20. "7, 8, se acabó el tiempo"
- Bueno, ¿y qué hacemos ahora?
- Dínoslo tú, Asier.
El pelirrojo estaba tumbado sobre el sofá con las piernas en alto sobre el respaldo y dejando su cabeza colgando. El resto de su grupo de "justicieros" lo acompañaban en la decadencia dispersos por el salón; Iván se balanceaba sobre las patas traseras de una silla mientras hacía florituras con las cartas de póker, Sam estaba acostado en el suelo leyendo un libro, Benny escuchaba música desde el otro lado del sofá donde se encontraba Asier, Andy ocupaba el sillón de piernas cruzadas y con su portátil apoyado sobre las mismas y, por último, Lucas admiraba cada uno de sus amuletos apoyado contra uno de los laterales del mismo sillón.
Asier suspiraba con pesadez mirando la pantalla del móvil que sostenía sobre su rostro.
- Qué aburrimiento... - Iván tomó una de las cartas, cerró un ojo apuntando hacia la pared y lanzó con mucha fuerza y precisión agrietando el gotelé -. ¿No hay nadie haciéndole trastadas a su vecino o algo de eso? ¿La ciudad se ha vuelto perfecta?
- No lo sé - respondió Asier escribiendo mensajes a algunos de sus compañeros de otra zona.
- Qué asco da la paz - musitó Iván lanzando otra carta esta vez apuntando al pelo de Andy cortando un mechón al pasar por al lado y clavándose en el respaldo del sillón.
El albino no se movió cuando sintió cómo se le desprendían unos cabellos pero levantó instantáneamente la mirada. Unos ojos asesinos atravesaron a Iván quien se había dado la vuelta fingiendo naturalidad. Sin pensárselo dos veces, agarró la carta que tenía detrás de la cabeza y la devolvió con el doble de velocidad, fuerza y una extrema precisión cortándole la parte de arriba de su tupé.
Iván, sorprendido por el repentino ataque, lo primero que hizo fue llevarse los manos al cabello y pegar un chillido. A Asier se le cayó el móvil sobre la cara del susto.
Iván cogió varias cartas en cada mano y las disparó seguidas todas apuntando a Andy. El albino cerró el portátil con decisión, se levantó y las recibió ágilmente entre sus dedos.
Iván frunció el ceño y apretó las que le quedaban de la baraja.
- ¿Qué eres? ¡¿Un monstruo?!
- ¿Qué está pasando? - se levantó Asier alarmado por tanto barullo.
Andy juntó todas las cartas en un movimiento y las rompió como si no le supusiera ningún esfuerzo lanzándolas a los lados.
- Son tuyas, recógelas - dijo sin ánimo en el tono de voz y con aquel aura de desprecio.
Iván se vio muy irritado por aquel gesto que se levantó encarando a Andy.
- ¡Que te lo has creído! - rió secamente.
- Oye, oye - Asier estiró los brazos interponiéndose entre ellos -. ¿Así es como calmáis el aburrimiento?
- Aparta, Zanahorio - soltó Andy.
Asier se sintió ofendido pero cerró los ojos practicando autocontrol.
- No hasta que os sentéis.
Ninguno de los otros dos hizo caso. Iván volvió a lanzarle dos cartas a Andy logrando un efecto que evitara darle a Asier.
- Toma esta, abuelo - dijo.
Pero como si hubiera salido de la nada, Lucas fue quien detuvo ese ataque esta vez desviando las cartas con dos golpes exactos.
Una de ellas le dio a Asier en el brazo sin apenas potencia alguna. El pelirrojo vio cómo el objeto caía al suelo y levantó la mirada hacia Iván con una expresión seria.
- ¿Ya? ¿Has terminado?
Iván se había quedado quieto viendo cómo se desviaba la trayectoria de su tiro pero recuperó la compostura.
- Me debes una pelea en condiciones - se señaló los ojos con el dedo índice y corazón y luego apuntó a Andy.
- Tsk... - el albino chasqueó la lengua y les dio la espalda -. Lucas, coge mis cosas.
- Sí, sí, escóndete tras ese armario - vaciló Iván.
Lucas ignoró aquellas palabras y se sintió más atemorizado por lo que podría pasarle con Andy si no le hacía caso que por las infantiles palabras de Iván. Tomó el portátil y los accesorios que había a su alrededor y siguió al albino hasta su cuarto.
Iván hizo una burla como si fuera un niño y rodó los ojos.
- ¿Qué coño, Iván? - preguntó Asier quien aún se encontraba en medio de todo el salón.
- No me cae bien ese tipo - fue todo lo que dijo cuando recogió sus cartas y se dirigió hacia fuera -. Disfruten de la velada.
Asier, con la ceja arqueada y las manos en interrogación por todo lo que acababa de suceder, se quedó mirando a Iván hasta perderlo de vista y entonces se tomó de la cabeza y se dejó caer de vuelta al sofá. No se había dado ni cuenta de cuándo Benny había dejado la sala pero seguro que fue cuando aquellos dos comenzaron la pelea. Sam era el único que aún quedaba en la habitación y ya se encontraba recogiendo los pedacitos de carta que había en el suelo.
- Samir, no te molestes en quitar su basura - dijo Asier intentando sonar relajado.
El más joven del grupo ya tenía los papeles en su mano así que no iría a dejarlos de nuevo en el suelo.
- No es problema, Asier.
El pelirrojo hizo ademán de indiferencia y volvió a prender su móvil.
- Ni yo consigo sacar a Andy de sus casillas y mira que lo he intentado - murmuró -. Iván debe de tener el don de irritar hasta a las piedras.
Sam tiró los papeles a la basura y volvió a mirar a Asier curioso.
- ¿Por qué querrías hacer eso?
Asier soltó una risa y abrió un chat.
- Porque cuando se enfada es la polla. No hay más.
Sam pudo suponer a qué se refería pero aún así no llegó a comprenderlo del todo.
- ¿Por qué no participa en las misiones entonces?
- Parece que no tiene motivos suficientes para pelear. Tampoco entiende el concepto de "equipo". Lo único que sé es que con él puedo estar seguro de que no nos a acabará arrastrando a su miseria porque nunca cae.
Sam ya había cometido numerosos errores en sus salidas y se sintió culpable por ello de repente.
- Lo siento, Asier - se disculpó realmente arrepentido juntando las manos tímidamente -. No sé porqué insistes tanto en que me quedé con vosotros.
Asier giró la cabeza sin llegar a mirarle y respondió:
- Erik te ha visto algo, confío en su decisión.
Sam frunció los labios nervioso y dio unos pasos para acabar en el campo de visión del pelirrojo.
- ¿Y si...os decepciono?
Asier levantó un brazo para reposarlo sobre el respaldo del sofá y cruzó ampliamente una pierna sobre la otra.
- ¿Por qué crees que no vamos a ninguna misión? - cuestionó.
Sam dio algunos pasos más hacia Asier y acabó sentándose en el lado opuesto del sofá, donde anteriormente se encontraba Benny.
- ¿Sin Erik solo hemos salido ilesos de la mitad?
- Ni Erik ni Andy ni tú estáis haciendo algo. Y Lucas últimamente recibe demasiadas órdenes de Andy que nos perjudican a los demás. Somos dos luchando y luego está Benny despejando el camino. A no ser que nos salga alguna misión de grado D o inferior no vale la pena intentarlo siquiera.
- ¿Cómo está Erik? ¿Has hablado con él? - se interesó.
Asier desbloqueó el móvil con la mano izquierda que tenía libre y entró en el chat de Erik.
- No recibe mis mensajes así que seguramente tenga el móvil apagado. Iré a verlo ahora.
Era muy tarde ya pero Asier sabía que Erik no se acostaba a esas horas nunca. Tenía un horario de sueño correcto pero aún quedaba tiempo para pillarlo durmiendo.
- Bueno - Asier se golpeó los muslos con ambas manos y seguidamente se levantó del sofá haciendo que Sam imitará inconscientemente su movimiento -, creo que voy a ir tirando.
- ¿Quieres que te prepare algo? - se apresuró en preguntar.
- No es necesario - sonrió de forma ladeada -. Pero gracias, Samir.
Asier le iba a tocar la cabeza al chico pero al levantar la mano vio cómo desviaba la mirada con una leve sonrisa triste.
- Nos...vemos entonces - volvió a hablar llamando la atención de Sam.
Ya estaba calzado así que salió de ahí en cuanto agarró una chaqueta, la cartera y las llaves del coche.
***
Erik estaba acostado sobre su cama observando sus dañadas manos cuando sonó su teléfono. Lo alcanzó sin cambiar de postura y contestó sin mirar quién lo llamaba.
- ¿Diga...? - dijo con un tono agotado.
- Quítale el cerrojo a la puerta, tío, y ábreme.
Erik cerró un ojo intentando reconocer la voz hasta que el timbre comenzó a sonar. En realidad ya llevaba un rato sonando pero Erik no se había dado cuenta de ello. Se levantó con dificultad al apoyar las manos sobre el colchón y se dirigió a la salida. Utilizó la mirilla para ver el rostro del visitante pero estaba oscuro fuera y aquella persona no había encendido las luces del pasillo. Erik le quitó el seguro a la puerta y abrió. Ahí estaba aquel chico pelirrojo de cabello muy corto y camiseta ajustada que le resaltaba su vasto pecho y realzaba sus trabajados músculos.
- Asier, ¿por qué has venido...?
- Pensé que estarías muerto - se abrió paso para entrar en el piso echando a Erik a un lado -. He traído provisiones varias y más pastillas.
Erik cerró la puerta y siguió al otro chico en silencio analizando todo lo que éste comenzaba a sacar de su mochila.
- No sé por qué me preocupo tanto por ti siquiera - bufó -. Estás en la mierda.
- Ya, ni me lo recuerdes...
Asier sacó una pastilla de cada recipiente y se las entregó todas a su compañero junto a un vaso de agua.
- ¿Cuántas?
- 4 de 8.
Asier miró hacia el suelo llevándose una mano a la frente.
- Con razón luces fatal. No duermes, ¿verdad?
- Apenas puedo pegar ojo - tomó el vaso y se lanzó las pastillas a la boca de una sola vez -. Y tengo cambios de humor muy repentinos últimamente, por no hablar de los movimientos involuntarios.
- ¿Y cómo vas con lo de Greg?
- Me duele mucho la cabeza y dudo que sea por él.
Asier suspiró dándole otra pastilla adicional. Erik lo miró extrañado y dudó a la hora de cogerla.
- ¿Qué es esto? - cuestionó Erik observándola -. ¿Otra más?
- Te dijeron que la tomaras cuando la mitad de las tuyas comenzara a perder efecto.
- ¿Me va...a ayudar? - preguntó inseguro.
Asier tardó unos segundos en responder.
- Esperemos - dijo.
Erik miró a su compañero como si se le fueran entumeciendo los colores y evitó hacer una segunda pregunta cuando divisó la forma en la que Asier le daba la espalda.
- Haz el favor de tomártela - murmuró en un tono muy bajo con la cabeza agachada y una mano sobre la mesa.
Erik permaneció en silencio. Si alguien había estado a su lado todos estos años conociendo su estado era Asier y no había razón para desconfiar de él si creía que estaba tomando la decisión correcta. Observó la pastilla una vez más y estuvo a punto de ponérsela sobre la lengua cuando su teléfono volvió a sonar. Giró su cabeza en aquella dirección al igual que Asier.
- Voy a cogerlo - dejó la pastilla y el vaso de agua sobre la mesa y caminó hacia su cuarto.
Asier procuró decirle algo pero no alcanzó a Erik perdiéndolo de vista.
- ¿Sí? - preguntó cogiendo el teléfono.
- Anda, ya funciona - respondió la voz del otro lado de la línea.
- ¿Quién es?
- Estoy ya en el portal. Sólo quería asegurarme de que siguieras despierto.
Erik se frotó la frente arqueando las cejas.
- ¿Quién está llamando? - volvió a preguntar.
- Tío, que soy yo, estoy subiendo.
Erik empezó a oír unos pitidos y apartó el móvil de la oreja.
- Qué raro... Sonaba como Asier - murmuró.
- ¿Quién sonaba como yo?
El pelirrojo estaba apoyado en el marco del cuarto de Erik con un brazo sobre la cintura y el otro sujetando el vaso de agua.
Erik dejó el móvil sobre el escritorio y volvió hacia su amigo tomando el vaso de su mano provocando un ligero roce. El otro también le dio la pastilla y Erik tardó en cogerla habiéndose distraído con la mirada de Asier.
- ¿Pasa algo? - le preguntó el pelirrojo.
Sus ojos lucían apagados y muy distantes. Sus expresiones faciales eran muy diferentes y no lo había visto sonreír aún ni una sola vez desde que cruzó aquella puerta.
- No, no es nada - se metió la pastilla en la boca y sintió cómo la mano de Asier le ayudaba a levantar el vaso para beber agua.
¿Realmente iría a hacerle algún bien aquella pastilla?
Cuando tragó, Asier sonrió y le tocó el hombro a Erik.
- No fue difícil. Verás como todo irá a mejor.
Erik fingió una sonrisa recíproca y dejó el vaso en el escritorio.
Asier se dio la vuelta y continuó hablando de espaldas al moreno.
- ¿Quieres hacer algo antes de que me vaya?
Erik lo fue siguiendo conforme salía por el pasillo pero a paso mucho más lento que el otro hombre. Se metió los dedos en la boca y se sacó la pastilla de debajo de la lengua.
- ¿Tienes alguna idea? - le preguntó limpiando a continuación cualquier resto de la pastilla que pudiera haber quedado en su saliva.
- Realmente no me import-...
En ese momento Asier se dio la vuelta viendo lo que estaba haciendo Erik e identificando inmediatamente la pastilla en su mano. Cambió esa extraña sonrisa de sus labios a por una expresión de molestia.
- ¿Por qué...no la has tragado?
Erik se miró la mano y cuando levantó la mirada ya pudo ver cómo el pelirrojo se abalanzó sobre él. A Erik se le cayó la pastilla de la mano cuando Asier lo estampó contra una pared.
- Agh... - se quejó habiendo intentado amortiguar el golpe sujetándolo de los brazos.
- ¿Es que quieres morir? - cuestionó enfurecido.
- No...
Asier lo presionaba fuertemente contra la pared e incluso había llegado a elevarlo unos centímetros del suelo. Por el ruido que llegaron a hacer en muy poco tiempo no oyeron las llaves que abrieron la puerta del piso y Erik se sintió liberado del agarre enseguida. Asier fue bruscamente apartado del moreno y perdió ligeramente el equilibrio.
Cuando Erik se dio cuenta, Asier estaba tirado en el suelo con alguien encima que no logró ver con claridad.
Un golpe tras otro. Asier recibió varios puñetazos seguidos pero luego logró darle la vuelta al contador empujando con fuerza al desconocido quien cayó cerca de Erik. Entonces el moreno pudo reconocer su rostro.
- ¿Asier...?
Tenía el mismo corte de pelo que el otro chico, el mismo cuerpo, el mismo estilo de ropa. Su rostro expresaba un ligero dolor pero se levantó volviendo a por el otro.
¿Dos Asier? Erik se estaba volviendo loco. Ya veía doble. ¿Tenía visiones?
Los chicos peleaban y parecían tener un nivel de fuerza muy igualado porque iban invirtiendo posiciones constantemente y ninguno ganaba una clara ventaja sobre el otro. Si uno de ellos no era Asier, Erik era el único que podía marcar la diferencia. Hizo el esfuerzo de levantarse y lentamente fue a su cuarto para no llamar la atención. Agarró rápidamente una pistola de su cajón y no dudó en salir apuntando a uno de ellos. Cuando se dieron cuenta de que estaban siendo amenazados detuvieron la pelea mirando a Erik a la vez.
- ¡Rápido, dispárale! - gritó el que no llevaba chaqueta puesta -. ¡Es un impost-!
No le dejó acabar la frase dándole en la pierna con dos tiros seguidos. En cuanto el otro Asier se alejó un poco del que estaba sangrando Erik le volvió a disparar en el brazo y estaba dispuesto a presionar de nuevo cuando Asier levantó una mano indicando que se detuviera.
- Es suficiente, Erik.
No necesitó más que oír su voz para detenerse. No se había equivocado al elegir.
Asier agarró al otro chico y cuando lo elevó lo suficiente como para mirarle a los ojos preguntó.
- ¿Qué querías de Erik?
Erik seguía manteniendo la pistola en alto con una mano mientras acortaba la distancia entre ellos.
- ¡¿Qué coño haces aquí y por qué atacabas a Erik con mi apariencia?! - agitó al herido.
Viendo que el otro no tenía intención alguna de abrir la boca Asier volvió a golpearle en la cara dejándolo en el suelo esta vez.
Se levantó dándole una patada en el estómago y le pisó los testículos.
- Sinceramente no me importa quién seas porque no saldrás vivo de aquí como no hables.
El hombre emitió quejidos de dolor intentando encogerse pero Asier presionó aún más y luego golpeó su mandíbula haciéndole levantar la cabeza.
- Te estoy hablando, hijo de la gran puta - lo presionó con el pie contra el pecho -. Te doy diez segundos para contar lo que ha pasado o despídete del pescuezo - le sacó un cuchillo Bowie con el que jugueteó demostrando perfecto dominio.
El hombre vaciló unos segundos y acabó negando con la cabeza sin borrar una estúpida sonrisa del rostro. Asier no llegó ni al 8 cuando lo agarró del escaso cabello tirando hacia arriba y pasando ágilmente el cuchillo de forma que le desgarrara la garganta. La sangre que salpicó le manchó la ropa a Asier y poco a poco sobre el suelo se fue expandiendo un gran charco. Asier dejó caer el cuerpo salpicando a Erik también por el impacto. Se quedó unos momentos mirando el cadáver, se agachó para limpiarse el arma contra su camiseta y se la guardó de vuelta en el lateral de su pantalón. Cuando miró a Erik éste ya había bajado la pistola y lucía un rostro de no haber visto la luz del sol en años.
- Erik...
El moreno se fijó en la pastilla que seguía tirada en el suelo y se inclinó para recogerla. Asier no despegó la mirada de los movimientos de su compañero.
- ¿Qué es?
Erik extendió la mano para mostrárselo.
- Pretendía hacerme tomarla.
Asier cogió la pastilla aún algo húmeda y la observó de cerca.
- Se la mandaré a Benny para que la analice; no podemos fiarnos de ningún envoltorio que la contuviera.
- Está bien.
- Dejando esto a parte, ¿cómo te encuentras? - se dirigió al cuarto de Erik para cogerle una funda de plástico de uno de los cajones.
Erik, desde sus espaldas, se cruzó de brazos y contestó:
- La mitad de las pastillas que tomo han perdido efecto. No me queda mucho.
- Temía que dijeras eso - se guardó la funda plegada en el bolsillo trasero del pantalón.
- Recuerdas la promesa, ¿verdad?
Asier apretó los puños y frunció los labios dando suaves golpecitos contra el escritorio.
- Sí...Ahí está.
Hicieron una promesa el primer año que se conocieron y probablemente fuera lo peor de su relación, lo que más carga les supusiera.
- Entonces te pediré un poco más de tiempo - solicitó Erik -. Puedo aguantar.
- ¿Por qué quieres hacerlo? - Asier mostró una expresión seria pero preocupada.
Si Erik no había perdido totalmente el control de su cuerpo no era ni más ni menos que gracias a una fuerte motivación.
- Tengo...que verlo. Al menos una vez más.
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