Song #1: Perfect

Perfect

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¿Qué había hecho mal?

Esa era la cuestión, y siempre se preguntaba lo mismo, día tras día después de haber sido abandonado por su padre.

¿Era por su torpeza? ¿Su aspecto? ¿Su inteligencia? ¿Quizá se debía a que era un chico y él hubiera preferido una chica? ¿Quizá porque había gastado el tiempo en cosas irrelevantes que quería hacer?

No lo sabía, pero si algo tenía claro, es que era por su culpa. Porque nunca fue lo suficientemente bueno para las expectativas de su padre pese a que lo intentaba con todo lo que podía. Simplemente era demasiado débil, se metían con él cada rato. Era pésimo en los deportes, ¿y a qué padre no le gustaría estar orgulloso de tener un hijo futbolista?

De hecho, si se hablaba de sus cualidades, ciertamente sus padres no tenían demasiado de que hablar. No era precisamente el orgullo de la familia, y más de una vez escucharía las alabanzas de parte de los amigos de sus progenitores sobre lo bueno que era su hijo en tal o en cual. Sinceramente, le avergonzaba que sus padres no pudieran decir ninguna cualidad suya.

¿Estudios? Pésimo. ¿Deportes? Lo mismo. ¿Cocina? Ni idea. ¿Canto? Rompía cristales. ¿Atrevido? Ja, le tenía miedo a la oscuridad. ¿Aspecto? No pasaba la media.

De hecho, en altura estaba por muy debajo de ella si no fuera por su indomable cabello almohada que le hacía contar unos centímetros de más. No era precisamente musculoso, ni tenía ojos azules ni piel bronceada ni nada de eso. Era el típico chico normal que no tenía básicamente ningún amigo y que era la burla de la clase.

Nunca pasaría de la gruesa línea entre él y la perfección que tanto le hacía falta. Había un abismo de diferencia, y si buscabas la palabra "imperfección" en el diccionario, seguramente saldría su nombre y fotografía. Estaba destinado, condenado a ser un total y absoluto inútil durante toda su vida y a decepcionar a todo el mundo, empezando por quienes más afecto le tenían por el simple hecho de ser su hijo.

O le tenían, debía decir, pues su padre parecía haberse cansado de tener que soportar a tal decepción de hijo y se había ido sin siquiera despedirse. Quién sabía, quizá estuviera muerto en algún lugar del enorme mundo y ni siquiera lo supiera.

La única que en verdad le apoyaba, era su madre. Pero su madre era todo lo contrario a él, tenía una voluntad de hierro y una actitud positiva ante cualquier problema que el mundo le presentase, además de ser la persona más bondadosa que había conocido en su vida.

Si alguien merecía el título de ángel, era ella. Le quería y cuidaba pese a todos los defectos que pudiese tener, y era consciente que, de no haber estado para apoyarlo, seguramente hubiera terminado cayendo en una profunda depresión de la que no hubiera salido jamás.

Tenía demasiadas cosas que agradecerle a esa mujer, empezando por su vida de hecho. Ella siempre le apoyó, le apoyaba y le apoyaría.

Sin embargo, se sentía culpable por ser la razón de la tristeza de su madre. Además de ser un bueno para nada, era la causa por la que ella y su padre se habían separado tanto. No era como si se hubiesen divorciado, pero su progenitor no pasaba por casa en años.

¿Tanta había sido la decepción que se había llevado?

Trató de convencerse a sí mismo por mucho tiempo de que su distancia no era por él, como le decía su madre, sino por temas de trabajo. Muchos padres trabajaban, pero definitivamente no se ausentaban toda una infancia.

Y es que pocos recuerdos tenía de él, tan borrosos que, sino fuera por las fotografías, no podría recordar su rostro. Tan lejanos que incluso podía llegar a pensar que aquel hombre fue fruto de su imaginación de niño.

Claro que mientras más trataba de animarse a sí mismo, una lucha interna se desataba en él. El amor que debía profesar a su padre era culpa por haberle decepcionado, y esta con el paso del tiempo se convirtió en rencor.

Un rencor absurdo, en su etapa adolescente en la que pensaba que todo lo sucedido era porque su padre se había ausentado tanto de su vida que no merecía ni el título, pese a haber ayudado económicamente a su madre.

Le había dado por muerto en su corazón, en su mente y en su mundo.

Para cuando le volvió a ver la primera vez tras años, ya no era tan inútil. Había tenido una batalla contra cierto ilusionista en la que milagrosamente había salido victorioso y tenía una declaración de guerra contra Varia por los anillos, pero su autoestima era más elevada.

Ya no era tan débil, ¿era entonces cuando se dignaba a aparecer?

Eso quizá fue lo que más dolía, y quizá se decepcionó nuevamente al ver que no era todavía lo suficientemente fuerte, que seguía siendo torpe y estaba asustado de lo que podría pasar. Quizá actuaba por sus propios intereses al proclamarle como candidato a algo que, de hecho, no deseaba hacer, pero que realizaría con tal de proteger a sus amigos.

Sí. Era lo más probable, el ser el décimo jefe de Vongola quizá solo era parte del plan que había trazado desde su nacimiento y que seguía como si un guión se tratase.

Entonces, si seguía el papel que se suponía que debía desenvolver, ¿por qué sentía que seguía sin ser suficiente?

Tal vez se debía ver desde los puntos de vista. Para sus amigos y guardianes, aunque algunos no lo admitieran en voz alta, era un buen amigo y no parecían incómodos ni obligados a estar junto a él.

Su tutor diabólico había admitido que era uno de sus mejores estudiantes, aunque no dejaba de decirle «Dame-Tsuna» —con todo el cariño, claro— y su madre siempre le apoyaría, incluso su abuelo le había alabado.

El único del que no sentía esa aceptación era su padre. Pero, ¿valía realmente la pena preocuparse por una persona entre varias que le decían lo contrario?

No, no servía de nada. Aunque tratara de recuperar el tiempo, volver atrás y cambiar el pasado, era imposible, aunque tampoco deseara que fuera diferente.

Toda acción tiene una consecuencia, y si estaba ahora ahí era gracias a las desgracias y fortunas del pasado.

Con esa creencia, miró la página del diario que tenía en frente y sonrió ligeramente al leer la única frase de la hoja, un intento fallido de desahogo escrito con la mala caligrafía que tenía a los catorce años, antes de guardarlo de nuevo en el cajón de donde sacó el objeto, guardando ahí el resumen de toda su vida en una oración.

«Lo siento, no puedo ser perfecto».

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¡Salut lectores!

No, no me matéis, guardad las armas y los tomates por favor...

Bien, explico. Esto será una especie de "conjunto" de shots basados en canciones de Simple Plan <3 Amad ese grupo, es precioso.

No será "continuado" sino que será más bien una especie de fanfic que actualizaré cuando escuche songs y me inspire. Bueno, si queréis que lo haga de una canción en concreto de este grupo, soy toooda oídos. 

De hecho, ya tengo 3 contando este. Si no me creéis, preguntadle a Bar-chan =D. A mi me dijo que le había gustado, aunque teniendo en cuenta el pairing que usé... Bueno, #nomásspoilers

¿Merezco comentario/voto? ¿Disparo? ¿Tartita?

¡Au revoir~! Nos leeremos pronto~

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