Capítulo 22

Luego de la visita de Jorah, terminé pidiendo vacaciones a mi trabajo para atender los problemas con mi hermano. Así que me la paso en departamento a la espera de que me llamen para decirme que será liberado antes de tiempo bajo mi responsabilidad.

Libertad adelantada como cortesía de Jorah, supongo.

Mientras espero, permanezco tendido en el sofá junto a una taza de té verde y uno de los tantos libros de mi estantería.

El lugar está bastante tranquilo sin Iki. Me pregunto cómo estará.

—Es demasiado responsable, debió hacerme caso y reportarse enfermo para recuperarse como se debe.

Ya han pasado tres días desde que Iki estuvo horriblemente enfermo y dormido en el sofá mientras le hacía compañía. Está un poco mejor, pero no se ha recuperado del todo. Aun no consigue recuperar el olfato.

Desde que nos conocimos, hemos aprendido mucho el uno del otro. Podría decirse que tengo una lista de cosas interesantes sobre Iki, como el que suele rascarse detrás de la oreja independientemente si está transformado en lobo o no.

—Es alguien bastante interesante por su comportamiento —Despego la mirada del libro y miro el reloj de pared — 6:15 pm, ya debe estar por llegar, será mejor que ponga la cafetera, o quizás sea mejor un té con limón. Nunca había visto un hombre lobo resfriado. Realmente no sé mucho sobre...

De pronto, mi teléfono vibra por la llegada de un mensaje.

Iki Beck: Estoy de camino a casa, espero que el baño esté libre.

Yo:??

Iki Beck: luego te cuento.

Minutos después de ver el interesante mensaje, Iki llega abriendo la puerta de golpe, saludando de pasada y dirigiéndose directamente al baño.

—¿Se puede saber qué te pasa...?

Me dejo impresionar al verlo ahí, arrodillado frente al WC mientras se sostiene de los bordes e intenta no terminar con toda la cabeza dentro del inodoro.

—¿Qué te pasa? —Realmente se ve mal. Ni siquiera puede contestarme. —¿Quieres que te preparé algo?

Luego de, supongo expulsar absolutamente todo el contenido de su estómago, Iki acaba sentándose junto al inodoro, jadeando y limpiándose la boca con la mano.

—¿Entonces...? —Pregunto esperando una respuesta.

—¿Sabías que a los hombres lobo también nos cae como patada en el estómago comer chocolate?

—¿Por qué comiste chocolate si sabes que te hace daño?

—Fue un accidente. Como no puedo oler nada, no supe que ese pastelillo tenía chocolate dentro hasta que ya fue tarde. —Su estómago comienza a hacer ruidos extraños y esa es la señal para posicionarse nuevamente con la cabeza dentro del inodoro para una nueva función de vómito. —Maldita sea...

—¿Qué haces en estos casos? ¿Vas a un hospital? ¿A un veterinario? ¿Dejas que se pase solo o mueres en el intento?

—¿Podrías llamar al segundo número en mi teléfono y decirle lo que pasa? Termina en 1452. Ella sabe qué hacer.

—Está bien... Supongo.

Camino hacia la sala para marcar al número que supongo es el indicado —¿Por qué no los identifica? —. Espero a que alguien conteste por un par de segundos hasta que ocurre.

—¿Iki? —Contesta una mujer —Iki cariño ¿estás bien? Responde —Salgo de mis pensamientos y contesto.

—Hola, disculpe...

—¿Quién eres? ¿Qué le pasó a mi hijo? ¿Está bien? —Suena demasiado preocupada.

—Está bien, no se preocupe. Él me dijo que la llamara porque comió...

Chocolate otra vez —Okey, parece que le pasa seguido —Está bien, escucha. Cuando se deje de vomitar, harás que se transforme y se recueste sobre una cama con el pecho hacia abajo. Luego medirás cuatro dedos hacia arriba desde la base de la cola —Esto ya no me está gustando —Sujetarás la piel con firmeza y la tirarás hacia arriba un par de veces ¿comprendes?

—... Sí... Comprendo. Creo.

Luego dile que tome agua tibia y que permanezca transformado toda la noche. Es su parte de lobo la que está enferma.

—Entiendo.

¿Eres amigo de Iki? —Guardo silencio unos segundos.

—Yo... Sí, somos amigos —Una extraña risa suena del otro lado del teléfono.

Me deja tranquila saber que está bien acompañado. Dile que cuando esté mejor me llame.

—Se lo diré.

—¡Ah! Una cosa más. Yo que tu le pondría un bozal para que no grite tanto.

—Entiendo.

Luego de cortar la llamada, veo a Iki acercarse al umbral de la puerta, sujetándose con una mano del marco y con la otra haciendo presión en su estómago.

—¿Me hiciste llamar a tu madre?

—Bueno...

—Algo me dice que sabes el proceso de todo —Me mira nervioso, por no decir aterrado —A la cama, ahora.

—James...

—Hagamos esto rápido y nadie sufrirá. Tanto.

Su expresión de terror no tiene precio. ¿Quién diría que sería tan simple asustar a un hombre lobo de esta manera? Bueno, tratándose de Iki,  muchas cosas lo asustan.

Luego de casi una hora intentando atrapar al lobo dentro del departamento, lo consigo y lo lanzo sobre la cama. Iki me mira preocupado mientras arremango mi camisa y lo observo atado de manos y pies, y claro, con el bozal para que los vecinos no se molesten por el escándalo.

—Vamos, iki... —Colo mi mano en la base de su cola y acaricio levemente el pelaje de la zona —Solo relájate y...

Procedo a halar de la piel hasta oír unos leves crujidos seguidos de un grito ensordecedor. Luego reitero la acción; esta vez no se oye nada, por lo que asumo ya está bien.

—Listo, con eso deberías sentirte mejor —Digo mientras lo desato —Te comportas como un niño. Debo decir que creo que hasta lo... —Me detengo al ver sus ojos brillantes —No me mires así, solo hice lo que tu madre me indicó y...

—Ya cierra la boca —Se queda mirando la pared con la misma expresión —Disfrutaste hacerlo. Eso no me hace ni puta gracia.

—Está bien, lo siento. Pero...

—Ya déjame solo. Estoy cansado.

—¿Quieres comer algo?

—No me trates como a un niño.

Estoy por decir algo ante eso; pero decido tragarme las palabras y simplemente salir de su habitación

Espero que se le pase el enojo pronto o tendré que lidear con un lobo malhumorado quizás por cuanto tiempo.

—¿A qué huele...? —Sigo el olor hasta llegar al baño —¡Beck! ¡Más te vale venir a limpiar tu desastre!

Realmente vomitó todo el contenido de su estómago. Si continúo viendo esto, supongo acabaré vomitando yo también.

Realmente ya no tengo nada en el estómago. Tengo hambre; pero me niego a levantarme.

—¡Beck! ¡Ven a limpiar tu desastre!

No estoy seguro de a qué se refiere; pero el olor que logro captar desde mi habitación, creo saber de qué habla.

—Que asco...

Termino levantándome para dirigirme al baño y limpiar.

—Eres exagerado... —Comento terminando de usar el aromarizante ambiental —Solo había que jalar la cadena.

—Aun así no iba a limpiar tu vómito. Aun siento que apesta.

Termino pasando de él para regresar a mi habitación y volver a recostarme.

¡Carajo! ¡Siempre termina doliendo esa zona!

Joe no dejará de joderme por esto. De seguro dirá "un día que no voy al trabajo y casi te matan con un pastelillo".

No estoy molesto porque haya sido Henry el que me dio esa cosa. Solo me molesta saber que James pareció divertirse al momento de hacer lo que mi madre le indicó.

—Idiota... —Murmuro sin moverme de mi posición. Sé que puede oírme, pero no me importa.

—Vamos Iki, no puedes hacerme la ley del hielo por tanto tiempo.

Respiro profundo antes de levantarme y voltear a mirarlo con seriedad.

—¿Quieres apostar? —No deja de mirarme sorprendido por mi forma de decirlo.

—¿Enserio vas a hacerlo? —Se nota que no me toma enserio. De hecho, ahora que me doy cuenta nunca lo ha hecho. Para él soy como un niño.

Decido no contestar y darle la espalda mientras me vuelvo a acomodar en mi cama.

—Bien, como quieras. A ver cuánto duras con eso.

Dicho eso, James sale de mi habitación y me deja solo.

Le demostraré que puedo hablar enserio.


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