18. "El olfato no engaña"
No podía haber sido una coincidencia que todos los problemas que había dado Jake en las últimas semanas casualmente marcaran el tiempo que llevaba hablando con ese tal Ramón. No era una coincidencia que el hombre que estaba en ese preciso momento al otro lado de la línea del teléfono que Hugo sujetaba en su mano con cierto temblor se llamara igual que aquel que le destruyó la vida a su familia.
- ¿Hugo? - preguntó por él dando por hecho que fue quien lo había llamado.
Hugo no sabía cómo reaccionar. Hasta entonces se había olvidado ya de la existencia de esa persona ya que desde el aviso de su madre no se había manifestado hasta más de un mes después. ¿Había estado tan cerca de él todo el tiempo? ¿Se estaba relacionando con alguien más a parte de Jake de sus círculos más cercanos?
- ¿Estás bien? - se preocupó Elmer al no escuchar una palabra de su prometido en respuesta a la llamada -. Ey...
Hugo no reaccionó hasta que sintió cómo el castaño le agitó el hombro. Lo miró de golpe con una expresión atemorizada y, antes de decirle nada sobre Ramón, se acordó de que no le había hablado nunca sobre él.
- Eh, sí, perdón - rodó los ojos con una falsa sonrisa -. No es nada.
Miró la pantalla del teléfono otra vez. La llamada seguía abierta y no era capaz de articular una palabra. Lentamente llevó el dispositivo a su oreja y tragó saliva con dificultad.
- Sé que me estás escuchando, Hugo - volvió a hablar el hombre -. Y supongo que sabrás quien soy, a estas alturas.
Hugo miró de reojo a Jake quien seguía pataleando y complicándole las cosas a Elmer. Era impresionante cómo el castaño se las apañaba para sujetarlo con tan solo cinco dedos.
- Por lo poco que puedo oír en respuesta deduzco que no tienes especial interés en llevar una conversación civilizada conmigo - continuó sin modular el tono de voz como si ya hubiera ensayado esa charla de antemano. Hugo volvió a centrarse en la llamada -. ¿Preferirías hablar en persona? - dejó un breve espacio de tiempo por si recibía alguna señal que le indicara negación. Para cuando se dio cuenta de lo que se refería, a Hugo casi se le cae el teléfono de las manos. ¿Cómo que hablar en persona? -. Perdona, no era una pregunta - carraspeó -. Nos vemos entonces.
Antes de que el chico pudiera dar su opinión al respecto, incluso sin tener muy claro qué era lo que quería decir, Ramón ya había colgado.
- ¿A eso lo llama quedar con alguien? - preguntó Elmer habiendo oído sus palabras mientras luchaba por mantener quieto a Jake.
El teléfono no estaba en altavoz pero a Hugo ya no le sorprendía el desarrollado oído de Elmer.
- No...voy a quedar con él - contestó bajando la mirada y dándose la vuelta.
Acceder a quedar con Ramón era de locos. Jamás se le ocurriría seguirle la corriente a aquel maníaco. ¿Qué demonios le había hecho a Jake?
Apretaba el teléfono con fuerza entre sus dos manos sin apartar la mirada de la pantalla que indicaba la finalización de la llamada.
No podía ceder ante él.
Elmer acabó bajando a Jake cuando las cosas se tranquilizaron y el pequeño aprovechó para salir corriendo de la habitación a cualquier otro lugar donde poder estar solo. El castaño no se molestó en detenerlo, sino por el contrario, se quedó quieto en el mismo sitio escuchando la respiración de Hugo para saber con exactitud dónde se encontraba. Sin embargo, no se acercó a él.
- ¿Quieres que vayamos juntos...?
- No - contestó Hugo al instante de haber oído la pregunta -. No irá nadie.
A Elmer le sorprendió la rapidez con la que había respondido con las ideas aparentemente muy claras.
- Hablaremos con él por teléfono - volteó hacia su prometido con el semblante tremendamente serio y decidido -. Hasta que resuelva el tema no permitas que Jake salga de casa.
- ¿Qué estás diciendo? - Elmer arqueó una ceja -. ¿Eso es necesario?
- Sí, no sabemos qué relación tiene con Jake en persona y cabe la posibilidad de que se vean fuera también. ¡Ya has visto lo que le ha hecho! - extendió los brazos.
- Creo que estás exagerando. Tal vez sea una mala racha que tenga. No digo que ese Ramón no tenga nada que ver pero encerrarlo por seguridad no lo veo plausible.
Hugo frunció el ceño y apretó los puños. Él estaba muy seguro de que estaba en lo correcto pero no quería que Elmer se preocupara de más por los asuntos de Ramón ya que podría acabar muy profundamente involucrado en el tema, más de lo que ya debía de estar.
- Está bien - aceptó finalmente entre dientes -. Puede ir a la escuela. Lo acompaño yo igualmente así que no habrá problema.
Tenía miedo. No sabía qué era lo que Ramón quería de él pero si era el padre de Lorenz no podría ser nada bueno. Lorenz acabó con Brad y estuvo a punto de matar a Elmer también por haberse involucrado en sus asuntos. Por el momento solo Hugo y su madre sabían lo que estaba ocurriendo pero todos los que se encontraban a su alrededor corrían un tremendo peligro.
Hugo necesitaba contactar con Eyre urgentemente. Ella ya debía de haber regresado hacía tiempo a España así que no debía de haber problemas como la última vez que intentó verla. De todos modos lo primero que hizo fue llamarla por teléfono una vez fuera del piso para que Elmer no escuchara su conversación. Iba de camino a su universidad mientras esperaba a que le cogieran la llamada. Esos pitidos infernales no hacían más que ponerle nervioso. Caminaba mirando hacia atrás de vez en cuando por esa horrible sensación de que alguien lo estuviera siguiendo que no le dejaba pensar con claridad.
- Vamos, cógelo... - murmuró impaciente por la prolongada espera.
Ya se estaba acercando al recinto y como no recibiera una respuesta en los próximos 30 segundos tendría que aplazar unas horas la llamada. No era que pudiera pasar algo en ese tiempo pero tampoco había garantía alguna de que ocurriese lo contrario.
Pasaron esos segundos y Hugo dio por perdidas las esperanzas colgando la llamada. Lo volvería a intentar más tarde.
Como era usual, llegaba al aula de clase tan solo un par de minutos antes para evitar tener ningún contacto extra con los profesores; lo justo para mezclarse con la muchedumbre y tomar asiento en las filas del medio. A partir de ahí estaba a salvo. Tenía amigos con los que pasar el tiempo que le quedaba de las clases e intermedios y rara vez solía encontrarse sin compañía. No había rumores sobre el pasado de Hugo ni nada por el estilo ya que él era de los pocos que consiguió entrar en la carrera de medicina, y los que entraron con él incluso llegaron a entablar una buena relación entre ellos. Los verdaderos inconvenientes llegaban ahora.
- Hugo Chance, quédese cinco minutos que tenemos que hablar.
Los compañeros de Hugo se despedían de él permitiéndole quedarse el tiempo solicitado por el profesor. Él les intentó decir que no se fueran pero quién se opondría a una jerarquía dominante.
- Esto... perdone pero tengo mucha prisa hoy - Hugo sonrió nervioso señalado la salida con el pulgar mientras intentaba escaquearse sutilmente de la petición de su profesor -. Mi hijo, mi mujer... - se señaló el dedo anular -. Estoy prometido...
El profesor de mediana edad, se encontraba de pie e iba avanzando hacia el chico lentamente mientras escuchaba sus excusas. Hugo caminaba de la misma forma hacia la puerta.
- ¿Pretendes evitar nuestra conversación? - dijo en un tono serio.
Sin darse cuenta de por dónde iba, Hugo se chocó con una esquina.
- Auch... - se quejó en voz baja -. No, de verdad que tengo prisa.
- Siempre la tienes - repuso ya a tan solo dos pasos del joven.
Hugo intentó mirar hacia atrás para encontrar la salida pero antes de que se percatara ya había sido acorralado contra una pared. Ahogó un grito del susto.
- Eh...¿De qué quería hablar? - se fue deslizando hacia abajo para escapar del kabe-don.
El hombre, de cabello claro y alisado hacia los lados, bajó uno de los brazos para impedírselo.
- Me estás evitando. No entiendo por qué me rechazas cuando estoy siendo tan considerado.
Con la mano izquierda le fue bajando la cremallera de la chaqueta y la tensión que Hugo comenzaba a sentir se podía a notar a kilómetros. Levantó una mano para detener sin mucha fuerza la del profesor.
- Puede que no me guste pasar tiempo extra en clase... - lo dejó caer sin ninguna indirecta.
El profesor se deshizo del contacto de Hugo para pasar a una acción más brusca y colocarle la rodilla entre las piernas mientras consumía todo el espacio que quedaba entre ellos rodeándole la cintura con una mano y bajándole agresivamente la chaqueta con la otra.
- Ugh... - se quejó sin decir nada en contra.
- Has bajado mucho tu rendimiento estas últimas semanas - insinuó -. Tu curso peligra en mis materias.
Así de fácil era amenazar a un alumno que valoraba su tercer año de carrera. No podía protestar contra aquel abuso cuando le recordaban que no tenía otra opción mas que ofrecerse a libre disposición. Era inútil intentar resistirse...pero aún así Hugo no se rendía en proteger la poca dignidad que aún conservaba.
- Por favor, pare - Hugo miró hacia otro lado para evitar que los labios del mayor tocaran su rostro -. ¿Y si entra alguien?
- No te preocupes por eso - le lamió el lóbulo de la oreja. Hugo no podría sentirse más asqueado pero se contuvo para no hacer alguna mueca que lo descubriese.
Le comenzó a succionar el cuello, motivo por el cual Hugo volvía con marcas nuevas cada día. Era horrible. Deseaba que la tierra lo tragase y lo devolviera cubierto en moho o algo que le hiciera sentir repulsión a aquel acosador.
Sin ningún tipo de piedad le estiró la camiseta con tal de llegar más lejos sin necesidad de quitársela. Hugo ya había perdido la cuenta de las prendas a las que había tenido que darles un uso distinto por el estropicio. Forcejeó sutilmente para minimizar los daños hasta que vio vía libre para huir en el momento en el que el hombre apartó un brazo para deshacerse la corbata. Con un rápido movimiento se soltó del agarre y avanzó hacia la puerta.
- ¡Eh!
Hugo se abrió pasó y se colocó en el marco.
- Lo siento, me he olvidado que solo yo tengo las llaves de casa y seguramente mi mujer esté esperando en la puerta - soltó de forma rápida con una mano ya tirando del pomo.
No había otra forma de escapar de una situación como aquella que hacerlo rápido antes de que el otro pudiera darse cuenta siquiera de lo que había pasado.
- Lo siento muchísimo - volvió a decir Hugo y cerró la puerta justo antes de que el profesor se consiguiera acercar.
Acto seguido salió corriendo mientras se colocaba bien la mochila, y en ningún momento se paró a mirar hacia atrás. Wow, tenía un suspenso bien asegurado en bioquímica y síntesis, ambas asignaturas impartidas por aquel profesor. Tal vez pudiera compensarlo con trabajos. Le escribiría otra nota de disculpa, un correo electrónico o algo, pero no podía seguir soportando aquellos tratos. Solo le quedaba cruzar los dedos para que ese plan tan simple funcionara.
Hugo sabía perfectamente que en realidad sería una pérdida de tiempo eso de intentar razonar.
Esperando el autobús de vuelta volvió a marcar el número de Eyre sin obtener un resultado distinto al anterior. Claramente le dio varias oportunidades hasta regresar a casa donde abandonó la misión.
Jake estaba insufrible y a Elmer le quedaba nada para perder la cabeza con ese chico. Se autocontrolaba para no irritar aún más al niño pero sus nervios tenían cierto límite.
En el momento en el que Hugo puso un pie en su domicilio se vio de repente abrazado por su prometido.
- E-Elmer...¿Estás bien? - le correspondió sorprendido al abrazo.
- Me alegra tanto que hayas vuelto...
Al principio Hugo no fue capaz de comprender la situación y se limitó a seguirle la corriente.
- Yo...me alegro de volver a verte también. ¿Ha...pasado algo?
Elmer se separó lentamente acariciándole la cintura con la mirada baja. Quería evadirse del mundo por unos segundos y sentir el contacto físico y emocional de su chico. Sin embargo se decantó por ser más comprensivo hacia el que acababa de llegar a casa.
- ¿A qué hueles?
La repentina pregunta le dio de lleno en la cara a Hugo. Pronto reaccionó y se olisqueó la ropa.
- ¿Huelo mal?
- No, no - contradijo Elmer deteniéndolo -. Hueles bien pero...
¡El profesor! No podía ser. Seguro que se había dado cuenta de que algo iba mal. Hugo se puso nervioso alejándose un poco de Elmer.
- Se me habrá pegado el perfume de algún compañero.
La forma en la que lo dijo era muy poco convincente.
- No pareces seguro.
Hugo se dispuso a ajustarse la ropa y a arreglarse un poco el pelo.
- ¿Qué más podría ser?
Le estaba mintiendo a Elmer.
- Bueno, tienes razón. Debe de ser eso.
Hugo le acababa de ocultar algo tremendamente importante. Pero no solo era eso sino que tampoco le había contado sobre Ramón aún. ¿A esto se le podía llamar confianza? Se autoconvencía de que lo hacía por el bien de su pareja pero no lograba cubrir ese sentimiento de culpa con ello.
En cuanto se dirigió a su cuarto para cambiarse se vio interrumpido por un grito acompañado de un ruido metálico proveniente de la habitación de Jake.
- ¿Qué ha sido eso? - se alarmó corriendo hacia el lugar abriendo rápidamente la puerta de la habitación.
Elmer lo siguió también.
- ¡Jake!
Entraron de golpe preocupados por lo que podría haber pasado. La habitación estaba a oscuras y a penas entraban algunos colores del atardecer entre las persianas. La cama estaba revuelta pero donde encontraron al chico fue en el suelo, sentado de espaldas a la entrada. Parecía estar sollozando mas no pudieron verlo con claridad hasta que giró la cabeza.
- D-d...due...le...
La luz que entraba desde el pasillo reflejaba la húmeda cara del pequeño haciendo relucir las lágrimas. Al deslizar Hugo la mirada vio cómo el brazo de Jake tenía un enorme corte cerca de la muñeca.
Hugo se tapó la boca con los ojos como platos. Había un cúter cubierto de sangre justo cerca de él.
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