XVIII . Conquista
3 de Julio 1943
Yatzil entró encontrando a Olivia aún dormida plácidamente, con aún el vestido del día de ayer, sonrió divertida burlándose de ella aún cuando estaba dormida, se acercó a ella y movió su cuerpo desde su brazo para esta despertar y taparse el rostro.
—Anda levántate que estás citada.—Le dijo apartándose de ella, mientras Olivia pregunto quién con susurros—.Mi primo.
Yatzil comenzó a acomodar el cuarto mientras aún Olivia se obligaba a levantar, a centrar su realidad.
-—Ay no Yatzil no iré.—Se volteo en la cama renuente.
—¿Ahora te pones difícil?—Se burló Yatzil, dejandola extrañada—¿Te gustó?
Olivia se levantó cansada de la cama a tomar su ropa para quitarse el vestido de la noche pasada.
—Supongonque si.—Dijo esperando que Yatzil dijera otra cosa respecto al tema.
—Hoy es día de cosecha ¿Irás?—Olivia asintió poniéndose una blusa café de esa tela extraña—¿O te duelen las piernas?
—Vámonos.—Terminó la plática sin saber que agregar.
Salieron en la mañana, con el sol ya despierto, el agua se sentía en su rostro como si fuera aire fresco abriéndole paso hacia adelante.
Salían con Yatzil ya preparada para subir a cosechar, llegaron para Olivia obligarse a entrar, no sabía cómo mirarlo a los ojos después de lo que se supone pasó.
Al subir Olivia vio a Namor pintar en la pared el mural, delineando con un pincel más delgado, lo miró un momento para él casi al instante sentir su presencia y verla dedicándole una sonrisa tierna.
—¿Para qué me necesitas?—Preguntó aún en la entrada goteando de agua.
—Solo quería ver qué no estuvieras enojada.—Se levantó de su banco y llegó con ella poniendo sus grandes manos en sus caderas y ella no se lo negó.
—No no lo estoy.—Movió su rostro moviendo sus aretes de obsidiana, dándole una sonrisa tierna, era Olivia—.Tengo que irme a cosechar.
—¿Desayunas primero conmigo?—Asintió ella para él tomarle la mano.
Se sentaron pidiendo Namor que se empezará a llenar el lugar de agua y a los minutos les trajeran su comida.
—Ahora ¿De verdad eres un Dios?—Empezó la plática, inclinando su cabeza con curiosidad.
Para ella lo de ayer no había pasado, era su "amigo", ese que le agradaba y le sacaba sonrisas. Ese que su cercanía era cada vez más necesaria. Sea lo que sea que hubiera pasado quería dejarlo atrás.
—Si, no sé, creo que si...
—¿De verdad controlas el agua?—Él asintió una vez más—¿Cómo es que?
—¿Ya te sientes cómoda para preguntar?—Ella asintió con una sonrisa.
Había leído el diario, no dejando una letra sin leer.
Así obtuvo información pensando bien preguntas.
—Bien, hace cuatro siglos sucedió el genocidio de las "Indias".
—He escuchado un poco de esa historia.—Lo aceptó, siguiendo el hilo de su historia.
—Pero ¿La completa? Ellos llegaron, pero no solo trayendo guerra, un idioma odioso, un Dios, también terribles enfermedades, la gente moría y sufría, no sólo porque se tenían que esconder, también por alimentos que ellos saqueaban...
Olivia no lo interrumpió lo escuchaba atenta comiendo una manzana, viendo el coraje formarse en su rostro.
—Mataban a todo aquel que venerara a sus Dioses, cómo Ixchel o a Kinich Ahau, todo aquel que hablara en su lengua, todo aquel que los desafiara, doblegados hacia ellos como otros de piel negra como la noche que venían con ellos en barcos enormes.
—¿Los obligaron a hablar español y creer en su Dios?—Él asintió con una gesto enojado y triste.
—Destruyeron templos, tiraron pirámides para con los escombros de estás, edificar iglesias así dejando en claro su poder sobre nosotros, crearon mentiras a solo 19 años de su llegada, los evangelistas crearon la mentira de la "Virgen de Guadalupe", una forma de convencer a a los indios de su Dios, a solo a diez años de la conquista de México empezó su plan.
Ellos le llamaban conquista, llevarnos la civilización, quitarnos lo salvajes, pero no, la civilización aquí ya existía, creamos matemáticas, conocimientos sobre el cielo creando así el calendario de Venus, Sol, teniendo ciudades enormes que ellos envidiaron...
—Frenaron un futuro en el que México pudo haber salido adelante solo...
—Lo teníamos todo, pero nos tuvieron en su poder tres largos siglos, abajo de maltratos...
—¿Y tú?—Preguntó algo triste por su historia.
—Mis padres y otras familias se escondieron entre la jungla junto al mar, mi padre a causa de una de sus enfermedades, murió dejando a mi mamá en embarazo avanzado...
—¿Tú?—Él asintió.
—El chamán de ese grupo recibió una visión del Dios Chaac, entro a las aguas saladas encontrando la planta que nos alejó de las enfermedades, hambre, muerte, guerras. Mi madre no quería tomar la planta por miedo a lo que podría hacerme pero el chamán la convenció.—Se levantó de ahí, llegó al baúl junto a su cama sacando un brazalete, llegó de nuevo con ella dándole en manos este—.La planta les dio el poder de respirar aire bajo el agua y yo fui el primer hijo de Talokan...
—Pero con una mutación.—Asintió prosiguiendo.
—Envejezco lento, respiro allá arriba y aquí abajo, tengo alas en los tobillos, orejas que apuntan al cielo, una fuerza de los Dioses, soy un mutante...
Olivia veía el brazalete con admiración.
—El brazalete era de mi madre, eso que tienes entre tus manos y lo que te salvo, es lo último que tenemos de la planta, nadie más sabe que aún existe.—Olivia asintió, sintiéndose bien por ser de las pocas que lo sabían.
—Debo admitir que antes era la del pensamiento.—Quería callarse pero también decirlo y declararse culpable—.Que los "gachupines" trajeron la civilización a las Américas, que era lo mejor para ellos, que les quitaron los salvajes, pero no es así...
—Como tú lo dijiste, el ahora México pudo haber prosperado demasiado sin los españoles...
—Pero ahora apenas México se está levantando de las cenizas, de dejar todos sus problemas políticos atrás.
Tal vez ahora están viviendo su mejor época pero aún les falta mucho por prosperar.
—Me duele saber que México siguió sufriendo aún después de su liberación de España.
—¿Les tienes coraje, verdad?—Preguntó mirándolo—.Creeme, el mundo, no ha cambiado demasiado, aún siguen muriendo por el Díos en el que creen...
—Quisiera quemar el mundo.—Asintiendo notablemente enojado, sintiendo todo su odio de nuevo.
—Aquí están seguros.—Estirando su mano para tomar la de Namor.
—¿Y si un día ya no?—Tomó él con sus dedos morenos los blancos de ella, sonriendose—¿Y si un día nos descubren? E intentan, conquistarnos...
—Entonces, arriesga todo sin piedad, Talokan lo vale.—Entre dientes, sin saber en realidad lo que decía, la sonrisa de k'ukulk'an la hizo olvidar el problema del pensamiento de guerra del Rey—.Tengo que irme a cosechar, gracias por el desayuno.—Se levantó de su asiento y él también.
—¿Nos vemos un rato en la superficie? ¿En la roca?—La tomó ambas manos y así ella le entregó el brazalete mientras se miraban a los ojos, asintió para él depositar un beso en su sien.
Al llegar a la isla corrió Yatzil hacia ella, tomándola de la mano, pisando la arena ha caliente por el sol en su punto alto.
—¡Ven a ver lo que hicieron con las uvas! ¡Quedó delicioso!
Corrió con ella y llegaron viendo un barril hacia abajo con algo en lo que se podía servir.
Le pasaron un vaso y ella lo probó.
—¿Vino?
—Es riquísimo.—Confirmo Yatzil.
—¿Fue Namor el que ordenó esto verdad?—Yatzil asintió graciosa.
Olivia sintió la mirada, era Kaknab, se sonrieron y Yatzil lo noto.
—Lo que tú quieres es que Namor lo mate ¿Verdad?—Preguntó burlona, tomándola del brazo para ir a los terrenos.
Comenzaron a cosechar entre pláticas.
—Ah Mun es el dios del maíz.
—¿Es muy importante aquí el maíz verdad?—Se limpio Olivia una capa de sudor de su frente, tenía una canasta amarrada a su cintura llena de mazorcas.
—El maíz ha sido y sigue siendo muy importante como economía y alimento.
Se dice que el Dios del maíz es hijo de Ixchel y Itzamná, es ayudado por Chaac para recibir el agua en los terrenos y su amigo el hombre que cosecha y le agradece con rituales...
—¿También hay un Dios de la miel?—Bromeo con eso, pero Yatzil no lo hacía.
—Si, Ah Muzenkab, se encarga de la protección de las abejas y la miel. Las abejas son muy importantes por eso también las veneramos, la miel es un endulzante y medicamento, es una una sustancia sagrada y energética ¿Sabes lo que pasaría en el mundo si un día, las abejas desaparecieran? No habría alimentos, moriríamos de hambre, por eso las cuidados y veneramos mucho.
Siguieron cosechando para al terminar ir a la orilla del mar y con otros niños buscar conchas de mar encontrando demasiadas para guardar y después hacer un bonito accesorio.
Yatzil al terminar con eso fue por las lanzas enterradas en la arena y miró a Olivia aventandole la lanza, sin despegar la vista de ella, para empezar a gritar.
—¿Eres de Talokan?
—¡Si!—Contestó teniendo la lanza en diagonal.
—¡¿Estás dispuesta a dar tu vida por Talokan?!—Gritó una vez más.
—¡Si!—Estaba entendiendo, era hora de comprometerse con esa nación que le abrió las puertas.
—¿¡Pelearas por ella, aun cuando sepas que tu destino es ir al Xibalbá!?—Apretó fuerte la lanza Yatzil.
—¿Si!—Gritó también.
—¡Entonces demuéstralo!
Yatzil corrió hacia Olivia, pero está vez, era una pelea de verdad que incluso Olivia se asustó apartándose y sus pies tocando el mar.
Con el extremo sin filo Yatzil la golpeó dejandola en su estómago, tirándola al recuerdo de una gran ola.
—¡¿Lo dices de verdad?!—Gritó teniéndola debajo de ella.
Yatzil quitó su lanza de ella.
—¡Levántate!—Ordeno.
Le gritó y con la fuerza de las piernas de Olivia la levantaron de un solo salto, haciéndola ver segura.
Esta vez el arma Olivia la tenía abajo, con el filo al piso.
Yatzil salió de las pocas olas para regresar a la arena y con la mano llamándola, retando.
Olivia corrió aún con el arma hacía abajo, Yatzil la esperaba pero con el impulso del arma enterrada en el piso y el brinco de Olivia la sobrepasó casi cayendo al piso, volteo rápido, pateando su estómago haciéndola pegarse al arma en vertical,
Yatzil paso su mano hacia atrás y desenterró la lanza de la arena, ahora tenía dos lanzas a su favor.
Yatzil se acercó a Olivia que temerosa estaba, trato de tomar su arma pero con la otra que tenía Yatzil rasgo un poco la piel de su muñeca.
—¿Qué sucede?—Le preguntó gritando más a te su debilidad.
Olivia no tenía ya nada con que atacar, más que el huacal que esperaba, saco todas las verduras y lo puso enfrente hacía Yatzil, está se burló un poco de ella.
Yatzil metió el arma entre la separación de este huacal y con fuerza Olivia lo llevó al piso con todo y arma y así sacándola.
Empezaron a dar vueltas en su propio eje, esperando el ataque de una de las dos.
—¡Defiendete!—Gritó Yatzil.
Olivia corrió hacia ella con el arma en horizontal, en su estómago pero al correr y Yatzil a ella, está cambio de posición poniendo el filo hacia ella.
Yatzil paro y sonrió.
Subió su lanza al cuello de Olivia echándola hacia atrás pero está se mantenía parada, sin flaquear aún cuando la fuerza estaba en su cuello.
Olivia bajo su cuerpo y se puso enfrente de la lanza y así estando cerca del rostro.
—Ya me cansé.—Confesó ella, cerca de su rostro.
—Dijiste que lo harías todo el día...
Entonces Olivia golpeó su cabeza con la de Yatzil, está se separó para Olivia poner el filo en su cuello, con la fuerza de su antebrazo de Yatzil la quitó rasguñando su cuello.
Yatzil está vez pasó la lanza por los pies de Olivia con velocidad quedando de nuevo en el piso.
—Me rindo.—Dijo Olivia con una lágrima naciendo de su ojo.
—Esta bien.—Se tiró Yatzil a su lado—.Empiezo a cansarme más rápido...
—Si, no conoces el arte de la guerra.—Se burló Olivia para usar velocidad.
Se levantó con velocidad, poniendo sus caderas en el cuello de Yatzil robándole el aire.
—¡¿Te rindes?!—Preguntó retadora ante esa posición.
Yatzil golpeó la parte alta de su trasero, declarándose rendida.
Mientras tanto al otro lado del continente estaba Howard en un cuarto lleno de gente trabajando, él, estaba haciendo medidas grandes en un mapa. Habían recibido informes de posibles rutas alemanes y de HYDRA.
No era el único haciendo eso, varios más estaban haciendo eso mismo pero en diferentes puntos del mundo, transcribian mensajes en alemán o escribían en alemán, todos apurados ahí haciendo el ruido de máquinas de escribir, pláticas.
Unos soldaban trabajando con metales provocando así el olor a metal quemado combinado con el olor a café que todos los soldados extrañaban al estar en otros países luchando.
El general llegó viendo a toda su gente trabajando, llegó con un hombre detrás de él para ambos ver a Howard trabajar.
—¿Qué tiene para mí?—Preguntó el uniformado superior.
El hombre detrás de él era alto, bien parecido, un uniforme militar verde, rubio, de ojos azules.
—Demasiadas rutas, debo decir que ninguna es segura.
Un hombre se acercó a la mesa en donde hablaban los hombres y agrego a la plática.
—Son cucarachas, se mueven por dónde sea, es casi imposible saber sus rutas.—Los hombres lo miraron y asintieron confirmando sus palabras.
—Quiero presentarle.—Comenzó el general y pasó al joven detrás de él, adelante presentándolo—.Steve Rogers.
—Un gustó.—Estiro su mano Howard para el rubio que lo acepto—.Eres el súper soldado ¿Cierto?
—Así es señor.—La postura de Steve era algo insegura pero al decirle eso saco el pecho y se puso derecho.
El hombre que se agregó a la plática también saludo a Steve para ver acercarse otro, experto en cartografía.
—Un barco de aliados Italianos, tiene semanas que se fue y no ha llegado.—Tenia un mapa abierto y este lo extendió en la mesa de Howard.
—¡¿Serán los que lo atacaron Stark?!—Agregó uno, revisando la ruta que siguieron
Steve reacción y hablo.
—Podemos ir algunos hombres, supimos de su caso señor Stark, podemos ir e investigar y quitar a esos hombres de aquel territorio.—Insistio ante su deseo de usar ese poder dado.
—¡¿Está usted loco?!—Preguntó el general a Steve—.Tengo mejores planes para usted, me retiro...
El hombre se fue y dejó a Steve y Howard solos en esa mesa, miró un momento Steve a Howard que anotaba algo en una libreta.
—Es bonito el diseño de la libreta.—Señalo cruzándose de brazos.
-—Ahh, si, es de, era, de una novia que tuve.—Steve miró un momento más y Stark subió los ojos—Así que quiere hacer más por su nación...
—Así es señor, para eso fui hecho.—Steve confirmo y Howard le sonrió.
Supo entonces que de hombre, no se habían equivocado.
—Lo que yo hago por mi nación, es procurar que usted y sus hombres no acaben muertos.—Camino Stark y Steve lo siguió.
—Fibra de carbono.—Tocó un tipo escudo, enorme que estaba en una mesa—.Resistirá hasta una bayoneta alemana, aunque HYDRA no atacará con una simple navaja.
Señaló otra arma en la mesa.
—Esta fue equipada con cargas eléctricas.
Abajo de la mesa, había más armas, Steve bajó la vista y vio un escudo de un metal plata.
—¿Y este?
—No, ese, es un prototipo.—Pauso largo viendo como se lo acomodaba—.Está hecho de vibranium, más fuerte que el acero y pesa un tercio, absorbe las vibraciones, totalmente...
—¿Por qué no se usa siempre? Es la primera vez que escucho de él.—Howard calló un momento, recordando lo que ocurrió en medio del mar—.Es el metal más raro en el mundo, lo que tiene ahí, es lo único.
Fueron interrumpidos por una mujer de cabello azabache, corto, con senos pronunciados siendo mostrados por camisa blanca, llevaba falda y unos tacones cafés medianamente altos, con unos labios rojos que adornaban su rostro.
—¿Ya terminaron señor Stark? El señor debe tener muchos pendientes.—Bromista a ambos hombres.
—¿Este te gusta?—Preguntó Steve a la mujer con una sonrisa grande.
La mujer movió el rostro, viendo una de las múltiples mesas y armas, tomó una y sin dudar la levantó, disparando, Steve al instante oculto su rostro en el escudo.
Dio 4 balazos.
Steve levantó el rostro y miró a la mujer bajar el arma.
—Si, creo que funciona.
La mujer se retiró y Steve la miro irse asombrado por ella.
—Puede quedarselo.—Le dijo Stark retirándose.
—¡Gracias señor!—Con emoción dijo, viendo el arma para después gritar y seguir al ingeniero—¡Tengo ideas de un diseño!
Después de dar la noticia a la mamá de Olivia, Anastacia.
—Usted es un idiota ¡Yo no quiero nada que ver con ese metal que consiguió! ¿Me oye?
—¡Pero señor! ¡Aquí está la prueba de que existe! ¡Se lo dije! Esto, con su apoyo, ¡Puede revolucionar el mundo!
—¡Yo no quiero verme más envuelto en él! Ni en las muertes que hubo en medio del mar ¡Haga lo que quiera con ese pedazo de mierda! Pero más le vale que sea para un bien mayor...
—Mi señor, en mi punto de vista creo que es suficiente para, no sé tal vez incluso, reproducirlo nosotros mismos, hacer vibranium nosotros ¡No lo puede dejar así!
—¡No lo quiero ver más! Haga lo que sea con el, suficiente tenemos con la muerte de Olivia Colombo, ¿Sabe ahora qué imagen tenemos?
Howard dejo de escuchar el general, era consciente de que aún eran gritos, lo oía pero no lo escuchaba"
Y ahora, Howard veía todos los días ese metal, tal vez diciéndole que había sido un cabrón
Y , prefería, deshacerse de el.
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