XX . Protegerte
—Llevenlo a una celda y preparenlo para mí.—Ordeno Namor viendo cómo lo arrastraban por la arena directo al mar.
Olivia ni siquiera lo miró, estaba siendo mimada por Namor, abrazada hacia su pecho teniendo ocultos sus ojos miel de Kaknab.
Yatzil se quedó ahí, viendo a Olivia abrazada a él.
—¿Estás bien?—Preguntó poniendo una mano en la espalda de ella.
—Si.—Se separó de Namor para mirar a ambos—.Tranquilos.
—Gracias a los Dioses lograste escapar, perdón por haberte dejado sola.—Yatzil suspirando preocupada.
—No, fue mi culpa.—Subió la mirada a Namor que se veía molesto—.No debí irme y alejarme demasiado.
—No justifica sus acciones.—La abrazo—.Todo está bien.
—Iré a ver qué lo hagan bien ¿Estarás bien Olivia?—Ella asintió y Yatzil regreso al agua.
Namor dejó de abrazarla y miro sus ojos miel un momento, con lágrimas repartidas en sus pestañas, la tenía tomada de los brazos.
—¡Dime que no te hizo nada!—Olivia negó haciendo un puchero inevitable—¡Juramelo!
—No, no me hizo nada.—Con la vista hacia abajo, con vergüenza de nuevo en ella.
—Esta bien.—La abrazó de nuevo acariciando su espalda—.Vamos a verlo.
—No, yo no quiero verlo.—Se negó para sus ojos de nuevo llenarse de lágrimas.
—¡Tienes que Olivia! Justicia es la que se hará.—La tomó de la mano jalandola hacia el mar.
—No, Namor, no no quiero.—Se negó una vez más apartándose de él.
—Estaré yo ahí, está bien.—Acercándose a ella tomando de nuevo sus manos.
Y aunque siguió poniendo resistencia, regresaron al mar, llegando hasta la profundidad de Talokan.
Las celdas se hallaban ahí siendo que abajo de las arenas marinas era difícil encontrar una salida
Había más control sobre ellas.
Namor al entrar le dieron su lanza y lo hicieron pasar junto con Olivia que estaba renuente y temerosa, pero le tomaba la mano tratando de tranquilizarla pero era imposible.
Entraron en la cámara encontrando al hombre golpeado, con sangre ya corriendo en su cuerpo, había una silla en la cámara, Namor la sentó ahí y beso su cabeza haciéndole saber que estaba ahí, que Kaknab estaba encadenado.
—Le wilik?—¿La ves?—Señalando a Olivia sentada, hablándole de cerca al hombre de rodillas—Ba'ax tu beetaj teech tuukul paax le táan ti' a tu tojile'=¿Qué te hizo pensar que tocarla estaba en tu derecho?
Namor estaba en cuclillas hacia él, viéndolo en sus manos, dónde si él quería ahora mismo lo mataba. Kaknab tenía un golpe en la boca que a simple vista se veía recién hecho por la sangre que liberaba en su respirador.
—K'áat sa'as si 'ipil=Pídele perdón.—Con voz tranquila mientras los ojos de Olivia los miraba algo petrificada.
—Creo que es mejor que me vaya.—Dijo Olivia levantándose.
—Te quedas.—Ordeno el Dios, volviendo su vista a ella y señalar la silla.
—K'eeban Olivia=Perdón Olivia.—Le dijo con Ix antes de su nombre, mirándola con unos ojos sin arrepentimiento haciendo que ella se llenará de miedo.
Olivia asintió avergonzada, viéndolo sufrir por la sangre que ya derramaba, con los muchos golpes y su debilidad en él.
—Bix a atreviste
Le ko'olelo'obo' aqui le yuumtsilo'obo'. Jach bey ti' le je'ela' ti' Ixchel ti' ka'ach máanak=¿Cómo te atreviste? Las mujeres aquí son Dioses. Es como si esto a Ixchel le hubiera pasado.—El Dios le explicaba tranquilo aún cuando su enojo estuviera tan vivo.
Namor se levantó y se puso detrás de él, clavando la lanza en el cuello del hombre pero sin generar ese líquido carmesí, obligándolo a ver a Olivia.
—Bix a k'áat kíimil? Tuméen in k'abo'ob
Loomik. Yaj óolal bey bejla'e'=¿Cómo quieres morir? ¿Por mis manos
¿Apuñalado? ¿Sufriendo como ahora?—Pregunto, como aviso de su obvio castigo al hacer algo así.
Namor le hablo tan cerca que su sudor llegó a sus fosas nazales, impactando su aliento en el cuello del hombre como aire que recorre colinas.
El hombre comenzó a llorar, pero Olivia todo lo contrario, soltó un suspiro y se cruzó de piernas, sintiendo las ganas de que la tocará con sus manos llenas de sangre.
Su rostro enojado, con la luz que apenas entraba, marcando las facciones gruesas de Namor, dejándole ver su ceño fruncido, su mandíbula apretada la hacía sentir las ganas de pedirle ahí mismo que la hiciera suya.
—In k'áat ka a wojel amal kaajil tu'ux a puksi'ik'al, ba'axi' in Nib óolil t'aan=Quiero que sepas que cada movimiento de tu corazón, es mi agradecimiento hablando.—Aun teniéndolo cautivó en sus brazos y lanza le dijo endureciendo su voz, amenazante, con unas gotas de sangre corriendo por sus manos grandes.
Namor soltó al hombre, tirándolo con fuerza al suelo, haciendo sonar el golpe hueco a su cabeza y este se quejara del dolor.
—Sáamale' yaan in kíinsikech aktáan ti' le kaajo'=Mañana te mataré enfrente de todo el pueblo.—Aviso mirándolo en el suelo con mirada de desprecio antes de salir con Olivia.
Olivia empezaba a entender más las cosas, escuchar esa lengua todos los días hacía que aprendiera más rápido.
—Je'el u páajtal a tokik teech. Jach in Nib óolil ti' u holcattes u Talokan=Puedes defenderte. Es mi agradecimiento a ser holcattes de Talokan.
Tomó a Olivia del brazo para salir de ahí, incómodos ante lo que acababa de pasar, ninguno de los dos dijo nada, se dirigieron ambos a los aposentos de Namor.
Él se dirigió a la mesa, callando, dejando a Olivia en la entrada que lo miraba y lágrimas de nuevo nacían, sintiéndose culpable, con vergüenza como cuando niña pequeña.
Él subió la mirada a ella, viéndola llorar y mover la cabeza en un "no" que daba miedo.
—¿En qué pensabas?—Su tono de voz era amenazante y para nada suave.
—Solo, quería salir, quería conocer ¡De acuerdo!—Grito siguiendo su enojo y regaño hacia ella y Namor se levantó enojado.
—¡¿Quieres irte?! ¿¡No eres feliz aquí!?—La acusó sin gritar pero sin hablar suave.
—¡No! Yo solo.—Intentó explicarse pero su nudo en la garganta la hizo llorar más.
Namor la escucho llorar más, delante de él, la envolvió en sus brazos y acarició su espalda teniendo su cabello mojado debajo de sus manos.
—Pensé que me amabas.—Susurro para ella apartarse y casi lo empujó.
—¡¿Me culpas?! ¡¿Yo no soy culpable de que esto me fuera a pasar otra vez?!—Abriendo mucho la boca en su enojo pero sin ya derramar una lágrima.
—¿Cómo que otra vez?—Se inmutó tratando de acercarse a ella.
Olivia se quedó parada y tapó su rostro casi al instante, volviendo a llorar, Namor se acercó a ella quitando las manos de su rostro y mirando sus ojos miel llenos de lágrimas.
—Olivia ¿Alguien te hizo algo?—Dulcemente.
—No.—Dijo en un hilo de voz y se abrazó a él abrazando su gran espalda.
Pero casi al instante Namor la apartó y tomó su rostro mirándola fijamente.
—¿Fue tu papá?—Pasó un pulgar en la mejilla donde aún vivía una lágrima—¿Tú eras la amante? Por eso lo mataste.
Olivia lloro más, cerrando sus ojos en un quejido de dolor que él miro por aún tener su rostro en manos.
Supo que así era.
—Esta bien Olivia.—La cargo regresando a cuando era una niña pequeña y merecía cariños sanos.
Ella enredó las piernas en la cintura del Dios mientras él pasaba sus manos en la espalda de ella.
Se dirigió a la cama aún en brazos Olivia y la dejó llorar más en su hombro, escuchando su respiración acelerada.
Aplaudio dos veces y el lugar de agua se empezó a llenar, al sobrepasarlos el agua él le quitó el respirador para poner una mano en su pecho.
—Respira lento, cálmate.
La guío con su propia respiración, mientras poco a poco se tranquilizaba, con el ceño fruncido con aún el enojo de Kaknab y ahora con el hombre que el tuvo el descaro de llamarle "papá".
Namor tomo su rostro obligándola a verlo cuando ella ya se había calmado, teniendo su cabello a los lados de sus rostro.
—¿Segura que Kaknab no te hizo nada?—Olivia movió la cabeza en un no y la volvió a pegar en su pecho.
—Perdón por ir lejos.—Se disculpó con el rostro en su hombro.
—No, perdóname tú a mi por decirte todo esto.
Olivia si lo amaba. Eso creía ella, porque su trato la había ganado, algo que ni siquiera Howard o cualquier otro hombre le dio, comprensión.
—¿Te enfrentarás a él?—Pregunto mientras el abrazo persistía.
—Bueno, está vez no tendrás que matar a alguien tú misma para protegerte, está vez lo haré yo...
Olivia no entendió, solo respiro profundo sintiéndose bien en ese lugar.
—¿Quieres comer?—Olivia asintió abrazándolo.
Namor se levantó con ella en brazos para sentarla en la cama y pedir de comer dejándola sola, más tranquila.
Regreso.
—Traen el café que aún no te he dado a probar.—Se sentó junto a ella que recargo su cabeza en el hombro fuerte de Namor.
—Gracias ¿Tú beberás?
—No me gusta su sabor amargo.—Se quedaron un momento callados—¿Quieres salir después de comer, a la superficie?
—Si, me gustaría.
Trajeron la comida, vasos especiales donde el café estaba cuidado de la temperatura y el agua.
Uvas, manzana, pasta de alguna planta, mazorcas era lo que estaba en la mesa y ambos comenzaron a degustar, comían sus mazorcas mientras platicaban.
—¿Por qué los niños aquí no van a la escuela?—Empezo Olivia, obligandose a si misma a olvidar todo.
—La verdadera pregunta es ¿Por qué los de allá arriba van a la escuela? En mi opinión, están gastando su tiempo, entrenando para un sistema que no les garantiza el éxito.
—¿Filosofía?
—Mira, cada quien elige qué pensar, pero los niños a cierta edad se ven interesados en algo y eso lo practican al final de sus días, tenemos cantantes, filósofos, escritores, panaderos, doctores, brujos, astrónomos. El aprendizaje nunca termina Olivia, este, continúa...
—Aristóteles decía que la educación era infinita "la educación nunca termina, pues es un proceso de perfeccionamiento y por tanto ese proceso nunca termina. La educación dura tanto como dura la vida de la persona".
—No sé quién sea ese.—Olivia sonrió un poco y él con ella.
—Un filósofo griego.
Comían ahora la pasta, mientras Namor trataba de que hablara y no se quedará callada pensando en lo que pasó ahora y antes.
Se sentía culpable, por sentir pena por ella, pero solo quería protegerla, tenerla en una cajita de vibranium.
—¿Por qué dijiste que el mundo no había cambiado?
—Nunca cambio Namor, la gente sigue muriendo por el Dios en el que creen.
Esta guerra, no solo se ha llevado vidas de soldados, si no también de inocentes que tienen fé.
Namor no la interrumpió, la escuchaba con atención viendo la tristeza y culpa en su rostro.
—Sus muertes son dolorosas, cómo una vez tu gente la tuvo...
Namor quería preguntar cómo eran, le daba miedo porque era conciente de lo cruel que podía ser el ser humano, pero pareció Olivia leer su mente.
—Los capturan, llevándolos lejos de su hogar con un sin fin de más personas, llegan a un campo, lleno de piojos, enfermedades, malos olores y muerte.
Mueren el día de su llegada dolorosamente pero si eres desafortunado, mueres poco a poco.—Su voz era lenta y pesada como si su mente solo pudiera imaginar el dolor, lágrimas y sufrimiento—.A base de maltratos.
Namor entonces recordó o pensó, que justo así, fue una vez en México.
—Haciendo trabajos pesados para crear armas, obligados a trabajar para otros a base de apenas migajas de pan o comida, en descomposición, algunos mueren de hambre, enfermedades, es común las diarreas.
Hay veces que se enferman o que por el trabajo que desempeñan se fracturan o lastiman y mueren sin recibir atención.
Los ojos chocolate de Namor comenzaron a llorar a llenarse de odio mientras Olivia le explicaba.
—Las personas que mueren el día de su llegada son envenenadas con veneno para ratas, quemadas después junto con un sin fin de personas.
Sus restos, bueno, se usan para hacer productos usándolos cómo simples animales de granja, ellos piensan que no sabemos lo que hacen, pero estamos bien enterados...
—Pensé que la historia servía para conocer el pasado y aprender de las acciones para así no repetirlas.
—Pero la humanidad no aprendió nada Namor.—Negó triste—Asi cómo tu gente se ocultó para evitar la muerte ellos también, no imagino cuántas personas, niñas, están escondidas, tal vez relatando en unas hojas de papel está pesadilla.
Terminaron de comer y saliendo de casa, fueron a la casa de Olivia que pidió pasar a recoger algo y salieron a la superficie viendo a una metros la roca en medio del mar.
Llegaron a la roca y Namor la ayudó a subir para después el.
Ambos estaban en la piedra, viendo como los colores del atardecer pintaban el cielo.
—Todos los nombres de aquí tienen un significado ¿Cuál es el tuyo, Namor?—Se burló un poco.
—Un gachupín me dijo "Niño sin amor" porque no tengo amor en mi vida, de ahí tome mi nombre, Namor.
—¿Tus enemigos te llaman Namor?
—Y mi gente k'ukulk'an.
—¿Por qué te lo dijo?
—Me llamo demonio al verme con alas en los tobillos, orejas puntiagudas y aver salido del mar, salí a cumplir la promesa con mi madre de enterrarla en sus tierras. Y me encontré con lo que no estaba preparado para ver.
—¿Los abusos de la corona española?—Namor asintió.
Vieron un momento el cielo, mientras Olivia con su libreta dibujaba al Namor verdadero, no al que solo imagino.
Detallando su barba y su nariz grande que de perfil su tabique estaba un poco sobresalido.
Sus labios carnosos.
Su cabello chocolate con pequeños rizos que se le formaban.
Sus joyas en el rostro y cuello, con sus trazos sin determinación formando los músculos de su abdomen.
—¿Qué dibujas?—Preguntó mirándola ahora a ella.
Olivia le pasó la libreta que él mismo le había dado y se miró a si mismo en el dibujo aún incompleto.
—No te conté pero me hablaron de ti días antes de conocerte y te imaginé y dibuje en la libreta que se fue en el barco.
—Dibujas muy bonito y con diferente técnica a la mía, deberías ayudarme a hacer los murales que hago.
—¿En serio te gustó el dibujo?—Dijo incrédula, recordando lo que Howard le había dicho—.Y si, me encantaría pintar contigo.
Se sonrieron mirándose a los ojos.
—¿Cómo me imaginabas?-Olivia sonrió.
—Bueno, no quieres saberlo. Pero me gustas, me gusta tu piel bronceada, tus ojos chocolate, tu sonrisa que a veces me dedicas quitando tu seriedad de siempre.
—Y tu me gustas a mí.—Arrancándole una sonrisa y risa nerviosa.
—Cuéntame una de tus historias.—Pidió.
—Había una mujer hermosa en las selvas de Yucatán que castigaba a los borrachos, infieles y abusadores. Dicen que es una mujer de cabello largo, hermosa belleza, que siempre carga consigo un peine de espinas.
La X'Tabay atrae con su figura a hombres por la selva o solos para enloquecerlos de lujuria, seduciendolos.
Siempre que se encuentra con uno hace como si escapara, para que así sea perseguida, no corre, no camina, flota.
Se detiene junto a una nopalera e invita a la víctima a acercarse, una vez que se acerca ella se transforma en un ser horrible con cuerpo de serpiente, cabeza de dragón y brazos espinosos, arrojándolo sobre la nopalera.
Todos los que la encuentran y si ella decide llevarlos con ella, mueren.
—¿Puedo ser tu X'Tabay?—Jugó sonriendo coqueta ante la extrañeza de esa leyenda.
—Por favor.—Sonrió para ella.
Namor beso en su hombro, sintiendo la sal en sus labios, le sonrió de vuelta.
—¿Ganarás mañana?
—¿Dudas de que lo haga?—La retó pasando un mechón de su cabello detrás de su oreja, teniéndola a su lado.
—No, no lo dudo.—Le sonrió de vuelta—¿Recuerdas que me habías dicho que me mostrarías cómo son tus alas?
—¿Quieres?—Olivia asintió divertida.
Namor se levantó y dándole la mano a la de ojos miel la ayudo a ponerse de pie.
Olivia tiro la libreta en la roca y Namor la cargo y se levantó en el aire con velocidad.
El aire les pego por estar en lo alto mientras Olivia sentía miedo del movimiento rápido de sus alas al volar.
Ocultaba sus ojos en el hueco de su cuello, pero después de un rato prefirió primero mirar el chocolate de los ojos de Namor antes que la belleza del mar infinito ante ellos.
Namor apenas y sobrevolaba ese territorio pero se movió con rapidez alejándose de esa roca que dejaron, haciendo gritar a Olivia de diversión por la rapidez.
El aleteo sonaba como cascabel, interpretando porque era "la serpiente emplumada".
Entre el volar pudieron ver delfines saltar, al igual que ballenas cantar, sobrevolaron la isla en donde un par de personas se veían orar a la Diosa Ixchel.
Namor la soltó en lo alto pero ella no tuvo miedo, porque al instante Namor la atrapó por la cintura pegandola a él de espaldas para que pudiera ver el panorama mejor.
Olivia abrió los brazos, sintiendo que volaba, igual que él, pensando que era un ángel sobrevolando el mar infinito y azul.
Reía mientras Namor la escuchaba con una sonrisa en su rostro recordando lo que su madre le había dicho.
"Un milagro de los Dioses"
Comenzaba a sentir cosas por esa mujer que no quería, que no estaba en el plan. Esa mujer que era de la raza la cuál el juro que mataría, lastimaría, lo estaba cambiando todo.
En un momento el mar se levantó en líneas para formar un espiral de agua cristalina que llevaba en ella peces, Namor se metió en ese espiral mostrándole a Olivia sus poderes con el agua mientras ella pasaba los dedos por esas líneas de agua.
Salieron de ese espiral para Namor subir un poco alto de nuevo lanzandola a los aires para atraparla y cargarla en brazos mirándo sus ojos miel y sonrisa blanca cuando la atrapó.
La blancura de la sonrisa de Olivia ilumino su rostro y su sonrisa achino sus ojos.
Por fin Namor bajo depositandolos en la roca, al Namor bajarla Olivia cayó al agua por el mareo y al salir su piel volvía a ser azul, ya había sido blanca un momento. No le importo, siguió riendo viendo a Namor arriba.
—Anda vámonos, tengo que ir al laboratorio.—Repitio sus risas.
Namor tomó su libreta saltando al agua con ella, se la dio y se adentraron al agua con aún la sonrisa viva en sus rostros.
La piel de nuevo blanca de Olivia era iluminada por el sol que apenas llegaba al agua
—Corre al laboratorio, yo pasaré con Yatzil, nos vemos en tus aposentos.
—Hasta entonces.—Se despidió con una sonrisa.
Se separaron para Olivia entrar a la casa de Yatzil que se encontraba leyendo en su escritorio.
—¡Hola! ¡¿Cómo estás?!—Se sorprendió al mirar su piel blanca. Se levantó abrazándola aún viendo su sonrisa.
—Muy bien, feliz.—Lo expreso sin miedo.
—¿No estás mal por lo que pasó?
—No paso nada Yatzil, solo, fue un mal rato.
—¿Quieres comer conmigo?
—Claro.
Se sentaron en la mesa mientras Yatzil pasaba las cosas, ofreciéndole durazno picado mientras platicaban.
—Tenía está pregunta para ti.—No podía quitar su sonrisa, y eso puso de buenas a Yatzil que la vió metiendo la fruta a su boca—Cuando tengas a tu bebé ¿Qué nombre le pondrás?
—Bueno, su papá dice que es niño, será Attuma, tú y Namor pueden ser los padrinos.—Le insinuó—¿Ya son?
—No sé, creo que si.—Rio feliz.
—¿Ya supiste que habrá combate?
—Si.—Por fin quitó su sonrisa—.Estuve ahí cuando lo dijo, pero, va a ganar ¿No?
—Pues, yo a Namor jamás lo he visto enfrentarse a uno de nosotros.
En el laboratorio ya estaba k'ukulk'an. Se sentía incomodo de estar ahí después de haberla pasado bien con Olivia.
—In ajawo'=Mi rey.—Lo saludo la científica y él también con ese saludo de Talokan.
—Ka' taak ka'ach in
Ma' páajchaj in taal Ba'ale' way yanene'=Me querías.
No pude venir pero aquí estoy.—Se explicó viendo a la mujer controlar lo que parecía el holograma de un ADN.
—In wilmaj ya'ab yéetel k'i'ik'el le xiibo'=He visto mucho con la sangre de ese hombre.—Le dijo aún concentrada.
—Bix uwd=¿Cómo qué?
—Láayli' ma' u tsoolik
Ba'ale' tu maya, jump'éel alteración ichil u k'i'ik'el yéetel le páak'alo'=Aún no se explicarlo. Pero en maya, una alteración entre su sangre y la planta.—Queriendo ver su reacción se giro a él.
—Taak in ya'ala'al máax=Quiero resultados.—Señalando con un dedo mientras cruzaba los brazos.
—Láayli' ma' jach jump'éel jaajile' Ba'ale' le ken bin je'ebeke'=Aún no es un hecho pero los habra.—Aseguro orgullosa la mejor científica de Talokan, Mactzil. Regreso a lo que hacía.
—Jach tuláakal=¿Es todo?—Se quería ir ya así que preguntó pero la mujer lo interrumpió.
—Bix u biin le ch'aaj=¿Cómo va el punto?—Esta vez la "Sabe lo todo" uso seriedad, viéndolo hacer una mueca.
—Ma'alob=Bien.—Le restó importancia, retirándose.
—Tin wu'uyaj u ts'o'ok ku ya'ala'al ti' "u ko'olelo'"=Escuché que ya le dicen "su mujer".—Se burló gritandole.
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