Epílogo

«Dos almas rotas se encontraron para sanarse la una a la otra. Sin saber que con el tiempo, el miedo a perderse mutuamente les haría romperse por completo».

Esa fui yo desde que la conocí a ella.

La perdí y con el tiempo me perdí a mí misma sin darme cuenta.

El primer encuentro fue para saber de la existencia de la otra y el segundo para saber porqué nos habíamos encontrado la primera vez.

Estar enamorada de una chica fue la peor experiencia que viví, pero al mismo tiempo la más bonita.

La más intensa y la más mágica.

No volví a enamorarme de la misma forma, con la misma intensidad y pasión.

Pasaron muchos años y ella siempre quedó entre mis recuerdos, y aunque nunca supe su versión de la historia, tuve que aprender a dejarla ir poco a poco, pero el proceso, sigue doliendo. 

Fue bastante difícil al inicio, una completa montaña rusa de emociones porque esa fue la peor parte de la historia, que yo nunca quise alejarme de ella.

Pero la primera vez me perdí a mí misma para seguir allí y la segunda era tiempo de pensar en mí, mi amor propio, mi salud mental, pero para hacerlo, debía dejar ir a la persona que me mantenía aferrada a los recuerdos de la primera.

Porque con el tiempo aprendí que nunca sanas en el mismo lugar que te enfermaste, me costó aceptarlo, fueron muchos años de duelo y aunque ella sigue entre mis recuerdos de la manera más bonita, no sané esa herida, solo aprendí a vivir con la cicatriz como un recordatorio de lo valiente que me tocó ser en ese momento para afrontar cada miedo que consumía cada parte de mí y así renacer, crecer y finalmente soltar lo que me destruye en silencio.

A veces no necesitas una respuesta, las acciones dicen suficiente. Y todos a mi alrededor me lo decían, "pero mira como te trata, lo que te hace, lo que te dice, ¿no fue suficiente el cómo te hizo sentir todo este tiempo?", pero yo nunca lo vi de esa forma, siempre vi los primeros recuerdos, las veces que me sostuvo cuando estuve en mi peor momento, su compañía, la manera en que buscaba sanar mi corazón a toda costa cuando todo estaba mal.

Mi terapeuta me ayudó a darme cuenta que no solo yo la cagué y que debo dejar de tirarme mierda por defenderla a ella, por proteger su recuerdo.

Ella fue mi mayor aprendizaje de que las personas siempre se van, pero los recuerdos siempre se quedan y esta despedida sí fue para siempre, porque con el tiempo pasamos de todo lo que estábamos buscando y anhelábamos encontrar a solo dos desconocidas con recuerdos en común.

Pero hay algo que sigue atormentándome cada noche, ella se enamoró de la luz que luego la relación me quitó, y aún así, no soy capaz de culparla, de manchar su nombre.

Perdí la cuenta de cuantas veces lloré, cuantas veces la pensé, cuantas veces la soñé que duele saber que incluso cuando no nació para ser mía, yo moría por ser suya.

Y no importa cuanto tiempo tuve que pasar susurrando su nombre de vez en cuando a ver si todavía dolía como si fuera la primera vez, porque con el tiempo dejó de hacerlo, dejó de doler. 

Entonces recuerdo a esa versión de mí, de 20 años, yendo a la universidad con miedo, miedo a encontrarla y caer en cuenta que ya no formaría parte de mi vida. El recordar como cada vez que su aroma venía a mí de pronto, miraba a todos lados deseando verla por última vez, aunque sea de lejos.

Cada vez que veía a alguien parecida a ella, dejaba de respirar pensando que el destino quería juntarnos de nuevo.

Pero un día me di cuenta que seguir esperando por eso es muy masoquista de mi parte, así que tuve que aprender a dejarla ir.

Y todavía duele cada vez que lo recuerdo... como la primera noche en que me dejó con todo el amor en las manos.

Ir a Madrid siempre había sido mi sueño, mudarme al graduarme de la universidad, vivir lejos de mi familia, empezar de cero porque ya nada me ataba aquí. Pero después de ella, todos mis planes cambiaron, así que no lo hice.

No supe qué había pasado con Maeve desde su graduación, si había llegado a mudarse a Madrid tal y como me lo dijo aquel septiembre de 2022.

Pero hay algo de lo que si estaba completamente segura, y es que siempre fue ella. Simplemente ella.

Y como dije desde un inicio, mi primer amor fue todo y al mismo tiempo nada.

Simplemente tú me enseñaste que la primera vez te enamoras de la persona, la segunda esa persona no existe, así que te aferras a los recuerdos que te dejó.

Y aunque ya nada vuelva a ser igual, nunca dejaré de enamorarme de ti cada día y recordaré a detalle el como una vez, con tan solo 19 años, me derretí de amor por una chica que sacudió mi mundo, en el buen sentido al inicio.

Porque estuviste ahí, en donde en algún momento fui feliz... Contigo.


FIN

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