XXVIII . Nuevo huracán
22 de Julio 1943
Namor estaba en un extremo del mural, dando pequeñas pinceladas para así formar el cabello de la mujer.
La dibujaba a ella, de espaldas, con su cabello en una trenza casi deshecha, esa noche habían bailado mucho.
Ella dibujaba el mar con olas preciosas, su detalle no era prehispánico, era más libre, dando esas pinceladas sin cuidado para así hacer el movimiento del mar.
Así sería ese mural, un poco de ambos, dónde Namor la dibujaría como el sabe y Olivia como ella conoce.
Sin un solo arte en el, sino dos, dos personas, dos pensamientos.
Habían ya pasado once días ahí encerrados, con el deseo de ya terminar ese mural que aún estaba incompleto, habían invertido ya varias horas en el, pero no importaba, lo disfrutaban y se disfrutaron durante esos días para ellos dos.
Olivia tenía los brazos, cara y manos manchadas de pintura azul mostrando que ella había hecho ese mar infinito al horizonte de la luna y cielo estrellado que Namor había hecho.
Estando ahí encerrados no sabían ni siquiera qué hora era, mucho menos que el día ya había llegado y era hora para regresar a la vida normal.
Estaban tan concentrados en eso, que no había ningún ruido en la habitación más que sus respiraciones lentas.
Lo único que hacía ruido, era la mente de Olivia, aún cuando los días ya había pasado, no salían esas preguntas de su cabeza...
"¿Qué platico ese día con Mactzil?"
"¿Por qué tantas visitas al laboratorio?"
Aún hacía ruido eso, pero pensó que se estaba volviendo paranoica, no hablaba con un Talokanie común, sino con el Rey y todos necesitaban de él.
Así que no insisto más.
Era raro como sus corazones, sus respiraciones eran más lentas cuando hacían algo que amaban, algo que los llevaba a la luna.
Tal vez eso sentían cuando se miraban.
—Máako' ti' K'abéet u=Señor se le necesita.—Dijo un soldado afuera de la habitación por cuarta vez.
—¿No logramos terminar en cinco días?—Bufó Olivia para él por fin mirarla y reír por su cara manchada—¿Para que te necesitan tan de noche?
—No Jats'uts, seguro ya es de día.—Se levantó del banco en el que estaba sentado y con su dedo meñique manchado de café pintar la nariz de Olivia.
Ella sonrió coqueta, para tomar la mano que había pintado su nariz.
Lo hizo acercarse y él no rechisto, puso las manos en su cintura.
—¿Y si no vamos y nos quedamos aquí?—Se levantó apenas un poco de su banco para besar su nariz.
—Ya pasamos once días encerrados, seguro hay un montón de cosas que arreglar.—Ella rio al escucharlo mientras colaba las manos debajo de su falda ignorando lo dicho—.Te propongo algo...
—Convénceme y entonces tal vez te deje ir.—Él sonrió.
—Tú y yo, te llevó a explorar toda la pirámide.—Empezando a besar su cuello, cediendo a su cuerpo.
—¿Lo dices en serio? ¿O ya vas a tomarme?—Ambos rieron para Namor terminar con sus besos.
—Hay que irnos.—Bajandola del banco alto.
Se lavaron el cuerpo, quitando la pintura de sus brazos, manos y cara.
Quedando listos para salir.
—¿Desayunas conmigo?—Propuso viéndola colgarse su bandolera cuándo apenas él se iba a sentar.
—Que me den de comer allá.—Dirigiéndose a él y levantarse de puntitas para darle un beso en sus labios.
—Que te vaya bien, ya sabes...
—Si, que no haga nada peligroso en la isla, no, tranquilo que solo voy a supervisar.—Él asintió besándole la frente.
Salió de ahí yendo primero con Yatzil queriendo ver cómo estaba después de lo obviamente fuerte que fue ese huracán.
Paseaba su mirada viendo algunos desperfectos en las construcciones, pero estaba segura de que los arreglarían.
Entró encontrandola aplicarse algo en el vientre apenas un poco abultado, ya cumpliendo casi los tres meses de embarazo.
—¿Qué es lo que te pones?—Preguntó cerrando la puerta para darle un beso en la mejilla.
—Una crema que según mi mamá es contra estrías ¡¿Ya viste esto?!—Olivia sonrió poniendo una mano en su vientre—.Y pensar que apenas en Mayo quedé embarazada...
—Esta preciosa.—Su amiga se quejó.
—Voy a ponerme peor, parecerá panza de ballena.—Se miró en el espejo que tenía delante de ella.
Ambas sonrieron.
—¿Cómo estás? ¿Cómo la pasaron en todo esto?—Colgándose su morral.
—Muy bien, pensé que iba a ser aburrido.—Yatzil se rio burlona.
—Juro que tus gemidos se escucharon en todo Talokan.—Su amiga la miró regañona.
—Jaja, estoy segura que también todos los de aquí saben el día en el que quedaste embarazada.
Ambas amigas salieron de esa casa, dejando todo ordenado ya que Yatzil ya había desayunado. Su hambre era cada vez más atroz y había comenzado a cuidarse, era seguro que en unos pocos meses tendría que dejar de ser tan activa.
Al llegar tal y como dijo Olivia, la mayoría de casas de madera y paja, totalmente destruidas.
En la arena había una que otra rama ahí con la cuál te podías hacer daño, al igual que objetos de las casas y demasiada basura marina.
El lugar se veía desierto, pero se podía oír ruido cuando te acercabas a los refugios.
Estos ya estaban abiertos liberando así un poco a las personas.
Al llegar Olivia, hubo más sonrisas que malas caras, habían comenzado a creer en ella ya que nunca la habían pasado tan bien durante un desastre.
Todos desayunaban unidos, dentro de sus refugios, así celebraban que la tormenta había pasado.
—Wa u kin ts'íiboltik u ko'olelo' ka jala'achilo', wa k Chúuns kanantik bey teen le áantaj=Si su deseo es ser señora y gobernadora, si nos cuida así yo la apoyo.—Dijo un hombre a su familia.
Olivia no entendió, pero Yatzil si y eso la hizo sonreír, ella sabía el plan de Namor.
Hacerla su esposa, hacerla feliz, tener hijos.
Y si la gente incluso ya la aceptaba iban por buen camino.
—Máaxo'ob páajtal ya'alo'ob líik'il ka'a le kúuchila'. Yuumbo'otik wu'uyik ku ts'aik je'el bix t'aane' wilej ka'a=Quiénes puedan, ayuden a levantar de nuevo este lugar. Gracias por obedecer, me da gusto verlos de nuevo.—Dijo con dificultad Olivia, no sabiendo cuántas veces Namor la había ayudado a pronunciar.
En el tiempo que estuvieron encerrados recibió varias lecciones de Maya por Namor así familiarizandose con el idioma el cuál quería aprender lo más pronto posible.
Dejaron de comer para aplaudir, no sólo porque por primera vez habían pasado un huracán sin bajas sino también por su apoyo a la Reina que ya habían dejado de odiar y por la cual ya sentían cierta confianza.
Unos hombres salieron de la casa del jefe para ir con los altos soldados Talokanis yendo a arreglar los desperfectos, Yatzil los acompañó ignorando por completo su estado de gestación.
—Suerte.—Dijo Yatzil besando la mejilla de su amiga.
Olivia camino un poco más, llegando a la iglesia que ya también estaba abierta y apenas unos cuantos desperfectos en ella.
Yamil se acercó a ella con su hija en brazos.
—Buenos días.—Saludo con un vaso de té en su mano por también estar desayunando.
—¿Cómo están todos?—Preguntó viendo todo el lugar con aún personas también desayunando.
—Muy bien, todos sin gripe, herida, bien dormidos, comidos y felices.—Olivia asintió contenta.
El cariño para ella se notó también en el templo.
—Taak uk'ul in ko'olelo'=¿Quiere desayunar mi señora?—Una mujer acercándose a Olivia para tomar su mano, guiandola hacia el comal.
—No, yo, gracias tengo que ir a...—Se excusó en español, pero la señora no le hizo caso y ni le entendió.
—Andale güera.—Yamil guiandola.
Al acercarse Olivia pudo oler la manteca, la grasa en esas tortillas con salsa y un café que inundaba su boca de saliva.
—Son memelas.—Nombró Yamil al ver su cara de desaprobación.
No lo veía así por su imagen, en realidad se veía muy apetitoso, pero ver toda esa grasa con la que las prepararon; la ponía mal.
Era como regresar a su yo de 16, flaca hasta los huesos preocupada por su peso.
Apenas llegó le dieron un plato con tres de esas, de salsa verde, con cebolla y queso repartida en ella, haciéndola más antojable.
Dos mujeres y Yamil esperaban con ansias a qué la probará.
Su olor, le hizo despertar su hambre y así dando un bocado que crujió por lo dorado de la tortilla llamada "Memela".
El sabor la cautivo y el pocillo con café de olla caliente y recién hecho la mato.
Estaba con una sonrisa comiendo este rico antojó que nunca imaginó comer, antes las grasas para ella estaban estrictamente no permitidas.
Comió seis memelas, quedando satisfecha, con una capa de brillo en sus labios por la manteca y un rico picor en su lengua.
—Hay que irnos Yamil.—Dijo Olivia levantándose de la silla de madera mientras se limpiaba la boca.
Yamil se levantó, dejando a su niña en el suelo que ya podía caminar.
Antes de que comenzaran a irse le dieron otro poco de café a Olivia que se llevó en su taza gustosa para salir del templo que ya también estaba quedando vacío.
Caminaban ambas en ese piso con mucha basura del lugar que había arrastrado el Huracán. Se sentía bien ese mañana, siendo luminosa y muy fresca por el huracán, pero era aguantable ese frío bochornoso.
Llegaron al taller textil dónde todos comían tranquilamente con la puerta ya abierta.
Algunos también ya habían salido a arreglar todos los desperfectos para seguir con sus actividades económicas.
Era obvio que llevaría días en reconstrucción todo y que algunos tendrían que dormir ahí, pero se veía que todos se apoyaban y no habría ningún problema.
—Ma'alo'ob k'iin ti' tuláakal u ma'alob yaan ma'alob=Buenos días a todos, que bueno que están bien.—Olivia con dificultad, todos ahí la saludaron con una pequeña reverencia.
—Bueno y ¿En qué podemos ayudar?—Volteando a Yamil que cargó en brazos a su hija.
Fueron interrumpidas por Ujo' que tocó el hombro de la reina.
—Buenos días.—La saludó y ella solo movió la cabeza en señal de saludo—¿Ya podré salir por las noches?
—¡Claro! Ya puede.—El hombre asintió para comenzar a salir.
—Iré a ayudar, buen día...
—Lo acompañó.
Yamil de quedó ahí dejando ir a Olivia y Ujo' juntos hacia la playa.
Todo el camino directo a la playa fue silencio, pero ese silencio fue interrumpido por un grito desgarrador de un hombre.
.
.
.
Namor había estado por toda la ciudad viendo que toda su gente estuviera bien.
Atendiendo los desperfectos en las construcciones, que si bien no eran peligrosos, había demasiados.
—Bix u biin in k'uben=¿Cómo va mi encargo?—Preguntó a uno de los constructores de la ciudad.
—Uts in máako', mentej jump'éel ts'ono'oto' Táantik náach ti' u kaajil tu'ux tech ka u ko'olelo' vivirán ki'imaktal u yóolo'ob, taak u yil=Bien señor, hicimos un cenote, apenas alejado de la ciudad dónde usted y su mujer vivirán felices, si quiere verlo.—Lo invito nadando, a su lado.
—Ko'ox=Vamos.
El hombre que guiaba a Namor era de edad avanzada pero que guiaba cada una de las espectaculares construcciones desde ya varios años.
Apenas unos metros alejada de Talokan, una roca enorme en medio del mar que hacía perfecto el papel de cenote.
Era majestuosa, un digno de un Rey, no había puerta, si no que entras por abajo y sus dimensiones eran enormes.
Salieron del agua, viendo el gran lugar hecho de roca, Namor salió primero para poner sus pies con alas libres en ese espejo de agua, que no sobrepasaba su tobillo.
Sus pisadas junto con las del hombre haciendo ruido por esa agua cristalina. Era enorme ese lugar y con una pequeña choza en medio.
El hombre señaló el lugar con la palma abierta para darle pase a Namor.
Hizo a un lado la cortina de cuencas, de vibranium y caracolas que hicieron un ruido hermoso.
El moreno vio el lugar, una mesa lo suficientemente grande para ambos, con la vista de un mural sin aún decorar.
Dejó ese lugar para entrar más en él haciendo aún lado también la cortina y ver la cama, enorme de mantas finas color rojo.
Había un mueble metros a la derecha de la cama que incluía un espejo también decorado
Estaban las paredes preparadas para Namor poder pintarlas, pero por primera vez, ya no solo, acompañado por ella.
Era un lugar bastante acogedor, grande para ellos dos.
Subió la vista al techo de esa casa y también estaba preparado para llenarlo de arte, todo ese lugar era lindo y esperaba que a ella también le gustará.
Sería su nuevo hogar de casados.
Namor no vivía en la pirámide, era cierto que era un rey, un Dios tal vez, pero era uno humilde y bondadoso con su gente, que vivía cerca de ellos como cualquier Talokanie, estando a disposición de todos sin importar que.
Pero ahora, se casaría y a su esposa la llenaría de hijos y llenaría de placeres, que su reina estuviera tan consentida.
Que por eso había mandado a construir ese lugar para ellos dos.
Namor salió de ahí con el hombre esperándolo al otro extremo del cenote.
—Láayli' ma' táan ts'o'oksik, ba'ale' ts'o'ok u=Aún está incompleto, pero ya está hecho.—Dijo el hombre a Namor mientras miraba con él su creación.
—Ya'ab níib óolal=Muchas gracias.—Puso una mano en su hombro como agradecimiento—.Ko'one'ex to'on ya'ab u yil tuméen le kaajo'=Vámonos aún tenemos mucho que ver por la ciudad.—Para echarse al agua que era la salida.
.
.
.
Casi toda la aldea escucho ese grito desgarrador y los llantos del hombre.
Olivia y Ujo' corrieron hacia la derecha de la isla dónde venía el grito, corriendo miraron como un hombre se había incrustado un gran metal puntiagudo en la pierna, que lo atravesaba por completo.
Olivia se tiró hacia él poniendo una mano en su pecho para así tratar de ayudarlo en la regulación de su respiración, pero el hombre lloraba más, el dolor era fuerte y ya ni siquiera sentía la pierna, pero apenas y sangraba.
Hombres los rodeaban solo viendo la situación un poco petrificados, pero sin hacer nada.
—Un doctor ¡¿Dónde?!—Olivia, con una mano en el metal que lo atravesaba, manchando así sus manos.
—No hay, solo, hasta la costa.—Dijo Ujo' no sabiendo qué hacer.
—Bien, vas a estar bien.—Entonces ella puso toda su fuerza en el brazo para sacar el metal de ahí.
Había logrado moverlo apenas un centímetro y el hombre había gritado horriblemente al sentir el movimiento, Olivia tuvo que detener su mano con miedo.
Llegó corriendo Yamil para que todos se hicieran a un lado y ella pusiera la mano en la de Olivia pidiéndole parar.
—Creo que no es lo mejor.—Para ver la cara de dolor que hacía el hombre—.Hay que llevarlo a la costa, es la única salida.
—Pero eso está a media hora.—Se metió Ujo' viendo sus caras de preocupación.
—Hay que llevarlo a Talokan.—Dijo sin más, apartándose de ahí.
Fue a buscar soldados de Talokan que la ayudarán a moverlo, llegó viendo un grupo, encontrando con ellos a Yatzil mientras juntaban todas las tablas de madera que formaban las casas.
—Vengan y ayúdenme.—Pidió y volvió a la carrera de regreso, la siguieron también corriendo.
Yatzil y los soldados vieron a ese hombre sufriendo de dolor y su amiga se acercó a Olivia tratando de entender.
—¿Qué quieres Olivia?
—Llevarlo a Talokan con Mactzil, tiene que curarlo.—Dijo limpiando una capa de sudor que descansaba debajo de su nariz, manchandose de esa sangre ya seca.
—No podemos Olivia, es peligroso.—En susurros le dijo, solo advirtiéndole.
—Ko'one'ex, yaan bisik Talokan=Vámonos hay que llevarlo a Talokan.—Ordenó Olivia, haciendo caso omiso. Los soldados obedecieron.
Namor aún no la presentaba como novia, reina, prometida y menos como concubina.
Pero todos creían que al estar a los pies del Rey tenía algo de autoridad así que sin rechistar lo levantaron del suelo para ir hacía el mar.
Yatzil se quitó su respirador cediéndole este al hombre y así ella correr hacia el mar recuperando oxígeno.
La sal marina tocó la herida del hombre y así haciéndolo gritar más, pero Olivia puso una mano en su frente.
Había una práctica que ella hacía con su hermana, cuando mamá las regañaba ella lloraba pero Olivia la calmaba poniendo una mano en su frente pasándole así sus sentimientos y emociones, calmandola mientras tarareaba alguna cancioncita que ella misma en ese momento creaba.
"El dolor cesara.
Cómo las lluvias y el mar.
No hay nada porque llorar.
La tranquilidad pronto te arrullara"
Dejó de cantar cuando el agua los sobrepasó del cuerpo y el hombre se calmó al simple sentir de su mano en su frente.
La velocidad empezó, tres soldados lo cargaban mientras Olivia sostenía su cabeza y Yatzil los guiaba.
Al hombre le hubiera encantado ver toda la belleza que le contaban era Talokan, pero la sal en el agua no se lo permitió.
Llegaron a la parte más cercana de lo que era el laboratorio para no tener que nadar más y así no exponerse más a la presión del agua, que si no paraban iba a morir y no precisamente por la herida en su pierna.
Al llegar los hombres, ellas iban corriendo con el hombre en brazos por los pasillos, en busca de esa atención médica, llegaron al centro donde nadie los quiso ayudar y el hombre cada vez más se le veía la muerte en los ojos.
Con el dolor en su cuerpo y cada vez más sangre perdida. Si no lo atendían ya, moriría y era seguro, porque su pulso, era cada vez más lento, más efímero, más cansado.
—Tu'ux yaan Mactzil=¿Dónde está Mactzil?—Preguntó Yatzil a una de las enfermeras que pasaban por ahí.
Todas la ignoraron hasta que una paró y les dijo que estaba en su propia oficina.
—Está en su oficina, voy a verla.—Aviso Yatzil comenzando a irse.
—Yo voy contigo.
Realmente no quería dejar al hombre ahí solo, pero sintió que tenía que ir por ser la que lo trajo ahí.
En un principio no había pensado en más que solo salvarlo, pero ahora, si iba sola Yatzil, Mactzil le echaría la culpa y quería estar ahí para ser quien diera la cara.
Entraron ambas con actitud de mandar y no pedir y aunque Yatzil quiso hablar primero, su amiga le ganó.
—Necesitamos que atiendan a un paciente.—Dijo Olivia indiferente.
—¿Él de allá arriba?—La mujer, escribiendo algo en un papel apenas y subió la vista a Olivia—.No, por mi que se muera.
—Mactzil, atiendelo ¡Se está muriendo!—Yatzil, a la defensiva, poniendo una mano en la mesa, haciendo así ruido y captando su atención.
Lo obvio era que Mactzil se dirigiera a Yatzil, pero no fue así, puso los ojos en la pequeña Olivia, al menos así la veía, tan inferior a su lado y realmente a la única que quería lastimar era a ella.
—Vienes aquí mandando.—Se apartó de mesa acercándose a ella—.Váyanse de aquí y más vale que con ese hombre.
Ya no era Olivia la que la escucharía al menos no en ese momento.
—Tú, vas a hacer lo que yo te digo ¡Ya!—Con un tono altanero, sacando el pecho, casi entre dientes.
—Vámonos Olivia.—Se dio por vencida Yatzil para tomarla del brazo pero ella no se dejó, quitó su brazo con brusquedad.
—Hazle caso y largense, si no quieren que llame a K'ukulk'an.—Amenazando una vez más Mactzil.
—¡¿Tendría que tenerle miedo a él?! Escúchame y haz lo que te digo, a eso te dedicas tú ¡¿No?! ¡A obedecer órdenes! ¡A obedecer a tus superiores!—Señalando su pecho mientras se miraban a los ojos.
La actitud de Mactzil contra Olivia y su nueva inseguridad respecto a ella la hacían reaccionar así, poniéndose el traje de defensa para que la intentará humillar como su pasado significaba.
—Cuando se trata de él conmigo, créeme, tendrías que tenerme y tenerle miedo.—La reto, señalando la puerta con desdén—.No vengas a mandarme aquí como reina, no lo eres...
Yatzil entendió a qué se refería.
—Piensa tener el mismo lugar, si ya solo es el pasado de Namo.—Pensó eso sobre ella.
Estaba diciendo y mandando como cuándo era alguien de Namor.
Olivia iba a volver a hablar pero por fin quiso hablar Yatzil ante la situación una vez más.
—¡Cálmate ya Mactzil! Ella es más Reina que tú ahora,¡¿Quieres saberlo?! Será la próxima Reina de Talokan, ya eres pasado, ahora haz lo que la reina te pide.—Poniéndose detrás de Olivia, apoyando a su amiga.
—Así que tú también estás muy segura de eso, Namor no te lo ha dicho Olivia, ni a ti tampoco Yatzil ¿Verdad?—Cortando su cercanía para reír en burla.
—Decirme que?—La retó abriendo sus brazos.
—Sigue conmigo, Yatzil lo sabe. Él y yo íbamos a casarnos, tal vez ahora sí lo estemos, las escapadas en la noche, era para venir conmigo y burlarnos de lo patética que eres.
Un golpe fue en el estómago, ya era de nuevo Olivia, sintiendo como un nudo se apretó en su garganta, para por poco desatarse y mostrarse, patética.
Se quedó ahí, estática, como si su mente comenzará a trenzar toda la situación y todo encajara.
—No vas a decir "¿Qué?"—Se burló de ella, volviendo a sentarse en su asiento.—¿De verdad creíste que "le interesaste"? Si el te hablo, fue porque yo se lo pedí...
Yatzil se quedó ahí con ella, la tomó de la mano para salir pero Olivia aún no tenía el deseo de hacerlo.
—Se de la primera vez que te beso, de sus pláticas, de como tenías frío, de como tú, asesinaste a tu padre...—La culpo.
—¿Qué yo qué?—Soltando un sollozo que controlo.
—De cómo te convencía para tener un hijo, eso era también parte del plan, tener un hijo de un vientre no nacido Talokan ¿Te enamoraste? Si si, Namor cumplió con todo lo que le pedí, para después venir en las noches y acostarse conmigo.—Solo agregando una mentira a la verdad.
Después de la primera noche Namor no pudo volver a mirar con mismos ojos a Mactzil, eso lo asusto. Lo había hechizado desde esa noche de combate, como si de verdad su canto lo hubiera hechizado.
—¡No, eso no es cierto Mactzil!—Dijo molesta Yatzil, teniendo a su amiga delante de ella con una lágrima ya saliendo de su ojo.
—Si no me crees Olivia.—La miró en su trance—¿¡Hey!?—Movió su mano frente a sus ojos, buscando su atención que captó—.Busca los escritos que él hizo para mi...
No había forma de que Olivia se defendiera, porque si se le ocurría abrir la boca,.lloraría sin control.
Salió de ahí, dejando a Yatzil sola con el herido.
Apenas llegó Olivia al lugar que compartía con Namor, se sentó en la cama, recordando todo.
Si insistencia por convivir con ella.
Su visita al laboratorio en el primer momento.
Su repentina confesión de que, le encantaba.
Su constante pregunta de hijos.
Su constante deseo de complacerla para que ella cediera a todo.
Sus visitas al laboratorio.
El experimento al que fue impuesta.
Su llegada en esa noche con papeles.
Se limpió las lágrimas y empezó a buscar por todos lados esos papeles, mientras lágrimas caían de sus ojos poniendo borrosa su visión.
Busco en el cajón junto a la cama no encontrando nada, pero dejo todas las cosas de este tiradas, dejando un tiradero, con los cajones salidos y tirados.
Pateo el baúl frente a la cama, nunca lograría abrirlo, se sentó un rato en este a llorar.
¿Por qué le había hecho esto? Ella se confesó con él, le dijo todo lo que la lastimaba, para ser traicionada, otra vez.
—Fui una estúpida.—Se decía mientras golpeaba su cabeza y con otra mano jalaba su cabello.
¿El vino a sanar? Ya había olvidado lo feos que eran los ataques de ansiedad.
Y así estaba, haciendo eco con sus lágrimas y sollozos, mientras solo hilos de saliva unían sus labios.
Temblaba, sintiéndose culpable, patética, por creer.
La uso, no la amo, no como ella ya lo hacía.
Se sentía peor que como la lastimó Howard, sentía que volvía a caer de ese gran barco, sin parar, sintiendo como la conciencia se le iba.
Había podido ser ella, la Olivia que se había escondido por su propio bien, pero la habían volvido a lastimar, a usar su mente, cuerpo, corazón.
Escondió su cara entre sus piernas mientras lloraba más para llegar Yatzil con ella.
—Olivia, no, no le creas...—Ella ni siquiera subió la vista, seguía guardando sus ojos miel llorosos.
Yatzil la encontró en esa posición, sintiéndose mal por ella. Se acercó poniendo sus manos en los pies de Olivia que estaban arriba del baúl
—Mejor, háblalo primero con Namor y...
Olivia la interrumpió, mirándola con regaño.
—Vete, tú ya sabías todo esto.—Se limpió las lágrimas quitándose de ahí.
—Te juro que no..
—¡¿No?!—Regreso a ella empujándola—¡¿No?! Entonces ¿Por qué carajos buscabas que habláramos? Me obligabas a arreglar las cosas ¡¿Por qué putas será?!
—Porqué, yo veía que te quería y...
—Eso creí yo también ¿Gracias a él! ¡Gracias a ti!—La volvió a empujar para alejarse de ella no queriendo estallar—.Tú sabías que él y ella habían sido pareja y no me dijiste nada ¡Tú lo ayudaste! ¡Lo apoyaste en esta mierda!
—Si no te lo dije.—Se tragó el nudo de su garganta por verla rota—.Fue porque Mactzil y él,.ya hacía mucho que no eran nada, Namor, cuando te vió seguía enamorado de ella, pero cuando te conocío fuiste quien le regresó el corazón, para dártelo a ti...
—No me vengas con mierda Yatzil, ese idiota no me amo ni me amara ¡Me mintió! ¡Me metió a su cama con un único fin! Me conquistó ¡Me habló con un único fin!—Gritaba en sollozos, sintiendo que aire ya no había en sus pulmones—¡Fui víctima una puta vez más!
Se soltó a llorar ante ella, con el rostro húmedo por sus lágrimas, con sollozos de dolor por su llanto que no lograba controlar.
—¿¡Y acaso no te demostró que te amaba?—Von voz dulce y Olivia contestó con voz entrecortada.
—Como se nota que no has sufrido.—Se rio de ella, quitando sus lágrimas y Yatzil sintió que no hablaba con Olivia—.Me han demostrado tantas veces amor, que parecía puro y sincero, pero terminó en solo lágrimas,mi madre, padre, Howard.
Yatzil la miró con los ojos rojos, hinchados, el cabello hecho enredos, pero ya no lloraba, hablaba con calma.
—El poco amor que recibí y tal vez el único sincero fue el de una niña pequeña que me dejó sola, ella me enseñó que si se ama, si se hace algo por ella ¡Jamás se reclama! ¡Jamás se espera nada! ¡Jamás se pide!
¡Namor no me ama Yatzil!
Ahora la única que lloraba era Yatzil, por no saber qué más agregar, por no saber cómo acercarse y abrazarla.
—Vete Yatzil.—Su amiga intento acercarse—¡Que te vayas, joder!
Yatzil no reprochó, la ayudaría, solo hasta que se calmara, así que salió de ahí dejándola sola en su llanto que regresó al instante cuando se fue.
Le dolía el cuerpo, en especial la espalda, le dolían los ojos, el pecho y la cabeza sentía que le iba a explotar.
Pero decidida volvió a buscar esos papeles, no supo ni siquiera cuánto tiempo busco, busco en las pinturas, en la mesa, sillas, debajo de la cama pero nada, no podría abrir ese gran ropero, estaba bajo llave.
Pero como si el destino quisiera que ella en ese preciso momento las encontrará, encontró las llaves tiradas hasta la entrada, seguro habían caído ahí porque aventó todo de ese cajón.
Las levantó para abrir el único cajón que estaba con llave, dónde antes estaba el brazalete que Namor le había dado y encontró enrollados esos papeles.
Los abrió encontrando lo que habían pintado en una de las paredes, el mural al que le habían dedicado horas, comprobando así lo dicho por Mactzil, solo un PLAN.
Vio ese dibujo y aunque era hermoso, no sonrió, solo le dieron unas ganas despiadadas de romper todo, incluyendo ese papel , de quemar el mundo.
Se sentó en la cama, dándole la espalda a la entrada, viendo cada una de las hojas que aunque estaban en Maya, sabía que hablaban de ella por los hermosos dibujos en los escritos, recordando cada cosa que compartió con Namor.
Se soltó a llorar, con su cuerpo hacia sus piernas, sentada, sollozaba moviendo su cuerpo, gimiendo de dolor, queriendo calmarse.
—¿Qué tienes?—Corrio Namor hacia ella por atrás, poniendo las manos en su hombro—¿Qué paso Jats'uts?=Bonita.
La vio levantarse de la cama, dándole la espalda.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top