1. "La llave"
(Narrador externo)
Hola, Hugo.
Ya he perdido la cuenta de la cantidad de cartas que he intentado enviarte pero las cuales siempre acababan siendo interceptadas. Lee con atención porque esto es realmente importante.
Ramón va a por ti. Ha estado estos años investigando la muerte de Lorenz y estudiando tu ciudad y relaciones con la gente. Corres un grave peligro. Ha salido hoy de Galicia y al caer la tarde ya debería haber llegado. No puedes quedarte ahí.
Me enteré de la muerte de Lorenz al día siguiente de que ocurriese y, sinceramente, sigo sin saber cómo sentirme después de cinco años. Sois mis hijos, al fin y al cabo. Y os quiero mucho. Lo siento, volveré a por ti, te lo prometo.
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Hugo releía los mensajes de su madre una y otra vez durante el trayecto en bus. Era la primera vez en su vida que tenía contacto con ella y seguía sin poder asimilar aquello.
Estaba casi seguro de que no encontraría a Eyre en su antigua casa porque ella dijo que volvería a América por un tiempo. Tal vez hubiese vuelto a España ya y de ser así Hugo sería la persona más afortunada del mundo. No sabía qué hacer sin ella ni cómo proteger a Elmer.
Sus hijas Danissa y Stevie también se fueron porque querían ver a su familia de ahí y a los amigos de la infancia. Claro, quién se habría imaginado que Ramón aparecería en el mismo periodo de tiempo durante el que estarían en la otra punta del mundo. El destino se la volvía a liar.
Hugo llegó al humilde pueblo de Eyre. No había cambiado nada desde la última vez que vino hacía dos años. Habían terminado de reparar la fuente de la plaza, eso sí, que antes había dejado de funcionar y se secó por completo. Por lo demás las cosas seguían donde siempre y a esas horas de la tarde apenas había gente en la calle. "Hora de la siesta" pensó mientras caminaba mirando a su alrededor.
De pronto empezó a oír a alguien corriendo y no le dio tiempo a ver quien era cuando le empujó haciéndole perder un poco el equilibrio.
- ¡Eh! - se quejó Hugo -. ¡Mira por donde vas!
Tan solo se fijó en el rostro que apenas se detuvo unas milésimas a modo de disculpa cuando el chico que se había chocado con él volvió a emprender su camino.
- No pasa nada, eh - chasqueó la lengua molesto por la expresión de ese joven.
Entonces pasaron por su lado varios hombres más chocando algunos de ellos contra él también y logrando que se cayera al suelo esta vez.
- ¡¿Pero se puede saber desde cuándo está todo tan ajetreado aquí?!
Se enojó incluso más por estos últimos quienes ni siquiera se dignaron a darse la vuelta por no mencionar eso de pedir disculpas. Como si nada hubiera pasado.
Hugo se levantó quitándose el polvo sin cambiar de humor pero con todas las intenciones de hacerlo.
- Tranquilízate... - murmuró como nota mental -. Tienes problemas más serios que esto...
- Parecez un poco nerviozo.
- ¡Ahhh! - se sobresaltó con una mano en el pecho -. ¿Qué...?
Un niño de unos 5 años lo miraba con sus ojos saltones mientras lamía una enorme piruleta de colores que ni siquiera le entraba por la boca. Tenía los ojos de un color verde muy bonito pero cuyo tono no se parecía en absoluto al de Hugo; se alejaba del esmeralda con un tremendo parecido al verde ácido. Los labios carnosos, el superior ligeramente más grueso que el otro, el rostro infantilmente redondeado, el cabello castaño. Tenía un aspecto muy inocente pero fue entonces cuando Hugo se fijó en sus heridas.
- Me llamo Zeik - intentó presentar su nombre faltándole una paleta y un colmillo. Hugo supuso que su nombre era Jake, ya que era el que mayor parecido tenía a esa pronunciación -. ¿Y tú quién erez?
Tardó un poco en responder analizándolo de arriba a abajo.
- Hugo...
El chico le ofreció su mano.
- Encantado.
A pesar de que estuviera cubierta de arena Hugo le correspondió al saludo.
- Sí...igualmente.
Tenía las rodillas muy sucias y la cara manchada también. No parecía ser del tipo revoltoso pero aun así eso no debía ser nada extraño en un niño.
- ¿Erez nuevo aquí? - volvió a hablar -. ¿Te ayudo a encontrar algo?
- No, gracias, vengo de visita a mi tía - el moreno señaló al frente en dirección a la casa de Eyre la cual quedaba aun a un par de manzanas de ahí.
- Entiendo... - volvió a lamer la piruleta -. ¿Quierez jugar conmigo?
Se tenía que deshacer de ese niño de alguna forma si pretendía llegar algún día a su destino. Miró a sus alrededores y se le ocurrió algo.
- No hay nada aquí, ni siquiera un parque, ¿y si lo dejamos para cuando vuelva? - cuestionó con esperanzas de que le dejara continuar.
- Pero quiero jugar ahora.
- Llama a alguno de tus amigos.
-No tengo amigoz - dijo como si fuera la respuesta que cualquier otro daría también.
Hugo se detuvo un momento al oír aquello y se fijó de nuevo en sus hermosos ojos. No habían cambiado de expresión desde que lo vio por primera vez. Jake iba totalmente en serio.
- ¡Jaaake! ¡¿Dónde estás, hijo?! - exclamó alguien con voz grave pero femenina.
Inmediatamente el chico se escondió detrás de las piernas de Hugo aferrándose a él y ensuciándole la ropa con las manos y la pegajosidad del caramelo.
- Ya no podemos jugar... - murmuró antes de que apareciera la señora de antes.
La mujer de tallas grandes y pelo recogido no tardó mucho en localizar al pequeño y se acercó a ellos con una muy molesta expresión sobre el rostro.
- ¡Así que aquí estabas! - lo agarró de la mano mientras él mostraba resistencia negándose a despegarse de Hugo -. ¿Cuántas veces tengo que repetirte que no puedes huir de casa mientras los demás duermen?
Jake se esforzaba por no dejarse coger y soltaba quejidos de dolor de vez en cuando.
- ¡Suéltame! ¡No quiero ir contigo!
- ¡Vamos a volver juntos he dicho! ¡Suelta al joven!
- ¡No! - tiraba con más fuerza de la ropa de Hugo.
Por unos momentos el moreno no sabía cómo reaccionar ante aquella inesperada situación en la que se había metido pero en cuanto se fijó en lo fuerte que era apretada la muñeca de Jake reaccionó de inmediato interponiéndose entre los dos.
- Le está haciendo daño - dijo Hugo enfrentándose a la señora -. Es un niño.
- No le ha pasado nada y esta es la única forma de que me haga caso.
- ¿No ve que no funciona? - volvió a intervenir -. Un poco de tacto no estaría de más.
- ¿Quién eres para decirme eso? - la mujer se apartó escasa distancia de ellos.
- No somos parientes pero...si usted es su madre la podría denunciar.
- Si yo fuera su madre habría usado condón antes de tenerlo.
Jake empezó a llorar silenciosamente y escondió su mojado rostro en el pantalón de Hugo.
- Si no es su madre entonces no tiene derecho alguno a tratarlo de esta forma - lo defendió colocando una mano sobre la cabeza del pequeño.
- Soy la única que se hace cargo de él así que si me permites tenemos que volver al orfanato - volvió a intentar coger del brazo a Jake pero Hugo se lo impidió.
- ¡Acaba de desear que él no hubiera nacido! - alejó a Jake de forma que la mujer no pudiera alcanzarlo.
No sabía porqué estaba defendiendo a ese chico de pronto si lo acababa de conocer pero algo le impedía dejar aquel maltrato pasar.
- Escuche - habló Hugo de nuevo -. El chico merece unos cuidados adecuados y si esto es su día a día entonces me veo obligado a llevarlo a comisaría.
La señora sonrió y se cruzó de brazos.
- Vale, entiendo. Hazlo. Llévatelo. Solo lo cuidaba porque no tiene a nadie más pero la policía es una buena compañía. Todo tuyo.
Dicho aquello y sin discutirlo más la mujer se dio la vuelta y no nos miró ni una vez hasta que la perdimos de vista. Hugo se volteó hacia Jake y se acuclilló a su lado tomándole la muñeca herida.
- ¿Estás bien? - le preguntó al chico acariciando suavemente la zona rojiza.
Jake asintió frotándose los ojos.
- Venga, que ya no te volverá a molestar - Hugo le tocó el hombro -. ¿Las heridas de tu cuerpo las hizo ella?
- Zolo algunaz - murmuró -. Otraz me laz hice mientras corría de la zeñora Caztillo.
Hugo suspiró analizando cada uno de sus moratones y luego se levantó revolviéndole el cabello al pequeño.
- Si me acompañas ahora a ver a mi tía luego te llevo con personas buenas.
Jake sonrió encogiendo los hombros.
- ¡Vale!
Hugo le devolvió la sonrisa y le ofreció su mano la cual fue aceptada al instante por el otro. Ya no le importaba lo sucia que estuviese porque lo único que quería era llevarse a esa inocente criatura lejos del horripilante ambiente en el que tenía que vivir.
- ¿Cómo ze llama tu tía? - preguntó Jake dando saltitos de vez en cuando y evitando la parte gris de los pasos de cebra.
- Eyre - respondió -. Y tiene dos hijas: Danissa y Stevie.
- ¿Zon bonitaz?
- Son hermosas...
- ¿Te guzta alguna de ellaz? - se interesó.
- No, por supuesto que no. Yo ya teng...
A punto de contarle sobre Elmer al chico decidió no hacer que lo bombardease a más preguntas.
- Me gusta otra persona - dijo finalmente -. ¿A ti te gusta alguien?
Jake se llevó una mano a la barbilla pensativo.
- ¿Tiene que zer una chica? Porque todaz me han tratado muy mal.
Hugo desvió la mirada recordando las lecciones que su padre intentó inculcarle. Por supuesto que no eran correctas. ¿Bajo qué fundamento decidió Wayne que si dos personas no eran de géneros opuestos no debían estar juntas?
- Uno...no elije de quién se enamora - dijo -. El corazón quiere lo que quiere.
- Entoncez... - Jake se cubrió la boca con ambas manos -. Me guztaz tú.
Lo primero que se le ocurrió a Hugo fue apartarle las manos.
- No te las lleves a la cara antes de lavarlas - lo regañó. Luego cayó en lo que había oído -. Oh, ¿pero cómo puedes saberlo si nos acabamos de conocer?
- Ze que eczizte algo llamado "amor a primera vizta". Ez ezo, ¿verdad?
- Eh...
Hugo no sabía qué responderle. Claramente los sentimientos del pequeño no eran nada serios pero aun así habría preferido que hubiera mencionado a alguna otra persona para tener una responsabilidad menos.
- Ya ze lo que vaz a decir - Jake interrumpió sus pensamientos -. Zoy muy pequeño para guztarme alguien, ¿verdad? Puez ya cazi he cumplido los zeiz añoz, que lo zepaz. Pronto dejarán de caérzeme loz dientez.
Se cruzó de brazos poniendo morritos. Se veía tan tremendamente tierno que Hugo no pudo evitar sonreír.
- Eres muy maduro para tu edad - le dijo -. Algún día te presentaré a la persona que me gusta a mí. Es un chico también.
- ¿Ez bueno?
- Sí, demasiado...
- ¿Cuántoz añoz tiene?
- Somos del mismo año: tenemos 22 casi.
Jake dejó de estar molesto y volvió a cogerle tímidamente la mano a Hugo.
- Zi ez tan bueno como tú entoncez quiero que zeamoz amigoz también.
- Claro, Jake - murmuró.
Había dicho eso pero entonces volvió a pensar en la situación en la que estaba.
Cuanta más gente tuviera alrededor más personas corrían el riesgo de acabar en manos de Ramón.
*****
Tengo tatuada una llave en la nuca dentro de la cual se puede apreciar la palabra "NO". Uno no suele hacerse tatuajes sin motivo, al menos los míos representan una historia.
Una llave abre un candado o una cerradura. Todas son distintas y esta solo abre esa barrera con la que me protejo de la gente. No me gusta tener amigos muy cercanos o personas que conozcan mis debilidades. Pero hay quienes han conseguido esa llave aunque ni siquiera sean conscientes de ello.
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