Capítulo 12
Al llegar la mañana, me levanto como si nada, me estiro para luego transformarme en humano nuevamente y tomo mi teléfono. Tengo cincuenta llamadas perdidas de Finn y de mamá, y doce mensajes de Finn.
Finn: Iki?
Finn: Har du det bra??
Finn: Bror svar!
Por lo visto estuvo intentando contactarme. Debe estar muy preocupado.
Finn: Far har det bra na.
Finn: Na sover han
Finn: Legene sa at om noen timer vil han vakne.
Esto me tranquiliza bastante. Al menos papá ya se encuentra un poco mejor y ya fue revisado por los doctores.
los mensajes anteriores son de anoche, asumo que cuando estaba desconectado o cuando hablaba con James.
Finn: Vær så snill, bror.
Finn: Mamma er bekymret for deg.
Carajo, lo último que quiero es preocupar a mamá.
Finn: Pappa vaknet.
Finn: Han sier at han prover a ringe deg.
Ahora papá quiere hablar conmigo.
Finn: Men at telefonen din er av.
Finn: Vær så snill, bror. ring oss når du leser dette.
—Supongo que sí debería llamar para...
Mi teléfono comienza a vibrar. Mi corazón parece detenerse al ver la identificación de la llamada. "Pappa".
—Mierda... —Sé que no puedo dejar sonar el teléfono por siempre —¿Hola?
—¡Iki! Por la luna hijo, ¿Dónde te habías metido? Nos tenías preocupados a todos.
—Sí, bueno...
—Finn te lo dijo. Lo reprendí por ello y...
—¿Por qué quieres evitar que me lo diga? ¿Acaso quieres que deje de tenerme al tanto y que solo me llame cuando lo peor ya haya pasado?
—Sabes que es para...
—Para no preocuparme. Lo dices siempre. Pero no es justo y lo sabes.
—No tienes por qué cargar con tanto. Yo...
—Tú no puedes cargar con tanto, ¿por qué te cuesta tanto asumir eso? Llevamos meses de esta forma, papá.
—Y creo que ya es suficiente —No puedo creer que lo esté diciendo enserio.
—No hablas enserio —Lo oigo suspirar cansino del otro lado de la línea —¿Pa?
—Tu madre ya está al tanto de esto; y Finn...
—No te atrevas a decirle a Finn que te rendirás, no te atrevas.
—Iki...
—Ya tengo que colgar, debo trabajar en una hora.
—Iki, escúchame...
—Hablamos más tarde. —Alejo el teléfono de mi oreja y corto la llamada antes de que mi padre intente decir cualquier otra cosa. —Maldita sea...
Me mantengo varios minutos con los codos apoyados sobre la encimera mientras sostengo mi cabeza. Noto que papá intenta llamarme de nuevo; pero no quiero contestar. No quiero decir algo de lo que me arrepienta luego.
—¿Todo bien? —Escucho la voz de James.
—Solo... Un cambio de palabras con mi padre. Es todo...
—Anímate Beck —Coloca su mano sobre mi espalda —Solo es cosa de...
Mi teléfono vuelve a interrumpir la conversación. Es Joe.
Joe: Avisé al trabajo que estabas enfermo. Disfruta el día libre, amigo.
Joe: De nada 😉
No puedo evitar reír por ese mensaje. Vaya amigo el que tengo.
—Supongo que no iré a trabajar porque estoy "enfermo" —Digo haciendo comillas con los dedos mientras me río levemente —Joe avisó al trabajo que estoy enfermo. No quiero ni saber qué cuento se inventó.
—Se nota que son muy buenos amigos.
—Sí, es el único amigo que tengo aquí. Me tendió la mano cuando más lo necesitaba.
—¿Por qué le dijiste lo que eres?
—Porque... —Es tan vergonzoso recordar eso —En ese momento me sentía muy inestable emocionalmente, y un día solo... Nos emborrachamos en su casa y se me salió.
James me mira con una expresión de "no me jodas". Pero es verdad. Ese día Joe llegó con varias botellas de licor para intentar "animarme". En parte funcionó y me animé bastante. El único efecto relativamente negativo que sufro con el alcohol, es que suelto cosas que debería mantener en secreto.
—Entonces, ¿solo se lo dijiste y ya?
—Solo se lo dije y me transformé.
—Me impresionas, lobo. ¿Como se lo tomó?
—Tuve que hacer algo para que se dejara de gritar y convencerlo de que no le haría daño.
—¿Eso cómo lo lograste?
—Le conté todo y... —Algo parece hacer click en mi cabeza —¿Estamos teniendo una sesión justo ahora?
—Aproveché el que estábamos en confianza para que habláramos. La idea de una sesión es que te sientas cómodo hablando de lo que sea.
—Esto es increíble. —Río levemente mientras niego con la cabeza —Todo un profesional ¿eh?
—¿Qué puedo decir? Son décadas haciendo esto. —Ambos reímos —¿Te parece sí continuamos con esto en la sala? ¿Quizás con un café o algo?
—¿Con el desayuno?
—No veo por qué no.
Esta es nuestra primera sesión de terapia para el lobo con problemas internos. Y probablemente la primera vez que tengamos una charla que no terminará en discusión. Espero.
Beck termina de preparar su desayuno y yo de servir mi café. Ese lobo realmente come mucho para el cuerpo que tiene. Impresionante.
Cuando ya estamos cómodos, noto que Iki está algo nervioso. Sí que no sabe disimular sus emociones.
—Relájate Beck.
—¿Qué se supone que debo decirte?
—Estas sesiones son tu momento para hablar de lo que sea. ¿Quieres hablar de tu vida? Adelante. ¿Hay algo que te molesta de alguien? Dilo. ¿Quieres sacar una espina que tienes clavada? Hazlo, no te voy a detener ni a juzgar por ello. Solo seré oídos a menos que quieras mi opinión o consejo. Adelante.
Al principio le cuesta comenzar a hablar. Lo entiendo, supongo que ha de ser dificil hablar sobre algo con un completo extraño. Pero quiero ser lo más profesional posible en este momento. Lo que implica, no hacer comentarios ni reírme de lo que sea que este lobo me diga.
—Cuando llegué a Londres... —Pongo toda mi atención en él. Parece serio —No sabía hacia donde ir o con quién hablar. Siempre odié estar solo; y el estarlo en ese preciso momento no me ayudaba en nada para pensar bien las cosas. Sabía hablar el idioma con fluidez; pero...
—Siempre es complicado iniciar una conversación con un desconocido.
—Exacto. Creo que el primer par de semanas me la pasé durmiendo a la intemperie y cada vez que mi familia llamaba mentía diciendo que había encontrado un alojamiento bastante económico y que ya estaba viendo posibles empleos...
—Era importante para ti el no preocupar a tu familia.
—Sí, ya mucho tienen con mi padre. Mamá y mis hermanos no necesitan preocuparse por mí.
—¿Eres el mayor?
—Sí. Tengo una hermana con la que no tengo contacto desde hace mucho tiempo. Luego está Finn, el menor. Con él somos muy unidos.
—Lo he notado. Háblame de tu hermana.
—¿Caly? Nos llevamos por un año y en cuanto tuvo la oportunidad se fue de casa. Desde entonces no hemos sabido nada de ella. Ni siquiera sé si sabe del estado de papá. Se fue en cuanto tuvo una discusión con él.
—Entiendo.
Así estuvimos por casi dos horas. Al cabo de un rato, Iki tomó confianza y comenzó a confiar un poco más para decir las cosas y ya no fue necesario guiarlo en la charla.
Según mis apuntes mentales, tenemos mucho de qué hablar y en qué trabajar durante las sesiones que siguen.
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