IX . Recuerdos
27 de Junio 1943
Se preguntaba si la gente de ahí sabía que era nueva, que hace apenas unas horas ahora era de ellos e igual a ellos.
Ya no era blanca ahora era azul y respiraba en el agua como ellos, en ese lugar nada los distingue, ni el racismo, ni clases sociales, a simple vista se veía que no existía eso.
Le daba vergüenza convivir con Yatzil, trataba que su pensamiento de racismo no la tomara.
Pero eso ahora era lo de menos, quisiera o no, era su culpa la muerte de su hermana y se sentía culpable, porque, alguna vez estuvo en su lugar.
Ahora Yatzil la estaba ayudando a mover su cuerpo en el agua, ella le decía que se moviera como un delfín, pero ella lo imaginaba más como espagueti.
Moviendo principalmente piernas y cadera.
Traspaso la barrera del agua por primera vez, queriendo respirar ese aire, pero eso ya no era más posible, solo pareció sentirlo, lo que sucedió fue que sus branquias estaban en el agua permitiéndole respirar. Al menos sintió el calor del sol como un abrazo.
Miro el mar, solo, con un movimiento hermoso, cómo si danzara y con el sol dándole en la cabeza a ambas mujeres que estaban ahí cautivadas por el escenario.
—¿Como es la superficie?—Preguntó Yatzil con curiosidad.
—Es, muy hermoso, con un montón de cosas que disfrutar.—Dijo sin dejar de ver el mar.
Yatzil suspiro, solo pudiendo imaginar ese mundo.
—Vamos.—Avanzó regresando al agua.
Nadaron unos metros, saltando en el agua, con el respirador listo y una caja en su mano.
Iban a recolectar comida, debajo de ese sol de verano.
Llegaron, se pusieron su respirador para ver a muchas más mujeres hacer eso, cortaban plantas, maíz, frutas, cocos, de todo un poco en esa pequeña isla que les proporsionaba comida.
Había niños en la orilla jugando y corriendo mientras ellas salían, con la caja pegada a su cadera que después estaría llena de frutos.
Mientras cortaban los frutos Yatzil le enseñaba palabras en maya.
—Gracias se dice "Níib óolal", ahora dilo tú—Olivia lo intento pero termino en risas, no solo de Yatzil si no de todas las mujeres ahí.
—In wa'alike' ta wa'alaj uláak' ba'al ch'úupalo'=Creo que dijiste otra cosa, niña.—Se burló una mujer con su niña en la espalda.
—Kutaj ma'alob, ¿Te sientes bien? Eso significa, ahora tú—De vuelta Yatzil, una vez más terminó en lo mismo.
Una mujer mayor de ahí la ayudó a pronunciar
In yaakunech=Te amo
Y todas aplaudieron cuando lo logro, mientras aún cortaban frutos.
Los niños pequeños también se le unieron.
Sáamal=Mañana.
Chúunk'iin=Tarde.
Áak'ab=Noche.
El sol comenzaba a ser menos fuerte así que todas se comenzaban a ir, nadando mientras sus hijos peleaban.
Había varios guerreros hombres rodeando la isla, por cualquier problema.
—¿Te acuerdas de que entrenaremos?—Le preguntó a su lado y Olivia asintió.
Ambas mujeres dejaron sus cajas con alimento en el piso de arena y mientras Yatzil le pedía una lanza a dos guerreros de ahí, Olivia miraba el infinito mar con olas, aún no se acostumbraba a verlo seguido, saber que vivía ahí era una locura pensarlo por eso la cautivaba más.
Yatzil regreso dándole una lanza.
Se alejó de ella apenas 2 metros, manteniendo contacto visual.
—Bien, quiero que cierres los ojos.—Pidió calmada.
Olivia dudando cerró los ojos y exhalo, segundos después escuchó de nuevo la voz de Yatzil
—Concéntrate.—Le dijo Yatzil mientras la veía con los ojos cerrados—.Tomá con fuerza la lanza.
Estaban en la superficie, dónde el panorama era muy distinto al agua, sus pies desnudos y azules pisando la arena y una lanza que sostenía con fuerza.
—Piensa, en un momento en el que te gustaría haber tenido esa lanza para atacar.—Siguio, mientras Olivia escuchaba con atención y respiraba lento, sintiendo los recuerdos regresar—.Pelea sin ser experta, tu coraje te hará ganar, solo recuerda.—Y guardó silencio dejándola recordar.
Cualquiera podría decir que recordaría la vez en que Namor y sus hombres los atacaron, pero no fue así.
Sus recuerdos, una vez más la llevaron a su niñez.
"La casa estaba sola.
Entro a esa habitación como orden.
No tenía miedo.
El hombre cerro la puerta de esa habitación, Olivia estaba sentada en la cama con un bonito vestido azul.
—Eres muy guapa Olivia.—El hombre llegó con ella, de rodillas estaba y en susurros le dijo.
—¿Dónde está mamá?—Preguntó inocente.
—Oh ella se fue con tus hermanos de compras, pero papi está aquí para cuidarte.—Poniendo sus grandes manos en las rodillas desnudas de la niña.
—Quiero a mamá—Negando, mirando los ojos miel de su padre enfrente de ella.
Eran tan parecidos, en todo, sus ojos, cabello café, nadie podría decir que no era su hija.
—No pequeña, ella no volverá en una largo rato.—Aviso el hombre.
Él bajó la cabeza y besó las rodillas de la niña.
—¿Esto te gusta?—Con rostro coqueto.
—Si.—Dijo con una lágrima atrapada en su ojo miel—.Quiero ir al parque, papi.
—No, no me digas así.—Lo dijo calmado, con una erección creciendo en sus pantalones—.No pongas triste a papi nena.—Comenzó a colar sus grandes manos bajo de ese vestido infantil color azul."
—¡¿Estás lista?!—Gritó Yatzil.
Olivia abrío los ojos, con el ceño fruncido, sin llorar o al menos había aprendido a no hacerlo más.
—¡Pelea!—Ordenó Yatzil.
Olivia reaccionó para correr hacia ella y empezar ese combate.
Apuntó la lanza hacia ella y Yatzil con la suya volteo la de Olivia a otro lado y ambas posicionar las lanzas en diagonal logrando bloquearla y así mirarse a los ojos mirando quién ganaría en esa fuerza.
—¿Te sientes capaz?—La retó.
Olivia le dio la espalda y Yatzil le picó la espalda, rio un poco pero Olivia recuerda bien ese movimiento, la lanza la paso bajo de sus pies, tirándola al suelo y poniendo la punta de la lanza en su abdomen.
Yatzil sonrió para subir la pierna y quitarse la lanza con agilidad, se levantó con solo el impulso de sus piernas.
—Tú puedes.—La retó una vez más.
Las mujeres que apenas se iban las veían con administración, mientras unos niños pasaban corriendo y unas niñas trataban de imitar sus movimientos.
Todos en ese lugar admiraban a la mujer, viéndola como un ser mítico que es poderoso, podían ser guerreras, cocineras, chamanas o madres.
Olivia puso su lanza en la espalda dando tres vueltas y Yatzil esquivando las primeras dos para a la tercera subir en la lanza y golpear el rostro de Olivia.
Su pómulo salió herido para pintarse de un rojo carmesí que a Olivia hizo enojar.
Ella nunca fue buena en esgrima, pero si en gimnasia, así que soltó la lanza y dio una vuelta completa de su cuerpo con agilidad y velocidad cerca de Yatzil golpeando su rostro y después tomó la lanza rápido así aún tomándola en el suelo para ponerla en su cerebro, respirando rápido, con la herida aún sangrando y el rostro ya sudado.
—Te dije que lo harías bien.—Le hizo el cumplido tirada en el suelo.
Era obvio que con solo un día Olivia no le podría ganar a la increíble guerrera que era Yatzil.
Pero está mentira era necesaria, no sabía que había recordado y si la vencía también se sentiria vencida en ese recuerdo.
Olivia la miraba aún con la lanza en su cabeza, Yatzil la apartó y recostó toda su espalda y cabeza en la arena.
—¿Sabías que esto se llama Esgrima?—Le dijo Olivia, tirando la lanza en el suelo.
—Ohhh, así se le dice allá arriba.—Olivia asintió sentándose—¿Te llevas tú el maíz?—Rogó con un gesto gracioso.
—No, estoy, muy cansada.—Se burló.
—Y ahora cuéntame ¿Qué es lo que te dio el coraje?—Preguntó pensando que no iba a importunar.
—Nada, solo, tonterías, vámonos.—Se levantó de la arena, renuente.
—¿Quieres juntar conchitas? ¿Para hacernos un collar?—Le sonrió tierna trataba de ganarse su confianza de todas las formas.
—Estoy cansada, tendría un collar para ti si "Kukulkan" no me hubiera quitado mis perlas.—Se quejo yendo hacia el agua.
—Tal parece que jamás trabajaste en tu vida.—Se burló levantándose de la arena.
Era real, jamás había trabajado tanto con el físico, siempre fue con el cerebro y estaba acostumbrada a siempre ser atendida por otros.
Cada una se llevó un huacal regresando al agua.
—El señor quiere mostrarte todo Talokan.—Le dijo mirándo su perfil.
—Ya lo hiciste tú, no veo porque otra vez.—Se quejó, queriendo evitar cualquier plática con él.
—Bueno, quiere conocerte.
Y Olivia recordó lo que le dijo Howard "Solo deja que otros te conozcan".
—De acuerdo.—Aceptó no muy convencida—.Oye, yo en todo momento tengo la piel azul y tú no ¿Por qué?
—Es algo que debes desarrollar tú sola, no te preocupes.—Sonrió.
Nadaban ambas, Olivia cada vez se sentía segura con Yatzil, se sintió en la confianza de preguntar referente a sus pensamientos sobre lo que había visto ese día que Yatzil le pidió la esperará..
"—¿En serio?—Le preguntó Namor a Yatzil, tomándola de las manos mientras se veían a los ojos.
—Si.—Rio nerviosa, asintiendo.
—No lo puedo creer.—La abrazo para levantarla del suelo, ella antes de eso le dio un beso en la mejilla aún cuando su rostro era tapado por el respirador.
Por primera vez, Olivia sintió que ese hombre no daba tanto miedo y había podido ver su sonrisa, mientras espiaba esa escena."
—Oye y ¿Quien es de ti Namor?—Se burló de su nombre y preguntó con incómodidad.
—Mi esposo.—Dijo sin más para luego sonreir y así se achinaran sus ojos—.Y estoy esperando un hijo suyo.
Soltó una risa nerviosa.
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El rey del lugar estaba viendo su territorio, yendo hacia el laboratorio, viendo como mujeres ya regresaban con la comida y estás lo saludaban.
Llegó al laboratorio donde todos los saludaron y él a ellos con una sonrisa.
Y una mujer le empezó a hablar.
—U ba'ax úuch táak u mantener ti' mukul tsikbal
Ba'ale' wa le kaajo' u yojel le Jets' óol u kun=Se que lo que pasó lo quieres mantener en secreto; Pero si el pueblo lo sabe la confianza se irá—Namor asintió mirando a la mujer, entendiendo su preocupación—Ba'ale', mire le ba'ala'=Pero, mire esto.—Dijo emocionada y Namor la siguió con su rostro siempre serio.
—Yaan k te'ela', u ts'ook le' le páak'alo'
Jump'éel, bin kin le loobitubaj, láak' le ba'ax tu jantaj yéetel u ts'ook, jach k=Tenemos aquí la última hoja de la planta. Una, fue la que la hirió, otra la que comió y la última, es nuestra.—Rio divertida de la emoción.
—Ka tukultik meentik yéetel=¿Qué piensas hacer con ella?—Preguntó Namor, mirando esa hoja, plantada en tierra y con agua salada cubriéndola, con el milagro de su color y extrañeza aún visto.
—Ya'ab ba'alo'ob, ba'ale' tin yáax tuukul, k'a'abéet in wilik le ti' leti'=Muchas cosas, pero en primera idea, necesito verla a ella.—Pidiéndole así la trajera.
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Mientras tanto los trabajadores en la casa de Olivia todos ya estaban, volviendo a atender lo de antes pero a otra persona.
Estaban sirviendo a la señora Anastasia viuda de Colombo que se instaló ahí con plena libertad aún cuando en un principio se negó.
Mandaba como Dios, pidiendo incluso más de lo que pedía Olivia.
Siendo más irrespetuosa y ruin.
Maria y todos los que estaban a su disposición los traía de allá para acá, escuchando todas sus indicaciones, algunas eran rotundamente tontas.
Pero para María era su lugar de trabajo desde hace años y solo estaba en la espera de que Olivia volviera.
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