33 - RL + PHONE CALL

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La mañana posterior a los Globos de Oro, Silver despertó con un malestar digno de llevarse el galardón a la peor resaca de su vida... Lo aceptaría de buen grado, si en verdad se hubiese pasado con el alcohol la noche anterior, pero lo cierto era que apenas había bebido un par de copas durante la fiesta, y el botellín de cerveza que vació al llegar a casa.

El dolor que le atenazaba el estómago, la cabeza, y cada músculo del cuerpo tenía una explicación muy distinta. Culpa.

Tal vez no hubiera llegado a acostarse con Chris, pero solo porque él se había detenido a tiempo de devolverla a la realidad... Se sentía la peor persona del mundo; sabía por experiencia propia lo mucho que dolía ser engañado por tu pareja.

Y ahora le tocaba asumir las consecuencias.

Nada más levantarse del sofá, donde había dormido poco más de un par de horas, fue directa al baño, con intención de darse una buena ducha que ayudase a disipar la neblina que todavía le embotaba la mente.

Chris debía de haberse marchado poco rato atrás. Después de aquel intenso beso, y todo lo que este había desencadenado, ella se había puesto tan nerviosa, que él no había querido irse hasta asegurarse de que estaría bien. Al final, ella se había quedado dormida mientras lo escuchaba describir con todo lujo de detalles los últimos partidos de los Patriots.

En el cuarto de baño, Silver se despojó de la ropa, con cuidado de no estropear el vestido de Dolce Gabbana, a esas alturas mucho más arrugado de lo aconsejable, y se metió en la ducha.

Bajo el chorro de agua fría, se permitió unos minutos para considerar todas sus opciones. Si algo tenía claro, era que no podía ocultarle a Ewan lo sucedido la noche anterior; solo agrandaría el engaño. No podía hacerle eso... Pero tampoco quería perderlo. A pesar de los problemas que últimamente arrastraban, no había dejado de quererlo, ni mucho menos.

Por otro lado, no sabía cómo sentirse con Chris.

Recordaba todo lo sucedido durante la noche pasada envuelto en una especie de huracán emocional, sin embargo, las palabras con las que él se le había declarado aún resonaban altas y claras en sus oídos. Chris estaba enamorado de ella.

Todavía le costaba creerlo, durante años había fantaseado con ese instante y, ahora que por fin lo había vivido...

Sacudió la cabeza. No tenía sentido seguir dándole vueltas, no encontraría la solución a sus problemas ahí dentro. Era hora de afrontar la realidad.

Salió del baño y se secó a toda prisa, para luego vestirse con lo primero que encontró en el armario, unos vaqueros y una vieja sudadera que su hermano se había dejado en alguna de sus habituales visitas.

Aún con el pelo mojado, tomó su móvil, y le mandó un mensaje a Ewan, pidiéndole que fuese a verla.

Apenas tuvo tiempo de prepararse un café y contestar un par de correos de su agente antes de que el timbre sonase en la entrada, provocándole un estremecimiento nervioso.

―Eso ha sido rápido ―dijo, tras abrirle la puerta al escocés.

―Venía de camino cuando recibí tu mensaje ―contestó él―. Estaba preocupado. Siento que ayer no supe manejar la situación.

―Ya... ―Silver suspiró. No estaba preparada para la inminente conversación―. ¿Quieres café?

Sin esperar respuesta, fue hacia la cocina, sabiendo que él la seguiría. Sirvió dos tazas humeantes y las dejó encima de la encimera, que en ese momento servía de barrera entre ambos.

―Esto... yo...

―Siento lo que...

Los dos hablaron a la vez, sin llegar a decir nada concreto.

―Déjame empezar ―pidió ella, poco animada, pero convencida de que era lo correcto. Él asintió, invitándola a tomar la palabra, y Silver inspiró hondo―. Anoche, cuando me dejaste en casa, Chris vino a verme...

El gesto de Ewan se volvió más tenso al instante, sin embargo, no la interrumpió.

―No sé cómo decir esto. ―Silver sacudió la cabeza―. Yo... lo siento tanto, no sé por qué lo hice...

―¿Os acostasteis? ―la pregunta fue directa, y la voz del escocés firme, sin atisbo de vacilación.

Ella negó con la cabeza.

―Lo besé, y nos enrollamos... pero él lo paró antes de que llegásemos a más. ―Se mordió el labio inferior―. Te juro que no quería hacerte daño, yo... estaba tan enfadada, y triste, y decepcionada... Me dejé llevar. Lo siento muchísimo, Ewan. ―Parpadeó varias veces para contener las lágrimas. Ya había llorado bastante la noche anterior. No pensaba permitir que las emociones ganasen la batalla otra vez―. Dime algo ―suplicó.

Él se puso en pie. Había permanecido impasible durante toda la explicación, pero era demasiado. Le dio la espalda, apoyándose contra la encimera y clavando las pupilas en el jardín que se extendía al otro lado de las puertas acristaladas.

―¿Qué quieres que te diga, Sil? ―murmuró, sin fuerzas para mirarla―. Me pediste que te dejase sola, y a él lo dejaste entrar ―añadió, con la voz al borde del quiebre―. ¿Qué creías que iba a pasar?

―No lo sé, pero no eso ―repuso Silver, ahora entre sorprendida y desesperada. Rodeó la isla de la cocina, para volver a ponerse frente a él. Le dolía, pero necesitaba mirarlo a los ojos―. Creía que Chris me veía como a una amiga, no tenía ni idea de que...

―¿De que te quiere? ―Ewan negó con incredulidad―. ¡Pues claro que lo hace! ―estalló, para luego llevarse una mano a la cara, agotado―. Es imposible no hacerlo ―añadió, en un tono mucho más suave, pero también más roto.

―Ewan... ―Silver supo que estaba a punto de rendirse otra vez―. Te juro que no lo sabía... Quería preguntarle qué pasó con Callum cuando nos fuimos, nada más. Lo que pasó después fue un error, un terrible error... Lo entiendo si no puedes perdonarme, pero, por favor, no pienses que mi intención era vengarme de ti, nunca te haría eso. Te quiero...

―Lo sé. ―Él exhaló un suspiro―. Mierda, Sil, lo sé. Tú no eres así.

Aflojó los hombros antes de cogerle las manos, para que ambos tomasen asiento en los taburetes pegados a la isla. Era hora de que afrontasen de cara todos esos temas, esos problemas, que llevaban meses barriendo bajo la alfombra.

―Dime qué puedo hacer para compensarlo ―susurró ella―, qué puedo hacer para que me perdones...

―No voy a mentirte, Silver. Esto... me duele. ―Inspiró hondo y exhaló, al tiempo que trataba de poner en orden sus emociones―. Pero no puedo decir que me sorprenda, al menos, no en cierto modo.

Ella frunció el ceño, pero no dijo nada, aguardando a que él se explicase.

―Tú me dijiste lo que sentías por Evans, y yo elegí seguir contigo a pesar de ello. Lo elegí porque te quiero, porque creí que podría hacer que lo olvidases ―confesó―. Creía que podía hacerte feliz... Me equivoqué.

―Me haces feliz ―reclamó ella, muy convencida―. Me encanta estar contigo, aunque tengamos nuestros problemas, pero todo el mundo los tiene, ¿verdad?

―No debería ser así ―explicó Ewan, estirando las comisuras de los labios en una sonrisa que no disimulaba la tristeza de sus ojos―. Si yo hubiese hecho las cosas bien desde el principio, lo de anoche no habría sucedido.

―Callum te engañó ―señaló Silver―, como me engañó a mí hace años. Sí, es verdad que ayer estaba muy molesta contigo por llevarme con él... Me sentí traicionada, y decepcionada, pero no era lógico, Ewan. Solo estaba abrumada por la situación, sé que no fue culpa tuya.

―Sil... ―Él negó con la cabeza―. Anoche actué muy mal. Llevarte con tu padre fue egoísta por mi parte. Me recordó a mi situación con Clara... Me vi identificado en él, y me dejé cegar ―admitió. Había tenido toda la noche para reflexionar sobre ello, y era consciente de su tremendo error―. Pero no lo digo solo por eso. Sé que te decepcioné con mi reacción cuando creímos que podías estar embarazada, y también mucho antes, con todo lo relacionado con mis hijas...

Ella abrió mucho los ojos.

―Ewan, por favor, no... Podemos intentar solucionarlo.

―Estos meses contigo han sido maravillosos ―se adelantó él, con plena sinceridad―. Pero hemos estado viviendo en una fantasía, Sil. Nos hemos estado engañando, sé que tú también eres consciente ―añadió, extendiendo una mano para secar la lágrima que ahora corría por la mejilla de la joven.

Le partía el corazón, le dolía mucho más de lo que creía posible... Pero era lo correcto. Lo mejor para la felicidad de ambos.

Silver cerró los ojos, permitiéndose disfrutar un instante de su tacto.

―¿Estás rompiendo conmigo? ―murmuró, todavía sin despegar los párpados, reuniendo fuerzas para mirarlo.

Cuando alzó el rostro, él le devolvió una expresión cargada de emociones contradictorias, ternura, tristeza, amor...

―Quiero que seas feliz ―susurró él―. Si supiese que conmigo es posible, no haría esto.

Silver quiso responder, pero un sollozo se agolpó en su garganta. Por mucho que estuviese de acuerdo con la lógica de Ewan, todo en ella le gritaba que estaba perdiendo lo mejor que le había sucedido en mucho tiempo.

―Sil... ―Él no pudo evitar extender los brazos para arroparla contra su pecho―. No llores, por favor ―susurró, acariciándole el pelo.

―Lo siento... ―fue todo lo que ella logró decir, en medio de un gimoteo―. No quería que terminase así...

―¿Por qué has de sentirlo? ―la voz de Ewan sonó suave, conciliadora y cargada de madurez―. Estas cosas pasan. ―Se apartó un poco, lo justo para mirarla a los ojos―. Vas a superarlo, sé que puedes. Eres más fuerte de lo que crees, Sil.

La joven asintió, tras sorber y secarse las lágrimas con el dorso de la mano.

―¿No habrá rencores? ―susurró. Ewan tenía razón, había vivido decenas de rupturas, y siempre había salido adelante, pero él no era como los demás. Era especial. Necesitaba saber que no desaparecería de su vida.

―Siempre vas a poder contar conmigo.



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WHATSAPP

(Private chat; Chris Evans & Silver Lane)


Chris
Sil
Tenemos que hablar de lo que pasó ayer
Avísame cuando sea un buen momento

Silver
Chris
Ahora no puedo

Chris
¿Estás bien?

Silver
No
Ewan ha roto conmigo

Chris
Sil...
¿Puedo ir a verte?

Silver
Ahora no
Por favor
Solo... No puedo
Dame  tiempo
Te llamaré



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WHATSAPP

(Private chat; Gabrielle Gautier & Silver Lane)


Silver
Elle
¿Estás ocupada?
¿O estáis grabando?

Elle
Para ti siempre estoy libre
😘

Silver
¿Pero estás libre de verdad?
¿Puedes videollamada?


Gabrielle no llegó a escribir la respuesta. En cuanto su amiga envió el último mensaje, la canadiense hizo la videollamada.

Silver no esperaba una reacción tan rápida. No hacía ni media hora que Ewan se había marchado, por lo que aún tenía los ojos rojos e hinchados a causa de la llorera.

Se apresuró a lavarse la cara con agua fría, y se mentalizó para sacar a relucir sus mejores dotes de actriz. No quería parecer demasiado destrozada, pero tampoco era ingenua. Elle la conocía demasiado bien.

Dejó el móvil sobre la encimera de la cocina, inspiró hondo, esbozó una sonrisa que pretendía ser despreocupada, y respondió.

¿Qué pasa, Silsil? ―Gabrielle estaba en su tráiler del plató de rodaje de Falcon & Winter Soldier―. Me has hecho pensar que era algo urgente, ¿todo bien?

―¡Oh! Estás caracterizada de Jackie ―exclamó Silver, olvidando solo un segundo sus problemas―. Dios, estás preciosa. Ahora quiero volver a interpretar a Alex ―añadió, nostálgica.

Gabrielle rio al otro lado de la cámara.

Deberías hacer algún cameo con Chris. O tú sola. Jackie necesita a Alex ―respondió, muy convencida. Acto seguido, adoptó una expresión mucho más seria―. Bueno, dime qué pasa. Eres muy buena actriz, pero esos ojos no engañan, has estado llorando, Sil.

La aludida se mordió el interior de la mejilla, y desvió la mirada un instante, como si en la pared opuesta fuese a encontrar la clave para decirle a su mejor amiga todo lo que acababa de suceder...

―Elle... Ewan y yo hemos roto.

En cuanto pronunció esas palabras, el rostro de la canadiense mudó de expresión. Por un fugaz instante, Silver captó la sorpresa, la confusión y la preocupación. Pero, como siempre, Gabrielle se recompuso enseguida, para ofrecerle una mirada serena y tranquilizadora.

¿Qué ha pasado, Sil? ―preguntó―. Ayer mismo me enviasteis fotos en los Globos de Oro, y en la fiesta de después. Parecía que estabais bien.

―Fue culpa mía ―Silver no se molestó en negarlo, ni en justificarse. Se llevó una mano a la cara, aún terriblemente avergonzada por lo sucedido―. Estuve con Chris...

La expresión de su amiga permaneció imperturbable. Demasiado imperturbable. Pese a ello, para Silver no fue difícil adivinar que estaba manteniendo una agitada lucha interna.

Define "estuve con Chris", por favor ―pidió Elle, con un gesto imposible de descifrar.

Silver tomó aire, y se lo explicó todo, desde la repentina aparición de Callum, pasando por cómo Ewan la había llevado hasta a él, la irrupción de Chris en la azotea del Four Seasons, y la visita que este le había hecho más tarde en su casa..., con todo lo que allí sucedió.

Después de resumir la conversación que había tenido un rato atrás con su, ahora, ex novio, se calló, aguardando la reacción de la canadiense, que había permanecido en silencio en todo momento, sin interrumpirla.

―Elle, no te quedes callada, por favor ―le imploró Silver, mordiéndose el labio inferior, nerviosa.

Estoy en shock ―confesó la aludida―. No me esperaba esto de ti. Entiendo que estabas confundida, que teníais problemas, pero, ¡merde, Sil! Ewan no se lo merecía. ―Sacudió la cabeza y chasqueó la lengua―. ¿Por qué tenías que sabotearte a ti misma otra vez? Es que parece que no quieres ser feliz.

Silver bajó la mirada. Estaba haciendo su mayor esfuerzo para resistir las ganas de echarse a llorar por segunda vez en lo que iba de mañana.

―Tienes razón, ¡Dios! No sé qué me pasa. Soy tóxica, Elle ―gimoteó, llevándose las manos a la cara―. No sirvo para las relaciones. Moriré sola y con siete gatos, y ni siquiera me gustan los gatos.

Venga, Sil, no exageres ―Gabrielle suavizó el tono al instante. No soportaba ver a su mejor amiga tan vulnerable. Estaba enfadada, no iba a negarlo, sorprendida, y se sentía muy mal por Ewan... Pero por encima de todo, podía su cariño hacia Silver―. Ahora lo que tienes que hacer es centrarte en ti misma. Iré a Los Ángeles cuando pueda, creo que en una semana hacemos parón.

―Gracias, Elle ―Silver no intentó disuadirla diciendo que no era necesario. Sí lo era, necesitaba a su amiga. En unos días empezaría las promociones de KENOBI, tendría que hacer cientos de entrevistas, photoshoots y posados al lado de Ewan, pretendiendo que todo seguía tan maravilloso como siempre. No estaba preparada.

Tengo que dejarte, el descanso ya casi ha terminado ―avisó la canadiense, no sin cierto remordimiento―. Hablamos pronto. Y ni se te ocurra ponerte a ver Moulin Rouge, que nos conocemos Silsil ―la advirtió, consciente de que era la película que Silver veía en bucle cada vez que rompía con alguien.

No iba a negar que se trataba de una buena película, una gran película. De esas que impulsaban a uno a seguir creyendo en el amor... Pero estaba protagonizada por Ewan.

―De acuerdo. ―Silver asintió a regañadientes―. Suerte con el rodaje, dale un beso a Sebastian y a Mackie de mi parte ―añadió, con una mueca que pretendía ser una sonrisa.

Gabrielle suspiró, nada convencida con la actuación de su amiga, pero no le quedó otro remedio que despedirse y poner fin a la llamada.

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