12. "Romanticismo nivel 2"
Entre que Andy parecía una sombra y Erik que había decidido darse un tiempo actuando por su cuenta el grupo de Asier había perdido casi todo su potencial. Grupo que previamente era liderado por Erik. Desde que el moreno comenzó a obsesionarse tanto con Greg fue abandonando cada vez más a su equipo y el mando pasó a tomarlo Asier. Su palabra poseía un gran poder y no había nadie mejor que él para asumir el puesto.
Por otro lado, Elmer y Hugo estaban enfrentándose a grandes dificultades a la hora de cuidar de su pequeña y nueva familia.
- ¿Qué tipo de pañales debería usar un niño de seis años? - preguntó Hugo sujetando cinco paquetes de distintas marcas y categorías frente a la cámara del ordenador -. El "todo en uno" suena bien pero Jake no necesita tanta protección. Solo es para que lo use de noche.
- ¿Los has comprado todos?
- Incluso para niños de 8 años. ¡No sabía si le vendrían pequeños!
Alis estalló en carcajadas al ver tan estresado a su amigo y la llamada de skype pareció entrecortarse por la repentina subida de volumen de la joven.
- ¡No te rías de la desgracia ajena!
Ella se limpió las lágrimas ajustando de nuevo su propia webcam la cual había temblado durante su risa.
- Perdón perdón, es que...no me puedo creer que estés en una situación así. Te juro que hace 10 años habría apostado por que jamás conseguiría encontrarte novia y ahora incluso tienes un hijo con Elmer. ¡ELMER! Que alguien me despierte, jamás se me ocurrió acercarte a él y tampoco tuve intenciones de que hiciérais las paces para llevaros mejor. Sigo flipando. ¿Cómo habéis acabado casados que no fui invitada a la boda? Quería ser dama de honor - puso un puchero.
- No estamos casados, Alis... - suspiró Hugo -. Serías la primera a quien se lo contase.
- Como fui la primera en enterarse de vuestro primer beso en años.
- Técnicamente...sí que has sido la primera.
- Entonces que no se rompa la tradición - cambió drásticamente de expresión y le guiñó el ojo.
Hugo bajó los pañales dejando escapar una sonrisa mirando a su amiga. Le había crecido muchísimo el pelo desde la graduación y ahora lo llevaba ligeramente ondulado por la altura de la cintura pero con unas trenzas en un lado de la cabeza que simulaban un rapado. Estaba hermosa.
- Me alegra mucho que no nos hayas emparejado en aquel entonces, en realidad. El efecto mariposa no habría sido el mismo.
- Totalmente de acuerdo. Ojalá Brad pudiera ver lo mucho que ha influído en tu vida y en la de su hermano...
- Sí, pero faltaría universo para agradecerle. Siempre será la persona a la que más admire y a la que jamás olvidaré.
- Más te vale no olvidarlo, ¿eh? - arqueó un ceja de forma burlona.
Eso era imposible.
- ¿Y qué tal Max y Logan? ¿Siguen trabajando para ti? - cuestionó Hugo curioso.
- Somos un equipo, claro que sí - asintió orgullosa -. Son los detectives más solicitados de la región y pronto lo serán en todo el país. Mis niños son geniales. Y por cierto, ¿cuánto hace que no los has visto?
- Mm...no sé, ¿tres años tal vez?
- ¡Lo que te estás perdiendo! - exclamó levantándose de su asiento emocionada -. Son unos monumentos, ¡esculturas del mismísimo Miguel Ángel! He hecho muy buen trabajo presionándolos tanto.
Hugo fue quien comenzó a reír esta vez.
- ¿Y todavía no tienen pareja?
Alis relajó su expresión desviando la mirada con una leve sonrisa.
- Bueno...parece que sí que le están echando el ojo a ciertas jóvenes de la compañía. Crecen muy deprisa, ¿verdad?
- Sí - dijo Hugo sin borrar la sonrisa -. Tú también deberías si no quieres quedarte con unos gatos el resto de tu vida.
- Perdona, pero veo bien lo de los gatos. Soy una mujer con un buen sueldo, autosuficiente y no hay nadie que pueda estar a mi altura sin complejos.
Cuánta razón tenía. Una mujer como Alis era difícil de encontrar y que no se hable de todo lo que había mencionado previamente. Ella necesitaría a alguien con un carácter no tan fuerte como el suyo tal vez pero sí alguien que la igualara en habilidad y conocimiento.
- De todos modos - continuó hablando -, sí que hay una persona...
Hugo abrió los ojos como platos al oírla decir eso.
- ¿Qué? ¿De verdad?
Aquello parecía una sesión de marujeo.
- Eh, eh, que no he dicho nada, es solo que...bueno, mi jef...
- Te mola tu jefe.
- ¡Sí! Mucho, pero no sé nada de él.
- Estás en una empresa de detectives.
- No podemos investigar a los miembros. Está totalmente prohibido.
Hugo se quedó sin palabras en la boca.
- En ese caso...no sé qué decirte. No has tenido mucha suerte con ello.
- No te preocupes, Hugo. Con el tiempo supongo que mostrará interés en mí o no pasará nada. Entonces será cuando lo vea todo claro.
Hugo se sentía muy mal por no poder ayudar a su amiga como había hecho ella en todos los años que pasaron juntos aunque luego no hubiera servido de mucho.
- Espero que todo te salga bien, de verdad.
- Gracias, cielo - le envió un beso con la mano.
Por algún motivo eso hizo ruborizar a Hugo quien lo disimuló apoyando una mano sobre la mesa y cubriéndose el rostro.
- Ah, no te he ayudado con los pañales - recordó Alis -. Deberías usar el "todo en uno". Precisamente para la noche es cuando más protección deberías darle para que todos duerman tranquilos.
- Tiene sentido, muchas gracias.
- No hay de qué. Tengo que ir a trabajar enseguida pero espero que me vuelvas a llamar pronto y no andes muy ocupado haciendo de padre.
- Te llamaré.
- Dale muchísimo amor a Elmer de mi parte.
- No te pases - rió.
Alis se rió también y se despidió con un gesto antes de colgar la llamada. Entonces Hugo se dejó recostar sobre el respaldo de su asiento alzando la mirada al techo.
Un fuerte llanto comenzó a ser audible desde la otra punta del piso y Hugo se sobresaltó echando a correr al lugar de su procedencia.
- ¿Qué ha pasado, Jake? ¿Estás bien? ¿Y Elmer?
El niño estaba llorando mientras señalaba la pierna de Elmer. Éste estaba sentado en el suelo con una rodilla doblada.
- ¿Pero qué...?
- Hugo, no es nada, de verdad - Elmer intentó atenuar la preocupación de su pareja.
Hugo no se lo pensó ni un segundo cuando corrió a por el botiquín y volvió con la caja entera.
- ¡¿Pero cómo hay que estar colgando un toldo para partirse media pierna?! - comenzó a revolver entre medicinas buscando desinfectantes y vendas -. Jake, trae hielo, por favor.
El niño dejó de llorar y fue a por lo que le había pedido.
- Le podías haber dado al chico - le echó la bronca sentándose a su lado a continuación.
- Prefería golpearme la pierna a permitir que rozara a Jake.
- Tampoco es eso, estúpido - le echó distintas mezclas sobre el profundo corte rodeado de moratones -. Pero tienes que tener más cuidado, quiero decir, llámame a mí para supervisión o algo. No quiero que te vuelva a pasar algo así. ¿Hay que pillarte unas muletas ahora o qué? Vas a estar dando saltitos por terco.
El rostro de Hugo se sentía tan cerca al de Elmer que éste no se resistió a plantarle un largo y tierno beso en los labios sorprendiendo a Hugo en el acto.
Cuando se separaron, Elmer se quedó mirándolo con una sonrisa ladeada. Hugo volvió a la herida sin decir nada más. En cuanto Jake trajo una bolsa con cubitos Hugo la colocó sobre las vendas y se la ató a la pierna.
- Vamos, levanta - le hizo rodear su cuello con un brazo poniéndolo en pie.
- Hugo, lo ziento... - frunció los labios el pequeño -. No he podido ayudarle...
Hugo enterneció la mirada revolviéndole el pelo a Jake.
- No ha sido culpa tuya. Teníais que haberme llamado para evitar este tipo de problemas.
Hugo fue a dejar a Elmer en el sofá con la pierna en alto sobre la mesa. Jake se sentó al lado de él cogiéndolo de la mano.
- Voy a hacer la comida - informó Hugo dejando a los chicos juntos -. Jake, estás al mando. Cuida bien de Elmer.
- No subas mucho el fuego - dijo Elmer antes de perderlo de vista.
- Lo haré bien - exclamó Hugo desde la cocina.
Elmer no pudo evitar temer por la vida de los tres pero una pequeña parte suya confiaba en que todo saldría bien.
"Sigo diciendo que Elmer debería ponerse unas prótesis en las manos para evitar desastres" pensó Hugo. "¿Quién se dedica al bricolaje con cinco dedos de un total de diez? Elmer es increíble".
Ya llevaban con Jake casi un mes y poco a poco fueron adaptándose a todas sus necesidades. Él era un chico muy receptivo y se notaba la frialdad con la que lo habían tratado en el orfanato ya que no hacía más que intentar llamar la atención de sus nuevos padres. Incluso se turnaban para dormir con él porque no era capaz de hacerlo solo. Claro que con el chico su tiempo a solas se había reducido radicalmente, justo cuando su relación estaba pendiendo de un hilo. Aun no habían podido solucionar nada con el padre de Hugo y eso les preocupaba a ambos.
- Elmer, me voy ya a clase, no olvides que Jake va a despertar enseguida y aun no ha comido - Hugo se acercó a Elmer dándole un rápido beso en la mejilla mientras se colocaba la mochila al hombro -. Nos vemos, cuchipú.
Dicho eso no pudo aguantar su propia risa habiendo dejado a Elmer de piedra.
- Perdón, perdón. Solo quería oírme decir algo así en serio.
- No lo vuelvas a hacer jamás - dijo en un tono completamente lineal.
- ¿No te gusta?
- Llámame como siempre, por favor.
- Entonces nos vemos, Como Siempre.
Inserte sonido de grillos.
- Joder, eso ha sido muy malo - dijo al cabo de unos segundos en silencio -. Casi tanto como lo de "si te guardo como Elmer podré decir que me pone Elmer por teléfono".
- Dios mío - volvió a reír -. Eso fue genial.
- Sí, claro que sí. Vas a despertar al chico como sigas tan gracioso.
- Perdona que esté feliz. Evitaré reírme.
Eso había dolido solo de escucharlo. Hugo se había dado la vuelta para irse pero en ese momento Elmer lo agarró del brazo. Hugo giró la cabeza para ver qué ocurría y se encontró con esos ojos que tanto le encantaban.
- Apuesto lo que sea a que tu sonrisa es lo más hermoso y deslumbrante que yo podría haber llegado a ver. No lo dejes.
Hugo no se molestó en ocultar el tremendo rubor que inundó su rostro cuando escuchó aquellas palabras salir de boca de la persona que más quería. Simplemente esbozó una tímida sonrisa y tomó la mano de Elmer para soltarse.
- Hasta pronto.
Aquel contacto entre sus manos pareció más largo que nunca ya que sintieron esa electricidad recorrer sus cuerpos hasta perder el último punto de conexión de sus dedos índices. El momento pareció ir a cámara lenta.
La puerta se cerró y el piso volvió a quedar en completo silencio. Elmer seguía quieto mirando hacia el lugar por donde salió Hugo.
Definitivamente aquel era el momento para llamar a Wayne y aclarar las cosas de una vez por todas.
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