XXI . Dioses


Namor regreso a sus aposentos viendo a mujeres arreglando el lugar de la mejor manera.
Se sentó en su silla, pensando en si estaba bien hacer lo que la científica le pedía.

Fue interrumpido por el entrar de Olivia con su cabello ya en dos trenzas que le daban más libertad de ver su rostro y una tierna sonrisa en sus labios que le provocaba besar.

—¿Quieres cenar?—Preguntó serio aun no pudiendo quitar ese pensamiento de su mente.

—No gracias.—Dejando su bandolera en la mesa.

Namor hizo un ademán respetuoso con la mano y las mujeres se retiraron dejándolos solos.
Olivia notó su cambio de actitud.

—¿Qué sucedió Namor?—Se sentó delante de él en la mesa.

—Nada, solo algo en el laboratorio salió mal.

—¿Quieres contarme?—La actitud de Namor cambio una vez más.

—No linda.—Le sonrió fresco—¿Cómo te fue con Yatzil?

—Bien, solo hablamos de su embarazo.

—¿Te gustaría tener hijos?—Mirando su escote para así olvidar todo. Olivia notó esa mirada.

—No, en realidad no.—Coqueta le dijo para levantarse y ponerse a lado de él aún sentado.

—¿Y si te convenzo?—Se acomoda para estar enfrente de ella y enterró su rostro en el abdomen de ella aspirando su aroma.

—Si te esfuerzas podría suceder.

—¿Ni siquiera porque me voy a enfrentar por ti?

—Yo no te lo pedí.—Se defendió.

Namor se levantó y aplaudió dos veces para que el lugar se llenará, la tomó de las caderas empujándola a la cama, mientras le besaba el cuello.

Olivia lo recibió abriendo las piernas para que él entrara en medio de ellas y pudiera besarla mientras su tomaba su cintura no permitiendo que se alejara.
Bajo a su cuello dando pequeñas mordidas que ella respondía con gemidos.

Namor subió su falda desde sus muslos, con lentitud, viendo el rostro de lujuria de Olivia mientras se dirigía a su necesidad.
Pero ella no le permitió aún tocarla ahí, echo todo su peso sobre él haciendo que quedara debajo de ella, masajeó la erección que presente ya estaba mientras aún se besaban haciendo sonidos que a Olivia exitaban.

Se movió para quedar de rodillas ante él y metió su mano debajo de su prenda para liberar su erección que la hizo gemir, la sacó viendo su circuncisión y lo pequeña que se veía su mano en ella, era gruesa, con venas. El vio su expresión hacia la imagen, sonriendo orgulloso.

De arriba a abajo paseaba su mano en la longitud de Namor, él soltaba gemidos roncos, volteaba los ojos de placer, no quería que parará aún cuando se moría por besarla, el placer lo controlaba teniéndolo en sus manos aún cuando ella estaba de rodillas.

Olivia lo masturbaba con una mano mientras lo miraba orgullosa, sabiendo que le gustaba, quería besarlo preguntandose en si marcarlo o no con sus besos.

Namor tomó la mano de Olivia deteniendo su cometido, respiraba rápido y por fin la miro mejor, no queria terminar en su mano.

—¿Qué quieres?—Dijo Olivia cerca de sus labios ya levantada.

—Tu humedad cariño.—Rogando, estando ya a la altura de su abdomen.

Olivia se alejó de él, dándole espectáculo a sus ojos, se quitó el top de esa tela que cubría sus pechos.
Namor miro con devoción, viendo sus pezones erectos por la excitación.
Bajo poco a poco su falda con todo y bragas dejándole ver su vello en esa área y lo linda que era su piel, azul o blanca mientras estaba desnuda.

Namor se levantó queriendo tocarla pero Olivia puso una mano en su pecho entrenado dejándolo con las ganas de tocarla.
Quedó en medio de la cama esperando algo pero ella solo se subió arriba de él y poner su rostro cerca su boca.

—Sin tocar.—Autoritaria—.Al menos que yo te lo pida.

Namor quiso besarla pero ella se alejó burlándose de él. Olivia no quiso esperar más así que se tocó un poco viendo el rostro de placer que Namor tenía al ver cómo ella se tocaba sin el poder hacerlo también.
Tenía tantas ganas de hacerlo, pero ella mandaba.

Después Olivia se levantó un poco tomando la polla del Dios que pedía atención, la paso por su entrada con placer para después meterla, poco a poco, soltando un suspiro lento mientras Namor recostaba por completo la cabeza en la cama sintiendo la sensación de abrazo en su polla.

k'ukulk'an tenía las manos a los lados así que Olivia las tomó entrelazando sus dedos para Olivia comenzar a moverse en círculos lentos que Namor y ella disfrutaban, sintiendo el límite de ella, rozando suavemente ese lugar esponjoso y suave.
Ella sintiéndose extasiada, cómo si en segundos fuera a perder la conciencia.
Su placer se soltaban en un eterno "mmmmm" que el Dios quería beber en besos.

Después Olivia de adelante a atrás y los gemidos agudos comenzaron a nacer de su garganta mientras miraba los ojos chocolate de Namor.

—¿Te gusta?—Moviéndose con vehemencia, diciendo lo que él le había dicho cuando la sometía.

—Ohhh sí, más rápido.—Pidió queriendo apartar sus manos de las suyas y darle un azote.

—Tienes prohibido correrte.—Bajo Olivia a sus labios besandolos castamente—.Hasta que yo te de permiso.

Los saltos empezaron torturando a ambos, incluso gritos y maldiciones de placer Olivia soltaba, sintiéndose cerca.
Alternaba los saltos con movimientos circulares y cuando se cansaba de adelante a atrás con paciencia.
Estirando su coño mojado y pequeño y la polla de Namor.

El Dios estaba perdido, en el movimiento de los senos de Olivia, queriendo morderlos, succionarlos por la bonita figura.

—¿Quieres cansarme para mañana? ¿Mmm?—Namor apretando la mandíbula controlando gemidos.

Levanto la espalda de la cama no soportando más no poder tocarla, sus manos peleaban por seguir el control entonces paso sus manos y las de él a la espalda de Olivia teniéndola presa.

—Salta para mí, me encanta como te mueves.—Al oído para provocar un gemido agudo de Olivia mientras aún se movía.

Después de todo era un plan. ¿Por qué no disfrutar?
Si tenía a una mujer bella y dispuesta en su cama.

Olivia sentía que moría por el placer en su espalda y el dolor en su vientre que se estaba empezando a generar por su orgasmo cercano.
Tener el cuerpo de Namor contra ella solo agregaba más sensaciones a su cuerpo débil.

Se movía en círculos siendo ahora ella la sumisa, sentía el calor corporal de Namor que la haría correrse pronto, nada como tener sexo con un Dios, penso.

Unos movimientos más de Olivia y Namor para derramarse entre ellos, soltando un gemido,
Namor aún tomando sus manos mientras repartía besos en su cuello que se movió excitantemente por el pasar de saliva.

—¿No me obedece?—Olivia regresando la mirada a él, quitando su cuello de su boca respirando rápido.

—¿Se supone que tenía que hacerlo?

—Se supone que no debías tocarme.

Justo como Olivia había imaginado la primera vez, quería hacerlo ahora realidad.

—Ahora tú vas a comerme el coño.—Avisó cerca de sus labios apunto de besarlo.

—Un placer.

La mojó más el solo imaginar su nariz contra ella, su barba hacerle cosquillitas, su perforación fría tocándola, necesitaba su boca ahí.

Namor soltó sus manos acostándose de nuevo en la cama siguiendo las instrucciones de ella que puso una mano en su pecho tirándolo a la cama.

Ella se separó de él sintiendo el vacío en su cavidad, con sus piernas cansadas y temblando se llevo hacia la cara de Namor que la esperaba con ansias.
Al llegar el Dios la tomó de la cintura bajandola a él con ternura para Olivia sentir su nariz tocar su hinchado clítoris y arrancarle un gemido ahogado.

Namor antes de tenerla completamente en su boca lamió toda su entrada probando su rico sabor una vez más, sintiéndola moverse hacia ese tacto, era como si besara sus labios, mordía tiernamente y metía su lengua escuchandola ronronear viendo desde abajo sus senos.

Metía y sacaba la lengua una y otra vez y movía su rostro sabiendo bien lo que hacía su nariz.
Ya estaba sensible y ese orgasmo llegaría pronto otra vez.

—¡Namor! ¡Maldita sea!—Se quejó en suspiros.

La sintió contraer su vagina sobre su lengua mientras aún la follaba y supo que era tiempo de darle la cereza del pastel.
Mordió apenas un poco su clítoris obligandola a una gloriosa corrida que soltó con un grito y risa aún arriba de él, sintiendo unas cuantas lamidas más.

Olivia se quitó agotada, Namor la tomó de la mano ayudándola a moverse por sus piernas débiles y temblorosas.
Logró acostarse a su lado dándole la espalda, su pecho subía y bajaba y sus piernas temblaban, Namor la abrazó de lado poniendo una mano en sus piernas. sintiendolas temblar, orgulloso.

—Duerme.—Puso su nariz entre su cabello trenzado.

5 de Julio 1943

La mañana llegó iluminando el mar infinito y también a Talokan, Olivia despertó primero que Namor, se quedó un momento mirando toda la habitación, soltando un suspiro de culpa y cansancio por lo que sucedería.

Se levantó tomando una capa de Namor hecha de un tela cómoda y que proporcionaba calor suficiente, era grande para cubrir su cuerpo.
Se sentó en la mesa viendo el sueño de Namor y siguiendo su dibujo detallando cada facción de su rostro grueso.

El ruido se hizo presente en el lugar cuando una mujer llegó.

—Tin taasaj le nook'o'ob le ajawo' tu k'áataj=Traje los vestidos que el Rey pidió
—Dijo aún en la puerta-

Olivia se levantó nadando hacia ella, tomándolas en sus manos.

—Je'el u páajtal a bin, Nib óolal=Te puedes ir, gracias.—Con amabilidad le dijo y la mujer se fue.

Olivia dejo las prendas en la mesa y las desdobló siendo un vestido blanco, largo con hermosos adornos en el pecho, flores, caracoles hechas a bordado y piedras preciosas también bordadas.
Había unas chancletas que ella no creyó que fueran simples por los detalles de metal en ellas que seguro era vibranium.
Y una falda larga que tenía los mismos detalles del cuello en el final de la falda.

—Es para ti por si te lo preguntabas.—Namor recién despierto aún acostado viéndola desde lejos.

—¿Qué? ¡No!—Se volteo viéndolo.

—Bueno, me voy a enfrentar hoy por ti, tienes que estar presentable.—Se levantó de la cama para nadar hacia ella—.Como el trofeo que eres...

—¿Soy el trofeo entonces?—Fingió molestía.

—¿Póntelo si?—La abrazo de la cadera y le dijo a los ojos—.Y hay que desayunar que ya es tarde y será tiempo de el combate.

—.Namor.—Le tomó las manos que estaban en sus caderas—.No lo hagas, no debes hacerlo.

—Anda póntelo mientras pido el desayuno.—Apartándose.

Él se retiro para ella quitarse la prenda de Namor que tomó y ponerse el vestido adornado del cuello.
Tomo la otra falda poniéndola y metiendo el vestido con cuello hermoso dentro de la falda, no sabía cómo debía ir.

—No, así no es.—Llegó Namor.

Sacó las trenzas atrapadas en la prenda y le sonrió bobamente.
Tomó el vestido sacándolo de la falda acomodandolo un poco.
Namor tomó las chancletas y la acompañó a la cama donde comenzó a ponerlos, tomando sus pies de piel blanca.

—Este es un traje típico de la cultura.

—Me gustan los colores.—Dijo mientras el Dios terminó con su otro pie.

—Que bueno que te gustará, pensé que así sería, cuando hice el boceto pensé que tus ojos de miel le darían el toque.

—¿Tú lo diseñaste?—Incrédula, él asintió mientras arreglaba unos detalles de la sandalia.

Namor le llevó al espejo y tomó sus trenzas juntando ambas en su cabeza y uniendo con un tocado de caracoles, formando un peinado que mostraba su rostro.
La volteo a él y saco unos mechones cafés de su recogido terminando.

—Falta algo.—Le dijo poniendo un dedo enfrente de ella fingiendo pensarlo.

Namor se dirigió a una ropero de hermosa apariencia, que seguro era de piedras preciosas.
Namor abrió un cajón y de este saco un brazalete.
Se lo mostró, un brazalete con tres líneas llenas de pequeñas cuencas de tal vez piedras preciosas.
Unas piedras verdes tal vez de jade adornando la segunda columna de piedras.
Todas unidas en un broche de al parecer restos de una planta fuerte.
Era precioso.

Él lo amarró en su muñeca derecha, teniendo cuidado y después besar su mano.

—Era de mi madre, es el último recuerdo suyo y una parte de la planta original.—A los ojos le dijo.

—Gracias, es, muy bonito.—Tocó el brazalete, sintiendo las gemas en su muñeca.

—Adorna perfecto tu muñeca.—Le robo un beso tímido para sonreír ambos.

Empezaron a entrar con la comida las mujeres que los atendían. Ambos se sentaron en la mesa, Namor no le despegaba la mirada de chocolate que tenía, iluminada, le gustaba y era algo que él ya no le podría ocultar a nadie, había caído aunque aún lo negara por la culpa que sentía.

—Perfecta.—Haciéndole el cumplido.

—Lo se.—Sonrió mostrando sus dientes y él a ella.

Namor tomó uno de los vasos que le trajeron y se lo ofreció a ella.

—Pruébalo.

Lo probó sintiendo el licor y dulce de la uva en su lengua, probando ese vino casero.

—Es muy rico, gracias.—Namor le sonreía, feliz de ver su sonrisa.

Desayunaron juntos, mientras el nerviosismo estaba en Olivia no permitiéndole platicar fluidamente con Namor por la culpa que sentía, no era consciente de lo poderoso que el Dios podía llegar a ser, pero aún así sentía culpa, porque se enfrentaría por ella, por su incompetencia.

Ese desayuno en silencio transcurrio, acompañado de esos ricos sabores de alimentos. Dónde Olivia conocía así más de la gastronomía Mexicana y Talokana.

—Tengo que ir a ver los preparativos, nos vemos al rato.—La tomó de la mano antes de pararse de la mesa.

—Si, no te preocupes.—Le sonrió incómoda.

Namor salió y casi al instante llegó Yatzil con una botella llena de un líquido.

—Mira que linda te ves y yo que venía a arreglarte.

—Namor me arreglo.—Sonrio como niña pequeña.

—Quédaste divina, ahora bebe.—Le acercó la botella a la boca.

—¡No Yatzil! Ayer me diste a beber de esta cosa y también en la selva y en la casa de tu mamá, sabe muy feo.—Se quejó alejando la botella con las manos.

—Es para no tener minis Namor así que bebelo.—Regaño.

—Haberlo dicho antes.—Bebio haciendo gestos mientras Yatzil la veía empinarse el frasco.

—Oye, espera, no te la creo.—Tomó su muñeca derecha.

—¿Qué? Ah, me lo dio Namor, es bonito ¿No? Dijo que era de su madre.

—Si, es bello, está reliquia tenía siglos guardada.

—Cierto, es una reliquia.—Se alteró al darse cuenta de la pieza importante que tenía en la muñeca.

—Por si te lo preguntabas, eres la segunda mujer que usa este brazalete.—Subió la mirada a Olivia burlándose—.Así que esto si va en serio.

—¿Qué?

—Para mi primo tú no eres un juego, eso es claro, espera a que se entere Zacil uyy y pensar que la celebración que se viene ella vendrá.

—¿Quién es ella?

—Mejor vamos a maquillarte.—Evadió el tema.

Presionó un botón que provocó que el agua poco a poco se fuera, y Olivia se pusiera su respirador, la sentó en la silla de la mesa mientras ella se retiró por las pinturas.

Comenzó pasando un pincel grueso haciendo una recta blanca gruesa por toda la parte de sus ojos, que destacaba el miel de ellos.
Y con uno más pequeño hizo pequeños círculos negros debajo de la recta creando una convinacion de colores con su piel azul y ojos miel.

Se miró al espejo, pareciendo su maquillaje al de la mujer con la que estaba Namor esa vez, era ceremonial.
Se sentía bonita maquillada y vestida así, incluso luciendo irreconocible a la mujer con tacones altos, trajes a su cuerpo, con los labios rojo, máscara de pestañas y delineador perfecto.

—Gracias Yat, me gustó mucho.—Le sonrió a través del espejo.

—A mi también me gustó mucho.—Presiono sus hombros haciéndole el cumplido con una sonrisa—.Anda hay que irnos.

Salieron fuera, oyendo risas y habladurías cuando ella salió de ahí. Todos se dirigían a la superficie nadando tranquilamente para ver el espectáculo.

Mientras ellas nadaban el esposo de Yatzil se les unió, un hombre más moreno que Namor, con una perforación enorme en su labio inferior y en todo su tabique de la nariz una perforación, se dieron un pequeño beso y siguieron subiendo.

Vieron la isla de lejos escuchando ya los tambores que hacían música rítmica, todo estaba listo.

Llegaron, pisando la arena y Olivia sintiendo extraño por sus pies no tocar la arena.
Las personas la miraban y juzgaban, incluso ella pudiendo entender algunas cosas.

—Leti'e'?Ba'ale' jach ts'oya'an=¿Es ella? Pero si está muy flaca.—Escuchó decir a dos mujeres entre ellas.

—No les hagas caso Olivia.—Dijo Yatzil dejando de hablar con su marido por un momento para tomarla del brazo.

Era cierto, había algunas mujeres casaderas de la ciudad que tenían un interés en K'ukulk'an y si fueran invitadas a la habitación del Rey lo harían con gusto, pero ahora al estar enteradas de que todo apuntaba que el Dios se había encaprichado con una mujer les daba una envidia.

Toda la gente llegó al centro de la isla.
En donde estaba un centro ceremonial hermoso, el piso era de piedra caliza, con hermosos decorados en él. Había una estatuilla dorada enorme de Ixchel que tenía un conejo entre sus brazos y mostraba sus senos, su belleza femenina.
Detrás de ella había una torre enorme que estaba llena de decorados estelares.

Toda la gente reunida ahí, conversando, divirtiéndose y algunos incluso bailando mientras esperaban la llegada de los guerreros.

—Tranquila Oli.—Trato de tranquilizar Yatzil tomando su mano.

Los tambores aumentaron su ritmo y de la nada Namor salió de lado derecho, de entre arbustos de frutos, con sus joyas adornando su cuerpo, luciendo atlético porque nada lo cubría, con una lanza preciosa, adornada de piedras preciosas, dejando ya en claro desde un principio quien mandaba en esa pelea.

Su gente lo saludaba y apoyaba sabiendo también ellos que el Rey ganaría y lo que iba a pasar era nada más que entretenimiento y justicia.

Namor se puso en medio del altar, recibiendo la luz de ese medio día pegando en su piel canela, la gente lo rodeaba con aplaudia, alentandolo y musica en tambores que le ponía un toque a la ocasión.

Olivia estaba con Yatzil y su esposo, estaba sería, incómoda, no disfrutando mucho del momento.
Ya imaginaba lo que hablaban de ella, no solo que era el coño del Rey si no que ahora peleaba por ella.

Después de lado izquierdo de entre las milpas salió Kaknab, con más golpes por el cuerpo y uno horrible en la boca, pero listo para lo que enfrentaba, miró a todos lados, encontrando a Olivia arreglada como de la realeza y reconociendo el brazalete que llevaba, no estaba arrepentido eso era claro porque le guiño el ojo para incomodarla.
Este movió una vez más la mirada no encontrando la silueta de su madre.
Lo que había hecho significaba la deshonra dónde seguro su cuerpo frío sería quemado y enterrado sin una sepultura para los Dioses.

Él había sido un holcattes, de los guerreros más temidos y valientes de Talokan, no sería fácil de vencer ya que esto sería justo y Namor no usaría sus alas, solo eso, porque si su extravagante fuerza que era algo que no muchos consideraban.

—Yo le di ese golpe en la boca, quedó tan bien.—Susurro Yatzil con orgullo a Olivia, ambos viendo el panorama.

Ambos se miraron un momento en ese altar, enfrente de Ixchel que se veía hermosa en esa estatuilla dorada que dejaba ver la belleza del cuerpo femenino, era la madre de todos ahí.

Un hombre con tatuajes en el cuerpo, al igual que joyas caminó hacia ellos posicionándose en medio y comenzó a hablar con un tono fuerte, anunciando está pelea.

—Bejla'e' yaan k ilik juntúul ka'. P'atken ti' xane' u máak u ka'a topkech ti' le wíimbala' Ixchel
Le ko'olelo'obo'=Hoy veremos un enfrentamiento. Dejando en claro que nadie puede maltratar a la imagen de Ixchel. Las mujeres.

Las mujeres eran muy importantes en esta sociedad, todas consideradas Diosas por su capacidad de dar vida y alimento.
Por su capacidad de pelear mejor que un hombre.
Por ser un ser de luz y dulzura cuando se convierten en madres.
Que de verdad era una deshonra, un pecado, un delito lastimar a una mujer.

—Bik'iin u kíimil=¡Morirá!—Gritaron al unisono todos viendo la escena.

Los Dioses no sangran.
Los Dioses no caen.
Los Dioses no son vencidos.

El hombre se retiró dando inicio la pelea.

Namor dio vueltas junto con él alrededor del altar, donde el Dios solo tenía su lanza en el suelo haciéndola sonar dolorosamente en la piedra, queriendo provocar su ira.

En cambio Kaknab no estaba bajando la lanza, la tenía lista para ataque, tenía miedo, no solo por su imagen física que imponía mucho y le podía dejar claro que era débil a su lado si no también su mirada chocolate que penetraba hasta su alma.

Y como si los tambores dirigieran la lucha cuando empezó a ser más constante su sonar estos empezaron a pelear.

Kaknab empezó bien, tiró al Rey con la lanza bajo sus pies deteniendo su ataque, dejándolo en el suelo para este avanzar unos metros hacia delante de su caída, dejándolo atrás.
El Rey apenas un segundo estuvo en el piso para con liderazgo levantarse porque Kaknab ya venía buscando pelea de nuevo regresando a él.

Con un salto de lucha se dirigió a él, con la lanza preparada para ataque pero Namor no se sorprendió, mientras se levantaba mostró el músculo del brazo con orgullo, adornado con un brazalete de vibranium, haciendo que el otro cayera a su lado por el encuentro de metales.

Olivia veía todo eso, soltando un grito por el caer de Namor al suelo, pero Yatzil la tomó de la mano tratando de calmar sus nervios mientras ella celebraba y le gritaba cosas a Namor en su lengua.

—Ba'ax úuch wíiniko'=¡¿Qué paso hombre?!—Gritó viendo la caída de Namor.

—Jay le jach in ka'a suku'un=¡Ohh, ese es mi primo.—Aplaudiendo con la mano de Olivia, viendo lo imponente que se vio Namor solo deteniendo con el brazo.

Namor se levantó por completo, esperando que Kaknab se levantará de la caída, pero este estaba golpeado que el cansancio comenzaba a llegar, exhaló en el suelo y con el impulso de sus piernas y cadera quedó levantado.

Kaknab dirigió la lanza al rostro de Namor con velocidad y este respondió a ella con un movimiento de tronco que la esquivó y quitó con un movimiento de lanza en diagonal ya que la tenía al lado contrario del ataque.

Kaknab se agachó por ella pero como si de humillación se tratara Namor pego fuerte en su lomo para que cayera al suelo de boca, todos rieron y de Olivia salió el orgullo con una sonrisa que Namor miro un momento.

Kaknab se levantó pareciendo casi derrotado pero no era así porque al levantar su lanza la paso sin dudar y con velocidad cortando gran parte de sus pequeñas alas blancas en el tobillo de Namor, haciéndolo quejarse de dolor.

Un grito ahogado salió de la boca de Olivia mientras todos permanecieron callados por lo que veían, el Dios estaba sangrando.

Namor aún sentía el dolor en su columna y lo miró teniendo el cuerpo encorvado.
Fue lo que necesitaba el Dios para que el orgullo se fuera y las ganas de matarlo nacieran.

-—¡IMPERIUS REX!

Dijo Namor para con el puño, mostrando su fuerza increíble, lo tirará al suelo y lejos, chocando a los pies de Ixchel.
Namor había estado siendo razonable pero ahora iba a usar la fuerza de los Dioses.

Kaknab se levantó poco a poco con los brazos, con un hilo de sangre saliendo de su boca mezclados en el agua de su respirador.
Este apenas pudo levantarse quedando débil. Namor levantó la pierna con velocidad y fuerza tirándolo una vez más al mismo lugar.

K'ukulk'an camino hacia él con la lanza en una mano para con el pie golpear su barbilla y su cabeza rebotara en la piedra caliza del altar.
La ira estaba en el así que se sentó sobre él empezando a golpearlo desde arriba, una y otra vez con sus puños fuertes y morenos.
La sangre comenzó a nacer, pero la de Kaknab, ensuciando al Rey.

Todos de nuevo celebraban, viendo como la sangre ya estaba en la piedra anunciando su muerte cercana.
Entre golpes mortales de Namor el respirador de Kaknab se rompió empezando a faltarle el oxígeno y también ahogarse con su propia sangre.

Namor se levantó viéndolo agonizante pidiendo oxígeno, tomó su lanza y la puso en su cuello sin clavarla.

—Kíimili'=¡Muerte!—Gritaba la gente al unísono una y otra vez mientras la velocidad de los tambores también.

Pero ¿Qué acaso no era más dolorosa una muerte con deshonra, desangrandose y por falta de oxígeno?
Namor apenas jadeando tiró la lanza haciendo ruido doloroso, viendo como poco a poco la vida se le iba y sus intentos de respirar eran más lentos, moriría con dolor, cómo lo merecía.

Él estaba manchado de sangre, tenía sangre en las piernas, en su abdomen entrenado, en las plumas de sus alas y pequeñas gotas en el rostro.
Olivia pensó en su fetiche de él con sangre en las manos que no evitó morderse el labio.

Todos esperaron en ver no más movimiento en el pecho de Kaknab.
Este antes de morir levantó la mano viendo al cielo.
—Ixchel.—Dijo con dificultad.

—Ma' u k'aaba'ob=No la nombres.—Namor pateando su rostro desfigurandolo y dándole fin así a su vida.

Todos gritaron, apludieron y celebraron para Namor, en un grito.
—¡Líik'ik Talokan!

K'ukulk'an miro a lo lejos a Olivia, con una sonrisa, recorriendo su figura de arriba a abajo y ella también le sonrió orgullosa.
Aúnque Namor de él estuviera muy desepcionado.

Se retiro de ahí mientras hombres entraban por el hombre ya muerto.
Y la demás gente aprovecho para festejar una vez más.

—Vamos primo.—Quiso ayudar Yatzil.

—No, está bien, puedo llevarlo yo ¿Puedes caminar?—Preguntó Olivia a Namor que asintió con pena—Ustedes vayan a bailar.

Ambos iban caminando en la caliente arena del mar a punto de entrar al agua salada, mientras ella tenía cuidado con él, solo tomándolo del brazo, en ocasiones Namor la quitaba diciéndole.
—Estoy bien.

—Lo hiciste bien.—Olivia a su lado-

—No, no es cierto.—Se lamento viendo abajo, sus pies desnudos con sangre seca mezclada con arena.

—¿Te duele?—Realmente se preocupaba, así que pregunto una vez más sobre su estado.

El mar ya llegando a sus pies, saludando a su Rey herido. Que venía enojado y decepcionado.
La espuma del mar se podía oler así siendo una lluvía eterna.

—No, no me duele, estoy bien.—Olivia enredo su brazo en el de él, lo apartó bruscamente—.Puedo nadar Olivia, estoy bien.

Ambos se metieron al mar para empezar a nadar, siguiendose al mismo compás.
Era su culpa, era obvio, fue derrotado, humillado, herido, por ella, eso sentía Olivia.

Pasaron por los pasadizos de Talokan, de concreto dónde toda la gente se instalaba a vivir o platicar.
Llegaron a los aposentos y Namor se sentó en su cama, como si fuera "El Pensador".

Olivia tomo una jícara de la mesa que había sido frutero y fue al otro lado de la habitación llenándola de agua dulce.
Se hinco ante él metiendo su pie al agua para limpiar las plumas de sus alas.

—No hagas eso Olivia.—Se quejo viéndola de rodillas ante é.

—¿Te dolió sangrar? ¿Haber resivido herida?—Lo acusó mientras con una mano hacia que el agua llegará a su reciente herida.

Namor no respondió la vio hacer eso con su herida que no era nada grave, parecía sanaba poco a poco.

—¿Te dolió verte derrotado por un momento? ¿Sentir dolor? ¿Perder tu orgullo enfrente de todos?—Paso con cuidado los dedos en su ala no queriendo causarle molestía.

—Y de ti...

—No, no lo hiciste ¿Sabes lo que me haces sentir?—Conectaron miradas un momento—.Lo hiciste por mi y eso, significa mucho...

—¿Y que pensara el pueblo?—Ella aún lavaba las plumas que ya casi no tenían ni una mancha.

—Que tienen un Rey igual a ellos, que siente, sangra y que haría lo que fuera por su gente, incluyéndome.

Olivia término de limpiarlo, sacó su pie para buscar una venda y pasarla por su herida, se levantó ya terminada la curación y él la tomo de la cintura pegando su rostro al vientre de Olivia.

—Ahora entiendo porque siempre tienes esas joyas.—Jugando con mechones de su cabello negro.

Namor despegó su rostro, teniendo sus grandes manos en la cintura de Olivia, tocándo la tela fina, blanca del vestido que tenía y miro sus ojos miel.

—Pretendes ser tan fuerte con ellas, dándote seguridad ¿Por qué no me muestras quien eres sin ellas?—Sus dedos los tenía en el puntiagudo de sus orejas mientras sonreían.

Namor se levantó conectado a sus ojos, acercó una mano a su brazalete en el brazo haciéndolo caer al igual que el otro, mientras se veían Olivia le quitó el cinturón de vibranium que solo uso en este combate, le ayudo a quitarse los que estaban en sus antebrazos y después collares en el cuello, que eran nueve junto con las perlas.
Él también se quitó el collar enorme que cubria parte de su pecho, tirandolo a su lado y Olivia por último le quitó las perlas que él le quitó pero antes que las tirará Namor las puso de nuevo en su cuello esbelto, su miel y chocolate estaban juntos.

Namor aplaudió dos veces para empezar a llenarse de agua el lugar y colar las manos debajo de su vestido robándole besos a su cuello, mientras ella paseaba las manos por su pecho desnudo, libre de joyas.

Esta vez era algo más que solo sexo, más que solo placer momentáneo, era algo para entregarlo todo, para ser sinceros hacia otro, para aceptar que no había arreglado, que estaban enamorados el uno del otro.

—Tú eres una mujer a la que le da miedo el amor.—Se separó de su cuello.—Egocéntrica, las joyas que te dan seguridad es tu orgullo.

Olivia no lo iba a callar, lo escuchaba con una pequeña sonrisa, aceptando que era así. Pero había algo más que joyas en ella, había armaduras.

—Muestrame a la verdadera Olivia que quiere amar.

Los besos empezaron apenas terminó de decirle eso, al vaivén de ambos donde ninguno buscaba el control, era conexión.

Él la cargo para ella enredar las piernas en su cintura.
Los besos seguían, calientes mientras el colaba las manos por su falda sintiéndola vestida en esa parte, pasando un dedo por su intimidad sobre las bragas.

Se sentía él, más ligero, libre de todas esas joyas y metales sobre él, libre de sus inseguridades. Olivia, tenía más libertad de tocarlo, besarlo y conocerlo, sin ser el Dios K'ukulk'an que él a todos mostraba.

K'ukulk'an besaba su cuello, teniendo las perlas abajo de sus labios, escuchandola ronronear ante las cosquillas que su barba siempre le provocaba, la recosto en la cama, besando sus labios un momento, ansiando su cuerpo que era cubierto y adornado por ese hermoso vestido.

Quería verla solo con las perlas y sumisa al menos esa vez.

Le quitó el vestido de bordado hermoso viendo sus senos que a él parecían perfectos, aún cuando tenían vellos en la areola, una separación entre ellos y estrías a los lados.
Los atrapó con sus grandes manos que los cubrían por completo, mientras aún se besaban con sonrisas cómplices, se apartó de ella y sacó unas esposas de abajo de la cama que ella vio y se mordió el labio en señal que aceptaba mientras la falda le subía, regreso a besarla aún teniendolas en sus manos mientras la besaba tocando su clítoris hinchado sobre la tela de sus bragas.

—¿Creíste que podías ordenarme?—En besos haciendo que levantará su espalda de la cama.

—Eres mío.—Con autoridad—.Puedo hacer lo que quiera contigo.

Se dijeron ambos compartiendo suspiros cerca de sus bocas ansiosas por más.

—Lo dices muy segura mi amor.—Rieron sobre sus labios.

Tomo sus manos que tenía en su pecho pasándolas atrás con su espalda, dejándola presa de él.

—¿No te lastiman?—Preguntó mientras tomaba su cintura metiéndola más a la cama.

—No, estoy bien.—Sonriéndole dándole permiso de que hiciera con ella lo que le plazca, dejándose también a ella disfrutar.

Namor pegó su boca a un seno de ella, chupando, succionando, mordiendo mientras con sus dedos delicadamente le quitaba la braga y comenzar a bombearla sin parar.
Sintiendo en sus dedos su humedad y rugosidad dentro de ella, ansioso de sentirse ahí.
Paso al otro seno, mientras alternaba sus movimientos dentro de ella torturando, provocando cerrar las piernas a la par de su mano, retorciéndose de placer debajo de él.

—¡Carajo! ¡Namor!—Se quejó con el agudo de su voz sintiéndose cerca.

—Sin malas palabras Jats'uts=bonita—Como mordiendo cada letra cerca de su oído mientras ella soportaba el tacto áspero de sus pulgares en sus pezones erectos.

Namor al final, seguía sirviendo a sus deseos
Pero le encantaba oírla gemir, ronronear, maldecir, escuchar su nombre en un gemido ronco.
Olivia estaba a punto de dejarse ir, pero Namor no se lo permitió, tomó sus caderas sin mucho esfuerzo, la puso de espaldas a él escuchando un gemido tortuoso que provocó más al rey.

La tuvo hincada, de espaldas a él, que mientras se tocaba atrás de ella besaba y daba pequeñas mordidas a su columna con dedicación, besándole incluso los dedos de sus manos unidas en las esposas.
Pudo ver qué comenzaban a lastimarle, sería rápido.

Se posiciono detrás de ella, sintiendo sus manos rozar su abdomen y ella sonreír por ese toque en su nuca.
Pasó su polla por su entrada palpitante sacándole gemidos quedos.

—Ya voy Jats'uts=Bonita—Mordiendo la piel de su cuello, viéndola necesitada.

Con una mano Namor arregló su postura haciendo que su trasero estuviera perfectamente dirigido a él y salido.
Y entró en ella, poco a poco, sin prisa pero resbalando perfecto, permitiéndole escuchar las quejas de Olivia salir de su boca.
Le dio un azote que les arrancó un gemido a ambos por el sonar de su piel.

Namor puso una mano en su vientre con rollitos manteniéndola en su lugar y otra mano en su cadera para así tenerla ahí para el.

Una y otra vez entraba, haciendo ruido con el chocar de sus pieles, cosas sucias le decía Namor al oído con la voz ronca que solo mojaba más a Olivia que fruncía el ceño y tenía la boca abierta en una.A.—Que jamás salió.

El moreno canela de las manos de Namor y lo blanco leche de la piel de Olivia era una combinación pecaminosa.

La mano que Namor tenía en su cadera la pasó a su seno, jugando con él y estimulando más, llevándola a la cúspide del placer, dónde Olivia ya sentía esos espasmos dolorosos en su vientre y el placer incluso sentirlo en su garganta avisando su orgasmo.

Estocadas fuertes le daba ocasionando dolor en la cavidad de Olivia que rozaba una y otra vez sin cuidado, unas estocadas más y ambos se corrieron mientras Namor bombeaba más lento dejándola sentir ese placer invasivo.
Con aún su mano en su pecho la bajo poniéndola abajo de sus senos, sentía como su respiración se regulaba, beso su mejilla para recostarla con ternura en la cama y así quitarle las esposas.

Se sentó con ella para subirla a sus piernas y dejar las de Olivia estiradas descansar por el temblor que tenían.

—Hay que ir a la fiesta un rato.—Con la respiración apenas regulando.

—En un rato.—Tomó sus muñecas, apenas y se les veía el rojo que provocaron las esposas y beso ambas.

Después de un rato salieron a la fiesta para bailar ambos hasta que los pies les dolieron dándose una sonrisa mostrando sus dientes.

La fiesta duraría hasta tarde, la noche y Ixchel ya los acompañaba.
Cansados salieron y se sentaron a la orilla del mar oyendo aún los tambores a lo lejos.

—Aquí viven muy felices cierto.—Confirmo Olivia a Namor con la cabeza apoyada en su hombro.

—¿Tú también?—Preguntó tomando una de sus manos.

—Si, yo también.

Namor volteo a verla y ella también lo miró, se dieron una sonrisa tierna a la luz de la luna.

—Nunca había sido tan feliz.—Lo decía en verdad.

—Me alegra mucho oirlo.—Ella sonrió a través de su respirador y apretó la mano de Namor que tomaba—.Si no fuera por el respirador te besaría...

Rieron ambos con las olas acompañándolos.

—De la superficie ¿Existe una canción favorita?

—Si, tiene una letra muy triste, al menos para mí, es, muy linda.

—Canta para mi.—Pidió tomando su mano aún.

—Lo haré horrible.—Rio.

—No,no, anda.

—Vale.

Toda una vida
Me estaría contigo
No me importa en qué forma
Ni dónde, ni cómo
Pero junto a ti.—Su voz la acompañaban los tambores y olas de fondo, mientras Namor la escuchaba con una sonrisa, mirando sus facciones tiernas al cantar.

Toda una vida
Te estaría mimando
Te estaría cuidando
Como cuido mi vida
Que la vivo por ti.—Una canción romántica que Olivia cada vez más sentía que solo a él se la dedicaría, era triste por una sola razón, nunca creyó encontrar al dueño de esa canción, al dueño de su corazón en medio del mar.

No me cansaría
De decirte siempre
Pero siempre, siempre
Que eres en mi vida
Ansiedad, angustia
Desesperación.—Se esforzaba en cantar afinado aún cuando no fuera experta. Esa canción ahora era de él y trataría de cantarsela siempre que pudiera, ahora esa letra era de ellos diciéndose que se amaban.

Toda una vida
Me estaría contigo
No me importa en qué forma
Ni dónde, ni cómo
Pero junto a ti

-"Quisiera ser la noche
Para cobijarte mientras duermes
Con un manto lleno de estrellas
Quisiera estar en tu vida
Para llenarla de alegría
Y cuidarte toda una vida"Olivia estaba haciendo lo que el le pidió, mostrarle a la mujer que quiere amar y ser amada.

No me cansaría
De decirte siempre
Pero siempre, siempre
Que eres en mi vida
Ansiedad, angustia
Desesperación

Toda una vida
Me estaría contigo
No me importa en qué forma
Ni dónde, ni cómo
Pero junto a ti.

Namor no dijo nada, quería conservar ese momento de paz después de escuchar su voz cantar, quería guardar ese recuerdo para él para siempre, para ser feliz, para no olvidar.

No le gustaba solamente, la amaba y verdaderamente, él plan, pasaba a segundo plano, del cuál aúnque se arrepentía, lo agradecía o jamás se habría enamorado, jamás habría indigado tanto en ella.

—Te amo.—En un susurro dijo Olivia.

Namor miró y beso su cabeza, la acercó más a él tomándola por la espalda, sintiéndose bien, enamorado. Guardando con él también esa palabra frente a él que le dijo.

—Ma'alob áak'ab in máak yéetel in ko'olelo'=Buenas noches mi señor y mi señora.—Dijo un hombre guiando de la espalda a su mujer.

—Ma'alob áak'ab=Buena noche.—Contesto Namor despidiendolos.

Mientras esa pareja se alejaba y entraba al agua la mujer se iba quejando e iba en mala postura, con una mano en su barriga abultada.

—Yaaj in wu'uyik bix u péek=Duele, siento como se mueve.—La mujer, tomando la otra mano de su esposo.

—Esta embarazada.—Dijo Olivia abrazando sus piernas.

—Si, yo creo que ya está ha terminos.—Confirmo.

—¿Y tu herida?—Preguntó viendo su tobillo, el cuál parecía tenía una herida menor y no que había perdido parte de su anatomía.

—Voy a estar bien, me regenero Jats'uts=Bonita.

Olivia sonrió, feliz, tal apodo le comenzaba a gustar, dicho por su voz grabé era todo un halago, soltó una risita provocando que la viera y se diera cuenta de su abrazo a sí misma.

—¿Tienes frío? ¿Quieres que ya vayamos a dormir?

—Si, por favor.

Namor se levantó y la ayudo también levantarse. Se adentraron al mar yendo a descansar.




















































Oye,tienes alguna canción que te recuerde a este historia? Sisi dime así la agregaré a la "Playlist".
Gracias personita bella por leer,espero te gustará el capítulo...

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