Parte 1 Sin Título
Miguel fue arrastrado por múltiples demonios de hielo, a un lugar oscuro a través de un portal. No había luz, mas el tenía resplandor propio, y su cabello dorado ayudaba refractandolo.
-Extraño mi brillo...- Dijo una voz en lo oscuro del lugar. Miguel solo podía voltear las mirada para buscar o divisar algo- No puedo creer lo rápido que olvidan los ángeles, sigo sin entenderlo, y aunque un día fui uno, jamas olvidé, Yo sabía que Él no me había hecho igual, y ahora, ah, perdí mi brillo... Miguel, dime que aún no me has olvidado...
Pudo reconocer la voz, y ya entrado en la nostalgia de miles de años sin haberla escuchado paró de buscar, porque sabía que la misma se acercaría sola hasta él, y con la serenidad más calma del mundo le respondió.
-Nunca podría, aunque quisiese alguna vez...- Jamás lo haría, porque la herida aún palpitaba, y aún dolía, cómo podría tan siquiera pensar él eso?
- Y aún me amas ?... - No estoy seguro, Tú me amas aún ?...
Aquel que estaba en las sombras empezó a iluminarse por la luz que Miguel emanaba.
- Eso será eternamente... - Era el mismo Luzbell, tan hermoso como siempre lo había sido, con sus dos finos mechones de cabello cayéndole a los lados, tan negros como la oscuridad en la que se encontraban, con ojos anaranjados rojizo, como los de una llama viva. Comenzó a caminar de izquierda a derecha a espaldas del otro.
-Por qué lo hiciste ?... Por qué desafiarlo así ?...- Miguel todavía no entendía esa parte, eran felices en el cielo, los dos más satisfechos con el señor por lo que les había otorgado, por qué ir contra eso?, No lo entendía, y dudaba que lo fuera hacer alguna vez.
-Oh Miguel, y aún no te das cuenta? Él no es justo, no como los demás piensan, hay corrupción dentro suyo, incluso peor que la mía.- Avanzó hasta quedar frente a frente con Miguel, era unos pocos centímetros mas alto que el rubio. Sus ojos de fuego se encontraron con los achocolatados del otro. Le paso una mano por la mejilla, le acariciaba los labios con el dedo pulgar, eran húmedos, suaves y dulces, como su piel, al menos así lo recordaba.- Por qué no viniste conmigo ?
Miguel titubeo un pequeño momento, miraba con cautelo al otro, los demonios son similares a los ángeles en cuanto a belleza, había visto a muchos con una hermosura equiparable a varios de sus conocidos, y sin embargo, ninguno superaría jamás al caído, porque él había sido hecho a gracia del empeño y máxima energía del creador, y ni más hermoso ni semejante pudo haber sido el traidor, pero qué paradoja. Lo estudió un momento, fijó su vista en los labios frente a él, le dolía pensar en ellos, así como le ardía el tacto de sus manos en el rostro, pero quería sentirlo de nuevo, más cerca, como antes, cuando iban a las mansiones lunares solo para explorar ambos cuerpos y amarse aún más, pero esto ya no era los primeros milenios de la creación, y supo que tan solo pensar en él de forma carnal podría considerarse pecado allá arriba, pero esa ansiedad de tenerlo jamás se iría, y aunque supo que era una tentación de gran calibre, al final no pudo hacer nada contra ese fuego vivo en aquellos ojos, y dándose por vencido contra la tristeza y nostalgia del pasado se abalanzo hacia la boca de Lucifer, que le acercó con sus mano y después lo rodeo con los brazos. Miguel también le tomaba el rostro con las manos, atraiéndolo mas hacia sí. Su boca, tal y como la recordaba, era suave y gentil, pero Luz siempre le había contradicho sobre eso, diciendo que era amarga y reseca, no como la de Miguel, pero era mentira, y todo ese tiempo la había estado extrañando, junto con su cuerpo. El beso se intensificó. Miguel inició a abrir sus labios, dejando que la lengua vipeda de Luz entrara y recorriera su cavidad bucal. La lengua del Lucero se había hecho más delgada, y más larga, típica de un demonio, pero gracias a eso consiguió excitar un poco más a Miguel, que temblaba, y de no haber sido que Luz le sujetaba de la cintura hasta el rostro, se habría caído y prontamente desmayado.
Se separó de Lucifer, recobrando un poco el aliento, luego el pelinegro lo jaló por la mano, a dónde ?, no lo sabía. Abrió un portal a donde Luz le empujó, cayendo en una cama colcho nada y al parecer muy fina. Se fijo en toda la habitación, era amplia y resplandecía con un rojo sangre por la chimenea que estaba a unos cuantos metros de la cama, a la que junto habían armaduras. Seguido llegó Lucifer que se empezó a quitar la capa, y luego lo hizo con su armadura. Miguel también lo comenzó a hacer. Luz volvió a besar a Miguel con la misma fiereza de antes. Bajó a su entrepierna e inició lamiendo el miembro de Miguel, que después se metió en la boca para chuparlo de arriba hacia abajo. Miguel soltaba pequeños gemidos de placer. Una vez que se vino en la boca de Luz y que este se hubo tragado sus fluidos, humecto su entrada, lamiéndola de igual forma y succionando, y al final procedió a penetrarlo. Luz se vino de tantas maneras en Miguel, al sodomizarlo y complaciendo sus pocos deseos lujuriosos que le nacieron en aquel momento.
Quién lo iba a decir ? Miguel termino acostándose de nuevo con Lucifer, pues había despertado con él, aferrado de brazos y piernas, sentía su respiración en el pecho. Este le había mostrado un mundo de sexualidad y deseo por más, que Miguel aceptó, pero que terminaría por arrepentirse de haberlo hecho.
- Por qué no viniste conmigo?... Por qué me abandonaste Miguel ?.- Volvió a preguntar el príncipe de las tinieblas.
-No lo sé... yo... yo le sirvo al creador, y volverme contra Él, era impensable para mi, y aun lo sigue siendo. No puedo abandonar todo tan de repente como tú lo hiciste...
Luzbell no respondió, en cambio, se apartó de Miguel y se sentó a un lado de la cama.
-Luzbell ?
-Deberías irte, todos los demás deben estar muy preocupados, buscándote... - Lo dijo, parándose de la cama y poniéndose una bata negra.
Miguel se empezó a poner la armadura y su capa color vino, y en el tiempo que lo hizo, ninguno de los dos se dirigió una palabra, o una mirada, en ese momento solo hubo un silencio incomodo. Miguel abrió un portal y se metió en él, sin despedirse o formular un pequeño ¨Adiós¨.
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