Capítulo 11: Enero olvidándote
Han pasado tres meses y yo sigo pensando en ese 13 de noviembre como si fuese ayer.
La última vez que hablé con Maeve... me dolía ahora tener que llamarla de esa forma, porque solo pronunciar su nombre completo "Maeve Amberlee", me traía recuerdos tan específicos que sentía que me ponía peor de lo que ya me encontraba.
Tuve el corazón roto, destrozado, hecho pedazos, pero seguí con mi vida respetando aquella decisión de no estar en la suya. No la vi más, ella no es una persona que sea adicta a redes sociales como yo.
Pero algo sí cambió en mí, desaparecí de redes un tiempo, dejé de hacer cosas que me gustaban, dejé de leer, dejé de grabar videos, me alejé un poco de mis amigas, dejé de salir...
Todo porque ella no salía de mi cabeza ni un segundo y como ese era el único vínculo que me quedaba, dejé de hacer mis cosas favoritas para seguir teniéndola cerca, así sea dentro de mis pensamientos, en mis sueños.
No pude volver a escuchar mis canciones favoritas en años, y a veces me despertaba a media noche anhelando no haberlo hecho para seguir viéndola en mis sueños, escuchar su voz aunque sea un segundo. Nunca fui capaz de borrar ninguna foto, ningún video, pero tuve que guardarlas en mi portátil porque abrir la galería de mi móvil seguía haciéndome daño al verla ahí, en mi carpeta de favoritos.
Tampoco fui capaz de borrar ninguna conversación por ninguna red social y me dolió como nunca enterarme tiempo después que ella sí lo había hecho. Cuando la dejé de seguir en Instagram, sabía que no habría vuelta atrás, lo pensé tantas veces, no quería hacerlo, pero seguía aferrándome a ver su perfil de vez en cuando y eso seguía lastimándome.
Cuando lo hice, sentí como algo dentro de mí se derrumbaba, aquella ilusión que siempre tuve de volver con ella, tiempo después Maeve me dejó de seguir también y me hizo sentir peor, aún cuando yo había tomado la decisión de hacerlo primero. Perdí la cuenta de cuantas veces deseé haberme enterado en algún punto que ella tenía malas intenciones conmigo desde un inicio o que hubiésemos terminado mal para poder odiarla aunque sea un poco.
Pero nuestro vínculo fue tan bonito, que nunca pude hacerlo, no tenía razones para hacerlo y eso me frustraba. En las amistades siempre se me ha hecho muy fácil alejarme de las personas, a la más mínima traición, mentira o falta de respeto e hipocresía, me alejaba sin hacer un drama al respecto, seguía con mi vida en silencio pero manteniendo distancia con esa persona que decía quererme.
¿Por qué con ella nunca pude?
Porque la quise de verdad y sé que no fue dependencia emocional como mis amigas me hacen creer porque me enamoré de ella aún cuando yo seguía en mi mejor momento, cuando mi vida todavía no se había desmoronado. Y años después, sigo enamorada de ella.
La veo y la recuerdo con cariño, con respeto, mantuve tanto tiempo la esperanza de establecer contacto nuevamente, pero sabía que necesitaba tomarme mi tiempo de sanar por mi lado, porque si eso llegaba a ocurrir, no podía permitir que me hiciera daño nuevamente.
Me dijeron tantas veces que una persona jamás sanará en el mismo lugar en el que se enfermó. Y con el tiempo, imaginar que estábamos juntas de nuevo, solo me hacía entender cuanta razón tenían las personas que me lo decían.
Porque siempre decía cuanto quería que volviera, pero justo cuando tenía una oportunidad de encontrarla de nuevo, todo en mí temblaba de miedo, pero no miedo a ella, sino miedo a todo lo que me hizo sentir en ese tiempo, miedo a revivir el peor momento de mi vida, miedo a ser caos nuevamente.
Cuando mi abuela regresó de España en 2023, mi padre seguía sin hablarme, nos topábamos de vez en cuando porque vivíamos bajo el mismo techo, pero para ambos ninguno de los dos existíamos en la burbuja del otro.
Y siempre me preguntaban, ¿cómo estás?
"Lo bien que se puede estar luego de que te rompen el corazón por primera vez" lo pensaba, pero no lo decía, de allí en adelante me escondía tras la máscara del "estoy bien"
¿Y me siento bien con eso? No, me asusta, el amor me asusta. Nunca me había sentido así y sé que hubo conexión, pero el miedo no me dejó manejarlo de una mejor forma. No puedo simplemente aceptar que de parte de ella no hubo nada, simplemente no puedo. Tuvo que haber sentido algo, así sea algo chiquito.
¿Le daría una segunda oportunidad?
No lo pensaría dos veces. La amo, pero sé que ambas debemos sanar muchas cosas si queremos estar juntas. Estoy dispuesta a esperarla el tiempo que sea necesario, respetar el contacto cero y sanar por mi lado.
Aunque sabía que ella me seguía queriendo, estaba segura que no de la misma forma que yo lo hago, porque con el tiempo me di cuenta que yo la quería con otros ojos mientras ella estaba enfocada en los de alguien más.
Por la noche, tuve el primer sueño sobre Maeve, luego de iniciar ese contacto cero, mi mente estaba reaccionando a su ausencia.
En el sueño yo iba camino a casa, la noche era solitaria y melancólica, pero en ningún momento sentí algo mal en mí, al contrario, estaba muy feliz. Sola.
Bailaba como si nada me importara.
Entonces, frente a mi puerta estaba Maeve y en ese instante quedé completamente paralizada.
Me acerqué a ella dudosa, anhelando tocarla pero con miedo de alejarla. La miré a los ojos conteniendo mis lágrimas, su mirada era triste, como si estuviera obligándose a hacer algo que la consume por dentro.
Cuando acortó la distancia y me abrazó, no pude evitar llorar.
—El tiempo lo dirá todo... —fue lo único que me dijo.
—Por favor, no te vayas. Quiero estar contigo, no quiero perderte por completo, Maeve...
—Lo siento.
Ella se alejó de mí y yo solo sentía la llovizna caer sobre mis hombros descubiertos, mientras mis lágrimas me ahogaban por dentro.
Cuando desperté, sentí aquella sensación de vacío, no pude dormir nuevamente, solo sé que estaba tan deprimida...
El primer día del último semestre llegó y yo estaba tan angustiada porque debía verla nuevamente, no quería que me viera y que se de cuenta lo mal que estoy, así que ese día me preparé desde muy temprano, aunque mi clase fuera a las cinco de la tarde. Elegí la ropa, opté por hacerme un peinado elaborado e incluso volví a maquillarme de nuevo.
Incluso un profesor se acercó a mí durante unas correcciones a preguntarme si luego de la universidad iba a salir con alguien, yo le miré confusa sin entender a lo que se refería y negué con la cabeza.
—Es que el semestre pasado nunca te vi asistir a la universidad así de arreglada. ¿Estás enamorada?
No supe qué responder, sabía que el semestre pasado asistía como si el camión que atropelló a Maeve cuando la conocí, me hubiese pasado a mí por encima unas cinco veces, pero no creí que fuera para tanto.
Cuando me la encontré por primera vez en la universidad, después de mucho tiempo, fue tan complicado para mí hacer como si nada, porque verla alarmó cada nervio de mi cuerpo.
Iba entrando a mi única clase de aquel lunes por la tarde, Publicidad III. Ella se encontraba en los últimos puestos muy cerca de la puerta.
Lucía... extraña. Luego de que empezáramos a estar más tiempo juntas aquel septiembre de 2022 como dos amigas que ahora estaban más que enteradas sobre sus sentimientos, asistía a la universidad más arreglada, la empecé a ver con maquillaje, el cabello arreglado, más preocupada por su aspecto, mientras que yo empecé a descuidar el mío.
Pero ahora que ya no nos hablábamos, su cabello iba recogido en una coleta alta dejando ver sus orejas. Algo que me dijo que odiaba porque era su mayor inseguridad, por esa razón nunca iba con el cabello recogido. Siempre buscaba una forma de cubrirlas.
Sus ojeras también eran inevitables de notar, y ahora, iba sin una pizca de maquillaje nuevamente.
En ese momento no notó mi presencia, así que el resto de la clase la ignoré por completo sentándome en los asientos de adelante.
Creí que así podría manejarlo.
Cuando acabó la explicación, mi corazón empezó a acelerarse, sentí de todo y más.
Así que giré mi rostro por inercia y pude notar a Maeve detrás de mí, observando hacia dónde me encontraba.
Por un segundo, me paralice por completo. Mi mundo solo la estaba enfocando a ella.
Nos miramos a los ojos durante un tiempo que para mí fue eterno, anhelé que fuera más que eterno, pero sin darme cuenta, fui la primera en desviar la mirada con mis nervios acumulados.
¿Habrá sentido lo mismo que yo? ¿Los mismos latidos desesperados buscando el más mínimo roce?
Nunca tuve mi respuesta, pero me negaba a creer rotundamente que solo yo sintiera tanto.
Sus ojos daban la sensación que tenía la misma necesidad de hablarme que yo y no sabía como seguir con mi vida acabando de sentir eso.
Claro que, eso no lo supe al instante.
Primero, me enteré de cosas que me hicieron dudar la manera en que la veía.
A medida que las semanas iban pasando, me la cruzaba más veces de las que podría recordar, incluso de lejos, a pesar de que compartíamos más de dos clases juntas, nunca nos atrevimos a romper el contacto cero.
Recuerdo una de las últimas clases de Publicidad III, esa fue la materia que menos me la crucé por su cantidad de inasistencias, pero una tarde, yo decidí sentarme en la última fila con mis amigas, la clase ya había iniciado y las luces estaban apagadas, así que asumí o que estaba en los primeros asientos o que no iba a llegar como de costumbre.
Pero ese día llegó cuando la clase estuvo a punto de acabar, cuando entró no pudo evitar darse cuenta de que yo estaba sentada justo al lado de la puerta, encontrándonos por primera vez frente a frente, tan pero tan cerca.
Ella me miró a los ojos, sin despegar la vista de mí ni un segundo, mientras cerraba la puerta lo más lento posible, yo tampoco pude desviar la mirada, en todo momento mis ojos la enfocaron hasta que se sentó a unas filas delante de mí. Incluso me quedé observando su espalda, su cabello largo y abundante. Cuando finalmente bajé la mirada, no aguanté más y aunque creí que ya no seguiría llorando cada vez que la veía, ese día recaí.
Empecé a llorar en silencio y cuando no pude ahogar más mi llanto, tuve que salir rápidamente de la clase, me encerré en el baño hasta que todos salieron del salón, Isabelle se quedó conmigo, asegurándose que en los pasillos no hubiese rastro de ella, para yo poder salir de la universidad.
Luego empecé a preocuparme por sus faltas y también agradeciendo el hecho de que no asistiera para no cruzármela, así que con ciertos profesores a los cuales era cercana o tenía buena relación, aprovechaba de preguntarle por sus notas. Me di cuenta que iba mal en algunas y no sabía como hacer para ayudarla si no nos hablábamos.
Mis amigas insistían en quitarme las planillas para no ver sobre ella, yo con el tiempo dejé de hacerlo.
Pero hubo algo que sí llamó mucho mi atención, un chico... Vince, su amigo.
Su mejor amigo del alma. Aquel que me escribió unos días después de que todo acabó entre nosotras, pero yo no quería hablar con nadie así que nunca respondí a ese "¿Cómo estás?", luego en enero volvimos a hablar, y yo seguía preguntándome ¿Por qué se junta conmigo? es amigo de ella, debería tenerle lealtad a ella, no a mí.
Cuando le preguntaba por ella, él me decía que no se hablaban desde que nosotras nos distanciamos.
Pero era el claro ejemplo de "Brie no me ha hecho nada, ¿por qué debería odiarla?" y me hacía sentir peor, porque en el fondo veía que era doble cara estando conmigo.
Nunca sentí que fue mala persona, es más, fue muy amable después de aquel caos entre nosotras, pero el que fuera de esa forma, me daba mala espina.
—Brie, ¿por qué sigues hablando con él? Si es un hipócrita —me preguntaban mis amigas muy a menudo.
Pero yo siempre fui de aquellas chicas que tenían a sus amigos cerca y a sus enemigos más cerca.
¿Y por qué enemigos? Porque aquella idealización empezó a caer por sí sola, no por completo, pero en definitiva algo cambió en mí al darme cuenta que, efectivamente, Vince y Maeve no era nada de lo que yo creía.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top