59 - REAL LIFE + IG
Nota: lo pongo por aquí, que las notas al final de capítulo no las lee casi nadie 🙈 Well, solo decir que he subido una Social Media de nuestro querido Ewan WRITTEN DOWN ya está disponible en mí perfil ;)
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Chris la estaba esperando en el área de llegadas del aeropuerto de Los Ángeles.
En cuanto lo vio, Silver saltó a sus brazos. Literalmente, saltó. Él tuvo que reaccionar rápido, sujetándola por las caderas para sostener su peso en el aire, cosa que no le supuso el menor esfuerzo; dada la estatura de ella y los músculos de él, para Chris, Silver era un auténtico peso pluma.
No se contuvieron, una vez que estuvieron juntos se besaron como dos adolescentes ajenos al mundo que los rodea. Causaron un considerable espectáculo que, sin duda, daría qué hablar a los paparazzi que pululaban por la terminal. Pero a ninguno de los dos le importó.
Tal vez solo hubiesen pasado unas semanas desde que se habían visto por última vez, no obstante, desde que estaban juntos, nunca antes se habían separado y, después de meses conviviendo a todas horas, esas semanas alejados el uno del otro habían resultado extrañas y, definitivamente, demasiado largas.
―Yo también te he extrañado ―rio Chris, tras perder la noción del tiempo besando a su novia―. Si vas a saludarme así cada vez que regreses, puede que te deje viajar más a menudo.
―Pues aún no te he saludado como de verdad quiero. ―Silver le guiñó un ojo y se apartó de él, permitiéndole recuperar el espacio personal.
Chris levantó las cejas en una expresión divertida y expectante. De inmediato, tomó la maleta de Silver, y aferró la mano de su novia, para abrirse paso entre el gentío hasta el aparcamiento.
En el breve recorrido se toparon con las interrupciones de decenas de paparazzi, pero los miembros del personal de seguridad del aeropuerto, acostumbrados a la llegada de toda clase de celebrities en esa misma terminal, se encargaron de facilitarles el avance.
Por fin en el coche, de camino a la casa de Chris en Hollywood Hills, donde habían acordado quedarse esa noche, Silver lo puso al día de todo lo que no le había contado ya en sus llamadas diarias, y él hizo lo mismo con ella.
―Y, definitivamente, Natalie Dormer es la mujer más sexy que he conocido ―concluyó Silver, tras explicarle con todo detalle cómo había sido rodar las primeras escenas lésbicas que había hecho en su vida―. Bueno, después de Elle..., y de Amalie, y Scarlett, y Kate, y Lizzie, claro, y Taylor Swift, y...
―Y Silver Lane ―apostilló Chris, muy convencido.
―Si tú lo dices. ―Ella sonrió―. En serio, el equipo es fantástico, y el guion me ha enamorado, ¡y el reparto!, todos son geniales... ―Se mordió el labio inferior entonces, y miró a su novio, que seguía con los ojos puestos en la carretera―. ¿Has visto esos titulares que han salido sobre mí?
―¿Sobre ti y McAvoy? ―Chris asintió―. También lo he visto en el aeropuerto, habéis venido juntos.
―Es todo mentira, Chris, lo sabes, ¿verdad? ―murmuró ella, mirándolo fijamente, y conteniendo el aliento mientras lo hacía.
Él la observó de reojo. Silver estaba nerviosa por su posible reacción, y no podía culparla. Era consciente de que muchas de sus relaciones se habían estropeado por causa del continuo escrutinio al que la sometía la prensa amarillista... Pero ese no iba a ser su caso.
―Sil, confío en ti. ―Quitó una mano del volante y la extendió para posarla en la pierna de su novia―. Si nos creyéramos todo lo que los tabloides dicen, nos habríamos vuelto locos hace tiempo ―sentenció―. ¿Te acuerdas de cuándo decían que estabas con RDJ?
Ella exhaló un suspiro de alivio, antes de echarse a reír. Aquella sí que había sido buena. Los paparazzi la habían captado en muchas salidas con Robert mientras rodaban Civil War, y habían insinuado que él le ponía los cuernos a su mujer con ella... En Marvel se habían echado unas buenas risas con aquellos titulares.
―Te quiero, Chris ―respondió, y lo dijo con plena franqueza.
Anochecía cuando llegaron a la casa del actor. Por desgracia, Silver solo había conseguido permiso para ausentarse dos días del rodaje, y solo porque estaba nominada a los Globos de Oro junto con todos los miembros del cast de The Politician, en la categoría de Mejor serie de comedia o musical.
El día siguiente ya tendrían que invertirlo casi por completo en la gala, de modo que cada minuto juntos contaba. Ninguno de los dos tenía la menor intención de desaprovechar el tiempo.
Prepararon la cena en pareja, y Silver descubrió que Chris había aprendido un par de recetas además de sus famosos huevos al pesto. Al parecer, había estado visitando a Leah para que le enseñase algún plato nuevo con el que sorprender a su novia cuando regresase.
―Tu madre es la mujer con más paciencia del mundo ―le explicó Chris, entre risas, mientras los dos cenaban acurrucados en el sofá, con una película de fondo, a la que no estaban prestando casi nada de atención―. Pero al final consiguió que aprendiese a usar el horno inteligente, ¿sabías que tiene prácticamente una función para cada plato? Es que, casi se cocina solo, siento que he estado viviendo en la prehistoria.
Silver no contuvo una carcajada. Le encantaba ver a su novio entusiasmado, con lo que fuese. Si él era feliz, ella era feliz, y viceversa.
―El próximo paso será la Thermomix, y ya puedes presentarte a MasterChef Celebrity ―comentó, burlona
―¿Te estás riendo de mí, señorita? ―Chris entrecerró los ojos y la miró con suspicacia.
―No, qué va. ―Silver sacudió una mano, sin dejar de sonreír―. Si estoy muy orgullosa de que hayas aprendido a usar el grill, a mí me enseñaron cuando tenía once años, pero cada uno a su ritmo. ―Se encogió de hombros, todavía en tono jocoso.
―Vale, y ahora condescendiente ―Chris chasqueó la lengua mientras sacudía la cabeza―. Eso duele. ―Se llevó una mano al pecho, haciéndose el ofendido.
―No seas dramático, estoy bromeando. ―Silver se inclinó hacia delante, hasta casi rozarle los labios con los suyos―. Perdón, no quería herir tus delicados sentimientos ―añadió susurrando en medio de una sonrisa.
―No sé ―murmuró Chris, fingiendo pensárselo―. Creo que vas a tener que convencerme para que te perdone.
Y con estas palabras, una mueca traviesa asomó a su rostro.
Silver no necesitó más señal para eliminar de una vez los centímetros que los separaban, y lanzarse a devorarle los labios como hacía rato que estaba deseando. Fue un beso impetuoso, desenfrenado y nada delicado... Llevaban semanas sin poder tocarse, a su parecer, ya había aguardado demasiado.
Ni siquiera habían puesto fin a ese beso cuando él tomó la iniciativa de cargarla por las caderas y llevarla en volandas hasta el dormitorio.
El colchón recibió su peso, y las sábanas se arrugaron bajo los acalorados cuerpos de ambos. Chris se quitó la camiseta por la cabeza, y se apresuró a bajar la cremallera del vestido que ella llevaba, dejándola en ropa interior en tiempo récord.
―¿No se suponía que era yo la que tenía que convencerte para que me perdones? ―jadeó Silver, mientras los labios de su novio recorrían su piel en un sendero de besos y pequeños chupetones, desde el cuello hasta el valle entre sus pechos.
―Créeme, ya lo estás haciendo. ―Reclinado sobre ella, Chris sonrió, a la par que le desabrochaba el sujetador con un ágil movimiento de dedos.
Un nuevo gemido afloró desde la garganta de Silver en cuanto las manos del actor cubrieron sus pechos, para después llenarlos de besos, que, poco a poco, fueron bajando por su vientre y su ombligo.
Si ya antes temblaba de placer, Silver se vio obligada a hacer acopio de todo su autocontrol para no convulsionar cuando la boca de Chris tanteó sobre la tela de sus braguitas, ya húmedas, consecuencia de las expertas caricias con las que él agasajaba todo su cuerpo.
―Entonces, ¿cuánto me has echado de menos? ―murmuró Chris, todavía desde ahí abajo, en un tono de voz ronco, perezoso y rebosante de picardía.
Y aunque ella no podía verlo, porque tenía los ojos cerrados, pudo imaginar a la perfección la sonrisa divertida y jactanciosa que, sin duda alguna, en ese momento le adornaba esos bonitos y pecaminosos labios.
―¿En serio es necesario que lo diga?
―En realidad, ya lo sé ―susurró él, al tiempo que tomaba los bordes de la fina prenda interior, para deslizarla hacia abajo y dejar a su novia por fin completamente desnuda―. Pero quiero oírte decirlo.
―Mucho ―Silver no vaciló, por mucho que la voz le temblase―. Muchísimo.
No dijo nada más, pues en ese instante, la boca de Chris volvió rozar la piel más delicada entre sus muslos, esta vez sin ninguna tela de por medio, y un sonoro gemido se apoderó irremediablemente de su garganta.
Apretó los párpados, sin embargo, aún en esa oscuridad forzada, su visión se cubrió de múltiples puntos de luz, que fueron multiplicándose a medida que la boca de Chris en su intimidad la llevaba al límite del abismo; un abismo de puro y primitivo placer.
No pasó mucho tiempo hasta que todos los músculos de su cuerpo se tensaron en un último y electrizante latigazo, provocando que su espalda se arquease como un resorte, antes de volver a caer lánguida y extasiada sobre el colchón.
Cuando logró abrir los ojos, Chris ya estaba tumbado a su lado, solo con los bóxers puestos, y una expresión rebosante de ternura pintada en los labios.
―¿Te ha gustado? ―susurró él, acariciándole la curva del cuello con la nariz, como un cachorro buscando los mimos de su dueño.
―¿Tú qué crees? ―Silver levantó las cejas, sonriendo.
A continuación, se incorporó un poco, lo justo para acomodarse encima de su perfecto y exquisito novio.
―¿Qué vas a hacer? ―preguntó Chris.
―Chss. ―Ella lo calló inclinándose hacia delante y robándole un fugaz beso en los labios―. Ahora me toca a mí. ―Dicho esto, se deslizó hacia abajo.
Con los ojos clavados en el techo del dormitorio, Chris la perdió de vista. Pero la sintió muy claramente sobre la tela de sus bóxers.
Exhaló un jadeo y juntó los párpados, más que dispuesto a dejarse llevar por ese increíble placer que solo ella sabía provocarle...
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La alarma del móvil sonaba por tercera vez cuando Silver al fin reunió las fuerzas suficientes para separar los párpados y despegar la mejilla de la almohada.
Un sólido brazo le rodeaba la cintura y, para no variar, Chris había vuelto a robarle toda la sábana, aunque ella ni se había percatado del frío nocturno, pues él la abrazaba contra su cuerpo, sin dejar un milímetro de aire entre ambos.
Tras extender una mano hasta la mesilla de noche, y comprobar la hora en la pantalla del teléfono, Silver trató de desembarazarse del abrazo de su novio, pero medio despierto, medio en sueños, él volvió a atraerla hacia sí.
―Chris, tenemos que levantarnos ―protestó ella, conteniendo la risa.
―No, ¿por qué? No quiero ―murmuró él, sin abrir los ojos y sin soltarla a ella―. Quiero quedarme así todo el día.
Ante el tono infantil de su novio, Silver no fue capaz de reprimir una suave carcajada.
―Porque en unas horas son los Globos de Oro, ya pasa de mediodía, y en media hora va a llegar el equipo de estilistas para arreglarnos, ¿quieres que nos encuentren así?
―Bueno... ―refunfuñó él, abriendo los ojos de mala gana―. Esas son buenas razones. ―Pero continuó sin soltarla.
―Chris... ―Silver le acarició la barba―. Si hubiéramos dormido algo anoche, ahora no protestarías tanto...
―Es culpa tuya ―rebatió él, muy convencido―. Me sedujiste. Siempre haces lo mismo, me miras con esos ojos inocentes y adorables, y antes de que me dé cuenta, me tienes en la cama ―sonrió, burlón―. Eres un peligro, Silver Mallory Lane.
―Y tú un mentiroso, Christopher Robert Evans. Eres tú quien siempre me la juega ―repuso ella, sin dejar de reír―. Venga ―lo zarandeó un poco―. Tengo que ducharme, déjame levantarme.
―Vale... ―Esta vez él sí la liberó de su abrazo de oso, al tiempo que se incorporaba de la cama―. Pero vamos a tener que ducharnos juntos, en nada llegan los estilistas, hay que apurarse... ―añadió, utilizando los mismos argumentos que antes Silver le había dado a él.
―Claro, porque como solo hay un baño en tu casa ―canturreó Silver, irónica.
Chris chasqueó la lengua.
―Le quitas toda la gracia. ―Dicho esto, la cargó en brazos, sin preguntar, llevándola con él a la ducha más cercana.
Media hora más tarde, ambos vestían albornoces y tenían el pelo aún mojado. Pero, por lo menos, habían logrado salir del baño a tiempo de recibir a su equipo habitual de estilistas, maquilladores y peluqueros.
Ninguno de los recién llegados pareció sorprenderse al ver a la pareja en ese plan. Silver llevaba casi toda la vida trabajando con el mismo estilista, y Chris también era un hombre leal en ese sentido, le gustaba poder confiar en sus empleados.
―¿Vais a ir a juego? ―quiso saber el encargado de vestuario, mientras hacía pasar varios caballetes repletos de conjuntos de alta costura, tanto masculinos como femeninos.
―¿Sil? ―Chris miró a su novia. En ese terreno, ella era la que mandaba.
―No. Los colores que he pedido que me trajesen a ti no te van a quedar bien ―respondió ella, con total franqueza―. Te doy vía libre, pero ese de ahí me gusta mucho ―señaló uno de los trajes colgados, estampado en tonos burdeos y un discreto aterciopelado―. Solo es una sugerencia. ―Le guiñó un ojo, antes de desaparecer en la habitación contigua, con su equipo.
Chris estuvo listo mucho antes que ella, hecho que no supuso ninguna sorpresa. Sabía lo indecisa que era Silver, y cómo se entusiasmaba con la preparación de esos eventos; todos los vestidos le gustaban, y todos se los probaba veinte veces. Si de ella dependiese, se pasaría la noche de la gala haciendo cambios para poder lucirlos todos...
Pero tenía que elegir uno, así que, al final se decantó por un diseño de Fendi Roma en monocromático amarillo, de mangas abullonadas y un impresionante escote en pico que prácticamente le llegaba hasta el ombligo.
―Casi digo una palabra nada apropiada para horario familiar ―silbó Chris, al verla ya lista, después de que el equipo contratado se hubiese marchado―. Estás increíble, Silver.
―¿Sí? ―Ella volvió a mirarse en el espejo de cuerpo entero que ocupaba una pared del vestidor―. Si tuviese la pechonalidad de Elle lo luciría muchísimo más. ―Hizo una mueca―. Antes no estaba tan plana...
―No seas tonta. ―Chris se acercó para abrazarla por la espalda―. Eres preciosa, estás preciosa, y eres perfecta, y no voy a dejar que nadie diga lo contrario, ni siquiera tú ―la advirtió.
―Vale ―Silver sonrió, enternecida. Aunque sabía que era bonita, tenía sus complejos, como todo el mundo. Con el tiempo había aprendido a centrarse más en lo que sí le gustaba de sí misma, que en lo que cambiaría si pudiera, pero, de vez en cuando, esas inseguridades que en su adolescencia solían perseguirla constantemente volvían a aparecer... Por suerte, cuando eso sucedía, tenía a su lado a personas increíbles, como Elle o Chris, que enseguida le recordaban lo maravillosa que era―. Tú también eres precioso. ―lo piropeó―. Y el burdeos te queda muy bien, qué buen gusto tienes ―agregó sonriente, tras comprobar que él había elegido el traje que ella le había sugerido.
―Cuando tienes razón, la tienes. No podíamos ir a conjunto, el amarillo a mí no me sienta bien ―confirmó Chris, muy convencido―. En realidad, no conozco a nadie que lo luzca como tú... ―Se interrumpió a sí mismo un momento, ganándose una expresión de curiosidad por parte de la actriz.
―¿Qué pasa? ―quiso saber ella, volviéndose hacia él, pero todavía entre sus brazos.
―Nada ―Chris sonrió―. Es solo que recuerdo la última vez que te vi con un vestido de este color.
―En los Globos de Oro del año pasado ―asintió ella. No podría olvidar aquella noche aunque quisiese... Y tampoco quería. Pese a que lo había pasado muy mal por la repentina aparición de su padre, la discusión con Ewan, y su impresionante metedura de pata con Chris... Todo eso los había llevado al punto en el que estaban ahora.
Y, eso sí que no lo cambiaría por nada del mundo.
―Si entonces me hubieran dicho que a los próximos Globos iríamos juntos, no sé si me lo habría creído ―confesó Chris―. Me pasé toda la noche de mal humor, viéndote con Ewan... Y después pasó aquello...
―¿Te arrepientes? ―preguntó ella, de forma muy directa. Pocas veces lo habían hablado, no porque fuese un tema tabú, sino porque les iba tan bien que no veían la necesidad de hurgar en viejos errores.
―No ―Chris no dudó un segundo―. Sé que no estuvo bien, y si pudiera retroceder en el tiempo, lo haría de otro modo... Pero no me arrepiento, porque en parte gracias a mi tremenda estupidez, ahora estás entre mis brazos.
Silver exhaló un suspiro. Ewan los había perdonado, pero ella no podía evitar sentirse mal cuando recordaba cómo lo había engañado aquella noche... Sacudió la cabeza, y esbozó una pequeña y resuelta sonrisa. Ya no era así, no volvería a cometer ese error.
―Nunca te voy a engañar, Chris, lo juro.
Y se puso de puntillas para darle un fugaz beso en los labios.
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Silverlane sí, amarillo dos años seguidos, y cómo sigan diseñando vestidos así de bonitos serán más 💛💛💛😍 #FendiRoma #GGceremony #GG2020
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Fueron de los últimos en llegar a la alfombra roja, de modo que nada más bajar del coche que los había llevado hasta la entrada del hotel Beverly Hilton, una horda de paparazzi y medios de prensa asaltó a la mediática pareja.
Aun así, Silver fue capaz de arreglárselas para acercarse a Elle antes de que les hiciesen pasar al interior del hotel.
Su mejor amiga era el verdadero motivo por el cual, por nada del mundo, podía perderse esa ceremonia. Gabrielle estaba nominada en la categoría a Mejor actriz de comedia o musical por su papel protagonista en el reciente remake de Cabaret, y Silver tenía que estar ahí, sí o sí, para ser la primera en felicitarla cuando dijesen su nombre.
Porque no le cabía ninguna duda de que Elle iba a ganar. Era la mejor, punto. Todas las nominadas eran fabulosas, pero Elle más... Y sí, sabía que no era nada objetiva.
Silver y Gabrielle exprimieron hasta el último instante previo a la gala para estar juntas y hablar de todo lo que ya hablaban a diario por facetime. Sil aprovechó para contarle lo increíble que estaba siendo el rodaje de Woolf en Londres, y también le confesó que había encontrado a James McAvoy algo extraño, pero que debían de ser cosas suyas.
Aunque Elle insistió en ahondar en el tema, ella prefirió centrarse en lo que de verdad importaba esa noche, su nominación. No tenía sentido perder las pocas horas que tenía con su mejor amiga en algo que probablemente solo era producto de su imaginación.
Una vez dentro del salón principal, tuvieron la suerte de que la mesa de The Politician y la de Cabaret estuviesen ubicadas una al lado de la otra, de modo que Silver pudo abrazar a Elle cuando Taron Egerton, quien ese año presentaba ese premio, gritó el nombre de su mejor amiga.
Tampoco fue capaz de disimular la expresión de puro orgullo y la sonrisa pletórica que tironeó sus labios mientras Gabrielle daba su discurso de agradecimiento, e incluso tuvo que secarse una rebelde lagrimilla con el dorso de la mano cuando la canadiense mencionó su nombre.
―Eres una sensiblera ―le susurró Chris al oído, burlándose de ella, pero sin dejar de abrazarla con ternura, durante una pausa entre presentador y presentador.
―Claro que lo soy, y que conste que deberías estar orgulloso, me he contenido un montón ―rebatió Silver, ganándose una carcajada por parte de su novio.
The Politician no ganó en la categoría en la que estaba nominada, pero eso no restó un ápice el entusiasmo de Silver, que todavía continuaba en su punto álgido cuando llegaron al hotel donde se celebraba el afterparty al que habían sido invitados.
De nuevo, Silver se pasó casi toda la noche con Elle, porque la extrañaba tanto o más que a Chris, y aunque adoraba estar con su novio, su mejor amiga era igual de importante, sobre todo en momentos como ese, cuando tenía las horas contadas antes de tener que volver a viajar durante una larga temporada.
―Es que no es justo, soy tu dama de honor, y no puedo estar aquí para organizar tu boda como es debido ―protestó Silver mientras ambas se tomaban una copa junto a una de las barras, después de haber bailado juntas otra de sus canciones―. Que quede claro, aunque quiero mi boda stautier cuanto antes, tienes prohibido tomar ninguna decisión importante sin mí.
Desde que se había enterado del compromiso entre Sebastian y Gabrielle, Silver se había autoproclamado dama de honor... Que estaba claro que Elle se lo iba a pedir, eso nadie lo dudaba, pero, por si acaso, ella no le había dado lugar a vacilaciones.
Y, pese a que todavía faltaban varios meses para la boda, se sentía frustrada de no poder estar a su lado para organizarlo todo como tantas veces había fantaseado; básicamente desde la primera vez que había visto a Gabrielle y Sebastian juntos en los sets de Marvel. Ya desde entonces lo había sabido, su instinto shipper era muy fuerte, esos dos iban a terminar juntos.
―No pensaba hacerlo ―aseguró Gabrielle, divertida, pero muy seria―. Sebastian será mi prometido, pero tú eres mi Silsil, sin ti no me caso.
Ambas se abrazaron, algo más sensibles de lo habitual por la importancia de esa noche, pero con el mismo cariño que siempre se profesaban.
Fue en medio de ese abrazo, cuando Chris y Sebastian se les acercaron, comentando con sorna que no se habían despegado en toda la noche.
―Me entiendes, ¿verdad? A ti te extraño mucho, pero Elle, es Elle ―explicó Silver un poco más tarde, ya abrazada a Chris, mientras bailaban una lenta entre la multitud―. A ella también hacía mucho que la veía.
―No pasa nada. Seb y yo lo tenemos muy asumido ―rio él―. Primero está el ellever, y ya, si eso, después el chrisver y el stautier.
Silver sonrió y asintió, divertida, pero totalmente en serio.
―No quiero irme mañana ―añadió, posando la cabeza en el pecho de su novio, sin dejar de balancearse al ritmo de la música.
―Yo tampoco quiero que te vayas. ―Él le acarició el pelo―. ¿Puedo ir a verte?
―Eres idiota. ―Silver levantó la cabeza de inmediato―. ¿Qué clase de pregunta es esa? Claro que puedes. No, no puedes, debes, te obligo. ¿Cuándo vendrás? ―añadió, hablando muy rápido, y sin molestarse en disimular la emoción de poder volver a estar con su novio en su ciudad favorita.
―De acuerdo, general ―Chris sonrió―. Ya casi he terminado con los preparativos para A starting point, así que en un par de semanas debería volver a tener la agenda libre.
―Bien ―Silver asintió, pletórica―. En dos semanas iré a buscarte al aeropuerto, ¿trato?
―Trato.
Y Chris selló el acuerdo con un dulce beso en la frente de su novia, el final perfecto para una noche maravillosa; pequeño adelanto de todos los buenos momentos que planeaba compartir con ella las próximas semanas en Londres.
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Habéis visto que bonito y empalagoso todo, vosotras que esperábais dramaaa jajaja. No worries, que el drama se viene enseguida, but mis bebés chrisver merecían este momento ¡qué ha pasado un año desde su "beso"! O séase, un año de RIP al #mclane
Peeero, que Ewan ya tiene su propio Social Media (culpad a Alba jajaja) y la verdad, estoy super emocionada con las ideas que tengo para WRITTEN DOWN, espero que lleguéis a shippear mcfraser como lo hicistéis con mclane (yo la lo hago y ni ha empezado).
No empezaré a subir los capis de la de Ewan hasta que avance más en las de Taron y la de Mackie, y en esta, porque la línea temporal de la de Ewan empieza casi un año más adelante del punto en el que estamos ahora, y no quiero llenaros de spoilers.
Muchas gracias por seguir leyendo 💕
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