Capítulo 5
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El cielo estaba completamente soleado, pero los rayos del sol no golpeaban con ferocidad, todo lo contrario, acariciaban las pieles con sutileza, como si temiera dañar a quien paseaba bajo su mirada.
Clima perfecto para salir a caminar solo o en compañía, escuchando los sonidos de la ciudad, mezclarse con el cantico de las aves que anunciaban el pronto término del invierno y aun así, le hubiera gustado quedarse en casa, descansar en su cómodo sillón, mientras leía un buen libro, pero aquella niña había querido salir.
La vio, sonriente y deslumbrante mientras daba saltitos juguetones entre los árboles, fingiendo esconderse y fingir que era un hada que miraba a un hermoso príncipe pasear. O al menos eso lograba entender de sus palabras.
A veces se le acercaba, para observarlo, mirando su mano y comparándola con la propia, para finalmente solo sonreír nuevamente y alejarse. Y cada vez que hacia eso Kaoru suspiraba.
Quería decirle que podía tomar su mano, que podía pedirle ayuda para alcanzar lugares más altos, que podía preguntarle sobre todo lo que miraba, pero al mismo tiempo cuando se acercaba con esa cabellera azul y esa sonrisa, se le venia a la mente aquel hombre que tanto amo y que tanto lo daño.
—Emh... ¿P-pinchipe?
—Mhh.
—Esto..yo..emh.. —La pequeña jugaba con sus manos, mirando el suelo con nerviosismo. —¿Yo... que...quedo ...una pati.. pati... neta?
Kaoru la miro fijamente, mientras se agachaba para estar a su altura y poder tomar la mano, temiendo asustarla, temiendo reaccionar mal al sentir esa conexión entre ambos. Porque desde que ella nació, intento no tocarla demasiado, no conversar mucho con ella, no sentir como ella lo hacia, porque sabia que tarde o temprano sus padres se la quitarían por su estatus de omega, que tendría que alejarse de ella y perderla seria mil veces mas doloroso si dejaba crecer el afecto.
Pero ella siempre intento acercarse, a pesar de su corta edad, como si entendiera su propia soledad en aquel cuerpo tan pequeño.
—¿Quieres andar en skate?—La vio asentir, mientras sus mejillas se tornaban de color rosado.
—Con... papi... pa..patineta con papi—Comentó.— Yo... pa..patineta... feliz a mi papi... asi..que...yo hade feliz a papi...con patineta.—Termino dejando escapar aire de sus pequeños pulmones, mientras se aferraba a su mano en busca de seguridad. Aunque al sentir como su mano se empapaba con unas gotas, recibió algo mucho mejor.
Kaoru no pudo evitar aferrarse a ese pequeño cuerpo, sintiendo como una puñalada se clavaba en su pecho a la vez que su mente se calmaba. Su pequeña flor era tan inteligente, tan comprensiva con su sentir y solo quería que ambos se acercaran más; aunque el fue cambiante en el pasado.
Él sabia que en ese poco tiempo había cometido muchos errores, pero aun no era lo suficiente valiente como para enfrentarse a su familia y luchar como era debido por aquel pequeño cuerpo que se aferraba a su pecho. Aun no tenia los estudios suficientes, aun dependía financiera y socialmente de su familia, y su titulo de omega abandonado le prohibía avanzar más rápido en sus metas.
—¿Pincipe papi?-
—Te comprare una patineta... te enseñare y te convertiría en la mujer más fuerte de este mundo.
—No muje... yo hija.
Kaoru rio a pesar de los demonios que le susurraban sus debilidades, errores y miedos. Porque tenia un hada de las flores que sin saberlo, le estaba dando fuerzas para volver a levantarse dignamente.
—Vamos por ella, ahora mismo.—La tomo en brazos, sintiendo aquella conexión que los unía. Su pequeño aroma que seguía mezclado al suyo, por lo que aun no podía distinguirse el propio.
—Pero... hombe feo mirar..—
Kaoru voltio su mirada al lugar que señalaba su hija, y allí estaba el "guardián" que su padre le había enviado. Un hombre tosco en apariencia y mirada aburrida; aunque tenia el permiso de usar su voz para someterlo, y eso no le importaría, pero desde el nacimiento de su hija, su cuerpo se debilito y los medicamentos para mantenerlo cuerdo, debido a la mordida de Ainosuke, habían bajado a gran escala sus feromonas dominantes, por lo que era sencillo controlarlo.
—Si el Gorila estuviera aquí.
—¿Godila?—Movió su cabecita, dejando que sus cabellos se ondearan.
—Si, el Gorila. Es un hombre alto, fuerte y muy confiable.—Inconscientemente su mirada se suavizo, anhelando su voz, su mirada comprensiva y sus brazos que le sostenían cuando se sentía débil.— Pero ahora esta aprendiendo a cocinar para nosotros, muy lejos.—La pequeña sonrió confundida, pero destellante.— Así que no podemos depender de él. Por eso, espera un tiempo más amor... papá volverá hacer fuerte y te salvara de esos tipos feos y malos.
—Yo tabien cuidar Pincipe papi.—
Sonrió, mirando aquellos ojos dorados, que lo miraban con fuerza. Apenas tenia 3 años, pero podía sentir su fuerte naturaleza sobresalir, oculta en la inocencia y lejanía de una niña que tiene todo y a la vez nada.
Por eso, ahora le daría todo nuevamente, culpándose por alejarse, culpándose por no enfrentar a sus padres, a sus hermanos. Culpándose, por no querer hacer lo que deseaba, aunque le rompiera el corazón, amar a esa inocente hada del jardín.
—Nos cuidaremos entre los dos, cahorrita.—
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Un recuerdo.
Un viejo día del pasado que llego como un sueño vivido.
Cuando su pequeña tenia el cabello corto, sus ojos brillaban con timidez, y aun así, poseían fuerza. Su aroma era casi imperceptible, pero ahora el delicado aroma de camelias y vino de cereza, combinaban perfectamente con el suyo.
Y el aroma de su hija no era lo único que había cambiado, sus cabellos ahora eran largos y los quería mantener así para parecerse a su papá, al menos eso decía. Sus colmillos superiores destacaban en su sonrisa, su mirada dorada era de seguridad y dicha; mientras su personalidad juguetona y cariñosa hacían que todos la amaran.
Quería que ya llegara, pero a la vez temía por eso.
Pero esta ves, no temería por quienes quisiera herirlo a él o su cachorra, porque antes de que lo piensen, él los tendría arrodillados a sus pies, pidiendo clemencia.
—Oh, despertaste.—Yamato le sonreía con alegría, mientras depositaba una bandeja con alimentos.—Carla esta cargada, le pedí a Koijiro que te hiciera el almuerzo, así que vendrá en breves. Y sobre el trabajo no te preocupes que me estoy haciendo cargo.
—Muchas gracias.
—Para servirle, su majestad nerd.—Solo basto terminar la frase para recibir un golpe certero en su brazo.—Hey...estarás herido... pero sigues pegando fuerte.
—Alégrate que aun no puedo ponerme de pie.
Una risa se escucho llamando la atención de ambos adultos. Era Koijiro que entraba al cuarto de Kaoru como si fuese el suyo, tirando su bolso a un lado y acostándose al otro lado de la gran cama King.
—¡¿Quién mierda te invito a mi cama?!
—Ahh, es tan suavecita... Yamoto ven aquí también.—Le señalo un espacio vacío al otro lado de Kaoru y aunque este fulmino con la mirada a su ayudante, este igualmente se acostó a su lado.
—Oh, es verdad...con razón duermes bien.
Kaoru quería golpearlos, gritar enfurecido, pero al estar herido, sin fuerza en sus piernas y el desayuno en sus brazos solo podía suspirar. —Bien, pero no les daré de mi comida.—Comento, mientras fingía estar enojado, porque realmente estaba agradecido.
Después de todo sus recuerdos lo dejaron más sensible.
Cuando termino, Yamato se encargo de la bandeja, anunciándoles que iría a la reunión de trabajo como representante de Sakurayashiki, así que se iría, no sin antes dejar a cargo a Koijiro, porque sabía bien, que Kaoru no se cuidaba bien.
Cuando ambos estuvieron solos, se miraron fijamente.
Comunicándose sin palabras.
Por eso Koijiro envolvió a Kaoru en un abrazo gentil, desenredando sus cabellos con delicadeza, mientras su nariz no podía evitar embriagarse con el aroma del omega. A su vez, Kaoru cerraba los ojos para sentir aquellas caricias, dejando que el aroma de su compañero lo envolviese en calma, mientras esos fuertes brazos lo mantenían seguro.
—¿Soñaste con la florecita?.
—Un recuerdo más bien, cuando tenia 3 años y fuimos al parque.—Koijiro se alejo suavemente, tomando el rostro de Kaoru entre sus dedos, intentado fijarse en la mirada de su mejor amigo y no en esos rosados labios que le llamaban.— ¿Qué pasa?
—Solo... me hubiera gustado estar aquí para ti.
—Pero si lo estas.... —El reconocido Cherry pensó unos segundos más y rio enternecido, avergonzando a Joe.— Estabas cumpliendo tu sueño, Gorila tonto. Además, así pude volver a ser yo mismo... y mostrarte lo grandioso que soy como padre soltero.
—¿Enserio? ¿Quién era el que tenia a la pobre pequeña en un centenar de flotadores cuando fuimos al parque acuático?
—Era la primera vez y podría ahogarse si pestañábamos un segundo... pero no fui el único.—Señalo con indignación a Koijiro.— ¿No recuerdas quien la envolvió en papel de burbujas en su primera bajada?
—Querías que bajara por la rampa bowl. Podía haber pasado de largo.
—Era la más pequeña del parque. Y llevaba todos los implementos de seguridad puestos.
—No puedo imaginar que es lo que hiciste con ella cuando tuve que regresarme a Italia para seguir con los estudios.
—Para tu información, aprendió extremadamente rápido, gracias a mis enseñanzas.—Y a pesar del tono orgulloso de sus palabras, su cuerpo se volvió a ajustar en el pecho de Koijiro.— Ella te extrañaba cada vez que te ibas... su carita cuando supo que te habias graduado, era realmente...
—Era realmente hermosa... puso la misma sonrisa que tu, cuando supiste que había ganado esa beca.—Koijiro suspiro, recostando a su mejor amigo y acariciando sus cabellos.— Se ponen más felices por los demás que por sus logros, eso lo saco de ti.
—Pero es tan fuerte y confiable...—Kaoru sonrió al imaginársela en esos momentos.— Eso debió sacarlo de ti.
Cuando pensó en sus palabras, estas ya habían sido escuchadas por el contrario. Porque si lo hubiera pensado, no sonarían tan dulces, tan naturales.
Rojo y dorado se encontraron con timidez, mientras sus cuerpos se habían quedado estáticos a una distancia tan fácil de acortar, que solo necesitaban un pequeño estimulo. Quizás por eso inevitablemente los aromas empezaron a fluir, el matcha se mezclaba perfectamente con los cerezos, mientras el pincel de bambú tocaba la tinta con delicadeza, llevándolos a un pasaje atrás en la historia.
Ambos sabían que no debían caer a sus instintos.
Pero uno de ellos ha pasado tiempo sin contacto pasional y el otro aunque estuviera en constante con ellos, no sentía el placer de envolverse en un ser desde hace años; desde que probo la fruta prohibida entre sus brazos.
Sus labios estaban a punto de conectarse, mientras sus miradas se relajaban ante el otro. Decididos a caer nuevamente ante el pecado fugaz, pero el tono de un celular rompió aquella burbuja, trayéndolos a la realidad.
Pero no se alejaron ferozmente como un par de adolescentes, ellos sabían que estaba apunto de ocurrir entre ambos, y sabían, que pasara o no, no romperían lo que tenían.
—Habla Sakurayashiki. ¿Quién habla?
—¡Kaoru es grave! La niña...mi nieta...
—¿Abuelo?... Espera, calma... respira, ahora... ¿Qué paso?
—No la encuentro, Kaoru... no encuentro a Aiko.
—Abuelo, recuerda que solo los fines de semana sale del internado. Hoy es jueves, es normal que no la encuentres en casa.
—No, Kaoru... su profesora me llamó, porque no asistió a las clases de la mañana y cuando fue a su cuarto para ver si estaba enferma o algo, no estaba su maleta...—Hizo una pausa, intentando recomponerse—... ni su patineta... entonces debió salir y...
—¡¿Como demonios una niña de 10 años sale sin que la noten?! —Grito asustado, mientras sentía su pecho apretarse fuertemente, mientras sus pulmones se vaciaban de aire. —Aiko no saldría sin motivos, ¿Quién fue? ¡¿Por que no la estas buscando?!
Todo a su alrededor había empezado a verse borroso, el dolor en su pecho era inminente, y su omega no paraba de llorar en silencio. Intentaba respirar, pero el aire no entraba a su cuerpo, sentía sus manos sudando y sus sentidos perderse en la bruma.
Y si no fuera por aquella mano que acaricio su cuello con delicadeza y esos labios que rozaron su piel sensible, quizás hubiera caído en un ataque de ansiedad.
—¿Kaoru? Querido.. responde
—Tranquilo señor Sakurayashiki. Solo necesitaba tomar aire para continuar.—Contesto el peliverde con calma, conversando con los ojos con su mejor amigo, quien decidió continuar con la llamada.
—Acepte la idea de tu estúpido hijo de que estudiara allí toda la primaria, para que dejaran de molestar.—Fue lo primero que dijo, con rabia y esa preocupación emerger de su cuerpo.—Y ni siquiera tienen personas capaces de cuidar a los niños.—
—Cariño, tu padre no tiene la culpa, es de los guardias y maestros.—El anciano escucho como su nieto resoplaba.— Pero... haber querido, tu la conoces mejor que nadie, ¿Donde podría ir?
—Podría ir un parque de patineta o una tienda de electrónica o un mall de juegos o...a maldición son muchos lugares y es pequeña y.. y...—Nuevamente los pensamientos inundaron su mente, el miedo agobiante de que su "madre" se la haya llevado, o que uno de los hombres de Adam la hayan descubierto y decidiera llevarla con el alfa.
Pero por suerte, tenia un joven que calmadamente, acariciaba su cabello, y mantenía su firme mano entrelazada con la suya. Por eso se tomo un tiempo para respirar profundamente y y permitir que su mente se encargara de resolver lo sucedido.—Ahora, abuelo.. ¿Hay una posibilidad de que el informe medico llegara a ella?.
—Oh, Koijiro... ¿Por que? ...oh si hay una posibilidad.
—Suéltalo ya anciano, me queda poca paciencia.—Casi gruño Kaoru, mientras sus pequeños colmillos querían extenderse.
—El doctor de la familia pudo anunciar el accidente que sufriste.
—Pero eso... —Iba a decir que era imposible, pero ese tipo estaba amarrado a su hermana mayor. Si ella le pedía información de su persona, se la entregaría sin dudar. Aunque eso significara romper la relacion entre paciente y doctor; pero cuando se trataba de omegas eso no se cumplía—Se lo conto mi hermana, sabiendo que ella no podría quedarse quieta... esa perra...
—Eso significa que viene hacia acá.—Koijiro lo afirmo, para que su mejor amigo al menos tuviera la idea de donde se encontraba su hija.— Abuelo búsquela por su lado, nosotros buscaremos en la cuidad.
El mayor asintió, antes de colgar.
Cuando finalizo todo aquello, Kaoru no lo pensó dos veces y se levanto, sin pensar en su cuerpo débil y la incapacidad de usar sus piernas. Por eso, a penas intento dar un paso lejos de la cama, sus piernas se doblaron por el dolor, causando que se cayera.
Pero el jamás tocaría suelo mientras Koijiro estuviera allí, lo cual se remarco al sentir su brazo rodear su cintura—No puedes ir así, la preocuparas más.
—Es mi hija, esta sola... debo ir a buscarla...
—Kaoru, primero...
—Suéltame,,, debo ir por mi hija.
—Kaoru, yo puedo ir a por ella mientras...
—¡No! Yo debo ir por ella, no necesito ay...
—¡Kaoru! —Odiaba usar su voz, más sobre el pelirosa, pero necesitaba que se calmara.— No te dejare ir solo.—Sabia que no importaba cuantas razones le dieras para cuidarse, siempre velaría por el resto y más por su hija.— La buscaremos y la encontraremos ya veras... ella es tan sociable como yo, de seguro encontrara un lugar seguro donde quedarse hasta que la encontremos... además, es tan inteligente como tú... sabrá que hacer.
—Pero es tan pequeña...
—Pero es tu hija. Y no hay omega más increíble y fuerte que tú... la criaste bien. Y creo que hasta demasiado, ya que sabe escaparse perfectamente de su jaula.
Kaoru miro esos ojos rojos, cálidos y brillantes. Sintiendo como su omega se acurrucaba en aquel alfa que le daba tanta seguridad. Confiaba en que juntos encontrarían a su hija.
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Mientras los adultos salían en búsqueda de su pequeña flor, un joven de cabellera roja caminaba por la cuidad, quejándose de la cantidad de papeleo y pruebas medicas que tuvo y tendrá que hacer por unos dos meses más.
Si fuese de clase alta, sin duda lo dejaría todo para un abogado. Pero el era de clase media y jamás le contaría a su madre que había vuelto a ocurrir.
Su madre tenia una gran cantidad de labores, como para darle otra vez, un problema ocurrido por su debilidad.
—Ni siquiera soy atractivo.—Comento al mirarse en una vitrina, notando su desordenado cabello, su mirada cansada y su estatura promedio. Pero al parpadear, dos pares de ojos brillaron tras de él, dos figuras grabadas en su memoria con fuego vivo.
Su miedo al verse desnudo, ante dos cuerpo diferentes ante él. Uno delgado y bien definido, recuerda como aquel chico hizo que tocara sus caderas, mientras el otro, de mayor altura y cuerpo bien marcado, acariciaba sus piernas sin decoro.
Recordó como ambos murmuraban sobre su piel y le sonreían con gracia, mientras sus manos eliminaban hasta el mínimo rastro de pureza en su cuerpo.
Así que rio.
Rio mientras sus lagrimas caían nuevamente.
No le importo que la gente lo viese como loco, que murmurara al pasar. Solo quería eliminar esas dos sombras que dejaban su cuerpo lleno de manchas.—Ellos no fueron... y aun así, solo pude ver el rostro de ambos.
Cerro sus ojos, tapo sus oídos y se agacho. No le importo estar en la calle, solo quería dejar de sentir, calmar esas voces y las miradas de todos sobre él.
"Deberías agradecer que te acostaste con un omega como él"
"Fuiste elegido por un alfa como ese. Te envidio"
"¿Que te vieron?"
"Si los demandas tu familia caerá, quédate en silencio"
"Cualquiera le gustaría una noche con alfa y omegas de clase alta y tu estas quejándote"
Todas las frase se acomodaban a su alrededor, quitando el aire en sus pulmones y envolviendo su cuerpo de más manchas. Su patineta se iba deshaciendo entre sus dedos, mientras esos dos personas le estiraban su mano, prometiendo detener el dolor si se iba con ellos.
Estaba apunto de tomar sus manos, prefiriendo encadenarse antes que seguir escuchando aquellos gritos, pero una risa suave como una brisa se lo prohibió.
Sintió algo golpear su pierna con fuerza, despertándolo de aquella pesadilla. Una patineta de color magenta se encontraba ante él, la tomo con cuidado, notando la ligereza de esta, sus ruedas negras y en la parte inferior de la tabla, un dragón cubierto de flores de cerezo decoraba la zona.
—Perdón, se me soltó y no quise golpearte.—Reki miro al frente, viendo una pequeña niña de cabellos azules, sus ojos dorados brillaban con pureza y su sonrisa radiaba seguridad.
—N-no te preocupes. Más bien, tu patineta me ayudo.
—¿Enserio? Ahh eso es genial. Siempre he pensado que la patineta ayuda a sonreír cuando uno esta triste.
Reki la escucho atento, asintiendo, al ver a su compañera entre sus brazos.
El podría estar manchado, pero cuando patinaba podía volar y alejarse de todas esas sombras que le abrumaban. ¿Pero aun era digno de patinar? Había peleado con Langa. Se había alejado de todos, y aun no sabia si era correcto ir a ver a Miya.
Tampoco era muy bueno, solo era un patinador más del promedio, sin ninguna gracia como las estrellas que le rodeaban.
—Hey. Hermano mayor, ¿Te dolió mucho el golpe?—La voz de la menor estaba preocupada, mientras tiraba de su polerón y le miraba con esos grandes ojos.
—No, no es eso.
—Entonces, ¿Por qué lloras?
El pelirrojo rápidamente toco debajo de sus ojos, notando como algunas lagrimas caían desprolijas. ¿Fue cuando recordé el pasado? o ¿Cuándo me compare con mis amigos?
—Ah, solo... estaba recordando, digo pensando.. yo..—Realmente no sabia que decir.
—Mi papá dice que cuando lloramos de la nada, es porque estamos aligerándonos. Así nace una nueva flor de memorias felices.
—Tu papá debe ser genial.
—Claro que lo es. ¡Es el papá más hermoso, inteligente y super papá del mundo!
Reki rio, sintiendo como el animo de aquella pequeña le envolvía. Quizás era porque le recordaba a sus hermanitas, alegre, brillante y entusiasta. De seguro sus padres deberían ser iguales. ¿Esperen?
—¿Dónde están tus padres?
—¿Eh? Vine a la cuidad a buscar a mi papá.—Reki espero algo más, quizás tenia padres separados y la chica venia de visita.— Pero no recuerdo la dirección, porque siempre vengo en auto.
—¿E-estas sola?—Pregunto con miedo.
—Si, aunque debí al menos conseguirme un buen mapa. Solo encontré este en una librería y es realmente vago en información.
¿Quién en su sano juicio dejaba que una niña estuviera sola por las calles?. Su pecho se apretaba y su instinto de protección golpeaba una y otra vez su pecho. No podía dejarla sola y aunque hace algunos minutos solo quería estar solo y alejado de todo, ahora solo quería ayudarla a reencontrase con su padre.
—Bien, yo soy Reki y te ayudare a encontrar a tu padre.
La pequeña lo miro con los ojos brillantes.—Encantada, Soy Sakurayashiki Aiko y quiero ir a una pista de patinaje.
—Si, enseguida vamos y... ¡¿Ah?!
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Después de tanto tiempo al fin otro capitulo, de este fic que siento que se alargara más de lo planeado, upsi.
Al fin llego la pequeña florecita y se quedara a cuidar su padre, no solo en lo emocional, sino también ante todos los que quieran dañarlo.
El próximo capitulo se los dejare al deseo de ustedes.
¿Viajar nuevamente al pasado de alguien o seguir con flash-back intercalados?
PD: Muchas gracias estrellitas patinadoras!!
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