La conocí en el parque. Me pareció verla sonreír, mientras yo perseguía un pedazo de papel.

Ella mujer de sonrisa chueca. Yo de espejuelos agrietados.

¿Cómo declararme?
Si en mis libros era tan fácil.
Él era un galán y ella un bombón, poca mente y muchas curvas.

Mis piernas no se movían, mi mente y mis latidos no eran acordes al tiempo y espacio que se vivían.

Ella tan mujer de fiesta y placer. Yo tan hombre de otra época.

Con decisión me acerqué, con mi flor al pecho
y un "Hola" en los labios, casi sellados a cal y canto.

Ella con una anafiláctico y una morada humilde, como premisa, mi invitación a acompañarla.

Yo camisa por dentro pelo corto
Ella simplemente Diosa.

Dos caras de diferentes monedas.
Uno cuna de oro y mirada con inocencia, la otra cuna de piedra con los ojos sacados.

La inocencia en su mundo caducó.

Niña, yo te regalo sueños de verdad, algo más que un rato de placer. ¿Quieres conocer lo que dicen en las novelas cursis de tener a alguien de verdad?
Solo pincha mi burbuja y déjame probar un poco de tu realidad.

Por un momento volvió la luz a sus ojos negro y a mi alma un poco de verdad.

-El truco estaba en quien tiene lo que te falta, no en lo que  tienes
le dije al oído tapando el otro
-no escaparan mis verdades de su cabeza, mi dama.-

Entre las sábanas una carta:
 
"Adiós amor mío,
en mi vida un hombre como tú es más de lo que creo merecer.
Posdata: Gracias por ser mi caballero.