XII . Luna


Ambos hombres iban en el coche, el general fumando, con el coche completamente cerrado haciendo que el olor se sintiera en la garganta.
Howard iba viendo una vez más las calles tratando de olvidar el destino.
Pero vio como entraban a la calle donde se encontraba la casa de Olivia.

Llegaron y el general miró por última vez a Howard para salir del coche y él lo siguió así librandose de ese olor que ya le molestaba y también de la incomodidad de estar con ese hombre en un mismo auto.
Se pararon frente la casa y Howard con su brazo restante, tocó la puerta.

—Hola.—Saludo Maria, abriendo la puerta de par en par.

No miro en primera instancia a Howard, movió la cabeza buscando la silueta de Olivia para después por fin mirarlo.

—¿Podemos pasar?—Preguntó el general quitándose el sombrero.

—Por favor.—Dijo Anastasia bajando las escaleras, muy bien vestida pero aún de negro.

El general entró detrás de Howard para ver toda la estancia, le parecía pequeño pero acogible el lugar, podía sentir en sus fosas nazales el olor a manzanilla.

Anastasia bajo rápido las escaleras haciendo sonar sus tacones; si algo no podía negar Olivia es que su madre y ella eran maestras en la seducción, su madre era igual, sabía manejar cualquier tacón, caminaba con clase, fingía una voz  sensual y su vestir era elegante, apesar de su edad lo mantenía.
Al bajar el hombre noto su belleza le beso el dorso de la mano mientras Howard con vergüenza solo asintió cómo saludo.

—¿Les ofrezco algo? En lo que llega la señorita Olivia.—Preguntó Maria, también atrás de ellos, viéndolos sentarse.

—¿Dónde está mi hija?—Preguntó Anastasia, sentándose a lado del general muy coqueta.

El general carraspeó y miró al frente donde Howard estaba sentado y con esa mirada, pidiéndole que hablara.

—Pasaron cosas...—No sabía cómo explicarse, no podía soltar de golpe la noticia.

Miró a sus lados, con una capa de sudor en la frente, viendo a María ponerle atención, sentía que un nudo en su garganta se formaba por los nervios.
Y es que, nunca fue bueno mintiendo y mucho menos ahora, sin poder explicar cómo sucedieron las cosas, no podía decirlo y aunque lo hiciera no le creerían.

—Desgraciadamente nos atacaron.—Howard hablaba lento, iba decir otra cosa más.

—Por alemanes.—Completo el general, causando ya los rostros de preocupación de ambas mujeres en la habitación.

—¿Olivia está bien? ¿Está herida?—Preguntó una vez más Maria, con las manos en el pecho, aún parada frente a Howard.

La luz iluminaba las facciones de Howard haciendo que se notará cómo apretó la mandíbula, tal parecía que la única preocupada era María.
Eso de cierta manera le daba coraje, pero pensó también que era muy hipócrita de su parte.

—Las máquinas destrozaron, el barco quedó en muy malas condiciones y...

Las facciones de María estaban arrugadas, no quería escuchar ya ninguna palabra de Howard, no queriendo escuchar la idea que se empezaba a formar en su cabeza.

—Toda la tripulación murió.—Dijo sin más, apartando la mirada de todos los presentes.

El lugar se hundió en silencio y solo el tik tak hacía ruido hasta que los sollozos de su madre, comenzaron a sonar.
Se tapaba la cara y su postura se encorva.

—¿Olivia está muerta?—Le preguntó María con la voz algo cerrada queriendo también llorar.

—Si...

El grito de su madre desesperado salió y comenzó, mientras solo una lágrima salió del ojo de María.

Recordó la vez en que Olivia le dijo que no quería más lastimas de los demás, suficiente había tenido, pero María no podía evitar no sentirlo, era una mujer joven, que no pudo amar de verdad, que rara vez sonreía.
Que sentía que aún muchas cosas le habían faltado por hacer.

—¿Y por qué usted no murió?—Dijo curiosa, con el nudo en la garganta, una pregunta dónde hablaba su tristeza, no sospechando nada.

El nerviosismo volvió a nacer en Howard, se había ido al decirlo pero esa pregunta lo helo.

—Ellos, me quitaron planos importantes y a cambio de eso me dejaron vivir.—Hablo mientras sus palabras eran acompañadas por el llanto de la madre.

Maria asintió y miro a la mujer que se tapaba la cara, viéndola completamente sola, en esta vida, pero jodidamente rica.

Despidieron a ambos hombres, María y Stark se dedicaron una pequeña mirada, ella asintió en agradecimiento pero aún triste.











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Olivia leía de todo pero sus pensamientos, que estaban hasta la raíz de ella, esos eran los que a veces no le permitían abrirse a nuevos puntos de vista.
Estaba tan dañada por otros que su mente no aceptaba otras ideas.

Pero después de haber visto a Yatzil, incluso llorando frente a esa Diosa Ixchel, empezó a pensar mejor las cosas.

Subió a la superficie, subió a una roca que estaba cerca del territorio para sentir el aire pegarle en el cuerpo.
Estaba sola, escuchando el ruido del mar tranquilo.
Con la mirada arriba, viendo la luna que apenas aparecía.

Llevaba largo rato en sus pensamientos que incluso su piel y cabello ya estaban secos y entendió la razón de "Dios".

El embarazo y parto da miedo al menos eso podía notar en Yatzil cuando oraba a Ixchel, eso es "Dios" es la figura de esperanza, para alguien o unos.

Con él, no te sientes solo, cuando sufres, piensas en ese ser divino pensando en que no hay soledad con él.

Eso le recordaba tanto a esa guerra, personas por su fe, por su esperanza iban directo a la muerte, pero jamás dejaban de creer, porque sabían que no estaban solos.

Fue interrumpida.
Vio salir a Namor del agua y mirarla.

—¿Qué haces aquí? Sola.—Pregunto con solo la cabeza fuera del agua, conectando con sus ojos miel.

—Ah, eres tú.—Le resto importancia a su presencia.

Se colgó la bolsa y puso sus pies en el agua con la intención de huir de ahí y regresar al agua pero Namor puso sus manos en las rodillas de ella, deteniendola.

—No, está bien.—La miró a los ojos con una sonrisa.

Él subió a la roca y ella lo miró a su lado.
Volvió a subir los pies y se recostó en la roca para seguir viendo la luna y él con ella.

—Veo que amas las noches.—Le dijo tranquila.

—Amo la luna.—La miro mientras asentía recostada en esa piedra que seguro era incómoda—.Mi mamá se llamaba Ixchel y ver la luna me recuerda su rostro.

—¿La extrañas verdad?—Se levantó de la roca mostrandole sus ojos miel, se reclinó en sus rodillas flexionadas.

—Si.—Le sonrió a boca cerrada.

—¿Cómo era ella?—Con solo ver los ojos de Namor, sabía que tenía gratos recuerdos de ella.

—Era de piel morena, ojos chocolate...—Olivia lo interrumpió.

—¿Cómo los tuyos?—Le sonrió casi mostrando sus dientes y él asintió.

—Cabello que combinaba con sus ojos y su sonrisa, era la luna iluminando la oscuridad del mar, era, muy linda con todos...

—Me alegra que puedas recordarla con una sonrisa..—Ella no podía hacer lo mismo.

—Perdón por lo de hace un rato.—Pidió con una sonrisa que ella imitó.
—.Te quiero pedir algo.

—Si.—Para tomar su trenza larga.

—No vengas aquí, al menos no sola—Inclinó su cabeza como aviso de su pregunta.

—¿Por qué no? Yatzil ahora está muy ocupada con su familia y ahora este lugar me gusta.

—Puedo subir contigo si quieres.—Vió como su cabello comenzaba a destrenzar, era largo y café que provocaba enterrar la nariz en él—.Solo, es muy peligroso.

—Está bien.—Asintió obediente—¿Quieres acostarte conmigo?

Él asintió y subió sus pies a la roca para acostarse con ella en esa roca y mirar más esa luna que era acompañada por tonalidades rosas, amarillas y azules por el cielo apunto de dormir.

Ella miró entonces sus pies para ver esas alas blancas.

—Son lindas.—Lo dijo en burla, pero al mismo tiempo no.

—¿Te parecen raras, verdad?—Ella asintió divertida—Me permiten volar.

—¿En serio? ¿Cuántas cosas puedes hacer?—Dijo divertida.

—Las que tú quieras.—Ella rio más y él solo miro su sonrisa a través de su respirador.

—¿Cuándo me muestras?

—El día que quieras..

Las estrellas en el cielo empezaban a salir y ella se quitó de su lado haciendo que el viento tocará su cabello y lo dejara volar para señalar una estrella.

Namor miro su cabello no escuchando lo que le dijo, su cabello, tan café como el tronco de una palmera y casi percibiendo su olor.
Le parecía hermosa o tal vez se estaba obligando.

—¡Namor!—Lo quitó de su trance, llamandolo por primera vez así.

—¿Si?

—¿Existe alguna leyenda de las estrellas?—Kukulkan asintió para mirarlas con ella.

—Dos enamorados tuvieron que decirse adiós gracias a la muerte.
Pero su amor era tan fuerte que murieron por ambos, viajaron hacia los cielos para celebrar su unión por el resto de los tiempos.
Itzamná volvió a nacer como el dios Sol, y su eterna enamorada, Ixchel, se convirtió en la diosa Luna.

—Yatzil me contó esa leyenda.—Le dijo.

—Si, pero su amado, entregando todo por ella una vez más, honró la belleza de su amada.
Itzamná le regaló el brillo de la noche con las estrellas: Mujeres que mueren a una temprana edad y suben a los cielos para brillar por la eternidad.
En cada fuego nuevo, la diosa Ixchel renace y permite que las mujeres, sus luceros.—Señalo las estrellas—.Se enamoren; del fruto de ese amor dan a luz un hijo.—Miró entonces a Olivia, viéndola que también observaba las estrellas—.Es por eso que Ixchel es considerada también la diosa del parto y la fertilidad.

—Empiezo a amar a Ixchel aún cuando ella no me quiera como doncella.

Y Namor rio un poco con ella.































Sii ya se que hable mucho ya de Ixchel.
Pero según historiadores era Diosa de cabecera y multifacética de los Mayas.

Es muy importante y quería extenderme en su tema.

Empiezo a amar a esa Diosa y es que no es Diosa es
♥️🌕 Ixchel 🌕♥️
Gracias por leer.

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