Capítulo 30
Llevo cerca de cinco minutos golpeando la puerta; pero no hay señales de vida de Iki.
—¿Iki? —Decido entrar a su habitación con cuidad para ver si esta todo en orden —¿Estás bien?
Supongo que nunca me dejaré de sorprender cuando veo que está transformado mientras duerme.
Se ve tan tranquilo de esa forma.
—Hey, Iki. —Lo pico con un dedo en su nariz —Vamos, despierta. Joe debe estar por llegar —Sí que tiene el sueño pesado el día de hoy —A ver si esto...
Coloco dos de mis dedos en los orificios de su nariz. Asumo que se despertará si no puede respirar.
Poco a poco voy notando cómo comienza a moverse en busca de aire.
Ay, vamos.
De pronto, solo despierta y toma una gran bocanada de aire mientras se levanta rápidamente.
—¡¿Qué está...?! ¡wah!
—¿Estás bien? —Pregunto sin dejar de mirarlo luego de caer al otro lado de la cama —Lamento eso, pero no despertabas con nada.
Nota mental, no volver a despertar a Beck de esa forma.
Nota mental dos, Iki se despierta desesperado y le toma tiempo ser consciente de dónde está parado.
—¿Dónde...? —Su respiración es un poco errática. Creo que debería intervenir.
—Tranquilo, Beck. —Me siento en el borde de la cama y acuno su rostro entre mis manos para obligarlo a mirarme —Estás en casa, en tu habitación, conmigo...
"En tu habitación, conmigo".
Ya que.
Me tomo la libertad de acariciar sus mejillas con mis pulgares hasta que noto su respiración más apasible y su mirada es más centrada.
Si fuera un conejo de seguro lo mato del susto.
—¿Te volviste loco? —Me mira confundido.
—¿Sabes cuánto tiempo estuve intentando despertarte?
—¿Qué hora es?
—Faltan como diez minutos para que Joe llegue.
—¡Mierda! —Se levanta rápidamente para dirigirse al closet y buscar un cambio de ropa.
Espera, ¿no va a esperar a que me vaya para cambiarse?
Saca una camisa al azar y se quita la que trae puesta, dejando al descubierto su torso por unos cuantos segundos. Luego, saca un par de pantalones y lo veo desabrocharse el que trae puesto.
No sé por qué me resulta tan extraño que se quite los pantalones frente a mí. Literalmente se pasea por el departamento en ropa interior.
—Te espero fuera —Me pongo de pie y salgo de la habitación, cerrando la puerta detrás de mí.
Espero que no haya notado mi vista fija en su...
—Contrólate, James... —Me digo en voz baja —No lo mires de esa manera.
—Estoy listo —Anuncia saliendo de su habitación.
Iki se ve guapo de esa forma. Camisa blanca sin corbata y pantalones negros.
—¿Qué tal me veo?
—Bastante formal para la ocasión.
—¿Es demasiado? —Se mira el atuendo que escogió al azar.
—Para nada. Te queda bien.
—Gracias —Toca sus bolsillos —Voy por mi teléfono.
¡Ya basta James!
Apenas Iki se voltea, mi vista se desvía hacia su trasero. Esa ropa le queda bastante bien. Nunca creí que tuviera prendas tan variadas. De verdad llegué a creer que se vestía como un vago todo el tiempo y en toda ocasión.
—¿Hola? —Iki regresa con el teléfono en su oído —Sí, estamos listos, ahora bajamos. Nos vemos. —No sé que expresión tengo, pero Iki me mira algo extrañado —¿Qué pasa?
—Nada —Algo me dice que está acostumbrado a ir tarde a todos lados. Pero por otro lado, hace maravillas en cinco minutos —¿Era Joe?
—Sí, está por llegar. ¿Nos vamos?
—Claro.
Espero que no pase nada fuera de lugar durante la salida.
Bueno, fue vergonzoso hacer esa escena frente a James; pero realmente odio que me despierten cubriendo mi nariz. Siempre despierto desesperado y desorientado hasta que espabilo por completo.
Y claro, todo eso pasó a segundo lugar cuando me dijo que ya era tarde.
Ni siquiera lo pensé en ese momento.
Mierda...
Me quedo de pie en medio de mi habitación al procesar lo que pasó.
Me quité la camisa frente a él. Me quité los pantalones como si nada.
Por eso salió apurado.
Mi teléfono suena ante la llamada de Joe.
—¿Hola?
—Hola amigo, ¿Ya están listos?
—Sí, estamos listos, ahora bajamos.
—Genial, estamos por llegar.
—Nos vemos.
Luego de colgar, noto la mirada de James pues en mí. ¿Qué mira?
—¿Que pasa?
—Nada —Sacude levemente su mirada —¿Era Joe?
—Sí, están por llegar. ¿Nos vamos?
—Claro.
No puedo evitar sentirme observado mientras bajamos la escalera. Empiezo a sentir que tengo algo y James no quiere decirme; pero cada vez que intento ver hacia atrás, él desvía la mirada de inmediato.
—¿Seguro que no tengo nada? Puedo sentir tu mirada sobre mí.
—No, no tienes nada.
—¿Entonces?
—Solo me sorprende el que te veas tan... elegante.
—Tengo más ropa además de la que uso habitualmente y para trabajar, ¿sabes? —Mi tono de voz sonó bastante serio.
—No te molestes. Solo te ves muy bien así. Es todo.
Permanezco en silencio hasta que salimos del edificio.
La verdad, no sé que decir a eso.
Por suerte, Joe llega justo a tiempo para evitar un silencio incómodo mientras lo esperamos.
—Hola Joe, Sara.
—Hola, Iki —Saluda volteando —Tú debes ser James, ¿no?
—Así es —Dice James —Un placer conocerte. —Sara sonríe ante su saludo. Es claro que le agradó.
—Entonces... ¿A dónde?
—Al Flight Club Victoria.
—¿Un bar? —Creí que sería un restaurante o algo así.
—Sí, creo que es un buen sitio para los cuatro, ¿no cariño? —Pregunta Joe, mirando a Sara.
—Sí, también creo que es un buen sitio para estar juntos.
No suelo especular mucho sobre ciertas cosas; pero tengo la sospecha de que esos dos se traen algo entre manos.
Por lo visto, James no se da cuenta; pero puedo verlo desde el espejo retrovisor.
¿Qué tanto mira?
Espera...
De forma poco disimulada decido sacar mi teléfono para enviar un mensaje.
Yo: ¿Qué miras?
El teléfono de James suena y se apresura en revisar qué pasa.
Su expresión no tiene precio.
Ahora es él quien escribe.
James: Nada.
No puedo evitar reír por lo bajo al ver que James desvía la mirada hacia la ventanilla con una expresión seria.
—Ya llegamos —Anuncia Joe, rompiendo el silencio de todo el viaje. —Oye amigo, ¿podrían ir a ver la reservación mientras me estaciono? Sara y yo vamos enseguida.
—Está bien —Ambos nos bajamos del auto y me acerco a la ventanilla de Joe —¿Qué te traes? —Pregunto en un murmullo.
—Además del plan inicial, nada. La reservación está a mi mombre, nos vemos allá.
Dicho eso, Joe acelera dejándonos atrás, en la entrada del bar.
No hay de otra.
—¿Entramos? —Volteo a ver a James.
—Claro.
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