29 - REAL LIFE

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Cada vez quedaba menos para el fin de las grabaciones de KENOBI, y las últimas semanas en Túnez habían resultado toda una montaña rusa emocional para Silver.

Aunque Ewan se estaba volcando con ella, compensando con creces el amago de discusión que habían tenido justo antes de viajar, ella no se sentía mejor. Por un lado, no dejaba de darle vueltas a todo; se comía la cabeza por pequeños detalles en los que al principio de su relación ni siquiera reparaba..., y, por otro lado, seguía sin bajarle el periodo.

Pese a que se había hecho otros tres test de embarazo, todos negativos, la preocupación no desaparecía. Lo que había iniciado como un retraso, se había convertido en una falta. La situación estalló cuando una mañana amaneció vomitando todo lo que había ingerido el día anterior.

Fue Ewan quien insistió en que fuesen al hospital. Él mismo se encargó de hablar con el equipo y pedir unos días libres para ambos, pues el sistema hospitalario de Túnez no era el mejor, prefería regresar a Los Ángeles y asegurarse de que Silver recibiría la mejor atención posible.

El viaje fue breve, y él estuvo al lado de la chica en todo momento, tanto en el hospital, como los dos primeros días de reposo que le fueron prescritos tras la consulta. Al tercero, Ewan aprovechó para hacer una visita rápida a sus hijas pequeñas antes de volver a África, dejando a Silver sola por primera vez.

Te voy a matar, Silsil ―le reprochó Gabrielle, a través de la pantalla del móvil―. ¿Cómo no me contaste nada antes?

―Porque si llego a hacerlo, eras capaz de presentarte en Túnez ―se excusó ella, dejándose caer hacia atrás sobre la tumbona de jardín en la que disfrutaba del agradable sol invernal―. Ya has hecho muchísimo por mí, Elle, no quería estropearte las vacaciones...

No me las estropeabas, ¿para qué se supone que están las amigas, si no? ―La canadiense hizo una mueca, pero la expresión no le duró mucho. En realidad, estaba más aliviada porque su amiga al fin hubiese solventado esa duda, que molesta por no haberse enterado antes de lo que Silver había pasado desde que se habían visto por última vez―. Entonces, es una falsa alarma, ¿definitivamente?, ¿tú estás bien?

Silver esbozó una pequeña sonrisa y se encogió de hombros.

―Mejor que bien. ―Le guiñó un ojo―. Al parecer tuve una intoxicación alimenticia, mi estómago y la comida de Túnez no se llevan muy bien.

¿Y la falta?

―El médico dice que es algo normal, que a todas las mujeres les pasa en algún momento. Sobre todo, en mi situación; entre el agobio por el trabajo, la prensa y la preparación física he perdido mucho peso. ―Silver arrugó la nariz―. Me ha mandado descansar unos días, e incluir más hidratos en mi dieta, eso es todo. En serio, Elle, no hay nada por lo que preocuparse.

Vio a Gabrielle entrecerrar los ojos, como sopesando sus palabras antes de asentir.

Supongo que te creeré.

―¿Y tú cómo estás? ―Silver cambió de tema. Ya habían hablado suficiente de sí misma―. He visto que en el grupo de whatsapp de Marvel siguen dándote la vara con lo de ese artículo sobre los test de embarazo. Lo siento mucho, Elle. Debí imaginar que algo así pasaría.

No digas tonterías, no tenías por qué saberlo. ―Gabrielle agitó una mano―. Además, me da igual. Qué hablen, qué más da. ―Se encogió de hombros.

―Si quieres, puedes decírselo a Seb. ―Silver se mordió el labio inferior―. Imagino que ya lo sospechaba, pero ahora que ya sé que era una falsa alarma, puedes decirle que los test eran para mí. ―Exhaló un suspiro justo antes de que el rostro se le iluminase con una sonrisa divertida―. ¿Qué vais a hacer en Navidad? Son vuestras primeras fiestas como pareja, seguro que Seb te ha preparado algo especial.

Si lo ha hecho, yo no sé nada. ―Gabrielle se encogió de hombros―. ¿Y tú?

―Terminar las grabaciones de KENOBI, se han retrasado un poco por culpa de lo mío ―explicó―. Pero no queda mucho. Supongo que volveré a tiempo de pasar parte de las fiestas con mi madre y con Gavin.

Espera, eso quiere decir que no nos vamos a ver hasta... ¿enero? ―Gabrielle frunció el ceño.

―Estamos en diciembre, Elle ―Silver rio―. No queda tanto.

Es lo mismo, yo sufro.

Ambas jóvenes compartieron una carcajada, antes de que la canadiense volviese a hablar.

―¿Y cuándo vuelves a Túnez?

―Pasado mañana. Ewan tiene mucha labia, se las ingenió para que nos diesen toda la semana libre sin tener que contarle lo mío a los productores. ―Sonrió.

Gabrielle se quedó pensativa un instante.

Entonces, ¿no vas a pasar las fiestas con Ewan? ―Arrugó la frente―. ¿Está todo bien entre vosotros?

Silver no se sorprendió por la pregunta. Su mejor amiga la conocía demasiado bien. Sin embargo, no tenía muy clara la respuesta. ¿Estaba todo bien entre ellos? Sí, al menos en general sí. Él seguía siendo el mismo hombre encantador del que se había quedado prendada unos meses atrás; la seguía tratando como a una reina, y cada día le demostraba lo mucho que la quería... Pero, por muy estúpido que sonase, ella no podía quitarse de la cabeza aquella conversación sobre el futuro.

―Iré a Londres con Ewan para fin de año, pero el resto de las vacaciones él las pasará con su familia ―suspiró y sacudió la cabeza, en un intento por aclarar sus ideas―. No te lo conté en su momento, pero Ewan no se tomó muy bien lo del posible embarazo.

¿Perdona? ―Gabrielle frunció el ceño.

―No en ese sentido ―se apresuró a aclarar Silver―. O sea, fue todo un caballero, como siempre. Hasta hoy, que lo he obligado a tomarse el día libre, ha estado cuidando de mí. También me prometió que estaría a mi lado si al final resultaba positivo, y dijo que apoyaría cualquier decisión que yo tomase...

Por lo que dices, no parece que se lo haya tomado a mal, Sil. ―La canadiense la miró sin comprender.

―Es que estaba tan aliviado cuando supo que era una falsa alarma... ―confesó Silver―. Soy consciente de que haría lo que tiene que hacer, que no me dejaría tirada, pero... Él no quiere tener más hijos, Elle ―Silver dejó escapar el aire entre los labios―. En cierto modo lo entiendo, tiene a su familia, ya ha vivido esa fase... Supongo que di por hecho muchas cosas, cosas que debimos haber hablado al empezar a salir, pero es que fue todo tan rápido, y repentino, y parecía tan ideal...

Vale, voy a parar aquí el ataque de verborrea Silver Lane ―Gabrielle la interrumpió, consciente de que su amiga era capaz de eternizarse si no la detenía―. No te agobies, Sil. Tú lo has dicho, tal vez ahora opina eso, porque, aunque seáis OTP total, no lleváis tanto tiempo juntos. Es pronto para pensar en asuntos tan serios, Quizás se agobió, puede que más adelante cambie de idea.

Silver enarcó una ceja.

―¿Tú crees?

Nunca se sabe lo que pasa por la cabeza de un hombre. ―La canadiense se encogió de hombros―. Lo que está claro es que te quiere, y que bebe los vientos por ti. Disfruta eso, Silsil, déjate querer por una vez. Te lo mereces.

Un leve rubor tiñó las mejillas de la aludida.

―Sabes que te adoro, Elle.

Pues claro, ¿quién no? ―Le guiñó un ojo.

―De acuerdo, intentaré no rayarme demasiado ―aceptó Silver―. En fin, voy a pasear a Delta. Te dejo que le des mimos a tus bebés, y sí, me refiero a Champagne, pero también a Sebastian. ―agregó, divertida.

Nada más la videollamada llegó a su fin, Silver dejó el móvil sobre la mesilla de jardín y se dirigió al interior de la casa, en busca de una sudadera y unas deportivas. Pocas cosas la distraían más que una buena carrera por los senderos de Hollywood Hills.

Cuando se disponía a abandonar la mansión, un visitante sorpresa apareció en la entrada de su casa.

―¡Chris! ―La joven se llevó la mano que no sujetaba la correa de Delta al pecho―. ¿Qué haces aquí?

Él sonrió. También iba acompañado de Dodger y vestía ropa deportiva.

―Escuché que estarías aquí un par de días, y no pude resistirme a pasar. ―La miró con su mejor cara de cachorrito―. Dodger extraña a Delta.

Las facciones de la chica dibujaron una mueca suspicaz.

―¿Escuchaste? ―Ladeó la cabeza―. Solo se lo he dicho a Elle, y estoy cien por cien segura de que ella no te lo ha contado.

―Oh, venga, Sil, qué más da quién sea mi fuente. ―Chris se rascó la nuca―. Vas a pasear a Delta, yo voy a pasear a Dodger, uno más uno... Vayamos juntos, como en los viejos tiempos. ―Frunció los labios en un gesto tremendamente adorable―. Míralos, están deseando correr juntos ―añadió, señalando a los dos cachorros, que ya jugaban entre ellos.

Silver no pudo contener una risa y terminó accediendo. Cerró la puerta a su espalda, y se unió a Chris en el camino hacia la que era su ruta habitual de paseo.

―Fue Sebastian, ¿verdad? ―inquirió, divertida.

―Mis labios están sellados, no pienso contribuir al asesinato de mi mejor amigo ―respondió él, en el mismo tono ufano. Sebastian se llevaría una buena bronca cuando Gabrielle se enterase de que le había dado ese pequeño chivatazo. Porque Gabrielle siempre se enteraba de todo.

Pese a la posible reacción de la canadiense, las intenciones de ambos eran nobles. Sebastian sabía que él estaba preocupado por Silver, que no se había llegado a tragar del todo eso de que los test de embarazo eran para Gabrielle. Unos días atrás, ella había hecho una excelente actuación intentando convencerlo por videollamada; no era de extrañar, era una actriz increíble, pero Chris sabía muy bien que esa era la clase de historia que Gabrielle inventaría sin dudar para proteger la intimidad de Silver.

De haber sido otras personas, se lo habría creído a la primera. Pero estaban hablando de Gabrielle Gautier y Silver Lane. Ellas mentirían bajo juramento con tal de cubrirse la una a la otra.

La cuestión, era que él necesitaba ver a Silver, saber la verdad de una vez, saber cómo estaba ella... Y Sebastian lo sabía, por eso le había dado esa información clandestina, sacada de una escucha casual durante la videollamada que su novia había realizado poco antes.

Silver estaba sola en su casa de L.A. y a punto de salir con Delta. Chris no podía desperdiciar esa oportunidad.

Y no lo había hecho.

Los dos primeros kilómetros los recorrieron a trote, como era habitual en ellos, hasta que Silver recordó que su médico le había recomendado reducir las dosis de esfuerzo físico.

―¿Estás bien? ―Chris se detuvo a su lado―. No es normal que pares tan pronto.

―Estoy bien. ―Silver agitó una mano―. Me apetece más pasear que correr ―mintió, a la par que se agachaba para soltar la correa de Delta, pues en esa zona nada impedía que los cachorros pudiesen andar libres.

Él la observó con una mueca de inquietud. No creía que estuviese embarazada, en realidad, la veía incluso más delgada de lo habitual, cosa que también lo preocupada... Pero estaba claro que algo ocultaba.

―¿Elle ya te ha contado para qué eran los test de embarazo? ―soltó, cuando ella se incorporó, pillándola por sorpresa.

―¿Qué? No, o sea, sí... ―Silver se mordió el labio. Sentía la mirada de Chris atravesándola. ¿Cuándo se había vuelto tan irritantemente perspicaz el muy miope?―. Lo sabes, ¿verdad?

Él asintió, y sus rasgos se suavizaron. Lo último que quería era presionarla. Solo deseaba recuperar su confianza, tal y como le había dicho durante la fiesta de Halloween.

―Debiste de agobiarte mucho ―aventuró, en un tono tan apacible que Silver enseguida se sintió reconfortada.

―Más o menos. ―Ella exhaló un suspiro, y se dejó caer en la mullida hierba. Chris no tardó en sentarse a su lado―. Pero no era nada, al final.

―Tal vez no fuese el mejor momento para ti. Es muy pronto ―reconoció él―, pero mentiría si dijese que no me encanta la idea de una pequeña Silver a la que consentir. ―Esbozó una sonrisa ladeada.

―¿Lo dices en serio? ―Ella enarcó una ceja.

―Me encantan los niños, Sil, lo sabes. Soy el tío favorito de todos mis sobrinos, no se lo digas a Scott ―añadió en un susurro cómplice―. Y sé que algún día seré el padre más guay del mundo. No es cosa mía eh, el otro día me lo dijo el hijo pequeño de RDJ ―explicó con un deje de falsa modestia que no eclipsaba el tono divertido.

Silver se echó a reír.

―Robert se va a poner muy celoso cuando sepa eso.

―¿Te vas a chivar? ―Chris la miró asustado.

―Depende. Mejor me lo guardo para futuros chantajes. ―Ella hundió los hombros, provocando que en esta ocasión fuese él quien dejase escapar una carcajada.

Cuando pudo parar de reír, Chris adoptó una expresión más solemne, pero cargada de ternura.

―Algún día, cuando estés preparada, y tú quieras, serás una madre estupenda, Silver. No tengo ninguna duda.

Ella se limitó a asentir en silencio. No se sentía capaz de responder en ese instante, sin embargo, las palabras de Chris y, sobre todo el modo en que se las había dicho, acababan de ejercer un enorme efecto balsámico.

Por algo era tan especial para ella; tal vez fuese un miope, un cegato, y más despistado que cualquiera a la hora de hablar de relaciones, pero no conocía a nadie tan empático y con un corazón tan puro. Chris había adivinado cómo se sentía en apenas unas frases, y enseguida había sabido qué palabras decirle para que sintiese mejor.

―¿Qué te parece si vamos a por un yogur helado? ―propuso él, de repente, devolviéndola a la Tierra―. Te estás quedando en los huesos, Lane, así no vas a ser competencia la próxima vez que echemos un uno contra uno a basket.

Ella sacudió la cabeza y sonrió, a la par que tomaba la mano que él le ofreció para ayudarla a levantarse.

―Me ofendería, pero sé que solo tienes mal perder ―se burló.

Chris se llevó la mano al pecho, haciéndose el dolido, y echó a correr hacia el puesto de yogur helado. Desde su posición, Silver escuchó cómo le pedía al camarero su sabor favorito sin necesidad de preguntárselo a ella primero.

Y otra sonrisa se dibujó en sus labios.


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Silverlane publicó una foto

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Silverlane parece fácil, pero conseguir que Delta no se mueva para una foto es misión imposible. Pd.: gracias al fotógrafo que lo logró 😘😘

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