24 - FACETIME
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Evans se encontraba a punto de entrar a una reunión con su equipo y representante cuando su teléfono comenzó a sonar. Chasqueó la lengua, dispuesto a silenciar la videollamada, pero cambió de opinión en cuanto vio el rostro de Silver iluminado en la pantalla.
No se lo pensó dos veces antes de descolgar. Pese a que, tanto Sebastian como Gabrielle le habían prometido que Silver lo llamaría, ya casi había empezado a perder la esperanza. Tal vez no fuese el mejor momento, pero después de días siendo ignorado, no pensaba desaprovechar esa oportunidad.
―Hola, forastero. ―Silver sonreía al otro lado la pantalla, no obstante, no era esa sonrisa auténtica, cargada de confianza y complicidad que Chris estaba acostumbrado a recibir. Se veía algo incómoda, incluso forzada.
El actor reprimió la mueca de impotencia que apremiaba con abrirse paso en su rostro. Se sentía idiota por no haberse percatado antes de lo que tenía. Ahora lo veía tan claro que hasta dolía...
―Hola, forastera ―respondió, en su mejor tono amistoso―. Cuánto tiempo. Ya has vuelto de Suecia, ¿no?
―Ajá, estoy en Londres. Me queda una semana de rodaje aquí antes de volver a California, y después Túnez. ―Ella se mordió el labio inferior. Estaba nerviosa. Chris podía notarlo, y se le hizo terriblemente extraño. Silver nunca se ponía nerviosa con él―. Si tienes cosas qué hacer, podemos hablar en otra ocasión, no quiero molestar...
―No, Sil, tú nunca me molestas ―se apresuró a interrumpirla él, a la par que cambiaba, de rumbo hacia alguna sala vacía en el enorme edificio―. Quiero hablar contigo.
―Pero estás en la agencia ―apuntó ella, que había reconocido el decorado a espaldas del actor. Pese a que no compartían la misma agencia de representación, lo había acompañado decenas de veces a sus reuniones de trabajo, a veces por intereses laborales, otras, simplemente por pasar tiempo juntos.
―He quedado con mi representante, pero no tengo prisa. En serio, no te preocupes. ―Chris localizó una estancia vacía y se coló dentro, cerrando la puerta a su espalda. Estaba seguro de que a nadie le molestaría que usase ese despacho durante un rato―. Ves, ya estamos solos ―sonrió, dejándose caer en un sofá de cuero, al tiempo que posaba el smartphone en la mesilla de café frente a él.
Desde su posición, en lo que parecía el interior de su tráiler en el set de rodaje en Londres, Silver dibujó una mueca poco convencida.
―No pienso sentirme responsable si pierdes un papel por no presentarte a tu reunión ―lo advirtió.
―Eso no va a pasar. ―Evans agitó una mano, divertido, para luego adoptar una expresión más seria―. Entonces, sobre lo que me dijiste en aquella llamada...
―No ―Silver lo cortó. Quería hablar con su mejor amigo, pero de cualquier cosa menos de eso.
―Sil... ―Él pronunció su nombre en un tono que rebosó paciencia―. Tenemos que hablarlo.
―Estoy con Ewan ―acotó ella―. Lo siento, Chris, pero ya dije más de lo que debía... No debí ponerte en ese compromiso. Solo olvídalo, ¿quieres? Hagamos como que no pasó.
Él torció los labios en una mueca.
―¿Y si no quiero olvidarlo? ―Sacudió la cabeza―. Yo no sabía que tú sentías eso por mí. Sé que es difícil de creer, porque después de esa llamada, y después de hablar con Sebastian, he pensado en todas las veces que me lo dijiste, incluida aquella fiesta después de la premier de Endgame... Lo siento, Silver, de verdad. No sé por qué estuve tan ciego, yo...
―Chris, déjalo. ―La chica volvió a interrumpirlo. De nada servían las disculpas. Él solo sentía lástima por ella porque no podía corresponderla; estaba claro... Pero no le importaba. No tenía que importarle. Ahora tenía a Ewan―. Solo quiero hablar con mi amigo, porque te echo de menos, pero si tú no puedes respetar eso, voy a tener que colgar ―añadió, con una seguridad que traspasó la pantalla.
El aludido arqueó las cejas y una sombra de pesadumbre atravesó su semblante. Sentía las palabras agolpadas en su garganta, pugnando por salir; quería decir tantas cosas... Sin embargo, no podía.
Había prometido no entrometerse en la relación de Silver, y cumpliría su promesa, aunque eso lo destrozase por dentro. Valdría la pena si eso la hacía feliz; si así, al menos, podía seguir hablando con ella, teniéndola en su vida.
―¿Irás a la fiesta de Halloween en casa de Gabrielle? ―preguntó, tras varios segundos de intenso silencio. Una expresión que pretendía ser jovial adornó su rostro.
―Claro. ―Silver sonrió, aliviada. Si Chris llegaba a decirle que no, que no podía obviar el tema de su declaración, probablemente habría arruinado su amistad... Y eso era algo que ella no estaba preparada para superar―. Prepárate para verme con el mejor disfraz de todos los tiempos.
―¿Ah sí? Dudo mucho que sea mejor que el mío. ―Evans le devolvió la mueca desafiante y burlona. Dolía, dolía no poder decir todo lo que sentía, pero no pensaba permitir que ese dolor se reflejase en el exterior. Silver quería a su mejor amigo de vuelta, y ese Chris que ella quería no era ningún pusilánime―. Por cierto, ¿cómo están tus amigas? Me enteré de lo de Catherine, lo siento mucho. Si puedo ayudar en algo, solo tienes que decírmelo.
Silver le respondió haciendo un resumen de todo lo sucedido los últimos días, tanto en Londres como en Suecia, guardándose por razones obvias lo del embarazo de Amalie. Extrañaba poder contarle todo a ese idiota que tanto adoraba, lo extrañaba de tal manera que, cuando empezó, ya no pudo parar. Durante casi una hora conversaron de todo y nada, de tonterías y temas importantes.
Chris se perdió la cita con su representante, pero no le importó. Ya lo compensaría más tarde con una cena en ese restaurante del Barrio Chino que tanto le gustaba.
Al final, fue ella la que tuvo que poner fin a la llamada, pues debía regresar al set de rodaje. La despedida fue breve, y sin el acostumbrado te quiero que antes se decían de forma casi instintiva...
Pese al enorme paso que habían dado esa tarde, ambos eran conscientes de que todavía les quedaba un largo camino antes de poder recuperar del todo la relación tan especial que alguna vez los había unido.
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