27 - FACETIME + Real Life

Por si alguien pregunta (ya lo he puesto varias veces aquí en notas, pero siguen llegando comentarios que vuelven a preguntarlo), el Social Media de Gabrielle y Sebastian (y también los de Kate con Richard Madden y Amalie con Jamie Dornan) están en el perfil de mi lady duffito2

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

El rostro de Gabrielle ocupó la pantalla del móvil de Silver cuando la canadiense respondió a la videollamada.

Hola, Silsil, ¿ya me echas de menos?

La aludida sonrió, nerviosa. Su amiga parecía muy feliz y relajada en el apartamento de Sebastian en Nueva York. Pese a que no veía más allá del sofá del salón, podía escuchar cierto trajín en la cocina, de modo que no le costó deducir que el actor andaba cerca.

―Eso siempre ―respondió Silver, como si acabasen de preguntarle lo más obvio del mundo―. ¿Estás sola?

No, Seb está ahí detrás, preparando la cena. ―Señaló el espacio a su espalda―. Me ofrecí a hacerla yo, pero ha dicho que es muy joven para morir envenenado. ―Se encogió de hombros―. Hombre de poca fe.

¡Te he oído, Elle!

Silver volvió a sonreír al escuchar la voz de Sebastian. No exageraba cuando decía que era la mayor shipper de esos dos; Elle y Seb estaban hechos el uno para el otro, y le llenaba de alegría que al fin estuviesen juntos de forma oficial. Sin embargo, por mucho que adorase los momentos stautier, en ese instante necesitaba a su mejor amiga para ella sola...

―Tengo que contarte algo ―murmuró, adoptando un tono mucho más serio de lo habitual en ella―, y prefiero que Seb no lo oiga, por si acaso...

Gabrielle asintió y se levantó, para ir a encerrarse en el dormitorio principal. Aunque estaba cien por cien segura de que Sebastian no las interrumpiría, pues no era ningún cotilla, optó por darle a Silver ese plus de seguridad. Conocía bien a su amiga; ese ceño fruncido y la nariz arrugada eran un claro indicio de que estaba a punto de soltarle una buena bomba.

Soy toda tuya ―dijo, mientras tomaba asiento en el colchón―. Ya puedes ir disparando, Silsil, no me gusta esa expresión.

La aludida inspiró hondo. Llevaba varios días dándole vueltas a un tema, para siempre terminar autoconvenciéndose de que no sería nada. Pero la cuestión seguía sin resolverse... No podía continuar ignorándolo.

―Tengo un retraso ―confesó, soltando el aire que antes había tomado, y dejándose caer contra el cabezal de su cama en California.

¿De cuánto tiempo?

Si Elle se sorprendió por la noticia, no permitió que esa sorpresa asomase al exterior. Por eso, entre otras mil razones, Silver valoraba tanto tenerla como amiga; Gabrielle siempre sabía cómo calmarla, cómo mantener la cabeza fría cuando ella se sentía a punto de explotar.

―Más de quince días. ―Se mordió el labio inferior―. Al principio no quise darle importancia, o sea, es que nunca lo hemos hecho sin protección, pero pasan los días, y... No sé ―resopló―. Los accidentes ocurren.

Al otro lado de la línea, Gabrielle asintió, despacio.

¿Tú cómo te sientes? ―preguntó, con una tranquilidad envidiable, dada la situación.

―Estoy bien. ―Silver hundió los hombros―, agobiada, pero bien.

Ya... ―Elle entrecerró los ojos―. Piensa que un retraso puede deberse a muchas razones, el estrés tal vez. Últimamente has estado sometida a mucha presión, los rodajes, la preparación física, el escrutinio de la prensa con tu relación...

―Por eso no quería preocuparme, ni preocupar a Ewan ―respondió Silver.

Sil, tienes que decírselo.

―Lo sé, pero quería estar segura primero... ―repuso la aludida―. A lo mejor es lo que tú has dicho, puede que no sea nada, y no haya necesidad de sacar el tema. ―Exhaló un suspiro―. Todavía no me he hecho un test...

No quieres hacerlo sola ―adivinó Gabrielle―. Bien, voy a comprarlo, cogeré un avión por la mañana y en unas horas estaré ahí.

―Elle. ―Silver frunció el ceño―. No puedo pedirte que vengas desde Nueva York solo para acompañarme mientras me hago una prueba de embarazo. Estás con Seb, lo último que quiero es entrometerme...

Cierra el pico, Silsil. Voy a ir y punto. ―La canadiense chasqueó la lengua―. Será un viaje rápido, ida y vuelta. Además, tú tienes que irte a Túnez en dos días, no puedes marcharte con esta duda.

―Pero...

Ni lo intentes. Mañana iré a tú casa, está decidido ―concluyó―. Pero prométeme que se lo dirás a Ewan, no lo pospongas más. Esto es algo que os incumbe a los dos, no tienes por qué pasarlo tú sola.

―Está bien Tienes razón. ―Silver inspiró hondo, mentalizándose―. Se lo diré esta noche.

Así me gusta. ―Gabrielle asintió―. Nos vemos mañana por la tarde.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

Al día siguiente, Ewan no se sorprendió cuando, al ir a abrir la puerta principal de casa de Silver, se encontró a Gabrielle Gautier, todavía vestida con su modelito de aeropuerto y un bolso de viaje colgado al hombro.

―Hola, papá, ¿no me invitas a pasar? ―saludó la canadiense.

El escocés se apartó a un lado y se ofreció a cargar el bolso de la actriz, pero ella rechazó la oferta, aludiendo que llevaba cosas que necesitaría en breve.

―Cierto, Silver me dijo que tú ibas a traer el test ―asintió él, a la par que se acariciaba la barba de pocos días.

―Obvio, tengo que ser la primera en saber si me vas a dar un hermano o no.

―Elle... ―Ewan suspiró―. Esto es serio.

―Y tanto que lo es. ―Ella entrecerró los ojos, provocando que Ewan se sintiese puesto a prueba bajo su mirada―. ¿Estás nervioso?

El escocés se limitó a exhalar un suspiro. Pues claro que lo estaba, apenas había tenido tiempo de hacerse a la idea; Silver no le había dicho absolutamente nada hasta la noche anterior.

Pese a que le había prometido a su novia que la apoyaría y estaría con ella, pasase lo que pasase, eso no implicaba que no estuviese atravesando su propia crisis emocional...

―Ahora lo importante es Silver ―respondió, tratando de permanecer tranquilo―. Está arriba, esperándote.

―¿Tú no vas a subir?

―Créeme, Elle, me ofrecí a comprar la prueba anoche, en cuanto me lo contó, y a quedarme con ella, pero dijo que solo la haría cuando llegases tú. ―Hundió los hombros, resignado―. No te preocupes, tengo muy asumido que si estamos los tres juntos, yo soy el que sobra ―añadió, con una leve nota guasona, pretendiendo aligerar el eléctrico ambiente.

―Te avisaremos cuando esté el resultado. ―Gabrielle le dio una amistosa palmada en el hombro, antes de dirigirse escaleras arriba.

Conocía muy bien la casa de Silver; por muy grande que fuese, enseguida supo llegar al dormitorio de su mejor amiga, que se le abalanzó encima, estrechándola en un asfixiante abrazo.

―Vale, Silsil, déjame respirar ―rio Elle―. ¿Cómo te encuentras? ―agregó, cuando su amiga le permitió recuperar el espacio personal.

―Bien, no tengo nauseas, ni nada. Estoy casi segura de que es una falsa alarma, tiene que serlo, ¿verdad? ―Silver se dejó caer en la cama. Literalmente se tiró hacia atrás hasta que su cuerpo se hundió en el colchón.

―Si habéis sido responsables, que no lo dudo, entonces, sí, es lo más probable. ―Gabrielle frunció los labios mientras dejaba su bolso sobre la cama de Silver, para abrirlo y sacar uno de los test de embarazo que había comprado; porque sí, se había asegurado de traer más de uno―. Sebastian vio la bolsa de la farmacia mientras yo estaba haciendo la maleta para venir, y pensó que era para mí ―comentó, con intención de distraer a su amiga.

―¿En serio? ―Silver sonrió divertida y se incorporó un poco, apoyando los codos sobre el colchón―. ¿Y qué hiciste?

―Bueno ―la canadiense esbozó una sonrisa maliciosa―, lo puse a prueba. Al principio no le dije que no era para mí. Quería ver cómo reaccionaba.

―¿Y...? ―Silver ladeó la cabeza, muerta de curiosidad.

―Pues, primero estaba dolido conmigo por no habérselo contado. Luego le dio un ataque de verborrea al más puro estilo Silver Lane.

―¡Oye! ―la aludida le lanzó un cojín, que Gabrielle esquivó con una risa―. ¿Y qué más?

―Reconoció que sería una complicación si me quedaba embarazada, por lo de la serie de Falcon & Winter Soldier, pero que estaba muy feliz, y que me apoyaría en todo.

―Conclusión, Seb es perfecto. ―Silver arrugó la nariz, pensativa―. Tienes mucha suerte, Elle. Más te vale saber valorarlo.

Un gesto de confusión asomó al semblante de la canadiense.

―Sil, ¿qué sucede? ―Se sentó a su lado y le posó una mano en el hombro.

La aludida sacudió la cabeza. Ni siquiera ella misma era capaz de comprender el aluvión de emociones encontradas que experimentaba en ese momento.

―¿Qué va a pasar si da positivo? ―murmuró.

―Lo que tú quieras que pase, Sil ―respondió Elle, calmada.

―Es que no lo sé ―balbuceó ella―. No sé lo que quiero. Amalie eligió tenerlo, y la admiro por eso, pero yo no sé si estoy preparada para esto, aunque...

―¿Aunque?

Silver exhaló un suspiro, para luego esbozar una pequeña sonrisa.

―Me hace ilusión, ¿sabes? ―confesó―. No lo había planeado, al menos no ahora, ni mucho menos; tengo veinticinco años, hay muchas cosas que quiero hacer antes... Pero siempre supe que en algún momento querría tener una familia, de esas super unidas y felices, que tallan calabazas en Halloween y decoran juntos el árbol de Navidad...

Gabrielle arqueó las comisuras de los labios en una inevitable expresión de ternura.

―Vamos paso a paso. ―Tomó las manos de su amiga, animándola a levantarse, y le tendió la caja con la prueba―. Hazte el test, Sil.

La aludida vaciló un instante, pero terminó por asentir, decidida. Se metió en el baño anexo al dormitorio, no sin antes dirigirle una última mirada a su mejor amiga, que le devolvió un cabeceo de confianza.

―No me moveré de aquí.

---

Cuando Silver y Gabrielle bajaron al salón, Ewan se encontraba sentado en el borde del sofá, pretendiendo leer un libro mientras trataba de controlar los nervios propios de la espera.

Se puso en pie en cuanto las vio, y buscó la mirada de su novia. Dadas las circunstancias, no era necesario verbalizar la evidente pregunta.

―Negativo ―confirmó Silver.

Antes de que él pudiese mostrar reacción alguna, Gabrielle se adelantó.

―Bueno, parejita. Yo ya me tengo que ir, y vosotros tenéis que hacer las maletas para Túnez, así que no os entretengo más.

―Muchísimas gracias, Elle. ―Silver le dio un abrazo de despedida―. Perdona por haberte hecho venir.

―Solo han sido cuatro horas en primera clase, bebiendo champán y poniéndome al día con la segunda temporada de Midhunter. ―Ella sacudió una mano, restándole importancia―. Yo no veo el sacrificio.

―Cuídate, Elle. ―Ewan también abrazó a la canadiense y, juntos, la acompañaron hasta la puerta.

Todavía se escuchaba el eco del motor del taxi alejándose de la mansión, cuando el escocés se volvió hacia Silver. Le posó ambas manos en las mejillas y llevó los labios a la frente femenina, en un suave beso cargado de ternura.

―¿Estás bien? ―le preguntó.

Ella asintió.

―¿Y tú? ―quiso saber―. Apenas hemos hablado de cómo te sentías con esto, no te he dado tiempo...

―Sil, no te voy a mentir, me molesta que no me digas estas cosas ―confesó él, mientras tomaban asiento en el enorme sofá ubicado junto al ventanal con vistas al jardín―. Sé que al final siempre me dices la verdad, pero no necesitas guardártelo tanto tiempo. Creo que te he demostrado que puedes confiar en mí.

―Sí, sí, lo sé. ―Ella chasqueó la lengua―. Confío en ti, pero a veces, necesito tiempo para procesar ciertos temas. ―Se mordió el interior de la mejilla―. ¿Qué habrías dicho si te lo hubiese contado antes?, ¿si hubiese habido tiempo para hablarlo...?

―Lo mismo que te dije anoche ―respondió Ewan, muy convencido―. Te apoyaría, y estaría contigo tomases la decisión que tomases. Esto es tan responsabilidad mía como tuya, pero...

―¿Pero?

―Me siento aliviado ―reconoció él, con un suspiro.

Silver frunció el ceño. Había pedido sinceridad, pero esas palabras acababan de sentarle como un jarro de agua fría.

―Sil, no me hubiera desentendido, te quiero, y lo último que haría sería abandonarte en esta situación ―se apresuró a aclarar Ewan, que pareció haber captado la expresión disgustada en el rostro de su novia―. Pero, reconócelo, es un alivio que no tengamos que pasar por esto; todavía no han terminado los rodajes y el contrato con Lucasfilm...

―Ewan ―Silver lo interrumpió. No soportaba que la gente no fuese clara con ella―. No digo ahora, todavía es muy pronto, y yo no estoy lista aún... Pero quiero tener una familia, algún día. ¿Quieres tú?

Nunca antes habían tocado ese tema, quizás porque desde el principio se habían limitado a dejarse llevar. Entre ellos todo fluía, pero ahora, Silver empezaba a percatarse de todas las cosas que habían obviado, dejado de lado, obcecados como estaban el uno en el otro, sin pensar a dónde podría llevarlos esa relación.

El escocés se pasó una mano por el pelo y exhaló un suspiro antes de responder.

―Ya no soy un treintañero, Sil ―comenzó―. Tengo cuatro hijas, dos de ellas ya mayores; para mí esa fase de la vida ya está superada. ―Ladeó la cabeza, buscando la mejor forma de expresar cómo se sentía sin herir a su novia.

―O sea, que no quieres tener hijos conmigo ―Silver bufó―. Pues menos mal que el test ha salido negativo. No quisiera amargarte la vida ―añadió, sin poder evitar que el sarcasmo chispease en su voz.

―Silver... ―Ewan le tomó las manos, tratando de calmarla―. No es por ti. Te quiero, estoy loco por ti, y lo sabes. Me encantaría pasar el resto de mi vida contigo, no tengo ninguna duda al respecto. Lo que tenemos ahora es maravilloso, ¿por qué cambiarlo?

Ella se mantuvo en silencio varios segundos que para Ewan se volvieron eternos. Aunque le dolía, comprendía la perspectiva de su novio...

En cualquier caso, en ese momento se sentía demasiado agotada mentalmente como para darle vueltas al asunto.

―Sí, tienes razón. ―Hundió los hombros―. Voy a hacer la maleta. Deberías irte y prepararte también. El vuelo sale mañana temprano.

----------------------------
¿Quién esperaba esto? 🙈😏
Yo solo digo, que este es un fic de Cevans jajaja aunque Ewan sea mi marido consentido primero (el primer puesto se lo disputan entre los dos xD)
No odiéis mucho a mi escocés hermoso, (ejem alba ejem ❤)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top