3. "Quién da más"
Nereidas era un club nocturno de gran prestigio. Su exterior no destacaba mucho pero las salas eran espléndidas, todas y cada una de ellas. Estaban alumbradas de diferentes colores y creaban muy buen ambiente junto a la música.
La sala que les fue proporcionada tenía una iluminación anaranjada, unos sofás de color chocolate que formaban la letra E con dos mesas centrales y decoración varia en tonos cálidos.
Erik no esperaba encontrarse con tanta gente al entrar en aquel club. No solo estaban los suyos sino que habían invitado también a bastantes mujeres, incluyendo a las prostitutas. En realidad ese era el ambiente al que estaba acostumbrado cuando salía con todo el grupo y le gustaba pero...le otorgaba una sensación compleja para él.
Las bebidas eran lo único que les iban cobrando y Erik cogió algo fuerte, como ya era habitual. De todos modos su organismo ya había comenzado a soportar un alto grado de alcohol y no le hacía perder la cabeza tan fácilmente. Sentado en la barra empezó a darle unos pequeños sorbos al vodka cuando oyó una voz femenina hablarle.
- ¿Vienes mucho por aquí? - cuestionó la joven acomodándose en el taburete de al lado de Erik.
El chico no tardó en reaccionar ofreciéndole su atención.
- ¿Y tú? - redirigió la pregunta.
La mujer de pelo largo, lacio y moreno, con exceso de maquillaje sobre el rostro, unas pestañas postizas y vestimenta provocativa de gran escote le sonrió levemente.
- Un tequila, por favor - apoyó sus brazos elegantemente sobre la barra tras haber pedido.
Erik estaba sentado de frente a los camareros pero su cabeza estaba girada en dirección a la joven.
- Hace tiempo que no nos vemos, Erik - murmuró ella jugueteando con sus anillos -. ¿Casi un año?
- La última vez no tenías tanto pecho.
Ella rió.
- Qué atento, con razón dicen que tienes ojo de halcón. Me operé hace unos meses con 100 gramos cada uno - se llevó una mano a la zona mostrando el poco orgullo que tenía.
Erik suspiró y desvió la mirada de sus senos concentrándose otra vez en su bebida.
- ¿Trabajas ahora aquí? - le preguntó insinuando que se parecía a las prostitutas del local.
- No exactamente aquí pero trabajo.
Erik arqueó los labios hacia abajo asintiendo.
- ¿Cobras mucho?
- Depende de la persona, ya sabes - se ajustó el vestido -. A ti te haría una muy buena oferta.
- Ya...
La joven tomó del tequila y luego llevó una mano al muslo del moreno.
- ¿Quieres aprovecharla?
Sonaba muy tentador, a decir verdad. Erik se lo estaba pensando cuando sintió el busto de la mujer contra su cuerpo.
Ella lo estaba mirando de forma muy seductora y acabó juntando sus labios.
Comenzó a acariciarle la nuca y el pecho mientras se besaban. Él le rodeó la cintura con una mano y la fue deslizando pasando del bajo espalda hasta agarrarle una de las nalgas.
Luego se apartó y le introdujo algunos billetes entre los pechos.
- No puedo darte más.
La mujer parecía decepcionada mientras contaba la cantidad que Erik le había entregado.
- Nunca te acuestas con nadie, ¿eh? Me dijeron que hace años sí que lo hacías.
Erik no quería hablar del tema así que simplemente se limitó a devolver el vaso y a pagar la cuenta de ambos.
- Gracias por el beso - se levantó y se encaminó hacia sus compañeros.
Sí que se acostaba con gente pero jamás con mujeres desde que ocurrió...lo de esa chica 10 años atrás. Ni siquiera se acordaba de su nombre pero sí que era muy importante para Erik si incluso se llegó a tatuar una fecha que guardaba relación con ella en el pecho. No quería a ninguna mujer más en su vida.
- Ugh, siempre pasa lo mismo...
Erik se había buscado hueco en uno de los sofás y se dejó caer apoyando ambos brazos sobre el respaldo.
- Es lo que tiene venir a un prostíbulo - comentó el albino que estaba sentado junto a Erik con un pequeño ordenador -. Te la estas buscando.
Ese color de pelo suyo no era natural pero era de los pocos del grupo que modificaba su apariencia tiñiéndoselo.
- Sí, tienes razón pero...enseguida me volveré al piso. No tengo mucho que hacer aquí; solo vine porque Asier me dijo que era gratis la entrada.
- Solo la entrada.
- Algo es algo - suspiró -. Y oye, ¿puedo preguntar por qué siempre te veo mirando fotos antiguas o leyendo noticias de hace años? ¿Intentas encontrar algo, Andy?
Delgado, con los brazos completamente tatuados, pelo ondulado que le llegaba por el cuello, lo suficientemente largo como para recogérselo en una coleta, una dilatación en espiral en una oreja, un piercing vertical en la ceja, ojos hundidos por el cansancio y falta de sueño, el chico iba vestido con una camiseta de manga corta y encima remangada. Se quitó las gafas cuando cerró el pequeño portátil y se dirigió a Erik.
- No tiene nada que ver contigo.
- Pero llevas años haciendo lo mismo y nunca nos dices nada.
Andy se levantó con sus pertenencias y se abrió paso para marcharse sin responderle nada a Erik.
- Vamos, Lucas. Hay trabajo que hacer.
El mencionado se levantó de su lado y sin articular una sola palabra salió detrás del joven albino. Lucas lucía el pelo de color castaño grisáceo que se recogía siempre en una pequeña cola. Tenía la nuca rapada pero sí que se dejaba unos mechones para llevar ese peinado.
- Siempre ocupado... - suspiró Erik inclinándose hacia delante.
No tenía muchos ánimos de estar en ese club aquella noche. Todo era muy extraño.
En ese momento una atractiva mujer se acercó a la mesa logrando que Erik alzara la vista más allá de sus pies. Era una prostituta que solo quería bailarle a alguien que le diera dinero y luego llevárselo a la cama. Esto último no funcionaba con Erik pero porqué no disfrutar del trabajo de la chica.
Asier, que se encontraba cerca de ellos, se apresuró en sentarse junto al moreno para gozar del mismo placer que él.
Al cabo de un rato y después de presenciar un striptease de parte de la joven, esta comenzó a tocarlos a ambos en la zona de la entrepierna.
Obviamente eso le excitaba muchísimo a Erik pero decidió detenerse antes de que la chica lo incitara a lo siguiente.
- Asier, te la dejo a ti - se levantó alejándose de ahí.
Sí, sus noches en clubes de este tipo, llenos de mujeres, siempre eran así. Se definían en las huidas de Erik de una mujer a otra. Era imposible no cruzarse con ninguna así que se dejaba llevar hasta cierto punto y luego se marchaba.
- Lo siento - se disculpó de la siguiente tras haberle dejado besarlo.
Erik, un joven de 28 años muy apuesto y en una forma estupenda. Era demasiado normal que se le acercaran tantas en un breve periodo de tiempo. En realidad todos los del grupo exceptuando a Andy y a Benny que eran más de ordenadores tenían unos cuerpos de museo. Los trabajaban a diario porque de esa forma se ayudaban a desarrollar habilidades físicas que luego necesitarían en sus misiones. Pero Erik además era de los que mejor aspecto tenían.
Se llegó a tomar varias copas de distinto nivel de alcohol a lo largo de las primeras horas de su estancia en Nereidas pero no lo suficiente como para perder la consciencia de sus actos. No podía llegar a ese punto si quería controlarse en ciertas ocasiones así que decidió no tomar nada más a parte de agua.
La música sonaba muy fuerte y él veía mujeres bailando en todas partes. Algunas estaban dobladas. O incluso triplicadas.
Entonces vio a Asier acercarse a él con el pantalón a medio cerrar.
- Tú haces mejor las mamadas - le dijo a Erik quitándole el agua para beber -. Además, no hay nada que tocar en estos cuerpos sin cintura. Solo bultos...
El pelirrojo acababa de tener sexo con esa prostituta de antes pero nunca llegaba a disfrutar plenamente de ello ya que todos sus compañeros sabían que él era homosexual.
- Asier, tú mismo me has dicho de venir aquí - Erik murmuró en un tono de voz muy débil -. A la próxima vamos a donde siempre.
- Pero solos tú y yo - le devolvió la botella de agua.
El moreno lo intentaba escuchar hasta que percibió una figura inusual detrás de Asier, sentada en el sofá y rodeada de un par de mujeres. Por un momento creyó ver a alguien conocido.
- Claro... - le respondió a Asier sin dejar de mirar en esa dirección y asomándose por si conseguía ver ese rostro de entre las jóvenes.
- Como en los viejos tiempos, tío - le chocó el puño contra el hombro pero Erik seguía ignorándolo.
El chico al que observaba vestía unos pantalones harem, un camiseta con un par de botones y también llevaba una bandolera. Le resultaba tan familiar ese look...
Una de las mujeres se levantó para arreglarse el pantalón corto que llevaba y luego se sentó sobre los muslos de ese joven, cuyo color de cabello parecía ser de un rubio espiga.
- Ahora vuelvo - respondió Erik con la mirada fija en aquel sujeto con una inmensa curiosidad.
- ¿A dónde vas, Erik?
Se fue acercando a él dejando atrás a su amigo. Estaba casi seguro de que ese era...
- Greg... - reconoció su rostro al haberse acercado lo suficiente.
Erik había apartado a las mujeres y tenía la cara del pecoso entre sus manos.
El rubio no sabía cómo reaccionar ante tal repentina actuación.
- ¿Estás borracho otra vez? - le preguntó -. Mi nombre es Iván.
¿Iván? ¿Se había confundido?
- Oh, perdona - se disculpó liberando al otro -. Me he equivocado de persona.
Qué error más absurdo. ¿Cómo podía haber confundido el rostro de Greg con el de otra persona? Greg tenía unos rasgos perfectos y sus pecas eran únicas y hermosas.
De pronto empezó a sentir un gran dolor de cabeza y se dirigió a la salida.
- Erik, ¿qué te ocurre? - preguntó Asier alcanzándolo.
Erik ya no andaba en línea recta y le costaba mantenerse en pie.
- Tío, ¿cuánto has bebido? - se apresuró en recogerlo Asier justo cuando estuvo a punto de desplomarse sobre el suelo. Le hizo rodear su cuello y cambió la dirección de sus andadas hacia donde realmente quedaba la salida -. Nunca sabes cuándo parar, ¿eh? Vámonos de aquí antes de que hagas algo de lo que puedas arrepentirte.
- Asier...
- ¿Qué?
- ¿No está...Greg aquí?
El pelirrojo giró la cabeza para localizar al mencionado y comprobando que esa persona no se encontraba entre los presentes.
- No está aquí, Erik - concluyó -. ¿Por qué lo dices?
- Porque juraría haberlo visto en algún momento de la noche.
- Greg no está aquí. ¿Por qué no dejas de pensar en eso? Deberías pasar menos tiempo con él y centrarte más en lo verdaderamente importante.
- Que te digo que está aquí, joder - se alejó de Asier con cierto desequilibrio -. Tengo que...encontrarlo.
- Eh, eh, que no estás en condiciones de volver ahí - Asier volvió a alcanzarlo.
- Déjame en paz - lo apartó de un manotazo.
- Erik estás muy borracho y podrías cometer una locura.
El moreno siguió caminando haciendo eses con el pelirrojo a su espalda por si acaso se volvía a caer.
- Erik, para - insistió.
No lo escuchaba. O eso parecía hasta que le hizo caso y se detuvo.
- Yo jamás...le haré daño a Greg - dijo sin voltear la cabeza.
Asier quedó muy sorprendido por esa confesión conociendo a Erik. Sabía de su pasado y que para que Erik dijera algo así Greg tenía que ser realmente especial para él o...Erik estar muy borracho.
- Vamos a casa - se decantó por la segunda opción.
Iba a ir de nuevo hacia la salida cuando de repente se encontró con él.
Un chico de pelo muy ondulado de color rubio espiga, con pecas y una forma de vestir muy poco a la moda se encontraba en la puerta de la salida.
Esta vez sí que era Greg.
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