Capítulo 1

Bueno, este lugar no es exactamente lo que buscaba; pero es mejor que seguir durmiendo en las calles como un perro una noche más. Es verano, pero aun así hace frío durante la noche.

-Veamos... -Miro la nota con la dirección que anoté - William Rd, Hampstead House, tercer piso, departamento número 6.

Llevo tiempo buscando un lugar en donde hospedarme temporalmente hasta pueda tener un contrato a largo plazo. La paga es realmente mala; pero si logro ese maldito contrato, podré pagar algo para mí solo, entre otros gastos.

Hasta entonces, tengo que buscar un lugar compartido para que la renta no sea tan brutal con mi bolsillo. Y bueno, aquí estoy, fuera de la habitación que el sujeto me indicó por teléfono.

-¿Hola? -Golpeo a la puerta a la espera de que alguien abra. -Soy Iki Beck, hablamos esta mañana y...

-Hola, perdón por la demora -El sujeto me mira con una sonrisa amable y me invita a pasar -Anda, ponte cómodo.

-Gracias -El lugar está bastante limpio y se ve acogedor. Demasiado.

El sujeto parece medir un poco menos que yo, se ve muy formal con su manera de vestir. Su cabello plateado oscuro es asombroso y sus ojos azules una maravilla. Realmente nunca había visto a alguien de apariencia similar en todos los meses que llevo aquí en Londres.

-Entonces... Iki ¿Verdad?

-Sí, Iki Beck.

-¿De dónde vienes?

-Bergen...

-Noruega, interesante. ¿Trabajas aquí?

-En el zoológico de Londres, alimento a las fieras, entre otros animales.

El sujeto me interrogó cerca de una hora. Estoy realmente aburrido y solo quiero estirarme en la cama para dormir una siesta antes de ir por mis cosas. Parece un buen tipo, bastante agradable; pero hay algo en él que me desconcierta un poco. Huele extraño.

-Supongo que está todo bien -Su voz me saca de mis pensamientos. Por un momento olvidé que estaba interrogándome, son tantas preguntas que parece entrevista de trabajo -Bienvenido, soy James Moore, espero podamos llevarnos bien aquí.

-Te lo agradezco.

Un problema menos, esta noche dormiré bajo techo y llegaré aseado a mi trabajo.

-Esta es la habitación -Es muy grande. ¡Me encanta! -Tengo ciertas reglas con respecto a la limpieza de los espacios comunes y sobre la privacidad. También hay gabinetes cerrados con llave que son exclusivamente míos y que no quisiera que abrieras.

-Descuida, no tengo intenciones de hacer problemas.

-Ah, algo se me olvidaba. En el edificio se prohíben las mascotas, así que procura no traerlos. Gatos, perros...

-Entendido -Mierda, eso podría ser un problema, espero no cagarla.

-Bueno, debo ir a trabajar. Ponte cómodo y... Nos vemos más tarde.

-Claro, adiós.

Al quedarme solo en el departamento, dejo algunas cosas en un rincón de mi habitación y estiro una colchoneta en el piso para recostarme y estirar las patas libremente.

-Al fin podré dormir sin pasar frío...

La apariencia de James continúa en mi mente mientras permanezco con los ojos cerrados.

-Lucía algo pálido; pero no parecía enfermo... -Balbuceo antes acabar dormido.

Espero no soltar mucho pelo mientras duermo. No quisiera que me descubrieran en mi primer día en este lugar. Eso sería realmente malo.


Llevo años viviendo en ese departamento; y realmente no me había interesado en compartir la renta con nadie. Después de todo, no tengo la necesidad; pero el sujeto se escuchaba bastante urgido por encontrar un lugar en donde quedarse.

-Parece un buen tipo. Aunque había algo extraño en él -Me quedo pensativo en la entrada de la Universidad.

-¿Cómo le haces para llegar tan rápido? -Dice una de mis colegas, Rita.

-Camino a paso constante sin detenerme -Respondo con una sonrisa.

En cuanto abrí la puerta, me llamó la atención ver esos ojos ámbares bajo todo ese cabello negro y enmarañado. Parecía tan desesperado como aliviado por estar en el departamento. Supongo que esa ronda de preguntas fue para saciar mi propia curiosidad.

Ahora que lo pienso, hay algo que me parece familiar en él. Supongo que después indagaré en mis recuerdos; pero primero me ocuparé de lo mío.

-Buenos días clase, abran sus libros de literatura en la página 159...

Soy maestro de literatura en la universidad de Londres desde hace varios años. Gano bastante bien como para tener mis propios lujos y pagar la renta de todo el departamento yo solo.

La razón por la que decidí compartir el lugar, fue básicamente porque llevo años viviendo solo en el mismo lugar y supuse que podría ser una buena experiencia vivir con alguien más. Entonces cuando vi esa publicación del sujeto que buscaba un lugar, acepté y le dije que solo debía pagar el veinte por ciento de la renta total. Me hizo gracias oírlo tan sorprendido por teléfono, aunque también podría decirse que sentí algo de lástima.

-Pobre sujeto...

-¿Qué tal tu nuevo compañero? -Rita se sienta junto a mí bajo el árbol en mi descanso antes de la siguiente clase -¿Se acomoda a la clase de compañero que te gustaría?

-No exactamente. Pero no me interesa buscar a alguien que se acomode a mi estilo de vida. Solo quise tenderle la mano a alguien que lo necesitaba. -Acabo mi almuerzo y recojo mis cosas -Bueno, el descanso acabó y debo ir a mi siguiente clase.

-¿Cuándo aceptarás mi invitación a tomar un trago? -Me sonríe.

-No disfruto esos sitios con tanta gente alcoholizada. Quizás podamos beber un café en algún momento.

-¿Te parece mañana?

-Yo diría que sí. Nos vemos luego.

Al acabar mis clases, decido caminar de vuelta al departamento para ver si mi nuevo compañero de piso ya se instaló, o si quiera ver que el lugar sigue limpio.

En cuanto entro, noto que todo está en su lugar como si no hubiera nadie.

-¿Hola? -Parece que no está -¿Iki...?

El inconfundible ruido de ronquidos provenientes de la habitación antes vacía llama mi atención. Realmente ronca como si fuera un animal.

La curiosidad por verlo dormir se hace cada vez mayor. Como una criatura que nunca duerme, saber que hay alguien durmiendo a pocos pasos de mí es algo totalmente nuevo.

Solo echaré un vistazo, no creo que se dé cuenta de ello.

-Solo... -Justo cuando voy a tocar la puerta, esta se abre de golpe haciendo que ambos quedemos frente a frente -Yo... Este.

-¿Qué hora es? -Pregunta con voz perezosa antes de soltar un gran bostezo.

-Las... 17:30 -Al decir eso, el sujeto parece haber despertado de golpe.

-¡Mierda, es tarde! -Corre de vuelta y toma un abrigo con un bolso -¡Con permiso! ¡Nos vemos!

Luego de salir corriendo, me quedo parado en el lugar, intentando procesar lo que acaba de pasar.

-Supongo que... ¿Cómo supo que estaba aquí?


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