23. "Cagada monumental"
Esto no iba bien.
Greg llegó a tiempo al punto de encuentro y ya habían pasado 40 minutos sin que Erik se hubiera dignado a manifestar. Hacía bastante frío a esas horas de la noche, Greg se frotaba los brazos mientras daba vueltas en círculos y espiraba vaho por la boca. No quería marcharse con el pensamiento de que Erik lo había vuelto a dejar plantado así que esperaría un poco más.
De repente oyó un grito con su nombre. Pasos muy acelerados, alguien corriendo.
- ¡Greg, sube al coche!
El mencionado giró la cabeza de inmediato para ver de dónde provenía aquel ruido. Erik iba a toda velocidad corriendo calle abajo tropezando sin llegar a caerse y mirando de vez en cuando hacia atrás. No entendió de qué huía hasta que visualizó un todoterreno que iba chocando contra las papeleras y seguía una trayectoria en S por las curvas y la elevada velocidad para calles estrechas. Greg no sabía cómo reaccionar a ello hasta que Erik volvió a gritar su nombre.
- ¡Greg, coche negro, rápido!
Esta vez sí, se apresuró en buscar con la mirada el vehículo y corrió hacia él. Sorprendentemente estaba abierto. Greg cerró la puerta tras él y se asomó por la ventana esperando con inquietud.
Erik logró alcanzar el mismo coche y subió a toda prisa arrancando sin molestarse en respetar las normas básicas de seguridad como lo era ponerse el cinturón.
- Agárrate.
Fue todo lo que dijo cuando pisó gas para empezar a ganar ventaja sobre el vehículo que tenía detrás. Greg miraba por la ventana alarmado mientras se sujetaba de donde podía por las maniobras exageradas que Erik realizaba al conducir por los lugares más peligrosos con tal de despistar al enemigo.
- ¿Por qué te sigue? - preguntó Greg aun sabiendo que no era muy oportuno darle conversación en una situación tan crítica.
- Me encontré...con viejos amigos por el camino - giró bruscamente el volante en una curva.
Greg estuvo a punto de golpearse contra el cristal. Aunque no se hubiera dado cuenta, Erik lo miraba de vez en cuando con una preocupada expresión e irradiando culpabilidad.
El tremendo movimiento del coche no cesó hasta kilómetros después cuando lograron despistar al otro. Con la respiración aun agitada Erik tenía los brazos estirados sobre el volante y miraba a los retrovisores algo intranquilo.
- Creo que lo hemos perdido.
Por si acaso tenía que buscar un lugar más seguro y volvió a arrancar conduciendo con cautela para no levantar mucho escándalo. Llevó el coche por las calmadas calles del pueblo sin encender las luces y acabó aparcando en una zona arenosa entre otros vehículos.
- Nos quedaremos aquí por el momento.
Greg tenía una mano sobre el pecho y controlaba su agitada respiración. Luego miró al chico que tenía a su izquierda. Ya no sabía ni si preguntarle por lo que acababa de pasar.
- Antes de que digas nada, te pido disculpas por todo esto - habló Erik sin dignarse a mirarlo a la cara -. Te juro que no entraba en el plan.
"Pues cómo iría a entrar algo así en un plan donde se suponía que ibas a pasar una agradable noche con una persona increíble que por algún milagroso motivo acabó aceptando quedar contigo" Erik se imaginó a una persona con su cara sentada sobre su hombro. Se dio una palmada en la zona para hacerlo desaparecer y llamó la atención de Greg.
Greg no sabía qué responder a eso y rara vez se quedaba sin palabras.
"Si es que para qué haces nada, tenías que haberte quedado en casa golpeando el saco de arena destrozando lo que te queda de dedos" volvió a oír una voz en su cabeza. Se golpeó la frente para no seguir escuchando.
"No nos pagan para dar consejos a gente que no hace caso" habló una de las dos personas que volvieron a aparecer sobre cada hombro de Erik. "Vámonos de aquí".
Erik agitó su cabeza y se agarró del cabello cuando empezó a sentir punzadas de dolor. Entonces Greg lo agarró de un brazo.
- Erik, ya está, estamos bien los dos - murmuró.
Su tono de voz apaciguado y calmante hizo que Erik se olvidara del dolor por unas milésimas. Volvió a sentirlo con más fuerza luego, como si le estuvieran arrancando cada una de las conexiones de su cerebro.
- Erik, mírame - ordenó Greg agarrándole con fuerza la muñeca -. Todo está bien, ¿de acuerdo?
Erik apretó los dientes e intentó dejar la mente en blanco. Contuvo su fuerza en puños y luego los soltó. Miró a Greg. Sus ojos. Sus pecas. Sus rizos.
- Podrías haber avisado que irías a darte una vuelta antes de quedar pero ya no importa - concluyó Greg.
Se quedaron unos segundos mirándose a los ojos. Greg sonrió.
A Erik se le atenuó el dolor de cabeza y, frotándose el lateral del rostro con los dedos índice y corazón, sinceró una sonrisa de vuelta.
- No volverá a ocurrir.
Y de repente Erik se acordó de algo.
- Por cierto, te he traído una cosa - abrió la puerta del coche para asomarse a los asientos de atrás. Momentos después volvió al asiento del piloto. Llevaba un ramo de orquídeas de color magenta y blanco envuelto en una hermosa tela con estampados. El ramo estaba desastroso por el movimiento del coche y se notaba que incluso había llegado a caerse al suelo. Cuando Erik se dio cuenta de lo que estaba ofreciendo le dio algo de repugnancia -. Es...para ti, supongo.
Greg miró el ramo desconcertado y luego volvió a mirar a Erik. Entonces esbozó una sonrisa. Erik se sorprendió por la reacción y miró al chico quien acababa de tomar el ramo entre sus manos.
- Has comprado un ramo de novia - miró la etiqueta con una leve risa -. "Y fueron felices, y comieron perdices".
Erik no pudo evitar reírse también al darse cuenta de lo estúpido que era que ni siquiera se había fijado en detalles como esos.
- Es para que se lo lances a Hugo cuando esté en el altar en una ceremonia superpija - gestualizó el movimiento mirando hacia el parabrisas.
- Y Elmer me lo lanzará de vuelta para que no me meta con su novio - le siguió el juego.
- O marido - se encogió de hombros.
Greg sonrió volviendo a mirar el ramo.
- En realidad me encanta. Cuando me case querré flores así.
- Vaya... - Erik desvió la mirada -. Pues si vuelves a tu piso verás todo el pasillo repleto de las mismas. Nos podr... - fingió una tos -. Te podrías casar ahí y todo.
- Me lo pensaré - volvió a reír.
Hacía tanto tiempo que no veía la sonrisa de Greg que se sentía muy bendecido con esos momentos. Cuando despertó del trance donde se había quedado observando el inocente rostro del chico recordó que aun no habían cenado.
- Bueno, ¿salimos? ¿O prefieres cenar en el coche?
Greg miró por la ventana y luego se volvió a dirigir a Erik.
- Hace mucho frío fuera pero no deberíamos hacerlo en el coche de Asier. ¿Sabes dónde estamos al menos?
- Sí, está la playa al bajar las escaleras. Sé que te encanta el olor del mar.
Greg se ruborizó por el detalle y se olvidó del frío al instante.
- Podemos bajar entonces.
Estaban de acuerdo en ello, el plan era perfecto. Pero Greg se acordó de algo importante en cuanto vio a Erik saliendo del coche tras haber sacado las llaves.
- Oye, Erik, cuando estabas corriendo...¿estabas bien con ello? Después de lo que te pasó con la pierna...
- No la siento - respondió de inmediato dirigiéndose al maletero -. Es como si llevara una prótesis ahora mismo.
- Pero no es bueno que la fuerces. Podría ser algo grave... Y se me ha olvidado traerte una muleta - maldijo en voz baja.
- Estoy bien, de verdad - sacó un congelador y cerró el coche con llave -. Tampoco creo que vaya a pasar nada.
- Eres muy descuidado. No me gusta que pienses así - se interpuso en su camino -. ¿No entiendes que si es una fractura y no la inmovilizas te quedarás sin pierna para siempre?
El tono de Greg empezó a ganar esa molestia con la que tuvo que lidiar los últimos días. Erik se asustó un poco porque pudiera sacar el mal humor de Greg y decidió ceder.
- Está bien, ¿qué propones?
- Déjame llevar las cosas y ve con cuidado a mi lado sin dejar caer todo tu peso corporal sobre el hueso.
- Eh...vale - le entregó el congelador y se le acercó lo suficiente como para que Greg pudiera rodearle la cintura con el brazo que tenía libre -. ¿Estás seguro de esto?
Erik apoyó un brazo sobre su hombro e iba cojeando tal y como le indicó Greg.
- Así te sentirás mejor.
Le ayudó a bajar las escaleras y a sentarse con cuidado en un lugar cercano a la orilla. Estaban rodeados de acantilados y no había nadie a su alrededor a esas horas. Los únicos sonidos que se apreciaban eran las olas rompiendo contra las rocas. Era muy relajante y les recordaba los buenos momentos que pasaron juntos explorando acantilados. No había forma de que Greg continuara de mal humor.
Cenaron lo que Erik se había molestado en cocinar para los dos mientras se pusieron a recordar sus mejores aventuras. Tenían muchas ganas de volver a repetirlas... pero había muchas cosas nuevas que podían hacer aun y lugares por descubrir.
- ¿Querrías hacer ahora algo en concreto, rey? - preguntó Erik acostado sobre las piernas de Greg quien estaba aun terminando su refresco.
Greg se limpió los labios al acabar y dejó el vaso de plástico en la bolsa que prepararon para tirar.
- Después de todo lo que ya hemos hecho...me quedan pocas ideas.
- Yo propongo meternos en el agua.
- ¿Qué?
Erik se levantó y comenzó a quitarse la chaqueta. Iba totalmente en serio.
- Estás loco - afirmó Greg sin dejar de observar inocentemente su cuerpo perfectamente trabajado y tonificado bajo la camiseta que se estaba quitando ahora.
Erik dejó caer las prendas sobre el mantel que habían puesto en el suelo y se empezó a desabrochar el pantalón.
- Entonces voy solo. Te arrepentirás al volver a casa si no te metes.
- El agua debe de estar helada - volvió a argumentar sin levantarse del suelo.
El moreno ya estaba únicamente en bóxer y dando pequeños saltitos para entrar en calor.
- ¿Te quieres perder la emoción? Vamos - animó al chico -. Será rápido. Podemos pegarnos unas carreras y así ni te darás cuenta de la temperatura.
- Estamos en invierno, mañana estaremos resfriados.
- También dijiste que nos podríamos abrir el cráneo al tirarnos haciendo puenting.
- Jamás dije eso. Las medidas preventivas son suficientes para evitar desastres.
- Eso dicen de los condones y luego hay embarazos indeseados. Esas cosas no van conmigo. Lo mejor para evitar desastres es evitar meterse en problemas.
- Justo lo contrario a lo que estás haciendo.
- Exacto - le señaló con los dedos índices -. ¡A ver quien llega antes a la boya!
Dicho eso echó a correr hacia el agua zambulléndose con cabeza en cuanto hubo algo de profundidad.
Greg quiso detenerlo pero a Erik le entró por un oído y le salió por el otro.
- ¡Agh! ¡Te odio! - comenzó a desprenderse de su ropa también.
Erik le hacía señas para que lo siguiera desde una considerada distancia y Greg acabó siendo absorbido por la competencia.
Pero para qué negarlo, se lo pasó muy bien y llegó un momento en el que dejó de sentir el frío por el constante movimiento. Llegaron con Erik a la boya prácticamente al mismo tiempo. Sin embargo, para ese entonces ya no recordaban ni por qué estaban compitiendo.
Erik se apoyó en la boya atrayendo a Greg hacia su cuerpo.
- Hay mucha profundidad aquí, mi vida - usó de excusa al rodear la cintura de Greg con un brazo -. También he oído que hay seres marinos.
- ¿En serio? - Greg no se opuso al contacto -. ¿Qué hay?
Erik fingió estar recordándolo mientras se mantenía flotando mediante el movimiento de las piernas.
- Pues...langostas, pececillos... Ah, también hay algas.
Greg le golpeó el pecho suavemente con el ceño fruncido.
- Te había tomado en serio.
Erik rió y acabó pegándole la risa a Greg.
- Llevo desde el verano sin meterme a estas aguas - comentó Erik -. Teníamos que haber hecho esto mucho antes. Es genial.
Estaban demasiado cerca el uno del otro y, aunque Erik hubiera intentado sonar natural al hablar de cualquier tema, Greg lo miraba a los ojos desde apenas 20 cm de su rostro con todos los colores subiendo a sus mejillas.
- Si no hubieras tardado tanto en confiar en mí.
- Chico, tampoco te salvas - rió Erik -. ¿Qué es eso de sonreírme para hacer que me sienta mejor? Si estás enfadado conmigo pégame, no me opondré.
Greg no se lo pensó mucho a la hora de volver a golpearlo en el pecho apartándose esta vez un poco de él.
- ¡Eh! ¿Y ahora? - se quejó Erik encogido habiendo intentado amortiguar el golpe -. ¿Qué he hecho?
Greg echó a nadar de espaldas en dirección contraria a la boya.
- Estaba comprobando que fuera cierto lo que has dicho.
- Claro que lo es - chasqueó la lengua -. ¿Por quién me tomas?
- Por alguien que no conseguirá salir antes que yo del agua - dijo desafiante con cierta curvatura sobre sus labios.
- ¿Es un reto? - Erik se permitió devolverle la sonrisa provocativa.
Lo era, y la verdad era que los dos estaban deseando salir de las frígidas aguas del mar, así que tan solo necesitaron esa excusa. Los jóvenes tenían los labios azules, la piel pálida y las uñas también cubiertas por esos fríos tonos. Ya iba siendo hora de ir buscando un lugar templado.
Dando ágilmente largos pasos al encontrarse sobre la arena se apresuraron en localizar su ropa.
- No, Greg, espera - habló Erik con cierto temblor sobre su labio inferior -. Tengo una toalla en el coche y algunas prendas para secarnos.
Greg estaba dispuesto a secarse con su propia ropa en ese momento pero Erik lo detuvo indicando que recogieran rápidamente y subieran. El rubio acabó haciéndole caso y se dirigieron al coche.
- Ten - Erik le entregó la toalla -. Cámbiate en cuanto puedas. Yo me quedaré con esto... - sacó un albornoz mirándolo con una ceja arqueada -. Bueno, no está tan mal. Me gusta.
Habiéndose desprendido del bóxer y envuelto la cintura en una toalla, Greg se sentó dentro del coche para vestirse con el calor que desprendía el aire acondicionado. Erik también se encontraba completamente desnudo cuando se colocó el albornoz y se metió dentro.
- Puf... - suspiró colocando los brazos sobre el volante -. En realidad así tampoco se está tan mal. Podríamos irnos de fiesta con estas pintas.
Greg ya tenía puesto el pantalón y usaba la toalla para secarse el cabello.
- Vístete, anda... - murmuró el rubio con una sonrisa.
Erik tenía el albornoz abierto sobre la zona del pecho y lucía otra afable sonrisa mientras miraba a Greg de reojo. Se estiró un poco hacia el rubio tomándolo del mentón.
- Eh - bajó el tono de voz al cruzar miradas -, ¿y si nos saltamos la parte de "vestirnos"?
Greg volvió a bendecirlo con un leve sonrojo mientras miraba a Erik viendo claramente sus intenciones.
- ¿Por qué le tienes tan poco respeto al coche de Asier? Que si cenar dentro que si...eso.
- Vamos, no digo que hagamos nada, pero es muy agradable sentir el contraste entre el frescor del cuerpo y el aire templado.
- ¿Lo haces a menudo? - se interesó Greg.
- En casa a veces. Está guay, en serio, deberías probarlo.
Greg se quedó mirándolo mientras apartaba la toalla lentamente habiendo accedido como si fuera la idea más normal del mundo.
Erik no podía evitar observarlo con detenimiento, cosa que hizo incomodar a Greg.
- ¿Tienes que mirarme así?
Erik se dio cuenta de lo que estaba haciendo e instantáneamente se giró hacia la ventana cubriéndose el pecho con las solapas del albornoz.
- Perdona, tienes razón, tú mismo.
Greg apartó la toalla y la dejó en los asientos de atrás para que no molestara. Se quedó sin camiseta frente al aire acondicionado que, en ese momento, se encargaba de regular la temperatura del interior del vehículo. Erik no estaba seguro de que tuviera que voltearse aun pero fue girando poco a poco su cuerpo. En cuanto visualizó un poco las piernas de Greg, el rubio se encogió sobre su asiento de vuelta.
- ¿Estás entrando en calor ya? - preguntó Erik logrando ver el ruborizado rostro del chico.
Greg asintió desviando la mirada hacia el exterior del coche. Erik, desconcertado por aquella actitud tan repentina, estiró una mano para tocarle el hombro pero se retrajo en el último momento.
- Erik, ¿de verdad está bien que nos sigamos viendo? - lo sorprendió Greg al hablar primero.
- ¿Eh? Sí, no veo por qué no.
- Ya sabes... - intentó decirlo todo sin acabar la frase.
- Si es por Asier, no te preocupes - supuso -. Puedo lidiar con él.
Greg se dio la vuelta curioso ante aquella inesperada respuesta.
- ¿Qué pasa con Asier? ¿Está molesto conmigo? ¿Es por la relación que dijiste que hubo entre vosotros?
- No no - pretendió mentir Erik al percibir el nerviosismo del chico hasta que se dio cuenta de que volverían a encerrarse en un bucle tóxico si hacía eso -. Quiero decir...sí, no le agrada mucho la idea. Pero todo acabó hace tiempo, no hay que preocuparse por ello, en serio. ¿Quieres que juguemos al póker?
Greg no había quedado muy satisfecho con esa respuesta ya que le empezó a carcomer cierto sentimiento de culpa al estar en medio entre Erik y Asier. A pesar de que no tuvieran más que una relación de amistad actualmente, seguía siendo una sensación pésima.
- Mira, te voy a enseñar un truco - se ofreció Erik con la baraja ya entre las manos. Mezcló las cartas y colocó el montón delante del perdido Greg -. Corta donde quieras.
Greg obedeció separando el montón en dos partes y volvió a mirar a Erik en busca de algún tipo de evasión.
- Bien, coge una carta y no me enseñes cual es - Erik seguía concentrado en el truco -. Ponla aquí.
Volvió a barajar y sacó tres que repartió sobre los muslos de ambos chicos.
- Estas tres cartas te leerán el futuro - dijo pretendiendo sonar misterioso -. Una de ellas es la tuya, que te representará. Las demás formarán parte de la predicción.
Greg esperaba que simplemente adivinara su carta pero aquel giro en el truco realmente le llamó la atención.
- La primera carta indica tu futuro con respecto al dinero - levantó un 5 de espadas -. En principio estarás en el promedio pero cabe la posibilidad de que asciendas en tu oficio si luchas por ello.
- ¿Cómo sabes estas cosas? - se interesó mucho Greg.
- De cuando iba al casino con mi padre - sonrió levantando la segunda carta -. Mira, esta muestra claramente un regreso.
Greg se incorporó prestando más atención.
- El regreso de un hombre que estuvo pensando en ti. Pero mira qué coincidencia - levantó otra carta -. Tú tampoco lo has sacado de la cabeza.
- Esa no es mi cart...- Erik lo silenció poniendo un dedo sobre sus labios.
- Y no tenías ni la mínima sospecha de que fuera mutuo pero aquí están las cartas y te lo dicen muy claro. Él está aquí por ti.
Empezando a desconfiar de la certeza de aquel truco, Greg se apartó del moreno mirándolo con una ceja arqueada.
- ¿Te lo acabas de inventar?
- No, ¿por qué dices eso? - Erik tomó las tres cartas en abanico mostrándoselas a Greg mediante un movimiento de principiante, con el cual acabó dejando caer una de ellas.
Greg se cubrió la boca conteniendo una risa cuando Erik empezó a buscar la carta entre los asientos.
- Esto parecía más fácil desde el público - murmuró levantándose.
Cuando vio el divertido rostro de Greg sintió que había valido la pena igualmente. Guardó todas las cartas en el mismo mazo y las dejó en su correspondiente caja.
- Pero sabes, lo que he dicho es verdad - intentó excusar su falta de experiencia en adivinación -. Al menos lo del regreso.
- Para lo que has hecho se usan cartas del Tarot, no una baraja española - siguió riendo.
Erik no había llegado a caer en eso y, al volver a mirar la baraja de cartas, entendió el error de su predicción.
- Claro, era eso...
La risa de Greg acabó contagiando a Erik también y, sin darse cuenta, el tiempo se les pasó volando entre una cosa y otra.
- Prométeme que te harás hueco en tus entrenamientos para salir conmigo otra vez - Erik le tocó una mano con toda la naturalidad del mundo para evitar hacerle sentir incómodo.
- Podría escabullirme entre semana; es cuando acaban antes los entrenamientos - respondió sin haberle prestado atención a la mano.
Erik le sonrió entrelazando sus dedos con los de Greg. Esta vez, el rubio no pudo ignorar el contacto y sonrió en respuesta pero de forma mucho más tímida.
- Estaré esperando tu mensaje.
De algún modo, los dos estaban un poco tensos. Y es que cuando Greg percibió el rostro de Erik acercarse a él, fue cuando automáticamente interpuso una mano entre ellos.
- Espera, aún no.
El moreno estaba confuso con aquella situación y lo único que fue capaz de ver entre la comisura de los dedos de Greg fue al joven cerrando los ojos como si se estuviera mentalizando para algo.
- Tienes la mano fría - fue todo lo que Erik fue capaz de decir con una risa nerviosa para intentar romper el hielo.
Al cabo de unos segundos Erik sintió un cuerpo tomando asiento sobre sus muslos. Aunque no fuera capaz de ver lo que ocurría se sonrojó muy levemente con tan solo imaginárselo y su corazón aceleró a una velocidad preocupante. Tomó la mano que cubría su rostro para apartarla con cuidado y vio los bonitos ojos de Greg que luchaban por esconder su nerviosismo.
Greg no decía nada. Le estaba dando permiso con tan solo su mirada. Erik le acarició la parte lateral del cuello con mucha delicadeza y luego lo atrajo hacia sí cuando sintió que el chico se había relajado un poco besándole la mandíbula. Fue repartiendo besos por todo el lateral y Greg elevó los brazos tomando a Erik de la nuca. No podía evitar dejar caer los párpados y entreabrir los labios al disfrutar inconscientemente de los de Erik. Ninguno de los dos volvió a articular una sola palabra.
Erik bajó sus manos hasta la cintura de Greg, quien giró un poco la cabeza para besar a Erik en la boca movilizando los labios. El moreno lucía de su experiencia intensificando el contacto al estirar el cuello todo lo que podía como si pudiera fusionar su rostro con el de Greg. Cuando percibió la boca del chico lo suficientemente abierta, introdujo su lengua para alcanzar la ajena.
Los pies de Greg se movían por la excitación del momento y estiraba las puntas. Al cabo de un rato dejaron de besarse de forma tan apasionada y, sin alejarse el uno del otro, juntaron sus frentes y se quedaron observando los labios opuestos mientras intercambiaban sus alientos. Greg le repasó el labio inferior a Erik con el pulgar y besó únicamente el superior de forma muy lenta.
Los corazones de los dos chicos iban a mil. Por unos segundos fue como si el mundo hubiera desaparecido para ellos, pero acabó en el momento en el que percibieron unas luces en el exterior del vehículo.
No estaban solos.
- Deberíamos volver a casa - propuso Erik aún sin dejar ir a Greg -. Pero tenemos pendiente otra cita, no te olvides.
Greg se sonrojó aún conteniendo la emoción que luchaba por salir de su pecho sin saber que Erik se encontraba del mismo modo y volvió a su asiento.
Greg se quedó aquella noche en su propio piso habiéndose puesto una alarma temprana para volver a la residencia de su entrenador a la mañana siguiente. Esta vez sí que no pudo evitar sonreír y cuando se acostó hundió el rostro en la almohada. Sacó el móvil y le dio las buenas noches a Erik. Sin esperar respuesta se dejó caer en los brazos de Morfeo con aquellas ansias de volver a ver pronto el rostro del causante de su pequeña felicidad.
Erik volvió a su piso. Estaba igual o incluso puede que más feliz que Greg por aquella noche. No se podía creer que hubieran llegado a reconciliarse finalmente y que hubieran fechado otra salida. Echaba muchísimo de menos esto.
Cuando fue a sacar las llaves de la puerta, se le cayó un trozo de papel del bolsillo. Y no fue hasta que lo abrió y volvió a ver la lista que se había escrito el día anterior que entendió que acababa de hacer algo horrible.
Tenía que haberla vuelto a repasar horas antes.
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