XXXIII . El tiempo en el multiverso

Ana se había quitado las joyas que declaran ser alguien a la que no podrían aceptar a la vista, se llevó su libreta y se puso su bolsa para llenarla de piedras medianamente grandes para así al amanecer encontrar el camino de regreso si es que su plan no daba resultado.

Iba a ir a buscar un barco como diera lugar a esas horas de la noche dónde nadie pudiera buscarla.
Salió de casa viendo a Talokan solo y apenas con unas cuantas luces.

La forma que encontró para llamar la atención fue un pequeño artefacto de música que tenía forma de caracol al soplar suena como un bello pájaro, estaba en su habitación olvidado.

Iba rápido nadando, por su velocidad sentía la corriente de agua pegarle en el rostro y el cansancio comenzar, pero no pararía.

La realidad, era que Ana estaba tan enojada, no solo por lo que le hicieron a Olivia y que ahora estuviera embarazada del fruto de la traición también porque desde que estaban ahí era rara la vez que era libre, ya Olivia la controlaba y no quería seguir así, quería volver a mandar, quería regresar a sus lujos, vengarse de Howard, regresar a su sola pero cómoda vida de antes.

Nadaba y nadaba con velocidad tomando su propio ritmo para poder avanzar.

No supo cuánto tiempo estuvo nadando ni tampoco que tan lejos estaba ya de Talokan pero si tenía la oportunidad de incluso llegar a otra playa para buscar la forma de llegar al centro de México, lo haría.

En un momento, paró viendo como las piedras en su bolsa, ya no había y eso significaba encontrar un destinó o nada, subió a la superficie viendo como la luz de la luna iluminaba el mar pero también a un barco a unos metros más de dónde estaba.

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Namor sentía, algo, una corazonada que le decía que algo estaba mal, aún cuando soño con su Olivia lo asustó demasiado, porque sintió que era su fantasma.

Llegó a la casa de Olivia, viendo la puerta abierta, sin las cosas que siempre traía con ella y vio sus joyas en el tocador de su habitación.

En lo más alto de la pirámide de Talokan había una alarma la cuál los guerreros al escuchar tenían que acudir, sonó en toda la ciudad con una mínima duración solo pidiendo dos tropas.
Hombres y mujeres guerreros, incluida Yatzil fueron al llamado, viendo a Namor listo para partir.

—Le ko'olelo' Talokan Sa'at, taak in ichil tuláakal, yaan u yaantal tin yéetel bey ma' u sáastale', mix juntúul kuxa'an wa ku ts'áabal ti' u beel!=La señora de Talokan se perdió, quiero que entre todos la busquemos, tiene que estar conmigo antes del amanecer ¡Ni uno vivo si se ponen en su camino!—Dijo Namor mirando a cada guerrero delante de él, hablando con voz firme y con la gran autoridad que tenía.

Yatzil guío a toda la tropa y la mitad de la otra a recorrer cada rincón del mar, los demás irían siguiendo el vuelo del Rey.

K'ukulk'an nadaba como un verdadero delfín en las aguas, con velocidad, pero la altura le ayudaría a ver todo el vasto mar así que subió a la superficie con velocidad haciendo sonar sus alas que asemejan al ruido de la cola de una serpiente de cascabel, miraba toda la noche con el mar libre de barcos, miro a los cuatro puntos cardinales pero todo era un desierto en el mar.

Señaló hacia adelante y su gente empezó a seguirlo mientras unos iban abajo buscando con la mirada alguna imagen femenina.

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Ana saltó entre el agua tratando así de llamar la atención del navío pero este avanzaba con lentitud sin parar, sin verla, se puso enfrente del barco viendo que no era hermoso, se veía descuidado, de madera, con incluso las velas muy gastadas.
Pudo oír cantos arriba, voces masculinas y eso solo la insito más.

Saco el caracol músical de la bandolera y comenzó a tocar a un costado de este.

En menos de lo que se esperó varios hombres se pusieron en la orilla, viéndola, creyendo que era un espejismo.

—Hola ¿Pueden llevarme con ustedes? Tal vez a otra playa.—Dijo saludando aún en el agua con nervios.

Un hombre entonces sacó un arma larga y la apuntaba, ella se metió al agua asustada, pensó que tal vez les daba miedo y era entendible.
Pero vio una luz más fuerte así que solo sacó sus ojos para ver cómo un hombre se asomaba por la ventana circular alumbrando con una lámpara de aceite, sacó el rostro completo .

—Dejenla subir, solo es una mujer.—Gritando hacía arriba a los hombres.

Estos dejaron caer a la mitad su ancla y un hombre señaló está, Ana subió a ella, siendo tan chiquita junto a esta la abrazo pero le daba asco porque estaba tan oxidada, la subieron poco a poco para un hombre estirarse y ayudarla a subir.

Los pies de Olivia tocaron la madera húmeda y desgastada del barco, miró a su alrededor y ellos a ella de pies a cabeza notando su vestimenta que no dejaba nada a la imaginación y a Ana le dio asco, no solo su mirada también su olor, su poco aseo, sus barbas, eran piratas.

Cuando se movió con la intención de echarse al mar de nuevo, alguien la tomó por atrás poniendo un arma en su cabeza y otro hombre delante de ella le puso una navaja en el estómago.

—Yo la usaré primero.—Dictó el hombre detrás de ella, enterrando su nariz en el fondo de su cabello.

Era un hombre demasiado alto, blanco, de ojos azules, con cabello casi pelirrojo que con su otra mano tocaba su abdomen.

—No, no me lastimen, miren, yo les puedo dar algo a cambió...—Empezando a temblar del miedo mientras era presa—.Debajo del mar...

El hombre con el arma en su cabeza quitó al de delante para aventarla al suelo.

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Existen cosas que están fuera del entendimiento, incluso para un Dios.

En 1943 nadie podía imaginar que hubieran tantos Dioses que no se podían contar con los dedos, que existían, Thor, Loki, Dioses nórdicos y también Mayas, K'ukulk'an era real.

No creían posible que existieran un montón de especies fuera de su galaxia.
Jamás pensaron que unas simples gemas regían todo el universo.
Eran solo teorías la existencia de un multiverso.

Y era algo que podría asustar a cualquiera pensar que existía un ser omnisciente, que miraba tu vida y la de otros.


—K'ukulk'an iba volando más alto que nunca para por fin ver un barco a lo lejos, bajo con sus soldados a comunicar.
Tal vez ya iba muy tarde.

Las cosas tenían que pasar, era el curso natural del tiempo, por el bien de este universo la muerte de Olivia Colombo tenía que ser ahora.

Yo soy Uatu, el vigilante, he estado a cargo de observar su mundo y otros, desde antes que la humanidad reinará cómo la especie dominante.

He visto en este y otros universos a sus grandes exploradores convertirse en sus más grandes héroes.
He visto accidentes convertirse en triunfo.
He visto actos desinteresados definir la vida.
He visto el destello de genios definir el futuro.
He visto leyendas nacer y regresar cuando más se les necesitaba.
He visto a la adversidad convertirse en propósito.
Una y otra vez he visto esto y mucho más porqué esa es la tarea que me encomendó el universo.

La muerte de Olivia se llevará a cabo hoy, en los brazos de su amor está misma noche, porque esto es lo que cambia este universo y lo hace diferentes a los demás.

Yo observó todo lo que transcurre aqui, pero no debo, no puedo, no voy a intervenir porque yo soy, el vigilante.

Namor volaba como rayo, sin perder segundos importantes para Olivia, voló para como si cruzará la barrera del sonido escuchara el gritó desesperado y de auxilio de Olivia.

—¡No no, me hagan daño, no por favor!—Insistio Olivia llorando viendo al cielo estrellado en busca de ayuda.

Su mente había bloqueado cada toque indebido en su cuerpo, su cerebro se bloqueo para dejar ir a Ana y Fátima, dejándola sola, dejándola sentir cada sensación de miedo.
Olivia iba a morir sin la oportunidad de defenderse.

Él que parecía ser el general, metió la mano bajo su ropa, dirigiéndose a la intimidad de Olivia y meter dos dedos de golpe dentro de ella mientras dos hombres la sostenían.

—¡No por favor por favor, se lo ruego!—Lloró más al sentir sus dedos ásperos.

—Esta usada.—Dijo el hombre entre risas sacando los dedos y meterlos a su boca—.Matenla ¡Será un festín delicioso!

Un hombre se acercó a Olivia, beso su mejilla y está reaccionó para golpear los bajos del hombre y este enterrar la navaja en ella sin dudar y así como rápido la metió también la sacó provocando la salida de sangre.

Soltó un grito desgarrador para que sus piernas fallaran, cayó al suelo.

Namor era muy rápido en el aire, pero los Talokanis y él lo eran mucho más en el agua, así que al ver qué su gente estaba más cerca que él, bajo un poco más para con sus manos hacer que el agua marina los subiera a este barco pirata.

Llegaron al barco encontrando a Olivia tirada en el con sangre formando un charco.

Namor desde lejos pudo ver como sus hombres estaban luchando con los dueños del barco pero la silueta de Olivia no veía, desde lejos lanzó su lanza teniendo una excelente puntería que lastimó a uno de los del navío para dirigirse al barco.

Encontró a Olivia sangrando, con una mano en la herida llorando por el dolor, el miedo. Namor la tomó en brazos y besó varias veces su frente.

—Bien, vas a estar bien Jats'uts=Bonita.—Viendo sus ojos miel, sintiendo nervios al verla así.

Presa del miedo, de la sangre que perdía en sus manos, era más sincera, todos lo eran a la hora de la muerte.

—¿Me amas?—Mirándolo para subir una mano al cabello café de Namor.

Namor le sonrió no solo por verla con él, no solo por tratar de hacerle saber que todo estaría bien, también porque le daba una esperanza de recuperarla ante sus palabras, porque él también se convencía de que todo estaría bien, tomó la mano de ella y la beso, comenzaba a llorar.

—Te amo tanto.—Con la mitad de su cuerpo sobre él teniéndola en sus brazos.

—¡Namor llévatela de aquí!—Gritó Yatzil mientras terminaba con un hombre, viendo la sangre que perdía.

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—Los eventos nexus, los problemas en el tiempo antes una persona los arreglaba, hoy, todo puede pasar abriéndose así un horizonte lleno de posibilidades.

A veces un simple acto de amor puede cambiar el futuro del mundo.
Y a veces un simple golpe cambia el destino de una navaja.

Vigilante.

Olivia comenzó a abrir los ojos con dificultad, sintiendo un dolor de ardor en su pierna, pestañeo un par de veces para ver a Namor de rodillas junto a la cama, ante ella, pasando su mano por su muslo izquierdo poniendo un ungüento.
Estaba en los aposentos del Rey.

Olivia al instante guió su mano a la herida grande de navaja que estaba en su muslo, Namor tomó su mano y la alejó de ahí, ella levantó su espalda de la cama para ambos mirarse.

—¿En qué estabas pensando?—Dijo serio y notablemente enojado para apartarse de ahí.

—¿De qué hablas? ¿Por qué estoy aquí? ¿Que paso?—Realmente confundida.

Si bien Olivia había regresado durante todo lo que pasó, su cerebro se había llevado una vez más sus recuerdos librándola apenas un poco del trauma.

—¿Con qué propósito te fuiste? Y quiero que dejes de mentirme y decirme que no recuerdas nada.—Con tono tranquilo pero molesto, está vez regresando con una venda que tomó de un cajón.

—¡Es que no recuerdo nada!—Levantándo su espalda de la cama comenzando a llorar sentada.

Él no contestó en ese momento, solo la oyó llorar, no sabiendo que hacer.
Sus manos estaban enredadas en su muslo pasando la venda por este y aunque extrañaba su misma existencia, también su cuerpo contra el suyo, sus risas durante el sexo, su cuerpo siendo apretado por él, no evito en recordar eso mientras pasaba la venda por su muslo.

Se apartó de ella para ir hacía la pequeña mesa que estaba junto a la cama con utensilios que usaron para curarla, había ahí una jícara llena de agua así que se lavó las manos mientras ella lo observaba.

—Sabías que era peligroso ¿No? No solo para ti, para Talokan.—Dejó en claro el grave error, mirándola también.

—¡A ti lo único que te importa es Talokan, por eso te importo muy poco lo que yo sintiera!—Gritó enojada queriendo irse de ahí—¡Quiero irme!

Intentó levantarse pero Namor llegó con ella para tomar a Olivia de los brazos y apretar moviendola con desesperación.

—¿Adónde? ¡¿Me querías dejar?! ¡¿Te querías ir de aquí?!—La inseguridad de que se fuera estaba ahí.

Un momento de seriedad mirándose a los ojos en esa posición mientras aún lágrimas nacían involuntariamente de sus ojos miel.

—No me dejes Olivia.—La abrazó pegandola a él y sentarse con ella en la cama, poniéndola en sus brazos mientras Olivia ni siquiera se podía mover—.No te vayas, te amo, no sé que haría sin ti...

Beso su cabeza, sintiendo su olor, su calor corporal sabiendo que ella estaba con vida, bien, junto a él.
Olivia no le respondió solo se dejó abrazar abrazando el cuello de él, sintiéndose protegida con él, queriendo besarlo, caer de nuevo a él, no irse nunca de su lado, sentía que la amaba.

Pero en el momento en que ella se iba a atrever como si Ana quisiera no permitirlo haciendo su papel de escudo, llegó.

—Yo ya no te amo Namor.—Soltandose de él.

Se levantó como pudo por el dolor en su muslo y Namor solo tomó su mano ayudándola a levantarse y verla querer irse a la salida, rengueaba pero estaría bien, le cosieron la herida y solo sería cuestión de días para ver una cicatriz.

Llegó Yatzil entrando a la habitación viendo a su amiga levantada de la cama.

—No, no, no, regresa a la cama, tienes que comer y descansar.—Empujandola de regreso.

—Estoy bien Yatzil, déjame.—Se soltó brusca yendo a la salida y regresar al agua.

Era tiempo de darse por vencida Ana y saber que tenía que quedarse ahí después de lo que pasó, no lo volvería a hacer, ni volvería a poner en peligro a Olivia, al menos que algo la obligará.
Pero lo que sí haría era mantenerla alejada de Namor he iba a dejar que fuera feliz sin él.

Comenzó a nadar con lentitud por su dolor en el muslo, le dolía.
Toda la gente la miro al salir, todos ya sabían lo que había sucedido en la madrugada así que a ella subió una vaca marina, vió hacia abajo, se la mandaban unas mujeres que las cuidaban.
Así que tomó las riendas de la vaca y ésta comenzó a nadar.
Iría a la isla a volver a su vida normal y regresarle su libertad a Olivia.

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Yatzil vio a Namor sentado en la cama, con un rostro de preocupación, sus facciones siendo más gruesas, descansaba sus antebrazos en sus piernas y estaba encorvado.
Se sentó a su lado.

—¿Cómo supiste que teníamos que ir con ella?—Preguntó no entendiendo la situación.

—La soñé.—Suspiro—.Pedía mi ayuda...

—Fue un milagro que la soñaras, ya está bien.—Se acercó a abrazarlo.

Yatzil sintió entonces que tal vez era verdad que él estuviera enamorado.

—Es mi culpa Yatzil.—Con voz triste y en un hilo.

—No, ella tomó esa decisión como escape, pero no creo que realmente quiera irse.

—Ella aún está herida, nunca me va a perdonar, por eso se quería ir.—Se levantó queriendo ocultar sus ojos chocolate en cristal—.Me duele no tenerla conmigo, pero no verla más nunca, no sé que haría.

—Ya está con nosotros otra vez Namor.—Se levantó para ella abrazarlo por detrás—.Si de verdad la quieres, haz algo..

Namor como un niño chiquito volteo hacia su prima para ocultar su rostro en el cuello de ella y abrazarla.

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Se impulsó parando sabiendo que la costa estaba cerca y podía seguir sola, así que señaló hacia atrás y la ballena se fue.

Iba saliendo del mar, respirando ese aire que tranquilizó sus emociones y así darle paso a Olivia que sin entender cómo había llegado ahí miro de todas formas todo, feliz de estar ahí.

Era un día bello, caluroso y fresco a la vez, sus pies tocaron la arena seca y caliente y rio como una niña chiquita.
Así era Olivia, la persona más dulce, inocente y positiva hacia la adversidad.

Pasó por las casas mientras rengueaba pero sonreía, al llegar al centro había más gente que la saludaba con respeto y sonrisa.
De repente llega alguien junto a ella que tomó su brazo para ayudarla a caminar mejor.

—Hola Ujo'.—Saludó un poco apenada.

—¿Qué te paso?—Viendo a unos metros la escuela.

—Nada, una tontería.

—¿Por qué no veniste ayer? ¿Por qué te fuiste?—Muy servicial y ella no sabía qué decirle.

—Quería estar en casa, es todo.

No llegaron aún a la escuela cuando los niños llegaron con su maestra que los extraño demasiado así que como pudo levantó a uno en brazos y se puso en cuclillas a platicar con ellos.

—Los extrañe mis niños.

—Nosotros a usted.—Dijeron entre todos con dificultad en español.

—¡Eso es! Vamos al salón.—Se levantó aún con un niño en brazos.

En eso regresó Yamil con su pequeña y Ujo' también después de haberle avisado que la maestra estaba de vuelta.

—¿Cómo estás?—Preguntó Yamil corriendo a abrazarla.

—Bien, estoy bien.—Aceptó feliz el abrazo teniéndola un poco más baja que ella—.Perdón por no haberte venido ayudar, me daba un poco de vergüenza venir después de lo que pasó.

—Está bien, avanzamos mucho ¿Verdad muchachos?—Dijo la otra maestra para los niños responder un "Si".

Comenzaron las clases en las que también ayudaba Ujo' queriendo estar cerca de Olivia, quería algo con ella, pero amor no había.

—¿Maestra podemos jugar un rato?—Un niño temeroso por su mala pronunciación.

—Vayan.—Señalando la salida para sentarse con dificultad.

En eso unas familias se dirigieron a la escuela, dónde llevaban comida para los maestros y un regalo para la "señora".

Mientras las mujeres servían la comida le daban su regalo que estaba en un baúl de madera.

—U ti'al tech in ko'olelo', Yuumbo'otik tuláakal le áantaj k paalal=Es para usted mi señora, agradecemos todo el apoyo a nuestros hijos.—Dijo el jefe de la aldea.

Al abrir la caja de madera había una trenza de cabello negro con un listón rojo.

—U tech=Es de usted; prueba de su victoria.—El jefe de la aldea forzando su español.

Pero no era lo único que había en la caja, había una maceta pintada de rojo con la imagen de un pez en ella.

—Utia'al u tu yotoch=Es para su nueva casa.—Señaló una mujer con una sonrisa poniendo el plato delante de ella.

—¿Qué?—En español no entendiendo lo que dijeron.

—Wojeltaj u uláak' áak'ab p'áat weenel waye' yéetel wa taak u betik ka'a le bienvenida, ts'o'ok ka'ansaje' táan xan le u wotoch yéetel le Kukulkan=Supimos que la otra noche se quedó a dormir aquí y si quiere hacerlo de nuevo es bienvenida, ya esté también es su hogar y el de K'ukulk'an.—Otro de los papás de los niños.

—Lela' ya'ab, Nib óolal=Esto, es muy, mucho, gracias.—Miró nerviosa a todos, con una sonrisa sintiendo que pertenecía ahí.

—Bejla'e' Béet pruebe in wo'och=Ahora por favor pruebe mi comida.—La mujer señalando el plato.

En el plato de barro estaban unas enchiladas, con una salsa extraña sobre ellas, corto un pedazo viendo el relleno de huevo cocido, lo probó sintiendo el rico sabor de la salsa.

—Meentik yéetel sikilo'obo' k'úum, epazote yéetel yaan yéetel iik habanero, unos táan rellenos káax, queso yéetel bak'el k'éek'en=Hecho con pepitas de calabaza, epazote y salsa a base de chile habanero, unos están rellenos de pollo, queso y carne de puerco.—Dijo incluyendo algunas palabras al español; eran seis de estos en el plató y Olivia los comía gustosa—.Papadzules

—Le riquísimo ko'olelo'=Está riquísimo señora.—Dijo para ellos reír y viendola comer—Ba'ale' tumen Kukulkan janto'ob Te'exe' xan jump'íit.=¡Pero por K'ukulk'an! Coman ustedes también un poco.

Se hizo ahí una pequeña reunión de la aldea, padres y niños en las butacas comiendo, acompañando a los maestros y si hacía falta comida los de las otras casas convidaban.

Después de un rato todos se retiraron dejando aún a sus hijos jugar y los maestros con ellos.

Namor salía del mar, viendo como personas regresaban a sus casas no sin antes saludarlo.
Apenas cruzó dos casas la pequeña Zacil corrió a sus brazos y él la abrazo feliz subiendola a sus brazos.

—Jach chichan a extrañe=¡Te extrañe mucho pequeña!—Dijo besando la cabeza de la pequeña.

Y el jefe de la aldea llegó con él.

—In máake', úuch u ma' k ilikbaj mixtan u k iilik=Mi señor hace mucho que no nos vemos.—Lo saludo y Namor asintió feliz.

—Yaan ts'e'ets'ek ba'alo'ob ku arreglar ti' Talokan, ba'ale' ts'o'ok in te'ela', taalen tumen in k'uben=Había algunas cosas que arreglar en Talokan, pero ya estoy aquí, vine por mi encargo.

—Venga que lo acompañó.—En español, señalando el camino.

Caminaron un poco más para K'ukulk'an ver cómo Ujo' cargaba en su espalda a Olivia mientras corría jugando a la pelota con los niños.
Vio como la risa y sonrisa de Olivia estaba dedicándole, como rodeaba su cuello estándo en su espalda y el enterrando los dedos en sus pantorrillas, en como su cabello volaba con el aire.
No evitó ponerse celoso, no podía retirar los ojos de aquella imagen que lo ofendía.

Camino un poco más, con la niña y el hombre

—Yéetel jach láak'o'ob Ujo' yéetel in ko'olelo'=Oiga ¿Y son muy amigos mi señora y Ujo'?—Dijo Namor esperando respuesta.

—Wa le áantaj ya'ab te' najil xooko', bino'ob múuch' tumen neek'o'obo' ka páajtal estuvo áak'ab yéetel ts'aak u heri=Si, la ayuda mucho en la escuela, fueron juntos por las semillas e incluso estuvo en la noche con ella curando sus heridas.—Explicó el hombre de lo más normal.

—Táan in wilik=Ya veo.

Entonces tal vez Yatzil y Olivia no mentían.
Entro a el taller del hombre que estaba calentando metal pero al verlo se apartó de su horno.

—In máako' ku taal tuméen u k'ubenhola=¿Mi señor, viene por su encargo?—Namor asintió viendo todo el lugar—Ts'o'ok in taal=Ya vengo.—Se mete a una habitación ajena al taller.

Cuando regresa trae una pequeña caja de madera hecha a la forma de que cupiera el anillo, Namor la abrió viendo el anillo casi tal cual como imagino.

Tenía pequeñas piedras incrustadas color miel casi sintiendo que eran del color de sus ojos y tenía pequeños pedazos de perlas en este así recordando las perlas que aquel día le robo, era hermoso y pensó en lo lindo que se vería en su mano.

—Ya'ab níib óolal=Muchas gracias.—Namor aún viéndolo maravillado.

—Óolal ti' Jaajal tech tuméen le áantaj ti' le peetlu'umo'=Gracias a usted por la ayuda a esta isla.—Dijo el hombre feliz con una sonrisa sintiéndose honrado por la cara de felicidad que Namor le dedicaba a su creación.

Salieron de ahí para que viera a Olivia aún subida en su espalda mientras reía por alguna cosa.

—¡Olivia!—Gritó Namor.

Al instante Olivia volteo viendo a Namor a lo lejos con la luz del sol de la tarde tocarlo, lo vio con la pequeña niña en sus brazos y no evitó suspirar, estaba él ahí otra vez.
Y Ujo' recordó que Olivia era concubina de Namor.
La bajó de su espalda para verla ir hacia allá.

Al llegar Namor se despidió de la gente y dejó a la niña con el Jefe para tomar la mano de Olivia y caminar.

—¿Cómo estás? Te sientes bien?—Mirando su perfil que veía hacia el mar.

—Si, gracias.—Quitó su mano de Namor incómoda—¿Para que me necesitas?

—¿Si te dijera que para un beso?—Olivia no le respondió y ni siquiera lo miró—.Para nada, solo quería saber cómo estabas.

—Estoy bien, gracias por preocuparte.

Quería ver sus ojos miel para comparar mejor el color de las piedras en el anillo y solo confirmó que eran más hermosos sus ojos que cualquier cosa, quería verlos, para toda la vida.

—¿Quieres regresar?—Después de caminar un buen rato y ya estar a solo pasos de entrar al mar, tomó de nuevo su mano.

—No, me quiero quedar un rato más.

—Recuerda no regresar tan tarde.—Olivia asintió evitando sus ojos.

Él iba a decir perdón iba a robarle un beso, aún tomaba su mano no queriendo dejarla ir, queriendo llevarla con él y besarla tanto en su cama.
Queriendo tener de nuevo su corazón y cuerpo con él.
Pero se fue, regresó al agua dejándola en la arena del mar.

Olivia se sentó en la arena blanca para ver el mar, siempre la tranquilizaba esa imagen.

A veces la tranquilidad significa llorar, significa ser libre para hacerlo sintiendo así que nada te pesa.
Se dejó llevar con sus lágrimas porque aún su estrés estaba en ella sintiendo que no podía decidir, no sabía si decirle a Namor o no, no sabía lo que había pasado la madrugada de ese día, se sentía tonta al querer caer en los brazos de Namor y decirle que seguía siendo suya en todo aspecto.

Fue interrumpida por el llegar de Yamil con un jugo de naranja para ambas.

—Hola.—Saludó a la muchacha sentándose a su lado dándole el jugo

—Hola.—Aceptando el vaso y limpiar sus lágrimas.

—Puedo preguntar ¿Por qué lloras?—A su lado apenada por la situación en la que la encontro.

—Son tantas cosas Yamil.—Volteando a ella para sonreírle melancólica.

—Aún queda sol para acompañarnos, cuéntame.—Olivia asintió repetidas veces.

Contar a veces tus penas relajaba, era como si de esa manera aunque sonara mal le compartieras tu dolor para no cargar con el sola, lo necesitaba, nada de esto se lo había contado a Yatzil por pena, porque apenas su inseguridad de traición se iba, porque sentía que iría y se lo contaria a Namor.

—Promete que no le contarás a nadie.—Yamil negó viéndola con sus ojos de nuevo llenos de lágrimas—.Namor me traicionó...

Hubo un momento de silencio mientras Olivia llenaba sus pulmones de aire y encontraba las palabras para explicarlo.

—Y, estoy esperando un hijo de él...—Rompiéndose más mientras Yamil quedó en shock.

—¿Él lo sabe?—Negó a su lado.

—No quiero que se burle de mi, solo quiero irme de aquí.—Realmente hablaba por Ana, amaba el lugar aunque Namor ya no estuviera con ella.

—No regreses más.—Le propuso tomando su mano—.Ya tienes una casa aquí, amigos que te quieren al igual que la gente, puedes empezar a vivir aquí en el momento en que tú embarazo sea evidente...

Olivia la escuchaba con atención, escuchando su voz comprensiva y entusiasta tratando de hacerla sentir mejor.

—Que sea aquí tu parto y lo criés aquí, yo te puedo ayudar...

—¿Crees que pueda?—Dijo más calmada.

—No necesitas de él para criar a tu hijo.—Su tono después de eso cambio a uno triste—.Mírame a mí...

—Lo voy a pensar ya que de verdad creo que lo mejor es que mi hijo no tenga contacto con él.—Yamil asintió?

Hubo otro momento de silencio, realmente tenía mucho que contar y a la vez nada, sentía una presión en el pecho.

—No es la primera vez que me traicionan, me pasó al llegar aquí y ahora otra vez y mi vida no ha sido la mejor, he estado rodeada de dolor y cuando sentía que...—Hablaba atropellando las palabras pero se calló no logrando seguir hablando por las lágrimas que le robaban oxígeno, respiró un momento dejando todo en silencio y sólo acompañadas por las olas—.Estoy muy cansada, siento que una gran ola está golpeandome sin cesar hace que me caiga y cuando trato de levantarme otra vez me golpea...

Para algunas personas el comportamiento brusco del mar referente a la vida misma era buena o mala, para ella eran ambos.
Porque su movimiento de olas no tenía una razón a simple vista, pero existía algo que la provocaba, como la vida misma.
La vida en ese vasto mundo casi podría creerse imposible pero eso quiere decir que a pesar de la adversidad próspera cómo ella desde muy niña.

Yamil solo estuvo ahí otro rato con ella viendo como las lágrimas corrían por sus ojos, miraba también el sol que cada vez más parecía meterse al agua, dejo que descargará todo sabiendo muy bien lo que sentía, tenían eso en común.

—Yo tampoco he tenido una vida feliz.—Empezó a hablar escuchando Olivia—.Mis padres desde niña murieron, mi abuela me crío pero ella también me dejó.

Olivia volteo hacia la joven, sintiendo también pena por ella, viendo sus lágrimas nacer.

—Me enamore, nunca lo había sentido, sentía que eso era lo único que necesitaba, que por fin gracias a él iba a ser feliz, ahora que lo pienso solo era mi niña interior buscando cariño que nunca encontró...

Olivia la abrazó de lado, para que supiera que estaba ahí con ella apoyando su dolor.

—Me embaracé pero no me asusté, sonreí, lloré, me entusiasme, pero fue antes de tiempo porque al decirle que estábamos esperando un hijo, no supe a dónde se fue, me abandonó y ahora por eso la crío sola, por eso no quiero y no me quiere la gente de aquí, todos me juzgan sobre eso, llamándome puta.—Calló para mírarla y apretar su mano uniéndose en situación—Tu hijo va a sufrir por no tener un papá pero un día va a comprender.

—Siento mucho por lo que tuviste que pasar.—Dijo Olivia sorbiendo su nariz, recostando su cabeza en el hombro de Yamil.

—No todo es siempre triste ¿O si? ¿Pero no es la aflicción un fuerte amor que persevera?—Termino Yamil.

Ambas se quedaron reflexionando aquellas palabras, antes de que el sol se ocultara por completo, Olivia regreso a casa.























En honor al cumpleaños de Tenoch ♥️
Espero les guste<3
Gracias a todes por sus lindas palabras a esta historia, me animan a seguir.

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