🎋Capitulo 6🎋
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Las personas al crecer se olvidaban de muchos detalles de su infancia y adolescencia, eventos que pasan como un soplido de primavera a pesar de lo importante que fueron en su momento. Pero Koijiro recordaba cada momento de su vida, no sabia si agradecerle a su buena memoria o a la persona que se encontraba en ellos, porque después de conocer a Kaoru, todo estaba escrito en un libro que solía releer una y otra vez.
El primer encuentro fue cuando apenas tenían 4 años.
Recuerda entrar al jardín de infantes de la mano de su madre, quien sonría maravillosamente, mientras saludaba a las demás mamás del lugar. Vio el patio de juegos, los árboles que decoraban el jardín, las pequeñas flores, los juguetes y los brillantes colores que decoraban las paredes, sus ojos estaban asombrados, todo se veía tan colorido como un cuento de hadas, y como tal debía haber una princesa.
No demoro mucho en encontrarla.
Su cabello rosado caía suavemente sobre sus hombros, tenia un pequeño conejito como broche, sus mejillas redondas y rosadas, hacían que esos ojos amarillos brillaran como el sol. Estaba pintando con unas crayolas, mientras los demás niños jugaban a su alrededor.
Su corazón latió con velocidad y sus mejillas se tiñeron de un rosa fuerte.
La vergüenza lo ataco y se escondió en la falda de su madre, quien intentaba alentarlo a entrar a su salón, ¿Pero como? ¿Cómo entraría al salón de esa princesa tan bonita?
Aún así tuvo que entrar, la maestra los había llamado para iniciar, en lo que ella misma nombro, nueva aventura. Así que se despidió de su mamá y todos los demás niños corrieron a despedir a las suyas, todos menos la princesa. Ella se quedo sentada mirando a todos los niños con una mirada triste, para luego seguir pintando con sus crayolas.
Recuerda no perder los ojos de esa princesa en todo el día, incluso cuando le dijeron que el nombre de esta era Kaoru Sakura...Sakura algo. No se acordaba de todo el apellido, pero si de esa parte, porque combinaba muy bonito con ella.
Pero a pesar de querer invitarla a jugar nunca acepto, incluso cuando pasaban los días y las semanas.
Incluso le pregunto a su hermano mayor, que jugaban las niñas. Aunque este lo envió con su mamá, porque él no se juntaba con niñas.
Con esas ideas intento jugar nuevamente con ella, a las crayolas, a las muñecas, a la casita, incluso se ofreció para que lo pintara. Pero solía ignorarlo o le daba solo unos 5 minutos de compañía.
Aun así no se rindió y siguió acercándose, sonriendo cada vez que le miraba y sonreía, cada vez que le prestaba una crayola o cada vez que comían juntos. Muchos niños le molestaban por juntarse con una niña, pero era la niña más genial del mundo, sabia jugar a la pelota, corría muy rápido, sabía escalar arboles y veía caricaturas de héroes.
Pero no fue hasta que habían pasado 6 meses de una inocente amistad, cuando supo la verdad.
La maestra había organizado una pequeña salida a una granja antes de las vacaciones y todos los niños estaban muy emocionados.
Recuerda vagamente el recorrido a la pequeño granja educativa, pero si cuando lo emparejaron con su princesa y como esta quiso ir a ver los conejitos primero, pero lastimosamente eran parte de la muestra final del recorrido así que tendría que esperar.
Tomo la pequeña mano de Kaoru y caminaron así por todo el trayecto, aunque unas risas siempre los acompañaron.
Eran un grupo de niños más grandes que se burlaban de ellos y sus manos entrelazadas.
—Los noviecitos... muac muac
—¿Tan chicos y ya siendo maricones?
No estaba acostumbrado a las burlas y mucho menos de niños más grandes. Si su hermano estuviera con él no tendría miedo, pero estando solo no había forma de librarse. Ambos eran pequeños y la maestra había llevado a una de sus compañeras al baño mientras ellos esperaban. Solo podían quedarse juntos, temblando las burlas de los mayores.
—¿Qué pasa cabello de pasto? ¿Quieres llorar?
—Miren todos... el bebé quiere llorar.
Koijiro se escondió en su propio lugar, desviando la mirada con los ojos llorosos y apretando sus manitos en un intento de no llorar, no quería complacer a esos niños grandes.
—¡Discúlpense con Koijiro!—Él pequeño de cabellos verdes abrió los ojos con sorpresa al ver la espalda pequeña de Kaoru frente a él, su cuerpo temblaba por un posible miedo y este era obvio, esos niños le ganaban por una cabeza y uno de ellos era tres veces el ancho de la princesa, podría empujarla con facilidad.
—Miren... la noviecita lo defiende, entonces podría ser ...—Dijo en burla, pero antes de poder seguir con su broma recibió una patada entre las piernas. Kaoru con una gran flexibilidad había golpeado con todas las fuerzas de su pequeño cuerpo, aquella zona, dejando que el mayor se retuerza en el suelo.
—¡Primero que nada soy él, no ella... y si una niña defiende a un niño de ti, es porque es más fuerte que tu imbécil!
Todos sus compañeros quedaron sorprendidos por lo mencionado por Kaoru y no solo ellos, adultos que se habían acercado por preocupación también, incluso unos empezaron a reír.
—Kaoru... ¿Eres un niño?
Koijiro recuerda bien esa estúpida pregunta y aquella mirada llena de risa de su princesa eterna. Sus mejillas teñidas de un lindo rosa y sus ojos destellando de diversión.—Claro que si mono... solo que eres muy lento en notarlo.
Sintió vergüenza, mucha vergüenza.
Al parecer todos sus compañeros sabían que Kaoru era un niño menos él. Recordó todas las veces que le mostro muñecas, le pinto las uñas y peino su cabello; pensando que al ser "niña" disfrutaría pasar tiempo con él.
—Pero es muy divertido jugar con muñecas y pintar en cosas tan pequeñas como nuestros dedos.—Dijo mientras los señalaba.—¿Estas enojado?... ¿Ya no quieres ser mi amigo?
Vio sus ojos cristalizarse, ignorando completamente como los niños grandes se alejaron al ver muchos adultos cerca. Por eso corrió abrazarlo, sintiendo un ligero aroma salir de su cuellito que le era agradable. —¡Seguiré siendo tu amigo! ¡Porque es genial... la princesa también es príncipe, es el doble de genial!
Cuando cumplió 10 años, se esforzó por su primera patineta.
Ambos habían estado muy inmersos a unas revistas de deportes extremos y urbanos después de ver a unos chicos de secundaria andar en patineta y hacer algunos trucos en la plaza principal. Quizás por eso, a pesar de tener gran curiosidad por todos los deportes que se encontraban en la revista, el patinaje era lo más les llamaba la atención.
Podía hacerse en cualquier lugar, a toda hora, no necesitabas nada más que tu patineta para disfrutar y aquello, a ambos les fascinaba.
Vieron muchos videos en el computador del hermano mayor de Koijiro, mientras comían unas galletas. Incluso miraban videos en clases, ocultando sus celulares tras un libro.
Muchas veces le pillaron, pero a Kaoru jamás.
Era demasiado bueno con las manos y en suaves movimientos, lo ocultaba a gran velocidad entre sus mangas, cosa que Koijiro no podía hacer aún.
Solían colocar una tabla de madera sobre un cilindro de leche y fingir estar en una patineta, inventándose historias alocadas y llenas de acrobacias.
Koijiro decía que un día se pararía de manos en su patineta, mientras Kaoru decía que haría todos los trucos perfectos; ambos soñaban con ser los mejores, pero divirtiéndose.
Pero la tabla de madera ya no era suficiente para los sueños de sus mentes, por lo que Koijiro le pidió a sus padres una patineta como regalo de cumpleaños, prometiendo que botaría la basura durante un mes si se la compraban. Trato justo para un niño.
Y a pesar de que sus padres accedieron, prefirió juntar dinero para el mismo comprársela. ¿El motivo? Los padres de Kaoru le habían denegado la patineta, diciendo que era solo para delincuentes juveniles y drogadictos. Recuerda su llanto, mientras se acurrucaba en su hombro, como su mano pequeña estaba fría a pesar de tenerla sujeta por varios minutos y como esos delicados cabellos rosados caían como cascada.
Levanto su mentón con delicadeza y beso su nariz con ternura, dejando que Kaoru se sorprendiera y se avergonzara por tal acción. Luego acaricio su mejilla y le sonrió, mientras empezaba a hacerle cosquillas para sacarle una risa, aunque sea pequeña, para eliminar todas las lagrimas de tristeza de ese lindo rostro.
Cuando lo logro, ambos estaban acostados en el césped, mirando las nubes con calma y sus manos aferradas al otro.
—¿Tus papas si te dejaron tenerla?
—Si, pero no será divertido si no tienes una tu
—Mi papá no me comprara ninguna, dice que no gastara en tonterías.
—Y si... ¡¿No tiene que gastar él?
Kaoru lo miro desconcertado por unos segundos, pero entendiendo rápidamente.
—¿Quieres que ganemos el dinero nosotros?
—Si... hay muchas formas, he visto a mi hermano vender sus juguetes o ropa que no usa.
—Sería una buena idea, pero ¿Nos comprarán? Solo somos niños
—Mi hermano también es un niño...
—Pero quizás tu mamá lo estuvo cuidando... —El pelirosa miro el cielo y cerro los ojos un segundo.— Eso es... pidámosle a tu mamá que nos ayude a vender nuestros juguetes y ropa... de seguro podremos ganar lo suficiente para dos patinetas. Y...Y también podemos vender tareas.
—¿Tareas? ¿Pero eso no es ilegal?
—Mh, no hay nada en el reglamento del colegio que impida la venta de la resolución de una tarea... y con mis conocimientos hasta puedo hacer las tareas de los grandes.
—¿Realmente te leíste el reglamento?
—Claro que si mono... ¿No lo leíste?.—Vio la negación de su amigo y se quejo, inflando sus mejillas y continuando con un tono de indignación.— ¿Cómo es posible? ¡¿Quien no lee su reglamento?!
—Creo que todos los niños... tu eres el rarito princesa...auch.—Un golpe pequeño en su hombro, con una mirada algo avergonzada, pero decidida.—Ya... que este brazo lo necesito para escribir.
—Pues tampoco escribes mucho en clases, tengo que darte mis apuntes.
—Pero es que hablan muy rápido, hago mi mayor esfuerzo... enserio.
Justo después de es día, ambos empezaron a juntar juguetes y ropa que ya no usaban, en una caja que la mamá de la familia Nanjo les había entregado.
Aunque no fue nada sencillo, no sabían cuales eran los mejores precios o como hacer que la gente lo comprara, pero decidieron hacer una lluvia de ideas para lograrlo.
Hacer folletos, gritar en la calle o ir preguntando a cada persona.
Lo hicieron todo, comprendiendo que era lo que más llamaba la atención y organizándose de la mejor forma que unos niños como ellos podían.
Cuando vendieron todo lo que habían escogido, se dieron cuenta que el dinero no les alcanzaba, ambos querían llorar, pero se tragaron las lagrimas y continuaron. Koijiro cocino pasteles junto a su mami, para vender a las vecinas del barrio; mientras Kaoru empezó a estudiar más duro para hacer pequeñas tutorías.
Ambos hicieron de todo por sus patinetas.
Finalmente después de un año de esfuerzo, en el cumpleaños numero 10 de Koijiro, al fin habían alcanzado a la meta.
Se compraron dos patinetas para principiantes y la familia Nanjo les compro casco y artefactos de seguridad, como rodilleras, muñequeras y guantes.
Y si, ambos chicos estaban felices por sus skate, pero nadie podía negar que la mirada del pelioverde se perdía en la sonrisa deslumbrante del pelirosa al abrazar su patineta. Y era esa imagen, de su bella princesa/príncipe sonriendo con sinceridad.
Cuando cumplió los 13 años, sabia que no había vuelta atrás.
Intento proteger por años la sonrisa del pelirosa.
Manteniéndola con sus caricias en el cabello, con sus bromas coquetas y embusteras, con su torpeza, con sus aventuras por las calles y con el mayor apoyo que podía darle cuando descubrieron su segundo generó.
Pero las cosas habían empezado a cambiar con los años, su corazón latía con fuerza al verlo, se sonrojaba al verlo cambiarse frente de él cuando aquello era lo normal desde el jardín de infantes.
Empezó a acariciar su mejilla y cabello con más frecuencia, a tomar su mano con más gentileza y firmeza, empezó a acurrucarse en su cuello para inhalar aquel aroma que le fascinaba, mientras sus manos se aferraban a aquel cuerpo que se estaba volviendo cada día más hermoso.
Quería estar a su lado por siempre.
Protegiéndolo.
Burlándose.
Sacándole una sonrisa encantadora.
O una mirada orgullosa.
Porque Kaoru podía ser hombre, mujer, alfa, beta , omega o cualquier cosa en este mundo. Pero él siempre sería la primera princesa guerrera que salió de un libro, la que se convirtió en un príncipe que lo hechizaba todos los días, pero que sabía que sería riesgoso acercarse más de lo debido.
Estaba completamente perdido, pero quería mantener lo que tenían aunque eso significara jamás poder ser 100% sincero con él y con lo que su mente y cuerpo querían hacer.
Porque cuando se prueba la fruta prohibida, solo quieres volver a degustarla.
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Perdón por la demora, a los fantasmitas que leen.
Estaba en el sur de mi país y el internet en donde estaba no era muy bueno.
Pregunta ¿Quieren que pasen las cosas más rápido? Es que no se... yo suelo escribir lento en la narrativa, y no se si al pequeño grupo que lee del Fandom les disguste aquello.
La idea es que puedan disfrutar algo para alegrar su día o al menos darles unos minutos de descanso de la sociedad.
El próximo capitulo regresamos a la línea del presente. Creo que todos los n° de la tabla del 3 serán del pasado... no sé... es que se bonito los emojis ... perdón.
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