, es asunto tuyo creerme o no. Si quieres más detalles igual no soy yo con quién deberías hablar...
- Lo que has dicho sobre Elmer - interrumpió Hugo -. ¿Es cierto? Lo de la cámara de explosivos, ¿de dónde has sacado eso?
- No te lo puedo decir, pero no se llamaba Elmer el chico de ahí. De todos modos olvídate de él. Ya es abono para el huerto.
Hugo no era capaz de imaginarse a quién más pudo haber tenido Ramón de rehén a parte de Elmer. Jake no podía ser porque, para empezar, el asesino habría especificado que era un niño pequeño.
- Ya es la hora - el moreno interrumpió sus deducciones mentales mirando sutilmente su reloj de muñeca mientras sacaba un rotulador y apuntaba unas palabras en el borde de su camiseta -, va a comenzar el evento y en cuestión de minutos vendrán a buscarte.
Escribía a ciegas mostrándole especial atención al reloj mientras hablaba, lo cual llamó mucho la atención de Hugo y decidió leer qué era aquello que apuntaba.
Justo cuando el asesino creyó haberle dado tiempo suficiente, abrió las piernas para colocarse encima del cuerpo de Hugo mirándolo con superioridad mientras lo tomaba del mentón y lo alzaba levemente.
- ¿No crees que es el momento perfecto para suplicar por tu vida?
Al cabo de unos minutos, Hugo se encontraba atado a las tuberías del lavabo, la ropa medio destrozada, con la boca cerrada otra vez y las lágrimas retenidas en los ojos. El asesino se restregaba contra sus nalgas mientras repasaba los pezones con los dedos.
"Nos graban, sígueme el juego, me disculparé luego, te lo prometo" fue lo que Hugo leyó previamente, pero no estaba seguro de que el asesino fuera tan buen actor como para ser capaz de fingir todo lo que vino después.
Los invitados al evento estaban reunidos en la sala principal viendo en vídeo a los dos chicos montando la escena en tiempo real.
JelixStudiosLive - Asesino en serie destroza el ano del joven Jesse y se corre en su interior antes de que venga la policía.
Los cadáveres eran reales, el asesino era real y el miedo de Hugo también. ¿Qué mejor forma de viralizar un vídeo debut que mostrando una historia verdadera? Igual habría sido más preciso titular el vídeo "El joven Jesse es violado por un asesino en un baño rodeado de cadáveres mientras 40 personas se masturban disfrutando de su desgracia".
Sí, definitivamente ese debía de ser el título.
*****
- Todo va sobre ruedas - Ramón rodeó el cuerpo de Greg con ambos brazos sosteniendo frente a él las grabaciones de todo lo que estaba ocurriendo tanto en ese local como en el otro de forma alternada -. Y mira, ahí está Asier. Parece ser que ni siquiera han logrado llegar hasta ti.
Habiendo comprobado como, efectivamente, Ramón estaba en lo cierto, Greg empezó a forcejear para librarse de las correas que lo amarraban a la silla. Acababa de ver no solo la horrible escena de violación de su amigo, sino que también se le mostraron grabaciones en directo de cómo se burlaban los guardias de Elmer, y todos los ángulos posibles de la masacre del equipo de Asier.
No podía ser cierto. No se lo podía creer.
- Todo esto... - Ramón separó una de las bombas del cuerpo de Greg -...no iba en serio. Yo jamás te haría daño, y si te dejé aquí era como un pequeño castigo por tu comportamiento. Siempre supe que nadie cruzaría esa puerta. No después de la traición de tus compañeros, los que me hicieron ese delicioso favor de grabar todo el plan de asalto.
Greg se moría de ganas por saber quién era el responsable de toda esa carnicería pero ,por otro lado, ya daba igual si no conseguía salir de ahí a tiempo.
- ¿Quieres que te lo diga? - Ramón leyó sus pensamientos -. No me cuesta nada pero igual sería demasiada información que asimilar después de haberlo visto todo.
Aún faltaba otro asalto más y era el que más le preocupaba porque volvería a ocurrir exactamente lo mismo que en el anterior. Era el asalto codirigido por Erik. La buena noticia era que seguía vivo. La mala era que todos los demás no y que tampoco tenía la menor idea de cómo salvarlo a él.
- Lo dejaré para otro momento entonces - Ramón se tomó la indecisión de Greg como un "no". Se levantó aún sin romper el contacto físico y le acarició un hombro como muestra de afecto -. Te pido disculpas de antemano por tener que dejarte un rato más aquí, pero tengo que lidiar con otro grupo todavía. Si no me equivoco deberían de estar ya alrededor de todo el perímetro esperando la señal.
Greg volvió a intentar impedir la salida de Ramón con la mirada, pero el moreno disfrutó hasta el último momento la desesperación en el rostro de Greg.
- Vuelve a activar los explosivos - le ordenó al guardia al pasar por su lado -. En unas horas volveré para comprobar que sigan intactos.
El guardia lo obsequió con su silencio en afirmación y pasó a adentrarse en la sala una vez Ramón se había marchado. Sin demorarse mucho caminó hasta el fondo de la cámara donde tenía que marcar un periodo de tiempo durante el cual permanecería la activación. Al confirmar la acción, tendría los segundos o minutos que hubiera establecido para dejar la sala.
Greg se retorció todo lo que su posición le permitía para ver qué código seguía el guardia pero no logró captarlo en su campo de visión. Intentó dar saltos con su cuerpo para girar la silla un poco sin éxito alguno; debía de estar soldada al suelo o tener una base extremadamente pesada porque solo consiguió tambalearla unos escasos milímetros.
Antes de que se pudiera dar cuenta, el guardia ya había terminado con su labor y solo le quedaba salir por la puerta para ponerse a salvo. Era la última oportunidad de Greg para hacer algo. Solo le quedaba una para salvar al escuadrón de Erik.
Greg cogió todo el impulso que sus fuertes emociones le proporcionaron y volvió a impulsar la silla. Se tambaleó mucho más, y Greg siguió moviéndose hasta lograr desequilibrarla. Pretendía lanzarse al suelo y aplastarse la pierna o herirse de cualquier otra forma que luciera lo suficientemente grave como para necesitar atención médica urgente. Si Ramón no quería hacerle daño lo atendería. Si todo era una mentira entonces a Greg definitivamente se le agotaron todas las ideas.
- Eh - el guardia reaccionó rápidamente deteniendo la caída de la silla. Con una mano no tuvo suficiente y tuvo que usar la derecha también, lo cual fue un error porque pareció dislocarse el brazo del peso.
El guardia ni se había dado cuenta de que había abierto la boca de forma tan impulsiva. Y Greg, por un momento, incluso se llegó a olvidar de todos sus planes al ver el pobre brazo del guardia colgando sin vida y al hombre intentando recolocar la silla con ayuda de todo su cuerpo. Podría aprovechar esa oportunidad para atacarlo, podría salir de ahí de algún modo si lo hiciera.
Y lo haría, aunque fuera en contra de su moral.
Greg le pegó un cabezazo al guardia con intenciones de dejarlo inconsciente para luego buscar cualquier objeto cortante en su atuendo. Pero su ataque falló cuando el guardia previó ese movimiento. Esquivó el cabezazo y esperó a que Greg volviera a su posición inicial para acercarse a su rostro juntando la máscara blanca con la cinta americana que le cubría la boca a Greg. Fue un movimiento sutil porque luego se apartó y recolocó finalmente la silla, pero bastó para que Greg reaccionara ante la situación y dirigiera rápidamente la mirada hacia la mano izquierda del guardia para comprobar que fuese una prótesis.
El guardia se levantó y se puso el brazo derecho correctamente. Entonces le dedicó una última mirada a Greg y salió de la sala como tuvo que haber hecho minutos atrás. Habiéndolo retenido durante tanto tiempo, en la cuenta atrás aún quedaba algo de margen para la activación de los explosivos.
Pero, a diferencia de la última vez, Greg tenía ahora una navaja entre sus manos que el guardia le había entregado en algún momento durante su contacto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top