VII . Nuevo Hogar

25 de Junio 1943

Estando ya en el agua abrió los ojos, se tranquilizó y sintió su respiración.
Miró todo el lugar lleno de un agua cristalina con pequeños peces de colores que adornaban el agua.

El hombre que la echó al agua le tomó la mano tratando de centrarla pero al ella verlo se asustó regresando a la superficie y reaccionar.
Estaba respirando bajo el agua.

Ella miró a la orilla del cenote viendo a esa mujer de piel azul mirarla y después sonreírle.

—Táan a ma'alob yuum cháak' yéetel loolo'ob a ts'akik=Estás bien,el Dios de la lluvia y abundancia te curo.—Celebró levantando las manos para irse por el mismo pasillo-

—Ma' a jóok'ol asab, le ja' yaan a túumben wotoch=No puedes salir más, el agua será tu nuevo hogar.—Dijo el hombre a su lado, ambos con la cabeza fuera del agua.

—No sé si han notado, que ¡No entiendo su puta lengua—Gritó enojada.

El hombre se sumergió dejándola sola y ella se soltó a llorar, subiendo su mano a su rostro, notó su piel, azul como el agua, exclamó un.
—¡No!—Desgarrador para llorar.

Nunca supo nadar, así que se movió solo moviendo sus brazos en perrito, queriendo salir del agua, temblando de la ansiedad que tenía.
Se acercó a la orilla y volvió a sentir que no podía respirar para de repente sentir que la tomaban del tobillo y la jalaban hacia abajo.

Trataba de soltarse de ese agarre doloroso en su pierna, pero mientras iba en esa posición, apreció el lugar en el mar, con muchas más personas, mirándolos.
Era una belleza ese lugar, con mucha arquitectura que era acompañada de la belleza natural del mar, incluso pensó soñar al ver eso.

Llegaron a otro cenote, pero está vez, a simple vista se veía construido por el hombre, antes de salir del agua un hombre que parecía esperarla le puso algo que tapaba su boca y nariz, llena de agua para así poder salir del que ahora seria su hogar.
Y el que la tomaba de la pierna salió del agua y la saco a ella también aún tomándola de la pierna con brusquedad.

Levantó su rostro poco a poco mirando todo el lugar, había murales en cada pared cada uno, precioso, había uno con un dibujo extraño, de un humano que juntaba ambas muñecas mientras abría las manos.

En el recorrido de sus ojos en ese lugar dio con ese hombre, moreno, en trusa verde, con ¿Oro? En todo su cuerpo, mirándola detenidamente.
Sentado.

—Esta es tu cárcel.—Le dijo sin más.

—¡Tienes que ayudarme!—Se levantó con la torpeza de sus piernas en ese momento, comenzando a llorar.

—¿Crees que mi intención era salvarte?—Preguntó serio.

—¿¡Qué me hicieron!?—Ya enfrente de él, su vestido estaba mojado al igual que su cabello.

—Para salvarte de la muerte.—Le aclaró levantandose de su silla.

—¿¡Y porque tienes mi collar!?—Entre su llanto regaño, acercó la mano hacia el pecho del hombre y él la detuvo, tomándola de la muñeca.

—Ahora es mío.—Avento su mano viéndola hacerse chiquita.

Ella se volteo dejando de verlo, llorando aún, abrazándose a sí misma, sin mencionar ya nada, ninguno de los dos, en silencio hasta que él hablo.

—¿Es cierto lo de esa guerra?—Preguntó.

—¿Por qué tendríamos que mentirte?!—Gritó girándose a verlo.

—No lo sé ¿Será porque son del exterior?—Seguía serio, sin alzar la voz.

—¡Hay una guerra, una guerra mundial!—Volvió a gritar sintiéndose sofocada, silenciada ante toda la situación.

—Mi gente y yo lo notamos, pero pensamos que solo era el avance de la comercialización ¿Es la segunda?—Ella dejó de jadear para escucharlo, formándose así más enojo—.El flujo de barcos aumentó considerablemente.

—¡¿A cuántos has matado maldito?!—Nacio en ella el recuerdo de su ataque, le gritó acercándose a él para golpearlo.

—¡A los necesarios por Talokan!—Gritó está vez él, de vuelta, tomando sus muñecas con una sola mano—¡Si tu gente no hubiera invadido mi territorio, seguirías en tu barco!

La soltó con fuerza, ella se echó para atrás perdiendo casi el control por su notable cansancio, llorando sin control. Él rio burlándose de ella.

—Te cambiaron por metal ¿Qué era el de ti? ¿Tu marido? ¿Tu novio?

—Ni siquiera se que éramos.—Quitándose las lágrimas, ante su cansancio corporal no le tomó importancia a su burla—¿Qué es este lugar? ¿Qué eres tú?

—¿Tú crees que me voy a portar razonable verdad? ¿Que te voy a tratar bien?—Se burló una vez más ante sus preguntas—.Lo único que quiero que sepas, es que si te cambiamos por tres lanzas fue porque ¡Ibas a ser un sacrificio humano!—Gritó una vez más—.Eras la primera mujer que vemos en un mes de tantos barcos, pero ahora que eres de nosotros ¡No serás más que una esclava!—Amenaza—¡Como tu gente nos usó a nosotros!

—¡Yo no voy a ayudar a un lugar de asesinos! ¡Yo no sirvo para esto!—Exclamó gritando, señalando todo el lugar incluyéndolo a él.

—A mi no me señalas ¿Me oíste?—Se acercó a ella con el ceño fruncido—.Soy el rey de este lugar, soy Namor y por lo tanto tienes que respetarme.—Aviso entre dientes.

Ella dio dos pasos hacia atrás y al escuchar "Namor" supo que era el de las leyendas y con tan solo eso pudo sentir un miedo recorrerla.

—Y no busques la forma de escapar, porque no la hay.—Aviso cerca de ella, impactando su aliento en su rostro.

—No eres más que un negro que quiere controlar, lo incontrolable.—Dijo en su mismo tono, no dejándose de ninguna manera.

Él le quitó eso que la ayudaba a respirar.
Empezó de nuevo a sofocarse y él burlándose de ella le señaló el regreso al agua.
No tuvo más de otra que salir de ahí para respirar.

Al salir vio con más detenimiento el mundo de ahí abajo.
Con luces por dónde sea.
Peces de colores nadando con personas sin tenerles miedo.
Niños jugando y riendo.

—¡Hola!—Saludo una mujer con lanza, aretes en sus orejas y en el tabique de su nariz, cabello negro y piel morena—¡Dejame mostrarte Talokan!

La mujer empezó moviendo sus piernas desplazándose fácil por el agua y Olivia solo la miro, la mujer regresó con ella.

—No sé nadar.—Groseramente.

—Es muy fácil.—La tomó de la mano.

Aún Olivia no entendía cómo es que ella aparte de Namor sabían su lengua, pero no dijo nada, solo seguía comportándose grosera con esa mujer a la cual no tuvo la preocupación de preguntar su nombre.

Se esforzaba con nadar, pero al menos no se ahogaba. Vió a niños jugando un juego que parecía básquetbol.
Naves por el lugar.
Vio a otros hombres y mujeres, iguales a los que los atacaron pasar por el lugar.
Todo parecía ser felicidad bajo el mar.

Ella veía todo maravillada, incluso creyendo que estaba muerta por la belleza.

Pasaron por edificios llenos de coral en ellos que les agregaba color.
Algas por todos lados devorando la arena.

No hablaba con esa mujer, no solo por grosera sino también por lo impresionada del lugar, incluso olvidando lo que había pasado.

Había un largo y gran arbusto de algas que la mujer que iba con ella apartó para ver a lo lejos una pirámide y una esfera luminosa.

—Es nuestro sol.—Presumio, viéndola un momento.

—Es, bello.—Lo miró, producía una luz cegadora.

—Esto es Talokan.—Sonrió y sin querer Olivia también a ella.

—Bueno, dime ¿Qué serás aquí? ¿Qué tarea te asignó nuestro señor?—Preguntó aún estándo enfrente de ese sol artificial.

—Esclava.—Dijo para mirar a todos lados.

La mujer empezó a reír fuerte, burlándose de ella y Olivia cambio su gesto a uno enojado.

—Eso no existe aquí.—Siguió riendo para voltear y ver de nuevo toda la ciudad—.Aquí todos somos libres.

Vieron toda la ciudad en movimiento, dónde había de todo un poco. Su atención fue llamada por una de las casas perfectas que estaban hechas ahí, donde había un grupo de personas llorandole a unas cajas.
Olivia los miraba con el ceño fruncido.

—Son quienes mato tu gente.—Le dijo la de a lado.

Olivia volteo a verla, su cabello flotaba con el agua y sus pestañas tenían una gota gruesa de aire, vio su rostro triste y aunque no podía ver si lloraba, por su ceño fruncido era obvio que si.

—Mi hermana.—Empezo, mirando de nuevo a las personas que le lloraban a esa caja—.Gracias por aver intentado que no lanzarán esa bomba.

En realidad era todo lo contrario, por lo único que se preocupo en ese momento fue por su barco, no se interesó por quienes mataría esa exploción, pero ella aún así asintió.
Y después, reacciono.

—¿Tú estuviste ahí? ¿Cuándo todo pasó?—De nuevo enojada.

—Si, vi que defendiste a tu esposo, nuestro "Señor" me lleva con él porque se hablar muchas lenguas.—Explicó—.Pero al final mi hermana sacrificó su vida por Talokan, por eso no estoy triste, porque ya está en camino con nuestros ancestros, siendo transportada al último gran río que separa al Xibalbá del resto del inframundo.

—¿Sí? ¿Entonces por qué lloras?—La molestó.

La mujer se fue de ahí y Olivia sin saber adonde dirigirse tuvo que seguirla aun después de haberla lastimado.
Cómo podía se movía en el agua, al final todo indicaba que tenía que hacerlo.

Llegaron a una cueva, en la parte de arena, pero a simple vista se veía manipulada por una mano.
La mujer que la guiaba entro y ella la siguió.

—Este será el lugar donde te quedarás, te aconsejo que mañana a primera hora te presentes con el señor, para hablar bien las cosas.

—¿Cómo sabré que es primera hora? Si aquí no hay un sol.—Flotaba con ella ya adentro de esa cueva.

—El que te mostré lo es y te dirá si es de día o noche, mi nombre es Yatzil, me retiro.

Se fue, dando el nombre que Olivia nunca se interesó en preguntar.
Pero ella no le dio el suyo, porque tampoco le interesaba hablar con ella.

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Howard iba en el barco, tratando de buscar tierra en ese infinito mar.
Mientras hacía una fogata inmensa, usando sus conocimientos al máximo para fundir este metal.

Si, necesitaba más calor que un metal normal para cambiar de estado y poder manipularlo, pero él podía y sabía que lo haría.

Estaba tan centrado en su trabajo, viendo como el sol empezaba a despedirse.

Era horrible, apenas y sentía un nudo de culpa en su pecho, si, la quería, pero solo como una amiga con la cual sabía divertirse y ella igual con él ¿No?

¿Qué haría cuando regresara a Brooklyn? ¿Cómo daría la noticia a las pocas personas que la esperaban?
¿Cómo diría que toda la tripulación murió y solo vivió él?
No lo sabía, solo sabía que volvería a ver a esa mujer rubia, Maria que desde siempre le había interesado, de la cual se enamoró, pero, sabía que no habría nada.

El metal, valorado en más que oro se fundió, haciéndose un simple líquido, lo quitó del fuego buscando la forma de hacerlo un balón imperfecto, del cual sonara convincente y nadie creyera que cambió a Olivia por menos del vibranium que se buscaba.

Lo que había hecho ese día se quedaría en sus recuerdos, de eso que jamás contaría a nadie.











Quiero agradecer a todes las que votan y comentan, les amo y gracias por el apoyo.

Y Me nació la duda
¿De dónde son ustedes? ¿De dónde me leen?
Yo soy de México, estado de Tlaxcala
¿Ustedes?

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