VI . Karma
Salieron del mar hombres y mujeres pertenecientes al mar, todos de piel azul como el cielo y el mar, excepto uno con una piel morena canela.
Estaban en formación, separados, con solo su cabeza fuera del agua, tratando parecer invisibles en el agua, mirando aquel grande barco.
—Ya'abkach wíiniko'ob ka'anal=Muchos hombres arriba—Dijo Yatzil mirando a ese hombre moreno ver hacia el barco y él asintiera mirándola.
—Yéetel juntúul ko'olele'=Y una mujer—Otro hombre agregó para que Namor regresara la mirada, viendo a una mujer en vestido, correr.
Él volvió a sumergirse al agua después de ver el panorama, su gente hizo lo mismo que él para verlo señalar la posición del barco.
—Ma' cha'ake'ex juntúul kuxa'an=No dejen uno vivo—Les dijo ya abajo del agua y todos asintieron nadando hacia allá.
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Todo el barco se quedó en silencio, unos segundos, mirándose entre todos como buscando un ¿Por qué? A lo ocurrido.
—¡Empiecen a subirlo carajo!—Gritó asustada Olivia, quitando el silencio.
Los hombres lo empezaron a hacer, pero algo salió del agua subiendo a la cadena y cortándola con tanta facilidad para que el hombre que su única salvación era la cadena, no tuviera forma de subir.
—¡Son piratas!—Comenzó la histéria cuando un hombre dijo y corrió quitándose de la orilla.
Olivia también corrió casi cayendo al piso, su tacón se quedó ahí después de eso. Recordo que había un arma en las escaleras así que llegó ahí y la tomó, cargo mientras sus manos temblaban, se quitó el otro tacón para poder correr y regreso a la cubierta, escuchando un canto, cómo de angeles, un canto que le erizo la piel y que daba mucho miedo.
Al ella escucharlo vio como hombres, tensos y firmes se tiraban por la borda, trató de parar a uno de su camisa pero fue inútil este se dejó caer hechizado por el canto, se asomó y pudo ver en el agua un grupo de mujeres formadas, con piel azul, cantando.
Se alejo de ahí con miedo mientras sus manos temblaban sosteniendo el arma y al ver qué ese canto causaba eso comenzó a gritar como loca, disparo cinco veces, intentando dejar de escuchar el canto.
Howard aventó algo por la borda, para ella exclamar un
—¡No!—Agudo.
Él la tomó del brazo y la metió al camarote mientras se escuchó un exploción.
En el camarote había más hombres escondidos, algunos llorando, otros orando y pocos listos para salir y pelear.
Howard le tapaba la boca teniéndola entre sus piernas, tirados en el piso, escondidos todos, para escuchar pasos ya en la cubierta.
Ese hombre moreno, no tuvo que escalar el grande barco, el mar lo levantó en el aire poniéndolo ya ahí.
Sus hombres llegaron también después de escalar y él al verlos llegar señaló ambos lados del barco para revisar.
Miro todo el lugar, para bajar la vista y ver un tacón rosa, ni muy alto ni muy pequeño, lo miró y se fue de lado derecho moviendo los ojos a todos lados buscando a los hombres y a la mujer que vio desde el mar.
Los hombres de adentro, tomaron una respiración profunda como si el valor estuviera en el aire y salieron junto con Howard ya armados, unos no muy convencidos de salir por el miedo que causaban tales criaturas.
—No no Howard no.—Exclamo Olivia en voz baja, agarrándolo de sus pantalones, arrugandolos mientras lágrimas se formaban en sus ojos.
Él la ignoro y salió.
Lanzaban balas sin cuidado a tales criaturas que los atacaban con lanzas, fácilmente acababan con ellos solo teniendo que pasar una lanza por debajo de sus pies tirandolos al piso y clavándo el arma en su pecho.
Howard vio a un hombre grande de estatura y músculo, de piel azul, lo miro un momento como reto, disparo tres veces, pero las balas chocaban con la armadura del hombre dejándolas cómo una simple moneda de bronce, estás dejaron de salir del arma dejándole claro que no había más, el hombre extraño corrió hacia él y lo tomó de la muñeca con una mano haciendo que por el dolor el arma cayera al piso y con la otra mano lo tomase del cuello, fuerte, mirándolo a los ojos
Namor llegó, y miró a Howard despreciando esa escena.
—¿Creyeron que podían asaltar mi territorio?—Se burló, hablando ya en su idioma aún mirando a todos lados.
Olivia estaba en el rincón del camarote, tapándose ahora ella misma la boca, llorando, para evitar gritar por la escena, viendo la anatomía de esos hombres.
—¿Y la mujer?—Preguntó mirando a todos lados, buscando—En segundos morirás.
Olivia se levantó con el arma en sus manos sudadas por el miedo, temblabando al igual que sus piernas, salio de su escondite, creyendo que podría amenazar.
—Suéltalo.—Apunto a ese hombre moreno con joyas en el rostro manteniendo una postura de miedo.
Namor miro al hombre que sostenía a Howard del cuello y este lo dejo caer al suelo, rojo del rostro, tratando de recuperar el aliento, tosiendo en el suelo.
Entonces Kukulcan volteó sabiendo que era una mujer por el tono de voz, Olivia no bajó el arma, ambos se miraban, esa miel y chocolate estaban unidos esos segundos.
—¿Qué hacen aquí?—Les pregunto a ambos.
Olivia disparó, pero su temblar de manos hizo que esa bala callera en el collar del hombre que tenía muchas gemas, este lo protegió, no le hizo absolutamente nada, pero al hacerle eso al rey una mujer guerrera levantó la pierna golpeando las manos de Olivia haciendo que el arma cayera para golpear su estómago y cayera al suelo y su lanza la presionara en su pecho, Olivia aún lloraba e intentaba no respirar profundo para no recibir herida.
Uno de sus hombre pateo a Howard en las piernas, para hacerlo hablar.
—Necesitamos recursos.—Dijo tosiendo y llorando, mirando a Namor desde abajo, con saliva saliendo de su boca—.Estamos en una terrible guerra.
—A pulike'ex u julte'ob le lu'umo'=Tiren sus lanzas al suelo—Les pidió Namor a sus tres hombres.
Estos obedecieron haciendo ese ruido de caída doloroso y así quitarle esa lanza del pecho a Olivia.
—Vibranium.—Señaló las tres lanzas—.Por tu mujer.—La señaló también.
Olivia se levantó rápido por lo que escucho pero se quedó a gatas cuándo Namor puso la punta de su lanza en su barbilla mientras la miraba, ella recorrió el cuerpo del hombre con su mirada, su perfecto abdomen trabajado, sus pectorales, las piernas que a simple vista se veían de nadador, para ver sus pies, con unas alas llenas de plumas blancas. Le daba miedo.
Howard asintió apenas un poco solo con la cabeza, cosa que Olivia no vio y un soldado con tanta facilidad enredara su brazo en su cintura para levantarla del suelo y sin piedad la lanzará por la borda, mientras gritaba.
Sus demás hombres después de eso, también se lanzaron dejando a Howard y Namor solos.
—Esto nunca pasó, nosotros no existimos, esas lanzas jamás existieron, serán una simple piedra de vibranium que encontraste en otro mar y modificaste para hacer un arma.—Le dejaba las cosas en claro sin titubear, mirándolo a los ojos—.No vuelvan, porque si vuelves, voy a darle de comer tu pellejo a los tiburones más grandes que encuentre en el mar.
Howard asintió para desmayarse en ese suelo de madera pulido, Namor se levantó en el aire con esas alas blancas en sus tobillos que hacían un sonido parecido a una serpiente de cascabel, se metió al mar y con sus manos hizo que el agua se moviera y así el barco se fuera, con fuerza, cómo relámpago, perdiéndose rápido en el horizonte gracias a su control sobre el agua.
Olivia estaba desmayada, siendo cargada por un hombre con el respirador de Yatzil que la miraba con culpa, Namor solo la miro de reojo para sumergirse y su gente siguiéndolo.
El hombre que la llevaba la dejó de llevar con ternura y solo tomándola bruscamente del brazo.
Despertó de su desmayo cuando algo la hirió haciendo que esa agua azul se tiñera de rojo.
Empezó a patalear y está vez el hombre la cargó bruscamente llevándola con ese dolor en la pierna.
Aún cuando no llegaban, Olivia, empezó a sentir dolor en todo su cuerpo, algo extraño en ella la recorría.
El dolor fue tanto que de nuevo, quedó inconsciente.
Estos hombres seguían nadando con prisa, pero sin saber que había sangre.
—¡Paachil!—Dijo Yatzil parando después de ver hacia atrás.
Todos miraron atrás viendo tres tiburones.
Namor prestó atención a la mujer viendo como esa sangre aún salía de su pierna, hizo un gesto de desaprobación a su soldado para ponerla en medio de ellos y rodearla.
El tiburón llegó con Yatzil que como verdadera guerrera lo tomó de la mandíbula para desvíarlo.
Namor solo puso su mano en la nariz de este que se fue, sabiendo quién era el rey.
Namor la miro burlándose de ella y está rodó los ojos.
El último, no hizo más que seguir a sus compañeros aceptando la derrota.
Namor está vez la tomó de la mano y la cargo con ternura para todos seguir nadando.
Al llegar a ese lugar ella no apreció su belleza, estaba inconsciente y con una herida grande en la pierna.
Llegaron a una pequeña cueva, dónde había un pozo de agua dulce y una cama, Namor entró con ella en brazos y una mujer detrás de él, la recostó en esa cama hecha de hojas de palmera.
La miro ahí para ver su cuello adornado con dos collares de perlas, que él jalo con fuerza y los tomó con una mano.
Se iba a retirar no sin antes hablar con esa mujer.
—Ts'akik le wa yaan kunel=Curala o será en vano—Le dijo mirándola de cerca a esa mujer ya de avanzada edad, con arrugas en esa piel azul y con respirador que asintió.
Él se fue.
Olivia seguía inconsciente mientras le untaban una hierba en la herida, hecha pasta que la ayudaría con el dolor, inflamación y de una posible infección en esa herida.
Se quedó ahí sola, en un dormir profundo por unos minutos hasta que despertó, fue como si algo quisiera que lo hiciera, tenía frío, sintiéndose débil, viendo su pierna vendada al parecer con un alga.
No se sentía bien aún, pero ya estaba conciente.
Se quedó sentada en la cama tratando de entender lo que había visto, lo que había pasado en ese barco y comenzó a llorar, sintiéndose traicionada por Howard, que la cambio por un simple metal.
Dos mujeres entraron interrumpiendo su llanto, dejando ropa y fruta en una mesa de piedra para irse hablando alguna cosa que ella no entendió.
Los despreciaba no solo por haber matado a toda la tripulación si no también por su piel azul y la de ese hombre, morena, con esas orejas y aretes, con esas extrañas pero increíbles alas en los tobillos, comenzo a reír, pero, no sabía de que perfectamente.
Se sentía débil, con una rara sensación de falta de aire, se acercó a esa mesa de piedra, para ver el vestido, lleno de piedras, color verde y muy fresco.
Sentía un regusto salado en la boca, tal vez por el mar, vio el pequeño pozo al que se acercó y metió su mano para probar el agua, dulce, sonrió ante eso.
No tuvo de otra más que meter toda su cara y beber esa agua, cristalina y fresca, cuando de repente el sufrimiento volvió.
Empezó a faltarle el aliento, su rostro se volvió más pálido.
La curandera entró corriendo hacia ella tratando de levantarla del suelo pero ella solo movía su cuerpo buscando que sus manos no la tocaran, sentía asco de esa mujer.
Pero al final sus fuerzas se acababan más y su aliento era menos, la subieron a la cama en donde parecía ya llegaría su muerte.
Dos hombres con lanzas entraron y la curandera les habló en su idioma.
—Ti' le ja'ilo'ob, ka tu loobitubaj?=En las aguas ¿Qué la hirió?
—Ma' k ojel=No sabemos—Contestaron para ver a la mujer en la cama agonizando.
—Táan u kíimil, ka'a xi'iko'ob le ja'ilo'ob=Se está muriendo,vayan a las aguas—Les pidió mandándoles a investigar.
No fueron solos, Namor los acompaño, las visitas de barcos se estaban haciendo costumbre y era mejor ir acompañados.
La mayoría de barcos solo pasaban por ahí, no bajaban a las aguas, pero el barco de Olivia, rompió esas reglas y aunque se les advirtió con esa ballena ahora estaba sufriendo las terribles consecuencias.
Nadaron por el mismo lugar por el que regresaron, mirando los corales y arenas que estaba ahí.
Namor no creía que fuese algo malo, si no un simple animal, pero si algo sabía la curandera, es que algo, andaba mal.
Namor nadaba poniendo atención en todo lo que veía, hasta que paro, viendo una planta, puntiaguda, iluminada de un azul en algunas partes de sus hojas, pero con una hoja, ya marchita.
Y recordó las palabras de su madre antes de morir
"—Paal áanteni', in súutuko' u k'uchul=Hijo mío, mi momento ha llegado—Dijo la mujer, acostada en una cama, con su hijo a los pies de esta.
—Ma' na', ba'ax yaan in meentik le teechi',Yaan in meentik juntúul paal xma' yaakunaj=No mamá ¿Qué haré sin ti? Voy a ser un niño sin amor—Sus ojos chocolate se llenaron de lágrimas, pero queriendo contenerlas.
—Jump'éel k'iine' yuumtsilo'ob bo'otiko'ob teech yéetel toj óolal=Un día los dioses te recompensará con felicidad.—La mujer acarició su mejilla con una sonrisa, pasando sus dedos por los ojos del niño, pretendiendo lágrimas.
—Bix je'el in na'atik waj tu beeto'ob.=¿Cómo sabré que lo hicieron?—Inclinó su cabeza curioso, cómo cualquier niño.
—Yaan jump'éel siibal, ka wojeltej, tuláakal le páajtal yéetel yuumtsilo'obo'.=Será un regalo, lo sabrás, todo es posible con los dioses—Aseguro tosiendo una vez más.
—Bix le páak'alo' yuum ja' yéetel loolo'ob=¿Cómo la planta del Dios de la lluvia y abundancia?—La mujer asintió con una lágrima naciendo de su ojo y su rostro triste.
—Jump'éel boonil alab óolal
Ta juunal, ma' jump'éel tuméen=Un color de esperanza, sola, sin un porqué—Le aclaró.
Al pequeño lo alejaron de su madre que empezó a toser más fuerte y empezará en agonía"
Llamó a su gente, impresionados por la belleza de esa planta.
La arrancaron de esa arena llevándola hasta Talokan.
Llegó ante la mujer que primero miro la planta y después a él, sorprendida.
—Le páak'alo' yuum ja' yéetel loolo'ob—La planta del Dios de la lluvia y abundancia.—Dijo y Namor miro a la mujer sudada del rostro, muriendo.
El hombre se fue, sabiendo lo que pasaría, no quiso ver, solo salió.
La chamana puso la flor en una molcajete que empezó a triturar, acercó el líquido a la boca de Olivia y aún cuando se resistió de beberlo lo hizo sin rechistar.
Su sufrimiento cesó, se quedó ahí inconsciente, respirando tranquila, cómo si no hubiera pasado nada, durmió unos minutos mientras su piel, dejaba de ser blanca, convirtiéndose en azul.
Algunos lo podrían considerar un milagro otros un karma.
De la nada despertó mientras la curandera la miraba, empezó a sofocarse, a no poder respirar, se tiró al piso sintiéndose mal.
La curandera la tomó de los brazos haciéndola que se apoyará en ella, cruzaban un pasillo, largo de roca, encontrando a un hombre.
—K'abéet ja', wa bik'iin u kíimil bey juntúul kaaye'=Necesita agua o morirá como un pescado—Le dijo dándole a la mujer.
El hombre la levantó en brazos y corrió, encontrando el centro de las cuevas, siendo un cenote enorme.
El hombre entró al agua con ella.
1.25 k ¡Dios!
No lo puedo creer, gracias por quienes siguen leyendo esto, es mi primer historia que tiene apoyo y significa mucho💖
Sigan leyendo esto por favor y nada, disfruten🌻
Gracias por apoyar este pedacito de mi imaginación
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